Prueba de Oclumancia #11

[Aailyah Sauda]

Lo había conseguido. Aquel simple pensamiento hizo que Sauda soltara el aire que, de golpe, había mantenido en sus pulmones durante un rato, no sabía determinar cuánto. Mei había conseguido superar la prueba del Portal y ahora, mientras lo comprendía y la magia de éste actuaba para devolverla a su lado, su maestra asentía lentamente sonriendo, aún con los ojos cerrados.

 

Su anillo de habilidad bullía de energía en su mano, como si se alegrara de tener un nuevo vínculo con aquella nueva aprendiz. «No, ahora ya no es aprendiz. Ahora es una oclumante en toda regla», se corrigió la arcana a sí misma, satisfecha con aquello.

 

Esperó a que Mei apareciera a su lado. En cuanto lo hizo, la miró con orgullo a los ojos y asintió en su dirección.

 

— Mi enhorabuena, joven oclumante. Has conseguido superar la prueba y eres... —señaló el anillo de su mano, que se había fusionado con los que ya tenía— lo que venías buscando ser. Permíteme una última cosa, querida, antes de que nos separemos.

 

Dicho aquello, mientras mantenía una mano en su vara de cristal, un poco más alta que ella y de color rojizo, elevó la otra para apoyarla en el hombro de la Delacour. La magia fluyó entre ambas de modo que el cansancio de Mei desapareciera casi por completo, era lo menos que podía hacer por ella. Hecho aquello, hizo descender la mano y la apoyó en la vara de cristal también, adoptando una postura que dejaba entrever lo anciana que era a pesar de su aspecto juvenil, producto de su magia.

 

— Usa tu nuevo poder con sabiduría, Mei. El control de la mente es lo más grande y poderoso que puede tener un mago. La varita es solo un medio, recuerda, la magia está en nuestro interior. Y ese interior... se protege con lo que has aprendido conmigo —le dijo. Luego le señaló la salida de la pirámide—. Ve, querida, no quiero entretenerte más. Y sobre todo... protege tu mente, jovencita. Espero volver a verte algún día.

 

No le dijo más, no había nada pendiente. Con aquellas últimas palabras, Sauda se esfumó en el aire y desapareció del interior de la pirámide para esperar a los nuevos magos que se atreviesen a introducirse en los misterios de la Oclumancia.