Por primera vez en mi estancia aquí puedo sentir la suave arena del campus, los hermosos cánticos de los pájaros y la calidez de aquél aire.
Éste paraíso debería ser prohibido para aquellos que hacen rabiar a la madre naturaleza. Mientras camino, cierro mis ojos con deleite y doy una media sonrisa al ambiente haciendo que solo un hoyuelo apareciera. Creo qué me he enamorado.
Mi cabello hoy esta de un verde esmeralda bastante brillante, ondulado y hasta mis caderas se mezcla con la suave brisa y mis ojos están tan grises y cristalinos que cualquiera se puede reflejar en ellos como si fueran un espejo.
A de ser porqué estoy nerviosa.
De mi mano izquierda cuelgan mis sandalias y en la derecha esta mi Snitch, tan dorada y resplandeciente permanece inerte en mi palma, ya lleva varios días así.
La brisa una vez más me acaricia, haciendo que mi vestido se adhiera a la esbelta figura que fui destinada a tener. Y justo en ese magnífico momento, la Snitch despliega sus delicadas alas y sale volando con rapidez a quién sabe donde.
- No...- Susurro para despues correr tras ella ¿Por que tenia que ser en éste preciso instante?
Persigo a la Snitch hasta unas palmeras en donde un hombre esta sentado bajo sus sombras, no puedo creer que ella vaya hacía él. Antes de que pueda advertirle, la Snitch choca contra su pecho y cae en su regazo. Guarda sus alas y simplemente deja de volar.
Mis mejillas arden de pena.
- Perdona, fue un accidente...- Apenada me disculpo pero eso no evita que clave mi mirada en sus ojos tan azules como el cielo que nos cubre.
@@Syrius McGonagall