El Mejor.

[Baltor]

Baltor había sido entrenado por los mejores, para ser el mejor. Mejor que aquellos que lo entrenaron, mejor que aquellos que lo lastimaron. Aunque de todas maneras, ser el mejor tenía un duro precio: El aburrimiento.

Durante décadas, Baltor había recibido Sectusempras, Crucios y todo tipo de hechizos que deberían haberle causado dolor, pero él no lo sentía; en un principio, hace muchos años, obviamente sí. ¿Pero ahora? No. No había hechizo lo suficientemente poderoso. O eso creía él, por eso decidió buscar a alguien, a algo, que pudiera derrotarle. Quizá la combinación de varios magos sería capaz, pero no le importaba.

Hace poco había aprendido que su nuevo brazo de madera podía tomar distintas formas para protegerlo a él o a dañar al enemigo, la forma que él más usaba era obviamente un escudo para acompañar su excepcional uso de la espada, pero igual era un brazo de madera, bastaba con rociarle grasa de caballo y acercarse con un fósforo para quemarlo.

Sus pensamientos fueron de golpe interrumpidos por unos pasos. ¿Pasos? ¿Pero cómo? Estaba tan lejos del castillo:

-¿Qué quieres, forastero?-Le preguntó aquella persona que se acercaba.

-Yo podría preguntarte lo mismo-Lentamente llevé mi mano a la espada. En menos de diez segundos ya la había desenvainado y ya estaba saltando hacia mi oponente, me sorprendí al ver la cara de...

(Aquel que responda me enfrentará)

[Mica Gryffindor]

No reconocía aquel castillo pero la figura sospechosa de un caballero que se adentraba en los terrenos llamó tanto su atención que decidió seguirlo y espiar lo que hacía. Era evidente que el recinto estaba abandonado, así como que aquel sujeto era ajeno al lugar ¿Qué podía estar tramando? La rubia estaba algo inquieta ante las posibilidades.

Pero no, él no entró a la edificación, sino que siguió por sus jardines repletos de árboles que crecían con aspecto siniestro. No sentía miedo. Era una joven valiente y, a pesar de su apariencia de corta edad, había atravesado por situaciones que nadie imaginaba y su entrenamiento duelístico era envidiable. Había ganado a magos temibles en sus mejores tiempos, aunque de eso ya hacía mucho...

Habían caminado hasta ser rodeados por un espeso bosque cuando él por fin pareció percatarse de su presencia. Sus pasos no eran tan fáciles de disimular a pesar de la tierra que amortiguaba el golpeteo de sus tacones. Se abría un claro de bosque a su alrededor cuando por fin habló al extraño, que no dudó de alzar hacia ella la varita.

Dejó entonces que la viera, a la luz tenue de la luna, ubicándose a unos ocho metros de donde él estaba. Vestía una falda de seda negra y una blusa blanca, y calzaba botas negras de alto tacón. Su cabello iba recogido en una larga trenza rubia.

-Sectusempra- el rayo verde opaco viajó hacia el pecho de su rival a una velocidad alarmante, si no se defendía estaría en problemas pues abriría en él sangrantes heridas que podrían llevarlo a la muerte...

[Baltor]

*Sonreí y rápidamente convertí ese extraño brazo de madera en un fuerte escudo, bloqueando así el ataque de Agatha. La había visto algunas veces en el castillo, pero nunca le había dirigido palabra.

-Estás lejos, Agatha. ¿Por qué me seguiste?-Le pregunté en un tono tranquilo cuando ya estaba al frente de la bruja. Utilicé mi espada para intentar cortar su cabeza, creí ser demasiado rápido, pero me esquivó. Una leve sonrisa se dibujó en mi rostro cuando esto pasó, por fin alguien era rápido.

Pascuala iba a acudir en mi ayuda, pero yo le hice un gesto con la cabeza para que se quedara atrás. Di un salto para alejarme unos pocos metros, pero luego me di cuenta de que así podría lanzarme un hechizo y matarme, así que le ordené a Pascuala que la atacara por atrás. La enorme gata (Del tamaño de un caballo) apareció detrás de la bruja e iba a arrancarle el brazo de la varita de un simple mordisco, ella debía esquivarlo, o si no moriría.