Salí de la librería con mi nuevo libro envuelto en una bolsa de papel marrón & vi que aun tenia un poco de tiempo, -me hace falta una lechuza- pensé de inmediato, -aprovechando el viaje, me pasare por el “Magic Mall”-. Mi padre me había dicho que era el lugar perfecto para comprar una lechuza, y ya que al parecer la lechucería de la casa de mis abuelos, estaba deshabitada, me hacia falta urgentemente una.
Camine en dirección contraria a Gringotts y encontré un edificio gigantesco con vidrieras de diversas tonalidades en todo el escaparate. Una puerta de bronce bruñido, muy parecida a la del banco Mágico, se encontraba a la entrada y al tocar el picaporte de un color plateado oscuro, con forma de flor de Liz, se sintió completamente cálido y reconfortante al tacto. Abrí y me encontré con un amplio y largo pasillo con largas cortinas y alfombrados tono purpura; al parecer en todas las paredes, se encontraban placas conmemorativas en tonos dorados e inclusive algunas fotos, pero no me detuve a verlas.
Llegue al final del recorrido y encontré una imponente verja de hierro que se abrió ante mi, solo pude abrir los ojos de par en par ante lo que encontraba después. Un amplio espacio repleto de los más diversos locales, desde lujosos restaurantes y locales de comida rápida, hasta librerías y puestos en los que seguramente podrías encontrar cualquier tipo de poción para brujería, se abrían paso a mí alrededor. Pero lo más impresionante de todo esto, era la grandiosa cúpula de cristal que proporcionaba iluminación natural a toda la estancia y las escaleras de piedra que se veían en constante movimiento, hacia los diversos escaparates de la segunda planta.
Mientras veía todo lo que se encontraba a mi paso, vislumbre al fondo, en la parte trasera de las escaleras mágicas, lo más alejado del “Magic Mall”, lo que parecía un gran bosque o selva tropical. Apresure mis pasos y me encontré frente a un amplio mostrador rodeado de arboles, vegetación gigante y los claros sonidos al fondo de las criaturas que ahí se vendían. Era la trastienda del “Magic Mall”.
-Buenos días- dije a la joven bruja que se encontraba tras el mostrador -Me gustaría comprar una lechuza-. Ella me respondió con una sonrisa y me pidió que rellenara una ficha que a continuación me entrego. Le di las gracias y me dirigí a una pequeña mesa no muy alejada, entre los helechos gigantes, tome asiento en una silla y con un movimiento de la varita aparecí ante mí un pequeño tarro de tinta y una pluma. Al cabo de quince minutos me encontraba de nuevo frente al mostrador y entregaba mi ficha, ahora rellenada, a la empleada del Mall.
Ella amablemente la comenzó a revisar y después de unos segundos me dijo –espere aquí por favor- y antes de que pudiera responder algo, camino hacia el fondo, por entre los arboles.