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Rachel Ravenclaw
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El refugio Askar, una de las ultimas veces que había estado ahí fue por la fiesta de la pequeña Mikaela, la más pequeña de la familia. Recordaba la vez que nos habíamos quedado encerrados por un largo tiempo en las fosas de la familia, donde había visto las formas naturales de la mayoría de los que ahí estaban. Era extraño volver, y más con la ausencia de Rachel por su repentino viaje que a todos nos tomó de sorpresa.

 

Iba agarrada de la mano con Dennis, habíamos salido a pasear y recordé que debía buscar uno de mis libros que había dejado allá. Esperaba que Jeremy no estuviera rondando en los alrededores del refugio, no deseaba que quisiera armar algún pleito porque llevara a alguien y menos porque ese alguien fuera Dennis, su profesora en el libro que andaba cursando. Mi relación con el Askar era muy buena, a pesar del extraño pasado que ambos compartimos logramos dejarlo a un lado y seguir como hermanos, siendo algo bastante unidos. Aunque si, le había ocultado muchas cosas, como por ejemplo, nuestras hijas, eso no quitaba la gran lealtad y cariño que había entre ambos.

 

En un comportamiento algo infantil, iba moviendo ambas manos entrelazadas hacia delante y hacia atrás, mientras hablaba con la rubia de diferentes temas en general. Las conversaciones con ella siempre eran de numerosos temas, sin quedarnos casi nunca en silencio, pero cuando esto sucedía era un silencio bastante cómodo - Buscaremos mi libro y seguiremos con el paseo, solo quiero aprovechar que andamos por estos lados - Dije mientras cruzábamos la reja con la inmensa estrella en ella.

 

EL castillo y sus alrededores se encontraban iguales a la ultima vez que pisé los terrenos Askar, solo que algo más silencioso - Vamos - Dije a Dennis para caminar hasta la puerta de entrada y cruzar el umbral. Adentro estaba igual o más silencioso que afuera, los elfos no merodeaban por los pasillos y ni una mosca pasaba por ahí Bien, estamos solas>> pensé para dirigirme con ella a pasos lentos hasta la escalera.

 

- ​Iremos a la biblioteca, ahí debe de estar - Comenté mientras subíamos las escaleras. Nuestros pasos empezaron a escucharse, alertando a los elfos de que habían entrado al refugio. Nibiru a de estar rondando por ahí, esperaba no saliera asustarnos, siempre le había tenido cierta distancia.

 

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Ese día había despertado con mejor animo que de costumbre y sabía cual era la razón, había quedado con Zoella de pasear por los alrededores de Ottery para conversar un poco, un plan tranquilo y relajado teniendo en cuenta que la mayoría de las mansiones del lugar estaban rodeadas de zonas boscosas y hermosos jardines y paisajes.

 

Se preparo de forma casual, un jean algo desgastado, zapatos deportivos y una camiseta negra que hacía un contraste genial con el tono claro de su piel y su cabello rubio. El clima era inmejorable y no habían podido escoger un mejor día para dar un paseo. Se encontró con la bruja a las afueras de la mansión y después de darle un abrazo y un beso en la mejilla empezaron su trayecto.

 

Como un par de colegialas iban tomadas de la mano mientras las balanceaban adelante y atrás y reían contando anécdotas o hablando de lo ocurrido los últimos días. La verdad es que compartir tiempo con la ojigris era algo que siempre la llenaba de alegría sin importar si solo fuera caminar. Por eso cuando estaban cerca de la mansión Ragnaventus que ya tenia el gusto de conocer y la bruja le pidió que la acompañara a buscar un libro al hogar de los Askar no pudo decirle que no, cuando ponía esa mirada tierna que sabía hacer muy bien era imposible decirle que no.

 

Cruzamos la reja de entrada al refugio la cual poseía una estrella de ocho puntas en ella, mientras pisaba los terrenos no pudo evitar observar los hermoso jardines del lugar, eran una imagen preciosa a la vista, casi tanto como la imagen de la belleza que iba a su lado. Cruzaron el umbral de la puerta y nadie vino a recibirlas por lo que pensó que tal vez no habían elfos en ese lugar o tal vez los sirvientes estaban fuera a esa hora.

 

Llegaron hasta el pie de la escalera, Zoe le hablo de ir a la biblioteca a buscar el libro — No hay problema yo te sigo donde digas — le dijo para luego dibujar una enorme sonrisa, cuando empezaron a subir no pudo evitar la tentación de soltar la mano de la bruja y que iba detrás abrazar su cintura y quedar a su espalda, el movimiento fue tan repentino y de sorpresa que casi hace que se caigan lo cual hizo que empezaran a reír como un par de tontas embobadas la una con la otra. Adoraba estar con la bruja y no desaprovechaba la oportunidad para abrazarla y sentirla cerca de ella.

 

Buscarían el libro que necesitaba y luego de pronto podrían ir a tomar algo para seguir compartiendo su tiempo juntas, como era de un tiempo para acá y como sería de ahora en adelante ya que esperaba tener a la bruja en su vida mucho tiempo más.

 

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Si tu vieras, hermano. Te caerías de traste al suelo. ¡Dice que las niñas son mías! ¡Las dos! ¿Cómo puede ser? No voy a negar que sí hubo una tirada de cosas en nuestra juventud cuando aún no sabíamos del parentesco… Pero… ¡Dos niñas! Es muy fuerte para mí. Voy a empezar a competir con Rachel en lo que respecta a críos. Para ver quién de los dos llena más El Refugio de futuros delincuentes…” Jeremy sonrió mientras mojaba la pluma en el tintero.

 

Estaba en su habitación sentado en el suelo alfombrado, usando la cama matrimonial como respaldo para poder mantenerse erguido, mientras escribía en el suelo un pergamino para Callum. Su travieso hermano más chico. Quien se encontraba de viaje buscando respuestas sobre el padre de ambos, y el misterioso pasado que lo envolvía. Tenía tantas cosas nuevas que contarle sobre su paternidad recién adquirida. Aún cuando no lo admitía en voz alta.

 

-¡Jemy! -Lo interrumpió Rambaldo a los gritos. Asustando al mago que volcó la mitad del tintero sobre la hoja escrita.

 

-¡Maldición! -Gritó Jeremy tratando de limpiar con la mano el manchón de tinta que se esparcía por todo el pergamino y término fundiéndose con el material, haciendo imposible la recuperación del mismo. -¿Qué demonios quieres?

 

Rambaldo vestido como su nuevo dibujo animado muggle favorito, lo miró con los ojos muy abiertos. El miedo que le tenía a su amo era muy grande. Aunque no paraba de desafiarlo portándose muy mal. O mejor dicho, nunca en sus siete años de vida había aprendido a ser un buen elfo doméstico para su señor. Aun sentía en lo más profundo de su corazoncito, la esperanza de que Jeremy alguna vez lo aceptara como un hijo dándole los derechos que todo mago portaba desde que nacía.

 

-Llego la tía pelucas -Le susurro tapándose la boca -Esta en la biblioteca.

 

-No ves que aún no llegaba a la parte de decirle que le propondré matrimonio a Anne…-Seguía lamentándose el Askar sin escuchar prácticamente al elfo. Estaba acostumbrado a que le viniera con problemas absurdos. Desde que se apagara una vela en la sala, hasta que el reflejo del espejo le guiñaba el ojo cuando él mismo lo hacía.

 

-¡Jemy! ¡Están robando el grinoreo de la transparente! -Aulló con su fina voz rompe tímpanos el elfo, tapándose la cara horrorizado.

 

-¿Qué? -Le prestó por fin atención el mago mirándolo con fijeza - ¿Quien está robando qué?

 

-¡El grinoreo! -Respondió el elfo doblando las piernitas y poniéndose las manos en las partes bajas. Tenía ganas de hacer pipí de tanta ansiedad que estaba sufriendo - ¡Me sale el pipi! ¿Puedo ir al baño?

 

-Claro que no -Lo cortó el mago levantándose y sacudiendo la camisa a cuadros que llevaba abierta sobre una musculosa blanca. Intentaba quitar las imposibles manchas de tinta había salpicado sobre la tela. Los jeans medios rotos a la moda y unos borcegos de cuero negro se habían salvado de milagro. El mago llevaba el pelo dorado, medio largo, suelto e indomable como siempre. Sacando la varita de la cintura del pantalón donde siempre tenía por costumbre guardarla. Apunto al elfo al pecho - Dime que pasa o te haré sangrar.

 

-¡Pipi¡ ¡Me hago pis! –Llorisqueó Rambaldo mientras de sus grandes ojos violáceos brotaban lágrimas.

 

-Maldición… -Gruñó el mago esquivando al elfo para salir de la habitación. Nunca jamás encontraría la forma que sirviera de algo el inservible ser - ¿Dónde me dijiste que estaban?

 

-Bibliopisss piss -Chilló más alto.

 

El Askar salió furioso de sus aposentos. Con muchas más preguntas que certezas en su cabeza. ¿Quién osaba interrumpir su tiempo de paz? Lo mataría. “¿Y si es Rachel?” Esas palabras resonaron en su mente y encendió una chispa de esperanza en su pecho. Corrió hasta la biblioteca y apresuró más el paso al escuchar unas voces femeninas que reían a carcajadas.

 

Sus pasos se detuvieron al ver TREMENDA visión. ¿Dennis Delacour con…Zoella? El Askar borró la sonrisa de bienvenida para cambiarla por un ceño fruncido y una mirada glacial en sus ojos azules, que detuvieron su paseo en las manos de la rubia sobre la cintura de su hermana. Como si fuera algo normal de todos los días. Como si fuera a aceptarlo en el primer round. #Olvídalo

 

-Zoella… -Dijo pasando la mirada primero por una y luego por la otra - y… ¿Dennis? -Se acercó a ambas brujas mientras guardaba nuevamente la varita en la cintura de su pantalón - ¿Que hacen aquí? Pensé que podría haber vuelto Rachel o alguna de las niñas de ella.

 

Sí. No es que Jeremy fuera bueno. Pero tenía por costumbre darle ventaja a la presa antes de torturarla y luego matarla. Así podía sentirse la adrenalina del momento y el miedo de la víctima se impregnaba en la sangre, lo que hacía mucho más rico el sabor en su boca.

 

-¿Trajiste sangre fresca, hermana? -Preguntó con toda la intención del mundo, guiñándole un ojo. La cosa si se pondría interesante. ¿Acaso sabría la Delacour donde se había metido? Estaban por averiguarlo. Todos.

 

 

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El sorpresivo abrazo de Dennis me agarró totalmente desprevenida, causando que ambas perdiéramos un poco el equilibrio. Sorprendida la observé para luego empezar a reír a carcajadas junto a ella, estos pequeños momentos que entre ambas vivíamos era lo que me motivaba día a día a querer seguir conociéndola. El ultimo tiempo eran muchas las veces en las que reían por cosas tontas y hablaban por largar horas de temas tan banales para otros, pero que para nosotras siempre llegaba a ser sumamente importantes.

 

Escuché unos pasos, y mientras cesaba mi risa giré mi rostro al frente para encontrarme con los gélidos ojos azules del único Askar que podía estar en casa - Jeremy - Susurré atónita, la ultima vez que había estado con mi hermano fue en la clase de Artes Oscuras, donde después de un episodio de pánico me negué a hablar sobre el tema. Desde entonces, no había vuelto a contactarle o siquiera a acercarme a él.

 

Miré a Dennis preocupada, mientras mis pensamientos iban a mil por hora ¿Que podría decirle a mi hermano sobre el por qué la Delacour estaba en sus hogar? Nerviosa pasé mi mano por mi peluca, apartando los cabellos que molestaban en mi rostro, aún mantenía la cercanía con el cuerpo de la rubia, que mantenía sus manos firmes en mi cintura. Relamí mis labios y me decidí a contestar las preguntas del Triviani.

 

- Estábamos de paseo, y decidí aprovechar que pasamos por el frente y venir a buscar un libro que le había prestado a Racks - Contesté, alisando as arrugas invisibles de mi blusa. Sabía que tarde o temprano esto pasaría, pero esperaba que fuera lo más tarde que nunca. No era que no deseaba que fuera publico lo que estaba empezando a tener con Dennis, simplemente era que tratar esto con mis familiares era... Difícil, y más con los rumores sobre los familiares de ella. Con delicadeza, quité sus manos de mi cintura y me paré a un lado de ella, tomando su mano, sin despegar la mirada de esos orbes azules que me miraban diferente, con un pequeño atisbo de molestia.

 

- Sí, es carne fresca - Solté, volteando a ver a la bruja a mi lado - Pero ella es de las que no se comparten - Finalicé para sonreírle.

 

Sabía que esas palabras no le caerían del todo bien al mago, ¿Que clase de hermana que viene compartiendo gran parte de sus cosas con sus hermanos haría tal traición? Damas y caballeros, esa soy yo - Con tu permiso, iremos a la biblioteca a recoger lo que me pertenece, ya después nos iremos y podrás seguir en lo tuyo - Jalé de la mano a Dennis, pasando por un lado del rubio y empezar a encaminarnos a la biblioteca.

 

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Sentir el toque de Zoe era algo que de un tiempo atrás le fascinaba cuando pasaba tiempo con ella, tenerla entre sus brazos siempre era algo mágico, una sensación indescriptible que le agradaba en exceso y que sabía que a la ojigris le pasaba igual por las veces que habían estado en esa situación, tan cercanas, siempre que tenían la oportunidad estaban una en brazos de la otra, y ver la sonrisa de la bruja en cada uno de esos momento era lago que la llenaba de satisfacción.

 

Cuando casi se caen por el abrazo fue un momento bastante divertido y más al escuchar la melodiosa risa de la Triviani, era algo que disfrutaba mucho de oír. Estaba tan embelesada con la bruja entre sus brazos que no sintió los pasos de la persona que segundos después tuvieron en frente. Jeremy Askar, solo se había cruzado con el mago durante la clase que le dicto en el ateneo de la universidad en la cual se noto que ella no era de su agrado pero después de eso había tenido la dicha de no volverlo a ver.

 

Cuando pronuncio su nombre se le escuchaba un dejo tanto de sorpresa como de fastidio y teniendo en cuenta su ultimo encuentro supongo que era lo más normal que no le agradara verla en ese lugar y más porque iba con Zoe. La bruja respondí a las interrogantes del recién llegado de una manera simple y concisa pero ella había notado antes de eso la mirada preocupada de la joven al notar la presencia del Askar. Sabía que era su hermano puesto que antes de siquiera saberlo de ella el se lo había dejado muy en claro en su clase y sobre todo el hecho de que no quería que saliera con la Triviani.

 

Zoe se soltó de su agarre con suavidad y luego posándose a su lado mantuvo su mano sujeta entre la de ella. Escuchar el comentario sarcástico del mago no le hizo ninguna gracia, antes hizo que apretara el agarre en la mano de su acompañante y que se irguiera colocando una postura un tanto altiva con una mirada que le indicaba que si pretendía incomodarla o en dado caso atemorizarla eso no le iba a funcionar.

 

Cuando la Triviani le respondió mientras la miraba tuvo que contenerse para no borrar la seriedad de su rostro pero lo que quería era reírse por tan sagaz respuesta y sobre todo por el tinte pícaro que le había impreso ya que la bruja era eso, pura picardía aunque también ternura pero eso era algo que solo dejaba para ella.

 

Cuando termino de decirle lo que harían sintió el suave tirón de su mano para seguir a la bruja, no pudo evitar mirar de pies a cabeza al mago con una sonrisa un tanto de burla, al parecer si quería molestar a Zoe por estar ahí con ella al menos se estaba dando cuenta de que no seria tan fácil, además ella no le daría el gusto de irse solo porque a el no le gustara su presencia. Movió la cabeza de lado a lado de manera que le daba a entender que su juego no iba a funcionar, mientras al mismo tiempo soltaba la mano del agarre de Zoe para hacerse a su lado y posar su brazo alrededor de la cintura de la bruja y acercarla más a ella para darle un beso en la mejilla de manera un tanto posesiva.

 

La Delacour podía ser la persona más tranquila del mundo, pero también sabía jugar si era el caso, y el Askar podía empezar a estar seguro de que ella no iba a ceder tampoco.

 

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  • 4 semanas más tarde...

La voz de Zoella enterneció el corazón del rubio momentáneamente hasta que la información de sus palabras le llegó al cerebro. Unos breves segundos en los que ambas mujeres pasaron por su lado y Dennis se atrevió a mirarlo de arriba hacia abajo con burla. ¡CON BURLA! Sin embargo el mago se giró caminando a velocidad para bloquearles el paso. ¿Acaso pensaba irse así sin más? ¿Sin dar explicaciones? ¿Sin nada?

 

-Discúlpame, querida hermana. Pero me pareció oír que no querías compartir el tentempié…-Dijo sonriendo como si todo fuera un chiste, aunque la fingida alegría que no sentía, tampoco llegaban a derretir la dureza de su mirada.

 

Una voz en su interior le decía que mantuviera la calma, pero jamás había aprendido a seguir órdenes de nadie. Quito el brazo que Dennis había puesto sobre su hermana. No fue brusco, pero si fue como una advertencia para la chica. No quería que Rachel se enfadara si manchaba de sangre la alfombra marroquí en la cual estaban parados, pero tampoco es que se enteraría de aquello.

 

-No toques a mi hermana delante mío, Delacour. Quiero que sigas contaminando el aire con tu respirar -Advirtió verbalmente, mientras se daba vuelta y les daba la espalda. Caminó a paso ligero hasta las dos puertas de entrada para cerrarlas con suavidad casi sin hacer ruido. Dejándolos a los tres atrapados allí por un tiempo indeterminado.

 

Era la hora de poner las jugadas sobre la mesa para determinar quién sería el ganador de la partida. El silencio del ambiente se estaba volviendo un poco tenso. Aunque Jeremy así lo quería. Los asuntos del corazón nunca eran un tema a agradable. ¿Matthew sabia de esto? ¿A qué jugaba la italiana?

 

-¿Porque demonios no vas a compartir su sangre? ¿Acaso están en una relación? ¿Tengo que enterarme de algo más? -Le preguntó a la Triviani de repente mostrando su enojo por fin. No, no le salía espuma por la boca. Aun. Pero su mano instintivamente se había cerrado sobre la varita mágica esperando las respuestas.

 

 

 

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Sentí el tacto de la Delacorur nuevamente en mi cintura y por puro instinto pasé mi brazo por su hombro, manteniéndola aún más cerca de mi cuerpo. Sus suaves labios tocaron mi mejilla justo cuando pasamos por el lado del Askar, ¿Habrá sido esa una muestra de posesividad de su parte? Sin prestarle atención a ello dejé que lo hiciera, y con una ultima mirad seguí caminando rumbo a la biblioteca.

 

Los veloces pasos del rubio se hicieron presentes nuevamente, y su corpulento cuerpo se detuvo frente a nosotras, bloqueándonos el paso. Resoplé algo cansada - Sí, adorado hermano. Justo es fue lo que escuchaste - Afirmé, apretando el agarré sobre la bruja. La siguiente acción del base causo que una llamarada se encendiera en mi interior - No te atrevas a volver a colocarle una mano encima ¿Entendiste? - Amenacé, golpeando su brazo y parándome frente a él, desafiándolo con la mirada - Podrás ser mi hermano mayor y todo lo que quieras, pero con ella no te metas - De una, llevé mi mano a mi bolsillo, donde guardaba mi varita. No deseaba irme a los golpes o algo con él.

 

El Askar se alejó, para cerrar la puerta de entrada. Y tomé ese momento para jalar a la bruja hasta la biblioteca. ¿Quien se creía él? No era su decisión lo que fuera que estuviera teniendo con la Rambaldi. Giré mi rostro para ver al rubio, que había soltado unas repentinas preguntas que me hicieron detener el paso.

 

En su voz podía escuchar la rabia, frustración. Me dolía tener que ocultarle las cosas, tener que mentir vilmente ante él. Resoplé, dejando caer mis hombros, y mirándole fijamente a los ojos le solté - Ella y yo - Empecé, para darle una pequeña mirada a los orbes oceánicos de la mujer a mi costado - Estamos saliendo - Solté, para dirigir mi mirada al Askar - Y ni tu, ni nadie va a impedir que sigamos con esto. Es mi vida, y no necesito la aprobación de más nadie que de ella - Solté, sintiendo cierta adrenalina recorrer cada parte de mi cuerpo.

 

- Repito, si no te importa debo buscar algo que es mio. Luego nos iremos de aquí - Seguí rumbo a donde iba desde un principio. Esperando que el rubio parara con todo esto, antes de soltar algo que Dennis no debiera saber, al menos no por ahora.

 

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La conversación en ese lugar se había tornado un tanto extraña a decir verdad para la rubia, pero si algo le había enseñado su tiempo en el cuartel de aurores era a no demostrar duda o confusión en algunas situaciones ya que eso reflejaba desventaja contra el adversario. Entonces colocando su expresión más tranquila y relajada escuchó la conversación entre los hermanos, queriendo saber porque rayos hablaban de compartir su sangre, bien había escuchado que el Askar estaba un poco loco pero bueno, si quería comer algo fuera de lo común que se fuera al callejón Diagon que de seguro encontraba algo.

 

Zoe le dijo lo que necesitaba y siguieron su camino manteniendo una gran cercanía, cosa que siempre le agradaba porque tener a la bruja cerca y sentir su dulce aroma era algo que adoraba. Mantuvo la calma cuando el Askar quitó su brazo de la Triviani y colocando su mano libre sobre el brazo del mago le dedicó una mirada que bien podía darle a entender que más le valía no buscarse problemas. Pero a su vez ese movimiento le sirvió para dejar una marca de sangre del tamaño de su mano con la forma de un zorro, algo que pasaría inadvertido al rubio pero que para ella sería bastante divertido. <Escucha lo que tenga que decir Zoe y luego vete al jardín a cortar flores para tu cabello> fue la orden que mentalmente le dio al mago que ahora estaba bajo su dominio por algunos minutos.

 

— Yo la toco cuando quiera ya que a ella no le molesta en absoluto — fue lo único que le dedicó al Askar. Los ánimos se habían caldeado y Zoe estaba bastante molesta por el trato que el mago le había dado, pero fue realmente satisfactorio escuchar a la Triviani defenderla y defender lo que hasta ahora tenían. Después de que la bruja habló no pudo evitar tomar su rostro entre sus manos y darle un pequeño beso por esas palabras que había dado en defensa de su relación, luego tomando su mano siguieron hacia la biblioteca. Además era hora que el Askar de fuera a buscar florecitas para decorarse así mismo, al menos así las dejaría tranquilas un rato.

 

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  • 1 mes más tarde...

El golpe de Zoella al brazo del Askar le hizo dirigir la mirada dura hacia ella. Aunque no duró mucho. Algo extraño paso por la mente del vampiro que hasta sonrió escuchando las palabras que se decían. Ni llego a entender bien el significado de ellas porque de repente le habían agarrado ganas de ir a buscar flores. (WTF) Era como una necesidad imperiosa mucho más brutal que el de buscar sangre.

 

-En seguida vuelvo, hermana. No te vayas, por favor -Dijo como si estuviera todo bien. Duraría poco, pero el encantamiento estaba en pleno proceso.

 

El Askar se giró yendo hacia la puerta que minutos antes había cerrado para que nadie pudiera escapar de la biblioteca. Esta vez la abrió para dirigirse a los jardines flotantes de la mezquita. Llenó sus pulmones con el perfume de las flores sintiendo en cada partícula de su piel una pequeña molestia que no sabía de dónde venía. ¿Eso era lo que quería? ¿Juntar flores?

 

Se arrodillo en un cantero de Acacias amarillas, empezando el lento proceso de sacarlas con cuidado de su maceta para empezar a formar una especie de corona con sus tallos. Las manos del vampiro eran eficientes en la tarea, ya que estaba acostumbrado a manejar plantas por su negocio ilegal con ellas. Terminando la corona, se la colocó sobre los cabellos dorados y se sintió en paz consigo mismo.

 

Frunció la ceja cuando el impulso desapareció por completo. “¡Malditas brujas!” pensó enfurecido corriendo para volver a encontrar a las brujas. Su mano instintivamente había sacado la varita guardada. Ahora si se las verían con él. “Ni siquiera Nibiru podrá ayudarlas” sonrió con la mente llena de escenas de venganza.

 

-¡Zoella! ¡Dennis! ¿Se atreven a usar magia en mi contra? -Rugió mientras sus colmillos descendían con hambre. Las pupilas de sus ojos se dilataron cubriendo todo el iris de color con negro. Los sentidos empezaban a afinarse y la rabia crecía dentro de su pecho.

 

 

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  • 2 semanas más tarde...

La situación me estaba desesperando, el mal genio comenzaba a querer apoderarse de mi cuerpo, incitando a mi lado vampírico aparecer en cualquier momento. Mantuve mi mano libre cerca de mi varita, de manera preventiva por si llegaba a tener que necesitarla. Pero aflojé mi postura al ver un extraño desespero en el Askar por ir a buscar yo no se qué y sólo pude reírme, cuando partió a quien sabe donde me giré para quedar de frente a Dennis y tomar su rostro, besándola cortamente y acariciando sus mejillas.

 

- Siento el comportamiento de mi hermano - Me quedé cerca de su cuerpo, apenas susurrándole - Tomaré rápido el libro y nos iremos cuanto antes - ME separé luego de darle un pequeño beso en la frente y dirigirme hasta una de las repisas donde pude detectar mi amado libro. Lo abrí, hojeándolo un poco y lo cerré, guardándolo en mi monedero de piel de moke que descansaba en mi bolsillo. Con pasos calmados regresé a un lado de la Delacour, tomé su mano y nos encaminé hacia los pasillos del castillo.

 

- Ahora, te llevaré a un par... - No pude completar lo que iba a decir debido a la estruendosa interrupción del mago que se encontraba algo bastante alterado. Una estruendosa carcajada salió de mis labios al identificar aquello que llevaba decorando sus doradas hebras de cabello, una corona de flores que no le hacía lucir mal - Hermano, espero me hagas una corona como la tuya algún día - Y me seguí riendo, sin poder aguantar las carcajadas involuntarias que me producía.

 

Me calmé de golpe al ver como poco a poco iba transformándose en vampiro, sacando sus colmillos a relucir. Saqué mi varita y me paré frente a la ojiazul, protegiéndola de los nulos ataques hasta ahora - A ver, nadie ha usado magia alguna sobre tu cuerpo - Contesté, manteniendo la serenidad en mi voz - Y si en tal caso llegara a usarla, te ordenaría que te tiraras de un barranco no que te pusieras flores en tus cabellos - Escupí, apretando mi varita en mano.Preparada para contra atacar si era necesario.

 

Poco a poco, al igual que el sentía como la rabia iba creciendo en mi interior queriendo apoderarse de mis instintos y amenazando con mostrar mi verdadera naturaleza.

 

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