Artes Oscuras VII

[Kahlan Blackthorn]

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El tiempo avanzaba lento dentro de ese viejo mausoleo, como si las almas que habían dormitado en el hubieran decidido abandonar la calma de su sueño eterno. Ahí radicaba la magia de las artes oscuras, despertar o poner a dormir a quien se opusiera a su dominio, no por nada era una fanática conocedora de todos los hechizos, objetos y cuentos míticos que rodeaban a tan exquisito arte. Era como tener una caja de Pandora personal, activando la misma solo con tirar de un fino cordón oscuro —Podemos comenzar…—recitaba aquellas palabras como un mantra tomando un par de huesos de una tumba.

 

Necesitaba tener todos los ingredientes para crear las diversas pociones y brebajes. No les daría una cátedra de ese conocimiento a sus alumnos, pero si se daría el lujo de revelarles los secretos que tan celosamente guardaba Voldemort y si su humor se lo permitía, porque no sacar uno que otro trapo al sol de Dumbledore. Un par de licans esperaban fuera de la tumba, olisqueando el ambiente con una desesperación que rayaba en lo exagerado —Paren ya… —les exigió la Malfoy recorriendo con la mirada los grabados de la mesa de roca que soportaba aquel féretro. Parecían ser runas muy antiguas y poderosas, lamentaba no poder hacer uso de las mismas a sus anchas.

 

Dos enormes columnas se abrieron paso delante de ellas, abriendo un portal que conducía a una dimensión alterna a la que habitaba —Iremos al pasado, justo al origen de todo esto… —dejando un poco de polvo peruano acompañado por una mano de la gloria, deseaba y esperaba que sus alumnos pudieran seguir las migajas de pan que ella tan amablemente les dejaba. Aquel gesto le recordó una vieja batalla, matanza, sangre y despellejamiento, dolor, muerte y finalmente silencio un abrumador silencio que le parecía molesto por momentos —Quietos ahí… —mirando de hito en hito a los Grindylows les ordenaba mantenerse en un perfil bajo —No arruinen el factor sorpresa… —refunfuño volviendo sobre sus pasos.

 

—Ya tengo todo, creo que solo resta traer el collar de ópalo maldito, el diario de Riddle, el guardapelo de Slytherin. Ah sí, no olvidemos los libros malditos… —tras soltar aquellas palabras un enorme boquete se abrió delante de ella, asemejándose al ojo que todo lo veía y era conocido como “Oculus Infernum”. El ojo del infierno que era capaz de ver a los vivos y a los muertos, perdonados y condenados, sacrificados y absueltos o como ella solía llamarlos hipócritas sin razón de ser o estar, seres incapaces de defender la causa que se jactaban de pregonar. Uno a uno los libros se apilaron sobre una mesa de caoba finamente tallada, elaborada por demonios puros, enemigos acérrimos de la vampiro y ahora fieles sirvientes de ella muy a regañadientes.

 

­ —Juv Malfoy… —se presentó ante el par de siluetas que estaban a sus espaldas —Deseo que sean osados y me cuenten todo lo que creen saber sobre las Artes Oscuras, no creo que hayan venido aquí para dar un tour. Me imagino que debieron cursar la materia dentro de alguna institución mágica y si no es así, no importa dejen que su imaginación vuele y ayúdenme a conocer que se esconde en sus cabecitas… —golpeando su sien con su dedo índice les dedico una reverencia aun manteniéndose de espaldas hacia ellos.

[Hugo J. Haughton]

Un temblor recorrió el cuerpo del Haughton de forma fulminante indicándole que su momento había llegado. Después de varios meses desaparecido, después de desconocer todo sobre aquel mundo que tanto le había dado y le había quitado al mismo tiempo, Hugo estaba preparado para volver a enfrentarse a las Artes Oscuras, y no sólo a enfrentarse a ellas, si no que a dominarlas.

 

Con un rápido movimiento de su varita cubrió su cuerpo de una camisa ceñida de color verde claro, un pantalón ajustado y una capa larga y oscura que le permitiría moverse con agilidad y comodidad. Como colofón, una máscara cubría su rostro para así evitar mostrar su identidad al mundo, en aquella clase iba a revelar demasiadas cosas que prefería ocultar al mundo. Comprobando que su vestimenta iba en consonancia con la imagen que quería dar, el Haughton giró sobre sí mismo para desaparecer de su habitación e ir a enfrentarse a su nuevo reto.

 

Cuando abrió los ojos, un enorme mausóleo se alzaba frente a él albergando los conocimientos que el joven mago estaba buscando. Esperaba que aquel fuera el lugar que se le había indicado para tomar aquel conocimiento, pero no lo pudo saber con ciencia cierta hasta que su olfato pudo percibir el hedor a muerte, un hedor penetrante al que ya estaba más que acostumbrado y que había conocido en múltiples ocasiones, incluso, lo había provocado.

 

- Exquisita ubicación... - murmuró avanzando hacia la tumba que se encontraba en el centro de aquel lugar. Estaba cubierta por una piedra anticuada y tenía múltiples inscripciones que no conseguía interpretar, seguramente algún vocabulario antiguo, algo de otra cultura, o incluso... - Runas mágicas... - murmuró para sí al percatarse de lo que podía ser aquello. Había oído hablar de ellas y de todo su poder en múltiples ocasiones, pero nunca había podido verlas directamente. Se moría de curiosidad por conocer su funcionamiento...

 

Detrás de sí pudo ver como un par de criaturas olisqueaban el aire esperando conseguir alguna presa, o váyase a saber qué cosa exactamente. Hugo prefirió no prestarles atención por el momento, pues ante él apareció Juv entre dos columnas amplias y un portal que parecía conducir a otro lugar. Hugo le dedicó una sonrisa y esperó a que ella fuera quien dijera las primeras palabras.

 

- Creo que no es necesario que me presente ante ti, Malfoy - siseó el mortífago para después responder a la pregunta de la que sería su profesora. - Jamás cursé nada parecido a las Artes Oscuras, pero podría decir que he practicado demasiada magia oscura en mi vida, pero no toda la que me gustaría, así que vengo a esta clase deseando aprender más sobre lo que puede llegar a ocultar este arte... Digo yo que si existen conocimientos y ciencias referidas a la Defensa contra las Artes Oscuras, las Artes Oscuras por sí solas son demasiado peligrosas, ¿no?

[Kahlan Blackthorn]

Malfoy escuchaba con atención las palabras de Haughton, prestando atención en su mención sobre las Artes Oscuras y la Defensa contra las artes oscuras. Ella conocía ambos lados de la moneda, no por nada de había tomado el atrevimiento de adquirir la clase de defensa contra las Artes Oscuras, tomando de esta lo que más le servía y desechando lo que consideraba innecesario aprender o retener. Sus ojos delinearon con calma y sigilo el montón de libros que estaban sobre la mesa, deseando que estos estallaran en una maraña de conocimiento que de adhiriera a la cabeza de su alumno Hugo, lastimosamente eso no era posible y tendrían que recurrir a la práctica.

 

—¿Conoces el polvo peruano?, ¿Sabes lo que es una mano de la gloria y su uso?... —lanzando ese par de cuestionamientos arrojo un poco de polvo en el aire creando una densa oscuridad que se acentuaba con la que ya de por si les rodeaba­—No sientas temor…—le aconsejo apareciendo sobre su palma una mano de la gloria que destello con fuerza—Ambos elementos se necesitan, ya que el polvo crea una oscuridad que es imposible de contrarrestar con cualquier tipo de magia o conjuro, solo la mano de la gloria es capaz de disipar la misma sin problemas…—avanzando con paso seguro hacia su alumno la deposito en su mano—Considérala un obsequio…—entornando sus ojos hacia el beber de la desesperación, se vio tentada a indicarle que lo probara, desistiendo en el acto de su idea insana.

 

—Magos a través de los años y épocas, emplearon diversos tipos de magia oscura. Desde el uso de hechizos, conjuros, objetos, libros, maldiciones e infinidad de artimañas para conseguir dominar ese exquisito arte. Voldemort es uno de ellos y Dumbledore otro, pero el primero deseaba controlarla en toda la extensión de la palabra y el segundo buscaba frenarlo a toda costa sin lugar a dudas…—carraspeando con suavidad señalo el guardapelo de Slytherin y el collar de Ópalo—Objetos malditos destinados para contener parte del fragmento del alma de una persona…—recordando aquella travesía por destruir las reliquias de la muerte.

 

—Justo por eso estamos en este sitio, donde podemos crear todo tipo de magia oscura. Desde el beber de la desesperación, un horrocrux y si lo deseas la poción del cuerpo rudimentario, esta te permite tener un cuerpo que usar cuando tu alma a perdido el que habitaba originalmente…—sabia que eso no era le todo legal, pero poco le importaba moverse por la senda de la rectitud. Los magos oscuros, no lo hacían y ella no sería la excepción, esperando que Hugo captara el mensaje, le acercaba todos los elementos necesarios para comenzar con la creación de las pociones y brebajes que lo harían un conocedor de otra parte de las Artes Oscuras.

 

 

@@Hugo J. Haughton