Navidad, navidad, hoy no es navidad (8)

[Deax Black Lestrange]

Deax Black Lestrange

 

La tarde estaba terminando y las luces de la ciudad estaban empezando a brillar, a la vez que la luz del cielo se apagaba. La grama que adornaba el suelo del jardín de la Mansión de los Black Lestrange estaba fresca y húmeda; los árboles cubiertos de hojas de color verde brillante danzaban al ritmo del viento que las rozaba. De las paredes exteriores de la casona colgaban adornos navideños de diferentes formas, campanillas, bastones, arbolitos, esferas y más, que no pasaban de más de 10 centímetros de tamaño. También, como detalles, colgaban varias serpentinas hechas de pino, alargadas a dos metros cada una e iluminadas con luces intermitentes que cambiaban de colores al son de un villancico que, luego de tanto haberlo escuchado, se tornaba desesperante y fastidioso.

 

El castaño se encontraba parado al extremo izquierdo del jardín; parte de su cabello bailaba con el viento, por lo menos había podido acomodarlo un poco debajo de un gorrito navideño de color rojo. No quería desentonar con la época por lo que combinó el gorro con su ropa, pantalón y camisa a manga larga, ambos de color negro y zapatillas de color rojo.

 

Estaba parado firmemente y con la espalda erguida, sosteniendo fuertemente la varita en su mano derecha. Sonreía con simpatía a la chica que tenía a tres metros de distancia y, con quien ahora, estaba a punto de iniciar un amistoso duelo –Me alegra que hagamos esto. Solo espero que todo termine bien… para mí –Soltó una pequeña carcajada. Sabía que la chica era muy buena en la materia pero eso no hacía que él se sintiera poco confiado. Al contrario, hacía que el pusiera más de sí para mantener una buena lucha.

 

Sonrió por última vez con un poco de picardía en sus ojos. Levantó su varita, apuntando directamente a la mano de la bruja –¡Expelliarmus! –soltó y, enseguida, de la punta de la varilla de madera se formaron chispas brillantes y rojizas, que pronto se transformaron en rayos que viajaban con rapidez y potencia a la varita de Morrighan.

[Morrighan McKenna]

- Siento la tardanza - comentó a paso apurado una vez que llegó a la mansión Black Lestrange. En el bosque de álamos tan característico de ese hogar de Ottery era donde habían quedado en encontrarse. ¿Sabría aquel mago su afición por los bosques o habría sido coincidencia? En seguida después de plantearse ese interrogante concluyó en que los bosques eran el lugar favorito de muchas personas, quizás él también sintiera atracción por ellos. O quizás era demasiado vago como para pensar en moverse de su hogar.

 

El jóven amable como siempre la recibió, a lo que Morrighan se limitó a contestar con una sonrisa fugaz. También le alegraba tener un duelo, siempre le alegraba, pero al momento de iniciarlo las palabras simplemente se escabullían de su cerebro y en lo único que podía pensar era en cómo sacar provecho de la situación. Lo primero que miraba siempre era la vestimenta. Sus atuendos eran bastante similares, remera negra, pantalón largo y zapatillas. Lo único que variaba era un curioso gorrito navideño que adornaba la cabeza de Deax, a tono con toda la decoración del lugar. Era llamativa su elección, pero no desentonaba. Al fin y al cabo, los magos eran reconocidos por su poco sentido de la moda.

 

Luego de la vestimenta y el saludo, siempre le seguía el entorno. Ya Morrighan comenzaba a hacerse una rutina y cada vez más automáticas eran sus precauciones, esas que un tiempo atrás tuviera que repasar mentalmente cual lista de mandados. Luces, serpentinas, bastones y adornos varios delataban el gran espíritu navideño de la familia. Bastones rojos y blancos un poco más altos que la bruja señalaban el sendero a seguir y por el claro que había elegido su contrincante también habían algunas estatuas hechas de madera, conmemorando a personas que ella no conocía, pero suponía que representaban algo para la familia en esa época. Todo eso estaba iluminado por luces parpadeantes de colores tan espléndidas que opacaban la puesta del sol.

 

- Morphos - le hubiera gustado decir que había invocado una criatura del mismísimo infierno, pero la verdad es que el tamaño del oso dejaba bastante que desear. Tampoco era un enano, su presencia intimidaría a cualquiera, pero si el bastón que había usado como base hubiera sido un poco más grande, seguro se habría lucido un poco más con su truco. Tenía aspecto de ser un jóven aún, de aproximadamente dos años y mirada iluminada. El animal corrió en cuatro patas, interponiéndose en el camino del rayo que iba dirigido al brazo de Morrighan sin siquiera notar el impacto "Bastante resistente resultó el pequeño". El objetivo final, como le había indicado su creadora, eran las muñecas de Deax. Le hubiera gustado que fuera directamente al cuello, pero dudaba que su estatura se lo permitiera, así que optó por dos heridas provocadas por sus filosos dientes que le requerirían al mago un par de episkeys antes de continuar con la batalla.

 

- Desmaius - dijo por último. No estaba segura cuáles eran las habilidades de su compañero, de manera que no quería comenzar el duelo de manera demasiado violenta. Su primer comentario le había creado la ilusión de que él la consideraba a ella más hábil de lo que él era, pero como ya había comprobado, los magos de Ottery tendían a sobrevalorarla. Supuso que Deax podría lidiar perfectamente con sus ataques, pero una entrada tranquila también le permitía evaluar la reacción de su compañero, y en el mejor de los casos lograr que haga sus mejores jugadas al comienzo. Por ahora el mago sólo tendría que lidiar con un desmayo en caso de que no se protegiera del rayo celeste que ya viajaba en dirección a él.