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La Torre del Dragón


Eobard Thawne
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Mazmorra: Torre del Dragón
Nivel mínimo: 2
Participantes: Máximo 1 (modalidad individual)
Repeticiones: Una vez por semana (los roles tienen que ser diferentes, no se admiten copias)
Experiencia: Por cada vez que se realice completa da 1 punto en el apartado de Mazmorras.

En 1897 Albus Dumbledore fue reconocido con el Premio Barnabus Finkley de Hechizos Excepcionales. Por entonces, era un destacado alumno de Hogwarts, íntimo amigo de Elphias Doge. Desconocemos qué hechizo inventó Albus Dumbledore que le hizo acreedor de tan notoria distinción a tan temprana edad. Lo que sí sabemos es que el antiguo Director de Hogwarts fue alguien de extraordinario poder mágico, con una mente muy brillante. Sin duda alguna, no todos los hechizos que inventó a lo largo de su vida, trascendieron a la opinión pública.

Después de graduarse de Hogwarts, en junio de 1899, Dumbledore iba a realizar el tradicional "Gran Viaje" alrededor del mundo con su amigo Elphias Doge. No obstante, la muerte de su madre, Kendra Dumbledore, la víspera del viaje, por causa de una explosión de la incontrolable magia de Ariana, impidió tal propósito. Doge marchó sólo a aquel viaje, pero su rumorea que llevaba consigo un libro escrito por Albus Dumbledore, con todas sus investigaciones durante sus años en Hogwarts. Lamentablemente, Elphias perdió aquel libro en Papúa Nueva Guinea, en circunstancias muy poco claras.

No hace mucho, funcionarios de MACUSA descubrieron el libro en poder de una tribu de salvajes, pero aunque lograron recuperarlo, el libro tenía muchas páginas arrancadas. Algunas de ellas, fueron descubiertas en la Torre del Dragón, un misterioso lugar en Papúa Nueva Guinea, donde habita un poderoso Opaleye de las Antípodas, modificado al parecer con los poderes del libro de Albus Dumbledore.

Ayuda al MACUSA a recuperar las páginas perdidas y a controlar al Gran Drakan, el misterioso Opaleye que habita en la Torre del Dragón. A cambio recibirás importantes recompensas.


Hitos de la Mazmorra:

Debes hacer 5 posteos de rol (total 10 posteos)

Los posteos de rol de esta mazmorra deben contener un mínimo de 1500 caracteres sin espacios.

Los objetos del Magic Mall que se piden, deben estar en la ficha de personaje al momento de comenzar esta mazmorra. No se gastan, una vez en ficha, pueden usarse todas las veces que se quiera para realizar la mazmorra.

Hay que tener en cuenta las instrucciones para el manejo de dados. No nos hacemos responsables si los dados cambian de valor por no haber seguido bien las instrucciones indicadas.

Te recomendamos leer bien los hitos de la mazmorra que se detallan a continuación.

Primer posteo (rol): Entras en la Torre del Dragón y encontrarás un pequeño hall de pequeñas dimensiones, de donde nace una escalera de caracol que se eleva hacia arriba. La escalera lleva a varios pisos, cada uno de ellos con una puerta cerrada. En el primer posteo, entrarás a la Torre investigarás la escalera. Observarás que las puertas cerradas de cada piso tienen un mecanismo mágico y un símbolo que las identifica.

Segundo posteo (dados): Lanza los dados para abrir la puerta del primer piso. Debes lanzar 1 dado de 2 caras.

 

[roll]1d2[/roll]
  • Si el resultado es 1, descubres el funcionamiento del mecanismo mágico a la perfección y entras en el primer piso sin problemas.
  • Si el resultado es 2, descubres el funcionamiento del mecanismo mágico y entras en el primer piso, pero la sala está llena de doxys.

Tercer posteo (rol): Entras en el primer piso. Si sacaste un 2, deberás exterminar a las doxys para poder hacerte con 1 de las páginas del libro de Albus Dumbledore. Para ello, deberás llevar contigo Doxycida (comprado en el Magic Mall). Si sacaste un 1, encontrárás la primera página del libro sin problemas.
Una vez encontrada la página del libro, sal del primer piso, hacia la escalera de caracol y sube hasta el segundo piso.

Cuarto posteo (dados): Lanza los dados para abrir la puerta del segundo piso. Debes lanzar 1 dado de 2 caras.

 

[roll]1d2[/roll]
  • Si el resultado del dado es 1, descubres el funcionamiento del mecanismo mágico a la perfección y entras en el segundo piso sin problemas.
  • Si el resultado del dado es 2, descubres el funcionamiento del mecanismo mágico, pero en el segundo piso hay un fuego que no se apaga con nada.

Quinto posteo (rol): Entras en el segundo piso. Si sacaste un 2, deberás recuperar la segunda página del libro de Dumbledore, pero el incendio que hay dentro está a punto de destruirla y no se apaga con nada. Debes introducirte en el incendio y recuperar la página antes de que se destruya. Pero al hacerlo, te quemarás y deberás usar Remedio para Quemaduras comprado en el Magic Mall. Si no lo usas, morirás antes de llegar al cuarto piso (el tercer piso, podrías hacerlo). Si sacaste un 1, encontrarás la segunda página del libro de Albus Dumbledore sin problemas. Una vez encontrada la página del libro, sal del segundo piso, hacia la escalera de caracol y sube hasta el tercer piso.

Sexto posteo (dados): Lanza los dados para abrir la puerta del tercer piso. Debes lanzar 1 dado de 5 caras.

 

[roll]1d5[/roll]
  • Si el resultado del dado es 1 o 2, descubres el funcionamiento del mecanismo mágico a la perfección y entras en el tercer piso sin problemas.
  • Si el resultado del dado es 3 o 4, descubres el funcionamiento del mecanismo mágico y entras en el tercer piso, pero una nube tóxica te impide respirar. Usa un hechizo que te abra las vías respiratorias y otro que te permita pasar sin respirar al piso para recoger la tercera página del libro de Albus Dumbledore.
  • Si el reultado del dado es 5, el mecanismo explota y te deja malherido. Deberás abandonar la mazmorra. Podrás intentarlo otra vez en una semana, volviendo a repetir la mazmorra desde el principio. Sólo tendrás opción a la recompensa por las páginas encontradas en los pisos primero y segundo.

Séptimo posteo (rol): Si has sacado 1, 2, 3 o 4 puedes continuar con la mazmorra. Rolea en consecuencia, en función del resultado del dado que te haya salido. Recuerda, si has obtenido un 3 o un 4 rolear los dos hechizos que se piden de forma correcta. Márcalos en rojo. Si no haces bien este paso, la mazmorra no se te contará como correcta y no obtendrás las recompensas. Una vez recuperada la tercera página del libro de Albus Dumbledore, avanza hacia el último piso.

Octavo posteo (dados): Lanza los dados para abrir la puerta del cuarto piso. Debes lanzar 1 dado de 5 caras.

 

[roll]1d5[/roll]
  • Si el resultado del dado es 1, descubres el funcionamiento del mecanismo mágico a la perfección, entras en el último piso y encuentras al Gran Drakan, el misterioso Opaleye de la Torre del Dragón. Además, justo ante ti, nada más abrir la puerta, observas que hay una página adicional del libro de Albus Dumbledore.
  • Si el resultado del dado es 2, descubres el funcionamiento del mecanismo mágico a la perfección, entras en el último piso y encuentras al Gran Drakan, el misterioso Opaleye de la Torre del Dragón. No encuentras ninguna página más del libro.
  • Si el resultado del dado es 3 o 4, descubres el funcionamiento del mecanismo mágico, pero encuentras, que no hay suelo bajo tus pies y el Gran Drakan está volando. Deberás derrotarlo desde el aire y necesitarás una escoba voladora comprada en el Magic Mall (sirve cualquiera).
  • Si el resultado del dado es 5, el mecanismo explota y te deja malherido. Deberás abandonar la mazmorra. Podrás intentarlo otra vez en una semana, volviendo a repetir la mazmorra desde el principio. Sólo tendrás opción a la recompensa por las páginas encontradas en los pisos primero, segundo y tercero.

Noveno posteo (rol): Si has sacado 1, 2, 3 o 4 puedes continuar con la mazmorra. Rolea en consecuencia, en función del resultado del dado que te haya salido. Para vencer al Gran Drakan, debes usar 5 hechizos de la lista de neutrales y no se pueden repetir (márcalos en rojo y negrita).

Décimo posteo (dados): Lanza los dados una última vez para determinar las recompensas otorgadas por el Gran Drakan y por el MACUSA. Lanza 1 dado de 30 caras.

 

[roll]1d30[/roll]
  • Si el resultado es < 6 -- 2000 G
  • Si el resultado es 6 - 10 -- 1000 G
  • Si el resultado es 11 -- 25 -- 500 G
  • Si el resultado es > 25 -- 0 G

Recompensas:

Por cada página del libro de Albus Dumbledore:

  • Primer piso superado y encontrada la página: 500 G.
  • Segundo piso superado y encontrada la página: 500 G.
  • Tercer piso superado y encontrada la página: 500 G.
  • Cuarto piso, si sacaste un 1 y, por tanto, encontraste la página adicional: 1000 G.

Por vencer al Gran Drakan: 500 G + drop según el resultado de la última tirada (posteo Décimo).

  • Si el resultado es < 6 -- 2000 G
  • Si el resultado es 6 - 10 -- 1000 G
  • Si el resultado es 11 -- 25 -- 500 G
  • Si el resultado es > 25 -- 0 G

Posteo opcional:

Si has completado la mazmorra, puedes hacer un posteo adicional roleando las recompensas y el reporte al MACUSA de lo que has descubierto en la Mazmorra, entregándole las páginas del libro.

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Luego de revisar se confirma que se cuentan con los requisitos necesarios para dar inicio a la mazmorra. La mazmorra es aprobada y a partir de ahora se puede dar inicio a la misma.

Únicamente se tendrán en cuenta los posts que sean realizados posterior a este.
 

Atentamente,
Goderic Slithering

Moderador Global de HarryLatino.org

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«Y es por eso que necesitamos tu ayuda, querido primo». 

Ladeó la cabeza hacia su hombro izquierdo, sin molestarse en disimular la extrañeza ante la razón detrás de la petición de Cassius; él tenía cierta jerarquía en MACUSA, sobre todo en temas inherentes al manejo de las criaturas mágicas, además de ser un magizoólogo excepcional. A diferencia de su primo, Eobard, si bien tuvo un periodo de gran crecimiento profesional en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas del Ministerio de Magia inglés, se había alejado hacía un tiempo de aquella rama que implicaba el trato con diversos seres y entidades imbuidas de características mágicas. 

⎯⎯Curiosa historia la que me contaste, Cassius. Sabes que confío en ti, y que no veo el inconveniente de meterme en una torre embrujada por un par de páginas amarillentas ⎯dejó escapar una risa de ironía ante la perspectiva de tener que emprender ese viaje en solitario⎯, pero me preocupa más lo que harán tus superiores cuando pongan sus garras sobre ese Opaleye. 

⎯⎯Sabes tan bien como yo, que intentarán sacar provecho. Sin embargo, prefiero que lideres la expedición tú, que dejarlo a un puñado de aprendices que morirán en menos de lo que termino de decir "Ilvermorny". 

Encogió los hombros mientras resoplaba en favor del comentario del actual patriarca de los Thawne, la familia que lo había acogido desde su nacimiento y hasta su partida hacia Europa. No se debían nada, pero Cassius le había abierto las puertas de regreso a la familia, y también había intercedido en sus "roces" con el Mágico Congreso. Considerando que venía de una serie de aventuras y desventuras durante las clases de Uzzas y Arcanos, aquello podía considerarse un paseo en el parque, a comparación de lo que había experimentado y todavía le faltaba por lidiar en su búsqueda del conocimiento. 

⎯⎯Bueno, me convenciste. Veré qué puedo hacer, considerando que hace años no hago trabajo de campo. Y claro, con la condición de que tanto la familia Black Lestrange como la familia Thawne reciban una compensación en metálico, en caso de mi devastadora muerte, ¿qué te parece?

Ambos emitieron una carcajada a manera de aceptar los términos. El Black Lestrange no lo admitiría abiertamente, pero se moría de ganas por realizar ese viaje; no sólo por la idea de enfrentarse a un desafío que no había encarado antes, sino también por el hecho de contribuir al rescate de textos mágicos que, considerando el autor que los había escrito, bien podrían considerarse invaluables. 

⎯⎯Entonces tenemos un trato, o al menos algo parecido, ¿no? ⎯inquirió Cassius, entregándole al castaño una identificación temporal que lo reconocía como un colaborador temporal de la máxima autoridad mágica de Norteamérica ⎯. Tu traslador sale en dos horas, deberías prepararte. 

Con tan poco tiempo de antelación, no alcanzaba a cubrir gran parte de los suministros que tenía en mente; pero tampoco era como que aquello fuera a durar semanas o meses, así que una vez tuvo a la mano su mochila con fondo interminable, gracias al hechizo de expansión indetectable, y su tienda de campaña de lujo perfectamente plegada, tomó el traslador en forma de taco de billar que lo llevaría a Papúa Nueva Guinea. 

Tuvo un cálido recibimiento a su llegada a la comunidad que había encontrado el libro de Dumbledore, más que nada por su soltura con las distintas lenguas e idiomas. Consiguió que le guiaran por aquel paradisíaco país, que a ratos le recordaba de sus repetidas vacaciones en la isla de Aruba, hacía un par de años. Apenas divisaron la Torre del Dragón, los nativos le indicaron que a partir de ahí, quedaba en sus manos lo que fuera que planeaba hacer para domar a la bestia. 

Así pues, montó la tienda de acampar a unos metros de la entrada a la edificación, que ya de por sí le parecía tétrica. Quizá tanto como lo había sido la Fortaleza Mortífaga en sus años formando parte de las filas tenebrosas. Pero, al igual que con ese inmueble, la Torre tenía una cierta aura que lo invitaba a entrar, a arriesgarse sólo por tener el placer de explorarla. 

⎯⎯¡Qué comience la incursión a la Torre del Dragón! Y que la suerte esté siempre de mi lado. 

Aquel grito de confianza fue más para romper el sonido de los insectos en la periferia, que para darse ánimos. Después de haber cursado el Libro del Caos, sabía perfectamente que el azar era un factor influyente en todo lo que hacía, y que las fuerzas del Caos eran volubles, por lo que no siempre podía esperar resultados favorables. Con varita en mano, ingresó por el único acceso que alcanzaba a ver a nivel de suelo, dejando los nervios en lo más recóndito de la tienda de campaña. 

⎯⎯Pero qué oscuro está aquí. Lumos ⎯susurró, a la par que la punta de su fragmento de nogal negro se iluminaba y aumentaba su rango de visibilidad. Por lo que alcanzaba distinguir, se encontraba en un hall o recibidor un tanto reducido ⎯. Acogedor. Parece que los que lo construyeron eran minimalistas. 

Halagando el estilo seleccionado por los constructores del recinto, conjuró un Lumos Maxima con dirección al techo, para poder averiguar qué tan lejos se encontraba de la cima. El hechizo mejoró la iluminación, por lo que pronto se encontró encaminado hacia la escalera de caracol venida a menos, víctima del enemigo más silencioso: el tiempo. No obstante, era seguro ascender hacia lo desconocido. 

Gracias a su iluminación temporal, pudo percatarse de la existencia de puertas en cada planta. No estaban abiertas, y tampoco veía que tuvieran picaporte, o algún mecanismo habitual. En su lugar, estaban acompañadas por una serie de símbolos, que aún con su conocimiento de Runas Antiguas, no alcanzaba a descifrar del todo. Tal vez se trataba de un acertijo, por lo que quedaba apelar a su deducción y a sus instintos. 

⎯⎯Y si hago volar cada una de las puertas, hasta reunir las páginas que faltan? No...Haría mucho ruido, y quizá me convierta en la cena de algo antes de que logre poner un pie fuera de este sitio. 

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  • 3 semanas más tarde...

Casi como si la suerte le hubiese sonreído, se le permitió el ingreso a la sala del primer piso sin tener que devanarse los sesos en demasía. Apenas había intentando con un par de hechizos no verbales que pretendían anular encantamientos o permitirle el acceso, cuando la puerta crujió y develó el interior de lo que parecía una habitación venida a menos. Tal como había sentido al ingresar a la Torre del Dragón, ahí también emanaba una sensación de humedad, consecuencia del abandono y completa falta de mantenimiento estructural. 

⎯⎯Vamos, Eobard, no es el primer escondrijo que debes cruzar para conseguir fama y fortuna. 

Aún con la varita iluminada en mano, ingresó con cierta cautela al recinto del primer piso, deseando por una vez el tener la visión periférica de su forma animal sin tener que transformarse en esta. Comenzó escuchando un sonido que parecía desvanecerse con el eco de sus pasos, como si estuviera sonando a las afueras de la torre. ¿Acaso estaba lloviendo ya? 

No. Las gotas de lluvia emitían eco ruido de rebote que difícilmente podría escucharse con esa claridad, considerando el grueso de la estructura. Su recuerdo de cuando era empleado del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas le advirtió que fuera cauto, pues seguro se trataba de una criatura, o tal vez sólo era que se estaba volviendo paranoico, resultado del continuo aislamiento de su persona. 

Al distinguir un aleteo plateado entre la penumbra y lo que iluminaba el hechizo, agradeció que todavía no se estuviera deslizando en tobogán hacia la locura. Pensó que se trataba de un hada, debido a la suavidad con la que realizaba el aleteo, pero en cuanto una masa cubierta de pelo oscuro y varias extremidades extra cruzó su campo de visión, reconoció que no se trataba de esos bellos ejemplares. Lo que parecía un elegante sonar, pasó a sonar como una orquesta de avispones. 

⎯⎯¡Claro que no moriré víctima de una mordida de Doxy! ⎯bramó, claramente identificando a las criaturas, debido a su experiencia con entes mágicos. En la mano libre, ya había extraído la Doxycida, un líquido negro que servía para eliminar aquella molesta plaga ⎯. Tomen un poco de esto, a ver si les gusta.

Cubriéndose nariz y boca para evitar inhalar el brebaje, comenzó a rociarlo a su alrededor, atacando directamente a aquellos bichos que a menudo se ocnfundían con las hadas, pero resultaban más tóxicos que los duendecillos de Cornualles. Así, uno a uno fueron cayendo, víctima de la Doxycida, lo que le dejó al Black Lestrange un paso libre para poder seguir investigando la habitación del primer piso. 

No había mucho qué ver, salvo un par de fragmentos de roca y charcos de agua, los cuales debían llevar años, o quizá, siglos ahí. Pero su búsqueda no fue infructuosa, pues eventualmente se encontró con lo que parecía ser una página amarillenta, cuyo texto no pudo descifrar del todo, pero que podía casi asegurar que se trataba de la primera página del libro de Albus Dumbledore

La dobló por la mitad con mucho cuidado, para después guardarla en uno de los compartimentos de su vestimenta. Ahí estaría más segura que en su mochila, eso era claro. Sin nada más que investigar, salió de la sala del primer piso y comenzó el ascenso hacia la segunda planta a través de la escalinata de caracol, 

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  • 3 semanas más tarde...

El Lumos Maxima ya iba casi a la mitad de su camino para cuando se aproximó a la puerta del segundo piso, con varita en mano, listo para intentar descifrar el mecanismo que abría la puerta. 

Una vez frente al marco de ésta, agitó el fragmento de nogal negro, pensando en una serie de encantamientos que pudieran serle de utilidad para burlar el seguro del acceso al segundo piso. Specialis Revelio, Finite Incantatem, Verdimillius… ¡Vamos, hasta había intentado con el clásico Alohomora! Pero la puerta no parecía muy dispuesta a permitir que el Black Lestrange se colara en su interior. 

Se retiró un par de centímetros del obstáculo, en un afán de tener más oportunidad de respirar y meditar la situación. 

⎯⎯A ver, eso te funcionó con la primera puerta, pero parece que cada una tiene un mecanismo distinto ⎯ caviló, rascando su barbilla con el índice izquierdo, mientras aún podía ver más allá de su nariz.

Le preocupaba más quedarse a oscuras en pleno ascenso, que ingresar a la habitación misma. Pero seguro que tendría tiempo de sobra para colarse a la segunda planta antes de que su hechizo menguara. Pensaba ahora en una serie de probabilidades empleando los Libros de Hechizo. ¿Y si abría un portal y cruzaba del otro lado, así sin más?

⎯⎯Fulgura Nox. 

Pronunció su encantamiento favorito del Libro del Druida, ocasionando una ruptura espacio-temporal del tamaño suficiente para que el hijo de Mía pudiera atravesarlo; del otro lado, intentaba imaginarse que encontraba otra página, pero nada más. Su intento resultó infructuoso, pues el portal comenzó a chisporrotear y se cerró de golpe antes de que pudiera cruzarlo siquiera. Era como si la Torre del Dragón le obligara a entrar a cada piso por su respectiva puerta. 

¿De verdad Cassius esperaba que regresara con alguna buena noticia, o sólo era el chivo expiatorio? 

Recargó la mano sobre la puerta, y para su sorpresa, esta se deslizó hacia adentro, causando que el Black Lestrange se fuera directo de bruces. Alcanzó a amortiguar el golpe en su rostro colocando sobre éste la otra mano, que soltó momentáneamente la varita. 

⎯⎯Ouch. Justo en el orgullo, pero, ¿cómo fue que hice eso? ⎯ inquirió, sacudiendo el polvo de su atuendo al levantarse.

Para él sería desconcertante, pero había descubierto el funcionamiento de aquel mecanismo gracias a que la iluminación de la estela que descendía hacia el suelo había activado la puerta sensible a la luz, sólo que no había prestado atención al sonido del pestillo liberándose. Tomó su varita para iluminar la punta de nueva cuenta, pues en aquella oscuridad penetrante, se sentía un tanto intranquilo.

Una vez que el susurro alimentó de luz esa estancia, Eobard la dirigió hacia el centro de la estancia, donde a simple vista se encontraba la segunda página del libro de Albus Dumbledore. Y era lo único que alcanzaba a ver en ese denso espacio. 

Dio un par de zancadas para alcanzarla y tomarla antes de que algo malo sucediera. Olía a trampa, y de un momento a otro esperaba que salieran bicharajos como los que había enfrentado en el primer piso, pero no fue así, permitiéndole salir sin problema alguno.

⎯⎯Van dos, y quedan dos.

Guardó la maltrecha hoja, ininteligible por el momento, junto con la primera que había obtenido del ataque de las doxy, y continuo su ascenso hacia el tercer piso. 

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A mitad del camino hacia la puerta del tercer piso, la estela de luz tocó el suelo y se consumió, no sin antes emitir un resplandor lo suficientemente claro para que el castaño se preparara para lanzar nuevamente el encantamiento. Susurró Lumos Maxima de nueva cuenta, pero esta vez la esfera de luz comenzó a descender con mayor rapidez a comparación de la primera ocasión que la conjuró.

Tal vez se debía al hecho de que estaba avanzando, y a la Torre no parecía agradarle que un explorador venido a menos estuviera tan cerca de la gloria por sobrevivir.

⎯⎯Estás tan cerca del final, que casi puedes saborear el oro que te pagarán, ¿no es así? ⎯ se preguntó el castaño, deteniéndose para recuperar el aliento en el último peldaño que daba a la tercera planta. 

Aunque para él, hubiera o no una compensación económica, la adrenalina y el desgaste físico ya eran pago suficiente. Si los rumores eran ciertos, y podría retornar ahí dentro de una semana, se disociaría de todo durante esos siete días para poder regresar y vivir la experiencia nuevamente.

⎯⎯Un poco de aire del exterior no me vendría mal, pero creo que pronto podré respirarlo. Ahora sí, a lo que venía.

Palpó el marco de la puerta del tercer piso, buscando alguna trampilla o indicio que le ayudara para destrabarla y colarse a la habitación en busca de otra de las páginas. Sin embargo, esta puerta parecía casi tan imposible como las dos anteriores. 

Con el pequeño detalle de que tenía una especie de orificio justo al centro. Por instinto, intentó insertar su varita a ver si se trataba de una especie de verificador de que quien deseaba ingresar disponía de poderes mágicos.

Sin embargo, más allá de ayudarse, tardó alrededor de diez minutos en sacarla de ahí de una pieza, debido a que se había atorado con el mecanismo de apertura. Definitivamente no iba por ahí. 

⎯⎯¡Por los dioses, viejos y nuevos! No permitiré que un condenado mecanismo me impida salir de este asfixiante lugar. 

Colocó su mano sobre el sitio que segundos antes había apresado su varita, para encontrarse que parecía tener una serie de puntas hacia los lados. Retirándose para que el Lumos Maxima iluminara mejor, alcanzó a distinguir lo que parecía ser un hueco con la forma de una palma. 

Pero no cualquier palma; más bien, el tamaño era acorde a la pata de un animal. Se arriesgaba mucho al adoptar su forma mágica, y que no tuviera el tamaño adecuado.

Decidió dar el salto de fe, convirtiéndose en el camaleón de Parson que le ayudaba a huir de situaciones complicadas con su habilidad de camuflaje, y colocó la pata izquierda superior sobre el mecanismo. 

Se escuchó el click, y la puerta se abrió hacia el interior, con todo y reptil, ocasionando que el animal se balanceara un poco antes de separarse de la puerta. Mientras el Black Lestrange volvía a su forma humana, echó una mirada rápida por la estancia, muy similar a la anterior.

Sólo había un pequeño orificio en uno de los muros, por el que se colaba algo de luz, iluminando así el tesoro que buscaba. Con pies en polvorosa, se llevó la tercera página del libro de Albus Dumbledore y salió de la estancia.

⎯⎯Parece que la fortuna definitivamente favorece a los valientes ⎯ sugirió, mientras ascendía al cuarto piso. 

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