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Leyes Mágicas y Estudios Muggles


Patrick Colt
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Leyes Mágicas y Estudios Muggles  

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El escuchar las palabra de Sagitas había hecho que me pusiese roja de ira. Se aprovechaba que estaba el director para tirarnos un montón de basura. Vale, es cierto que con el tema del pedrusco lanzado por Patrick, no es que fuese buena idea, pero él era el profesor y ahí no podía hacer nada...

 

- ¡Oye! ¡Tampoco te pases! -le grité yo, a la mujer ahora -tú limítate a dar clase al señor Uzumaki y deja a los demás que estemos pendientes de lo nuestro -le comenté un poco bastante airada.

 

- Al que yo pertenezco -le dije con una sonrisa triunfal y orgullosa -ya sabe, señor Director, si algún día necesita de nuestros servicios puede acudir al Ministerio a solicitarlos. Pero bueno, siempre nos echan la culpa de que nosotros causamos accidentes, pero es un vulgar rumor del que no tienen constancia...

 

Seguía sonriendo mientras masticaba mi regaliz, atenta a lo que dijese mi profesor de Leyes Mágicas.

 

- Y bien señor -me dirigí ahora a Colt -¿qué más me puede enseñar? ¿Tendremos práticas en los juicios? -pregunté curiosa -digo, porque así creo que es más fácil aprender sobre leyes... Aunque usted es el profesor, confío en su buen criterio para que yo pueda entender cómo funciona nuestro enrevesado y gran código de Leyes.

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  • 2 semanas más tarde...
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Sí, podía estar muy orgullosa y muy contenta en aquel momento pero sólo tenía que mirar un momento a mi alrededor para salir de aquel ensimismamiento en el que había caído al mencionar el Departamento Accidentoso. Por supuesto, la presencia de aquel asesino loco como era Patrick era suficiente motivo para tener un mal día. Si encima añadíamos que presente estaba mi sobrina Heliké y que como alumno tenía al mismísimo director de la Academia... Era mejor que intentar pasar desapercibida.

 

Algo imposible para mi.

 

-- Ese "señor" poco te puede enseñar porque en cuanto me dé su permiso el Director de la Academia lo denuncio y lo llevo a prisión por... Algo encontraré, que no es trigo limpio.

 

En realidad, si lo pensaba bien, ¿en qué podía incriminarle que no se supiera ya? Y, sin embargo, seguía libre. ¿Qué podía hacer yo que no lo hubieran intentado antes otros miembros de la sociedad mágica. Me cruce de brazos y le quedé mirando fijamente, mientras hablaba con mi sobrina.

 

-- Dime, Heliké. ¿Qué crees que pasaría si alguien mágico irrumpiera en un edificio estatal muggle y sacara la varita y, no contento sólo con enseñarla al aire libre, la usara y amenazara a un funcionario gubernamental de los muggles, delante de otros de sus compañeros y le infringiera daño? Dime, a ver si lo sabes, ¿cuántas leyes mágicas crees que estaría violando y cuál sería el castigo? ¿Qué Departamento ministerial mágico intervendría y cuál dictaría la pena a este "mago"? Y ya puestos, ¿crees que las criaturas nauseabundas, como los Dementores, tienen un fundamento legal para aplicar "El Beso" y así acabar con la mente de ese... desgraciado... ser mágico... que hubiera costado tantas problemas a nuestra sociedad?

 

La pregunta era capciosa, por supuesto, ya que eso era lo que había hecho Patrick Colt la última vez que le había visto. Estaba interesada, y mucho, en saber qué contestaría el profesor. Si es que se atrevía.

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Fue mi tía la que habló ya que, Patrick, después de hacer uso de su magia y de sacar aquél pedrusco de no sé de dónde y que aún estaba insertado en la clase. Me sorprendió que se dirigiera a mí. Los miraba a ambos a uno y al otro. ¿Pero es que ahora, estaba dando clases de Estudios Muggles y no me daba cuenta? ¡Pero si ya había sacado esa asignatura hacía mucho tiempo! Protesté lanzando un gruñido. Ajusté mi toga y sonreí con suficiencia sin apartar la vista de mi familiar, que la miré directamente a los ojos, como intimidándola (?).

 

- Quizás sí sepa más de lo que te puedas imaginar -dije, riéndome por lo bajo. Entre los mortífagos era uno de los más famosos y no menos, sanguinario. Y entre la comunidad de magos, "reconocido mortífago" aunque claro por mi parte siempre diría que eran habladurías de envidias y celos que le tenían. Era un brujo bastante podereso. Yo no lo temía, por supuesto; pero me hacía gracia que la pelivioleta tomara la palabra en esa ocasión. Chasqueé la lengua. Para cuando quise intervenir, ya me estaba empezando a formular preguntas. Bufé.

 

Intenté recordar cada una de las palabras que anteriormente le había dicho al Director de la Universidad. Él parecía demasiado ausente, como intentando asimilar todo lo dicho por su propia profesora. No me extraña, si es que, cuando cogía carrerilla, no paraba. Al menos, mi vuelapluma había anotado todas las palabras dichas en la clase y tenía al menos tres hojas de pergaminos anotadas. Maldije por lo bajo, porque tenía que leerlas... "Solté" el aire, o haciendo ese amago, básicamente era una costumbre de hacía mucho tiempo.

 

- Bien, veamos - carraspeé y me comí el último trozo de regaliz que aún tenía en las manos. Intentando no parecer demasiado guarra, me limpié las manos por debajo de la túnica. Seguro que si Bonifacio me veía se escandalizaría por manchar una de las togas del negocio del Bufete Vladimir.

 

- Veamos, la primera - negué con la cabeza, sonriente - a pesar de que sería bastante divertido el hacer eso, tan sólo por ver sus caras de espanto - y ahora, esbocé una sonrisa maliciosa- mejor no darme ideas -susurré por lo bajo y antes de liarme un poco más:

 

<< Con todo lo que has preguntado, las leyes que se violarían es la más importante de todas; sería el Estatuto Internacional del Secreto. Sólo se puede usar magia delante de muggles si se corre verdadero peligro. El castigo de usar magia delante de muggles sin peligro de muerte, o causando la suya propia, está penado con la prisión en Azkaban -llevé una mano a mi mentón, pensativa, procurando que mi mente trajese los recuerdos de las últimas palabras dichas. Lo dicho, tendría que fortalecer más esa parte de mí, tan olvidadiza.

<< Pues en éste caso, uno de los departamentos implicados sería el de Oficina del Ministro de Magia y servicios administrativos del Wizengamot. Ellos tienen la postetad de celebrar los juicios que sean necesarios para hacer una condena a un reo si se diese al caso, y llevarlo directamente a Azkaban si se demuestran que las pruebas le son desfavorables. De segundo, para que no haya problemas con el mundo muggle, llegarían los de nuestro departamento -sonreí orgullosa- el Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes. Nosotros tendríamos que dar las excusas pertienentes a los no magos, en éste caso, a su primer ministro. Borrar todos los recuerdos que se produjeran durante el ataque y limpiar la zona de objetos oscuros si se diese el caso.

 

Y su última pregunta, me dejó un tanto "descolocada". Parpadeé varias veces. Aunque fuesen los dementores, los aliados naturales de los mortífagos, odiaba a esas criaturas. Ese era un tema moral bastante complicado de dilucidar...

 

<< Depende - fijé nuevamente la mirada en sus ojos - muchas veces vale la pena que el preso en Azkaban recuerde sus propias fechorías. Pero ya se sabe que, estando allí su mente se volvería turbia, gracias al poder de esos seres. En cambio si se diese el caso de que sólo le dieran el "Beso" quedaría cómo una concha vacía, sin alma, sin vida. Un loco al que habría que mantener encerrado en un psiquiátrico... La verdad es algo horroroso... Pero eso, habría que preguntárselo al Primer Ministro, ¿no le parece, señoooora? -alargué las 'oes' burlona- además, yo no soy la que dicta las leyes. Aunque el Departamento de Criaturas, debería de mantenerlas a buen recaudo, aunque esa cosas sean dependientes del Ministerio -bufé. Y cansada de tanta palabrería saqué del morral de cuero una petaca de plata. Bebí un poco del líquido ámbar y de nuevo saqué una regaliz que empecé a mordisquear...

 

- ¿Satisface éstas respuestas a lo preguntado, señoría? -dije, con una sonrisa burlona, achinando los ojos.

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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-- No te considero buena para ser mi nuera, que lo sepas. No me gusta los que beben y fuman -- murmuré hacia Heliké mientras la veía con su petaca.-- Inconcebible que bebas en clase delante de la Dirección. ¿Sabes que eso está prohibido? Lástima que no sea por una Ley Ministerial sino por una Norma Académica...

 

Suspiré. Aquello parecía una pelea entre ella y yo; para eso no hubiera salido de la mansión y nos podíamos haber peleado en el comedor, mientras nos pasábamos la salsa y el puré de patatas.

 

-- Si sigues bebiendo así, nunca serás madre -- toma puya, sabiendo que nunca podría serlo porque era vampira. Aunque... -- Tus contestaciones han sido muy acertadas.

 

Yo misma me sentía dolida por mis propias palabras. No debiera haber sido tan dura con mi sobrina. Así que me senté a su lado, olvidando que Niko y que Patrick estaban con nosotras.

 

-- No iba en serio. Si quieres ser madre, podrías. No en la forma más usual, pero... -- mi voz se bajó hasta un susurro. -- Existen formas no muy "legales" en las que se podría conseguir que engendraras un nieto para la familia Potter Black.

 

Me levanté de su lado y carraspeé. Recuperé mi tono. A lo lejos, un campanario daban las doce.

 

-- Tardísimo... Ya debiéramos haber acabado las clases... Aunque me parece que voy de aquí a patitas a la calle, señor Uzumaki, convendrá conmigo que usted no ha dado la talla en la clase. Así que le suspendo. -- Sonreí un poquito y mostré los dientes. -- Aunque, si quiere, puede interponer una reclamación en la Dirección para ver qué opinan ellos. Sin embargo, si de mí dependiera, Heliké estaría aprobada. No es nepotismo porque sea mi sobrina. Es que ha estado más atenta a la clase que usted y hasta ha sabido relacionar las preguntas sobre Leyes que le he hecho.

 

¿Defendía a mi sobrina cuando a veces quería estrangularla?

 

-- Eso me lleva a otra pregunta, Helikis. ¿Qué crees que haría el Ministerio si pillaran a alguien usando la Magia Oscura y rompiendo las Leyes Universales de Convivencia y protección a la vida de todo humano, muggle o mago? Y me refiero, por ejemplo, a si alguien usara un Avada Kedabra...

 

No, no sabía que mi sobrina era mortífaga. Había sido una pregunta rutinaria que, sin embargo, había dado en el clavo sin saberlo.

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- ¡Por favor! ¡Si es sólo un trago! -protesté. Si es que, desde luego... Menos mal que de aquellas no era profesora. Negué con la cabeza, suspirando otra vez. ¿Cuántas los había hecho, a lo largo del día?

 

- ¿Eh? - no entendía nada de lo que estaba pasando. Parecía que a tía Sagitas se le había retorcido una tuerca... O varias. La miré un poco estupefacta. ¿Un nieto para la Potter Black? No pude evitarlo y estallé.

 

- ¡Será un Rambaldi! ¡Por los clavos de cristo! -sí, algo muy muggle, pero que no pude eludir soltar- aunque, no entiendo a qué viene todo ésto... Agradezco tus palabras.

 

- Una cosa... - tanta amabilidad por su parte, me chocaba. Bastante. Casi siempre estábamos a la greña - ¿quién eres tú, y qué has hecho con mi tía? - llevé mi mano a su frente, para comprobar si tenía fiebre. No, no la tenía. Pero se me hacía raro, demasiado- ¿Qué es lo que quieres? -le dije, mirándola confundida.

 

- em, bueno... él es el director, él sabrá si... -me callé porque tampoco quería intervenir en ese asunto -vamos, es cosa vuestra. Yo ahí no me meto... He respondido de lo que me he acordado y de las prácticas en el Bufete. ¿Ahora podría considerarme abogada? -sonreí de lado. No estaba segura, quizás necesitase un montón de cosas más. Pero si ¡hasta era enfermera en la Clínica Santos Mangos! Pero vale, ahí era más por "enchufe" que por estudios en sí... Y además, jefa de ese gremio.

 

A su última pregunta, y casi inconscientemente me llevé mi mano al brazo izquierdo en dónde tenía tatuada la Marca. Por supuesto, ella no sabía que yo, había ingresado de nuevo en la Orden Oscura. Yo me sentía orgullosa, porque al menos, podía reconocer a todos los miembros que formábamos parte de ella. Y no sólo eso, todos los recuerdos que estaban medio borrosos y que, gracias a un Alto Rango y usando sus poderes, había podido por fin, conseguir sacar de nuevo de mi subsconciente.

 

- Hum, pues -aparté la mano con delicadeza y lo puse en el regazo, mientras miraba a mi tía- iría directamente a Azkaban. Todos saben que el uso de las Maldiciones Imperdonables están prohibidas por ley. Por supuesto, para cualquier tipo de criatura de dos patas -reí por lo bajo- ¿algo más?

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