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Sir Nick Casi Decapitado

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Mensajes publicados por Sir Nick Casi Decapitado

  1. http://i.imgur.com/8rMc20s.png

     

    Acercó la cara pegándola al papel que llevaba en la mano, esperando que aquello sea una broma. No podía creer que algún departamento tuviera oficinas para su especialidad, le molestaba en gran manera que hubiera gente mágica queriéndose hacerse cargo de las cosas que ella hacía mejor. Esperó entonces a que se abrieran las puertas de su transporte, para descender hasta la novena planta y sorprender a cualquiera que trabaje en la Sala del Amor.

     

    Me las van a pagar —repetía en su cabeza, mientras veía cómo un chico se sacaba sus mocos. Negó abiertamente, a él no lo iba a mirar pervertidamente.

     

    El departamento al que se dirigía estaba muy lejos, considerando el hecho de que estaba transportándose de la oficina del ministro, en las primeras plantas, hasta la última prácticamente. Sin embargo todo aquello valía la pena, iría a hacer todo lo posible para que se arrepintiesen de robarle el trabajo, asimismo como Cupido dejaría de meterse en sus planes. Se arregló sus rubios cabellos, dejándolos al costado tras su oreja y por fin llegaron. Misterios, su próxima parada.

     

    Caminó deseando no encontrarse con nadie, alzando los pies y moviéndolos en silencio, los tacones no ayudaban. Llegó a uno de los pasillos y se mordió el labio inferior como toda una traviesa. Como el amor normalmente era bonito, dejaría los peores chocolates en ese momento. Todo el rencor que ella sentía por culpa de los demás ángeles que le destituyeron, sentiría aquel que se atreviese a probar el chocolate negro. La sala del amor, se convertiría en la sala del odio.

     

    Oops, no fue mi intención —dijo cuando dejó volando el chocolate, se escabulló nuevamente para buscar nuevas víctimas. Le encantaba el misterio.

     

    http://i.imgur.com/oKfEdBI.png

    Para la persona más hermosa, fiel al amor. Sé mi Valentín.

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  2. http://i.imgur.com/8rMc20s.png

     

    Luego de haber dejado mis huellas por el departamento de aurores supuso que para hacer un trabajo completo debería ir la oficina del ministerio, a tratar con la persona que se encargaba del enlace con las oficinas que antes visitó. Leía el mapa del ministerio junto con la lista de los trabajadores comiendo una rosquita que también se llevó de Honeydukes, esta no tenía ninguna clase de veneno y por lo tanto no le hacía daño, lo único malo en ella era que le volvía tan loca que tenía ganas de comer más.

     

    El ascensor habló nuevamente, la voz fría y monótona le indicó la próxima parada, Oficina del Ministro, donde estaba el Cuerpo de Seguridad, el Enlace con los Aurores, Inefables y la jefa de dicha oficina. Caminó con dulzura sonriendo románticamente de vez en cuando a un empleado, le encantaba hacer eso. Enamorar era lo suyo definitivamente. Así, entusiasmada con su pequeña broma llegó hasta la oficina asechando con la mirada a todos, sin parecer misteriosa. Nuevamente había cogido una expresión tímida e inocente.

     

    Una vez más revisó el mapa, esperando estar segura de lo que hacía. Con fé en su juego, revolvió su canasta al más fino estilo de Caperucita Roja (cuentos muggles) y llegó hasta los chocolates que más le gustaban. Todos estuvieron seleccionados, con los sabores más ricos del negocio del que los compró, más su hechizo de amor que les dejaba un aroma esencial, imposible de negarse. Los dejó volando al aire, esperando que el hombre y la mujer a cargo de los enlaces fueran los que los consumieran.

     

    Un regalo especial de la amiguita Valentina —dijo coqueta, alzando un poco más la falda antes de salir corriendo y escaparse del show.

     

    Dejó exactamente dos cajitas felices, una de color rojo y otra verde. El verde hacía que toda persona que lo comiese, por lo menos un mordisco dado, cambiara sus preferencias sexuales, lo cual sería gracioso con respecto a cómo se vería un chico de lo más masculino buscando a otro. El rojo sin embargo no cambiaba nada más que las extremistas ganas de tener algo menos apto para todo público con personas que viese a primera vista, sin importar de quién se trate, promovía los pensamientos lujuriosos.

     

    http://i.imgur.com/NlASam8.png http://i.imgur.com/hqv7Q43.png

    Para mis amigos del Gabinete de Seguridad, espero que lo sepan aprovechar. Los adoro

  3. http://i.imgur.com/8rMc20s.png

     

    Haber burlado la entrada era fácil, lo difícil llegaba en aquel momento. Caminando a saltitos pequeños llegó hasta el ascensor, era distinto al de los muggles pues ese no tenía botoncitos, lo cual facilitaba su trabajo pues una voz iba contándole cada departamento al que llegaban. Se paró al lado de un hombre, lo miraba de pies a cabeza con extrema melosidad, como si tuviera ganas de comerlo. Cada vez se acercaba más a él, rozándole el brazo y aprisionándole contra la pared contraria del ascensor.

     

    Jiji —río llamando su atención.

     

    Acarició su cuello dejando la canasta de chocolates colgada en la otra mano. Sus ojos quedaron fijos en los de él, hechizándolo también dejando un enamoramiento momentáneo. Relamió sus labios y esperó sin paciencia a que se abriera nuevamente las puertas del ascensor. El hombre estaba a punto de lanzarse sobre ella, pero no pudo, su cuerpo liviano estaba pasando esta vez por el departamento de aurores y demás. Paró un momento en la recepción, acariciándose la barbilla pensativa.

     

    Hola, mi niña —saludó a la recepcionista (Elizabeth), quien al parecer había llegado de una reunión—. Soy la mensajera del amor y traigo regalos para ti y tu departamento. ¿Harías el favor de aceptar los chocolates que antes te mandaron? Tengo varios...

     

    Busco demostrando bondad y cariño, moviendo las cajas de chocolates de su canasta y sacando una de color verde lista para ella. Olió encantada el perfume que tenía el chocolate, escondiendo toda la maldad y el rencor que llevaba en su interior. Sin más demostraciones dejó la caja para la mujer y buscó otra más para la directora del departamento. No podía poner uno suave para alguien con tan alto rango dentro del ministerio, tenía que ser justa y ponerle algo digno como su cargo.

     

    El verde para ti y el rojo para tu hermosa directora. Qué lo disfruteenn y gracias por atenderme —así mismo dio media vuelta simulando su ida, pues se quedaría un rato más para seguir jugando con sus chocolates, quería ver la reacción de todo el mundo, de todos.

     

     

     

    http://i.imgur.com/hqv7Q43.png http://i.imgur.com/NlASam8.png

    Para la persona más hermosa del departamento este chocolate como demostración de amor. Sé mi Valentín.

    Con amor, tu eterno y más ardiente enamorado

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  4. http://i.imgur.com/8rMc20s.png

     

    Caminaba por las calles muggles pensando en qué hacer para molestar al mundo. Años antes, mucho antes, la habían molestado hasta dejarla sin el puesto que ella debería tener, pues estaba hecho para sí. La venganza no era algo que el amor permitiese, pero luego de haberla desterrado se sentía decepcionada de todos, tanto que hasta juró hacer sufrir a todos lo que a ella. Por esa razón fue de edificio en edificio, destrozando las parejas que su archirrival, Cupido, había creado.

     

    Nadie podía tener amor en el mundo si ella no podía controlarlo. Desdichada, sin saber qué hacer para sentirse viva en su eternidad, corrió disimuladamente al mundo mágico. Hacía tiempo que no lo visitaba y ya era hora de que fuera a hacer sus travesuras allí, después de todo ya estaba cansada de los muggles indefensos que no hacían más que llorar por sus parejas perdidas. Quería ver acción y eso era lo que tendría, pero antes debería crear un buen plan.

     

    Fue por eso que luego de haber visitado a una tienda en el callejón preparó las pociones de amor, dejando un poco de su maldad y resentimiento en cada una de ellas. Tiempo después su malévolo plan estaría listo, justamente para las fechas que más le gustaban, San Valentín especialmente. Una vez más se detuvo a pensar en dónde dejaría sus frutos, ¿dónde jugaría con los chocolates que había trabajado? Mejor dicho: ¿dónde más si no era en el Ministerio de Magia?

     

    Tararán —cantaba románticamente dando saltitos con su canastilla, al pasar por el atrio.

     

    Una aventura estaba por comenzar y ella sería la protagonista. Pasó al lado del que comrpbaba las varitas, mostrando sus largas y torneadas piernas, de modo que el hombre cascarrabias quedó hechizado y la dejó entrar sin haberla revisado antes. En su opinión lo más difícil fue hacer aquello, burlar la entrada. Desde ese momento todo lo que tenía que hacer era seguir su camino y visitar a todos los hombres y mujeres que trabajaban robóticamente en aquel edificio bajo tierra.

  5. No sabía si el trago estaba muy fuerte o si el puro le había hecho daño alguno pero se empezaba a sentir extraño. La palma de las manos le sudaban y sentía que su cabeza daba vueltas. Sin dudarlo mucho, aceptó la invitación de la mujer que ofrecía patinar un poco. Se sentía un poco culpable por los pensamientos antes desarrollados por la mujer y por hacer enojar a su pareja así que accedió. No quería parecer un mal tomador y un mal fumador así que tal vez el viento del patinaje le refrescara un poco. Avanzó hasta el área en donde se podía deslizar con tranquilidad y con un par de movimientos fluidos se resbaló con gracia sobre el hielo. Giró su cabeza para ver a la pareja que patinaba a su lado y logró ver en el rostro del hombre una sonrisa de satisfacción.

     

    — ¿Qué lo alegra tantow jouven? —sus palabras no salían del todo bien.

     

    Su lengua comenzaba a adormilarse y sus pies cosquilleaban cada que colocaba un pie sobre el hielo. Podía sentir que sudaba frío ya que el viento parecía pegarle más duro de lo normal sobre el rostro. A su derecha el amplio lago se presentaba sin ningún mago a la vista más que el la directora de la oficina del ministro y el director de la academia. A su derecha un pequeño grupo de arboles parecían un bosquecillo en la mitad del lago. Un grupo de personas cubriendo sus rostros con máscaras de plata salían de las sombras y atacaban a la pareja. Mientras unos derribaban a la directora, otros atacaban al Crowley quien batallaba cuando la oscuridad absoluta lo cubría por completo. Fue lo último que alcanzó a ver antes de que cerrara sus ojos. Su mente había perdido todo control sobre su cuerpo y este último había caído al suelo dando un fuerte golpe en el hielo que dejó una mancha roja desde donde cayó hasta le interior del pequeño bosque. El Empresario Alemán había caído.

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  6. Frederik notó con agrado con León respondía de manera positiva a la opción del vodka. Si bien no era trago muy común, eran pocos los paladares que podrían disfrutar de tan elegante licor. La Black se ofreció voluntariamente a ir por las bebidas. A pesar de los intentos de ambos caballeros, la dama se puso de píe colocando una mano en su vientre. Sonrió al escuchar que el caballero que la acompañaba no era su esposo. Eso a lo mejor le podía dar una ventaja. Cuando la mujer se alejaba, el rubio dibujó un gesto de asombro al notar que ella estaba en estado de embarazo. Se quedó un rato más mirándola y comprobó que efectivamente así era. No podía culpar a aquel hombre por sentirse incomodo con las miradas del Otterman más aún si su novia está se encontraba en estado de embarazo. Brindó una sonrisa al Crowley un tanto apenado por su comportamiento.

     

    —Al parecer es usted también un conocedor de buenos licores señor Crowley. —Comentó tratando de disminuir la tensión en el ambiente. En verdad lo último que el gustaría sería echarse de enemigo un poderoso mago—. Y de habanos también supongo. No caría mal un poco de vicio en este momento.

     

    La sonrisa del orgulloso novio de la Black parecía tener un toque de hipocresía que el empresario alemán pasó por desagrado con el comportamiento previo. Inmediatamente se acercó la directora, recibió la el vaso de vodka que esta traía y tras levantara un poco en dirección al joven, bebió un poco. El refrescante sabor del licor, le indicó de inmediato que era fino y delicado. Probablemente proveniente del congelado Asgard, famosos no solo por su mitología si no por sus fabricas destiladoras de alcohol. Las palabras de la ojiverde cayeron a la perfección para el extranjero.

     

    —Me parece una excelente idea. Así podré disfrutar uno de sus habanos, profesor. ¿No le incomoda que le diga así, verdad?

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  7. —El placer sin duda alguna es mío señora Black —respondió el rubio tomando la mano de la joven y dejando que sus labios dibujaran un beso en el dorso de esta.

     

    El joven que la acompañaba no pudo disimular el desagrado por su gesto de cortesía pero sin duda alguna se vería obligado a guardarse sus comentarios en pro de las negociaciones que se habían llevado a cabo algunos días atrás. Para Frederik fue imposible admirar el cuerpo contorneado de la mortífaga y de apreciar los atributos que la madre naturaleza había tenido para con ella. Guardando de no desencadenar una discusión con el Crowley, no hizo ningún comentario acerca de ellos, pero si rechazó la oferta de sentarse a su lado y tomó la silla al costado de la ojiverde. Sacó su abrigo y lo ubicó en el espaldar de la silla y se sentó a su lado tras escuchar las palabras del ojinegro.

     

    —El placer sin duda es mío, señor. —Saludó estrechando la mano. Pensaba que si la Black tenía pareja no sería cualquier persona. No se equivocó—. Me agrada bastante saber que fui esperado. Me gustaría saber que hay en el menú y saber que ordenar. Aunque no tengo mucha hambre no quiero ser descortés. —apuntó el ojiazul mirando a su interlocutor.

     

    Casi tan rápido como el empresario alemán comento su deseo de ver el menú, uno de los meseros se acercó a la mesa casi deslizándose sobre el hielo que tenían por suelo. Frederik no se había tomado el tiempo de observar la decoración del lugar. Encantadora auroras boreales aparecían cada dos por tres en las paredes del auditorio destellando sus colores sobre los presentes. En el aire se podían observar los copos de nieve que caían de un remolino extraño, que giraba amenazante con tragar a los invitados de la gala. Sonriente observó como varias personas de las diferentes mesas miraban divertidos el techo. Tomó el menú volviendo la mirada al camarero y lo abrió expectante. Su cara poco a fue fue pasando de una alegre sorpresa a una desagradable exclamativo gesto al observar el menú de la cena. La carne de mar no era precisamente su favorita pero no quería ser descortés.

     

    — ¿Tenéis hambre? Creo que yo no voy a comer demasiado... —comentó la mujer de ojos verdes.

     

    —Sabe señora directora, con todo el respeto que merece la organización del evento...— el alemán se perdió un poco desviando la vista a una mujer de vestido rojo que pasaba por el lugar de la mano de brazos de otro hombre—, el solo menú me dejó sin hambre. No hay consideración alguna por los que no gustamos comida de mar, ¿No cree usted señor Crowley? Yo prefiero un vaso de vodka —apuntó extendiendo su mirada al director.

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  8. Un día entero había pasado desde que el almuerzo en el callejón Diagón había culminado. Frederick Otterman, el comerciante alemán, había disfrutado de las delicias de l comercio londinense. Bien era sabido que la capital de Inglaterra era una de las más ricas, cultural y comercialmente hablando en cuanto al mundo mágico se trataba. La cortesía del ministerio de magia británico le había dado un guardaespaldas, un escolta mágico que se encargaría de su seguridad en todo aspecto. Caminando y conociendo los diferentes lugares de la ciudad, el rubio había pasado su día libre, haciendo pequeños negocios y comprando algunos recuerdos para su hermano y sus hijos.

     

    Ottery y el Callejón le habían brindado una panorámica mucho más detallada de la forma de ser de los ingleses y la invitación a la gala de navidad, era la oportunidad de enriquecer aún más sus conocimientos. El ministerio, le había dejado en su habitación del hotel un sobre y un cofre de madera que contenían la invitación a la gala y el traslador que lo llevaría al castillo de hielo. Se había sorprendido al notar que no se realizaría en la misma ciudad si no que sería en la fría Hammerfest en Noruega. Había pasado alguna vez por allá en un tour familiar con sus hijos. El cofre contenía un bastón de caramelo que lo llevaría al lugar, pero antes debía avisar a su escolta.

     

    Frederick, había hecho algunas compras en el callejón y una de estas fue el traje de la gala. Si bien sabía que iría a la gala, quería ir con algo de ropa nueva y que mejor que comprarla en Londres. Un traje completamente blanco y una camisa de igual color cubrían el cuerpo del ojiazul que se hacía ya presente a la entrada del castillo en compañía de su escolta. El viaje centrífugo lo había alcanzado a desorbitar un poco pero recuperaba su compostura tras un brusco movimiento de su cabeza.

     

    — ¿Es acá? —indagó al escolta.

     

    —Si, señor. Este es el punto de encuentro. Si me acompaña, lo llevaré hasta la mesa de la directora.

     

    El alemán hacía generar eco en el hielo que pisaba sin prisa alguna, acompañado del escolta quienes ingresaron al salón del trono sin llamar mucho la atención de los presentes. El guardaespaldas observó su protocolo de seguridad y giró a la derecha en donde se encontraba la mesa número cuatro en donde se encontrarían con la Black.

     

    —Por acá, señor —apuntó el hombre de seguridad.

     

    Juntos avanzaron hasta la mesa justo a la espalda de la directora que besaba suavemente a un desconocido caballero. Fue imposible para el alemán dibujar una ligera mueca de desagrado al notar que la velada no sería solo con la directora si no al parecer, con su esposo.

     

    —Muy buenas noches —saludó carraspeando un poco su garganta—, espero no interrumpir. Señora directora, un gusto verla. —Frederick definitivamente esperaba que la situación fuera otra. La Black lo había impactado demasiado y esperaba que no tuviera pretendiente aunque nunca se lo preguntó directamente. Cuando la pareja se puso de pie para saludarlo, fue el hombre quien extendió primero la mano al alemán—. Mucho gusto, Frederick Otterman. ¿Y usted es?

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  9. —Perrmitame decirle señorita Evarrela que si se toman todas estas molestias para la llegada de este serrvidor, anhelo con muchas ansias verr lo que parra la gala se ha preparado. Y tenga por segurro que mis saludos serán enviadas al Ministro. Le hubiera encantado venirr.

     

    No mentía en su última frase. Era tal la dedicación del grupo encargado de hacer la recepción del empresario que no había un solo detalle que no estuviera supervisado. El cordón de seguridad que se armaba a su alrededor no permitía el paso de ninguna persona no autorizada y sin duda un calificado grupo de desmemorizador se encargaría de los muggles que hubieran tenido que apartar del camino. Estaba completamente complacido con la disciplina y la eficiencia con la que trabajaban, valores y costumbres que eran pan diario en la oficina del Concilio de Mercaderes de Alemania.

     

    Frederik era el tipo de persona que había crecido con el más estricto régimen de disciplina y ordenanza que un niño hubiera podido tener. Su padre, antiguo comandante de una base aérea alemana, los había educado, a él y a sus dos hermanos con mano firme. Así mismo, el rubio había crecido con las pulcritud y galantería de un soldado a pesar de nunca haber servido a las milicias de su país, cosa que su padre lamentó hasta que murió de cirrosis cuando Frederik tenía tan solo 19 años.

     

    Dedicado al estudio de comercio exterior fue avanzando en la oficina del concilio hasta el cargo que ostentaba actualmente como director. El reflejo de su psico-rigidez se apreciaba en su vestimenta perfectamente planchada y sin una sola nota de suciedad. Un traje gris claro perfectamente acicalado que hacía juego con la camisa blanca y corbata celeste que descansaba en su inflado pecho. Su porte y su gallardía eran innegables y parecía inflarse más en cada saludo y reverencia que la comitiva inglesa brindaba.

     

    —El viaje, para serrle honesto no lo sentí. Venía concentrado admirrando el paisaje que brinda la travesía desde Stuttgart hasta la siempre amable Londres. Estoy seguro que aquellos cambios que nombra usted señorita, son para mejorrar.

     

    Se dejó llevar por un leve momento por la sonrisa de la directora que caminaba a su lado con el mismo porte que él. Muy afortunado era en verdad de pasar sus días en Inglaterra a su lado. Muy pronto para preguntar por su estado civil. Fuera de la estación, un coche de color oscuro y debidamente lavado, como le gustaba, esperaba por él para llevarlo al restaurante mencionado por la ojiverde. Trató de adelantarse a abrirle la puerta a su acompañante, pero esta, mucho más rápida, anticipó sus movimientos.

     

    —Solo por curiosidad señorita Evarrela ¿Como se llama el restaurante?

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  10. El ojiazul pasó su mano por el cabello rubio acomodándolo un poco. Después de todo la primera impresión siempre contaba más que otra cosa y él quería que ésta fuera la mejor posible. Hacer negocios con los flemáticos ingleses era algo que ansiaba a toda costa. El tren pronto se detuvo en su totalidad por lo que tomó su maleta y se dirigió a toda prisa a la salida del vagón. En cuanto puso sus pies en King's Cross pudo identificar a la comitiva de bienvenida y hacia ella se dirigió.

     

    - Buen día damas y caballeros, mi nombre es Frederick Otterman -dijo caminando hacia el grupo de magos y presentándose a la dama que parecía ser la encargada de recibirlo y extendiendo su mano hacia la misma para saludarla. - Espero no causaros demasiados inconvenientes.

     

    Otterman miro con curiosidad a su alrededor, por un momento pensó que tendría que batallar con el trafico muggle dentro de la estación del tren pero todo estaba cercado y vigilado por un grupo de brujas y magos a caballo. Aquello le pareció muy interesante y le saco una sonrisa al ver las molestias que se habían tomado sus contrapartes inglesas. Aquello lo tomaría en cuenta desde luego. Saludo también de mano a el resto de los presentes con una sonrisa y una leve inclinación.

     

    Una vez realizadas las presentaciones de rigor esperó a que los miembros de la comitiva le indicaran por donde ir para seguirlos. Desde luego no perdió el tiempo y anotó mentalmente cada detalle de aquel lugar y de las personas con las que se topaba cada cuánto. Estudiar el ámbito por donde pensaba desenvolverse pronto era importante.

     

    - Me han contado maravillas de vuestra Gala, el ministro alemán deseaba poder asistir en persona pero no fue posible. Os envía sus saludos y os desea felices fiestas desde luego - dijo intentando iniciar una conversación con la Black mientras caminaba a lado de la bruja acoplando sus largas zancadas al paso de la misma.

  11.  

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    Exhalando e inhalando, aparentando hacerlo, Erick arranco de un tirón sus manos des teclas del piano de cola, produciendo un estruendoso sonido tan agudo y aun armonioso, que cortaba como un delgado cuchillo, el velo delicado de una cortina. Una cortina que transportaba a los oyentes al paraíso escondido en los mutilados corazones de los vivientes, un deseo, un anhelo, una pasión, un lugar o una compañía que arrastrara los bajos instintos de quienes apreciaran el original arte musical del enmascarado. Sus dedos temblaban como las hojas acariciadas por la ventisca, y sus ojos perforaban un hoyo abstracto en su concentración. Era un susurro, un tarareo, un canto que había logrado sacar del trance al ente.

     

    Nuevamente, la yema de sus dedos se hundieron en las piezas mágicas de su instrumento fantasmal; tan firmemente como en el pasado recorrieron como en expedición las tierras desconocidas de las damas que él encantaba, sus palmas amasaban la frialdad del instrumento al igual que enmarcaron los montes del clímax de sus espectadoras. Los ganglios de sus invisibles manos, danzaban sobre la superficie entrecortada del monstruoso órgano, enmarañándose con cada cambio de nota musical, de una manera tan caprichosa y tan sensual, como alguna vez se enmarañaron en los cabellos pelirrojos, rubios, castaños y negros de sus amantes… una vez más, la melodía hipnótica viajaba junto a las corrientes de aire, susurrando a los habitantes del mal olido edificio, sobre su omnipresencia.

     

    Los acordes eclipsaban las palabras que el arquitecto de torturas rezaba, eran lamentos, eran planes maestros, eran intenciones formuladas desde hace mucho, era un hecho que ocurriría pronto, volver a la vida.

     

    En medio del trance místico de la sonata, con los translucidos cerrados y todo su ser mezclándose con el piano, Erick arrastró sus manos descuidadamente sobre las teclas que presionaba. Levitando todo su inconcreto cuerpo hacia un rincón de la habitación. La mirada acechante, fiera como si fuese a arrancar la piel y las manos del portador de las cuerdas vocales que osaron pronunciar y mal-cantar su hermosa y tenebrosa canción. Sus abstractos pies caminaron orgullosos, llevando una sátira mirada hasta la pared que perforó invisiblemente su blanquecina materia. Impeliendo su cuerpo por habitaciones vacías, ascendía en búsqueda del origen de aquella femenina voz que parecía haber notado la excelentísima presencia de Erick, El fantasma de la opera.

     

    Cuando las paredes lo llevaban hasta campos ilimitados, descendió sus magistrales formas, levitando el elegante traje oscuro que envolvía su largo volumen, los hilos de su cabello perfecto, permanecían tan ordenados como la última vez que cantó desde el escenario más prestigioso de la Opera. Utilizando su mejor arma, su voz, susurró una canción dulce, diferente a sus otras creaciones, engatusando a quien fuese la dama que lo oyó en las tinieblas. Aguardando cautelosamente la llegada de su propósito, dirigió su rostro desfigurado hacia las palmas guardadas dentro de unos guantes blancos, atravesando otro muro hasta llegar a una especie de archivero, donde observó su rostro casi invisible reflejándose en el cristal. Solo veía su máscara blanca, ocultando las cicatrices.

     

    —Acércate… — susurró Erick, acechando como todo un cazador, detrás de la puerta. Con una tenebrosa sonrisa secundando la mirada atractiva del fantasma, haciendo uso de aquella misteriosa magia que lograba encantar las almas puras.

     

    —ven a mí.

  12. http://i.imgur.com/Y6vcl.jpg

     

     

    El placentero bienestar que perpetuaba aun más la existencia del despiadado ente, le hizo pasear la lengua por los labios, su euforia aumentaba, conforme su cuerpo se hacía; más tangible, las voces de las mujeres alteradas, con incertidumbre y miedo le hicieron aparecer en el rostro carente de carne, una sonrisa aun más siniestra, se giro lentamente y llevo el frio que le acompañaba trae él.

     

    La oscuridad que le precedía, se expandía peligrosamente ya por toda la planta, el frio era más intenso, las pareces adquirían un aspecto sombrío, mas aun del normal, ni siquiera los fantasmas ocasionales e inofensivos se atrevían a cruzar por su camino cediéndole paso a la tétrica e infernal criatura, avanzaba peligrosamente hacia las mujeres que podía ver, y sentir.

     

    Pronto llevo el frio intenso dentro del despacho, ahí donde trabajosamente una mujer de espectacular belleza ayudaba a otra, Jack sonrió, pasando a pútrida lengua que le restaba por encima de la hilera de purulentos dientes, dentro de ese esqueleto cubierto de tiras sangrantes y restos de lo que fuera un escuálido cuerpo; enfermizo y podrido de maldad.

     

    Ahí estaban tres hermosas mujeres llenas de energía pura y latente, dudaba, saboreando por fin el culminar de su vagar sin cuerpo, una de ella completaría su transformación, pero cual? Por cual decidir. Las tres lucían poderosas, hermosas, dirigió su mirada ausente de pupilas a una de ella (Tau) aprovechando que tenía; las manos ocupadas, si lograba atacarla, sería el principio de muchas catástrofes.

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  13. http://i.imgur.com/NRrLI.jpg

     

     

    Sin duda alguna su olfato era magistral, entre más energía absorbía; sus sentidos se agudizaban, el enigmático color avellana se tornaba; en un verde brillante, como la misma energía que la rodeaba, solo una víctima más, y seria por fin; corpórea he inmortal, no lograrían detenerlos. Haba recorrido los pasillos, ávida, intrigada al ver los cambios en la ropa y los artefactos que utilizaba esa gente.

     

    La sensual silueta envuelta en gaza, traslucía la desnudez de su perfecto cuerpo; que se perfilaba ya, casi visible al ojo común humano, los dedos cubiertos aun de sangre y dejando tras de sí, esa baba ectoplasmica, la que aun brotaba de la luminosa figura, curiosa asomaba su rostro de simétricas formas, y dulce sonrisa infernal.

     

    Entre gente que corría al verla, miradas exacerbadas por la perfección de su cuerpo, se abrió paso, los presentes mortales; no representaban ningún peligro para ella, ni podían ser tomados como fuente de energía, sus chacras eran de bajo astral, no valía la pena de perder tiempo en ínfimas criaturas, sin embargo, la imponente musculatura y estatura de un aturdido ser; llamo poderosamente la atención de la Duquesa Bathory; Que con el sigilo que le proporcionaba, la ausencia de peso; se acercó a él y lo observó; el ceño fruncido, lleno de rabia y la furia inyectada en sus ojos.

     

    Tan varonil, tan enigmático, y tan poderoso, en ese instante se desplazó, justo frente a su rostro, acercando sus labios, que desprendían un aromático olor a flores y muerte. Acerco sus manos al hombre (Patrick Colt) y lo beso apasionadamente, no hubo descarga ni dolor, solo la absorción lenta y paulatina de la suprema energía, que poseía ese ser.

     

    --Quién eres? …-

     

    Pregunto, mientras se alejaba, la energía absorbida, esa aún más poderosa que la del no muerto, y la negrura de su alma, la lleno de fuerza y vigor, acercándola peligrosamente a la materia física, fácilmente destruible, si eran capaces de notarlo.

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  14. http://i.imgur.com/3olqp.jpg

     

     

    --¡Todos se fueron y me dejaron sola!...Malditoooooos todos! Los odio!!--

    Vociferaba el espectro de la pequeña niñita de rostro angelical, tras de sí, arrastraba las gasas impregnadas de sangre de su vestido largo de profusos holanes, tal vez, algún día hermoso, ahora daban un tétrico aspecto a la pálida criatura, presa del terror; el miedo extremo y la soledad, había enloquecido al igual que el resto de los entes ahí encarcelados.

     

    Su alma se perdió en medio de la confusión y el miedo, por eso aun buscaba desesperadamente a su madre y culpaba a todos por su dolorosa partida, sin siquiera saber aún; que estaba muerta. El pasillo solitario, debido a la voz de alarma de Misterios y el departamento de seguridad, lucia más tétrico aun de lo habitual, sin embargo en ese momento la temperatura bajo, anunciando a los inefables y el enlace de seguridad, que de nuevo, serian acompañados por uno de los fantasmas.

    Guardaron silencio, empuñando las varitas. Mientras la diminuta y traslucida figura se acercaba lentamente, levantando un dedo acusador; hacia los magos que en ese momento se encontraba observando.

     

    -Ustedes!...Ustedes!! Dónde está mi Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!..-

    Vocifero en los más altos decibeles jamás imaginados, haciendo caer a los inefables y magos al piso aturdidos por el impacto de onda sonora, se llevó las manos al vientre y de nuevo sintió; ese dolor y ese miedo al ver su propia sangre brotar como una fuente, empapando los pasillos, el charco de sangre avanzaba peligrosamente hacia los inefables, trepando incluso por las paredes, desafiando toda ley de lógica y gravedad.

     

    El rostro angelical de la chiquilla se transformó en una espantosa mueca de odio, maldad y locura, con una mano sosteniendo lo que parecía ser, la inminente salida de sus propias viseras, y con la otra extendida para alcanzarlos empezó caminar de nuevo; atrayendo tras de sí, la bruma y la mancha de sangre que casi, alcanzaba ya a los inefables.

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    Los sonidos armónicos de una tétrica melodía envolvían cada rincón de la misteriosa habitación. El viento, como fiel cómplice de los susurros, se encargaba de llevar entre sus corrientes, el canto desgarrador de las voces apagadas que secundaban la composición del Ente. Altivo, con una postura mística, oculta sus cicatrices de su alma detrás de una máscara, soberbio y a la guarda de una compañera, se mantiene excitante en su cúpula de tortura, una oficina con un único piano negro noche. Ni siquiera el ruido del ascensor, logra mitigar su canto infernal. El sonido instrumental de los acordes invisibles atropellaba todo intento de concentración, atrayendo caprichosamente con las composiciones envolventes, a las bellas damas que se detuvieran a oír el mensaje fiero del apetito desordenado por el calor de un preludio obsesivo.

     

    Cada nota musical transportaba al fuego sensual del infierno, donde aguardaba quemar en las llamas de la pasión a las siluetas sinuosas de los cuerpos compartiendo la misma hiel penetrante, la misma herida ardiente, el cansancio y el éxtasis desgarradoramente gratificante. Suplicas, jadeos, piezas musicales que empezaban suavemente y remataban como el cuchillo acallando el latir del tamborileo del excitado corazón presintiendo su final, melodías que cortaban afiladamente la realidad , que lograban arrastrar al castigo eterno de un beso carnal.

     

    La expansión de la exaltada tonada, viajaba a través de los pasillos de San Mungo, resonando en los sentidos más desarrollados, y estrellándose en los muros de la planta dos, tres, cuatro y cinco. Sus dedos acariciaban salvajemente cada pieza del órgano monumental, salvajemente como sus manos seguían la silueta de sus amantes, avanzando desde los largos caminos que llevaban al manantial de la ambrosia, arrastrando la exploración de sus dedos y palmas hasta las dunas prominentes que castigaba con su afilado y desenfadado tacto. Enterrando sus deseos en la clave del compas de sus movimientos, componiendo con cada artilugio de placer, una denotada canción de jadeos impetuosos.

     

    Orquestando la próxima pieza musical para atraer a su siguiente musa, víctima de su perturbación por el deseo sexual de una partitura excepcional. —Depravación sensual— musitó mientras las yemas de sus dedos, concluían con la sinfonía de atracción. —mi bella musa ¿Dónde estarás? Plena mujer, luna caliente, manzana carnal... que deseo, devorar.

     

    El repertorio era extenso, mas Erick buscaba ampliar su inspiración, anhelaba volver a tocar los acordes sinuosos de las caderas de una pieza musical.

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    El fuego comiéndole las entrañas, los ojos llorosos del polvo que le cayó encima; las tropas enemigas de acercaban y solo estaba el para defender el puente, sus camaradas, yacían en el piso, tumbados; sus cuerpos mutilados y achicharrados por el fuego de los cañones, era un baño de sangre. Era una real traición, Defendería su puesto a costa de sangre y vida; la misma que sentía escapar en el rio de sangre que brotaba de su vientre.

     

    -¡Deteneos! ¡Deteneos malditos invasores!...tal vez logréis pasar, pero me llevare vuestras almas; ¡al mismísimo infierno!...-

    Vociferaba “El mosquetero” mientras recorría los pasillos del noveno piso, el departamento de misterios, había muerto cumpliendo su deber, pero con un profundo odio y deseo de venganza en su alma. Por años provoco la muerte de los incautos que pasaban de noche por ese puente en Londres. Lo primero que escuchaban, era el melodioso silbido entonando la vieja canción. “London bridge is falling Down”.

     

    La alarma había sido dada, los patronus de los aurores y Lisa la encargada de seguridad habían cumplido su cometido, los pasillos estaban desiertos y magos y brujas pertrechadas en las oficinas de la novena planta, solo se escuchaba el eco del silbido legendario; y una voz que entonaba la conocida melodía por todos, al reverberación de la edificación, exacerbaba el sonido, llevando este a todas las oficinas, sumiéndolas en el miedo de lo desconocido y a muchos a la rabia e impotencia de no saber qué hacer.

     

    -- London Bridge is broken down, falling down, falling down, London Bridge is falling down…My fair lady….--

    Unos ruidos y voces llamaron su atención, empuño su fusil mientras se agazapaba por las paredes, inconsciente aun de su naturaleza etérea, completamente confundido de la realidad y el tiempo transcurrido, estaba en el hall principal, frente a la oficina de la OCIA, de ahí provenían las voces injuriosas de una mujer. Sin dudarlo se dirigió a la puerta y entro, siendo disuelto por unos segundos por el efecto giratorio de las puertas de seguridad, sin embargo se materializó dentro de la oficina de la jefa de los inefables. Ethiane, ahí le vio, detrás de una lámpara extraña acompañada de un hombre (Lestat) y otra mujer (Lisa) de extraños ropajes. Se enfureció.

     

    -¡Traidores! una traidora que vocifera para delatar nuestra ubicación, ni aun siendo mujeres perdonare su traición…y usted caballero, por alcahuetear el comportamiento lisonjero de las féminas…igual pagara -

    Apunto su fusil, disparando sobre Ethiane la primera descarga de energía, la lanzo hacia atrás contra el librero. Girándose de inmediato para disparar a los dos que quedaban aún con vida. Ni un traidor sobrevivía a sus ataques.

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    Un ahogado alarido en la solitaria callejuela del viejo Londres, la bruma creciente; el pestilente hedor a pobreza material y espiritual, la lujuria, la avaricia y la gula. Eso era, el marco de recuerdos que regresaban a la memoria del Jack; una y otra vez, como vieja película de inagotables espectadores. El silencio en el oscuro pasillo del ministerio de magia, no era interrumpido ni siquiera por un suspiro; inesperadamente lo noto, al girar su rostro, logro ver su traslucida figura, reflejada en el brillante muro.

     

    Se acercó lentamente, suavemente llevo sus largos y pálidos dedos a lo que parecía; ser su nuevo rostro, con desesperación; palpo, tratando en medio de su locura encontrar facciones más humanas; era tarde, había perdido su humanidad hacia ya, largos años, no era más que un espectro descarnado, con cuencas vacías, y una eterna sonrisa plagada de dos interminables hileras de putrefactos dientes destilando un viscoso liquido amarillo. Por un segundo, se horrorizó de sí mismo.

     

    Pero después, su misma locura hizo presa de la ínfima capacidad de razonamiento, rio, rio a carcajadas mientras volaba por los pasillos a toda velocidad, regocijándose de sus nuevos poderes y de su único y aterrador aspecto, miro sus manos, y de la nada, apareció ese puñal, su arma, la única y entrañable compañera. Sangre! Sangre 1sangre! Ríos de sangre; arrastrando los cuerpos mutilados de las mujeres paganas que asesino en vida, aun las podía escuchar gritar.

     

    Aun sentía en sus manos el tibio líquido resbalando, mojando sus ropas, empapando lentamente de los pútridos cuerpos de las mujerzuelas. Viseras cayendo al piso; tan inútiles ya como lo fueron en vida. LA imagen desapareció, dejándolo sumido en la total exacerbación de los sentidos. Giro el cráneo dejando escuchar el nítido “crack, crack” de los huesos acomodándose en su lugar, una imitación de sonrisa apareció y de las fosas negras que tenía por ojos, un demoniaco brillo en las diminutas y ennegrecidas pupilas.

     

    Una joven doncella de belleza sin igual, ni siquiera lo pensó, se lanzó sobre ella, la aplasto contra la pared, acerco sus ojos a los de ella, buscando ese terror de saberse a merced dela muerte y completamente indefensa y hundió el puñal en las blandas carnes de la bruja, descargando; el poderosos shock eléctrico que la hizo estremecer por unos segundos, estaba hecho (Erath Anarion) había sido despojada de sus energía, y yacía desmayada en el piso. Llena de la viscosa baba ectoplasmica.

     

    La infernal carcajada de Jack “El Destripador” cimbro los cimientos del cuarto piso, desapareciendo entre los muros del mismo.

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  18. Estado Mayor de coordinacion Ministerial

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    Desplazándose por los pasillos del ministerio, escondida entre los estantes repletos de papeles; viejos pergaminos roídos y libros antiguos, las caras largas de los magos y brujas, era una pena que en este siglo no pudiese encontrar doncellas, parecían estar tan escasas, la modernidad traía más inconvenientes de los imaginados por la Condesa, se conformara con mujeres hermosas y caballeros lozanos. No pondría un límite a su necesidad.

     

    Se acercó a una vitrina; observo su perfecto rostro, aun joven y lozano, bello, la energía surtía efecto, mas a un, la de ese no muerto, necesitaba encontrar más de esos, pero era difícil entre tantos sombreros picudos y capas negras, que monotonía! Para la Duquesa Bathory, de excéntricos gustos, las pupilas traslucidas ya casi provistas de ese tenue color avellana, encontraron en ese momento una víctima más.

     

    Una interesante persona de extraños ropajes, se acercó desde arriba; la tomo de la cabeza detonando una fuerte descarga eléctrica; sosteniendo por unos segundos la cabeza del brujo, le dejo drenado de energía, lo dejo caer desfallecido; y se alejó por los pasillos, sonriendo triunfal a carcajadas, ya se sentía más cerca de lograr el objetivo, ahora iba en pos de los no vivos, su energía; era suprema.

     

    -vengan, doncellas vengan...os premiare...no sentires dolor alguno....-

     

    la pálida figura de desplazo de nuevo por el largo pasillo, dejando tras de sí, una estela de aire congelado, la temperatura; descendía notablemente más y más en el Ministerio, los fantasmas se hacían cada día más fuertes. La Duquesa solo necesitaba, una victimas más; su inmortalidad estaba próxima a ser un hecho, una vez renacida de esa enigmática y poderosa energía de los magos, no podrían destruirla jamás.

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    ¿Pero quién lo diría? ― La fría voz de Jack, aun vuelta un susurro, provocaba un eco escalofriante que llenaba aquél pasillo por el que se deslizaba. El fantasma sentía un avasallador frenesí por sentirse libre al fin, después de estar tantos años encerrados en aquélla mugrienta caja donde solo la ira, que había sido creada por la humillación, había sido la única cosa a la que se había podido aferrarse para soportar aquél destierro y ahora, fuera de ella, una insaciable sed de venganza era el principal motor para avanzar por aquéllas instalaciones. Sus ojos resplandecían, llenando ese vacío que les caracterizaban al darse cuenta, para su mayor satisfacción, en donde es que había sido liberado ― Esto será sumamente entretenido…

     

    En vida, Jack se había convertido en una leyenda urbana, burlándose de los patéticos detectives de la policía londinense que jamás pudieron seguirle el rastro. ¡Engreídos y est****os ineptos!, se burlaba constantemente el asesino serial, tras ver como la policía enloquecía cada vez que a él se le ocurría atacar y los medios de comunicación no hacían otra cosa que esparcir sus hazañas por la ciudad. Sin duda, el destripamiento de mujeres era para Jack la locura mas satisfaciente que podía existir… ese miedo en los ojos de sus víctimas, el casi angelical sonido de los sollozos, las súplicas; la tibieza de la sangre al derramarse por la piel, tiñéndola de un hipnótico escarlata –su color favorito–, la belleza de la vulnerabilidad humana, el placentero olor de la muerte… Jack jamás terminaría con la lista, pero lo que sin duda era su segunda actividad favorita, era la de burlar a la autoridad.

     

    Ni siquiera aquéllos anónimos que había mandado tras cada asesinato había encendido su inteligencia, y ahora descubrirse dentro de las instalaciones de lo que parecía la autoridad mágica, estaba extasiado por cobrar su venganza. Necesitaba energía, tenía sed, y aunque no sería lo mismo que destripar, estrangular, degollar en vida, cobraría todas las vidas que hicieran falta ¿Por qué? Porque podía hacerlo, y esta vez, también lo necesitaba.

     

    Se movía con rapidez, como le gustaba, sin ser siquiera visto por nadie aunque no pudo evitar ser divisado por algunos que se le habían escapado; pero ya no más, ya no lo permitiría. Pudo sentir la presencia cercana de una persona. Una mujer ¿Quién lo diría? Sus víctimas favoritas. No se detendría a averiguar quien era, como antes, que sentía una fuerte atracción por la inmoralidad; no estaba sola, pero pronto lo estuvo. Con sigilo se abalanzó sobre ella (Valentine Drycar), sin siquiera darle tiempo para reaccionar, abrazándola por la espalda y colocando su afilado y ectoplásmico cuchillo en el cuello ― ¡Felicidades!... tendrás el placer de ser la primera víctima de Jack el Destripador ― susurró al oído de la joven mujer, haciendo un movimiento con la mano que simulaba una degollación y con el que le descargaba un intenso shock de energía que tan pronto la sumió en un estado de completa inconsciencia, tras lo cual se alimentó de su estimulante energía, dejándola en el suelo tras terminar con ella, entusiasmado por encontrar pronto a su siguiente víctima.

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    -Por todos los demonios del averno! Cuanto tiempo a pasado ya. Un espejo! un espejo!!-

    vociferaba el espectro de *Erick El fantasma de la Opera, mientras se desplazaba a gran velocidad. Necesitaba energia fresca, de los mas jóvenes y bellos mancebos y doncellas, desesperado y aturdido por el enclaustramiento, acender piso a piso ávido de la luz solar, era lo único que deseaba; deteniendo su marca al percibir la poderosa presencia, de un enigmático caballero.

     

    El bello y sensual hombre de figura traslucida; escuchaba las voces del caballero, y su deseo crecía, que tan poderoso imán le atraía a ese joven, siendo la especialidad de Erick; las jóvenes castas y puras, pues bien sabido era de todos, que su energia; era la mejor.

     

    parecía tener don de mando, la Erick sonrió y se acerco a el sigilosa, tenue, sutil.

     

    - Si cantas junto a mi ,mi gran poder. Influjo sobre ti, podra crecer, querras huir de mi, dejarme atras la sombra del fantasma siempre en ti en ti caerá.

    Quien vio tu rostro ya, con miedo huyo, yo soy tu mascara...(8) -

    Canto, con esa increíble voz que tenia, las notas melodiosas ensimismaron al vampiro que minutos antes vociferaba ordenes. Descuido imperdonable, Erick se acerco le tomo de los hombros, segundo en los cuales los enigmáticos y hermosos ojos del antes mortal, se clavaron en los del el Vampiro (Hugo J. Hougthon)se acerco peligrosamente, rosando casi los labios del hombre , exhalo la energía de este, y soltó una descarga de ectoplasma: que aturdió momentáneamente al líder.

     

    le soltó, y se alejo de ahí tarareando la melodía, que hacia eco en en las paredes del edificio; en busca, de nuevas victimas.

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    Habían pasado años desde la última vez que me había sentido tan extasiado, poder moverme en libertad una vez más cuando ya había perdido las esperanzas era una sensación que no se comparaba con ninguna otra. Sin embargo estaba débil, podía sentirlo en mi interior, necesitaba alimentarme de energía si es que pretendía permanecer en libertad por el resto de mis días; y qué mejor para comenzar que una dulce y hermosa dama… Me había colado en una de las habitaciones que coincidían con el pasillo en el que rondaba, pero no por casualidad sino porque me había guiado una suave voz femenina (Kassandra S. Weasley).

     

    - Vaya vaya… - susurré acercándome, clavando mi cautivadora mirada en ella- Belleza como la suya es una joya como ninguna otra, debo admitir que me ha enamorado tan solo con el sonido de su voz.

     

    Mientras hablaba mi magia iba cobrando vida, podía ver en su rostro que mi encanto seguía intacto, la muchacha me contemplaba con aquella expresión embobada que todas las mujeres adquirían cuando entraban en contacto visual conmigo. Mientras me concentraba en no romper el lazo, me fui acercando cada vez más a ella hasta finalmente acariciar suavemente su mejilla.

     

    - Y su piel…, tan suave como el pétalo de una rosa - susurré cerca de su rostro.

     

    Ya la tenía, podía advertirlo en su mirada perdida y en como su cuerpo se inclinaba inconscientemente hacia el mío. Sonreí, arrogante y triunfante, justo antes de rozar con mis labios los de aquella joven. Fue instantáneo, en cuanto nos unimos en aquel beso su energía comenzó a fluir hacia mí, escapándose lentamente del cuerpo de la bruja para alimentar mi fuerza. Una vez que terminé de extraerle toda la energía que necesitaba, la dejé caer al suelo con un golpe sordo y solté una estrepitosa carcajada.

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    Durante la guerra me habían capturado los infelices, me habían retenido en aquella extraña prisión durante lo que parecían ser años junto a otros cuatro que también cumplían su centena. He de admitir que por un momento creí que ya no volvería a ver la luz del día nunca más, pero dicen que el día llega cuando menos lo esperas. Un descuido en las líneas enemigas nos habían provisto de una vía de escape, al fin era libre una vez más pero no podía distraerme demasiado, aquello seguía siendo un campo de guerra… En mi divagar cauteloso, con fusil en mano, me encontré en una amplia habitación donde se podía ver un alto grado de movimiento; desde mi escondite tan solo había conseguido atisbar que aquello se trataba de una oficina, con papeles que iban y venían.

     

    - Pero claro… - susurré para mí- Esta es su central de mando, aquí es donde planean sus estrategias de batalla…

     

    Aquel lugar equivalía a ganar la lotería para los míos, si destruíamos su base nuestros adversarios se encontrarían en una notable desventaja respecto a nosotros. Me debatía entre dos posibilidades, o esperaba a cruzarme con alguno de mis compañeros para que atacáramos juntos, o emprendía aquella misión en solitario… La verdad es que no tuve que pensarlo mucho, jamás me había gustado eso de trabajar en equipo.

     

    - ¡Ajá! - espeté blandiendo mi fusil- ¡Herejes y traidores! ¡Hoy será el día en que recibirán el castigo divino de la iglesia!

     

    El que se encontraba más cerca era un hombre de gran tamaño (Patrick Colt), un adversario formidable y por tanto el primero que debía caer. Disparé a su pecho, el ectoplasma voló a gran velocidad hasta impactar en su pecho arrojándolo por los aires hasta caer de espalda varios metros más allá. Ahora se encontraba aturdido y desorientado, perfecto para poder robarle la energía… Me acerqué a él rápidamente y puse mi mano sobre el lugar en donde había impactado mi munición, la energía de su cuerpo fluía a través de mi mano como una corriente de aire fresco, dándome así la fuerza que tanto necesitaba.

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    Me habían matado siendo tan solo una niña, y ni siquiera siendo fantasma me dejaron disfrutar de mi existencia… Al poco tiempo de haber regresado de la muerte me metieron en aquella minúscula caja con otros cuatro fantasmas, con el tiempo tuvimos que aprender a coexistir, pero yo jamás olvidé a aquellos que me habían encerrado. Ahora más que mi libertad añoraba la venganza ¿pero porque no hacer ambas cosas? Mientras buscaba una salida podía también encargarme de hacer alguna que otra maldad, después de todo necesitaba energía para cuando consiguiéramos salir de allí.

     

    Recorriendo los pasillos finalmente opté por entrar a uno de los departamentos que se extendía a mi derecha, el mismo tenía poco movimiento pero lo suficiente para alimentarme. Al principio ninguno advirtió mi presencia, cada quien estaba en lo suyo realizando su trabajo…; pero era mejor así, mejor que no se dieran cuenta.

     

    - ¿Quién quiere jugar conmigo? - susurré con una dulce voz de niña inocente.

     

    El sujeto que se encontraba más cerca de mí dio un tremendo sobresalto al escuchar mi voz, aunque cuando alzó su mirada hacia mí la expresión de su rostro se suavizó considerablemente.

     

    - Hey ¿qué haces por aquí? ¿estas perdida? - murmuró el mago acercándose lentamente- ¡Frederic! Hazme un favor y llama a los de la División de Seres, diles que vengan cuanto antes - le espetó a su compañero, luego se giró una vez más hacia mí- Tranquila, no tengas miedo, nosotros te ayudaremos.

     

    - Yo no tengo miedo… - siseé.

     

    Mi rostro se transformó adoptando aquella horrible y espeluznante apariencia que adquiría cuando me enojaba, el muchacho cayó de espaldas al suelo y comenzó a gritar a todo pulmón. Pero suerte para mí, nadie podía gritar más fuerte que yo…

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    Luego de tantos años de estar encerrados en aquel pequeño recipiente, la esperanza de volver a ver la luz del día se había transformado en algo lejano e inalcanzable. Los días se transformaron en meses, meses en años, años en siglos…, y nosotros seguíamos allí tratando de coexistir en una caja. Habíamos llegado a aquel punto en donde nos sumimos en un sueño eterno, ya nadie hablaba, nadie se movía, tan solo había silencio y la profundidad de nuestras mentes. Tomando en cuenta esto se entenderá porque en un principio no le dimos mucha importancia a los movimientos que sentíamos del exterior, nos tomó horas hasta que reaccionamos ante los mismos y las voces amortiguadas que acompañaban dichos movimientos.

     

    Para cuando la tapa se abrió nosotros ya estábamos listos, habíamos estado escuchando en silencio y sabíamos muy bien lo que estaban planeando. Las ansias que teníamos por experimentar la libertad una vez más nos hicieron salir en tropel a los cinco juntos, irrumpimos en aquella habitación con tanta fuerza que se generó una explosión de energía que hizo caer al suelo a todo aquel que se encontraba cerca. El lugar era ahora un solo desastre, muebles tirados, papeles revueltos, y una nube de polvo que lo cubría todo; la risa de El Mosquetero retumbó con fuerza, y nos contagió a todos de aquel frenesí que nos causaba nuestra libertad.

     

    - ¡Temed, mortales! Su peor pesadilla acaba de regresar… - siseó Jack.

     

    Los que se encontraban aún en el suelo ya comenzaban a levantarse, y por fuertes que ellos fueran ya los había capturado una vez, por lo que no deseaban tentarles para que lo hicieran de nuevo. Sin perder tiempo los cinco fantasmas salieron de aquel lugar, una vez fuera se dividieron y tomaron caminos separados con el objetivo de encontrar alguna forma de escapar de aquel edificio…

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  25. Un avioncito de pergamino recorría varios pisos del Ministerio de la Magia buscando incansablemente el sitio donde debía entregar el mensaje. Se podía ver que no era un informe cualquiera, porque tenía un color más oscuro de lo normal y además las dos M que llevaba de sello eran distintas a las que se usaban en Londres.

     

    Por fin el memorándum encontró la entrada a un ascensor y allí se metió. Luego de revolotear por las cabezas de varios empleados, una voz fría anunció la llegada al departamento donde debía descender. Así lo hizo y no tuvo que recorrer las oficinas, pues más allá se encontraba la mujer a quién iba dirigido.

     

    La señorita se encontraba hablando con un hombre de aspecto rudo. Cuando los dos individuos vieron el pergamino volar, levantaron la cabeza hacia él con una mirada extraña preguntándose porque tardaba tanto en ubicar a su destinatario. Finalmente, cayó en las manos de la Sullivan.

     

    Señorita Gyvraine Sullivan:

     

    Le comunico personalmente de mi inminente llegada al país para la boda de mi gran amigo Crazy Malfoy.

    Espero su lechuza comunicandome el modo de transporte, que le agradecería si fuera rápido melor por medio de red flu. Además me gustaría que arreglase mi estadía en la Mansión Malfoy, e información sobre seguridad.

     

    Saluda atentamente:

    Alejo Gutiérrez, Ministro de la Magia.

     

     

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