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Libro De Los Ancestros Octubre 2020


Gahíji
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Nuevamente era de noche. De nuevo las estrellas en el firmamento sin nubes. Agradarme aquella particularidad era fácil, la paz y tranquilidad de la noche, los secretos escondidos, me agradaba la soledad. La fogata se me antojaba placentera. Observar el fuego, estudiar su núcleo, el color de las llamas las imágenes que aparecían en él como visiones de un futuro catastrófico, un presente incierto y un pasado de donde la humanidad no había aprendido nada. El circulo se cumplió una y otra vez.

 

Nkuku dormía. Yo lo había hecho lo suficiente. Tras mi más de 190 años los instintos no me fallaban. La luna lo había susurrado en sueños, las imágenes del fuego lo confirmaban. Odiaba aquella parte. Estaba vinculado, por mi honor debía cumplir. Al cerrar los ojos la mano fue directamente hasta el laúd que reposaba en el tronco del árbol de fuego.

 

wazaharat ayat 'ukhraa fi alsama': hudha tanin kabir dhu dhil nar lah sbet ruuws waeasharat qurun , waealaa ruuwsih sbet tayjan -al recitar las palabras habia sentenciado el curso de la clase- bisahb dhilih sahb thlth alnujum min alsama' wa'alqaa biha ealaa al'ard

 

La tonada salió sola. Aprovechar lo que restaba antes de que los aprendices llegaran era mi deber para no perder el control de mí. Aun así, cada vez era más difícil. Enseñar me gustaba, solo que, no valía la pena en algunas ocasiones. ¿Lo harían bien esta vez? ¿Los forzaría hasta el límite de la locura?, no iba a aceptar juegos y tonterías.

 

Había planeado el lugar al cual ir. No era el azar quien decidirá, era yo. Esperaba que al menos hubieran leído los libros. La supervivencia de ellos no correría por mi cuenta. ¿Por qué hacérselos fácil?. Con mis ojos cerrados esperaba el momento de que aparecieran.

 

li'anani 'abqaa ghabiatan waqae fi eaynayk li'ana kla shay' baeid li'anah bidunik la yujad shay' 'akthar li'anah la tujad juniyat la 'amra' wala 'ahlam li'ana kl shay' kadhab li'anah bidunik la tujad hayatan

 

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La Delacour miro por el ventanal de su cuarto, era la primera vez que un Uzza le pedía ir de noche, lo cual le resultaba extraño ya que ninguno de los hechizos que se usaban en ese libro era mas fuerte con la luna, suspiro al ver que le llegaba la lechuza de la escuela llevaba preguntándose si abrirían las clases ese mes hace mas de dos semanas. Cerro el libro de los ancestros para guardar la el amuleto anti robo en sus pertenencias sobre su cómoda, se coloco el anillo de presencia que al tener contacto con su dedo del medio la cavidad que tenia se lleno de una esencia mágica y esperaba poder usarla en clases a su vez se coloco el collar con la arena mágica del desierto, quería estar preparada por si el Uzza era tan loco como había sido Bakari.

 

Aun al pensar en aquel hombre le hacia arrugar el ceño al recordar como la había hecho colgar desde un agujero bajo su cuerpo con el lazo del diablo, apretó los labios y negó con la cabeza para abrir un haz de noche, el portal se puso oscuro como las ropas que llevaba para pasar por el agujero que la llevaría a su nuevo profesor.

 

-Buenas noches- saludo la embarazada al ver al imponente hombre.

 

Alessandra se acaricio el vientre, a los Uzza parecía no importarle si tenían mujeres embarazadas frente a el, su rostro cambio y se formo por el de su profesor del libro del caos, acaso no tendría a alguien que le diera una clase mas tranquila y no quisiera ponerla en riesgo ni a ella como a los bebes, parecía que no.

 

-Soy Alessandra Delacour, espero que pronto comencemos con el aprendizaje- le dijo sin acortar los tres metros que la separa del Uzza.

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Al llegar la mujer supe que no sería fácil, al menos no para ella. Evidente era su estado. No habría piedad aun así, si estaba allí era porque estaba dispuesta a correr con las consecuencias. No sería mi culpa si algo sucedía. Debía ser la aprendiza lo suficientemente inteligente como para salir de los peligros usando cada uno de los conocimientos adquiridos. ¿La forzaría al máximo y exigiría lo mejor de ella sin excusas? Si.

 

La parte más difícil, dejar mi paz y tranquilidad. Al dejar al laúd apoyado en el ar4bol de fuego sentenciaba el curso de la clase.

 

-Gahíji –presentándome mi nombre revele- espero esté preparada y sea lo suficientemente lista para demostrar que es digna de vincularse al libro y que es meritorio el no hacerme perder el tiempo, debo suponer que, si esta frente a mí, está dispuesta a darlo todo por demostrar que los conocimientos que desea aprender quedaran a buen resguardo.

 

Conjurar el Fulgura Nox fue fácil. Lo que venía a continuación para la aprendiza, era otra cosa.

 

~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~

 

Parado en las escalinatas del coliseo romano observe a la aprendiza. Habíamos aparecido justo en el centro de la arena donde históricamente los gladiadores peleaban por sus vidas. La sangre se podía oler, los murmullos de las millones de almas torturadas y en pena se podía escuchar en el silencio de la noche. Unos pocos minutos mas y el amanecer llegaría.

 

-Que comience la prueba –aventure a decir- hay demasiado silencio, ¿no le parece?, seguramente todo puede cambiar de una forma u otra, si tiene dudas aproveche de expresarlas, jamás se sabe cuando los enemigos pueden aparecer para atacarle, ahorita hay paz, pero ¿Habrá algo acechándola?, ¿se ha preguntado si está corriendo peligro?, le aseguro que yo no soy en este instante lo más peligroso que la está observando, seguramente podrá encontrar la respuesta en su libro.

Editado por Gahíji
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La rubia frunció el ceño a las palabras cortante del Uzza, sin duda era como estar con Bakari o peor se dijo al verlo dejar su laúd apoyado en el árbol de fuego, Alessandra supuso que todos los nuevos aprendices debían encontrarse hay para ir otros lugares para usar los poderes de los libros ya que era la tercera vez que se topaba con aquel árbol y como sus antiguos profesores los llevaban desde hay a otros sitios.

 

Sus mejillas se pusieron coloradas a sus palabras, no pudo evitar llevarse ambas manos a su vientre al sentir las palabras de que no se haría responsable si a sus hijos le ocurría algo, bueno, había pasado el libro del Caos milagrosamente pero estaba embarazada aunque claro no tanto como en esa clase, llevaba su buen tiempo sin cursar con los guerreros pero parecía que nada cambiaba aunque uno se tomara un tiempo sin hacer nada de aquello.

 

-No se preocupe Guerrero Gahíji si los demás uzzas confiaron en mi usted podrá hacerlo también- le dijo con la voz segura y su frente en alto sin demostrar su miedo o inseguridad.

 

observo como el guerrero abría un portal y pasaba por el seguido de ella, Alessandra no dudo en pisarle los talones a su profesor hasta que una nube de polvo la hizo toser y escupir porque le había entrado arena en la boca y ojos, la Nigromante se limpio los ojos con la manga de su blusa y la boca para sacarse la arenilla. Cuando pudo ver bien se dio cuenta que estaban en el coliseo, estaban en Roma, pensó observando la estructura a su alrededor como si fuera una película y ella la protagonista de alguna pelea.

 

-¿Que?- pregunto la fémina ya que se notaba que eran solo ellos dos los que estaban hay, ¿acaso debía pelear con el? pensó, las palabras de Uzza la marearon, no le entendía a nada de lo que decía, ella había leído el libro el mismo día que lo compro pero no recordaba nada de lo que el uzza le estaba diciendo pero si tenia una duda.

 

-¿Quien esta acechándome?- le pregunto sabedora que si el sabe que había alguien mas ahí era porque el se había encargado de buscar y hechizar para atacar solo al aprendiz.

 

<<-Kansho->> pensó y en su mano libre apareció una daga afilada llena de pedrería lista por si recibía un ataque de su maestro.

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Escuche sus palabras para luego meditarlas. La estudie. Los otros guerreros, no eran tan inteligentes como yo, pero eso jamás lo diría. ¿Confiar en un aprendiz?, ¿Cuántas veces había escuchado esas palabras al rededor de mis más de 190 años?, muy pocos aprendices merecían eso o demostraban que valían la pena. Dejaría que la aprendiza actuara. Si acaso, quizás, muy en el fondo, si es que lo hacía bien, podría a la final confiar en ella.

 

Observándola sola allí en el centro de la arena escuche su duda. Observe lo resquicios, las puertas pro donde normalmente salían los gladiadores. Los animales sangrientos. Cualquier tipo de cosa peligrosa, mucho más en los tiempos de Cómodo. Los murmullos de las almas en pena eran más fuertes y el olor de la sangre se notaba más en el aire. ¿La aprendiza no había notado ese detalle?. Sabía perfectamente que la estaba observando y a mí también.

 

-La verdad es que no deberíamos estar aquí –poco a poco las animas fueron materializándose en las gradas, pedían sangre- podría haber usado un Homenum Revelio para saber si había alguien que podría atacarla, ahora, debo decir que es tarde para ello.

 

Como si el tiempo hubiera detenidose un segundo, para luego correr más rápido las puertas laterales se abrieron dejando pasar una docena de magos con trajes de gladiador. 6 de ellos llevaban criaturas encadenadas. Con varita en mano fueron rodeando a la aprendiza.

 

-Esto será interesante –deseaba ver como la joven alumna iba a salir de aquel peligro.

 

La chica efectivamente había invocado el Kansho, eso podría ayudarla. Al menso esa parte lo habia hecho bien, aunque el libro también le ofrecía algo más que en aquel instante le seria de ayuda para ganar tiempo. ¿Descubriría la aprendiza que era lo que debía hacer?

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Alessandra frunció el ceño al Uzza, si podía haber usado aquel hechizo pero la verdad ni siquiera se le había ocurrido ya que lo único que quería era entender el libro para poder vincularse con el, obtener su poder y hacerse mas fuerte, su corazón latía desbocado a causa del suspenso que el guerrero estaba poniendo, aquello le resultaba muy loco porque todos los mostraban actitudes distintas con sus alumnos de sus maestros y al parecer el que le estaba impartiendo las clases era de los que le gustaba el suspenso y la sangre.

 

Sus bellos en la nuca le indicaban peligro, había dejado sus anillos de las habilidades en su hogar porque dudaba que los necesitara pero aun así sentía la presencia de las almas solo que sabia ignorarlas, no le hacia bien ni a ella ni a sus hijos, pero unas puertas laterales comenzaron a chirriar abriéndose para revelar doce personas, seis de ellos con trajes muggles de gladiadores con animales encadenados la rodearon, Alessandra trago en seco sabiendo que alterarse solo nublaría su capacidad de pensar.

 

Sonrió al recordar que tenia su colgante se lo quito frente a la mirada curiosa de aquellos tontos guerreros y saco un puñado de Arena mágica del desierto para soplarle en los ojos a uno de los hombres que no tenia las vestimentas de gladiador que había levantado su varita para dañarla <<-son magos->> pensó con fastidio.

 

<<-Obsistens->> pensó y un cerco de material luminoso color azul rodeo su cuerpo, aquello la protegería de cualquier ataque que sus oponente decidieran tanto físico como de hechizos.

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¿Solo a uno?, ¿porque no a todos? La aprendiza había hecho lo que suponía debía hacer. Había usado la arena del desierto para cegar a su contrincante. Debió lanzarla al aire para segarlo a todos y así poder realizar el siguiente movimiento que tuviera planeado. La estudie. No aparté mis ojos de ella. Observar cada movimiento. Intentar adivinar ¿Qué haría?. La parte divertida de la clase era. Aunque no debía ser divertido, sino, algo mas tortuoso.

 

-Interesante podía sentir como la ira por lo sucedido con su compañero crecía en aquellos gladiadores.

 

El Kansho le podría servir a la bruja que intentaba obtener el conocimiento y vincularse con el libro. Sin embargo, no estaba sorprendido. ¿Estaba nerviosa? Ella debía proteger con su vida de ser necesario, aquella criatura que llevaba en el vientre. ¿Ayudarla debía?. Al iniciar la clase la advertencia había sido clara. Ella no había expresado dudas. ¿Por qué entonces ayudarle?.

 

Maldiciendo mi propio ser la imagen de mi sirviente Nkuku llego hasta la mente serena que con esfuerzo había logrado hasta el momento. ¿Por qué él debía entrometerse cuando estaba por perder los estribos y dejar que el destino hiciera lo que deseara con los aprendices?.

 

-Le recomiendo que invoque la daga de cristal –solo dije.

 

Unos segundos después los animales fueron liberados. Los petrificus totallus, Desmaius y sectumsempras fueron lanzados. El caos había llegado hasta la arena. La aprendiza tenia las de perder, pero a su vez, las opciones de ganar eran altas. Tenía el Kansho en sus manos y si jugaba bien sus piezas, la vara de cristal terminaría el trabajo.

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