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La Cueva del Horrocrux


Zoella Triviani
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Desdobló el papel, ignoró al fantasma que seguía buscando su atención y llevó la mirada al número que indicaba el papel. El número uno se encontraba escrito en la caligrafía de la bruja, indicando que la primera isla era a la que debía de volar. Se elevó nuevamente en la alfombra voladora y con una suave velocidad comenzó a sobrevolar las aguas verdosas, observó hacía abajo, nada aún la atacaba y parecía que el sobrevuelo sería sencillo.

 

El fantasma le gritaba desde la orilla, quizás maldiciendo, quizás advirtiendo de algo, quizás vitoreando por lograr encontrar la valentía de cruzar. Quien sabe realmente porque le gritaba el fantasma a Zoella, ella solo sabía que las islas se encontraban realmente lejos y debía de llegar a ellas. El ritmo lento al que se encontraba volando la mantenía en calma, Triviani soltó las esquinas y la alfombra comenzó a descontrolarse.

 

Giró a un lado, y giró al otro. Dió algunas cuantas vuelta y aceleró la velocidad de tal forma que cuando Zoella logró encontrar el control ya iba de regreso a la superficie donde el fantasma se encontraba cubriendo su cabeza, irónico porque era un fantasma pero el sentido de la supervivencia le ordenó realizar dicha acción. La bruja por otro lado, sobrevoló sobre este y se chocó violentamente contra la pared de tierra que se encontraba sobre el pasillo por donde había salido.

 

Cayó al suelo con la alfombra sobre ella, comenzó a reírse por la idiotez que había cometido. Su risa sonaba en eco adentro de la cueva, y el fantasma la observaba negando con la cabeza. Triviani se levantó y observó al fantasma quien nuevamente le señalaba su embarcación, era su ultima oportunidad. Pero Zoella era bastante terca, así que negó una ultima vez, sacudió sus ropas y curó con uno o dos episkey sus rasguños, torceduras y cortes alrededor de su cuerpo.

 

Batió la alfombra nuevamente, dejándola en el suelo una ultima vez, un ultimo intento y se sentó sobre esta. Estiró cada musculo de su cuerpo, tronó cada hueso que pudo, tomó las esquinas nuevamente de la alfombra. Estaba dispuesta a aun ultimo intento, si no resultaba tendría que tomar la embarcación o nadar a la orilla de la primera isla de ser necesario. Debía de completar esa aventura, debía de visitar cada isla y tomar lo que en ella se encontraba, debía de salir ilesa y viva de ahí, y debía de finalmente reportarle al MACUSA lo que había encontrado.

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Triviani elevó la alfombra por última vez en esa oportunidad, esa sería su ultima oportunidad antes de finalmente tomar la embarcación, luchar contra el fantasma y adentrarse a las aguas verdosas. Elevó la Alfombra Mágica y nuevamente empezó a sobrevolar la zona de tierra. Aceleró y comenzó a sobrevolar las aguas verdosas.

 

Los ruidos de la caverna ya no parecían tan terroríficos, Zoella se había acostumbrado finalmente a la oscuridad y a veces la luminosidad de las islas la encandilaban levemente. Agitó la alfombra, subiendo y bajando un poco pero sin alejarse mucho del agua. Cualquier emergencia no quería estar muy lejos por si debía de lanzarse, o solamente por si se caía, no fuera tan dolorosa la zambullida que le tocara darse.

 

Zoella empezó a imaginarse posibles criaturas dentro del agua, como una serpiente acuática, aprovecharía su habilidad de hablante de parsel para lograr entrar en paz con la criatura. Si era un calamar gigante como el de Hogwarts posiblemente muriera por los grandes tentáculos que la agarrían y la ahogarían. De ser Inferis... No quería ni imaginarse lo que sucedería, sabía que debía de hacer alguna magia con fuego para poder alejarlos y vencerlos. Sacudió la cabeza, mejor dejaba de pensar las posibles muertes que tendría con lo que fuera a salir del agua. Esto si algo realmente salía del agua, cosa que era menos posible logicamente.

 

La cueva albergaba grandes misterios, eso era de conocimiento publico, pero realmente y a ciencia cierta nadie sabía que era lo que se escondía dentro de ella, los que hasta ahora habían entrado se encontraban muertos, o perdidos dentro de las otras cuevas buscando la salida de ellas. Siguió volando, empezando a llegar a mediados casi de las aguas rumbo a la isla cuando sintió algo salir del agua - Chanfles - pronunció, buscando que era lo que había salido del agua a atacarla. Intentó entornar los ojos, enfocar la mirada y determinar la clase de criatura que estaba por atacarla cuando un brazo tomó la esquina de la alfombra, desestabilizando la alfombra y amenazando con lanzar a Zoella del agua.

 

Logró soltar esa mano, y se elevó un poco. Detuvo el vuelo e intentó mirar por la orilla de la alfombra, no muy lejos del agua.

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Triviani no lograba ver qué criatura era, nada se encontraba sobre el agua y parecía que había sido todo producto de la imaginación de la bruja. Se encogió de hombros y con vuelo lento emprendió nuevamente su camino hasta la primera isla. Le faltaba la mitad del camino para llegar, y aquello era mucho decir. La primera isla era el inicio de todo lo más peligroso y Zoella estaba preparada para ellos.

 

Nuevamente algo sonó saliendo del agua y tomó la esquina de la alfombra. Triviani intentó mantener la estabilidad mientras tomaba su varita y se giraba levemente para ver que era lo que estaba intentando tomarla. Un inferis, logró reconocer a la criatura que comenzaba a montarse en la alfombra como un inferis, o inferius como algunos lo llamaban.

 

Estos cadáveres humanos que fueron poseídos en algún momento de su vida con magia oscura impuesta por un mago tenebroso. Zoella había leído de ellos en la biblioteca de los Seguidores de Nosferatu, cuando era una mortifaga. Solos seguían las órdenes del mago tenebroso al que le servían, y tal parece que estos eran de un mago poderoso, porque tras este muchisimos más inferis intentaban alcanzar la alfombra voladora.

 

La bruja tomó su varita e invocó un Círculo de Fuego que salió despedido contra los inferis que intentaban derribarla desde atrás. Estos huyeron del fuego soltando la alfombra voladora, por algunos segundos. Sintió como otro tirón la llevó a inclinarse, perdiendo el rumbo y haciendo que la alfombra girara a la izquierda y acelerara su vuelo. La bruja se sostuvo fuertemente con una mano y con la otra apunto con su varita.

 

Las criaturas intentaban tomarla, derribarla para asesinarla ahí mismo en el agua, alimentarse de su cuerpo pero ella no se los dejaría tan sencillo. Un segundo Círculo de Fuego fue lanzado desde la varita de la calva, quien nuevamente despejó la amenaza por cortos segundos, donde logró encontrar el equilibrio de la alfombra. Retomó el rumbo, ahora estaba más lejos que antes, pero aquello no le impediría llegar a la isla, los imperis no le negarían su oportunidad de tener grandes recompensas.

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no salía el color rojo D:

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Triviani intentó seguir volando a la isla flotante. Los inferis seguían en su labor de tirar abajo la alfombra voladora y con ello a la bruja de dicho objeto. La calva buscaba patearlos, empujarlos pero solo y únicamente la luz o el calor lograba alejar a las horrendas criaturas que estaba segura eran confundidas con zombies por los muggles. La isla flotante estaba lejos, bastante lejos, al igual que la superficie desde donde había partido en al alfombra, ella se encontraba sobrevolando a media distancia, y a donde fuera que decidiera volar, debía de recorrer una pronunciada distancia.

 

Invocó un Tercer Circulo de Fuego y lo lanzó a su costado izquierdo, donde varios inferis la habían tomado y comenzaba a desequilibrarse. Regresó a vuelo, equilibrada y completa, pero con el corazón en la garganta latiendo desembocado a cada segundo, acelerando su pulso y elevando la adrenalina que aquel momento comenzaba a causarle. Relamió sus labios, y aceleró la alfombra, acercándose a la isla cada vez más.

 

Un tirón desde su blusa la hizo soltar la alfombra, esta comenzó a caer y chocaba con el agua, sin rumbo pero todavía flotando. La calva se sostenía de la orilla y a su tobillo se mantenía aferrado un inferis que comenzaba a tomar sus piernas para subir y saltar de seguro a la yugular.

 

La bruja sostenía su varita fuertemente entre la alfombra y su mano. Con nervios se quedó agarrada de una sola mano, y estiró la otra hacía sus piernas, apuntando directamente a la cabeza de la molesta y horrenda criatura que gruñía y chillaba cada dos por tres. Un Cuarto Circulo de Fuego fue despedido desde su varita, llenando de llamas al inferis y dejando uno que otro arañazo en la piel de la calva, con sus pantalones algo rotos por aquello.

 

Maldijo el momento en el que decidió aventurarse sola y comenzó a escalar por la alfombra, recomponiendo la postura y maniobrando para controlar el vuelo. Siguió sobrevolando, mientras los inferis seguían intentando alcanzarla. La isla parecía lejana, pero realmente no estaba a tanta distancia. La batalla contra los inferis no estaba pronta a terminar, la Triviani lo sabía, y estaba dispuesta a enfrentarlos incluso a puño por solo conseguir los Horrocrux.

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Dos inferis tomaron la alfombra, moviendola de un lado a otro. La bruja seguía volando de forma violenta y veloz, buscando que aquello fuera suficiente para tirar abajo a los protectores de la cueva. No recordaba haberse enfrentado a ninguna criatura parecida, el peligro que ahora enfrentaba comenzaba a causarle algo de pavor, pensando que quizás la visita en esta cueva era su inevitable fin, donde su cuerpo se perdería en la profundidades de aquellas aguas verdosas y dejaría muchas cosas sin resolver afuera, muriendo sola, sin poderse despedir de todo aquellos a los que ama.

 

Aquello fue suficiente para encender algo en el interior de la bruja, apuntó nuevamente con su varita a los inferis que se encontraban subiendo a la alfombra que volaba y volaba por sobre las islas, el agua y las piedras alrededor de la inmensa cueva. Un Quinto Círculo de Fuego sirvió para deshacerse de ellos, la alfombra mágica ya estaba deteriorada y comenzaba a fallar su vuelo. La calva aceleró una última vez, para llegar a la isla y poder finalizar con toda aquella agonía.

 

Los inferis le saltaban casi encima, chocaban con ella, chocaban entre si, chocaban con la alfombra pero la calva se sostenía fuertemente de la alfombra, su vida dependía de ello en ese momento, mantenerse viva era lo único en lo que pensaba, los horrocrux pasaron a segundo plano mientras ella seguía sosteniendo la alfombra, le dolían los dedos, las muñecas, los brazos pero aquello no le impedía seguir manteniéndose en vuelo.

 

Cuando el Sexto Circulo de Fuego fue lanzado, los inferis que se encontraban atravesados su camino fueron dispersados por el calor que aquellas llamaradas desprendían. La isla estaba cada vez más cerca, ya la bruja podía sentir el fin de aquella rara batalla acabarse, podía sentir el poder de los horrocrux influir en ella. Respiraba agitadamente, su cuerpo se encontraba agotado, la alfombra perdía impulso con cada segundo que pasaba pero los no parecían cansarse.

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La alfombra cayó finalmente al agua, justo a pocos pasos de la isla flotante. Las rocas que se encontraban flotando alrededor de la isla sirvieron para que Zoella tomará la alfombra y se montara en ellas, mientras los inferis se acercaban violentamente hacía ella. Guardó el objeto volador en su monedero de piel de Moke, apuntó con su varita y volvió a invocar un Septimo circulo de Fuego, a los inferis que se arremolinaron a su alrededor.

 

El espacio que aquel hechizo causó le dió una apertura a Zoella, para poder brincar a otra piedra y acercarse cada vez más a la isla flotante. Brincó una, dos, tres, cuatro, cinco veces más, y cuando se disponía brincar a una sexta roca, uno de los inferis tomó su pierna, haciéndola caer de pecho sobre la roca, pero introduciendo sus piernas al agua, donde el inferis jalaba de ella, buscando ahogarla.

 

Se sostuvo como pudo de la roca, jalando con sus brazos de su cuerpo. La varita flotaba a unos centímetros de ella, estiró uno de sus brazos, buscando agarrarla pero sus dedos no daban con su varita, y ahora otro inferis jalaba de su otra pierna. Gritó de frustración, aceptando su muerte. Estaba por soltar sus manos cuando escuchó una voz.

 

- Lucha, cobarde - esa voz parecida a la de su madre, Candela. Esa voz, la voz de su conciencia que imitaba a La Zingara, evitando que la calva muriera. Jaló de su cuerpo con violencia, sacándolo un poco del agua y logrando montarse un poco más en la piedra, estiró su brazo, pero no era suficiente para tomar la varita que comenzaba a hundirse lentamente. Movió sus dedos, buscando tocarla - Maldición - pronunció, sintiendo cada terminación y cada músculo al borde del colapso.

 

Gruñó con impotencia, estirándose hasta más no poder y tomando finalmente la punta de su varita - Si - susurró, girándose mientras se soltaba, cayendo casi al agua pero actuando rápidamente para invocar un Octavo circulo de Fuego, liberándose para subirse a la roca y saltar una vez más.

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Triviani estaba cerca de la isla, ya estaba por llegar pero los inferis parecían no querer soltarla o dejarla siquiera tocar las tierras flotantes. Pero la bruja no se dejaría vencer, no dejaría pasar la oportunidad de ganarle a las criaturas que seguían amenazando su vida. Saltó las rocas faltantes, pero en la última la rodearon por completo, si girabas 360º podías ver a los montones de inferis a punto de brincar sobre la bruja.

 

Preparó su varita, lanzando un Noveno Círculo de Fuego que dispersó a la bandada de inferis, saltó a la superficie, pero un inferi alcanzó a tomarla de la blusa, tironeando de ella mientras la calva buscaba avanzar a toda costa. La fuerza brutal de la criatura lograba hacer retroceder a la bruja pero no lo suficiente para tumbarla.

 

Su camisa comenzaba a rasgarse, sus piernas amenazaban con fallar, su cuerpo entero se veía repentinamente agotado de tanto esfuerzo y tanta lucha en tan poco tiempo. Aquello le recordó que debía de entrenar más seguido, ejercitarse para regresar al estado óptimo en el que se encontraba años atrás.

 

Gruñia y jaloneaba, luchando por soltarse y huir lejos de aquellas espeluznantes criaturas que siguen fastidiando su existencia. Siguió luchando, lanzando puños a uno que otro que se le acercaba por los costados, recibiendo golpes de regreso, empujaba, golpeaba, pateaba pero no terminaban de alejarse, ya no sabía si la poca fuerza que le quedaba era suficiente para invocar más fuego, pero necesitaba intentarlo, debía de intentarlo.

 

Reunió ganas, reunió fuerzas y giró el torso, lanzó el Décimo y Último Círculo de Fuego logrando alejarlos de ella para así comenzar a correr por los suelos de la isla flotante y tirándose al suelo cuando se hubo encontrado a salvo. Cerró los ojos agitada, y respiró velozmente, había llegado a salvo.

 

- Maldición, que cosas tan feas que son los inferis - habló sola, incorporándose. Revisó su cuerpo y aplicó algunos episkey para sanar lo que tuviera que sanar y arreglar los huesos que pudieran encontrarse rotos. Rascó su nuca, y suspiró, estaba a salvo, a medias por lo menos.

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PV: 100

 

Se levantó del suelo, percatandose por completo de que ya estaba en la primera isla flotante, por fin luego de tanta batalla había llegado a la isla y tomaría el primero de los Horrocrux. Comenzó a caminar, desde lejos las islas no parecían tan grandes pero ahora que estaba sobre una de ellas, la inmensidad de las mismas eran variadas y la forma de ellas diferente cada una de las otras.

 

Se acercó a donde un cuenco estaba, la Triviani sabía lo que ahí se encontraba, la poción de la desesperación. Misma que bebió Dumbledore cuando entró en la cueva con Harry Potter. La bruja meditó un poco ¿bebía o no bebía? Estaba sola, moriría si bebía de ella estando sola, pero debía de hacerlo por las recompensas que esto le traería.

 

El consumo de esta poción le iba a causar a Zoella el ver "cosas terribles", pudiendo estas consistir en recuerdos muy vívidos de las peores experiencias de su vida o verse experimentando sus mayores temores dentro de su propia mente, además de posible deshidratación y ardor insoportable en el propio interior. La bruja comenzó a pensar todo lo que sabía de esta poción, y entre ellos era que fuera de estos efectos, el bebedor difícilmente sufrirá algún daño físico, ya que los efectos de la poción se limitan a sugestionar la mente. Debido a que hace ver "cosas terribles", tiene un efecto similar a la presencia de un dementor.

 

Lo haría, bebería de la poción. Tomó de la especie de totuma que se encontraba a un costado del gran cuenco, con la mano temblorosa tomó del líquido y sin pensarlo o respirar bebió un trago rápido de ello. Gritó tras el primer lar trago, sintiendo como algo quemaba, ardía en su interior. Cayó de rodillas al suelo, temblando, comenzando a tener flashback del día de su muerte.

 

Con sus fuerzas y determinación se levantó, tomó nuevamente más de aquel líquido y bebió, sintiendo como aquella poción irritaba toda su garganta y provocaba una fuerte jaqueca en su cabeza.

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DADOS

 

PV: 100 - 40 = 60

 

La bruja siguió bebiendo dos, tres, cuatro y cinco veces más hasta acabar todo el líquido del cuenco. Su interior quemaba, ardía, sentía su cuerpo secarse y su cabeza se encontraba a nada de explotar. Tenía sed, muchísima sed. Podría beberse toda el agua del lago si quisiera pero nada lograría calmar su sed.

 

Cada que parpadea comenzaba a ver a sus amados fallecer, a Frankie, Thomas, Ada, Lady, Candela, Jeremy, Rhaella, Callum, Matthew, todos muriendo de formas terribles frente a sus ojos, y ella no podía hacer nada, no lograba detener aquello, comenzó a caminar, tambaleándose y gritando cada tanto. No podía seguir, sentía su cuerpo perdiendo la vida con cada paso que daba. Estaba desesperada, aterrada,a dolorida, angustiada.

 

La calva agonizaba con cada paso pero debía de encontrar los horrocrux, debía de salir rápidamente de ahí y debía de conseguir la cura a lo que sea que ahora la estaba asesinando con cada minuto que pasaba, ya sentía parte de su interior derretido, quemado, sin vida pero aquello no era suficiente para matarla, al menos no todavía.

 

Comenzó a recorrer la isla buscando el Horrocrux, intentando dar con él, levantaba con las fuerzas que podía cada roca que tenía cerca. Buscaba y buscaba pero no encontraba indicios de nada. Refunfuñó y se quejó del inmenso dolor que la atacaba, estaba al borde pero debía de seguir adelante. Su cabeza le martilleaba, sentía una presión en los ojos. Ya no podía más, estaba al borde y moriría en cualquier momento.

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