Libro de la Sangre XII

[Hades Ragnarok]

El Ragnarok mantenía la vista en aquella bifurcación. Al menos aquello no era tan peligroso como cuando tuvieron que recorrer el laberinto de Dédalo y buscar al místico minotauro. Por su mente paso que debía conseguir una nueva habilidad, quizás iría pro videncia, era la unica que el faltaba para completar el siclo del fulgura nox y así poder ir al futuro, claro estaba, sabía que su tía se molestaría mucho si hacia alguna tontería como solía hacerlo, aunque claro estaba, había lugares realmente prohibidos para él y en los cuales a menos que quisiera morir o fuera realmente importante no debería pisar.

 

-espero no sea tan peligroso como aquel donde estuve la última vez –comento recordando la clase anterior- hay muchos tipos de laberintos y trampas, criaturas y cosas escondidas, he estado en mucho de ellos y aunque no quiera admitirlo en algunos sobreviví por los pelos y eso es mucho decir.

 

El cainita observo a los estudiantes que aun quedaban alli. Ladeo la cabeza y volvió a preocuparse por lo que tenía adelante. Al final cada quien habia escogido un camino así que el mago oscuro tambien hizo lo mismo, si necesitaban ayuda pues tenian los conocimientos y poderes necesarios para salir de aquel aprieto, sabía que faltaba poco para que todo aquello terminara aquellas carnadas para las criaturas escondidas debían demostrar que había aprendido algo de aquel libro y de los anteriores.

 

El terremoto no se hizo esperar y observo como aquellas rocas pesadas comenzaban a caer. Dibujo una mueca y movió la varita realizándose un salvaguarda mágica por lo que estando intangible pudo sin ningún problema pasar por aquella trampa. No se detuvo a ver qué era lo que harían los demas, siguió adelante

 

¿Qué sorpresa había más adelante?, seguro que pronto lo descubrirían.

[Mentita]

Escuchó a los lejos la voz del profesor, quien seguramente estaría aún en el inicio de la partición de caminos, pero no pudo entender lo que éste decía. Supuso que se trataba de alguna especie de consejo o algo parecido, quería creer que de eso se trataba, y sintió envidia por quienes alcanzaron a oír sus palabras. Ella, por supuesto, se había adelantado al cuarteto y se encontraba, en ese momento, a mitad de camino de un enorme pasillo, tratando de decidir si regresar sobre sus pasos o continuar hacia el final de un callejón que parecía no tener salida.

 

No tenía idea de cómo había que hacer para ejecutar de forma correcta los hechizos del libro que estaba cursando, o de si le servirían en esa situación tan peliaguda (recordemos que los muros estaban estrechando sus distancias a cada paso de la gitana). Por ejemplo, si había dejado una marca de sangre en alguien, ¿podría invocar a ese alguien para que acudiese a socorrerla? ¿Cómo era que actuaba en ese caso ese ritual? ¿Qué tan efectivo podía ser? ¿Amelie le serviría de escudo humano? Aunque,ya que lo pensaba, ¿escudo para qué? Si los muros terminaban juntándose hasta aplastarlas, no habría escudo que la salve.

 

Y así, se había pasado escasos segundos en pensar en todas sus posibilidades de supervivencia y, cuando estaba por invocar un nuevo Salvaguarda, se dio cuenta de la luz que emitía el final del pasillo. No era una luz enceguecedora, ni mucho menos, era tenue, tanto así que la Triviani apenas la pudo visualizar cuando hubo dado unos cuantos pasos más. Tenía ganas de correr hacia ese pequeño hilo de salvación que le brindaban aquellas ruinas (no tan ruinas), pero sabía que la cantidad de sus pasos podía determinar la hora de su muerte. ¿Y si se aprovechaba de su naturaleza demoníaca? ¿Qué chiste tendría? Siendo ese el caso, no necesitaría ni siquiera de clases o cursos de post-grado, ya tendría por hecho el ser una bruja todopoderosa y sabia.

 

― Yo tendría que haber ido con el otro chico, así no moría sola por lo menos... ―el tono lúgubre de su voz hizo eco adelante y atrás.

 

Un leve ronroneo hizo que Candela parara las orejas y se concentrara más en el final de ese pasadizo, y tal fue su suerte, que un temblor acompañó la tortura de seguir cavilando sobre su destino próximo. Al instante, las paredes que amenazaban con aplastar a la gitana, empezaron a partirse en distintas cantidades. Los quiebres producidos por el fenómeno, de una punta a la otra, facilitaron la tarea de la bruja de escapar de ellas.

 

― ¡Salvaguarda mágica! ―exclamó haciendo que su cuerpo se transformara en una especie de ente u holagrama, a quien pasaban o traspasaban la materia sólida; por ende, las rocas que habían empezado a caer del techo, no le hacían ni cosquillas.

 

Candela aprovechó ese lapso en el que las rocas y las paredes trataban de hacer de ella un puré, sin lograrlo, obvio, y llegó al final de la galería con la rapidez de quien se ve próximo a partir de este mundo. Y la sorpresa que se llevó a continuación la sacó de eje, La Triviani estaba de pie dentro de un enorme salón lleno de sillas de metal arrimadas a los costados. Mientras tanto, unos ojos negros y felinos, la observaban con cierto recelo. ¿Eran kneazles? Aunque lo más probable es que se tratasen de algún tipo de experimentación, por la forma y variedad que tenía.

 

― Orbis Bestiarium ―murmuró apuntando su varita hacia uno de esos felinos que, esperaba, quedasen para su control total.

Editado 25 de Marzo del 2017 por Candela Triviani

[Anthony R. Dracony M.]

si, sin proponerse lo acciono aquella trampa...movió el pie de la baldosa y entonces todo ese salón se ilumino por la gran cantidad de fuego que surgió del piso...estas llamas ascendían y amenazaban con quemar todo. La oscuridad anterior era solo un recuerdo. El mago miró sorprendido, porque era algo muy distinto a lo que se pudiera esperar...si, mucho muy distinto.

 

Sorprendentemente, aquel fuego no era solo fuego (cosa que él admiraba, pues le agrada mucho como "danzan" las llamas) eran increíbles serpientes de "fuego", primero se alzaron como si hubiesen estado bastante tiempo enroscadas en un estrecho espacio. Sus magníficos cuerpos candentes, mostraban bellas escamas de llamas naranjas, amarillas y rojas. Algunas tenían ojos de una llama azul, pero la mayoría era de ojos rojos como las brazas mismas.

 

Después serpenteaban obstruyendo el camino, le sería imposible atravesar...con admiración vio al lado izquierdo una diferente. de un vistazo estudioso, se percato que era un guiverno, era solo en libros sobre criaturas que lo reconoció, seguramente este era el más impresionante y lo tenía bastante cercano. No lo pensó más, acorto la distancia entre ellos y alzo su diestra para tocarlo con una "acalorada idea"...la criatura de fuego le escollo la palma, pero aún así lo toco y con una emoción indescriptible realizo la marca de sangre. --¡¡Obedire!!--El muchacho no cabía en si de felicidad...tenía para ese crucial momento, una magnífica criatura alada bajo su control, con regocijo uso su amuleto de la Curación y que su palma se recuperará al punto de desaparecer de su piel, la quemadura que recibió--Curación--, después llevo a cabo un útil hechizo --Salvaguarda Mágica--Convirtiendo se en intangible, pero no desaprovecho la oportunidad de "montar" al guiverno, atravesando el amplio salón hasta salir de él y ver que llegaban a un extraño lugar con unas piedras como si se tratase de un escenario de un antiguo teatro al aire libre. No descuido el tiempo, su reloj de plata era muy útil para tener presente el tiempo. Ordeno a la criatura a regresar a su salón y llevarse a las otras criaturas ígneas con él a su reposo milenario.

 

Ahora era buscar en aquella estructura, que nueva sorpresa le aguardaba.