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Amor entre dragones


Kahlan Blackthorn
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El destino era una rueda que no dejaba de girar y girar, semejándose a una ruleta de juegos de azar como las que estaban dentro de los casinos de Las Vegas. Jamás sintió atracción por esa clase de ocio, prefería emplear su tiempo en cosas mucho más productivas y divertidas. La expedición del segundo par de alas de su tatuaje, le emocionaba en verdad, ansiaba ver como su gemelo mostraba el mismo par sobre la piel del Australiano


— Te dije que te tenía una sorpresa—sonrió centrando sus ojos en el paisaje que le rodeaba. Inmensas montañas se elevaban por todo lo alto, dejándola dentro de un circulo casi perfecto. Tal y como el que tenía plasmado sobre su pecho, acariciando con parsimonia el grabado sintió un ardor leve, pero placentero. Le agradaba que fuera más intenso cuando estaba cerca de su pareja, pronto percibiría esa conexión que los unía de forma irremediable.


— Puede que sean más dragones que los que conocemos, no estoy del todo segura—le hablaba al par de alas. ¿Quién coloco ese símbolo del amor cerca de sus corazones?, ¿Por qué los eligieron justamente a ellos?. Jamás en el pasado se habían topado y ahora de un momento a otro, formaban una pareja poderosa e invencible. Le generaba curiosidad todo lo que tenía que ver con su relación amorosa, porque ni siquiera pasaron por la etapa de amistad. Sino que directamente se dieron cuenta del sentimiento que se despertó como lo hace un dragón luego de dormir un largo periodo de tiempo.


— Es importante el origen. Pero lo único que verdaderamente me interesa, es no perderte jamás de vista y que te quedes en mi vida por siempre—confesó mirando a su colacuerno húngaro. Sobrevolaba el cielo su Ironbelly ucraniano, quizás con el objetivo se avisarle de la legada de su pareja. El espejo comunicador que le diera en aquella playa que propiedad de ambos, le acompañaba todo el tiempo—Se que estás muy cerca, pero aún no puedo verte—se atrevió a afirmar con certeza. La misiva era clara encontrarse en Irlanda, ahí era donde comenzaría su búsqueda por el secreto que tantas alegrías le había dando en tan corto lapso de tiempo.


— Dadga—aquel nombre escapó de sus labios. Era la diosa Celta de la magia y la sabiduría. Poseedora de un carácter guerrero que era capaz de dar y quitar la vida— Ella podría tener algo que ver en todo esto y posiblemente también, Aengus Og—el dios del amor, la belleza y la poesía. Nada más bello que la obra de arte que deseaban terminar juntos, pero para eso faltaba demasiado.


Estaba cercana la gala de San Valentín, no dudaba que ahí más de una sorpresa les provocará vivir momentos inolvidables—No me obligues a enviarte de nuevo a mi lechuza, James—recordó su travesura en la clase del Libro del Druida. Se imaginaba lo impaciente que se porto y de paso, no lo dejo terminar sus deberes antes de partir hacia el sitio, donde les esperaba el Uzza— Paganía por haber visto tu cara—riendo divertida no perdía de vista a Genbú, esperando el rugido que le indicará que el mortifago estaba dentro del terreno. Seiryū se mantuvo al lado de su dueña, desde que lo adquirió no la perdía de vista.


Se estaba acostumbrando al par de dragones, jamás de imagino tener esas dos imponentes criaturas tan cercanos a ella. Le era sencillo sentir su fuerza y dominio, segura de que siempre serían una defensa infranqueable. La idea de tener otro par le agradaba, pero no acababa de elegir de que especie y ya James tenía uno originario de Nueva Zelanda. Ese estaba fuera de sus elecciones, pero no la posibilidad de robárselo para salir a dar un paseo y que al volver le demostrará que pudo conquistarlo sin tanto esfuerzo.



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¿Cómo no me he dado cuenta antes? Es tan obvio... —comentó mirando a su hipogrifo.

 

Recordaba perfectamente la primera vez que había visto a su pareja volar en dragón, en la Fortaleza Oscura la primera vez que acudió a aquel fantástico lugar. Sintió admiración y envidia a partes iguales. Algún día, el australiano quería volar en la criatura que había conseguido en la Lotería Mágica. Hasta entonces, tenía que conformarse con usar otros medios de transportes menos increíbles y menos hermosos, pero igualmente válidos. Ahí entraba la importancia de su hipogrifo. Sería su falso dragón.

 

Últimamente estaba decidido a ponerle nombre a sus pertenencias, al menos a aquellas a las que tenía el suficiente aprecio como para poder ganarse un nombre propio. Entre ellas, se encontraba la bestia con cabeza de águila a la que estaba acariciando lentamente y que poseía desde hacía muchos años.

 

Draco. Te voy a llamar Draco. —El Dragón.

 

Se subió a el. Más pronto que tarde estaba surcando los cielos a toda velocidad dirigiéndose a su destino: un lugar de Irlanda. Desconocía cuáles eran las razones por las que iba a verse allí con Hasani, pero tenía mucha ilusión por ese viaje juntos. Irlanda siempre había sido un país que le había gustado, recordaba que en la final del Mundial de Quidditch entre Irlanda y Bulgaria había animado a los primeros, alegrándose mucho con su victoria. Había sido un gran admirador de Troy, uno de los cazadores que jugaban en aquella selección que consiguió la ansiada copa.

 

Estoy cerca. ¡Ya llego! —exclamó hablando a su espejo comunicador, esperando que ella estuviese pendiente de el en esos momentos. No era necesario que lo dijese, ambos tenían la forma de saber cuándo uno se estaba aproximando. De hecho, sabía que se estaba acercando gracias a que comenzaba a notar el calor en el pecho. Ese agradable calor que nunca le abandonaba del todo.

 

Ni la belleza de un león
puede compararse a la de un dragón.
Cerca del pecho sentía calor
siendo esa, la prueba de su amor.
Estaba pensando en la rubia que le robaba cada uno de sus pensamientos, pero algo hizo que la sacara de su cabeza por un breve periodo de tiempo. Al comprobar el lugar al que estaba llegando no pudo evitar dejar escapar una exclamación de sorpresa por su boca. Nunca había visto nada parecido. Desde el aire se veía perfectamente el círculo casi perfecto que hacían ese enorme grupo de inmensas montañas. En el centro del todo se apreciaba un punto pequeñito, solamente podía ser ella. Comenzó a descender.
Evidentemente no le pasó inadvertido que uno de sus dragones estaba en el aire y que el otro se encontraba a su lado. ¿Llegaría un momento en el que ambos tuviesen una colección completa de todos los dragones diferentes que había en el mundo? Posó sus pies en tierra firme después del largo viaje y le hizo una indicación a su hipogrifo para permitirle marchar. Hoy no lo necesitaría más. Nada más estar con sus pies en el suelo avanzó todo lo rápido que pudo hasta la Nigromante para darle un abrazo a modo de saludo.
¿Te has fijado en las montañas? —le preguntó. Estaba casi seguro de que sí, pero no estaba de más cuestionarla sobre ese tema. Seguro que ambos estaban pensando en lo mismo. Ese paisaje concreto era tan similar al tatuaje que ambos portaban que no podía ser cosa de la casualidad. No era un lugar común, nunca había visto nada similar en ninguno de sus viajes. Aquel lugar tenía más magia de la que parecía a simple vista, no le cabía ninguna duda. —La próxima vez que me envíes a tu lechuza, me la como —bromeó. La había oído antes y no podía dejar pasar la oportunidad de responderle.
¿Cómo has encontrado este lugar? Nunca había escuchado que hubiese una formación de montañas tan curiosa. —quiso saber, interesado por descubrir la historia que había detrás de su llegada a ese sitio.
Tenía un par de preguntas más por hacerle, pero no quería agobiarla con muchas cuestiones nada más llegar.

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—Anam Cara—siseó al sentir su abrazo contra su cuerpo. Le miraba con la misma emoción que la primera vez en aquella gala—No te comerás a mi lechuza, James—le recriminó imaginándose al pobre animal huyendo del mortifago. Escuchaba con atención su duda sobre el sitio donde estaban, no le costaría demasiado responder sin evitar dibujar una sonrisa en sus labios—Hace mucho tiempo estudie a los celta, encontré este sitio y sabía que solo lo compartiría con una persona. Tuve que esperar mucho por ella, pero finalmente está a mi lado—dejando una caricia en su mejilla llevo su mano hacia sus labios rozándolos despacio—Tú—mirando al firmamento Genbú gruño al notar a su dueña acompañada.


—Parece que alguien está celoso, si he notado la similitud que tiene con nuestro tatuaje. Por eso estamos aquí, ¿no lo sentiste?—señaló el pecho de su pareja—Aparecieron durante la noche, pero no pude decírtelo. Ya que no moramos dentro del mismo sitio y no deseaba despertarte en medio de la noche—aclaró tomando la surda del castaño colocándola sobre su propio pecho—Justo ahí, no fue sencillo dar con este lugar—confesó esperando que sintiera el par de alas moverse sobre su piel. Lo maravilloso de los Celtas, radicaba en la forma en como asociaban las almas de las personas con la magia.


—Somos almas gemelas, portar ese tatuaje cerca del corazón no es casualidad. Tampoco que nos hayamos topado en la Gala de Halloween y después en la de navidad—miraba con atención aquella formación rocosa. Quizás le tomaría por loca, pero tenía pruebas de lo que le acababa de relatar. Aquella leyenda celta que hablaba de las almas gemelas y como estás suelen separarse por un periodo de tiempo. Esa prueba es para aprender a convivir con su otra mitad.


—Hemos vivido muchas vidas, pero ninguna juntos como ahora. Esto es parte de una leyenda, cuenta que las almas gemelas deben aprender y entender que su finalidad es estar juntas. Tu y yo, hemos aprendido todo lo necesario —tomando las manos de su pareja se volvía a perder en sus ojosAmarnos, comprendernos, entender que somos diferentes. Pero al mismo tiempo similares, aceptando que las diferencias nos hacen crecer como un mismo ser, aquí el significado del tatuaje—le explicaba juntando su frente con la suya.


—¿Escuchas eso?, dime que no es la misma respiración acompasada que tuvimos en la playa. Dime que no me sentiste aquella vez en la Dumbledore sin tener que verme, no dejamos de pensar el uno en el otro, simplemente porque cada uno de nuestros encuentros confirmaron lo que ya sabían nuestros corazones—dejando un beso en su nariz se separaba un poco de él—El otro par de alas están aquí, deben estar aquí—recordaba la hoguera. Aquel dragón que jamás dejaría de lanzar fuego para mantener su amor encendido y eterno.


—Lo encontré gracias a un mapa, no me preguntes como di con el. Algo parecido al que tu tienes, pero en este no se pueden detectar los pasos de las personas. Sino el ritmo cardiaco y las sensaciones que cada uno emite o posee al estar cerca de la persona amada o a quien le interesa amar—perdiéndose en la inmensidad del cielo, anhelaba dar con el significado de todo eso.


Pero con tiempo y paciencia, no deseaba descubrirlo todo de una y que se perdiera la magia que les conectaba por medio del amor. Ya tenían un par de alas, al menos eso recordaba. El primer capitulo se había escrito con su encuentro por primera vez, dándoles la oportunidad de confesarse lo que sentían y nadie podría dañar por mucho que lo desearán.


—Te amo y me amas, creo que eso lo tenemos claro. Pero debemos ir en busca de dos deidades, quizás ellos sepan como obtener parte del tatuaje y nos den un premio adicional. Yo te daré uno, si me acompañas—tirando de su mano lo alentaba a seguirle—Lo prometiste, juntos hasta el final. ¿Acaso no lo cumplirás?—juntando su nariz con la del Australiano susurro sin tocar sus labios—Dijimos que haríamos lo que fuera por el otro, vamos a probarlo con hechos y me lo debes aún—atrajo a su mente el momento justo en que había matado en el nombre del amor que le tenía.


No le estaba pasando la factura por eso, solo deseaba que le demostrará cuanto la amaba y lo seria capaz de hacer por ella. El amor era una entrega total, nunca lo dejaría y menos lo lastimaría. Deseaba una eternidad y un mundo entero a su lado, solo restaba poner todo en su sitio y disfrutar la felicidad que poseían entre sus manos. Estaba orgullosa de su pareja, no había nada en el que le molestará sino todo lo contrario, jamás se imagino que el destino le diera un regalo tan valioso y perfecto.



Editado por Juv Macnair Hasani

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Interesante, muy interesante... —comentó mirando a su alrededor después de dedicarle una sonrisa a la rubia. Sus conocimientos acerca de los celtas era nulo. Su visión de Irlanda, un país que siempre había visto con cierta lejanía incluso cuando vivía en Inglaterra, se centraba única y exclusivamente en los leprechaun. Le encantaban esos duendes vestidos de verde que lanzaban monedas falsas. Más allá de eso, poco sabía acerca de la cultura, las costumbres y la historia de un país que le gustaba gracias a su deporte mágico favorito. Estaba deseoso de conocer cualquier dato interesante sobre los celtas.


¿Por qué? ¿Nunca te lo has preguntado? —cuestionó mientras volvía a mirarla, esta vez centrándose en sus ojos. Al tener su mano en su pecho pudo notar que era cierto, que parecía que había un par de alas más moviéndose en el tatuaje. La sensación de sentir como si las alas se moviesen en el interior de su pecho no era del todo nueva, la había sentido con anterioridad. La primera vez había sido en el lugar donde más tiempo dedicaron a conocerse: La Taberna de la Fortaleza Oscura. Aún así, las razones por las que aparecían esas alas no dejaba de ser una incógnita. ¿Aparecían de casualidad o por un motivo?


Asintió a cada una de sus palabras. Sí, evidentemente aquello no era casualidad pero el motivo por el que aparecían tampoco parecía ser muy claro. Le gustaba recordar la gala de Halloween, el lugar donde esos primeros sentimientos parecieron aflorar con respecto a ella. Aunque, aún le gustaba más acordarse de la segunda gala, donde esos sentimientos cobraron una importancia inimaginable. Y cada vez estaba más cerca la tercera gala donde seguro que volverían a encontrarse porque acudirían juntos. Todas habían sido importantes y significado algo para ambos, estaba claro que la siguiente no sería una excepción.


Todo lo que dices es demasiado tierno, demasiado bonito. —comentó con una sonrisa mirándola directamente a los ojos. Por mucho tiempo que pasase, no dejaba de sorprenderle ver esa faceta suya. A primera vista, no parecía ser la clase de mujer capaz de mostrar esos sentimientos. Para el australiano era muy importante escuchar de su boca todas esas frases. Nunca había creído demasiado en las almas gemelas después de haber tenido tantas decepciones amorosas a lo largo de su vida, pero por fin había una prueba de que realmente existían. ¿Por qué si no iban a estar conectados por un tatuaje? Aquello era demasiado poderoso.


Se separó ligeramente de ella por unos instantes. Sus palabras le habían hecho reflexionar demasiado. Parecía, de algún modo, que las alas aparecían si visitaban determinados lugares. Al menos, eso era lo que había querido entender con lo que le había explicado la rubia. Era magnífico pensar que podía ser eso, era tremendamente maravilloso. Sin embargo, todo eso le estaba causando más preguntas que respuestas y no le cabía ninguna duda de que necesitaría de su ayuda para entenderlo todo. Aquello a lo que se enfrentaban era un rompecabezas complicado, pero si lograban entender lo que pasaba, el éxito entre los dos estaría garantizado.


Contigo iré hasta el final. Siempre y para siempre, eso lo sabes muy bien. Sin embargo, ¿crees que seremos capaces de encontrar eso que buscamos? Siempre he pensado que eso de las deidades son mitos o leyendas que han quedado atrás en el tiempo. —hizo una breve pausa, mirándola. Siempre había sido escéptico con algunas cuestiones que parecían más poderosas que la propia magia. Le estaba trasmitiendo esos temores a la Hasani, para anticiparla de lo que pudiera pasar. Podría se que realmente no los encontrasen y no quería ver la decepción en su rostro.


La miró apartándole un mechón de su cabello para poder observar mejor su rostro. Era demasiado bonita, demasiado linda como para ser de este mundo. Tal vez la Nigromante también fuese una deidad, eso explicaría muchas cosas.


No me olvidaré que me has dicho que puedo ganarme un premio. —bromeó guiñándole un ojo antes de centrar sus ojos en el paraíso en el que se encontraban. Últimamente estaba en muchos sitios bonitos con ella, ¿acaso sería que los lugares se volvían hermosos gracias a su presencia? Podría ser, porque incluso la Taberna donde habían tenido su primer encuentro en la Fortaleza Oscura era bonito si estaba ella. —Pero tenerte como pareja es un premio suficientemente hermoso. No sé qué pasará a partir de ahora, no sé si encontraremos las respuestas que estamos buscando, no sé si lograremos que en nuestro tatuaje aparezcan más alas hoy, pero lo único que tengo claro es que estaré siempre a tu lado. Te amo. —ella merecía saber los sentimientos del hombre.


Pero, antes de que se pusiesen en marcha con el objetivo que les había llevado hasta allí, tenía que preguntarle por esa cosa adorable que tenían en común.


¿Has traído a nuestro huevo dragón? No puede quedarse solo en casa, eh. —se rió.






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Cada cultura contaba con infinidad de secretos y costumbres, rituales y sobre todo leyendas que pasaron de generación en generación. Se había especializado en varias, gracias a su nexo con las runas antiguas. Cada una de ellas, le enseñó a ver que lo elemental de las cosas, no era necesariamente lo que les dio origen. Ella misma lo vio dentro de su visión, aquel dragón avivando con el fuego de su aliento, la hoguera que permanecería encendida por siempre. Eternidad era lo que muchos de esos pueblos obsequiaban con sus relatos, conexiones entre seres que no nacieron en esos tiempos, pero que por una extraña razón se encontraría en el presente.


— La razón no la tengo del todo despejada, claro que me lo he preguntado—sonrió al responderle. Para ella igual era un enigma que debía develar al lado de su pareja, dando con el origen del tatuaje en cuestión. ¿Por qué apareció justo después de su charla en la gala de Halloween?. No era visible, pero existía desde ese cruce de palabras, para después en la gala de navidad plasmarse de forma más nítida y palpable. Posiblemente el confesarse que sentían lo mismo, le activo de algún modo. Relacionándolo con un mecanismo que dispara alguna clase de defensa o ataque, pero si se trataba de una treta de cupido, le resultó sin lugar a dudas a pedir de boca.


La taberna jugó también un papel importante, ahí fue donde ella vio como el par de alas se elevaban y se agitaba. Además el calor ese calor abrazador que quemaba su pecho, pero no le causaba ninguna clase de malestar. El par de alas estaban en sus cuerpos por una sencilla razón, el amor que se profesaban mutuamente. No existían las casualidades cuando se trataba con el dios del amor Eros. No descartaba que cupido hubiera metido las manos, pero se decantaba por fiarse más por deidades respetadas a través de los tiempos.


Cada encuentro marcaba la líneas que le daban vida a las alas, apareciendo justo en momentos especiales para ambos. Porque cuando estaban dentro de la misión en aquel edificio, no se plasmó un nuevo par. Era extraño, sumamente extraño que en casos puntuales y especiales, aparecieran como si les anunciarán que el lazo que les unía se fortalecía cada vez más. Las aventuras no quedaban descartadas, justo ahora estaban a nada de emprender una e ir en busca de la pieza que buscará completar el puzzle que era aquel precioso grabado en sus pieles.


— Lo es, porque lo comparto contigo. La ternura no es algo que se me de, creo que has podido comprobarlo en carne propia—le miraba fijamente. El sabía que la frialdad era lo primero que la Vidente proyectaba de su persona, secundado por ese poder que le daba una fuerza arrolladora capaz de destrozar todo a su paso. Pero tenerle ahí cerca de ella, indudablemente desempolvaba esos sentimientos que creía muertos y enterrados en lo más profundo de su ser.


Nunca le había ido de maravilla en el ámbito amoroso, pero James era completamente diferente a todo lo que conoció o creía conocer respecto a ese tema. Con el no tenia miedo de mostrarse amorosa o romántica, tampoco molestarse por el que dirán si la veían con esa clase de comportamiento.


El tatuaje era la muestra viviente de todo aquello, si no existieran esos sentimientos entre ellos. ¿Para que molestarse en aparecer en una fecha tan especial y conmemorativa para ambos?. Los dioses antiguos solían actuar de maneras sumamente misteriosas, dejando huellas por los sitios donde habían pasado en algún momento. Irlanda era parte de ese mapa, pero el resto estaba por develarse en un largo periodo de tiempo. Todo a su paso, nada demasiado apresurado, pero tampoco lento.


Se separo por un breve instante de ella, no pudo evitar notar que las cosas explicadas por la Neozelandesa, le generaron más de una duda. Estaban ahí juntos en todo momento, descubriendo ese misterio que giraba entorno al grabado conformado por las alas y en el centro de este aparecería un dragón colacuerno húngaro. Esto una vez que todas las piezas que le rodeaban, aparecieran en diferentes lugares que la pareja visitará.


Posiblemente la gala de San Valentin, daría paso a un nuevo par de alas, no lo podia dar por sentado, pero la idea le entusiasmaba en verdad. Confiaba plenamente en las capacidades de ambos, nada impediría que desenmarañan ese misterio, dando finalmente con la llave que abriera la puerta que les daba acceso a las piezas restantes del puzzle.


— Yo también iré contigo hasta el final. Siempre y para siempre, claro que lo sé y nunca lo olvidaré. Si, si lo creo. Confío plenamente en nosotros y en lo que somos capaces de hacer juntos, aunque no voy a negar que llevas parte de razón en tus palabras—respondió mirándolo fijamente. Entendía a la perfección los temores que ambos experimentaban, empero no podían dejarse amedrentar por eso y dar un paso al costado. Eran leyendas, si pero varias de ellas tenían algo de verdad en la historia que relataban. Y las deidades solían confabularse en pro de aquellos que se lanzaban a la aventura sin pensar en la derrota de manera anticipada. Si no daban con ellos, no importaba, al menos pudo tenerle con ella en un sitio que quedaría grabado en la memoria de ambos.


Tomaba su mano tras sentir como sacaba un mechón de su cabello, dejando libre su hermosa faz para que él pudiera admirarla. Notando un gesto que le daba a entender que la veía como algo fuera de este mundo, no era una diosa como tal y si lo fuera, no le sorprendería en lo más mínimo que ese tatuaje estuviera en sus anatomías. Pensándolo bien, quizás ambos tenían algo de dioses en ellos y la conexión con esa criatura lo confirmaba indirectamente.


— Si vas a donde vaya, dalo por sentado. Tendrás el premio que quieras, no te negaré nada en esta ocasión—bromeó al recordar que le dijo que iría con ella sin chistar. Lo vio perder la mirada en la maravillosa postal que era ese paisaje, rodeado por diversa vegetación. Lo que más llamaba la atención era el brillo que brotaba de las montañas que le daban esa forma de ser casi un circulo perfecto, invitándoles a perderse en la inmensidad de los caminos que se abrían ante sus pies.


Sin duda alguna la hermosura de cada sitio visitado por la pareja se intensificaba al estar los dos dentro de este—El premio me lo he llevado yo, al tenerte a mi lado en tan poco tiempo. Yo tampoco estoy segura de lo que pueda pasar y como dices, no importará si no damos con ese par. Tenemos tiempo de sobra para buscarlas y completar nuestro tatuaje, no creas que he olvidado ese plan de las estatua de dragones—quedo en silencio al escuchar su confesión, intentando contener la emoción que eso provocará en ella— Yo también lo tengo más que claro, siempre estaré contigo. Te amo...—le respondía sin dejar de mirarlo. La sinceridad hablaba en esos momentos, dando paso a una confesión que llego en el momento indicado y en el sitio ideal.


— Nunca está solo, no lo he dejado desde que me lo diste en la taberna—admitió. Dormía con el pequeño abrazado a su pecho, cuidándolo tal y como se lo había prometido. Sacándolo de su mochila se lo mostraba sujetándolo con cuidado. No lo dejaría caer por nada del mundo— Aquí esta sano y salvo, debo decir que he sido una madre excelente con él—presumía de sus dotes maternales. Sin lugar a dudas ese huevo de dragón, se había transformado de un momento a otro en otro nexo entre la pareja



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  • 1 mes más tarde...

@@Juv Macnair Hasani

 

Los roles activos de Honeydukes han sido movidos al subforo El Maletin de Newt para evitar tirarlos.

 

Disculpad las molestias.

yqvll1m.gifO3zbock.gif
firma
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bfqucW5.gif
Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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