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¿Apostamos?


Mei Black Delacour
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Lanzó el último encantamiento hacia el muñeco más alejado de todos, viendo cómo el hechizo se extendía a lo lejos y daba de lleno en el pecho del hombre de madera, y sólo en ese momento se detuvo. Llevaba mucho tiempo allí, en aquel lugar que había descubierto hacía poco y al cual por fin le dedicaba parte de su tiempo: el Campo de Entrenamiento de la zona Oeste, aquel donde grandes leyendas de la Orden, duelistas por excelencia, habían pasado horas mejorando sus tácticas de batalla.

 

Por un momento, permaneció quita, dejando que la brisa alborotara su cabellera color castaño oscuro; oyendo a su vez el murmullo de un río no muy lejano. El viento aumentó su velocidad, haciendo que su vestido corto que le llegaba por encima de sus rodillas ondeara junto a la capa abierta que cubría sus hombros y brazos. Soltó un largo suspiro, era hora de volver al tedioso trabajo.

 

Giró sobre sus zapatos de tacón, dispuesta a atravesar la reja de hierro que cercaba el campo, pero antes de que diera un paso, observó que una figura se acercaba al lugar. Levantó una ceja, sorprendida con la presencia de aquel hombre en el lugar, ¿qué hacía Boss en aquel sitio?

 

¿El gran líder Elessar viene a entrenar? No me lo creo – comentó mientras sonreía de lado de una forma un tanto burlesca.

 

Pocas veces había cruzado verdaderamente palabras con él, y eso sólo había sido estando acompañados del resto de Altos Rangos de la Orden, por lo que no tenía idea de cómo reaccionaría, aunque ni de lejos se le quitarían las ganas de molestarlo un rato. Repentinamente, una idea cruzó por su cabeza, haciendo que cambiara la expresión de su rostro a uno de diversión rayada en la inocencia.

 

¿Qué tal un poco de acción? – le volvió a decir a la vez que volvía a girarse, esta vez para dirigirse a una larga extensión de césped totalmente descubierto, lugar en el cual dos magos podían batirse a duelo sin ningún problema – A no ser que temas que una chica logre vencerte – lo provocó sin siquiera mirarlo, aún caminando hacia el campo despejado.

 

Soltó una leve risita, sabía que no podría negarse y eso le gustaba, hacía tiempo que deseaba enfrentarse a alguno de sus compañeros, pero ninguno le había aceptado la invitación. Incluso Mey Potter Black se negaba, y tenía una leve idea del por qué, pero lejos de darle más vueltas, se centró en su alrededor.

 

Para cuando se dio vuelta, Boss ya se hallaba allí también, a una distancia de no más de siete metros; el campo era realmente grande, no había nada cerca como para poder usarlo a beneficio propio, pero sólo por el momento. Con cuidado, la Delacour volvió a sacar a su varita, y en cuanto la agitó, justo a unos cinco metros por arriba de la cabeza de los presentes aparecieron varias rocas de diversos tamaños y dos estatuas de granito que de inmediato, debido a la fuerza de gravedad, comenzaron a caer en picada al suelo, aunque ninguna les daría de lleno a ellos.

 

Piertotum Locomotor – susurró justo antes de que todos los objetos alcanzaran a tocar el suelo, por lo que, para cuando las únicas dos estatuas con forma de los dioses egipcios Ra y Thot cayeron justo entre Mei y Boss, ambos ya estaban bajo el poder de la Demon Hunter –. Atáquenlo, por cada lado, nada de algo leve, quiero heridas – les ordenó en un tono levemente sombrío –. Hagamos esto más interesante, ¿y si apostamos algo? – agregó, inesperadamente.

 

De inmediato y mientras ella pronunciaba las últimas palabras, las estatuas comenzaron a correr habilidosamente, separándose cada vez más entre sí para poder atacar justo por derecha e izquierda al líder de la Orden del Fénix y no darle oportunidad a que se deshiciera de ambas armas con un único hechizo. De reojo, la castaña aprovechó para observar cómo había quedado el panorama: en el campo habían quedado distribuidas unas cinco rocas, las cuales tres había quedado apenas a tres metros de distancia justo por detrás del Elessar, mientras que las otras dos se hallaban a unos cinco metros de cada lado de la Delacour.

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-- ¿Quién soy? -- decía la voz con un dejo de melancolía que inundaba el mágico ambiente del bosque.

 

-- Eres quien eres, eres aquella figura en donde algunos aún depositan sus esperanzas -- contestaba el peculiar elfo de voz grave. Mavado como siempre se unía a Boss en una nueva experiencia.

 

-- No creo en esas cosas a estas alturas, todo ha cambiado, veo las cosas desde una perspectiva diferente y el tiempo cada vez se agota más -- el sujeto sonaba preocupado, como si algo grave estuviese por pasar y en sus manos no tuviera la solución.

 

-- Eso es porque te pones viejo... y no siempre estaré contigo. Pero ya tendremos tiempo de charlar aquellos asuntos, ahora, me parece que te esperan por allá -- dicha la última palabra, el elfo doméstico se esfumó con un sonoro "crack" que resonó como el más potente eco en la más oscura cueva.

 

Frente a él estaba la verja que daba la bienvenida a los miembros del bando con intenciones de perfeccionar sus habilidades. El sitio era extraño, muy silencioso tal vez, con el discurrir lejano de un río casi por secarse y el sonido de las aves nocturnas que disfrutaban de la cacería.

 

El anciano auror saludó con un amigable gesto a Mei, seguidamente le siguió hasta el sitio indicado por ella. No contestó a sus palabras, pues con una sonrisa bastaba para dar a entender que el hecho de su visita era debido a su falta de entrenamiento. Los reflejos ya no eran los mismos a cuando era un veinteañero saludable y lleno de vida.

 

La suave brisa arremolinaba la tierra que se levantaba en varias partes, incluso hacía ondear la ligera túnica blanca que vestía Boss. Varita en ristre, y con sus ojos firmemente posados en su contrincante, apenas notó cuando la serie de objetos comenzaron a caer por doquier. Y fue cuestión de segundos cuando vio venir las dos pesadas estatuas con intenciones nada amigables a su anatomía.

 

-- Aqueora -- dijo con voz firme. Su varita parecía como una daga negra, moviéndose a una verteginosa velocidad cuando Boss hacía complicados movimientos. Una esfera de agua comenzó a formarse sobre su cabeza, cubriendo su cuerpo a una velocidad bastante rápida, justo a tiempo para detener el ataque físico de ambas estatuas. El agua transparente dejaba ver la furia de los dioses egipcios que chocaban con fuerza intentando superar -inútilmente- la fortaleza acuática.

 

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Boss, aquel movimiento de Mei había sido demasiado rápido e inesperado, especialmente por las estatuas que salieron de la nada. Un poco más y el "gran líder Elessar" -como ella lo había llamado- habría caído como un principiante. La frente perlada de sudor de Elessar era fiel reflejo del esfuerzo que había realizado, apenas iniciando el duelo. En definitiva estaba fuera de forma.

 

-- Cyclone maximus -- bramó Elessar desde su escudo del aqueora, el cual iba a permanecer hasta que las estatuas perdieran sus facultades mágicas. Un enorme torbellino empezó a formarse a la izquierda de Boss, que protegido por el aqueora, no fue arrastrado por el aqueora. Sin embargo la estatua de Thot no corrió con la misma suerte y fue arrastrada con el tornado que se dirigía hacía Mei. El torbellino iba aumentando su tamaño a medida que iba avanzando -a gran velocidad- contra la Demon Hunter, llevándose también una de las rocas que yacían detrás de Boss. Ahora, Mei tendrían que aplicar una rápida defensa para lograr superar el ataque.

 

-- ¿Apostar? no soy hombre de apuestas, además, no me gusta ganar cosas fáciles... -- gritó Boss desde su posición, intentando ser escuchado a través del fuerte ruido que provocaba el tornado.

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Que Dios se apiade de mis enemigos, porque yo no lo haré...

 

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Lanzó un bufido de frustración al ver el movimiento que ejecutaba el hombre. ¡Oh, vamos! Pensaba con irritación Creí que harías algo más arriesgado agregó luego de ver cómo la defensa de agua lo cubría por completo y evitaba que las estatuas lograsen llegar a su destino y herirlo. No era que no supiese que era un movimiento opcional, pero realmente la Delacour creía que saldría con algo mejor y que la dejaría boquiabierta. Habrá que presionarlo un poco más.

 

Observó el panorama: Ra y Thot intentaban atravesar inútilmente la defensa y por su parte Boss ya se preparaba para ejecutar el próximo movimiento. Lo vio venir, una milésima de segundo antes de que comenzara a articular palabra alguna; por lo que a toda velocidad pensó en una estrategia adecuada a lo que más o menos había previsto que sucedería.

 

Ardius – murmuró de forma tan rápida que apenas se entendieron sus palabras, y acto seguido, sintió cómo la adrenalina recorría su cuerpo, dándole la posibilidad de poseer un movimiento más acelerado que el de un humano promedio – Silencius – alcanzó a decir justo a tiempo cuando las sílabas “Cyclon…” ya habían sido pronunciadas, pero el efecto de su hechizo fue mucho más veloz, dejando mucho al líder antes de que lograse hacer que el ciclón fuera invocado.

 

En parte se arrepentía de hacerlo, aquel hechizo era uno de sus preferidos, más cuando llegaba a su máximo poder, pero en términos de estrategia no le hubiese convenido dejar que lo realizara. Observó al hombre, oyendo las palabras que gritaba debido a la distancia que los separaba; a lo que Mei no pudo contenerse de lanzar una risueña risa.

 

Dices fácil, pero ya he logrado que sudes la frente, Elessar – se burló inmediatamente después del intento de ataque del hombre mientras que, internamente, pensaba “Gladius” logrando de esa forma que en su mano izquierda fuera invocada una espada milenaria que sin perder tiempo la giró habilidosamente y la clavó en el suelo con fuerza, minando su primera acción –. Pero entiendo si no quieres apostar, de seguro ya dudas de tus habilidades, o me temes, a saber… – agregó, sonriendo levemente.

 

La castaña no solía ser tan molesta y provocativa con la gente, a excepción de algunas personas; había algo que la incitaba a molestar al líder y no sabía el qué, pero tampoco se lo ponía a pensar realmente. Últimamente su actitud había cambiado drásticamente, en un tiempo aparte, una batalla como aquella la habría llevado a cabo con mucho respeto hacia su superior, pero ahora su confianza no dependía de nada ni nadie y ya no le importaba demasiado lo que el resto pensara de ella.

 

Strellatus – dijo por último mientras su mente divagaba en otras cosas, pero nunca perdiendo realmente la atención en el enfrentamiento. De inmediato una cegadora luz invadió el campo, afectado directamente los ojos de Boss, causándole heridas considerables que afectarían directamente su puntería –. Sorpréndeme – susurró esta vez, reflejando seriedad en su rostro por primera vez de lo que iba el duelo, deseando ver cuanto antes la reacción y estrategia que planearía en aquellos escasos segundos.

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-- No puede ser posible... -- susurró Elessar al ver como Mei se deshacía del ciclón que había invocado. De hecho, ni siquiera logró invocarlo, pues su garganta se resecó justo cuando planeaba hacerlo y al parecer todo fue producto de una breve ilusión, siempre acostumbrado a ver como salían sus hechizos, Boss pecó de inocente. Sonrío, pues no podía creer lo "oxidado" que estaba en cuanto a combates cara a cara.

 

-- Ardius... -- dijo con voz trémula, dejando aún más material para el dramatismo que se apoderaba momentáneamente del duelo. De inmediato sintió el cambio, como sus pulsaciones se aceleraban y su corazón latía a toda velocidad, como queriendo salirse de su pecho. Sus pupilas se dilataron y una sensación de adrenalina le invadía por completo, como cuando se produce un fogonazo repentino, y eso que aún no había concluido su acción -- ...morphos -- susurró. Y de inmediato el vestido de Mei mutó, transformándose en una avispa marina que quedó justo a la altura de su hombro, retenida por la capa que llevaba puesta, situación que impedía que la avispa marina venenosa cayera al suelo. Ahora la demon hunter estaba envenenada, y no era todo. Ella en lugar de defenderse, prefirió lanzar un nuevo hechizo a Boss: un strellatus.

 

Para la fortuna de Elessar, Mei al realizar el hechizo jamás se había movido y seguía exactamente en la misma posición que antes. Así que, asumiendo esto, y gracias a que ya conocía su posición, Boss pensó -- gubraith -- y una llama de fuego eterno se proyectaría justo en la parte interna de la capa que portaba Mei, produciendo severas quemaduras en su espalda.

 

-- Ya sabes a lo que me refiero... -- dijo contestando al dilema de "quién ganaría" ahora la muchacha estaba envenenada y quemada también. -- Episkey -- pensó Boss como tercer hechizo consecutivo, sanando las heridas causadas por Mei en sus ojos, poco a poco comenzaba a recuperar la visibilidad, viendo con complaciencia como Mei se quemaba lentamente.

 

Por otra parte, las fuertes estatuas seguían golpeando fuertemente el fortín acuático que rodeaba a Boss, salpicándolo en ocasiones por la magnitud de los impactos. Debería poner un "hasta aquí" a las estatuas, sin embargo, era de lo más cómico apreciar a dos legendarios dioses griegos golpear una pared de agua totalmente impenetrable por cosas físicas. Lamentable era por otro lado la acción de Mei, en esos momentos podría haber aprovechado ambas estatuas para algo mucho más productivo, pues en breve perdería la movilidad.

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  • 2 semanas más tarde...

Justo al mismo tiempo en el cual la castaña se encargaba de afectar la visión del líder, el mismo había ejecutado un rápido movimiento de tal magnitud que la castaña no había previsto y por ende, no pudo evitar. Su vestido rápidamente mutó, convirtiéndose en una avispa marina que sin perder tiempo la envenenó, aunque realmente no era ese un motivo por el cual se estuviese preocupando en ese momento.

 

Maldito… ¿degenerado? pensó con cierta vacilación mientras sentía cómo sus mejillas se encendían. Debía de hallarse roja, pero en ese punto ya no le importaba, el problema era que hacía tanto que no usaban esa táctica contra ella que había olvidado el trauma que había adquirido por terminar en ropa interior ante desconocidos luego de un duelo bastante interesante que había tenido contra una chica llamada Pau Gryffindor donde la muchachita la había dejado desnuda en pleno escenario de duelo del Torneo De Duelos de toda la Orden del Fénix.

 

Sin perder tiempo, Mei tomó al animal, lo apartó de su cuerpo y lo estrujó hasta matarlo por completo, pues la avispa marina se estaba muriendo por la falta de agua, siendo imposible que le quedara mucho tiempo de vida, aunque igual quería asegurarse, a lo que, en cuanto el efecto del Morphos cesó, el vestido reapareció en su mano libre y permaneció allí debido a que no pensaba soltarlo.

 

Limitate – dijo con ligereza justo después de que Boss hiciera su segundo movimiento, un Gubraith que si bien impactó y la hirió, aquello significaba que su hechizo también había dado: ahora el hombre no podría lanzar hechizos de tipo rayo o invocación por un largo período de tiempo, mientras que su Aqueora estaba llegando a su fin y pronto ella podría darle un buen ataque.

 

Inmediatamente después, su contrincante ejecutó una curación a sus ojos que le valió el único hechizo que podría haber lanzado de tipo rayo o cualquier otro verdaderamente más útil, aunque verdaderamente tampoco podía tanto debido a su visión. Sin perder tiempo, la Delacour se sacó la capa que le había causado una herida leve en la espalda y la lanzó justo a unos tres metros de distancia de ella, justo en su diagonal derecha.

 

Morphos – susurró ahora, logrando de esa forma que el vestido que tenía en su mano volviera a mutar en lo que llevaba el duelo, pero a diferencia de antes, ahora el objeto se convirtió en un viejo conocido: un bezoar que entraba en la palma de su mano sin problema alguno y que sin perder tiempo lo metió en su boca y se lo comió, quitando todo rastro del veneno de la avispa marina que pudiese existir en su organismo.

 

Episkey pensó por último, curando de esa forma la herida que se le había hecho por estar su piel en contacto con el fuego eterno que Boss había proyectado sobre su capa, de esta forma, quedó totalmente ilesa, a diferencia de su contrincante, que aún le faltaba terminar de curarse, no podía ejecutar ciertos hechizos y, además, la primera acción de su siguiente movimiento se vería totalmente anulada gracias a que el poder de la Gladius que la Demon Hunter había utilizado mermaría su poder por completo.

 

Qué poco hablador eres, no me gustan los silencios incómodos – murmuró mientras hacía una expresión al mejor estilo de niña molesta, aunque no estaba segura de si la hombre la escucharía o no.

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  • 2 semanas más tarde...

El sol de aquel día ya era historia. Pequeñas estrellas comenzaban a abovedar el cielo, y la luna llena bañaba con su luz el sitio de combate en el cual Mei se enfrentaba al pobre diablo que estaba perdiendo la batalla contra el tiempo. Podía sentir como sus huesos respondían al frío nocturno, y como su rostro se tornaba inmediatamente taciturno ante tal sensación.

 

-- Prefiero los silencios incómodos antes que palabras sin sentido... -- dijo Elessar llevándose la mano libre a la barbilla, intentando adoptar una posición de señor refinado, intentando también olvidar las sensaciones de su cuerpo. Miró de reojo las estatuas que tenía a los costados, ambas estaban allí disponibles para el. Sonrío luego de que su varita le impidiera realizar un hechizo, intentando intercalar algo al episkey realizado por Mei. Al parecer el efecto de la gladius había logrado minar su poder mágico en la primera acción, impidiendo anular el episkey de Mei y así ganar el duelo de una manera sencilla.

 

Luego de que la muchacha se curara, Boss se puso en marcha. -- Piertotum locomotor -- dijo apuntando a las estatuas que tenía a los costados, ambas seguían siendo fuertes, de un material duro y resistente. No se habían abollado al intentar herir a Elessar, así que podía tener total seguridad de que las estatuas tendrían éxito con su siguiente orden. -- Ataquen a Mei, cada una a un costado diferente, dando fuertes golpes y quitándole la varita de ser posible, que sus ataques sean tan violentos que requiera curaciones de emergencia -- las estatuas ya se habían puesto en marcha luego de las órdenes de su invocador, con claras intenciones sobre la anatomía de Mei.

 

En ese momento Boss hizo una breve pausa, analizando un poco mejor el terreno, y viendo las amplias posibilidades que este otorgaba. Tal vez fuese mejor intentar una estrategia diferente, porque a decir verdad, aún no había trazado ningún tipo de estrategia. Supo entonces que debía hacerlo lo más rápido posible, o aquel duelo se le complicaría más de lo esperado.

 

-- Confundus -- pensó como tercera y última acción. De esta manera, Mei caería sumida en un poderoso hechizo que le daría un minuto extra (era todo lo que necesitaba) a Boss para idear un plan de ataque, sin descuidar la defensa que hasta esos momentos estaba manteniendo.

 

Debía admitir que el cuerpo semidesnudo de la demon hunter frente a él le desconcentraba un poco, sobretodo por las bonitas y tonificadas piernas que modelaba. -- Ya veo el resultado de tantas redadas y situaciones de apuro con los mortífagos -- dijo desde su posición, lanzando una leve carcajada. Hasta el momento nunca había volteado a ver sus propias compañeras de bando, pero vaya de lo que se estaba perdiendo!

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  • 2 semanas más tarde...

Observó a Boss mientras levantaba una ceja, al parecer el hombre había intentado evitar que se aplicara una curación, pero gracias a la estrategia que había planeado, el poder de la Gladius que había invocado anteriormente logró impedir que su primer hechizo saliera.

 

Sonrió abiertamente a la vez que caminaba por primera vez de lo que iba del duelo, pero no modificó la distancia, sencillamente se movía en una trayectoria curva para evitar que el líder pudiese saber a ciencia cierta adónde se hallaba, pues el efecto de su strellatus aún seguía vigente, no se había curado del todo de él. Se detuvo al fin, viendo el próximo movimiento que pensaba ejecutar, y sabía que aquello tarde o temprano sucedería.

 

Ahora, las estatuas que en un principio había utilizado ellas, estaban en poder de Boss, ordenándoles algo similar a lo que ella misma había planeado en un momento. Soltó un leve suspiro, sintiendo cómo la brisa nocturna recorría su cuerpo y haciéndolo temblar. Maldiciendo mentalmente aún al hombre, la castaña se preparó para realizar su rápido movimiento antes de que él pudiese realizar el último hechizo del cual el Ardius le daba garantía.

 

Aqueora – murmuró, casi saboreando la palabra con su lengua que pasaba a través de sus labios. Al instante siguiente, una masa de agua hizo acto de presencia a su alrededor, cubriéndola desde todos los flancos, siendo una defensa totalmente impenetrable para las estatuas, que aún recorrían la distancia de siete metros que los separaba a la Demon Hunter del Elessar.

 

Estaba viendo cómo Thot y Ra se acercaban a toda velocidad, uno de cada lado, pero antes chocasen contra su protección, la castaña se vio sumergida en un mar de pensamientos incoherentes. Me las pagarás, ¿Josué? Caviló sin tener muy en claro el por qué, pero al instante siguiente todo estaba claro nuevamente. Le había enviado un confundus justo después de su Aqueora que inevitablemente le había impactado, dándole un margen de tiempo suficiente al hombre para realizar alguna estrategia que le sería de utilidad, aunque Mei no pensaba ponérselo fácil.

 

Morphos – agregó por último, logrando de esa forma que uno de los zapatos del líder cambiara su forma a la de una araña de rincón, aquellas sumamente venenosas de las cuales debía uno cuidarse. Mei las detestaba, pero en ocasiones como esa siempre resultaban útiles. El animal, al quedar sobre el descalzo pie de Boss, sencillamente lo picó, inyectándole la ponzoña que causaría graves problemas en el hombre.

 

Acto seguido, la castaña compuso la mejor cara de molestia que tenía a la vez que sentía que se sonrojaba hasta adquirir un color rojo brillante por las últimas palabras que habían salido de la boca de su contrincante. Sí, maldito pervertido volvió a pensar mientras de forma disimulada se tapaba como podía con las manos y brazos, aunque realmente no estaba resultando del todo.

 

¿No que preferías los silencios incómodos? – le dijo, lanzándole una mirada furibunda en un intento de intimidar al hombre.

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  • 1 año más tarde...

Y el aqueora desapareció. Elessar se encontraba nuevamente desprotegido, pero parecía todo lo contrario, a juzgar por la sonrisa que se dibujaba en su rostro ¿de qué demonios se reía?

 

Vio a Mei realizar un efectivo aqueora, que le defendió de los ataques de ambas estatuas, repitiendo así la defensa que Boss había hecho al principio del duelo. Y aunque Boss quisiera atacar de una forma más poderosa, no podía hacerlo, pues seguía bajo los efectos del limitate. ¿Qué rayos podía hacer? ¿Combatir fuego con fuego?

 

Sin embargo, y vale la pena remarcar, los zapatos que Boss calzaba en esos momentos, no eran unos zapatos difíciles de quitar (usualmente llevaba botas, o zapatos elegantes de vestir, pero no en esta ocasión, pues estaba en pleno campo) pues se trataban de unos zapatos casuales, sin cordones (o agujetas) y con la peculiaridad de "quita fácil". Como precaución, Boss con un sencillo movimiento de los pies, se logró quitar el zapato izquierdo, pero no logró quitar el derecho, pues le tomaría demasiado tiempo y debía estar más concentrado en el duelo -cabe destacar que Boss jamás dejó de mirar a Mei-. Además, estar descalzo no le afectaría, la zona sobre la cual estaba posicionado contaba con una suave capa de pasto.

 

-- Limitate -- dijo Elessar, con un tono que mezclaba el desgano con la impotencia total de no poder hacer algo más. La respuesta de Mei luego de su hechizo limitate fue un morphos, justo cuando Boss intentaba quitarse el otro zapato. El zapato izquierdo, que se había quitado Boss hacía escasos segundos, fue mutando hasta convertirse en una araña, que estaba a escasos palmos del pie desnudo del hombre. No dudó, y con el pie derecho, que aún estaba protegido por el zapato, pisó la araña hasta matarla.

 

La araña que había invocado Mei, desapareció, y en su lugar nuevamente estaba el viejo y sucio zapato. ¿Para qué rayos había hecho esa jugada? no había sido la mejor, sin duda...

 

-- Strellatus -- bramó Elessar, instantes después del morphos de Mei. No le daría mucho tiempo para argumentar su nueva defensa, pues el ataque que acababa de enviar Boss era directo a los ojos, y la muchacha no tendría chance de protegerse por la acción anterior. Ahora, además de limitada en poderes, estaría también ciega. Poco a poco se iba acercando el final de aquel duelo.

 

El sujeto dio dos pasos a la derecha, seguía estando el suelo cubierto por grama, así que no sufrió ningún daño en la planta de su pie izquierdo, pues el pie derecho aún tenía el zapato puesto. Además, tampoco había hecho ningún ruido al moverse, y si lo hubiese hecho, el mismo sería amortiguado por el ruido que empezaban a hacer las criaturas nocturnas.

 

-- Levicorpus -- pensó. El cuerpo de Mei quedaría suspendido boca abajo, estando a una distancia aproximada del suelo de un metro con ochenta centímetros. Una caída larga, y dolorosa... aunque, ahora gracias a su hechizo, tenía una mejor perspectiva del resultado de tantas redadas y ejercicio físico. Vaya vaya, nada mal sin duda.

 

Caviló en su imaginación nuevas estrategias para el combate, que poco a poco ya se iba tornando favorable para el.

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Levantó una ceja, ¿por qué había intentado quitarse el zapato? ¿Acaso lo había hecho para intentar esquivar uno de sus hechizos? Pues, sencillamente no lo había logrado, pues en vez de invalidar su hechizo de alguna forma, silenciándolo o de mil otras formas posibles, el hombre había optado por intentar esquivarlo… pero había fallado, su ataque había sido certero y el hombre había terminado por recibir el piquete de la araña, haciendo que el veneno entrara por la anatomía del viejo líder Elessar. Luego de ello la había pisado para matarla, aunque había sido un movimiento tardío.

 

¡Ah! – chilló en cuanto el hechizo strellatus impactó en sus ojos.

 

Los cerró levemente, parpadeando, le ardía un mundo, pero no le importaba, no había nada realmente peligroso en mantener la vista borrosa, ¿no? Por lo menos veía bultos, y eso era lo importante, para poder determinar la posición de su adversario. El aqueora no le era un impedimento para ver, mucho menos a dos bultos que se hallaban a cada lado de ella intentando penetrar la defensa; eran las estatuas de Ra y Thot que aún estaban bajo el poder del hechizo de Boss. Bien, si esas dos eran las estatuas, entonces aquel que se hallaba frente a ella y que se había movido un poco definitivamente era su adversario, era algo tan básico como las matemáticas simples.

 

El bulto blanco que veía era Boss, lo sabía, lo tenía nuevamente frente a él luego de acomodar su propia posición. Se veía blanco debido a la vestimenta que sabía que llevaba, y entonces actuó rápidamente dejándose llevar por los instintos y la estrategia ya pensada al cabo de un segundo ínfimo.

 

Ardius Morphos – dijo, haciendo que la ligera túnica blanca que llevaba puesta Boss mutara y se transformara rápidamente en una pequeña araña de rincón que, al quedar justo en el hombro descubierto del hombre debido a que no llevaba más ropa por debajo, lo picó, inyectándole rápidamente el veneno que le causaría una muerte inminente junto al anterior que había recibido – ¡Woo…!

 

Para cuando se dio cuenta y justo después de que terminara su hechizo, se vio elevada en el aire por uno de sus pies, quedando colgada y suspendida en la nada. Un levicorpus, evidentemente, al cual había logrado adelantarse con éxito. El hechizo la mantendría allí sin poder moverse ni nada, pero no le importaba realmente, por el momento no era algo de importancia y como no generaba dificultades a su puntería o visión, siguió con su estrategia.

 

Floreus – verbalizó, sin dejar de ver al ahora desnudo Boss, haciendo que la varita de él quedase bajo el efecto del hechizo y no pudiese realizar magia sin que un ramo de rosas marchitas saliera del arma mágica en vez del conjuro. Sus opciones eran limitadas, demasiado incluso, por lo que no tenía oportunidad de hacer algo realmente útil.

 

Confundus pensó por último, haciendo que la mente del Elessar cayera en un estado de aturdimiento tal que le costaría una valiosa acción, pues no podría hacer nada, sencillamente su mente estaría perdida en un mar de pensamientos inconexos y totalmente ajenos al duelo que estaban llevando y estaba a punto de finalizar.

 

Jaque mate, Elessar – articuló no sin cierta satisfacción, llevando su mano descubierta por delante de ella en un intento en vano de cubrir parte de su cuerpo semi desnudo.

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