Cartas sobre la mesa 🃏

[Noeline Malfoy McFarlan]

Percival Pembroke recorría con pasos apresurados el amplio hall. Era un hombre de baja estatura con aspecto más cercano al de un bibliotecario que al de un deportista. Sus lentes redondos se deslizaban constantemente por su nariz mientras revisaba meticulosamente sus apuntes, repasando cada detalle una y otra vez. Aunque su aspecto no delataba su pasión, aquel hombre era un ferviente aficionado al Quidditch. Desde muy pequeño, había dedicado horas y más horas a estudiarlo, aunque nunca se había animado a practicarlo; era tal vez la persona viva que más datos conocía sobre el deporte mágico.

Este día era especial, marcado en rojo en su calendario, pues se llevaría a cabo un evento que podría cambiar el curso del deporte mágico para siempre: el lanzamiento de las Quidditch Card. Estas cartas, con las imágenes de las grandes estrellas de la Superliga Europea y otros jugadores, eran un paso crucial para llevar el Quidditch a las masas de una manera completamente nueva.

Percival sabía que todo debía estar perfecto. Había preparado sus apuntes con esmero, asegurándose de tener toda la información necesaria para cubrir el evento. Entre las numerosas exhibiciones se destacaban las escobas medievales. Había abierto un espacio dedicado a la recepción de los invitados y a la exhibición de las cartas. Una mezcla del pasado que mostraban cómo los magos y brujas de antaño viajaban en escobas, desafiando la gravedad con destreza y se contrastaban con los rostros de los jóvenes de apariencia tan contemporánea que lucían en las cartas de grandes dimensiones que flotaban en exhibición.

 

    

 

Mientras se perdía en sus pensamientos, repasando una y otra vez las tareas pendientes para ese día, su mente tropezó con el nombre de un hombre, el temible señor Black, así lo llamaba en su mente. Percival sabía que este hombre intimidante había inyectado nueva vida al deporte, y su presencia en el evento era crucial. Tal vez estrecharía su mano agradecido o lo evitaría a como diera lugar. Aunque no había confirmado su asistencia, Percival lo mantenía anotado en el cronograma, junto a la palabra "discurso".

De repente, su atención se desvió cuando divisó a lo lejos a alguien que parecía estar intentando ingresar al recinto. Hoy el museo estaría cerrado hasta que se abrieran las puertas para el gran evento. Aunque estaba demasiado lejos para distinguir los rasgos faciales, Percival tuvo la impresión de que podría ser aquel periodista, quien también era una figura controvertida en el mundo del deporte mágico. Sin perder más tiempo, se dirigió a la puerta para alejarlo, pero ya no lo alcanzó.

―¿Quién es ese?― preguntó Percival al guardia que custodiaba la puerta.

―Solo un curioso―, respondió el guardia con indiferencia.

Más allá del evento que estaba por desarrollarse, aquella actividad podría poner de nuevo en el mapa turístico de Londres al Museo del Quidditch; su santuario dedicado a la rica historia y tradición del deporte mágico más querido del mundo. Al sentir el movimiento de las manecillas del reloj, recordó lo apremiante del tiempo todavía quedaba mucho por hacer y tenía que estar al nivel de los invitados entre los que se encontraban jugadores de renombre y personas de gran fortuna que buscaban maneras de gastar su dinero e invertir en un deporte que estaba de nuevo al alza, parecía una buena opción.

 

QUIDDITCH CARD - COLECCIONES

Editado 16 Marzo por Noeline Malfoy McFarlan

[Ada Camille Dumbledore]

 

Era una noche maravillosa para un Magno evento la realización de un evento en el Museo de Londres para el lanzamiento de las Quidditch carda me tenía emocionada había participado tanto en la selección de Francia como en un equipo que exaltaba mi pasión.

Por lo que haber sido invitada a este evento me parecía fabuloso claro yo me había retirado durante casi ocho meses de la vida pública pero ya estaba lista para regresar y con toda la pompa.

Así que para esta noche Había decidido usar un atuendo maravilloso no muy elegante pero tampoco están informando como siempre quería impactar. Esta vez había escogido un hermoso vestido con cintura ajustada y falda ancha de color blanco tacones altos y un bolso de mano estilo sobre de arreglar el museo Así que llegué temprano así podría estar pendiente de todo elemento no me quería perder ni un solo instante de todo lo que pudieran hacer.

Ingrese al lugar y busque directamente la mesa de las bebidas, nadie que conociera había arribado por lo que sería bueno disfrutar de una Copa de champagne bien fría.

 

 

[Bodrik]

Bodrik no era la más amante del Quidditch normalmente, y desconocía a los equipos actuales debido a su ausencia durante un tiempo en donde aparecieron nuevos equipos y jugadores nuevos.

No estaba ni entusiasmada por este juego que para ella significaba tan poco, pero, a decir verdad, estuvo en un juego donde vio a un equipo extranjero y, sin saber mucho, ese equipo le había parecido mejor.

Para que asistir a un museo donde exhibirían ese tipo de cartas de los nuevos jugadores que ella desconocía, pues a los viejos jugadores los conocía un poco más aunque la que siempre hacía en eventos de este estilo, ella asistía como sanadora por si era necesaria su presencia, y esta no sería la excepción.

Bodrik, estaba casi lista para salir, guardando su kit médico en su Bolsito como siempre lo hacía, remplazando las pociones por nuevas cuando se terminaban las que llevaba en su bolso pequeño.

Se preguntaba si quizá encontraría en ese evento a alguna persona conocida como el chico que había conocido tan recientemente con el acontecimiento de la niebla y que también se topó en el evento del festival de música.

 La verdad era un chico bastante agradable y positivo, algo que hacía tanta falta en la vida de la adolescente Lockhart desde hacía ya un buen tiempo en que su vida estaba tan gris.

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[Ada Camille Dumbledore]

 

 

La noche estaba pasando lento, yo había ido directo a la barra de bebidas, finalmente no había nadie conocido cerca y no iba a entablar fácilmente una conversación normal, pues no conocía a nadie en el lugar. Era raro no ver ningún conocido de la política ni del mundo mágico en el evento, seguramente mucho no estaban con tiempo para asistir no posiblemente estaban tarde, yo hacia demasiado que no hacía una aparición pública asique no me preocupaba demasiado si encontraba a alguien aquí o no. Había confirmado mi asistencia y no era de incumplir mi palabra, no solía faltar a ella.

Al llegar a la mesa de bebidas tome una copa de Champagne , la copa de cristal estaba fría y burbujeante como me gustaba, hacia demasiado que no probaba el líquido ambarino que tanto disfrutaba, pero casi no lo había extrañado mientras estuve lejos. Mientras miraba la copa me asaltaron pensamientos que había dejado de lado, no recordaba muy bien los ocho meses que había estado lejos junto al padre de mi hija, tampoco sabia muy bien en que lugar me encontraba junto a él, pero los pocos recuerdos que tenía a su lado eran llenos de felicidad y me llenaban de una sensación de calidez que no podía explicar.

La sonrisa que se dibujo en mi rostro era auténtica, talvez no guardar recuerdos exactos pero el sentimiento que guardaba en mi no podía negarlo, hasta lo extrañaba y más de lo que podía admitir, pero mi prioridad era nuestra pequeña hija, ella sería la heredera del principado y debía ser preparada para eso.

 

Editado 4 Abril por Ada Camille Dumbledore

[Daniel Taylor]

A las afueras del gran salón, donde se realiza el evento de el lanzamiento de las Quidditch Card. A lo lejos del recinto una sombra oscura, cada segundo se tornaba mas grande, hasta el punto donde se comenzó a formar la apariencia de un joven de aproximadamente 1.80 de estatura, Este era de contextura acorde con su estatua, cabello negra, una camisa de color blanca, con sus mangas recogidas hasta su antebrazo y los primeros botones de la camisa abiertos, con un jeans negro y unos zapatos negros, las manos se encontraban reposando en los bolsillos de su jeans, se podía notar un reloj en su muñeca izquierda, un rosario colgando de su cuello y una pulsera en su muñeca derecha con un par de anillos en ambas manos.

 Comencé a caminar con paso firme asta el salón y pensé ( No me veré muy muggle, me regañe a mi mismo que tonto igual no importa mucho las otras opiniones ), expulso un poco de aire de mi boca haciendo un leve suspiro, para  al llegar frente de la puerta voltee un momento hacia atrás para admirar la hermosa vista y como se ve el inmenso cielo mientras pensaba en lo hermoso que era este, gire mi cuerpo nuevamente para disponerme a entrar en el salón. Tras empujar la puerta y entrar en el gran y magnifico salón, alzo la mirada buscando a alguien familiar o donde poderme sentar. 

 ~ Buenas.

 Digo en un tono educado para los presentes que ya se encuentran en el salón, examinar a las personas que se encuentran en el sitio a ver quien esta y quien conozco. 

 

[Bodrik]

Estaba frente a la puerta del Museo y realmente no deseaba entrar en ese recinto y solo existiría un motivo para hacerlo más allá del interés médico, pues Bodrik no tenía conexiones y, con la ausencia de su abuela, no tenía excusas para andar en reuniones sociales a los que asistía acompañándola.

Cuando su abuelo no podía asistir, y claro que una directora de San Mungo podría ser invitada a ese tipo de eventos. 

Había tenido la gran idea de escaparse de Gran Bretaña, queriendo escaparse de la muerte de Adriano Wallace, que era su abuelo y el motor de su vida. 

Claro, lo imaginaba diciendo que pensara en él cómo Ishaya porque hacía tiempo que un vampiro se apoderó de su cuerpo y que ahora no era más que Adriano en el exterior.

Poco le interesaba saber todo eso y poco le importaba cuando el mismo le aseguró que no cambiaría jamás con ella y fue cierto hasta que abandonó la orden del fénix. 

Porque después de eso dejó de estar con ella de la forma que lo hizo desde el día en que su padre la llevó recién nacida para que sus abuelos paternos la cuidaran por él, después de que su madre la dejó a su cuidado.

Sin embargo, su cariño estaba intacto y la peor noticia fue la de su muerte, hasta el punto que en un principio estaba en shock y a partir de ahí comenzó a manifestar varias estepas hasta que decidió escapar de Gran Bretaña.

Primero con la idea de quedarse en el castillo Wallace, en Francia, pero pasó muy poco tiempo ahí, por sus recuerdos de infancia, y decidió finalmente aceptar la invitación a Tokio para ayudar a sus amigos en el hospital mágico, y prácticamente dejó a San Mungo sola, sin pensar en regresar.

Estaba sola en este enorme país, estaba prácticamente abandonada en todas partes y no tenía amigos, por ello realmente no tenía excusa para asistir a este evento, pero ahí estaba en la entrada del museo.

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[Martin N Roses]

Auxerre de Rune
Jugador profesional de quidditch

No había pasado un día entero desde su regreso de Canadá. Pero allí estaba. Los cabellos blancos estaban en modo incontrolable mientras avanzaba con rapidez por la calle. Auxerre no quería perderse por nada del mundo el lanzamiento de las QuidditchCard, aparecería su rostro en más de una carta y deseaba por tenerlas a todas. No le sorprendió que el lugar estuviera abarrotado de diferentes personalidades, pero en su mayoría eran fanáticos de diversos clubes. El color celeste fue el que más vio en el lugar, para sorpresa de nadie.

«Estos Tornados parece que nunca pierden popularidad», se dijo para sus adentros.

El último torneo de quidditch, el Club World Series 24, había terminado con los Tarapoto Tree Skimmers como campeones, venciendo al conjunto inglés. Posiblemente había sido el resultado más llamativo de todo el campeonato.

Hasta el momento no había tenido oportunidad para charlar con Aedis Greengrass, ni de cómo se sentía por la derrota, aunque eso lo imaginaba, ni tampoco de su propio futuro. No tenía en claro si continuar en Montrose Magpies una temporada más o si enfilarse a los Puddlemere United, el equipo que tenía su ficha.

Un instante después, todos sus pensamientos se vieron evaporados por la voz de una mujer. En un primer momento no sabía si la conocía o si no, si era una colega o una amante del quidditch. Pero luego encontró algo que ansiaba ver, su propia carta.

La luz verdosa que rodeaba a la carta lo sorprendió. Supuso que se trataba de una edición especial y bastante llamativa.

«Quedo mejor en la carta que en la vida real. ¿Será que puedo conseguirla de forma directa o tendré que abrir sobres?»

[Noeline Malfoy McFarlan]

 

"Con mi hechizo y tu encanto
La magia nos envuelve, nos atrapa
Bajo el sol, volamos alto
En este mundo todo se transformaaaa..."

Belmont, con su voz resonando en la pequeña habitación, entonaba la canción con pasión mientras preparaba meticulosamente su atuendo para un evento casual. Seleccionó con cuidado su atuendo, asegurándose de que reflejara su personalidad vibrante y su amor por el deporte mágico. Contento con el resultado, se marchó rumbo a Londres.

Se apareció a un par de cuadras del Museo de Quidditch, un lugar que nunca antes había tenido el placer de explorar. El edificio se alzaba majestuoso ante él, como un guardián de secretos y emociones del pasado. A medida que se acercaba al museo, la emoción en el aire se intensificaba, palpable y electrizante. Una multitud bulliciosa se congregaba en el salón principal, sus voces llenas de entusiasmo y anticipación por lo que estaba por venir. Para Belmont, era como caminar entre las gradas de un estadio antes de un emocionante partido de Quidditch.

Decidido a sumergirse en la atmósfera del lugar, cruzó el umbral del museo con determinación, dejando atrás el bullicio de la calle. En su camino, tropezó ligeramente con otra persona, intercambiando disculpas de manera autómata antes de continuar su camino sin fijarse quien había sido. Una vez dentro, su mirada se elevó hacia las altas paredes adornadas con enormes cartas de Quidditch, cada una más impresionante que la anterior. Quedó maravillado por la habilidad que había capturado la esencia del deporte, como si las cartas cobraran vida ante sus ojos.

Pero su asombro alcanzó su punto máximo cuando se detuvo frente a una imagen gigante que mostraba su propio rostro, con una expresión de triunfo y determinación. Una oleada de orgullo lo invadió mientras admiraba la representación de sus logros en el deporte que tanto amaba. Sus padres deberían verlo.

Continuando su recorrido por el museo, se detuvo delante de otra imagen ampliada ―El Capi―, salió la palabra de su boca sin pensarlo. Recordó con cariño los momentos compartidos durante la preparación para el mundial, las largas jornadas de entrenamiento, las risas compartidas, los triunfos...

[Daniel Taylor]

*-Mi mente se pierde pensando en tonterías como es de costumbre: “Esto nunca cambia los salones inmensos, pocos iluminados tétricos, pero maravillosos con sus toques mágicos, será que todos somos mortifagos de corazón, en fin”. Mi rostro dibuja una leve sonrisa inconscientemente, observo por un instante mi apariencia de reojo “Será que viene acorde a esta ocasión, bueno, qué más da, ya estoy aquí y no creo que diré mucho tiempo aquí.” Doy un leve suspiro tras pensar algunas cosas.  Miro en ambas dirección y me percato de algunos presentes que allí se encontraban no se hacían familiares, aunque llevaba mucho tiempo fuera del mundo mágico conviviendo con muggle y viendo un poco de su mundo el cual en algunos aspectos me resultaba muy interesante, al final mirar al frente de mí y pude observar, un mueble amplio e inmenso, a simple vista, se notaba cómodo, no le di mucha importancia, ya que mi garganta estaba seca y quería algo que me refrescara, volteé a ver si en este lugar hay algo de tomar, noto la gran mesa de bebidas y caminé hasta ella. Al llegar, tomé una cerveza y miré a ver si podía observar el destapador, pero como de costumbre más me preocupaban otras cosas, no lo pude ver. Será por mis pensamientos de que la cerveza estaba muy fría y esto me daría unas hacías de fumar terribles y ya llevaba más de dos días sin probar un cigarrillo.

 Con mi mano izquierda sostuve la cerveza firmemente y con mi mano derecha la deslicé por mi bolsillo. Tomando mi  zippo de color gris oscuro con una calavera en adornos negros, volteé para ver a una joven que tenía a cierta distancia de mí; había algo en ella que me inspiraba cierta curiosidad. 

 Di un leve suspiro al momento en que a mi mente me llegaban ciertos pensamientos, preguntándome: ¿será que me tomé la cerveza y salgo a caminar un poco? Al final, creo que sería más mi estilo que estar en un sitio sin ninguna cara familiar. Saco mi mano derecha y en ella mi zippo agarró firme la botella de vidrio por donde se encuentra la tapa o chapa de la cerveza, y mientras acerco mi mano junto con mi zippo, coloco la parte inferior de mi zippo en la orilla de la chapa para que con un poco de presión esta salga volando emitiendo un sonido leve, pero que se podía escuchar, baje mi mano izquierda guardando mi encendedor en el bolsillo para inmediatamente sacarla y tomar la cerveza por la punta con mi mano completa. Metí mi mano izquierda para sacar los auriculares e inmediatamente introducirlos en mis orejas para acto seguido sacar mi móvil y ver que podía escuchar que fuera de mi agrado, ignorando mi exterior, y en mi mente meditando la idea de irme o esperar un poco.*