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Aziid Black T.

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Mensajes publicados por Aziid Black T.

  1. Me presenté en la entrada del Caldero Chorreante, por el Callejón Diagón y me quedé ahí afuera, por el arco de piedra, debido al patronus que había llegado hasta mí por parte de mi hijo. No sabía realmente qué era lo que sucedía pero no me habían encontrado en un buen momento, mi humor estaba pésimo y tenía ganas de golpear algo... o alguien. Me quedé frente a la entrada del lugar, en donde se encontraban los demás antes de entrar, miré a todos y cada uno de ellos con expresión seria, no quería ni siquiera hablar con los demás. Simplemente saludé a Vrael con un intento de sonrisa y fijé nuevamente mi mirada en la entrada del famoso lugar por donde se accede al famoso callejón mágico más nombrado.


    Era algo curioso, pues ya nada me importaba. Mi rostro iba al descubierto y mi vestimenta erabastante inapropiada; llevaba unos jeans bastante rasgados por todos lados, con botas negras en los pies y una camisa de cuadros desabrochada, dejando ver debajo de ella una camiseta gris de tirantes. Mi cabello iba desordenado como siempre y me encontraba fumando un cigarillo en la mano izquierda, ya que en la diestra llevaba firmemente mi varita. Listo para hacer lo que fuera necesario.


    Dí una última aspirada al cigarrillo y lo tiré al piso, para pisarlo con mi bota, apagándolo por completo. Exhalé el humo calmadamente, sin mirar a nadie y me limité a decir:


    — ¿Pero qué ****** hacemos aquí esperando?

  2. Drew "Aziid" Evans Delacour

    Jefe de Gabinete de Prensa y Protocolo - Oficina del Ministro

     

    Una parte de mí ya estaba esperándose eso, algo me había dicho que no sería suficiente para aquélla mujer la información que le había brindado, estaba seguro de que querría más, aunque yo no quisiera dársela aún. Y aunque me dijera que no a mí mismo, sabía que debía confiar en la Directora ante tal situación, y por ende, en los Inefables. Suspiré y arqueé las cejas, llevándome la mano derecha a la frente, pensando en las cosas que sabía del asesinato para poder contarle mejor a Juve.
    — Ok, pero no sé mucho —le contesté antes de que entraran dos de los hombres que formaban parte del equipo del departamento, negué con mi cabeza, expresando que no tenía ningún problema con su presencia y los miré a ambos con tranquilidad—. Muy, bien, justo eso necesitamos; y no creo que ocupemos tantos Inefables, el cadáver ya fue trasladado a otra parte, yo mismo me encargué de eso. Ya sabe cómo es la gente, todos se vuelven locos al escuchar cualquier tipo de acontecimiento no habitual —comenté con frialdad ante la situación.
    — Le diré lo que sé, la mujer fue asesinada, hay muchas versiones diferentes, pero algunas personas aseguran haber visto a un enmascarado en el acto. Le puedo decir que estoy completamente seguro que el asesinato fue llevado a cabo con magia oscura... —hice una pequeña pausa para observar la reacción de la mujer y aproveché para beber un poco más del frío té que quedaba en la taza.
    — El verdadero misterio aquí es: ¿Qué pasó realmente? ¿Cómo? Y, ¿quién lo hizo? Es por eso que necesitamos de su ayuda, señorita Malfoy.
    Me atreví a levantarme de mi asiento, no pensaba quedarme más tiempo en aquélla oficina, quería volver a la Habitación perdida, para poder estar al tanto de lo que sucedía con la mujer, recaudar la mayor cantidad de información posible para después poder ir a El Profeta para que se hiciera la noticia y se publicara, aún recordaba las ordenes personales que me había dado mi madre, sonreí ante tal pensamiento, pero la sonrisa se esfumó en segundos. Observé a la Directora y continué:
    — Ahora, si no es molestia que me acompañe, ya sea usted misma o algún miembro de su equipo. Ah, y... En el asesinato, la mujer estaba rodeada de sangre, pero después resultó ser que llevaba consigo unos pequeños tubos de vidrio llenos con el líquido; y no tiene condición de vampiro...
    Tras mis palabras esperé a Juve, para llevarla a la Habitación Perdida, pero antes de yo entrar, debería ir a hablar con Mei, para reportarle lo que había estado sucediento y cómo iban las cosas. No sería nada difícil para mi inventar alguna historia que involucrara directamente al bando tenebroso en los hechos, estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de que aquélla historia se publicara.
  3. Drew "Aziid" Evans Delacour


    Jefe del Gabinete de Prensa y Protocolo - Oficina del Ministro


    Me resultaba algo extraña la manera en la que la rubia respondía, la miraba a los ojos fijamente mientras escuchaba sus palabras, parecía una persona bastante seria; de esas con las que es duro romper el hielo y no se puede platicar tranquilamente. Al escuchar su nombre me vinieron a la cabeza muchas ideas, así como recuerdos y especulaciones que intenté dejar para después, las ignoré en ese instante y me concentré en lo que debía hacer entonces.


    — Lo siento, —me disculpé después de que se presentara— yo soy Drew Evans, Jefe del Gabinete de Prensa y Protocolo, en la primera planta —al finalizar, seguí a la Malfoy hacia su despacho y entré después de ella, ante su invitación, tomé asiento en una de las sillas frente a la pequeña mesa de té. Escuché nuevamente lo que tenía para decir la mujer y reí un poco, aunque no hubiera nada de gracia en el asunto—. Por supuesto que no, como se imagina, es algo bastante delicado lo que ha sucedido —acerqué mi mano derecha a la taza y al taco se llenó de té chai preparado con leche y un par de hielos, me llevé la taza a los labios y dí un sorbo para humedecer mi garganta—.


    — Realmente me envió la Jefa del Gabinete de Seguridad, por ordenes personales de la Directora de la Oficina —le respondí tranquilamente, mis ojos posados sobre los suyos con calma a pesar de la situación, una especie de calma desafiante, sin ningún motivo—. Lo que pasa es que... —suspiré— Lo pondré sencillo... Acaba de ocurrir un asesinato en pleno Ministerio, en el Atrio, para ser más exactos. Se presume que tuvo que ver con el uso de magia negra, pero aún no estamos cien por ciento seguros de qué fue lo que pasó, además de que sucedió algo... extraño, con la mujer que fue asesinada.


    Miré un par de segundos a la Malfoy, por ahora eso sería todo lo que diría, ya después ella podría ver por sí misma lo que había ocurrido una vez fueramos de vuelta a la Habitación Perdida. Nuevamente di un trago a la bebida fría y me encongí de hombros.


    — Se sabe que éste Departamento, más que cualquier otro sabe muchas cosas... Más de las que cualquiera podría imaginarse. Por lo que creemos que son los indicados para apoyarnos en éste... —pensé por unos momentos la palabra adecuada— lamentable caso. Si aún está dispuesta, tendré que pedirle que me siga al lugar donde se están llevando a cabo las investigaciones. Me imagino que usted ya sabrá de la existencia de dicho lugar —comenté finalmente, refiriéndome a la Habitación Perdida. Sólo quedaba esperar una respuesta de la Directora de los inefables para poder seguir con la investigación—.

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  4. Drew "Aziid" Evans Delacour

    Jefe de Gabinete de Prensa y Protocolo - Oficina del Ministro

    Salí de la Habitación Perdida hasta quedar en un espacio bastante reducido en donde apenas y podía caber de pie, el retrato de la Primera Ministra de Magia había mencionado que al salir de aquélla mítica habitación me encontraría en un escobero del Departamento de Misterios y al parecer así era. No sabía qué hacer, sería algo extraño simplemente salir... Me imaginaba a alguien trabajando tranquilamente y entonces de un momento a otro ver a una persona salir de un escobero en su oficina. Primero debería asegurarme de que era seguro salir de ahí.

     

    Empujé la puerta con cuidado un par de centímetros para poder asomarme al exterior para poder ver si había alguien ahí. Al parecer no había nada ni nadie, lo único que podía ver era una pared y el piso; no había sonido alguno, todo era silencio completamente. Abrí la puerta por completo y salí del escobero, sólo para sorprenderme al ver lo que me rodeaba: nada.

     

    No había absolutamente nada en aquélla sala con forma circular; nada más el escobero, una pared, un techo, el piso, unas cuantas puertas distribuidas en la pared y yo. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Nunca había pisado aquél lugar ni había escuchado decir nada de él, ya sabía por qué... Me acerqué a una de las puertas y me encontré con una pared bloqueando el paso, cambié de puerta y fue el mismo resultado, lo mismo sucedió con la otra y siguió pasando puerta con puerta hasta que me di por vencido y por arte de magia todas las puertas volvieron a cerrarse.

     

    Me entró un sentimiento de paranoia, por unos instantes creí que me había vuelto loco, que al salir de aquélla habitación perdida me había quedado atrapado en un lugar sin salidas. ¿Sería aquéllo lo que sucedía con todas las personas que entraban? Pasaron apenas un par de minutos, pero se sintieron como una eternidad en aquélla sala circular sin salidas. De la paranoia pasé a la desesperación y el enojo, me dirigí hacia una de las puertas y conecté un golpe con mi pierna derecha; el impacto hubiera roto la puerta si fuera una común, pero a ésta no le pasó absolutamente nada.

     

    — ¿¡Qué!? —grité al vacío, para escuchar el eco de mi voz resonar en la habitación vacía— ¿¡Qué clase de trampa es ésta!? Sólo busco a la Directora de Misterios, de parte del Gabinete de Seguridad del Ministro de Magia —pensé que tal vez así podría mejorar las cosas, las salas y salones embrujados eran normales en el Ministerio y muchas veces reaccionaban ante las palabras de quienes los visitaban—.

     

    Y lo que había hecho funcionó. La sala comenzó a girar rápidamente y después la velocidad comenzó a bajar hasta que se detuvo, quedando frente a mi una elegante puerta de caoba. No lo dudé ni un par de segundos y me acerqué a dicha puerta para tomar la perilla y girarla para poder pasar. Al cruzar la puerta noté de inmediato que me encontraba justo en la Oficina de la Directora del departamento, o al menos así lo creí.

     

    — Qué oportuno —dije con asombro para mí mismo—. ¿A quién se le ocurrió poner eso en la entrada? Ese estilo "película de terror" es algo intrigante, ¿sabe? —me acerqué a la Malfoy, extendiendo mi mano mientras le brindaba una sonrisa— Señorita Juve, el Gabinete de Seguridad del Ministro requiere de su ayuda.

  5. No me sorprendió la actitud de mi contrincante ante los ataques que había lanzado, sabía que ella era de cierta manera más experimentada que yo y por eso mismo debía tener cuidado con mis acciones, así como con las de ella. La observé unos momentos, cuando un escudo de agua se formó a su alrededor, cubriéndola de mi primer ataque, en ese momento supe que pasaría lo mismo con el segundo y maldije en mi mente mientras que por fuera le brindaba una sonrisa divertida, un buen enfrentamiento siempre lograba ponerme de buen humor.

     

    Observé cuando el Sectusempra que había salido de mi varita impactó contra el escudo y en ése momento quise levantar mi varita para atacar nuevamente, sin darle oportunidad alguna a mi contrincante para actuar, pero por desgracia mía, Bodrik había sido más rápida y logró pronunciar su hechizo antes de que yo pudiera hacer cualquier movimiento.

     

    Escuché con atención y supe de inmediato lo que pasaría, ni siquiera me molestaría en intentar hacer algo tras el Floreus. Con mi varita hice un movimiento rápido, pensando en un Disparo de Flechas, sabiendo que dichas flechas nunca saldrían de mi varita, pues en vez de eso saldría un ramo de flores. Y así sucedió... Una docena de flores color blanco salieron de mi varita después de un "¡Crack!", las tomé de inmediato y le sonreí a mi rival.

     

    — Bonito detalle, —comenté con sarcasmo— no te hubieras preocupado —sonreí y lancé las flores hacia arriba, haciendo que se dispersaran por el aire al caer frente a mi—.

     

    ¡Morphos!articulé con fuerza, apuntando mi varita hacia Bodrik, mientras la docena de flores caía frente a mis ojos; en ése instante, aprovechando que su escudo de agua ya había desaparecido segundos atrás, su camiseta de cuadros se transformaría en un Lonomia obliqua, mejor conocido como el gusano de la muerte. El pequeño animal (5 cm de longitud) quedaría sobre el hombro derecho de la mujer y en ese mismo instante Bodrik estaría envenenada, ésto por causa del veneno que cargan éstas especies de gusanos en sus delgados cabellos, capaces de matar hombres al tacto, es lo que hace letal a ésta especie de pequeños animales.

     

    Me gustaba cómo estaba dándose el duelo, sería interesante ver si la Lockhart seguía inhibiendo mis ataques o si decidía cambiar de postura y atacar, a ver como resultaban las cosas...

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  6. Gabinete de Prensa y Protocolo


    "Gabinete de Prensa y Protocolo" se puede leer en la placa de oro posada sobre la primer puerta a la izquierda después de cruzar el hall principal. Aquélla placa de oro es solamente una pequeña muestra, una pista, podría decirse, para darse una idea de la elegancia y la clase que porta la oficina en todo aspecto. Desde la fina madera color oscuro con la que se había fabricada la puerta hasta simples cosas como la perilla de la cerradura hecha del mismo material que la placa que estaba justo en el centro de dicha puerta.

    Al cruzar se puede sentir un ambiente cálido, el recibidor está decorado de manera clásica, pero sin olvidar lo moderno, al igual que el resto de la oficina. Una gruesa alfombra de color rojo vino cubre totalmente todo el piso; las paredes son de madera, del mismo tono oscuro que las puertas, escritorios, y todo el mobiliario del lugar, pero la mitad superior de las éstas está forrada con tapiz del mismo rojo que la alfombra. Todas las sillas, sillones y escritorios son de madera oscura tallada a mano con elegantes grabados. En las paredes se encuentran colgados algunos cuadros, más que nada de paisajes, evitando las figuras célebres del mundo mágico que a veces tienden a ser molestas a la hora de trabajar. La iluminación proviene de elegantes lámparas de pared, posicionadas a cierta distancia una de otra para no dejar ni una pizca de oscuridad en el lugar.

    El recibidor cuenta con unos cuantos sillones para la gente que espera pueda descansar, también hay un par de pequeñas mesas de té a un lado de los sillones y una un poco más grande en el centro. Aquí es donde las personas pueden esperar a ser atendidos si es que con quien desean hablar esté ocupado.

    Al fondo se puede ver una gran puerta de madera que lleva una placa de oro con el grabado "Jefe de Prensa y Protocolo", y a la derecha se encuentra el pasillo donde están los despachos de los subjefes de la oficina, todos estos decorados de acuerdo a los gustos y necesidades de los diferentes asesores.

    La última puerta a la derecha del pasillo es la correspondiente a la Sala de Juntas, donde se reúne el jefe con los asesores y algunos empleados cada cierto tiempo a discutir materias de trabajo, rendimiento, planes futuros, etc.; nadie puede entrar sólo a ésta Sala, sólo el Jefe de Oficina puede abrir la puerta. El Jefe también tiene la posibilidad de monitorear todo lo que sucede en la oficina, debido a un encantamiento que él mismo puso sobre las diferentes áreas. Del lado derecho del pasillo también se encuentra la sala de descanso, por donde se accede a los cubículos, en donde trabajan los empleados comunes del gabinete. Parece ser un espacio pequeño, pero tiene un encantamiento expansor, al igual que toda la oficina, que hace que pueda haber muchos más cubículos de los que podría haber normalmente.

    En cuanto a la Sala de Descanso, es un área recreativa para los empleados, asesores y para el mismo jefe; en donde pueden ir a tomar algún café, agua o lo que sea, sentarse un rato y descansar (después de haber hecho el trabajo, claro). Cuenta con varios sillones cómodos, mesas para tomar el café y comer a la hora de su descanso, unas cuantas revistas y, como no podía faltar, siempre el más nuevo ejemplar de El Profeta... Para leerlo mientras se disfruta una taza de ese exquisito café que llena con su olor toda la oficina.

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  7. Estaba caminando en círculos alrededor de donde yacía el cadáver, pensando en qué podría hacer mientras llegaban los demás, pero realmente no se me ocurrían muchas cosas, aquélla sin duda alguna no era mi área de trabajo. Me quedé esperando unos cuantos momentos y giré sobre mis talones al escuchar que la entrada a la misteriosa sala donde me encontraba se abría nuevamente, dejando entrar a una mujer bastante alta, desconocida para mi. Me quedé con los brazos cruzados y me llevé la mano derecha a la barbilla mientras miraba a la mujer, seguramente semi-gigante.

     

    Escuché sus palabras y vi su placa, sin prestarle demasiada atención, asentí con la cabeza y la miré fijamente a los ojos, era demasiado alta.

     

    — Claro, pasa, no me molesta. Sólo debemos esperar a que lleguen los demás —le comenté en tono serio para darme la vuelta y seguir caminando alrededor del cadáver, observándolo cuidadosamente, aún se sentía aquélla vibra pesada emanar del cuerpo, algo que no era para nada común a la hora de una muerte—. Ven, siente ésto —le dije, posicionando mi palma abierta a unos centímetros del cadáver, para que ella hiciera lo mismo—.

     

    Y justo en ese instante la puerta se abrió nuevamente, ésta vez vi una silueta conocida, era Lisa quien había llegado. La miré unos segundos y suspiré por el simple hecho de que me gustaba molestar a aquélla mujer, no porque me molestara su presencia.

     

    — Y estamos tan contentos de eso... —contesté de manera sarcástica ante las palabras de su llegada, la miré de reojo y sonreí. Aún había algo que hacía que no nos lleváramos del todo bien, nuestras personalidades chocaban entre sí y causaban ése conflicto, pero sabía que podía confiar en ella y me agradaba su forma de trabajar. Escuché que me llamó nuevamente y presté atención a sus órdenes, el retrato de la Primera Ministra de Magia había mencionado algo de que al salir de aquélla habitación, me encontraría en el departamento mencionado, lo que me pareció increíblemente oportuno—. Bien... Juve, iré por ella.

     

    En ese momento me di la vuelta para salir de aquélla sala, no sabía realmente que me esperaría o si habría gente del otro lado del escobero en donde aparecería, o quizás ni siquiera era verdad y el retrato sólo me estaba tomando el pelo, aún así debería verificarlo yo mismo.

  8. Al parecer todo iba bien... Al parecer. No me había gustado el resultado del duelo que acababa de concluir, pues había terminado por falta de tiempo y no hubo realmente ningún ganador, aunque estaba seguro de que tenía bastantes posibilidades de salir victorioso con aquél error de mi contrincante. Pero el hubiera no existe y sería mejor no ocupar demasiado mi mente pensando en aquéllo, por ahora debía concentrarme en la siguiente etapa, ni siquiera sabía qué tendría que hacer, ni a dónde nos llevarían.

     

    Caminé por unos minutos, siguiendo inconscientemente a los demás participantes, ni siquiera prestaba atención en el camino que seguía, solamente me aseguraba de que hubiera alguien delante mío y no alejarme demasiado para no perderme. Me encontraba parcialmente meditando, o más bien, intentando dejar mi mente en blanco por unos segundos hasta que volví a la realidad cuando por poco caigo del puente que debíamos cruzar para llegar al próximo objetivo. Escuché unas pequeñas risillas detrás de mi pero no les presté atención, hice un sonido que era una mezcla entre risa y gruñido y seguí mi camino, ésta vez consciente de hacia dónde iba y no solamente siguiendo al que iba delante mío.

     

    Aún llevaba el mismo atuendo de mi duelo anterior, la gabardina oscura y los jeans con las botas negras en mis pies, era un atuendo bastante usual en mí y lo usaba hasta en duelos; nunca me importó mucho eso de la comodidad y todas esas excusas que usan los magos mediocres cuando no logran ganar un duelo, diciendo que fue "porque no llevaban ropa cómoda como para duelo"... Como si éso llegara a afectar.

     

    Me detuve frente a una gran reja de hierro que seguramente ocultaba el siguiente campo para llevar a cabo los enfrentamientos y esperé hasta que todos los demás participantes llegaran para poder avanzar; ya no había tantos restantes, lo que me alegraba y me daba aún más esperanzas... Estaba decidido a llegar hasta el final, estaba yendo por todo. Crucé la reja y observé todo a mi alrededor, a decir verdad nunca antes había pisado aquél campo de entrenamiento y me sorprendió bastante todo lo que tenía, desde los muñecos de práctica hasta los animales que aguardaban para que algún mago o bruja fuera con ellos a practicar.

     

    Caminé con paso tranquilo y esperé hasta ver a lo lejos a una mujer, decidí que ella sería mi próxima contrincante, pues ésta vez no había habido nada que me avisara contra quién sería. Llevé mi mano izquierda hacia mi bolsillo y tomé de inmediato a Fulgur con fuerza, pensé en el lugar en donde se encontraba la mujer y en ese instante desaparecí de donde estaba para materializarme justo siete metros frente a Bodrik. Desde lejos no la había reconocido, pero a poca distancia logré hacerlo y le brindé una leve sonrisa, justo antes de que sintiera que el suelo debajo de mis pies comenzara a cambiar.

     

    Y de un momento a otro, parecía que todo el campo de entrenamiento en el cual me encontraba se había ido. En cambio, ahora me encontraba en un lugar mucho más frío, más seco y al parecer más extremo. Giré mi cabeza hacia la derecha y observé todo el hermoso paisaje que nos rodeaba, estábamos casi en la cima de una gran montaña, rodeada por una extensa cadena de montañas más pequeñas; no sabía exactamente en dónde nos encontrábamos, pero eso era lo de menos. Debía concentrarme en mi rival.

     

    Me incliné ante ella, en forma de saludo para dar inicio al duelo y al levantar la mirada estaba decidido a decir unas palabras, pero de mi boca no salió más que un casi imperceptible "Esp...". No me había dado cuenta de cuándo mi rival había hecho aquél hechizo silenciador, de mi garganta no podría salir ningún ruido por un buen rato, pero eso no sería ningún problema. Intenté reír, pero nuevamente, no salió sonido alguno de mí, por lo que me limité a sonreír, clavando mis ojos en los de Bodrik. Di unos cuantos pasos hacia adelanta, para posicionarme a seis metros de la mujer y le apunté con mi varita.

     

    Pensando en el hechizo Conjuntivitis, de la punta de mi varita salió un resplandeciente rayo color amarillo dirigido hacia el rostro de Bordrik. Al impactar, la mujer sufriría de temporales daños en su visión, lo que afectaría gravemente su puntería por un buen rato. Si quería volver a ver bien tendría que actuar pronto, pero no lo dejaría así nada más, estaba decidido a ganar y no daría oportunidades de ninguna manera.

     

    !Sectusempra!exclamé casi de inmediato, apenas recobré mi voz. De mi varita salió un rayo color plateado con gran velocidad, que impactaría ésta vez en el pecho de la mujer, en ese instante se formarían graves heridas profundas en toda el área cercana a donde había impactado la maldición. La mujer podría morir desangrada en cuestión de minutos si no hacía nada para detener el flujo de sangre ni sanaba sus heridas. Estaría en aprietos. Siempre me resultaba interesante ver cómo las personas lograban zafarse de aquélla clase de situaciones

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  9. Mito o realidad, aún no estaba seguro, pero me inclinaba más por el lado de que en realidad existía aquélla sala escondida y misteriosa, desconocida para la mayoría de los trabajadores y mandatarios del Ministro de Magia. Había tantas leyendas que ya ni sabía cuál sería la verdadera o en todo caso, si había alguna verdadera. Tardé varios minutos en llegar hasta el Hall de la Fama, en donde se suponía era la entrada a la mística habitación perdida, analicé bien todas mis ideas y supuse que ésa sería la forma más coherente de ingresar al lugar; aún llevaba a un lado mío el cadáver de la mujer que había sido asesinada aquél día, lo que me resultaba un tanto perturbador después de un rato.


    Me aseguré de que nadie me estuviera siguiendo, permanecí unos minutos rondando un pasillo adyacente a la entrada del Hall, hasta asegurarme completamente de que no había nadie. Cuando lo hice me adentré y cerré la puerta con cuidado, había muchos retratos, algunos se movían y otros simplemente no estaban ahí, seguramente movíéndose por algún lugar del Ministerio de Magia. Observé todo con cautela, todo aquél salón estaba reinado por un aire de misterio, de algo desconocido y de emoción por descubrirlo.


    Caminé hasta el fondo, en donde se encontraba el retrato de la primera mujer en ocupar el cargo de Ministro de Magia. Al estar frente a ella, ésta miró con asombro el cuerpo que llevaba conmigo, se exaltó y me dirigió una mirada entre furiosa y sorprendida.


    — ¿¡Pero qué has hecho!? —exclamó con fuerza, alzando sus brazos en muestra de desesperación— Había rumores de parte de algunos retratos. Todos decían que había ocurrido un asesinato dentro del Ministerio, ¿cómo es posible? Si yo aún fuera Prim...


    — No tengo tiempo, —la interrumpí con tono seco y el retrato de la mujer me miró con suma indignación— necesito...


    Pero ésta vez ella me había interrumpido a mi:


    — Ni siquiera te atrevas, jovencito, a solicitar mi ayuda. Sé bien a lo que viniste y no pienso ayudarle a un asesino como tú a escapar, si bien he ayudado antes a algunos ladrones o parejas con deseos íntimos, ¿un asesino? Eso nunca.


    Puse los ojos en blanco y suspiré. La miré fijamente mientras ella se cruzaba de brazos, tal vez esperando a que me fuera del lugar.


    — Mira... Yo no hice ésto, al contrario. Estamos buscando al culpable, pero la est****a gente no deja de hablar y los rumores se esparcirán rápido —la última frase la dije con un tono de voz algo molesto—. Ahora... Necesito, por favor, un lugar en donde pueda examinar el cuerpo de ésta mujer y hablar con otras personas acerca de ésto. Por favor, lo necesito, en verdad lo necesito, ningún lugar es seguro con el culpable rondando por ahí —no era de mí el hecho de estar rogando tanto aquél favor, pero se decía que aquélla era la única manera de poder entrar en la misteriosa habitación—.


    — Hmm... Bien, chico. Lo que dices tiene coherencia. Lamento haberte dicho asesino, no puedo moverme ni hacer nada, lo único que sé lo sé gracias a éstos otros retratos que se la pasan de chismosos —entonces se escuchó una exclamación de parte de otro retrato, haciendo su propia defensa ante el comentario de Lady Artemisia— Pasa, joven, pasa —dijo en tono suave al momento de que la pared se abría para que yo pasara con el cadáver—. Cuando salgas ten cuidado, aparecerás en un escobero en el Departamento de Misterios...


    — Claro, lo que sea —dije no de muy buena manera y caminé hacia la entrada de aquélla habitación que había resultado ser real. Adentro había una oscuridad extrema, pero cuando puse un pie sobre ella, se iluminó una parte, sólo el centro, en donde se encontraba una mesa larga (de unos cuatro metros por uno de ancho). En uno de los extremos de la mesa había una especie de cojín y alrededor de ésta había sillas acomodadas como si se tratase de una sala de reuniones—.


    Caminé con cuidado hasta llegar a la mesa y con mi varita hice que el cuerpo descendiera suavemente hasta quedar sobre la mesa, con la cabeza posicionada sobre el cojín. Sólo me quedaba esperar a mi compañera y quien fuera a quien trajera con ella para avanzar con la investigación, yo estaría al pendiente de cualquier detalle para poder reportarlo al Profeta. Me senté en una de las sillas y esperé, deseando que Lisa no tardara tanto en encontrar la manera de llegar.

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  10. Todo en el Atrio era un completo caos y al parecer mis medidas para controlar a la gente no eran bien vistas por todos los demás. ¿Por qué tenían que ser tan asustadizos? Parecían pequeños cachorros en una tormenta. Sí, la situación era grave, pero teníamos al mejor equipo a cargo; aunque no quisiera aceptarlo, en el fondo sabía que la Weasley hacía excelentemente su trabajo, lo que me recordó que yo debía hacer el mío y en definitiva no era en aquél preciso lugar. Ya había recaudado la información necesaria, ahora sólo debía ir a El Profeta a hablar con algún reportero que me pudiera ayudar, no cualquiera, claro está... Necesitaría a alguien que me apoyara con la historia.

     

    Escuché nuevamente mi nombre y me acerqué a Lisa para escuchar sus palabras, simplemente asentí con la cabeza sin siquiera mirarla directamente y me acerqué al cadáver de la mujer. De mi boca salió una especie de sonido raro, entre una expresión de disgusto y un gruñido, mientras la miraba con sorpresa y un poco de asco; alcé mi varita y pronuncié "Wingardium Leviosa". En ése mismo momento y con mi varita como guía, el cuerpo de la mujer comenzó a elevarse hasta quedar flotando a un metro del suelo, pensaba que sólo quedaría ir a la habitación perdida, pero algo sucedió entonces, que me sorprendió.

     

    Un ruido como de cristal siendo roto por un impacto llegó a mis oídos y al voltear a ver hacia el suelo vi lo que lo había ocasionado. Lo miré por unos segundos, no tenía sentido aquéllo, pero no era mi área, seguramente que se encargarían de eso después. Mientras tanto yo ya tenía mi misión, le dirigí una mirada preocupada a Lisa y asentí con la cabeza, sin saber bien por qué, algo así como un instinto.

     

    — Te espero ahí... —dije con un tono entre divertido y queriendo molestar a las mujeres ahí (Lisa y Xell), había estado viendo su actitud al estar juntas y sabía que había algo entre ellas—.

     

    Me aparté de toda la multitud, abriéndome paso mientras el cadáver de la mujer flotaba a menos de un metro de mi. Escuchaba los murmullos y las expresiones de asombro y disgusto de todas las personas al pasar, a lo que simplemente sonreí con mi mirada fija hacia el frente.

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  11. Nombre del Personaje:

    • Alexander Zeif

    Sexo:

    • Masculino

    Edad:

    • 20 años

    Nacionalidad:

    • Ruso

    Varita:

    • 28 centímetros, hecha de madera de sauce con núcleo de pelo de Veela, lo que la hace una varita poco común, fabricadas solamente en ciertas partes del norte de Europa. No es muy flexible y es completamente blanca y de una forma irregular.

    Patronus:

    • Búho cornudo. Un poco más grande de lo normal y más robusto, con extensas alas.

    Colegio:

    • Durmstrang

    Aspecto Físico:

    • Mide alrededor de 1,90 metros de altura, de complexión delgada y moderadamente musculosa. Su cabello es castaño, casi rubio y no lo lleva muy largo. Se acomoda el cabello hacia atrás, aunque con un toque alocado y desacomodado. Sus facciones son finas y sus ojos de un tono azúl verdoso.

    Cualidades Psicológicas:

    • Suele pasar mucho tiempo hablando con sigo mismo dentro de su mente, pensando mucho y al mismo tiempo le gusta platicar con las demás personas; desde pequeño fue educado por sus padres estrictamente, hasta que llegó un momento en el que se hartó de todo eso y ahora se muestra algo rebelde ante situaciones en donde quieren decirle siempre qué hacer, pero siempre está dispuesto a dialogar. No es de las personas que se acerque a hablar con alguien, si bien le gusta hacerlo, la otra persona es la que debe acercarse. Casi siempre lo ven como alguien tranquilo y calmado, pero es poco predecible cómo reaccionará o los comentarios que dirá.

    Historia:

     

    Desde pequeño vivió con sus padres en Rusia. Lo educaron y disciplinaron de manera estricta en cuestión de estudios y de actividades extracurriculares, por lo que creció siendo una persona bastante educada, inteligente y ordenada. Nunca fue muy sobresaliente en clases, pues sus comentarios extraños y fuera de contexto hacía que no le cayera muy bien a sus profesores, ésta conducta hizo que sus padres comenzaran a tratarlo de manera diferente y mucho más estricta de lo que ya era.

     

    Al llegar a la adolescencia se dio cuenta de que quería ser escritor o filósofo, lo que sería una deshonra para sus padres, que querían que sobresaliera más y no confiaban en su instinto artístico; al enterarse de las aspiraciones de vida de su hijo, éstos enfurecieron y terminaron por echarlo de su hogar sin nada más.

     

    El joven vivió por un tiempo en las calles, pasando de refugio en refugio por el clima extremo de la región, hasta que decidió viajar a otro lugar, más al centro de Europa a conseguir alguna especie de trabajo para poder vivir al día. Se enteró de un lugar en donde podría ser aceptado y seguir con sus estudios, era su manera de demostrarle a sus padres que no los necesitaba, aunque éstos ni siquiera se enterarían en ese entonces de lo que su hijo estaba logrando.

     

    Desde entonces no volvió a saber de ellos, ni quiera saberlo; y aunque ellos lo han tratado de contactar numerosas veces, el joven lo ignora después de lo que le habían hecho. Buscó la escuela de magia en donde podría llegar a aprender todo lo que quería y llegó Durmstrang, en donde se instaló de inmediato y se acostumbró al ambiente que se vivía dentro del institudo. Ahí se dio cuenta de que le podrían brindar lo que fuera que necesitase para llegar a ser reconocido en el mundo mágico.


    Pertenencias:

    • Su varita
    • Siempre lleva un pequeño libro en blanco en donde anotar sus ideas y lo que se le ocurra.
    • Un búho cornudo, igual al de su patronus.
  12. Al parecer la gente estaba asustada, aunque no comprendía el por qué. Apenas les levantaban la voz y comenzaban a quejarse y actuar como niños que acababan de recibir un regaño de parte de sus padres... Ya casi podía imaginármelos llorando a todos ahí en grupo, pero eso realmente no me interesaba en lo más mínimo; me quedé mirando el cadáver de la mujer y después miré a mi compañera (Lisa) hablar con más personas, quién sabe qué estaría ocurriendo, pero al fin y al cabo, ésa era su área y no la mía, yo intervendría cuando se tratara de algo de la prensa y ya tenía mi historia lista. Fuese como fuese, haría que se culpara a los mortífagos de aquél ataque en el Ministerio.

     

    Seguí fumando mi cigarrillo a pesar de que se suponía que no podía hacerlo en aquél lugar, cosas de seguridad y salud y todas esas tonterías que hacen. Al rededor de mi escuchaba varias voces, pero fue hasta que la Weasley se acercó a mí que presté atención. No pude evitar reír ante las palabras de la mujer, reí en su propia cara y preferí ignorar sus palabras, simplemente me di la vuelta y continué llenando mis pulmones de humo, pero aún prestando atención a lo que decía la Jefa de Seguridad Mágica.

     

    Una mano llegó a mi hombro, me tomó con fuerza y me dio la media vuelta, era uno de los guardias del Ministerio y lucía enfadado; me miró por unos segundos y yo simplemente lo observé con sorpresa y al mismo tiempo un aire de arrogancia.

     

    — ¡Señor! !Inaceptable! Usted ya ha de saber que aquí no se puede fumar, es contra...

     

    — Claro, lo sé...—le interrumpí con una sonrisa en mi rostro— Mire, en vez de ponerse a regañarme vaya a hacer su trabajo, que acaban de asesinar a una mujer justo aquí... ¿Se hace llamar guardia? —clavé mi mirada desafiante sobre los ojos de aquél hombre que se quedó sin palabras, entonces me llevé el cigarrillo a los labios por última vez e inhalé fuertemente para después dejar caer el resto del cigarro en el piso, lo aplasté con mi bota para asegurarme de que se apagara por completo y me fui caminando en dirección a Lisa, que me había mencionado—.

     

    —¡Ja... no lo creo! —dije con tono animado, aunque simplemente estaba fingiendo. Si aquélla mujer creía que sería así de fácil deshacerse de mí estaba equivocada, por nada del mundo dejaría el caso ni por unos segundos, tenía que estar yo mismo ahí presente para después poder reportar la noticia y que fuera lo más creíble posible, sabía que debía fijarme en los pequeños detalles— Me quedaré aquí. Sólo debo... espera.

     

    Entonces saqué mi varita del bolsillo derecho de mi abrigo y con un rápido y elegante movimiento, acompañado por las palabras "Expecto Patronum", que apenas y salieron de mi boca en un susurro, salió de la punta del instrumento mágico un haz de luz que rápidamente tomó la forma de una ballena azul (no de dimensiones reales, claro). El patronus recorrió los aires del lugar como si estuviese nadando en el mar y en apenas un par de segundos desapareció para llamar a Kevin, le encargaría a él que hablara con mi madre de lo sucedido, él era la primer persona de confianza que se me podía ocurrir.

     

    El irlandés no tardó en llegar, apareciendo justo en la entrada del Ministerio. Me acerqué a los guardias para decirles que le dieran acceso al edificio. Parecía algo nervioso por todo lo que había acontecido, pero entonces le conté todo y pensé que se iba a calmar, pero fue todo lo contrario. Aquél hombre era de las pocas personas con las que verdaderamente podía hablar. Después de explicarle lo mandé a buscar a Mei para que le explicara todo lo que había sucedido, así podría quedarme ahí supervisando y recopilando la mayor cantidad de información.

     

    — Listo, ya mandé a alguien a decirle a Mei —le comenté a Lisa con tono triunfante y engreído al mismo tiempo, me paré a un lado de ella y la miré unos segundos, esperando a ver qué hacía o decía— seguro no tardará en encontrarla.

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  13. Tiempo atrás lo había estado buscando, sin embargo no había tenido la oportunidad de hacerlo, pues las puertas del Magic Mall habían permanecido cerradas por varios día, pero por fin abrirían y no perdería el tiempo en ir después, creía que si iba al principio, tal vez muchas personas ni siquiera se enterarían y estaría más vacío que después. Crucé las puertas de la tienda a grandes zancadas, lo pensé bien y llegué a la conclusión de que ni siquiera sabía qué quería comprar, sólo sentía la necesidad de adquirir algo.

     

    Llegué hasta el mostrador y tomé un formato para llenar y proceder a la venta, el papel estaba en blanco y yo debía llenarlo, aunque ni siquiera sabía qué era lo que estaba buscando... Ni siquiera estaba buscando algo. Miré unos segundos a mi alrededor hasta que hubo algo que llamó mi atención, un nuevo modelo de escoba que al parecer acababa de llegar a la tienda, no sabía para qué lo querría pero de algo serviría después.

     

    Llené el formato y se lo entregué al encargado, esperando que no tardara mucho para poder largarme de ahí antes de que se amontonara la gente y tener que abrirme camino hacia la salida.

     

    - ¿Listo? Ustedes retiren el dinero de mi bóveda...

     

    OFF:

    ID: 116460
    Nick: Aziid
    Bóveda: N° 98861
    Fecha: 14-02-2014

    Nombre del producto: Nimbus 3000
    Objetos, Criatura o Poción: B
    Catalogación: AA
    Puntos por unidad: 20 P
    Cantidad de unidades: 1
    Precio por unidad: 1000 G

    Precio total: 1000 G
    Total de Puntos: 20 P

    Si es una criatura para personaje, colocar el Rango Social del comprador: Unicornio de Bronce

  14. Los pocos momentos que había tenido en el ascensor los había desperdiciado divagando en mi mente, aún no podía sacarme aquéllo que me atormentaba y me perseguía día y noche, pero éstas eran cuestiones de trabajo y no debía dejar que aquéllo me afectara entonces. De una manera u otra tenía que ignorar ése hecho y comportarme, o al menos intentar hacerlo. No podía tomarme realmente las cosas en serio... Sabía que había habido un asesinato justo en el Ministerio de Magia, y aún así no me causaba ninguna sensación. Curiosamente, hasta me resultaba gracioso. Quizás nadie entendería el por qué, no esperaba que nadie lo hiciese.

     

    Di unos cuantos pasos hacia el frente una vez la puerta del ascensor quedó completamente abierta y esperé a mi compañera. Tenía que dejar de lado todas mis sospechas dirigidas hacia ella, bueno... no todas, pero sí debía controlarme y enfocarme bien en el trabajo que se me había otorgado. Las palabras de la mujer me devolvieron al mundo real y me causaron cierta molestia, ¿héroe? ¡Ja! Pensé en ignorarle, pero sabía que debía al menos intentar tomarme todo esto un poco serio.

     

    — Claro, claro... —le dije en tono aburrido al adelantarme un par de pasos de ella, levanté mi varita con la mano derecha mientras seguía caminando, para mostrarle que había quedado entendido todo eso y que no creyera que era un inútil—.

     

    Di unos cuantos pasos más hasta llegar al lugar donde había ocurrido aquél asesinato, me quedé parado en el mismo lugar por unos momentos. Inspeccionaba todo a mi alrededor con mirada desafiante y seca, cuantas ganas tenía de un cigarrillo, pero sabía que no podría hacerlo ahí dentro; al parecer todos habían temido acercarse a la zona, por lo que se encontraba casi desierta, eran pocos los magos y brujas que se atrevían a caminar por ahí después de lo sucedido, aunque tal vez ni siquiera tenían idea de lo que había pasado. Escuché la voz de Lisa y me aseguré de vigilar todo el perímetro mientras ella se encargaba de dar el gran anuncio.

     

    Reí por lo bajo cuando las palabras de mi compañera cesaron y el murmullo de la gente comenzó a crecer más y más, era increíble cómo escuchaban "El Ministerio queda sellado" y justo en ese instante todos se juntaban para correr e intentar salir lo antes posible, como si se tratara de no más que ganado siendo arreado por su pastor. Escuché los pasos, las voces y los gritos acercarse desde un pasillo, puse los ojos en blanco. "¿Por qué la gente es tan est****a?" pensé en ese momento, al alzar mi varita en dirección hacia donde en unos momentos aparecería la horda de gente desesperada por salir.

     

    — ¿Qué no escucharon? —mi humor empeoraba constantemente con todo el desorden que se estaba viviendo, sabía que estaba mal que dejara que asuntos personales interfirieran con mi trabajo, pero aquéllo no era algo sólo personal, era algo que había afectado mi vida en más de una manera, ella lo había hecho— Dijeron sellado. S-E-L-L-A-D-O. Significa que no puede salir ni entrar nadie —alcé mi voz con tono molesto, como si estuviera hablando con pequeños niños indisciplinados; mi varita estaba apuntando firmemente hacia la multitud que quedó enmudecida en un instante— Así que, señores y señoras, les agradecería que se mantuvieran tranquilos, pasaremos un buen rato si todos cooperan, sólo estaremos aquí encerrados hasta... No lo sé. La verdad no lo sé, ni me interesa, así que no se preocupen ni me pregunten por eso.

     

    Me di media vuelta y el grupo de personas se quedó en aquél pasillo, algunos de los que estaban al final comenzaron a gritar que avanzaran, que qué era lo que los detenía, pero en apenas segundos comenzaron a callarlos, explicándoles lo que había sucedido y lo que les había dicho. Sabía que no era la mejor manera de tratar a ésa gente, pero al mismo tiempo sabía que si no actuaba así no me tomarían en serio. Pero, ¿cómo quería que me tomaran en serio si ni siquiera yo lo hacía?

     

    No le dí importancia a aquél pensamiento y de un bolsillo en el interior de mi gabardina saqué un paquete de cigarrillos, tomé uno y me lo llevé a la boca para después encenderlo con mi varita; en lo personal, aquél era uno de sus muy buenos usos. Inhalé el humo y dejé que se quedara en mis pulmones unos momentos antes de exhalarlo. Me quedé mirando al vacío por un instante, esperando a que algo me regresara nuevamente a la realidad.

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  15. La actitud de la Weasley no me agradaba del todo, aún no sabía qué era pero había algo en la mujer que me causaba un mal presentimiento de las cosas; de cierta forma, sabía que había algo más en ella, tenía la seguridad de que estaba ocultando algo... Seguía sin saber qué era eso que la mujer escondía tras sus palabras y su actitud, pero me fue imposible descifrarlo entonces, cuando me encontraba caminando a un lado suyo hasta llegar al lugar donde habían dejado las pistas que necesitaríamos. Observé con cautela las acciones de la mujer al momento de acercarse a la extraña mancha negra, seguramente sería bueno investigar ahí.

     

    Me acerqué después de ella y me puse de cuclillas, pasé mi varita unos centímetros sobre la mancha y de inmediato sentí algo extraño recorrer mi brazo, algo indescriptible pero que por suerte sabía qué era. Años de fascinación con las Artes Oscuras me habían enseñado a identificarlas bien. Miré de reojo a mi compañera al escuchar sus palabras, pero decidí quedarme en silencio y en la misma posición por unos segundos. Todo resultaba bastante extraño.

     

    Entonces una voz más conocida llegó a mis oídos, era la de mi madre, y se escuchaba fuera de lo común. Tardé unos segundos en procesar por completo las noticias brindadas por Mei y en ese instante me puse de pie y dirigí mi mirada hacia la Delacour; estaba algo sorprendido, pero la preocupación no era algo que llegara a mí con facilidad. Me quedé callado, al no tener qué decir ante la noticia, estaba más que seguro de que los causantes de aquélla situación habían sido los miembros de cierto grupo mágico, peor no me atreví a decirlo, no ahí que estaba frente a tantas personas que no conocía.

     

    Lo que finalmente llamó más mi atención fueron las palabras que Lisa apenas y pronunció, ¿a qué se refería con aquéllo? La miré fijamente unos segundos, mi mirada inspeccionando cada facción, cada movimiento y expresión que la mujer hiciera, pero al parecer ella ni se percató de aquéllo— Claro, iremos enseguida —agregué después de la afirmación de la Weasley—. Por lo menos ahora sabemos que no fue cualquier tipo de magia la que se usó... —comenté finalmente, más que nada para probar a Lisa, a ver cómo reaccionaba, pero la mujer simplemente se dirigió hacia el ascensor y yo la seguí.

     

    Al ir caminando oía sus palabras, pero realmente no le estaba prestando atención. Aún tenía en mis manos aquella sensación extraña que había dejado la marca de magia negra que había sido utilizada, no me agradaba en lo absoluto y esperaba que terminara pronto aquélla incómoda sensación en mi extremidad; era como tener el brazo dormido por mucho tiempo y después comenzar a moverlo. Asentí con mi cabeza a las palabras de la mujer, aunque verdaderamente no sabía bien lo que me había dicho. En eso se cerraron las puertas del ascensor y en unos momentos ya nos encontraríamos en el Atrio, donde había ocurrido el asesinato.

     

    Era bastante extraño, pero ante tal situación me mostraba bastante calmado, como si se tratara de una situación de trabajo cualquiera en donde teníamos que ir a recibir a alguien o simplemente checar cosas. Mis pensamientos estaban mezclándose hasta que decidí regresar a la realidad con el timbre del ascensor anunciando que habíamos llegado a la entrada del Ministerio.

     

     

    OFF:

    Edito para dejar aquí mis roles fuera de la oficina.

    Rol en el Atrio

    Rol en el Atrio 2

    Rol en el Atrio 3

    Rol en la Habitación Perdida

  16. Noté la indisposición de la mujer a hablar y yo no tenía todo el día para esperar respuesta de su parte, no podía quedarme esperando a ver si quería o me hacía caso y escuchar de buena manera lo que tenía para decirle. Después de todo el tiempo ahí, de tantos rostros y máscaras, seguía sorprendiéndome una cosa, la incapacidad de los mortífagos y los prisioneros a aceptar ideas diferentes a las suyas; jamás dispuestos a escuchar y tan siquiera considerar la posibilidad de que pudieran tener algo bueno las ideas de los demás, ideas que no fueran las que ellos tenían. Su percepción de la realidad.

     

    Crucé mis brazos y me giré hacia la derecha para marcharme de aquel lugar en donde la mujer se encontraba atrapada, ésta vez no tenía intenciones de volver con ella. Necesitaba despejar mi mente y aclarar mis pensamientos, liberar tensión y... En ese momento me di cuenta de que nada de aquéllo necesitaba, no estaba tenso y me encontraba en un estado de relajación bastante fuerte, pero aún había algo que me intrigaba. Era lo mismo que desde hacía varias semanas me mantenía ocupado noche tras noche, apoderándose de mi, evitando así que cayera a los brazos de Morfeo. Era lo mismo que evitaba que mis pensamientos y palabras fluyeran correctamente y cortaba cualquier interacción con otras personas.

     

    Me negaba a aceptarlo, había jurado que después de aquélla noche de secretos y pasiones, de promesas que serían rotas, de ilusiones que se esfumarían en menos de lo que cualquiera pudiera imaginar, que no volvería a caer en aquél juego, en aquella trampa que atrae y atrapa a muchas personas, siempre buscando nuevas víctimas a quienes destrozar; aquélla mezcla y confusión de sentimientos contradictorios. Aquéllo que tanta gente buscaba, era lo que yo temía, era de lo que escapaba y era lo que me intrigaba.

     

    Durante el camino hacia la sala de estar ignoré a varios guardias que me saludaban, no estaba como para entablar conversaciones, fingiendo que estaba bien cuando no era así. Las personas notarían que estaba diferente, como distante, y eso no me importaba en lo absoluto. Crucé la puerta de la sala de estar de los guardianes y pasé mi instrumento mágico por enfrente de mi rostro, en ese momento mostré mi rostro, aunque no hubiera nadie para verlo, así era mejor.

     

    Me acerqué a un gran sofá que se encontraba en una de las esquinas, pero no tomé asiento. Me quedé ahí unos momentos mirando a la nada, sumergido en mis pensamientos, intentando olvidar todo, intentando encontrar una salida a todo aquéllo que me sucedía, todos aquéllos cambios que me negaba a aceptar. Tomé un vaso de cristal para servirme algo de beber, pero terminé arrojándolo con fuerza hacia la pared, haciendo que éste estallara al momento del impacto, dejando simplemente un rastro de lo que había sido alguna vez: un vaso.

     

    Me acerqué nuevamente al sofá y ésta vez tomé asiento bruscamente, hundiéndome un poco en él. Respiré profundo y tomé con fuerza mi varita con la mano derecha, apunté a mi pecho y me quedé con la misma expresión en mi rostro, sabía que de otra manera no podría hacerlo, y en realidad lo necesitaba.

     

    — Desmaius...

  17. Caminé un rato y después decidí volverme hacia la celda de Sira, aquélla mujer que parecía creer era la dueña del mundo y podía ir por ahí matando gente y siendo coronada como la reina del asesinato y las masacres, pero yo sabía que no era absolutamente nada. Me acerqué al escuchar su voz, no sabía de qué hablaba, tal vez ya estaría enloqueciendo, pero aún así decidí acercarme a ella a ver qué necesitaba. Ya le había quitado la venda de los ojos tiempo atrás, tal vez la locura la estaba invadiendo ya.

     

    — No hay nada de iguales entre ustedes y nosotros —contesté a la pregunta que me había hecho antes de que me alejara de ella hacía rato—. No te diré que no matamos, que no asesinamos... Sí, lo hacemos. Pero a diferencia de ustedes, nosotros sí lo hacemos por el bienestar de la sociedad, lo hacemos para limpiar al mundo de la gente como ustedes. Todos somos monstruos, todos tenemos una bestia en nuestro interior... La diferencia es que unos deciden controlarse y otros no, son solo eso: bestias, incapaces de razonar tan siquiera un poco.

     

    Pausé unos instantes, me acerqué a la celda aún más, para quedar pegado casi con la reja. Mirando con frialdad a aquella mujer, claro que ella ni siquiera podría verme por la máscara de luz que llevaba puesta.

     

    — Diógenes, —continué con tono pasivo— antiguo filósofo griego. Una vez Alejandro Magno se le acercó mientras éste miraba huesos de humanos. Éste le dijo: "Estoy buscando los huesos de tu padre, pero no puedo distinguirlos de los de un esclavo". Curioso, ¿no? Y es verdad. Y es lo mismo con ustedes, obsesionados con su est****a sangre pura, según ustedes haciendo un bien por la sociedad al exterminar a los magos hijos de padres no mágicos. Su maldita sangre no valdrá nada a la hora de morir, serán simples huesos iguales a los de cualquier muggle o ser humano.

     

    Al terminar mis palabras me quedé inexpresivo, mirando a aquella mujer a ver qué hacía, qué decía. Estaba listo para otra de sus respuestas sin sentido, listo para que tal vez ni siquiera me respondiera al no saber qué. Simplemente me quedé frente a la celda, recargado sobre la pared, atento a todo lo que sucedía.

  18. Sexta Planta - Llegando con Nathan

    Aparecí en la Sexta Planta de San Mungo, el hospital mágico, al principio mi cuerpo se encontraba completamente rodeado de un espeso y luminoso humo blanco que poco a poco se fue esparciendo por el aire de todo el lugar hasta que mi figura fuera visible. Llevaba aún el cuerpo de mi compañero sobre el hombro derecho, mi rostro estaba cubierto por la luz blanca que identificaba a las personas de mi bando y sabía que podía estar tranquilo ahí adentro, pues había seguridad y la planta era dedicada a hacer curaciones a las personas pertenecientes a la Orden del Fénix.

     

    — ¿A caso nadie traerá ayuda o algo? —exclamé fuertemente tras unos segundos, al ver que varios sanadores se me quedaban viendo y no hacían nada, pero después de mis palabras todos comenzaron a moverse y creció el murmullo poco a poco hasta que quedó normal, como antes de que yo llegara— Una camilla o algo, ¡rápido! No tenemos todo el día ni ustedes ni yo, y menos él justo en eso se acercó una enfermera con la camilla solicitada, en donde deposité el cuerpo de Nathan con cuidado, para después dar un paso atrás—.

     

    — Recibió un impacto por Fuego Maldito, —le comenté a la enfermera— no pudo curarse a tiempo, asegúrate de decirle a su sanador o sanadora. Y, gracias —le eché un último vistazo al cuerpo de mi compañero. La enfermera, como inmutada por mi actitud se dio la vuelta y se alejó empujando la camilla en donde yacía el cuerpo que pronto sería revivido y posteriormente curado, sabía que no tenía de que preocuparme, seguro que Nathan estaría en buenas manos—.

     

    No me fui de inmediato, dudé un poco. Pues quería... verla.... Aquél pensamiento de aquélla mujer invadió mi mente unos segundos, pero yo aún me rehusaba aquello, no era posible y nunca lo sería, así no era yo y me molestaba el simple hecho de pensarlo; sentía como una traición hacia mí mismo, lo que me hizo enojar un poco entonces, así que simplemente me di la vuelta y desaparecí del hospital de la misma manera de la que volví: una nube blanca cubrió mi cuerpo en menos de un segundo y me esfumé.

  19. El vacío dentro de su estómago crecía, no sabía por qué, pero había algo que no estaba bien. Había algo en su interior que le indicaba que le faltaba algo, pero aún no sabía que era, sólo se sentía un poco enojado y alterado, se mostraba con rostro serio y se notaba en su modo de caminar que estaba de mal humor. Abaddon le resultaba una especie de segundo hogar, o en ése entonces, simplemente hogar; conocía todo hueco, toda esquina y toda piedra que conformaba la gran edificación Fenixiana.

     

    Sus pasos comenzaron a resonar sobre los pasillos, pues como casi siempre, llevaba puestas botas. Eran de color negro para hacer juego con la gabardina gris que llevaba puesta y sus pantalones. El rostro de aquél mago estaba cubierto por una espesa e incandescente luz blanca que parecía humear con su movimiento.

     

    "¿Qué me está pasando? Desde que me enteré... Desde que...", sus pensamientos quedaron inconclusos, dispersos y olvidados en su mente, no por accidente, sino porque le parecía absurda la verdad que intentaba esconder como si fuese un mentira, una simple jugarreta de su mente. No quería aceptarlo, se negaba a aquéllo. Tal vez para otras personas resultara diferente, pero para él era algo extraño... Más que eso. "Ella" Era toda una lucha dentro de él, una que no cesaba, por más que intentara callar a ambas partes y olvidar todo el asunto, por más que intentara distraerse de todo aquello que ni siquiera tenía idea de a partir de qué había surgido.

     

    Sin darse cuenta siguió caminando hasta terminar frente a la celda de una de las prisioneras (Sira), ignorando por completo a los demás guardias. Lo que lo devolvió al mundo de lo físico fue la voz de aquélla mujer... ¿Jugar? ¿Creía que iba a estar ahí para jugar? No sabía si tenerle lástima o sentirse insultado, pero en menos de un segundo supo que era mejor la primera de éstas dos,pues de nada le serviría a él sentirse indignado por aquella serie de preguntas tontas que la mujer hacía.

     

    — ¿O qué tal si jugamos a... —esperó unos momentos, sólo para darle un poco de drama a aquélla situación— Silencius —terminó su frase con aquél hechizo y un movimiento rápido de su varita que en un instante dejarían a la Crowley sin poder hablar, así sería mejor por un rato, en lo que Drew le explicaba cómo funcionaban las cosas por allí. Casi de inmediato, después de haber silenciado a la mujer, hizo que desapareciera la venda de los ojos de ésta y enseguida, que apareciera un plato con comida y agua a un lado de donde ella se encontraba—. Mejor, ¿no?

     

    — No me importa si crees que eres muy ruda. No tienes idea de cuántos mortífagos hay ahí fuera iguales que tú, que "quieren sangre, que cargan con las muertes de sus familiares, que son capaces de asesinar a mil dioses y conquistar el mismísimo Olimpo" —agregó ésta última frase con cierto tono odioso y al mismo tiempo burlón por las veces que había escuchado aquellas palabras de diferentes personas... todas iguales—, el punto es que... No son más que sofismas, falacias, como quieras llamarle. Puede que sea verdad que hayas matado gente, pero aquí la pregunta verdadera es, ¿cuántos de ellos en verdad podían hacer algo para salvarse? Pequeñas verdades infectadas con mentiras... No son más que eso.

     

    — Quiero que me des una razón por la cual es bueno apoyar a los Mortífagos —le dijo con seriedad, el humor del guardia estaba bastante cambiante y alterado entonces—. ¡Vamos! Convénceme y tal vez te haga caso... Y será mejor que no salgas con tonterías— para entonces la mujer habría recuperado la capacidad de hablar y le sería posible responder a las cuestiones que le planteaba, casi exigía, el guardián—.

  20. Mi compañera y yo fuimos interrumpidos por una mujer (Felicity), ya la había visto antes, varias veces dentro de la Orden del Fénix y algunos eventos. No pude evitar ver al pequeño gato que tenía en sus manos, ni siquiera había prestado atención a sus palabras cuando el gato saltó de sus manos y se dedicó a arañar los zapatos de mi compañera; no pude evitar sonreír ante la situación, pero en mi rostro aún permanecía el modo seco que había adoptado los últimos días. Miré a la bruja mientras dirigía sus palabras hacia mí y posteriormente fijé mi mirada en mis zapatos. Suspiré con cierto enfado y de inmediato me incliné para deshacer el nudo que el pequeño ser había creado y abrochar mis cintas como debía ser, tal vez debería dejar de usar zapatos con cintas.

     

    Pensamientos diferentes rondaban en mi mente, cuando todos y cada uno de ellos desapareció al escuchar la pregunta que había hecho la Weasley. En ese momento no supe cómo reaccionar ante la conducta de la bruja, suerte entonces que otra mujer (Alicia) había llegado a interrumpirnos. Miré a la mujer con extrañeza por un par de segundos, era atractiva, pero tenía algo que no me convencía.

     

    — No, no tengo —le respondí, mi voz no tenía ningún tono en particular y mis ojos la miraban con calma y sin expresión alguna en mi rostro—. Creo que eso no es lo mío... Ya sabes, citas, salir, y todas esas cosas —era verdad, no estaba hecho para eso de estar con una persona y seguir viéndola por un tiempo, o quizás mucho tiempo—. Debo irme, tal vez nos topemos luego —le sonreí y me di la vuelta para seguir a mi compañera (Lisa)—.

     

    Justo llegué a un lado de Lisa para escuchar lo que la mujer tenía que decirme. ¿Cómo que no hacía falta que supiera nada? Desde ese momento algo me comenzó a oler mal, la mujer no me convencía y no estaba dispuesto a tomar por verdadera ninguna palabra proveniente de su boca; pues si decía que no hacía falta que supiera, ¿entonces para qué estaba ahí?

     

    — Dudo que haya sido un simple vándalo, —le contesté casi de inmediato— para haber logrado armar todo ese desastre debió haber sido algún mago o bruja experimentado. No cualquier niño est****o logra entrar y hacer todo ésto, me resulta absurda esa idea y no puedo creer que tú te la puedas creer. Hay mucho más detrás de ésto. Quién sabe... Tal vez ciertas personas no están contentas con el Ministerio... Personas poderosas —sabía que estaba exagerando las cosas, pues seguía ordenes directas y secretas que mi madre me había dado; y así seguiría hasta hartar a todos y que tuvieran que ceder, cuando quería algo y me ponía en ése modo a veces llegaba a ser bastante terco—.

     

    No esperé respuesta alguna de mi compañera, de inmediato me dirigí hacia el lugar de los hechos para ponerme a pensar en alguna manera de poder rastrear o registrar el tipo de magia que se había utilizado llevar a cabo lo que había sucedido.

  21. Aparecí dentro de la Torre Abaddon, justo frente a la entrada. Sentía que algo no estaba bien y eso me ponía de pésimo humor, los días habían sido difíciles para mi y lo que menos quería era llegar y tener que lidiar con situaciones dentro de la prisión fenixiana. Caminé a paso rápido y decididamente subí las escaleras, el sonido de mis pisadas recorría los pasillos con rapidez, como un trueno justo antes de la tormenta, cuando aún hay silencio y todo está en calma. Mi rostro iba cubierto por una espesa luz blanca que parecía humear por los costados de mi rostro, como si a cada paso que diera fuera dejando un pequeño rastro que desaparecía en pocos segundos.

     

    Seguí subiendo las escaleras hasta que llegué a un piso en donde escuché ruido, me parecía bastante extraño que no hubiera ningún guardia, que la prisión estuviera totalmente desprotegida; era algo que no hacía que mi humor mejorara, al contrario... Escuché a un hombre (Edmund) alzar su voz y de inmediato me dirigí hacia donde él estaba.

     

    — ¿Así estaba cuando llegaste? —le dije sin siquiera saludarlo, apenas me estaba dando cuenta de que muchas de las celdas estaban vacías, mi puño se cerró en ese instante y mi cuello se tensó al ver lo que había ocurrido, yo no era así, pero esos días algo me ocurría. Estaba frío y era seco. Como si ya nada me importara, ni siquiera la propia vida—.

     

    — Gracias por avisar —agregué al darme media vuelta, ni siquiera me había fijado quién era el hombre, apenas y había logrado ver su rostro unos segundos. Me resultó familiar, pero mi mente estaba ocupada en cosas más importantes, como en nada, por ejemplo—.

  22. Bueno, tenía una duda con respecto al duelo que estoy teniendo contra Ed Browsler ¡áun no muero, yey! (? Así que supongo que para que sea más fácil dejaré la tabla con los tiempos aquí abajo:

     

    Aziid: Floreus (A1 - T1)

    Ed: Disparo de Flechas (A1- T1) No sale por Floreus

     

    Aziid: Silencius (A1 - T2)

    Ed: Corpus Patronus (A2 - T1) No sale por Silencius

     

    Aziid: Kiorke (A2 - T2) Causa fractura en la muñeca derecha de Ed

    Ed: Aqueora (A1 - T2) Se cura de la fractura

     

    Aziid: Zancadilla (A1 - T3)

    Ed: Incárcerus (A2 - T2) *

     

    Aziid: Morphos (A2 - T3) Zapato en viuda negra para que lo envenene

    Ed: Fuego púrpura (A1 - T3)

    Ed: Floreus (A2 - T3)

     

    Y hasta ahí vamos en éste momento. Ahora a lo que vengo, en donde puse el asterisco (*) que Ed hizo el Incárcerus. Tengo un par de dudas con respecto a eso y trataré de dejarlas lo más claro posible. xD

     

    1. Al intercalar el Zancadilla al Incárcerus de mi rival, se supone que éste cae de bruces y por ende, las cuerdas salen desviadas. Sin embargo, mi rival rolea que una cuerda si alcanza a dar en las piernas de mi personaje, causando que éste no pueda moverse. No sé quién esté bien en éste caso, pues se puede considerar la posibilidad de que alcance a impactar, pero realmente no estoy seguro. Creo yo, sería como decir que apuntas un Sectusempra al pecho (por ejemplo) y te hacen Zancadilla, entonces el rayo se desvía pero impacta en el pie de tu rival, causándole daño.
    2. El Aqueora de Templario sólo tiene duración de un turno. Mi rival lo invoca en su primera acción de su segundo turno, por lo que para el final de su segunda acción, el escudo de agua desaparece, ¿no? (Ya es el turno completo) El punto es que Ed roleó que su zapato salió volando hacia adelante de él y la araña quedó a medio metro frente a él por causa del aqueora. Pero según yo para cuando hago el morphos, el aqueora ya había terminado, por lo que no es válido lo que dice.

     

    Eso es todo lo que quería saber. Estoy en espera de su respuesta y gracias de antemano.

     

    Saludos!

     

  23. Era difícil descifrar la expresión de aquél hombre, por más tiempo que pudieras quedarte viéndolo fijamente, al parecer nunca podrías decir con certeza lo que ocurría dentro de su mente o cómo estaba, sabía que debía ser buena persona, pues no cualquiera lograba llegar a ser Líder de la Orden del Fénix, pero eso no importaba entonces. Lo importante era armar una buena estrategia para dificultarle las cosas a mi rival, pues a pesar de que le había causado un pequeño daño en la muñeca derecha, el hombre parecía que lo había ignorado completamente y simplemente cambió su varita de mano, sabía que no sería capaz de dejarlo así simplemente, pues yo podría aprovechar la situación y hacer lo mismo con su otra muñeca, lo había visto ya varias veces y era algo predecible.

     

    Justo entonces de la varita de Ed comenzó a salir agua, no dejaría de salir hasta formar una especia de burbuja protectora alrededor de él, así curándose y a la vez protegiéndose de cualquier hechizo en forma de rayo que le fuera mandado, así como invocaciones, pero no quedaba a salvo de ataques físicos ni de efectos. Puse a trabajar mi mente con velocidad para crear un ataque para mi rival y a la vez que lo dejara sin posibilidades de atacarme, pero algo interrumpió mis pensamientos.

     

    Era la voz de Edmund, que al parecer había tomado mi comentario pasado y ahora había decidido devolvérmela, pero, ¿cómo diablos lo había descubierto? Lo miré con curiosidad por un segundo, al mismo tiempo que alzaba mi varita justo antes de que él pudiera hacer cualquier otra cosa. Estaba pensando en el hechizo Zancadilla, el cual de inmediato tuvo efecto sobre Ed, creando un lazo mágico que ataría sus tobillos, haciendo que cayera de bruces al suelo (aún dentro de su bola de agua); ésto había ocurrido apenas un segundo antes de que el mago pronunciara "Incárcerus", por los que las tres gruesas cuerdas que había mandado sí salieron de su varita, pero quedaron en el suelo, sin llegar a mi. Lo observé unos segundos, cuando el escudo mágico que había creado desapareció.

     

    — ¿Me estás espiando? —le dije con una sonrisa en mi rostro, sabía que el intercambio de palabras que estábamos teniendo fuera del duelo era simplemente para darle un toque de diversión a las cosas, o al menos así era para mi— Ya sé qué era lo que veía en los árboles fuera de mi habitación —agregué al mismo tiempo que soltaba una risa—.

     

    Morphos me apresuré a decir, antes de que Ed pudiera hacer cualquier otra cosa. En ese instante, y aprovechando que el hombre se encontraba aún en el suelo a causa del Zancadilla, su zapato izquierdo dejó de ser zapato y se convirtió en una Viuda Negra adulta. Apenas terminó la transformación, el arácnido picó a Ed en la parte lateral exterior de su tobillo, inyectando así su mortal veneno dentro del hombre que ahora debería hacer algo si no quería sufrir las consecuencias de las toxinas en su cuerpo. Si no hacía nada al respecto comenzaría a tener dolor de cabeza, náuseas y dificultad para respirar, para posteriormente comenzar con calambres musculares y a convulsionar. La araña de inmediato después de inyectar su veneno, recorrió la pierna del hombre para esconderse debajo de su ropa, así podría estar lista para volver a picarlo en cualquier momento—.

     

    Mientras tanto yo miraba con atención lo que sucedía, el hecho de que el hombre se encontrara de bruces en el suelo era algo que me había favorecido muchísimo entonces, ya quería ver lo que hacía, pues estaba seguro que tendría alguna maniobra para librarse de todo eso.

  24. — Silencius — dije apuntando hacia Anne, haciendo que de su boca no pudiera salir el Séneca, pues las palabras le faltaban y era gracias a mi. Me reí nuevamente, era realmente divertido ver como las personas iban hablando y de repente se quedaban mudas así de la nada — Silencius — dije nuevamente, apuntando a Patrick ésta vez, silenciando el liberacorpus que seguramente liberaría a Kritzai... Nunca podría salir ni dar efecto. Me gustaba hacer eso y ver cómo se quedaban sin hablar y muchas veces se quedaban enfadados, debía admitirlo, era bastante moleso... Y esa era mi parte preferida de todas. Me aseguré de que todo estuviera bien, parecía que ni siquiera notaban mi presencia en la prisión y eso era mejor para mi, podría quedarme en silencio, escondido sin que me vieran y sin pasar daños.


  25. — Silencius— bramé con mi varita en alto, apuntando hacia Patrick, justo antes de que terminara de decir Anular Corpus Patronus, apenas alcanzó a decir la primer palabra del hechizo y se quedó sin voz. Seguro sería algo frustrante para el mago, pero así eran las cosas, o hacías algo o hacías algo, no había de otra. Estaba dispuesto a ayudar a mis compañeras en lo que fuera necesario.


    — Silencius —conjuré enseguida, apuntando nuevamente hacia Patrick, ésta vez haciendo que se quedara enmudecido y su Absorvere no saliera. Las cosas iban bien para mi, pero mal para ese mago, de tres hechizos que había hecho, sólo pudo decir el primero y los otros dos ni siquiera pudo terminarlos. Reí un poco sin que me vieran y voltee mi cabeza hacia mis compañeros para verificar que todo estuviera en orden y no necesitaran nada, las situaciones como esta siempre eran interesantes al final del día y ya quería ver como resultaba todo esto.

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