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Prueba del Libro del Caos #5


Bakari
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Bastian ya no estaba con él, estaba en una pequeña misión personal. Bakari, por su parte, siguió el sendero del lago para encontrarse con Sagitas. A pesar de los contratiempos y los cambios de humor que provocaba la mujer en el Uzza, había llegado el momento en que ella debía probar que podría controlar el caos en situaciones de batalla. O incluso en la vida diaria. Pero para eso, Potter Blue debió haber armado la llave e invocar su propio señor del caos.

Con el ceño fruncido y los labios formando una línea recta, se encontró con una escena nada agradable. La hechicera, aquel ente oscuro, malvado y a la vez hermoso, estaba haciendo de las suyas con su alumna. A lo lejos vio su accionar, aunque no lograra accionar la llave, el poder enfrentarse al poderoso hipnotismo de la Hechicera evidenciaba que no solo Sagitas podía invocar señores del caos poderosos, sino que también era fuerte mentalmente.

—Te has entrenado bien, muchacha —dijo en voz alta, llamando la atención de su alumna, embelesada todavía con la hechicera —es hora de probar que tanto has aprendido.

Sería allí, en ese mismo lugar. Nunca se había visto en la necesidad de movilizar a sus aprendices a otro escenario que no fuera ese, el de las orillas del lago de la Universidad, con la imagen de su carpa a lo lejos y una amplio espacio a su alrededor. Más que un duelo cualquiera, Bakari quería conocer qué tanto pensaban los demás antes de invocar ruedas del caos. Si lo hacían a lo loco, si tenían una estrategia.

—¿Estás lista?

Preguntó, otra vez llamando la atención de su alumna. Alzó la varita mágica y dejó que fuera ella quien escogiera el lugar donde quería estar para su encuentro. Se había ganado cierto respeto de su parte y esperaba que esa sensación solo se reafirmara con aquella prueba.

Invocó las flechas de fuego. Filamentos de fuego viajaron la distancia que los separaba para despertar completamente a Sagitas.

Bakari vs @

  • El duelo comienza con la hechicera invocada de la clase y solo durará un turno.

  • El duelo se regirá por las reglas de duelos 1vs1

  • Los hechizos a utilizar son los de initié y libros de hechizos hasta el Libro del Caos.

  • Pasadas 48 hrs sin respuesta del alumno al contrincante, se considerará abandono.

  • La prueba durará una semana a partir de la apertura del topic. Pasados los tres días sin que el usuario rolee llegada, se considerará abandono.

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Resultado dados:

 

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Creo que me costó mucho resistir aquella tentación. Era imposible conseguirlo y, sin embargo, el Finite parecía haber funcionado, al menos durante unos instantes me sentí libre. También creo que influyó el recordar aquel "Hermana" de Bastian que me había dirigido antes de separarnos, tras una visión breve con el Uzza.

Respiré agitada y retrocedí un paso de aquella bruja hermosa y cautivadora. Ella, sin embargo, pareció disfrutar de mi rechazo inicial. Si no hubiera sentido la voz del Uzza en aquel momento, seguro que me hubiera tirado en sus brazos y que fuera lo que los Dioses quisieran.

-- Pero no entré en la cueva -- respondí a su halago. En cierta manera, sentí que había fallado. Mi respiración seguía alterada y aún sentía aquel deseo imparable de desobedecer la presencia de Bakari y perderme por completo en aquel contacto de la Hechicera.

A pesar de lo que yo consideraba un fallo, el Uzza parecía más o menos satisfecho con mi progreso y me mandó probar todo lo que había aprendido. Aunque supe que ese detalle era positivo, mi cabeza aún sufría la alucinación de aquella mujer y me perdí un poco mirando por encima de su hombro. Escogí el lado opuesto a él, dejando el agua a mi espalda, en un vano intento de que la aparición de la Hechicera tuviera que pasar por delante de Bakari y éste tuviera la amabilidad de deshacerse de ella.

Por supuesto, no lo hizo. Quiero pensar que era por bien, para aprender a manejar mejor el Libro del Caos; pero era difícil de entender la situación cuando aquella mujer seguía cautivándome con su presencia. Mi mente luchaba entre los dos frentes, entre lo que decía el Uzza y la cercanía cada vez más escasa entre ambas. Mi visión se redujo al máximo en un espacio en el que sólo estaba aquella bruja y yo. Nada más. Nadie más.

 

Ya me había servido una vez, así que pronuncié, con voz temblorosa, otro Finite Incantatem que provocó liberarme de ella otra vez, aunque la deseara con todas mis fuerzas. Ella gritó. Su aullido fue de rabia al verse rechazada por segunda vez y desapareció de frente de mí.

 

-- ¡Glups!

 

Fue lo único que pude decir cuando vi llegar unas luces de fuego a mi fuego. Por supuesto, intenté pararlo porque supe enseguida que eran aquellas flechas de fuego; pensé en una Salvaguarda Mágica. Aquel era un hechizo salvador que me ayudaría a evitarlas.

 

Sin embargo, creo que esta vez la Rueda del Caos me fue adversa puesto que el Efecto no funcionó del todo. Tal vez estaba tocada aún por el hechizo embelesador de la Hechicera, o sólo que no se puede tener Suerte siempre. No todas me dieron, al menos he de agradecer eso, pero sentí el ardor de las llamas en mi cuerpo cuando o no se hizo intangible del todo o sólo un tiempo mínimo, insuficiente para protegerme. El impulso y la sorpresa de que me fallara el hechizo provocó que me cayera de espaldas, con la mirada hacia el cielo. Respiré de forma agitada un par de veces, necesitaba urgente apagar el fuego pero... Tendría que esperar a recuperar el aliento.

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Entrar en la cueva y armar la llave no era realmente lo que le interesaba a Bakari, eso podía hacerlo cualquiera. Lo que no podía hacer cualquiera era invocar un señor del caos y, más aún, saber cómo manejar al que apareciera. En el caso de Sagitas, fue una hermosa hechicera que, como el Uzza ya sabía, lograría desconcentrar a la mujer, por más fuerte que sea mentalmente, por más poderosa que fuera su magia.

Las flechas de fuego que envió no debieron significar mayor problema. La mujer tenía un sin número de opciones para deshacerse de ellas. Bakari siempre empezaba sus duelos con los practicantes de esa forma, así él podía ver que tan aversos al riesgo eran; si se defendían y la manera de hacerlo, si aceptaban las flechas con alguna estrategia para atacarlo, si traíaan criaturas que recibieran las flechas por ellos, si invocaban la rueda del tiempo o de la fortuna para anularlo… pero nunca, en todo ese tiempo, alguien se había dejado impactar… sin curarse.

La vio caer de espaldas y Bakari solo cerró los ojos, todavía con la expresión seria y pensando durante unos segundos qué hacer a continuación. Si ponía en una balanza lo que había hecho Sagitas en el duelo y lo que había hecho durante el entrenamiento, debía admitir que, a pesar de que lo exasperaba demasiado, debía darle otra oportunidad. Abrió los ojos lentamente y caminó en su dirección, acercándose lo suficiente para ver el fuego todavía arder con fiereza.

Aguamenti.

El sencillo hechizo. Brotó un chorro de agua de la punta de su varita mágica, apagando los filamentos de fuego que ardían sobre la piel de la mujer. De nada le hubiera servido revivir a Sagitas sin antes apagar lo que había causado su muerte. Se aseguró de que hubiera transcurrido el tiempo suficiente y se arrodilló a su lado, susurrando magia curativa sobre su cuerpo, volviendo a la normalidad el estado de su piel.

Bakari era un reconocido nigromante. Usar esa delicada y oscura magia era sencillo para él, tanto o más sencillo que invocar magia uzza. No transcurrió demasiado para que el alma de Sagitas se reincorpore a su cuerpo y abriera nuevamente los ojos. Quizás ella sólo experimentaría todo como despertar tras un simple desmayo. Sin embargo, aún él, tan fuerte como era, había perdido algo de energía al devolverle la vida. Se levantó con agilidad, alejándose nuevamente, haciendo una seña para que se levantara.

Descansa un momento y comenzamos otra vez. Tú empiezas ¿de acuerdo?

Ya la hechicera había desaparecido. Las heridas de las flechas también. Tras aquel inicidente, Bakari quería comprobar que tan insistente era Sagitas ¿se atrevería a empezar el duelo? Él estaba seguro que sí, que sería muy difícil doblegar a aquella mujer.
Editado por Bakari
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Tendría que recuperar el aliento.

El aliento...

... El... Aliento...

Supe que traspasaba el umbral de los vivos y me encaraba en un plano espiritual diferente. Soy Sacerdotisa, eso hace que no tuviera miedo, sólo curiosidad sobre aquel mundo tan lejano y tan cercano a la vez que el nuestro. Llevaba puesto el amuleto de la Resurrección, así que no tenía mucho tiempo para ver ese limbo tan extraño para mí. A pesar de ser Nigromante, el tema de la Muerte, y más si se trata de la propia, no es algo que esté muy estudiado.

Sin embargo, aún antes de poder extender las manos hacia los espíritus que me rodeaban, algo me hizo volver. El tirón es bastante desagradable, doloroso y, sobre todo, desconcertante. Cuando abrí los ojos, él estaba allá, ante mí, observando mi reacción. Intenté sonreír aunque aún me encontraba desubicada.

-- Maestro...

No le llamaba así por ser el Uzza Guerrero del Libro del Caos sino porque ahora me daba cuenta que él era un Nigromante experimentado, seguramente un Sabio entre Sabios como el Arcano que a mí me había enseñado.

-- Gracias -- musité. El respeto por Bakari había crecido en mi interior y estaba dispuesta a obedecer su doctrina, ahora que sabía del poder que gozaba en sus manos. -- Creo que... Algo no hice bien.

Cerré los ojos de nuevo, agradeciendo el momento de descanso que me daba para recuperar la energía perdida durante el tránsito de la muerte a la vida de nuevo. A pesar de ello, mi mente repasaba lo acaecido y me mordí la lengua, enfadada, haciéndome daño. Un simple y sencillo avis y hubiera evitado este momento.

Apreté los dientes con fuerza, pensativa; me incorporé despacio y contemplé mi ropa, agujereada por las quemaduras. Dejé de mirar enseguida para no pensar en ello y dirigí mi atención al Uzza.

Resultado Dados:

 

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-- Yo empiezo, Maestro -- dije, con voz firme. Todos saben que no me gusta duelear pero tengo mi orgullo propio y el saber necesita de este paso, aprender con errores para no volver a cometerlos. Por ello, preparé mi varita, aspiré hondo y me preparé para volver a morirme. Este pensamiento me arrancó una sonrisa: -- Strellatus.

 

¿Cómo había decidido utilizar ese hechizo si no estaba preparada para ello? Bueno, tal vez era la autoconfianza, el deseo de mejorar mi actuación, un poco débil hasta ahora, la necesidad de superar todo para llegar a ser buena adquiriendo los conocimientos de este libro. Curiosamente, la fuerza de la voluntad es poderosa porque vi como una luz se acumulaba en la punta de mi varita y, al soltarse, se dirigía rápidamente hacia Bakari. Si le impactaba, quedaría momentáneamente ciego. No es que quisiera hacerle daño pero me sentía feliz al notar que la Muerte no había podido conmigo y aún tenía mucha fuerza para generar hechizos.

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Asintió ante la determinación de Sagitas, podría notar en su rostro que, a pesar de haber estado fuera de combate durante un tiempo, se sentía convencida de poder seguir. Eso le gustaba a Bakari y era muy seguro que Anubis, si es que estaba viendo el desarrollo de la prueba, se convencería del poder de la mujer. Lo que se confirmó cuando la rueda que invocó resultó favorable. Ahora ella podía manejar hechizos que normalmente no.

Dio un último vistazo a su ubicación antes de que una intensa luz blanquecina golpeara en todo su rostro. Instintivamente llevó un brazo hacia la cabeza, como si quisiera parar el efecto de la luz, aún sabiendo que era imposible. El ardor en sus ojos era insoportable, no podía negarlo, pero su satisfacción era mayor al saber que Sagitas se estaba atreviendo a atacarlo, y que esos ataques estaban resultado de forma efectiva.

El sentido de la vista era importante pero no lo era todo, más cuando sabía que duraría poco tiempo ciego. Recuperó su posición normal, rascándose descuidadamente la calva, pensando si era momento o no de atacar en serio o seguir probando la forma de reaccionar de Sagitas. Soltó un bufido no muy sonoro y alzó la varita mágica, realmente no tenía muchas opciones… o sí, pero nada que quisiera usar todavía.

—Cinaede

Los pétalos de pensamientos por sí solos eran extremadamente peligrosos. Incluso él, siendo un uzza, los usaba con sumo cuidado. Cuando se extraía veneno de los pétalos, se conocía su forma más letal. Seguramente Sagitas experimentaría la sensación de estar ahogándose. Y si no se hacía el anapneo de emergencia, moriria nuevamente. El gas era sumamente peligroso cuando lo lanzaba alguien con mucho poder, como era su caso.

Esperaba que se curara. Realmente se molestaría un poco si no lo hacía. No era agradable ver a gente con fallos en su sistema nervioso y con sangre brotando de sus gargantas. Poco a poco el ardor de sus ojos empezó a disminuir, y la visibilidad a aumentar. Parpadeó varias veces, como cuando se enfrentaba a tormentas de arena.

Sectusempra

 

El rayo viajaba la distancia que los separaba para impactar en alguna parte del cuerpo de Sagitas. Por segunda vez, atacaba de forma que la obligaba a defenderse ¿lo haría? O, por el contrario ¿se arriesgaría nuevamente a probar su suerte con las ruedas o el señor del caos? Aguardó por su reacción.

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Me sentía segura, lerda de mí, ante el ataque que había hecho al Uzza y que había funcionado. Mi sonrisa, sin embargo, no tardó en desaparecer cuando sentí ese peso en el pecho que me indicaba un fallo de... ¿Un infarto? ¿Ahora? Como si yo supiera lo que es un infarto... Mi mente sí lo sabía y empezó a desgranar síntomas y paliativos, defecto de ser la directora de una clínica en el callejón Diagon. Me di cuenta enseguida que no era eso sino... algo peor.

 

¿Algo peor que un infarto? Por supuesto, supe enseguida de lo que se trataba. Vale, también porque oí lo que Bakari decía. Era aquel hechizo de uno de los libros... El de... el... ¿equilibrio? Supongo que me sentía como una idi*ta por la forma de reaccionar. Era duro. Siempre había temido enfrentarme con hechizos a la gente y prefería otro tipo de soluciones. Pero debía de ser sensata. Aquello era una clase de aprendizaje y entrenamiento de uno de los libros más poderosos del mundo mágico. ¿Iba a usar un bezoar como un caramelo, como si fuera una colegiala? Además, estaba segura que el anterior Uzza nos había dicho que eso no sería suficiente. ¿Entonces...?

 

Menos mal que actúo con lógica y, si me estaba ahogando, lo normal era liberar las vías respiratorias y, para eso, sólo existe un hechizo factible.

 

-- Anapneo -- murmuré. Creo que no conseguí pronunciar nada puesto que ya la respiración me fallaba y, por tanto, no había aire con el que mover las cuerdas vocales. Sólo fue un pensamiento y, sin embargo, funcionó porque respiré, no mucho, pero sentí una mejora.

 

Pero no era suficiente, necesitaba algo más de ayuda, así que pensé en una Curación, un efecto inmediato que me hizo sentir bien, genial, aunque aún tosí un par de veces, como si me faltara algo.

 

-- ¡Demonios, claro...! La magia de un Uzza es más poderosa de los magos normales... -- Necesitaba aún otro Episkey y, sin embargo, Bakari no me dejaba ni un hueco para respirar y ya me amenazaba con otro hechizo atacante

 

¿Qué hacer, qué hacer...? Moriría de una manera o de otra, así que... podía caer y rogar a los dioses para que me acogieran de nuevo en su seno, sin la posibilidad (¿o sí?) de volver a revivir o jugármelo a una muerte con dignidad, intentando defenderme. Aquel Sectusempra se acercaba con demasiada rapidez (?), como si la magia no fuera casi instantánea. Rogué a los dioses, sí, pero para que consiguiera parar el tiempo y que me ayudara a anular el hechizo.

 

Creo que hoy la suerte no estaba de mi parte o que algo le había hecho a los Dioses que no querían acompañarme.

 

-- Obsistens -- pensé desesperadamente en esta protección lumínica para evitar aquel Sectum asesino que iba a acabar con mi vida. Al menos, el color violeta vaporoso que me envolvió me generó una paz espiritual inesperada, que me preparaba para la Muerte, o para la vida, si funcionaba...

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