*El Refugio Askar* (MM: B 111055)

[Dennis Delacour]

Se encontraban en la biblioteca de la Askar después de que el presumido del rubio que les había causado tanto lío cuando llegaron las hubiera dejado en paz por el desespero de ir hacía el jardín. No pudo evitar sonreír al imaginar lo lindo y tierno que se vería recolectando flores y colocándolas en el cabello, definitivamente algo que le haría bien para dejar de verse tan pesado.

 

Sintió el beso de la ojigris y la abrazó durante aquel momento, escuchó su disculpa por la actitud de su hermano — No te preocupes hermosa, se que puede haber gente insufrible a veces — dijo para darle un beso más antes de que se separara para buscar el libro por el cual habían ido en primer lugar. Cuando lo encontró procedió a guardarlo en su bolso para luego tomar su mano y salir de aquella habitación y poder marcharse.

 

No pudo evitar reír ante las carcajadas de Zoe en cuanto vio a su hermano como una linda florecita de la pradera, eso era mejor de lo que había esperado, el mago estaba bastante molesto y no dudo en mostrar sus colmillos haciendo que la bruja se pusiera delante de ella como protección. Cuando dijo lo de que nadie había usado magia en el no pudo evitar la sonrisa burlona que se dibujó en su rostro.

 

Viendo a Zoe algo alterada decidió rodearla con su brazo y ubicarse junto a ella para susurrarle algo a su oído — creo que yo tengo algo que ver con eso, pero no te preocupes amor yo puedo manejar la situación. Calma — dijo para darle un beso en su mejilla con intención de apaciguar un poco a la Triviani, no quería que saliera lastimada.

 

Se dirigió entonces al rubio — Si he sido yo, y espero que no haya ningún problema con eso, porque la verdad no te conviene meterte en una pelea conmigo. No soy tan fragil como parece — dijo con un tono de seriedad en su voz manteniendo rodeada por su brazo a Zoe y en la otra mano su varita lista ante cualquier cosa — Es mejor que te calmes y lleves las cosas en paz por tu bien — terminó diciendo con un brillo en su mirada que solo indicaba que si insistía en buscar líos o lastimar a Zoe no saldría bien librado. Dio otro beso en la mejilla de la Triviani mientras esperaba por la respuesta del mago.

 

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[Jeremy Triviani]

La rabia hacía que el vampiro viera todo de rojo. Un color bastante particular que le provocaba más hambre de la normal. Las palabras de Zoella frente a él protegiendo a Dennis le resultaban casi cómicas. ¿Acaso podía pensar un segundo que no se vengaría de aquello? No había razones para que utilizaran magia contra él… bueno si las había, pero no esperaba que la usaran como primera elección.

 

-¿Esperas que me quede parado y deje que utilicen magia contra mi persona en mi propia casa? -Le rebatió a los gritos a su hermana.

 

No quería alterarse más de lo que estaba, pero escuchar las palabras de la Delacour casi lo catapultan al lado más primitivo de su condición. Aquella mujer osaba desafiarlo abiertamente como si destruirlo fuera lo más fácil del mundo. Menuda sorpresa se iba a llevar con eso.

 

-El secreto de tu hechizo debería haber muerto contigo, Delacour. ¿Cómo esperas que tome tu atrevimiento? -Los ojos le relampagueaban de furia, mientras pasaba su mirada de una mujer a la otra. Ambas tenían sus varitas preparadas, tanto como él la suya propia. No conocía el estado de duelo de Dennis, pero sí el de Zoella, lo que constituía una pequeña ventaja.

 

Lo peor para el Askar era darse cuenta que su propia hermana estaba del lado del frente. Dispuesta a contraatacar, cuando estaba tan acostumbrado a tenerla como su partener en muchas de sus locuras. Le haría pagar aquella pequeña traición con sangre. La unión de ambos vampiros era por aquel medio y por aquel medio debería de ser ajusticiado.

 

-Fíjate con quien vas a liarte, hermana. Puede que tengas que replanteártelo -Dijo con voz ronca y amenazante.

 

 

@ @@Dennis Delacour

[racks1804]

Racks estaba parado en medio de la nada, no importa hacia qué dirección volteara, lo único que lograba ver era oscuridad. Primero empezó a dar una paso tras otro, en un intento de encontrar algo, fuese lo que fuese. Tras no mucho de haber caminado vio a la distancia una cabellera rubia que reconocía bien, era Alessandra, tenía un aspecto muy feliz, materno, tal como lo recordaba. Feliz de verla, unas cuantas lágrimas brotaron de sus ojos y aceleró el paso, intentando alcanzarla. Justo antes de que la lograra abrazar, se desvaneció, apareciendo más lejos, esta vez con una mirada de odio, y dándole la espalda.

 

Tras ella, aparecieron personas que lograba reconocer, misteriosamente, a todas las reconocía. Entre ellas, estaban Kamra, sus tías, antiguas compañeras de clase, ex compañeros de bando. Todos con la misma expresión que la rubia. Empezaron a escucharse susurros que cada vez se sonaba más fuerte, hasta el punto de aturdir. Vete. Te odio. No sirves. Desaparece- Eran las palabras que lograba escuchar entre la multitud.

 

El peliblanco empezó a caminar lentamente hacia donde estaban todos, y cada vez que se acercaba a ellos, estos aparecían cada vez más lejos, hasta que no pudo seguir caminando y cayó al piso arrodillado mientras les gritaba -¡No! ¡No se vayan! No me dejen solo... No quiero estar nuevamente solo... ¡No quiero quedarme solo nunca más!-.

 

Tras esto, el Askar se levanta rápidamente de la cama jadeando y sudado, con suerte fue una pesadilla. El sol que entraba por la ventana de su habitación daba directamente hacia sus ojos haciendo que este entendiera que ya estaba finalmente de regreso a la vida, pero ¿Cómo llegó a su habitación en la Askar?.

 

Se levantó de la cama y se dirigió hacia el baño para darse una ducha a intentar relajarse. Después de un largo tiempo, salió y se vistió con un jean negro, un suéter blanco con líneas horizontales de color negro, y unos converse. Salió de su habitación y bajó hacia la cocina.

 

Los pasillos estaban solos, nunca se había fijado en lo grande que era ese lugar y lo poco habitado que estaba, aún así seguía siendo un lugar confortable para él. Llegado a la cocina, revisó el refrigerador, misteriosamente había comida, y en buen estado, agarró una bebida achocolatada y un pedazo de pan. La verdad no tenía ganas de comer mucho, y menos querer cocinar algo.

 

Terminado de ingerir el último trago de chocolate y la última migaja de pan, se dirigió hacia las puertas del refugio. Si nadie estaba por allí ¿Cómo era que el jardín estaba completamente verde? ¿Por los elfos de Rachel que cuidaban el refugio? Puede ser eso, a esas cosas es que normalmente se dedicaban los elfos domésticos. Al abrir una de las puertas, se encontró con Zoella del otro lado.

 

¡Zoe!- Dijo Racks con un tono un poco alto y con una expresión un tanto triste, se acercó hacia ella y la abrazó mientras intentaba esconder su rostro lloroso.- Tú... ¿Me odias?-

 

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