Conocimiento de Maldiciones y Pociones

[Jank Dayne]

- Gracias, supongo.

 

A Jank no le tocó de otra que mascar la tableta marrón, que terminó por devorarse entera en menos de un parpadeo. El color que pintaba su piel volvió, al igual que su energía, tanto mental como física. Era la misma técnica que usaba para animar a los inities del equipo perdedor de un simulacro, por lo que no le sorprendió su efectividad. Al menos eso bastó para que olvidase la terrible experiencia que había resultado para él volver al pasado a través de los ojos de alguien más.

 

Sin embargo, lo que pasaría a continuación rompería todo sus esquemas. La pupila de sus ojos se dilató a tal grado que parecieron, durante algunos segudos, salirse de sus cuencas. Jamás había sido partícipe de magia mental que abarcara tantos años atrás, lo que hizo que su cuerpo en vida perdiese la fortaleza al ejecutar su cerbro en una sola área. Por suerte, justo antes de caer al suelo (tres centímetros para ser exactos) la magia protectora de los Rhoynar se activó y se quedó levitando perenenmente mientras el trance se desarrollaba. El color del iris se había perdido también, por lo que la imagen que quedaba para Mei no terminó siendo precisamente alentadora.

 

>> ¿Cómo sabes esto? << se dijo a sí mismo, con la esperanza de que Leah lo escuchase. La escena en cuestión representaba uno de los mayores secretos de la Orden del Fénix y, aún más, del mundo de la magia moderno. La historia había sido revelada confidencialmente una sola ocasión por Harry Potter, a los pocos meses siguientes de la Batalla de Hogwarts, y desde entonces los aurores debían permanecer lo más discretos posibles acerca del tema si querían seguir siendo hombres de honor. No era, en lo absoluto, un relato que se escuchaba frecuentemente y menos con tanto detalle.

 

No obstante, la valentía de Albus Dumbledore cegó los valores y principios de Jank por unos segundos. Si bien sabía en esencia lo acontecido aquella noche, las palabras no daban crédito a lo sucedido. Nunca había visto a Harry en persona, pero podría jurar que aquel joven flacucho no se parecía en nada a la figura enigmática en la que se había convertido veinte años después. Comprendió por fin el mérito de sus actos, el verdadero; dieciséis años y el peso de una guerra sobre sus hombros.

 

Tuvo que forzarse para alcanzar el nivel de concentración que urgía. A pesar de que ambos magos no estaban conscientes de que dos almas del futuro los rodeaban (y por obvias razones), Jank percibió el constante estado de alerta que ambos mantenían. Se posicionó al frente del rostro del director para examinar el contenido meticulsamente. Oscuro, profundo e impregnado de maldad. El rostro de Dumbledore palideció ante la primera probada. Al segundo, empezaron los gritos. Para el tercero, ya no recordaba el propósito de la misión. A Jank se le revolvieron las tripas y creyó empezar a sudar. ¡Si existiera una forma de ayudarlos.. !

 

- ¡Cracks!

 

El sonido de su cara chocando contra la madera de la cabaña fue lo que notificó su regreso. A diferencia de la anterior, Jank se incorporó con relativa facilidad y se levantó de un dinámico brinco. Lo sucedido abría una puerta mucho más allá de la que podía ocasionar el asombro. Leah poseía información realmente importante, al menos del pasado. ¿Qué aseguraba que no conociera algo del presente? ¿Había sido la señal que necesitaba para percatarse de la existencia de un infiltrado entre sus filas? Lo único que tenía claro era que no se quedaría con las dudas revolteado al rededor de su cabeza.

 

- Beber de la desesperación, ese es el nombre de la poción - contestó, casi por inercia, mirando un punto muerto a un lado de la ventana. Tras las cortinas se notaban varios rayos solares diminutos que apenas podían colarse entre las fisuras - no cuestiono su capacidad para hacer daño, ciertamente. El último recurso para un hombre de honor.

 

Giró hacia Mei, cuya actividad asignada por la profesora le había resultado cuanto menos interesante. Aunque al menos aprendería a curarse las quemaduras de un dragón, si es que volvían a enfrentarse a uno. Jank se despidió de ambas brujas mediante una reverencia digna de un cabellero chapado a la antigua, pese a no corresponder con la imagen que muchos tenían de él. Pero después de ponerse la chaqueta, volteó hacia las brujas de nueva cuenta.

 

- ¿Puedo quedarme para ver cómo termina la poción? En mi clase de pociones solo vimos teoría, me quedé con las ganas de observar una creación tan empírica..

Editado 23 de Abril del 2017 por Jank Dayne

[Mei Black Delacour]

Concentrada aún en girar la poción cada dos minutos, no se percató en lo absoluto en lo que Jank hablaba o, en este caso, hacía con Leah, la verdad era que había dejado de prestarles atención hacía un buen rato, pero al cabo de un momento oyó que el muchacho hablaba, sobresaltándola y haciendo que diera un pequeño salto debido a que el chico se hallaba incluso más próximo a ella de lo que esperaba.

 

¿La había saludado? No estaba segura, no lo había escuchado, pero sólo y por si las dudas sonrió y levantó su mano libre para moverla a forma de saludo, ya fuera por si el chico se iba o por si sólo le estaba dirigiendo la palabra. Esperaba que no le hubiese preguntado algo importante en un principio.

 

Fue entonces cuando lo oyó realmente en cuanto les preguntaba si podía quedarse un poco más para observar su prueba.

 

—¡Sí, claro! Digo… por mí no hay problema — aclaró rápidamente mientras carraspeaba levemente y bajaba la cabeza nuevamente a la poción.

 

En realidad no era decisión real de ella, dejaría que Leah decidiera aquello. Fue en ese momento que notó que un olor particular comenzaba a salir del caldero. ¡El tiempo! ¡La poción!

 

—¡Raaaayos! — exclamó a todo pulmón, apresurándose a apagar el fuego e ir en busca de un frasco de tamaño mediano, el cual rápidamente se encargó de llenar con lo que parecía tener una consistencia más cremosa que las partes de las orillas del caldero. Vertió un buen poco en el frasco y lo retiró, levantándolo para ponerlo a contra luz. A simple vista parecía estar bien, pero aquel olor no le daba confianza, por lo que metió su dedo meñique y sacó un poco, llevándola por debajo de su nariz para olisquear — Bueno, no parece verse afectada esta parte — murmuró para ella misma, para luego observar a los otros dos nuevamente —. ¿Alguien quiere probarlo?