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La isla de los S. Oscuros


Juliens
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La Torre Oscura se levantaba imponente coronando y canalizando toda la magia oscura y perversa que gobernaba aquella isla nórdica perdida. Su composición era extraña inclusive para Bastian que llevaba meses estudiándola. Era un tira y afloja, enviando parte de su propia esencia a la estructura con la finalidad de que esta se acostumbrara a su presencia. Cada día le permitía acercarse más, cada día lo consideraba más parte de la isla que del mundo exterior.

 

> murmuró una voz en su interior. Era él mismo tratando de entrar en razón, intentado que aquella isla no lo asimilara. Obviamente la ignoró por completo, pronto él y su madre someterían el poder de aquel espacio geográfico. Ella era mucho más fuerte, había pisado Avalón y pudo liberarse del poder de la luz que aquella mitológica isla contenía.

 

—¿Qué es lo que haces aquí? —preguntó el mago sin voltear, aún con la mirada perdida en la agrietada torre —Si crees que tu bondad te permitirá sobrevivir a la fuerza de aquella torre estás equivocado. Te consumirá como lo está haciendo conmigo. La diferencia es que seguramente a ti te rechazará ¿Encontrará la suficiente oscuridad para que te considere digno?

 

Finalmente volteó. La varita se encontraba ya en su mano, firme. Aquel bastón en donde su arma solía esconderse se encogió y pasó a formar parte de la empuñadura. Hacía tanto tiempo que no se preparaba para una batalla de ese tipo, hacía tanto tiempo que seguramente iba a morir a manos del extraño.

 

No pude identificar su rostro pues había algún tipo de magia que ocultaba sus facciones. No le importaba quien fuera, se presentó sin anunciarse y eso lo puso en alerta. Cerró los ojos en busca de todos sus saberes. Un solo minuto. Su intención era probar las habilidades de su rival y de ser posible destruirlo.

 

—Me gustaría saber como es que lograste seguirme...

 

Agitó la varita dibujando una elegante floritura en el aire.

 

—Morphos —dijo sin expresión alguna en su voz.

 

Los magos estaban a una distancia razonable. Muy cerca en realidad, de tal forma que sus hechizos serían siempre efectivos; no iban a fallar si los aplicaba de forma correcta. El sitio estaba infestado de rocas y árboles muertos de todo tamaño. De una de las rocas más grandes transmutó un tigre de bengala blanco de tamaño normal del macho de la especie. Con garras y mandíbula lo suficientemente fuertes para destruir a una persona y con el tamaño de su cuerpo el indicado para proteger a Bastian de cualquier hechizo si es que así era necesario. Le ordenó atacar. Debía morder y tratar de abrir el estómago de su contrincante. Debía morder nuevamente para destruir su mano derecha.

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El sitío era el último que esperaba para que una gran batalla se librara, había arboles muertos, rocas de gran tamaño hasta flores muertas que de nada servía, la torre oscura se alzaba imponente detrás canalizando toda la magia oscura que había allí, esperaba poder terminar con todo el poder maligno que la isla contenía, en otro tiempo había estado llena de bondad y ante las palabras del mago solo pude fruncir el entrecejo confundida, ¿consumirme? como vampireza que era había pasado por tantas cosas en mi vida que una más no me asustaría en lo absoluto.

 

- Todos tenemos Luz y oscuridad en nuestro interior.... en cuanto a si me consumiría.... creo que soy lo suficientemente fuerte como para que nada malo me suceda y además estoy segura de que muy pronto la oscuridad de este lugar desaparecera por completo, soy la más indicada para poder pasar esas barreras y que me acepte allí, de eso estoy completamente segura - Lo desafie con una sonrisa burlesca en mis palidas facciones -

 

- ¿Qué como logré seguirte? fue sencillo localizarte, no eres para nada cuidadoso y no me costo mucho saber donde te habías metido, intuía que estarías aquí contemplando la torre oscura, era de esperarse que quisieras utilizarla para un fin malevolo, así que solo tuve que pensar un solo segundo, donde se suponía que irías, como ves no soy de las personas, de las que puedas escapar facilmente - Le comenté observandola enfadada -

 

Escuché su hechizo la mar de aburrida, ¿así empezaría? no me quedaba de otra que la defenderme de un tigre de bengala blanco, no me asustaba en lo más minimo, es más una parte de mi ser esperaba que hiciera ese hechizo, era demasiado predicible y aunque no lo pareciera ya tenía planeado que decir para defenderme y salir airosa de esa extraña situacíon.

 

 

- Finite Incantatem - Dije fuerte y claro defendiendome lo mejor que podía de su hechizo -

 

Lo siguiente que seguía era atacarlo, no me quedaría de brazos cruzados y lo atacaría en un siantiamente, así que pensando más que nada en que hechizo me convenía utilizar luego, sonreí desafiante y bastante segura de que hacer a continuacion, mi rostro palido estaba cubierto con un velo blanco para que nadie pudiera reconocerme, mi vestido azul oscuro y mis botas de tacon alto azules me daban un aspecto extraño y elegante, el mismo que siempre adoraba portar a todos lados.

 

 

- Locomotor Mortis - Dije decidida y esperando que sus piernas se unieran y que no pudiera caminar a menos que se defendiera del hechizo -

 

Esperaba que le diera mi hechizo, sonriendo desafiante y sin perderme ninguno de sus movimientos, no estaban a tanta distancia, estabamos lo suficientemente cerca como para que nuestros hechizos nos dieran, pero claro que podríamos defendernos antes de eso y yo aun seguía preguntandome si lo había hecho lo mejor posible, me pregunté si sería capaz de restaurar la paz a toda la comunidad o si por el contrarío ganaría la oscuridad, cosa que no estaba dispuesta a dejar que sucediera de ninguna manera o forma posible, estaba decidida a proteger aquel sitio y a devolverlo a nuestras huestes lo más rapido que pudiera.

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Aquella batalla sería mucho más corta de lo que Bastian supuso. Aquel entorno lleno de tinieblas que descubrió luego de seguir cientos de pistas lo hacía sentir totalmente realizado. Cada célula de su cuerpo se reconfortaba conforme el tiempo pasaba, conforme la Torre le quitaba su oscuridad y le devolvía una mucho más tenebrosa, más llena de maldad y malos deseos. En cuanto la bruja se defendió, o mejor dicho, en cuanto intentó defenderse sin tener la más mínima esperanza de triunfo supo que no solo necesitaba matarla para mantener en secreto la ubicación que serviría de refugio espiritual para el clan de su madre. Ahora también estaba en su deseo el matar, su mente y corazón ansiaban la muerte de la fenixiana como si su propia existencia dependiera de eso.

 

El tigre, que encarnaba a Harimau, cumplió con las ordenes mentales que le dio al momento de invocarlo. Lastimó a la bruja con su primer ataque y logró hacerle daño. Quizá no el suficiente para asesinarla, pero si el suficiente para debilitar su cuerpo. Mucha sangre comenzó a brotar y enseguida el rostro de la bruja adquirió un tono medio pálido. Obviamente la pobre bruja no estaba al tanto de las limitaciones del débil hechizo que intentó conjurar.

 

—Espejo de Niebla... —dijo el mago. La tonalidad de su voz cambió, la mirada de su enemiga pareció más confundida de lo que ya estaba. La mismísima realidad fue afectada por una curva causando que por un momento su fuerza mágica aumentara y tuviera su alcance algunos hechizos muy poderosos —... Fuego Maldito —agregó para finalmente completar el hechizo.

 

Su varita mágica tembló en su mano, hacía tanto tiempo que no se le concedía el privilegio de conjurar un hechizo tan lleno de magia oscura. Un hechizo de fuego cuya finalidad no era brindar luz, sino todo lo contrario: usar la propiedad más despreciable del fuego y destruir todo a su paso. Comenzó como una insignificante llamarada que en menos de un segundo adquirió la figura de un hermoso tigre de bengala. Para cuando Lunática lanzó su segundo hechizo la criatura de fuego había esquivado al tigre real y golpeado en la espalda de la fenixiana. Causó quemaduras que inundaron el ambiente de un asqueroso olor a piel quemada.

 

El poder de aquel espejo desapareció. No volvió a intentarlo, pero estaba seguro que si se le ocurría decir otro hechizo mortífago su varita no sería capaz de ejecutarlo correctamente. Era un gran poder el de aquel libro, lamentablemente su duración es prácticamente insignificante.

 

El daño de ambos hechizo se intercambió, pues a la bruja no se le ocurrió mejor estrategia que simplemente hacer que sus piernas se pegaran. No le causó ningún problema real, incomodidad solamente. No le interfería al realizar hechizos, no se tambaleó, no cayó al suelo. Un tercer hechizo pasó por su mente.

 

—Sectusempra —un nuevo rayo viajó en dirección de la bruja. Harimau estaba ya a un costado causando daño en la otra mano de Lunática; de esa forma no interferiría en el ataque enviado.

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