Deax Black Lestrange

Deax con Ansaley

El ojimiel veía a la fantasma con curiosidad y un poco de confusión ―Acaso... ¿tú eres la encargada de controlar la temperatura del agua o algo por el estilo? ―lo que le había dicho la espectro antes le había hecho soltar aquella pregunta ―en ese caso, no debo hacerte enojar o tendré que ducharme con agua fría ―sonrió a su acompañante y luego pensó un poco más allá ―... o hasta dejarme muy cocido ―.

Después de que él se quedara un poco dudoso por el tema de la temperatura en el agua, siguió intentando tocar a la fantasma. Pronto bajó la mano para dejarla tranquila ya que le daba pena que fuera a molestarse.Se acomodó en el sofá y siguió escuchando la explicación sobre el concurso de disfraces y la recompensa que darían ―suena muy interesante ―pronunció el mago. Intentó prestar atención a toda la explicación, pero el cuerpo de plasma traslúcido de la fantasma seguía captando su atención ―quizá me anime a participar, aunque ahora no ando con mucha inspiración. Pero quizá si tú me ayudas podamos ganar y conquistar la sala común... Digo, y compartir el premio ―soltó una pequeña risa y luego dedicó una pequeña sonrisa a Ansaley.

Observó cómo la sala común empezaba a poblarse de más integrantes de la casa y cómo las jefas de casa interactuaban con los presentes. Se cruzó de brazos y, con traquilidad, se recostó sobre el brazo del sofá esperando la respuesta de Ansaley.

Buenas buenas, vengo a solicitar modificaciones en mi ficha. Gracias. ^^

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Junto con Hound y otros compañeros habían podido imposibilitar el caminar de uno de los quintaped. Ahora, debía encontrarse con Dylan y Pumpkin para poder hacer lo mismo con otra de las criaturas mientras el resto de sus compañeros se encargaban de otras dos bestias.

Tomó la ballesta en sus manos y la recostó en su hombro, se acercó rápidamente a sus dos compañeros cargando la herramienta y, sin dudarlo, apuntó a una de las patas de la criatura peluda que se encontraba frente a sus ojos. Presionó el gatillo y un perno con la punta afilada salió volando de la ballesta con suma rapidez, impactando directamente en una de las patas traseras del quintaped. La bestia, enfurecida, soltó un grito de dolor y furia.

El castaño tomó el cuchillo en su bolsillo, mientras sus dos compañeros atacaban a la bestia, y lo lanzó al rostro de la criatura. Su puntería, bien acertada, dio justo en uno de los ojos del quintaped. El impacto del virote ocasionaría ceguera permanente en el ojo del animal, lo que les daría un poco más de tiempo y ventaja a todos los alumnos de salir del laberinto.

Una voz femenina resonó en todas las paredes del laberinto; esta informaba que solamente quedaban veinte minutos antes de que todos los pasillos se cerraran y, a su vez, quedaba el mismo tiempo para salir de ahí con vida.

La voz se calló totalmente pero seguido de eso, un sonido fuerte de paredes chocando y desmoronándose empezó a recorrer el laberinto. A lo lejos lo que la voz había advertido, estaba pasando.

Trató de reunir a todos sus compañeros, después de que ellos atacaran a las bestias, y sugirió que si querían salir con vida del lugar debían correr y huir de las criaturas. Seguido de eso, todos empezaron a correr a lo largo del pasillo para lograr salir del laberinto.

- - -

OFF

Holahola, aquí dejo el spoiler con mi ficha modificada. También dejo el link a la misma, para verla completa: Ficha.

La chica había podido ponerse de pie varias veces ya, a la vez que esquivaba y se defendía de cada uno de los ataques que el castaño había hecho contra ella. En cada uno de ellos, el joven solamente fruncía el ceño y continuaba con el encuentro. Debía pensar rápido y responder a cada uno de los hechizos lo más pronto que pudiera.

Su cuerpo todavía estaba débil debido al hechizo que lo había golpeado, por suerte y gracias al hechizo curador ya no sangraba más, pero todavía debía recuperarse por completo. Empuñó de nuevo su varita y dijo, quedamente, mientras cerraba los ojos -Episkey -y, pronto, su cuerpo empezó a recuperarse por completo. Sentía como el conjuro corría por cada rincón de su piel y sanaba cada herida. La brisa empezó a soplar, golpeando su rostro, lo que le daba frescura y lo revitalizaba.

Ya curado por completo, de pie y listo para seguir con el duelo, señaló de nuevo a su compañera -¡Sectusempra! -gritó y justo después, un puñado de rayos color verde chispeante salían de su varita para impactar directamente al pecho de la Evans, abriendo heridas profundas que sangraban profusamente.

Después de varios segundos en los que la serpiente tenía abrazada a la chica, donde hacía que perdiera la respiración, esta se deshizo de la criatura con un hechizo, el cual hizo que el reptil volviera a su forma normal de vestido y la bruja dejara de sufrir, y pudiera respirar por fin.

–Argg… –se quejó el mago por lo bajo y frunció el ceño, mientras observaba como su contrincante caía de rodillas después de liberarse triunfante de la serpiente y respiraba profundamente para recuperar el aliento.

El segundo hechizo que había lanzado, un conjuro desarmador, impactó directamente sobre la varita de la Evans justamente al mismo tiempo en que rayos verdes chocaban en el pecho del castaño, tirándolo al suelo y provocando heridas profundas y sangrantes en el mismo. Los rayos rojos del hechizo de desarme, hizo que el instrumento de la joven volará a dos metros de distancia de la misma, dejándola indefensa hasta que la recuperara.

El ojimiel aquejado de dolor y bañado en sangre por las heridas provocadas en su pecho, apretó con ligera fuerza su varita –Episkey –dijo en queda voz. De pronto, la sangre proveniente de las heridas se detuvo y empezó a recuperar poco a poco su fuerza, el dolor empezó a cesar y pudo detenerse de pie. Aún no estaba del todo bien, había podido curarse parcialmente, por lo que todavía estaba un poco débil.

Levantó la varita de nuevo y con un tono más grueso en su voz gritó –¡INCARCEROUS! –e instantáneamente tres cuerdas, gruesas como serpientes, saltaron por los aires desde la punta de su varita impactando directamente sobre el cuerpo de Nicole, aprisionándola y sujetándola fuertemente: una envolviendo sus extremidades inferiores, otra abrazándola intensamente por el tronco y extremidades superiores; y la última, amarrando su lengua para que la bruja no pudiera soltar ningún otro hechizo.

Después de que todos los miembros del grupo se reunieran, tomaron uno de los caminos que ofrecía el laberinto en busca de las armas mencionadas por su profesora. Caminaban con suma cautela y atención. Cada pequeño detalle, cada mal movimiento, hasta un paso en falso podría ser fatal para todos.

El nerviosismo y el miedo empezaban a llenar el ambiente; cada vez se sentía más pesado y tenso. Como ya llevaban varias horas de haber entrado en aquella maraña de obstáculos, el laberinto, la noche empezaba a caer: el clima se ponía cada vez más frío y la luz se iba haciendo más tenue. El silencio se escuchaba muy fuerte mientras todos caminaban: solo el crujir de las ramillas y hojas secas que se rompían al ser pisadas, era el sonido que más se dejaba escuchar.

Pronto, después de minutos de caminata, el grupo llegó hasta un sitio del laberinto donde se encontraban dispersas diferentes tipos de armas. Esperó a que cada uno de sus compañeros tomara la herramienta que mejor les pareciera y se decidió a tomar las suyas: una ballesta, que utilizaría como artefacto principal; y dos cuchillos. Echó una mirada a Hound –nadie sabe si serán de ayuda –lo lanzó uno de los cuchillos al chico para que lo utilizara en caso de emergencia y las flechas le faltaran; enfundó el segundo cuchillo en su bolsillo y siguió caminando a su lado.

Se detuvo en seco al escuchar la alerta de su amigo. Se podían escuchar ahora otros pasos, más pesados y fuertes, las ramas quebrarse con un crujido más fuerte; el sonido se escuchaba más cerca cada vez. De pronto, una bestia apareció frente a la vista de todos. Una criatura de cinco patas con pies deformes, de torpe caminar, y con oscuro y grueso cabello que cubría cada parte de su cuerpo. La bestia carnívora, preferiblemente carne humana, se acercaba peligrosamente hasta los alumnos.

Deax, levantó la ballesta y disparó un virote hasta una de las patas de la criatura para evitar que pudiera caminar y lanzarse rápidamente hacia ellos –Hound… Pumpkin –advirtió y pidió ayuda a sus compañeros más cercanos mientras recargaba la ballesta. Terminó de recargarla al mismo tiempo, volvió la cabeza y observó que atrás de ellos aparecía otra de las criaturas –Croft, Evans, ¡Cuidado, atrás de ustedes! –gritó al mismo tiempo en que alertaba a Laurinda y a Meight.

Al parecer no era una, ni dos las criaturas que tendrían que enfrentar; de la nada, salieron otras dos bestias que se lanzaban contra todos los alumnos. Más bestias a vencer si querían seguir con vida.

Siguió avanzando por los pasillos del laberinto y de las altas paredes de aquella estructura cubiertas de hojas y ramas que de vez en cuando caían sobre él. Su corazón, después del susto de la acromántula, ya había tranquilizándose; pero su mente… su mente seguía alerta y temerosa de que otra sorpresa igual o peor saliera de la nada de nuevo.

De nuevo, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, seguía cruzando y doblando en cada esquina que se cruzaba. Se sentía perdido y la paranoia empezaba a adueñarse de su pensamiento; no veía salida alguna y eso era desesperante. De pronto, el pasillo al que había llegado empezaba abrirse y un círculo se formaba al centro. Alrededor del círculo muchas entradas, o salidas, que seguramente daban a los pasillos que habían tomado sus compañeros. Cada una de esas entradas se encontraban iluminadas con una antorcha para dar una cálida y amigable bienvenida a los participantes del curso.

Por fin, había salido del largo camino que había tomado por el laberinto. Ya en el centro del círculo estaban algunos de sus compañeros, todos esperando al resto para poder continuar con la clase. Su profesora, al centro de los compañeros, ya lista para dar instrucciones para seguir con las pruebas que se debían superar, felicitó y aconsejó a todos los alumnos presentes sobre la perseverancia y paciencia que se deben tener en momentos de terror y desesperanza.

Seguido de las alentadoras palabras de la profesora, unas luces de bengala aparecieron en sus manos; las entregó a cada estudiante al momento de que sus varitas desaparecían y aparecían, ahora, siendo la Black Lestrange la apoderada de ellas. El castaño abrió los ojos desconcertado por lo que acababa de pasar. La maestra continuó con las indicaciones para realizar la segunda prueba, “¡¿Sin las varitas?¡, ¿qué será esta vez?” pensó el mago y continuó escuchando la explicación hasta el final.

Después de que la maestra los abandonara, se reunió en el centro del círculo con sus compañeros –¿ahora qué será lo que tendremos que enfrentar? –dijo un poco irritado mientras se colocaba al lado de Hound. Se quedó un momento pensando y observando los caminos por los que podrían empezar la búsqueda de las armas para defenderse. No tenía ni idea de cómo podrían llegar hasta ellas, era casi imposible adivinar el camino correcto –podríamos… bueno, deberíamos tomar un camino distinto al que todos salimos. Ya sabemos a dónde lleva cada uno, de ahí venimos. Así reducimos las opciones –dijo el ojimiel mientras acomodaba su despeinado cabello. Guardó la bengala en la mochila que llevaba al hombro; se acercó y tomó una de las antorchas que iluminaban el sitio mientras esperaba la opinión de sus compañeros.

OFF ~~~

Dejó el link de la solicitud del formulario: Lala (Rol 1)

Aún falta la entrega del formulario para terminar con la tarea. Edito cuando ya haya realizado el post.

“¡Hola Black! ¿Qué tal estuvo tu ducha?” escuchó en sus oídos. Esas palabras lo desconcentraron un poco de su lectura. Se quedó quieto por un segundo y luego, lentamente, giró sobre sí quedando de frente al respaldo. Abrió un poco los ojos un tanto sorprendido por lo que veía: una fantasma; su cuerpo de plasma y transparente le hacían dar ganas de atravesarle con las manos.

–¡Hola! Pues… –dijo un poco confundido –estuvo bien, supongo. Un poco pasada de caliente pero nada mal –. Su voz era calmada y serena, sonaba bastante despreocupado –¿Y tú...? No tenemos el placer de conocernos aún –pronunció con amabilidad a la vez que le dedicaba una sonrisa a la fantasma frente a él. La sonrisa ahora en su rostro era de picardía, ya que las ganas de poner sus manos sobre ella le estaban ganando.

Levantó su mano y apuntando con un dedo se acercó lentamente hasta la nariz de la fantasma intentando tocarla –Mi nombre es Deax, claro, ya lo sabes. Tengo entendido que tu nombre es Ansaley, ¿qué hay de nuevo por aquí? –retiró su mano de la cara de la espectro antes de que ella pensara de que era algo raro.

El viento seguía jugando con su cabello y haciendo danzar a los árboles del lugar. El frío podía sentirse cada vez más penetrante, de igual manera no pensaba mucho en eso ya que el duelo le estaba haciendo entrar en calor.

El castaño observó como la bruja lo fulminaba con la mirada después de aquel ataque; simplemente dejó mostrar en sus labios una pequeña sonrisa irónica y prosiguió con el duelo. La joven había bloqueado los rayos rojos que había lanzado hacía ella con una barrera protectora invisible. Apretó sus manos ante aquel gesto y frunció el ceño.

Presionó fuertemente su varita de nuevo y lanzó el siguiente hechizo –Morphos –dijo mientras señalaba el vestido azul de la Evans. Instantáneamente después de lanzar el conjuro, una serpiente grande, del largo del vestido, y gruesa tomó el lugar de las ropas de la bruja. La serpiente la abrazaba con tal fuerza que empezaba a quitarle la respiración.

Se acercó hasta una piedra grande que había cerca y se colocó en la cima de ella, esto para tener una mejor perspectiva y vista en el duelo. Apuntó de nuevo hacia la mano de Nicole –Expelliarmus –dijo levantando la voz y, como se había visto antes, de la punta de su arma empezaban a salir chispas y rayos de color rojo que iban directamente hasta la varita de su contrincante.

Se despertó temprano por la mañana pero aún se encontraba sentado en su cama, solamente pensando en qué sería de su día. Realmente no tenía nada planeado para pasarlo, solo quería descansar y ver cómo transcurría. Tenía clases, claro, no podía faltar; pero sabía que le serían leves o, por lo menos, intentaría que fueran leves. Debía hacer unos trámites, pero tampoco sería muy cargado, así que solo la pasaría tranquilo en la sala común de la casa que lo había recibido.

Se levantó de la cama, con mucha pereza, se dio una rápida ducha y se puso de nuevo el pijama que llevaba antes: pantalón gris a rayas negras y playera blanca. Se acercó para abrir una de las ventanas de la sala, la vista era maravillosa; una de las ventajas de estar en lo alto de las torres, la parte superior del castillo. El Sol brillaba, pero no impactaba directamente en el ventanal, por suerte estaba de lado contrario a la habitación; el viento que soplaba no era muy fuerte, la brisa era muy agradable. Se podían observar las montañas que se perdían con la lejanía; el lago en su plena y relajante calma; el pasto, los árboles y flores, todos adornando y alegrando los jardines traseros. Esa era una buena forma de empezar el día.

Bajó las escaleras que conducían de los dormitorios hasta la sala común y saludó a todos los que se encontraban presentes -¡Buenos días a todos! –tomó uno de los periódicos que había a una de las mesas y tomó asiento en el sofá más próximo que encontró.

Se levantó temprano por la mañana, había pasado una noche placentera descansando después de las semanas de trabajo en sus clases de la Academia. Se había duchado y arreglado con apuro para hacer la solicitud para el examen de vuelo. Hacer el examen y ser legal para poder transportarse de esa manera era algo que le hacía emocionar.

Salió de su hogar y caminó, como era normal, con las manos entre sus bolsillos. El clima no era muy cálido, pero tampoco era frío; más bien era refrescante: el Sol brillaba en lo alto y daba la calidez perfecta, pero el viento soplaba y con él corría una brisa totalmente fresca que hacía revolver su cabello. Caminó por un rato hasta que encontró una roja cabina telefónica; entró en el locutorio, marcó el número indicado en el teléfono y minutos después se encontraba en la entrada del Ministerio de Magia.

En una de las paredes del edificio encontró una imagen e índice de cómo estaba distribuido aquel lugar y así poder saber a dónde debía dirigirse –Sexta planta: Departamento de transportes mágicos –dijo mientras se dirigía al elevador. Paradas y pisos después se encontraba en el sexto piso y en camino a la oficina del Consejo Regulador de Escobas –Buen día. Mi nombre es Deax, vengo a solicitar el formulario para el examen de vuelo, dado que es requisito para aprobar el curso de Rol Básico en la Academia –dijo con amabilidad, terminando con una leve sonrisa que saltó de sus labios hacia la bruja que se encontraba sentada tras un escritorio y que ahora le atendía. A su paso encontró a una de sus compañeras de curso, la joven Evans –Nicole –dijo dedicándole también una pequeña sonrisa.

Se alejó y tomó asiento a una de las sillas cerca de la oficina para esperar a que la dama le llamara y entregara los formularios.

Después de su paseo por los jardines del castillo, por fin había dado con el paradero de su compañera y, ahora que la tenía enfrente, podría llevarse a cabo el duelo. El clima se hacía frío a cada minuto que pasaba, el viento seguía soplando con más fuerza cada vez más y la luz del cielo se apagaba un poco más con el transcurrir de los segundos.

Mientras la chica se ocupaba de sanar las heridas de sus piernas, el castaño se separó una distancia prudente de tres metros y se colocó en posición para poder recibir o defenderse del hechizo que, a continuación, su compañera lanzaría. Tardó unos segundos solamente y las piernas de la joven bruja estaban normales, no salía más sangre de las heridas, solamente quedaron unos pequeños rasguños en su piel que, poco a poco, desaparecerían por completo.

–Un gusto, Nicole. Suerte para ti también –sonrió de nuevo a la chica. Retrocedió un paso cuando ésta levantó la varita a la altura y dirección del pecho del ojimiel; los rayos del hechizo que pronunció, un hechizo que podría causarle serias heridas, empezaron a observarse en la punta de la varita de bruja –Silencius –el mago levantó un poco la voz para decir aquello. El efecto del hechizo fue instantáneo sobre el arma de su contrincante, haciendo silenciar e interrumpir el maleficio que había lanzado en contra de él.

–¡Expelliarmus! –gritó de nuevo el mago y de su varita empezaron a formarse chispas rojizas que pronto se transformaron en un rayo del mismo color, después de unos cortos segundos salieron despedidas con dirección a la varita de la joven Evans.

Deax Blacl Lestrange

Caminaba tranquilamente recorriendo y conociendo los pasillos del castillo. La tarde estaba llegando a su fin y él solamente quería recostarse sobre algún árbol, ver el atardecer y refrescarse con el frío viendo que soplaba. Su mente pensaba solo en aire puro mientras baja la escalinata de la torre de los Aethonans. De pronto, un pensamiento saltó a su mente: deben realizar un duelo con una persona que se les asignará, esto para ver las aptitudes y destrezas que tienen en el campo. Lo último que le faltaba hacer para terminar sus pendientes de la semana, era realizar la tarea asignada por sus maestras de duelo básico.

Salió del castillo pensando en la manera de contactar a su compañera de duelo, no sabía mucho de ella y no conocía a las personas con las que frecuentaba. El hecho de que fuera de la casa de los Tritones le hacía pensar que quizá podría encontrarla cerca del lago. El aire que soplaba fuera del castillo se hacía más frío cada vez que se acercaba hasta los jardines. Por suerte su pantalón y camisa de manga larga, ambos de color negro, no permitían que pasara el frío sino refrescaban y daban el clima adecuado a su piel.

Al llegar a los jardines traseros, el viento soplaba a tal punto que su cabello danzaba al ritmo del mismo; se movía de un lado a otro, impidiendo que este se mantuviera quieto y peinado. En el centro de los jardines se observaban aún unos cuantos rayos de luz, el Sol estaba a punto de ocultarse pero aun así la intensidad lumínica era fuerte para sus ojos, por lo que en todo el camino no se quitó las gafas protectoras.

Caminó entre los árboles de los jardines, pasando sobre algunos obstáculos como mesas y bancos de cemento. De vez en cuando, se detenía a observar la gama de colores e infinidad de formas que presentaban las flores que rodeaban el pasto, adornados con rocas de diferentes tamaños y uno que otro estudiante descansando. El ambiente que se apreciaba era muy agradable, y así se mantenía hasta llegar a las cercanías del lago. A lo lejos pudo observar cómo una chica, de aspecto despreocupado, estaba recostada sobre uno de los árboles a las orillas del lago lanzando piedrecillas al agua. Sus rasgos le indicaban que era la persona que estaba buscando, su compañera y contrincante al duelo a disputarse.

El lago se encontraba en suma tranquilidad, una pequeña brisa caía en su rostro al mismo tiempo que el viento soplaba con ligera fuerza. Los árboles bailaban al ritmo del viento, y unas cuantas hojas se desprendían para caer al lago o al suelo; el agua bañaba tanto las rocas de distintos tamaños y formas a la orilla del lago, como los pies de algunos estudiantes jugando en el lugar.

Se acercó cautelosamente tras de ella sosteniendo su varita entre su mano e interrumpiendo su tranquilidad con un falso toser –Creo que tú y yo… tenemos un pendiente –finalizó al momento que la chica que volteaba para observarlo. Le lanzó una sonrisita irónica pero amigable –si me permites… –levantó su varita hasta la altura de su hombro y abrió su boca para pronunciar en todo moderado –¡Confringo! –, hizo explotar una de las rocas que se encontraba a medio metro de los pies de la chica, haciendo que muchos miles de fragmentos de la piedra saliera despedido por todos lados aproximadamente a dos metros, y haciendo pequeñas heridas en las piernas de la joven bruja.

Se paró firme e irguió su cuerpo para presentarse –Mi nombre es Deax Black Lestrange. Me disculpo si mi actitud ha sido muy fuerte al iniciar de esta manera el encuentro –terminó, pero esta vez con una sonrisa más amigable que antes.

No podía creer lo que estaba viendo: su menos placentera y carismática criatura en todo el mundo. Los enormes y brillantes ojos, de color negro azabache y reflejo rojizo; sus puntiagudos y afilados quelíceros que dejaban caer pequeñas gotas de veneno; sus patas y cuerpo entero cubierto por su pequeño y fino pelaje de color marrón-naranja, moteado de colores más oscuros.

En la mirada de Deax no se reflejaba nada más que miedo, horror y asco hacia la criatura –eres un inútil, indefenso y esquicito platillo para la cena… –las palabras quebradizas y poco alentadoras del animal retumbaron en sus oídos como si los hubiera rezado dentro de ellos. Sus ojos, al igual que su boca, completamente abiertos y su mente totalmente trastornada por el terror que el artrópodo causaba en él. Seguía intentando pronunciar palabras, pero así como antes, no lograba articular más que balbuceos.

Se detuvo de repente y suspiró profundamente, eso le sirvió para armarse de valor y con total confianza y firmeza levantar su varita –¡RIDDIKULUS! –gritó tan fuerte como sus pulmones le permitieron mientras señalaba al horrible arácnido frente a él.

Después de pronunciado el hechizo, la acromántula dio un paso atrás y sus ojos se inflaron tanto que, como globos, salieron disparados por todos lados explotando en fuegos artificiales; del hueco donde antes se encontraban sus ojos ahora salían pintorescos pajarillos de colores; en las patas peludas del animal aparecieron grandes zapatos de tap y un sombrero en copa enorme apareció sobre la cabeza del mismo, después la criatura se encontraba bailando, muy mal y cómicamente. Observar aquello causó que el mago lanzara una carcajada, sin dejar completamente el miedo de lado.

Segundos después, ya más aliviado y sin dejar de reír, el cuerpo de la criatura se infló completamente transformándose en un globo que se elevó y se perdió en lo alto y oscuro del cielo. Aquello le había causado mucha risa, pero todavía podía sentir su corazón latir con fuerza y rapidez. El miedo se había calmado y convertido en algo cómico e ilógico, eso que había hecho retroceder y derrotar al boggart que se había presentado ante él. Cosa que antes no había notado sino hasta lanzar el primer hechizo que llegó a su mente.

Bajó la cabeza y sosteniendo el rostro entre sus manos, terminó de tranquilizarse después lo que acababa de vivir. Por último, respiró hondo una vez más y ya más confiado siguió su camino a lo largo de los pasillos interminables del laberinto.

Volvió en sí después de terminar de escuchar todas y cada una de las presentaciones de sus compañeros, o por lo menos a las que intentó ponerles atención. La voz de sus profesores había hecho que volviera su atención de nuevo al centro de la clase donde ellos ahora estaban dando instrucciones para las siguientes actividades a realizar. No era muy bueno en cuanto al trabajo en equipo, por esa razón estaba completamente de acuerdo y complacido con la idea de cruzar el laberinto por sí solo. Aunque también debía admitir que, al ser incapaz de adivinar lo que vendría luego de entrar, podría necesitar algo de manos extra para enfrentar los posibles peligros hasta mortales con los que quizá se toparía.

Asintió después de las indicaciones y, con las manos en los bolsillos, caminó hasta una de las entradas del laberinto. Se detuvo en la entrada, algo dentro le hacía dudar en entrar en el juego mental que su profesores habían armado; alejó los pensamientos que tenía, dejando su mente en blanco. Liberó sus manos de los bolsillos, sin olvidar sacar su varita de uno de ellos y sosteniéndola con firmeza, respiró profundamente y se adentró en aquella estructura de paredes altas hechas solamente por ramas y raíces de plantas y hojas verdes.

Caminaba cautelosamente dentro del laberinto, cruzando de derecha a izquierda, decidiendo los caminos qué tomar… esperando que cada decisión tomada fuera la correcta para salir de aquel lugar. Su caminata no llevaba mucho tiempo pero, a juzgar por el silencio tan tormentoso y desquiciante que se escuchaba, ya se encontraba lejos de todos sus compañeros. Seguía reprimiendo pensamientos terroríficos sobre su muerte en aquellas paredes, su instinto lo hacía avanzar y avanzar, sin detenerse mucho a pensar.

A pesar de sentirse algo estresado por el ambiente poco agradable que estaba sintiendo, la naturaleza le hacía calmar un poco: las paredes de color verde intenso, el olor a tierra húmeda, el caer de las hojas desde lo alto hasta su cabello y el crocante sonido de las ramillas al andar; todo le hacía sentir un poco de calma ante el perturbador silencio. Por fin, después de un largo pasaje sin vueltas ni cruces, llegó a una intersección para tomar una elección más “Derecha o izquierda” pensaba mientras acomodaba su despeinado cabello.

No tardó mucho pero antes de tomar la decisión, un sonido más fuerte y crujiente que el quebrar de una ramilla lo sacó de sí. No creía que fuera uno de sus compañeros, no podría haber avanzado tanto ya y no había escuchado pasos, salvo los suyos. Caminó hasta la intersección y a lo largo del pasillo derecho observó una estructura blanquecina amarillenta, de aspecto sucio y desgastado, algo parecido a un montículo hecho de trapos de telas sucias y mal cuidadas. Su corazón palpitaba rápida y fuertemente como tratando de salirse de su pecho. A un lado del montón de tela un hueco se encontraba formado, del cual se podía observar un largo trozo de algo que parecía madera cubierto de ramas -¿Qué es...? –intentó terminar la frase cuando se dio cuenta de que no era madera lo que había, sino era una larga y peluda pata de lo que ahora avanzaba lenta y amenazadoramente hacía él: una acromántula.

Se quedó paralizado por unos segundos mientras levantaba la vista desde las puntudas y peludas patas de la criatura, hasta fijar su mirada en los ocho ojos del asqueroso animal. Dio unos pasos hacia atrás. Atemorizado completamente intentaba formular las palabras que en su mente aparecían pero solo lograba balbucear.

OFF

Hola de nuevo, ando corrido por eso no he podido pasarme por acá, pero bueno xDD
Y sí, Cillian, nos hemos topado una que otra vez en el tag, pero de conocernos de antes creo que no… de igual manera, mucho gusto y gracias por las correcciones.

Dejo la tarea por acá y nos vemos al otro post.

Después de lanzado su hechizo observó como el blanco al que iba dirigido, Felicity, muy fácilmente había evitado que pudiera afectarle. Claro estaba ella era una experta en el tema y él solamente un pupilo más tratando de aprender, por lo que, un simple y sencillo hechizo, no iba a hacerle ningún efecto. Se río un poco fuerte al terminar de escuchar el comentario de su profesora al defenderse, eso había animado más su estadía en la clase.

Dio un paso hacia atrás, presionando su varita fuertemente preparado para defenderse de cualquier cosa que pudiera pasar después de escuchar las palabras tan amenazantes de Adryane sobre defenderse de ellas; mas sin embargo, ningún hechizo fue dirigido hacia él, en su interior sintió una especie de alivio ya que no tenía conocimiento completo de todos los hechizos de defensa.

Soltó una pequeña sonrisa al ver cómo todos sus compañeros intentaban defenderse de los ataques de las profesoras. Seguido, buscó uno de los cojines que anteriormente estaban perfectamente posicionados en un círculo y que ahora habían volado por todos lados por los hechizos lanzados, tomó asiento sobre él después de encontrar un lugar cómodo y se quedó a la expectativa del duelo que se disputaría entre ambas instructoras.

OFF

Nadie me atacó, eso es genial +.+ [? ¿hasta cuándo tengo para entregar la tarea off?

Se quedó observando mientras la castaña se apreciaba en el reflejo del ventanal –jaja, deberían terminar ese asunto de raíz para que no pudieran multiplicarse más –sonrió a la Haughton cuando ésta volvió la mirada a él. Una vez más se percató del color de sus ojos: miel, pero con un tono diferente a los suyos. Sin duda, las gafas hacían buen juego con su atuendo y no dejaban opacar el brillo de sus ojos –En ti lucen mejor. Y bueno, más que bonitos, cumplen con su función: evitan que me quede ciego por la luz –. Aparte de que su naturaleza de demonio le hacía rechazar la luz, el problema de fotofobia que afectaba a sus ojos hacía que necesitara las gafas tanto en lugares abiertos como cerrados, a la luz del día o por la noche.

Terminaron de ordenar y pudo notar que en la mirada de Valkyria se encontraba ahora un brillo de sorpresa después de escuchar el nombre de su madre. De todos modos, no dijo nada sino hasta terminar de escuchar la historia de cómo conocía a su padre. Puso una de sus manos sobre la de ella al ver que su mirada se volvía triste, de igual manera sin pronunciar palabras, solo prestando atención –Lamento mucho saber lo de tu divorcio –sabía qué era estar lejos de su hogar, pues él provenía de Irlanda y aunque no extrañaba mucho aquel país, por momentos le daban ganas de volver.

–Deberías pasarte por la mansión un día de estos; de seguro mi padre estará a gusto con tu visita –esperaba que la invitación que acababa de hacerle no le pareciera incómoda después de lo que había contado. De cualquier forma, ella había cambiado el tema y él debía respetar si no había respuesta a lo anterior –Con padres así… es difícil. Soy como la oveja negra del rebaño; pero estoy en la lucha –le devolvió la sonrisa al momento que el mesero dejaba en la mesa ambos pedidos.

–Bon appetit –dijo levantando su taza de café y dando un pequeño sorbo.

Llevaban unos minutos en el café y ningún mesero se había acercado a atenderlos. Cosa que no le molestaba ya que se sentía a gusto charlando con la bruja frente a él. Al parecer ella era amante de las manzanas, y aunque no fuera una de las frutas preferidas del mago debía admitir que todo lo que ofrecían en la pastelería lucía delicioso –no he tenido la oportunidad de probar algún postre de manzana –. Se acercó un poco a Valkyria y pasó la mano por su cabello –no parece estar tan pegajoso, o por lo menos no a simple vista –intentaba reprimir la risa por el recuerdo que venía a su mente.

Cambió un poco el gesto en su rostro con respecto a lo que escuchaba sobre los aurores –Deberían ponerles un alto o tomarlos por igual sorpresa –dijo en tono serio después de escuchar la queja.

–Sí. Jocker es mi padre, y suele ser muy exigente con eso, ¿lo conoces? Pero, la más exigente es mi madre, Aine –sonrió al verla con sus gafas, le pareció divertido aquel acto de parte de la bruja –los luces muy bien –afirmó y continúo contándole de su estadía en la academia –no llevo mucho de haberla comenzado –. Todavía le faltaba buen tiempo para salir de ahí y pensar en eso le daba un poco de flojera, todavía tenía que pensar en tareas y actividades asignadas.

Después de unos minutos en el lugar ningún mesero se había acercado atenderlos, pero, de pronto, apareció una joven que portaba un gafete con su nombre: Summer Mosh; vestía elegante con su uniforme de trabajo y una libreta en su mano. Esta preguntó, después de finalizadas las palabras del mago, qué deseaban ordenar. El castaño le indicó a la mesera que atendiera a la bruja primero para luego poder ordenar –un macarone de coco y un café – dijo después de tomar una cartilla y ojearla rápidamente.

Después de ayudarle la joven, tomó asiento en la silla de frente a ella. El sitio que había elegido para sentarse estaba perfecto: buena vista de las afueras del café, buena iluminación y el clima adecuado sin mucho calor. Tomó entre sus manos una pequeña cartilla con las especialidades que ofrecían mientras hablaba –para ser sincero, es la primera vez que visito este lugar. No sé qué tipo de postres habrá pero puedo asegurar que tienen algo con coco –sonrió y le entregó la cartilla.

Su acompañante le había hecho un cumplido respecto a su atuendo, cosa que hizo que el joven sonriera y se sintiera más cómodo; soltó una pequeña risa respecto al comentario de la castaña sobre su cabello y respondió –tú te ves muy bien. Y de nuevo, me disculpo por el incidente de la limonada. Lastimosamente no dejaron que te refrescaras y te quitaras lo pegajoso con un chapuzón –seguía con la sonrisa en su rostro recordando el accidente por el que se conocieron.

Levantó la mirada en busca de alguno de los meseros e hizo un ademán con la mano para llamar su atención y así fueran atendidos lo más pronto que pudieran –ya no tardarán en llegar. Yo también muero de hambre –dijo mientras se quitaba sus gafas protectoras y las dejaba sobre la mesa –a decir verdad, no hay mucho interesante sobre mí. Me dedico únicamente a cumplir con lo que todo padre pide: terminar la academia –. Se recostó sobre el respaldo de la silla y encogió de hombros ya que era cierto y no hacía nada más últimamente.

Sintió cómo eran absorbidos por una especie de tubo, perdiendo el suelo bajos sus pies, y luego expulsados hacia las afueras de una cafetería. El usar un traslador o aparecer, eran cosas de las que todavía no estaba acostumbrado y eso le provocaba mareos, y una sensación de vacío en el estómago. Se soltó de la bruja y se tomó la cabeza entre las manos por un segundo, seguido de eso volvió su mirada a Valkyria y sonrió amable.

–Claro que sí me gustan. En especial los veteados de coco –se acercó a la puerta del local y la abrió sosteniéndola para su acompañante.

Una vez dentro de la cafetería buscó con la mirada un lugar en el cual sentarse. Las mesas hechas de madera eran pequeñas y se encontraban dispuestas en hilera, unas pegadas a otras, sin mucho espacio de por medio. Se sintió fuera de lugar ya que la cafetería era bastante elegante y formal, y su ropa no era muy adecuada ya que no había tenido oportunidad de cambiarse luego de salir del parque hasta el hospital.

Después de unos segundos encontró una mesa un tanto apartada y con moderada luz, pegada a los ventanales y adornada con una flor en el centro. Colocó una mano sobre la espalda de la bruja y con la otra mano le señaló el lugar que veía.

–Creo que vengo un poco desarreglado. De haber sabido que tendrías este gesto hubiera optado por un mejor atuendo –dijo señalando sus pantalones cortos. Se acomodó un poco su despeinado cabello y camino siguiendo a la joven. Una vez a la orilla de la mesa, separó la silla de ella ofreciéndole el asiento.

Saliendo del hospital con Valkyria

Se despidió de su amiga Anna cuando esta se fue con otra paciente y se quedó a solas con la castaña –Valkyria… ¡Mucho gusto! –asintió y respondió amablemente –mi nombre es Deax Black Lestrange –. Su presentación no fue muy larga pues no tenía mucho para decir; después de todo lo que había ocurrido, en su cabeza no se le había cruzado la idea de presentarse antes, lo sucedido no había permitido que cruzara más que dos palabras con la bruja y mucho menos que pudiera darle su nombre pero, ahora, ese era un tema que ya no tenía importancia ya que habían podido presentarse.

–No tienes por qué… -antes de que pudiera terminar sus palabras la bruja dio media vuelta y se dirigió hasta uno de los armarios. Se sentó de nuevo esperando a que la bruja saliera del closet para poder contestarle. Minutos más tarde, la castaña salió con un vestuario casual que consistía en un vestido de color gris y zapatillas, un atuendo sencillo pero que le hacía lucir muy bien.

Se puso de pie de nuevo para encontrarle y responder a su pregunta –Realmente no tienes por qué hacerlo pero, gracias, sería un placer acompañarte. Siempre y cuando no haya otra sorpresa como la anterior –le dedicó una pequeña sonrisa y la tomó del brazo para ayudarle y acompañarla hasta la salida del hospital.

Deax Black Lestrange acompañando a Valkyria

Justo cuando llegó al hospital una de las curanderas del mismo se acercó al castaño, acompañada de enfermeras que ayudaban en su servicio –¡ANNA! Estábamos en el parque acuático. Una redada, todo fue tan rápido… -observó a Anna y le ayudó a preparar la camilla donde se encontraría Valkyria para ser sanada. Se sentía aliviado ya que conocía desde hace mucho tiempo a la Ryddleturn y sabía que la bruja en sus brazos estaría a salvo y sana muy pronto.

Se alejó un poco del área donde Valkyria estaba siendo atendida y espero hasta recibir noticias sobre la bruja que había ayudado. “Gran tarde de descanso” pensó mientras se sentaba en una silla fuera de la clínica; se quedó cruzado de brazos y con la cabeza inclinada sobre la pared con los ojos cerrados. Después de un no tan corto tiempo Anna, la sanadora, salió de la clínica para atender a otros tantos pacientes que se encontraban heridos también.

–¡Hey, despertaste! –se puso de pie al observar que la castaña ojimiel se acercaba para agradecerle –No tienes por qué agradecer, ¿ya te encuentras mejor? –dijo a la bruja y soltó una pequeña sonrisa mientras se ponía de pie –¿Te han dado el alta ya o debes esperar más tiempo? –.

Deax Black Lestrange

5ta. Planta con Valkyria

Al parecer todo había terminado. La mayoría de los mortífagos estaban muertos, pero también habían dado batalla, algunos miembros de la orden estaban fallecidos. Después de haber sido elevado en el aire había soltado el cuerpo de la chica, por lo que ahora de nuevo lo estaba buscando para poder llevarla a sanar. Esperaba que no surgiera otro inconveniente y que ninguno de los que hacía guardia se encontrara cerca.

Encontró el cuerpo herido de Valkyria y corrió hasta ella cubriéndola de nuevo y cargándola en brazos. No lo pensó mucho de nuevo y, esta vez, caminó más aprisa para salir lo más pronto posible del parque, de nuevo, dirigiéndose hasta el Hospital San Mungo.

Ya dentro del hospital se dirigió hasta la quinta planta, donde ya los sanadores se harían cargo de ella. Esperaba que pronto pudiera saber algo de su recuperación y alta, o que pudiera pasar a visitarle.

El tener precaución al salir del lugar no había funcionado absolutamente para nada. Tres miembros de la orden del Fénix lo habían interceptado y ahora estaba metido en un gran lío. El mago le había dado instrucciones de que saliera del parque pero, otras dos brujas lo habían atacado sin pensarlo. El impacto del hechizo que ambas brujas lo habían hecho quedar desprotegido y contra el suelo, al lado del cuerpo sin vida de Valkyria. Su varita se encontraba ahora a poco más de 5 metros lejos de él, por lo que no podía hacer mucho para defenderse.

De nuevo, un ataque de una fenixiana le hizo quedar imposibilitado del habla y de sus movimientos, y la otra lo había levantado en el aire para, si quedaba alguna posibilidad de tomar la varita, ya no existiera ninguna. Frunció el ceño y en su mirada se dejaba ver el odio que empezaba a sentir, y su cuerpo empezándose a tensar dejaba mostrar la ira que iba acumulando. De todas maneras, no tenía muchas posibilidades de librárselas de los tres magos, pero podía hacer lo correcto y salir con vida de ahí, por lo que solamente se quedó de la forma que le dijeron: callado y quieto.

En un abrir y cerrar los ojos se había desatado una gran batalla entre Mortífagos y la Orden del Fénix. Había muchos heridos y alguno que otro cuerpo sin vida por los alrededores del parque; la sangre resbalaba por todo el piso de cemento, hasta algunos lugares altos como los toboganes estaban cubiertos por manchas rojo intenso.

Había perdido totalmente de vista a la bruja con la que tuvo un encuentro accidental anteriormente. Había observado que lanzaba hechizos por todas direcciones hacia varios contrincantes pero, después de un tiempo, ya no la veía más. Dentro de él algo le decía que le había pasado algo terrible.

Corrió por el parque, tratando de evitar lo más que podía el área donde aún se encontraban participantes de la batalla para no verse involucrado de alguna manera y no salir herido también. En una plataforma cerca de los toboganes observó tendidos los cuerpos de algunos de los participantes de la lucha. A lo lejos, el cabello largo y castaño de una mujer se dejó avistar gracias al viento que empezaba a soplar. El cuerpo casi desnudo y sin vida de la chica se encontraba tirado y cubierto de heridas, sus rivales no habían tenido piedad. Tomó el primer trapo que encontró tirado y se lo colocó en el torso para cubrirla. Levantó a Valkyria en brazos y caminando lo más rápido posible salió del parque acuático en dirección a San Mungo.