Libro de La Fortaleza XXVII

[Dennis Delacour]

La rubia observaba desde su posición todo lo que ocurría en el lugar, realmente estaba disfrutando de aquella clase un tanto fuera de lo común. La verdad es que tenía sus resguardos con el número de estudiantes que debía guiar dado que hacer que un grupo numeroso se lleve bien y trabaje junto suele ser algo complicado pero al menos este no parecía ser el caso.

 

Sus pupilos se habían desempeñado de la mejor manera posible hasta el momento, lo más importante es que estaban bien y no debía dejar la clase a medias por tener que salir de urgencia a llevar a alguno de ellos para que no muriera, es más creo que hasta las criaturas se estaban divirtiendo. De tanto en cuando mantenía su mirada en la Triviani vigilando que en medio de sus locuras no saliera lastimada de gravedad, así como en su sobrina Mia porque si algo le pasaba su madre mínimo querría matar a la ojiazul.

 

La mayoría de cocodrilos habían salido huyendo al ver a las serpientes y solo quedaba uno que otro que prácticamente ya se hallaban bajo el dominio de aquellos magos y brujas. Una de las serpientes venía en su dirección nuevamente por lo que pensó —Salvaguarda mágica — y esta se enfureció más al atravesarla y no causarle daño alguno. Apuntó su varita en dirección de la criatura y dijo — Petrificus totalus — y aquella serpiente quedo inmovilizada en el acto.

 

Era hora de continuar su camino, no podían quedarse en ese sitio todo el tiempo. — Creo que se han divertido lo suficiente aquí, continuamos — dijo indicándoles un estrecho sendero en medio del pantano, sería mejor que tuvieran cuidado donde pisaban, aquel lugar había sido el escondite perfecto de cierto grupo de magos adoradores de las artes oscuras y por lo tanto habían hecho de ese lugar un refugio lleno de trampas de todo tipo así que era mejor que estuvieran muy alertas. Hasta el momento se habían defendido bien así que contaba con que continuaran de esa manera.

 

Se giro un momento para ver que la siguieran y le dedico una mirada a un par de ojos grises entre el grupo, solo esperaba que saliera ilesa de allí, que todos lo hicieran. Sonrió al ver la alegría de la bruja en esas circunstancias, si que era un caso aparte, pero muy especial. Si sus estudiantes seguían así de hábiles no dudaría que dentro de poco tiempo estuvieran en su prueba.

[Jock]

Cuando Dennis avisó a los estudiantes que la clase debía continuar en otro lugar, el patriarca de los Black Lestrange volvió a pensar en un «Orbis Bestiarum» que hizo que un anillo brillante aunque translúcido rodease a la serpiente gigante.

—Vete. —siseó Jocker, procurando dar más y mejores instrucciones mentales al animal que volvía a estar a su total disposición para hacer y deshacer.

El día avanzaba y el patriarca de los Black Lestrange se preguntaba si faltaba mucho para pasar a la parte final en donde tendría que batirse a duelo contra alguno de sus compañeros. Sabía perfectamente en qué había fallado en aquella oportunidad y no volvería a caer en los mismos errores.

«¿Hacia dónde nos llevará ahora?» se preguntó Jocker cuando llevaba algunos metros siguiendo a Dennis por el sendero, sin percatarse que en ese mismo instante activaba una trampa que hizo que un ruido como la de un grito se escuchara en todo el pantano.

Automáticamente Jocker tomó su varita y se puso en guarda. Y es que un tronco gigante apareció literalmente de la nada en un costado y salió a toda velocidad contra el grupo de magos y brujas.

«Salvaguarda mágica» no tardó en pensar Jocker, que además, miró con cara de pocos amigos a Dennis.

Sin duda alguna esa chica tenía un alma muy retorcida.