Giro del Destino

[Anthony R. Dracony M.]

A su mente vinieron dos personas y su respectivas palabras:

 

Su madrina Valkyria le hablaba con esa ternura que guardaba para él: "Todo cuanto nos ocurre, es una enseñanza, aunque sea un error o un fracaso, de todo procura obtener algo positivo"

 

También del guerrero Uzza Badrú escucho sus sabias palabras, algo que le sorprendió pero escucho pensando que anticipaban un mal que se posaba sobre él: "ten cuidado, es posible que seas de los primeros en caer si no conoces a fondo los conjuros que tienes a tu disposición".

 

Esto fatidicamente era verdad, era un hecho que cometió un gran error, ya que su varita no muto como él vio que le ocurría a la de su profesor Badru...estaba en un gran peligro...apareció en escena un poltergeist y tras meterse con el viejo, levito sobre el anciano riendo de su rival o de ambos, no estaba seguro.

 

El poltergeist se veía animado, que yo recordaba no era una compañía agradable, comenzó a molestar al anciano, trato de jalarle el cabello y volando a su alrededor le jalaba el atuendo riendo con sus maldades hacia él, eso le puso furioso, ya que el anciano ya estaba enojado, muy enojado y la conducta traviesa del poltergeist, seguro lo ponía más irritable.

 

Es un ser latoso que a nadie alegra ver, en medio de su risa el anciano pronuncia un hechizo letal, de inmediato el ojimiel siente la angustia de la falta de aire, piensa el hechizo que le puede salvar la vida: Anapneo...sin embargo está vez no siente el alivio de despejar sus vías respiratorias, abre más los ojos alarmado: Episkey ...volvió a pensar en el hechizo salvador sintiendo esta vez algo más de alivio, aunque al parecer no se ha librado completamente de él...

 

Peeves reía y fue a tomar de algún lado lodo que traía en un cubo y comenzó a arrojar el lodo sobre los combatientes, una broma sucia, lo sabemos, pero le daba mucha risa ejecutarla y el ojimiel se preguntaba cuanto tiempo estaría ese poltergeist, él toco su anillo de Salvaguarda de Miradas indiscretas, si no le veía, no podría ser el blanco de sus bromas.

[Anne Gaunt M.]

Lo había conseguido, había tomado ventaja en el duelo. Al menos de forma parcial. Lo único que le estorbaba verdaderamente era el maldito poltergeist, que no hacía más que intentar agarrarle el pelo y la túnica. Anne, en su versión de anciano, estaba a punto de ignorar a Antoni para poder intentar matar a aquella molesta criatura.

 

Pero sabía que no debía hacerlo, tenía otras cosas más importantes en aquel momento... como derrotar al Tonks, que en ese momento estaba despejando sus vías respiratorias mediante un anapneo. Era el primer paso para la sanación total, por supuesto, pero el anciano no iba a permitir que se sanase tan rápidamente de todo. Antes de que pudiera volver a curarse, o atacarle, la Anne-anciano alzó su vara de cristal en dirección al muchacho que tenía enfrente. Debía darle el golpe final en cuanto le fuese posible.

 

— ¡Sectusempra!

 

El rayo fue inmediato porque, lanzado con la vara de cristal, se había convertido en un efecto que impactó de lleno en el Tonks. Profundas heridas sangrantes aparecieron en su piel sin que éste pudiera evitarlo y, para cuando usó un episkey para curarse parcialmente el anterior cinaede, ya tenía varios surcos abiertos en la piel de los que manaba sangre sin parar. Sí, Antoni estaba en un serio problema.

 

— ¡Ay, viejo, eres muy "malejo"! —gritó Peeves desde el aire moviendo las manos de forma exagerada—. Así nunca tendrás amigos, ¿sabes? Y todos se van a turnar para cortarte la cabeza y dársela de comer a las aves. ¡Jaaaaaaaaaaaaaaaaa!

 

Anne-versión anciano no dijo nada al respecto. Sentía la vara de cristal vibrando en su mano, posiblemente porque su superficie era mayor que la de la varita y podía notar la magia recorriendo su interior. O quizás se lo estaba imaginando, no podía saberlo con seguridad. Lo que sí sabía es que ahora el Tonks necesitaba muchas curaciones... ¿podría con todas?

 

Y además, ella no iba a desaprovechar su segunda acción, por supuesto. Con la vara de cristal aferrada en su huesuda mano e ignorando a Peeves, que le hacía burlas desde la espalda pero sin rozarle. Posiblemente temía que volviera su poder contra él mismo.

 

— Expelliarmus —pronunció con voz rasposa el anciano. El rayo rojo salió de la vara de cristal y voló a toda velocidad hacia Antoni. Si le alcanzaba, lo golpearía y le haría perder la varita, que caería a unos tres metros y medio de distancia. Irremediablemente le dejaría en desventaja y, al final, perdería unos preciosos segundos para recuperarla.

 

 

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[Anthony R. Dracony M.]

Esta ocasión no vio a personas en su mente cuando la falta de aire le afectaba por ese hechizo, solo notó que continuaba en peligro más aún cuando a gran velocidad que nunca había visto antes, recibió cortes sangrantes en su cuerpo...la velocidad de aquella vara de cristal si que es de sorprender. Toco su topacio amarillo que comenzó a brillar, era una suerte no haber olvidado ninguno de sus amuletos, comenzando a sentir los estragos de la perdida de sangre, pensó en Curación, esto para curar las heridas que cortaron su piel y después el episkey fue el medio que ocupo antes para liberar sus vías respiratorias al notar que el Anapeo utilizado no fue suficiente...necesitaba estar mejor para seguir luchando.

 

 

El rival lo tenía contra las "cuerdas" de aquel enfrentamiento, necesitaba tiempo así que lo mejor era mantenerse a resguardo al menos unos minutos, uso su varita que al ser su medio de defensa, tenía bien afianzada a su mano y recordando su fracaso con Badrú al intentar usar el hechizo Forticum, tiro de su capa negra para cubrir su brazo izquierdo como una pequeña bandera y la hizo transformar con un sencillo hechizo que recordó en tan desesperada situación: -- Duro! --La capa se vuelve piedra y en ella da el rayo que el anciano manda sobre él, la fuerza hace partirse la capa al dar de lleno sobre ella, pero al menos tiene su varita con él y sus demás pertenencias.

[Shena Cindy de Ryvak M.]

Una angustia sentía en forma de nudo en mi garganta que me hace tener falta de aire y la incapacidad de hablar.

 

Desconocía el paradero de mi amado esposo, el ojimiel tiene semanas que suele salir sin mencionar que hará o a donde irá, algo que es mucho muy preocupante porque antes todo nos decíamos, fue un tiempo sin secretos, lo que por ahora todo se complica al existir entre los dos, secretos que amenazan destruir la confianza.

 

Hubo necesidad de utilizar la conexión invisible entre ellos, sólo con ella fue capaz de encontrar al peliverde, pero no podía hacer nada para ayudarle. El mago tiene un enfrentamiento mágico y es sabido por la castaña que sólo puede ser observadora en el duelo.

 

Se cubre la boca con ambas manos, callando lo que desea gritar, las lágrimas surcan sus mejillas y aguarda el desenlace del duelo.