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Duelo en la BL


Alegna Black
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-Tadeus­- mi grito resonó por toda la mansión, no era necesario tanta potencia pues el elfo al más mínimo susurro de su nombre se presentaba diligente como siempre, pero la verdad, necesitaba descargar parte de mi frustración del día en alguien, pero no sería con el pobre elfo domestico

 

-Señorita?-

 

-Dile a mi primo que lo espero en la sala de duelos en 5 minutos- hacia días que le había pedido duelo a su primo y el muy bastardo no se dignaba a empezar, pues eso se terminaba ahora, sino se animaba que me lo dijera en la cara y que no me vueltee, con cosas que para mí no tenían importancia.

 

Baje las escalera hasta el segundo novel de la mansión internándome en una sala especialmente dedicada a los duelos, las paredes de un rojo sangre, supuestamente para cubrir cualquier mancha de un hechizo mal llevado, el piso de madera de roble, lustroso, una estanterías de libros en la entrada, y algunos cojines sueltos. Decidí esperarlo en la parte opuesta que estaba libre de obstáculos y artículos que Nox pudiera emplear.

 

El rechinido de la puerta llamo mi atención, sonriendo al ver a mi queridísimo primo entrar, pensé “embrujo punzante” un rayo salió de mi varita directamente a la cara de Nox, si no se protegía, desfiguraría su rostro, dejándolo algo ciego y con dolor.

 

-Sabes que espere esto desde hace tiempo, ¿no?- hice una pequeña reverencia mientras lo veía a los ojos, tan diferentes a los míos.

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Se encontraba sumido en una de sus acostumbradas tardes de lectura; en su mano sostenía un viejo libro que había encontrado en la biblioteca de su abuela y que había decidido tomar sin pedir permiso. Las páginas estaban repletas de párrafos acerca de historias del siglo XVI prácticamente olvidadas, pero que a él habian logrado interesarle bastante. Conocía muy bien los acontecimientos ocurridos en el mundo muggle durante esa época, pero desconocía por completo que tantas cosas habían sido influenciadas desde el otro lado. «Así que Copérnico era un mago también. Parece que los muggle no pueden hacer nada por si mismos», pensó mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Poco le duró porque su lectura fue interrumpida abruptamente por la entrada de Tadeus.

 

—Tadeus, ¿Cuántas veces te he dicho que no me interrumpas mientras estoy leyendo? —questionó calmadamente al elfo mientras respiraba profundamente, no quería arruinar su estado de ánimo tan rápido.

 

—Lo siento joven Black —replicó el elfo— la señorita Alegna dice que quiere verlo en la sala de duelos en 5 minutos.

 

—Ya veo, puedes marcharte. Estaré ahí en un instante —contestó recuperando la sonrisa y saliendo de su habitación en dirección a la sala de duelos. No se molestó ni siquiera en calzar sus pies, rara vez lo hacía mientras estaba dentro de la mansión y bajó a toda prisa llevando nada más que una camiseta de color negro y unos pantalones sencillos de estar en casa.

 

Posó una mano sobre la puerta y la empujo con fuerza para poder entrar. En cuanto lo hizo desde el otro lado de la sala un rayo voló hacia él con una rapidez escalofriante. —Protego —exclamó creando un escudo a su alrededor que absorbió por completo el hechizo.

 

—Alegna, mi prima favorita —inició con un tono molesto que sabía que le fastidiaba— esas no son maneras de recibir a la familia—. Continuó mientras la observaba de arriba a abajo —¿Y qué es eso que traes puesto? ¿No tenías algo más para la ocasión? No sabía que te gustara el amarillo —. Finalizó mofándose un poco de una anticuada bata que llevaba encima su prima.

 

—Por supuesto, yo también lo he estado esperando. Veamos que tanto has estado aprendiendo —. Sonrió hacia ella, levantó la varita con firmeza pero sin hacer uso excesivo de su fuerza e hizo un movimiento circular con ella. —Sectusempra —gritó, enviando el rayo hacia el pecho de Alegna. Profundas heridas como grietas se abrirían sobre su piel hiriéndola casi de muerte si lograba impactarla. No quería en lo absoluto dañarla, pero tampoco esperaba que un hechizo tan simple lograra alcanzarla; después de todo, compartían la misma sangre, sabía de sobra que esto sería divertido y apenas estaba comenzando.

 

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El escudo que Nox hizo aparecer a escasos segundos de distancia absorbió el rayo por completo, la rapidez y los reflejos hablaban muy bien de él y sonreí al pensar en las clases que podría darle en pocos minutos. Claro que no tardo en fastidiarme la tarde opinando sobre mi hermosa bata, pues él no era nadie para criticarme la vestimenta llevando esa clase de pantalones, omití comentario al respecto, ya bastante lo humillaría en el duelo. Siempre existiría ese odio – amor entre nosotros.

 

-Silencius- dije sin más, dejando el ataque sin efectividad por lo que solo pude adivinar que sería un sectusempra, las tres primera letras se escaparon de su boca antes de que mi hechizo surtiera efecto –recuerda Nox soy tu “única” prima, y si, así es como se trata a la familia inexperta – sonreí mientras lo veía gesticular sin sonido.

 

-¿En serio quieres saber lo que eh aprendido?, no te convendría primito- pues no podría enseñarle nada si estaba muerto, quizás un cruciatus le sacara lo gracioso, pero si lo volvía loco de dolor ¿Quién me segura los chistes? Además es mi favorito.

 

-Furnunculus- el rayo viajo la distancia de dos metros que nos separaba pegándole en la cara, cubriéndolo de ampollas y forúnculos que crecían a medida que el no pudiera terminar el hechizo – vamos Nox ¿puedes darme pelea?

 

Sabía que se irritaría en cuanto a mis chistes, los dos entendiamos que esto era un juego, pero no me gustaba perder ni a las cartas.

 

@

 

Off Rol

 

me dejaras esperando cuanto ahora?

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—¿Me llamas inexperto? —sonrió una vez más al escucharla— ¿Sabes? Parece que se te ha subido a la cabeza un poco, la mínima ventaja que crees llevar sobre mí querida prima. No sé te olvide que he estado estudiando bastante más que tú y además me fue bastante bien en mis clases de duelo —. Finalizó enarcando una ceja y tratando de contener la risa, sabía perfectamente que no lograba intimidarla en lo más mínimo.

 

Se movió, dando unos pasos lentos, casi calculados por la sala, a la espera, su último hechizo ni siquiera había podido ser conjurado por su rápida acción. Sorpresivamente un rayo salió disparado desde donde ella estaba, conocía bastante bien el aspecto de aquel hechizo pero no llegaría a esquivarlo a tiempo. Dudó por un segundo, pero al final decidió dejar que el rayo le impactara de lleno en la cara. Unas desagradables ampollas empezaron a brotar de su piel pero aún podía seguir luchando.

 

—¿Todos tus hechizos son igual de desagradables? —soltó tratando de contener el repudio que le provocaba el efecto del hechizo, ya se encargaría luego de eliminarlo. —Pensé que me mostrarías algo nuevo de lo que te habían enseñado dentro del grupo, que desilusión —. Intentaba romper su paciencia provocándola un poco mientras notaban como su cara se desfiguraba lentamente.

 

Expelliarmus —gritó mientras apuntaba a su mano. La varita de Alegna salió disparada de su mano a unos metros de donde se encontraba de pie. —¿Veamos que puedes hacer ahora sin varita?

 

Retrocedió unos pasos quedando completamente contra la pared, quería alejarse lo máximo posible, no estaba seguro de que truco bajo la manga podría tener y prefería tomar precauciones al respecto. Las ampollas comenzaban a ser un problema ya, pero había decidido ir completamente al ataque. —Desmaius —exclamo enviando una vez más un rayo de color color en dirección a Alegna, esperaba impactarla y paralizarla para volver a ganar algo de tiempo y ventaja sobre ella.

 

Comenzaba a divertirse y quería demostrarle a su prima que ya no era más aquel chico sin conocimiento de magia que había encontrado hacía tanto tiempo.

 

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Mi carcajada resonó en el lugar dejando una sonrisa triunfante en el rostro. Adoraba cuando hacia alardes de sus estudios, de sus interminables horas leyendo, pero como aprendí, duramente, la mejor enseñanza era la practica. Vi como su rostro se llenaba rápidamente de mas ampollas y furúnculos, prácticamente desfigurándolo.

 

-Protego- exclame, en cuanto el rayo salió de la varita de Nox, el escudo violáceo apareció ante mi absorbiendo el hechizo por completo – no, pero si me gustan esos hechizos desagradables, aunque tengo algunos que … “morirías” por conocer- le dije sonriente.

 

-Protego- volví a decir interceptando el segundo hechizo que mi primo me lanzaba – Nox yo que tu arreglaría el desastre que te hice en el rostro, no es que seas muy lindo, pero….. o me dirás que no sabes usar el finite, ¿Cómo aprobaste? Por Merlín- solté un bufido de burla.

 

Sonreí abiertamente, sino me equivocaba solo dos personas lograban hacerme sonreír, una sonrisa verdadera, no la que usaba con la sociedad, y a esos dos les tenía mucho aprecio.

 

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