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Sira Loveless Haughton

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Mensajes publicados por Sira Loveless Haughton

  1. Por los pasillos del Hospital Mágico, con Anna

     

    Ante el abrazo de Anna, la castaña comenzó a sollozar. Ciertamente no sabía por qué, demasiadas sensaciones recorrían el cuerpo y la mente de la demonio. Primero aquel ser que estaba creciendo en su interior, la reacción de Aster al enterarse y después… ¿Una demonio embarazada? ¿Habría problemas?:

     

    - Anna, Anna esto no puede estar pasando, ¿entiendes lo que esto significa?- Sira ya le había contado a su amiga en más de una ocasión que quería hacer bien las cosas, que quería casarse antes de tener hijos y ahora…acababa empezar con Aster, no sabía que podría pasar en un tiempo:

     

     

    - ¿Cómo se lo digo?- Se desprendió de los brazos de Anna y miró los informes, no cabía duda estaba embarazada, además ya había escuchado los latidos de aquel pequeño y las ganas de verle se habían hecho enormes, comenzó a llorar de nuevo, no sabía como decírselo al padre:- Ni hemos terminado la Academia, no sé cómo se hace esto, me he pasado la vida sola…, y para colmo puede ser que sea difícil- Suspiró pensando en lo que le venía encima.

  2. Sira sonrió ante las preguntas, que su tia le comenzó a recitar rapidamente. Queria saber todo de ella y no le molestaba en absoluto, no tenia nada que ocultar, menos a alguien de su familia:

     

    - Y que te digo tia, que ni he terminado la Academia, vengo de España, soy una demonio de cien años...- Los refrescos aparecieron delante de ellas de la mano del mesero que las dejó con su charla:- Y bueno trabajo en San Mungo en las Mazmorras- Terminó diciendo sin saber que más decir, para darle un trago largo a aquella bebida transparente, estaba muerta de sed:

     

    - Si claro, somos libres, pero no suelo ir así...he pasado la noche con mi novio- Le dijo con una enorme sonrisa apenas en un susurro las ultimas palabras.

  3. El terror se había apoderado de los ojos de la castaña que miraba la cara de aquel hombre obligada por aquellas manos que la habían tomado. Volvió a cerrar los ojos y las imágenes comenzaron a pasar rápidamente por su mente. Comenzó por la última vez que había visto a su padre adoptivo, el día que le comunicaba que era adoptada y que siempre había estado rodeada de algo misterioso. Las imágenes pasaban hasta parar ante un pueblo en Londres, donde varias familias mágicas se agrupaban formando una comunidad.

     

    Todo aquello salto hasta encontrarse entrando en un edificio y siendo recibida por una amable bruja de nombre Rias que la acogía sobre su techo y regazo, por fin había conseguido una familia donde pertenecer y veía como aquella Sira de su mente sonreía emocionada.

     

    Anna, Mia, Allen...La cara de sus amigos se vieron reflejadas tras apretar sus ojos ante la sensación de una mano posándose sobre uno de sus hombros desnudos, aquel roce sobre su piel hizo que diera una fuerte bocanada y apretara con fuerza sus ojos. Aquellas caras alegres de las dos pelirrojas y el moreno desaparecieron para centrar su mente tan solo en un rostro.

     

    Aster aparecía como si de una fotografía se tratara, aquella sonrisa que la había enamorado animó por un segundo el calvario de la castaña que comenzó a llorar con más intensidad, sintiendo como su cara se tornaba roja, casi morada. Sus paseos, sus cenas y sus noches con Aster fueron apareciendo como si de una película se tratara, no podía terminar todo así de esa manera, apenas si empezaba a comenzar una vida, apenas si había conocido con quien quería compartir su vida y todo ahora parecía muy lejano:

     

    - Te dije que abrieras los ojos querida- Aquellas palabras sobre su oído hicieron que aquellas imágenes desaparecieran para volver a la realidad. Aquel hombre se encontraba sentado a su lado con su cara pegada a su oído, aquel aliento hizo que su cuerpo se volviera a descomponer:

     

    - Qué bonita eres, ¿ya te han enseñado que es un hombre de verdad?- Sus manos comenzaron a rozar la pierna de la castaña que las encogió intentando evitar que siguiera rozando nada más, pero desgraciadamente sin suerte: - Shhh, tranquila, tranquila- Dijo el captor, estaba solo el otro se había largado del lugar.

     

     

    Dejo de acariciarla para subir sus manos al trozo de tela que le servía de amordaza y se la quitó dejándola sobre su cuello, Sira aprovecho y escupió en la cara de él: - No me toques maldito bastardo- Sus palabras resonaron temblorosas pero fuertes, no quería que notara cuan aterrada estaba.

     

    - Vaya, vaya, parece que tenemos una niña traviesa- El hombre se limpio con la mano la saliva de la demonio para después comenzar a acariciar de nuevo sus hombros y acercar su rostro al de ella para repartir algunos besos por su frente y mejillas:

     

    - ¡Eh! Tú, dijimos que seria para los dos- El otro conocido como Luí, acababa de llegar con unas cervezas abiertas, una de las cuales le dio al que estaba a su lado. Volvieron a ponerle la amordaza a la chica y tras sentarse en el sillón de al lado, los dos comenzaron a beber sin perder aquella sonrisa. Sira se dio cuenta, aunque tarde, que el brazalete que Aster le había regalado no estaba en su muñeca.

  4. Hospital Magico, con Mekare

     

    La demonio sonrió, ¿tranquila? Eso era algo que no entraba en su vocabulario, sus ganas de ayudar, de quedar con sus amistades, de ir a fiestas o mismamente su trabajo, hacían que no se estuviera quieta:

     

    - ¿Yo decidir? Pues si aun ni sé cómo se comporta mi cuerpo siendo un demonio- Y era verdad, apenas si sacaba aquel demonio que tenia dentro, y las veces que lo había hecho no se acordaba de nada:- ¿Tranquila? Eso creo que será difícil, pues no consigo estarme quieta.

     

    Sira había decidido ocultar su embarazo a todos los que la rodeaban, así como a Aster, no sabía cómo iba a reaccionar, tenía la impresión que la noticia le gustaría pero prefería mantenerlo en secreto hasta que no pudiera negar lo evidente. Mekare le entregó después una larga lista de cosas que no debería hacer, así como una nueva cita en dos semanas:

     

    - Mekare…debo pasar mi examen de vuelo- Le dijo leyendo la lista, una de las prohibiciones era el vuelo y ella tenía que pasar aquel examen cuanto antes, además se lo habían exigido en sus clases de la Academia.

     

    De pronto Anna irrumpió en la sala buscando a la castaña con urgencia. Sonrió, pero a Mekare no le hizo gracia aquella interrupción:- Anna espérame fuera ¿si?- Le dijo con tono cariñoso. Salió de la sala y Sira volvió a girarse hacia la sanadora:

     

    - ¿Cuál es tu consulta?- Preguntó antes de irse con sus informes.

     

    Sala de espera del Hospital Magico, con Anna

     

    Salió de la sala y Anna permanecía esperando a que saliera. Sira le entregó los papeles a la pelirroja para que los leyera:- Ni se te ocurra decir nada- Le dijo con mirada seria.

  5. Unas voces procedentes de la parte de arriba de su sala común hicieron que la demonio abriera sus ojos negros, percatándose de que el día había comenzado. Dio unas vueltas por su mullida cama, disfrutando de aquella cálida sensación que sentía en ella además del roce de aquellas sabanas sobre su delicada piel.

     

    Bostezó, le dolía todo el cuerpo, miró a la cama de al lado, una maraña de pelo rojo sobresalía de las sabanas blancas. Sira sonrió parecía una niña pequeña ahora que dormía, no aquel torbellino que era durante las horas que se mantenía despierta. La castaña se levantó y busco a tientas sus zapatillas de andar por casa y se dirigió hacia el espejo de cuerpo entero que se mantenía sobre un armazón de madera de roble, bastante hermoso.

     

    Se puso de perfil, y ajustó su ancho camisón tomándolo de la tela de atrás, la tela quedo pegada a su cuerpo, describiendo una pequeña curva a la altura de su barriga, la cual hasta hacia unos días había permanecido completamente plana. Sira acaricio su vientre y tras una sonrisa soltó de nuevo el camisón y se puso la bata por encima.

     

    Subió las escaleras hacia la sala común, se moría de hambre y esperaba con ansias el desayuno. Al llegar observó una nueva cara, al parecer la nueva jefa de casa, la demonio se acercó y extendió una mano:

     

    - Buenos días, soy Sira Rambaldi Loveless-

  6. La furgoneta o al menos eso pensaba ella, pegó un frenazo y paró en seco haciendo que Sira se diera contra una de las paredes de chapa de aquel vehículo. Se arrinconó en uno de los lados de aquel amasijo de hierros y comenzó a llorar, se sentía impotente en aquel lugar, nunca había estado así, siempre había salido airosa de sus atacantes, gracias a Fyre si, pero… ¿Dónde estaba ahora? Su noche había acabado antes de empezar, notaba caer sus cabellos sobre sus hombros, su peinado se había destrozado, aquellas horquillas estaban repartidas por aquel lugar. Las puertas se abrieron.

     

    Como grandes osos avanzaron los dos hacia ella, mientras uno ataba sus tobillos y muñecas a la espalda, el otro le tapaba la boca con un trapo mugriento, reseco y con sabor agrio, ella dio una arcada pero no le dio tiempo a mas pues uno de ellos la alzaba de nuevo sobre su hombro y la bajaba de su transporte. El olor a fiesta había desaparecido, por lo poco que pudo ver se encontraban alejados del tumulto de antes, ¿Dónde se encontraba?, ¿la encontrarían?:

     

    - Vamos pasa- La voz ronca volvió a resonar en los oídos de la demonio que notaba con asco como aquel hombre que la llevaba se había parado a olerle el cabello. “Asqueroso”, intentó decir, pero sus palabras fueron ahogadas por aquel trozo de tela que le serbia de mordaza:

     

    - Es un buen tesoro Luí, vaya si lo es- Las manos de aquel hombre comenzaron a tocar las piernas de la castaña que intentaba patalear sin éxito, estaba completamente atada.

     

     

    El hombre subió unas escaleras para entrar en una casa de olor a humedad y con una tenue luz amarilla como única iluminación. Sus ojos derrochaban terror los mantenía abiertos completamente, los hombres la tiraron contra un sofá o eso parecía, con fuerza quedando frente a frente con ellos, uno moreno, otro castaño, sus cabellos sucios y grasientos, sus ropas ajadas y mugrientas, no quiso ver más cerró los ojos esperando lo peor:

     

    - ¿No nos quieres mirar?, ¡Abre los ojos!- Uno de ellos se acercó a ella propinándole una bofetada que hizo que su cuello girara rápidamente dejando que su mirada quedara perdida frente a una pared, aquel dolor tan intenso hizo que sus ojos se empañaran con lagrimas que recorrían silenciosas por su rostro:

     

    - Es bonita, ¿verdad?- El tal Luí se acercó a ella y la tomo de la cara haciéndole que lo mirase. Ella frunció el ceño, su mano apretaba su rostro hasta el punto de hacerle daño para después tirarla de nuevo contra el sofá:

     

     

    - Lo pasaremos bien esta noche- Los ojos de Sira casi se salían de su órbita ante las palabras del castaño, ¿Qué querían hacer con ella? Miraba para todos lados, su vestido estaba sucio, arrugado y no desprendía el brillo que tenía al salir de la casa. ¿Donde estarían todos? Siguió llorando sin poder contenerse.

  7. Hospital magico, con Mekare

     

    Las palabras de su compañera sanadora daban vueltas en su cabeza, cuando estudio medicina en España no había tocado demasiado el tema ginecológico, sus atenciones sobre las medicinas y heridas lo habían dejado de lado:

     

    - ¿Mis días de ovulación?, nunca presté atención a eso, si te digo la verdad el padre ha sido mi primer hombre…- Dijo algo avergonzada, aquel tema, para ella era delicado ya que nunca, en sus cien años, había tenido a nadie con quien hablarlo.

     

    La castaña notó como, tras el paso de la varita de Mekare, un pequeño cosquilleo hacia que su piel se erizaba, diría que le hacía cosquillas, ella sonrió pero permaneció callada ante aquel cuadro que reflejaba su interior:

     

    - Perdón- Susurro atendiendo a las indicaciones de ella. Explicaba con claridad lo que se veía en aquel cuadro, el cual mostraba una masa que se movía, allí fue donde se detuvo:

     

    - ¿Eso es mi bebé? ¿tan grande ya? Si apenas si…- Ahogo su voz al escuchar el corazón del pequeño ser que estaba engendrando y no pudo aguantar unas lagrimas que caían silenciosas sobre sus mejillas que se juntaron con su sonrisa. Se llevo sus manos a la boca y no dejo de mirar:

     

     

    - No te preocupes, esto es increíble, gracias- Sira no sabía que decir o que hacer, al terminar Mekare se sentó sobre la camilla para escuchar lo que tenía que decirle cosa que hizo que su sonrisa desapareciera:

     

    - ¿Cuidado? ¿Por qué cuidado?- Se puso algo nerviosa, acababa de saber que iba a ser madre, una madre demonio, un padre licántropo, pero iba a tener a aquel niño no estaría allí sin ser fruto de un verdadero amor:- Y bueno, ¿Qué es lo que tengo que hacer?- Pregunto acariciando su panza con cariño, la cual pronto crecería.

  8. - La pasión nos embriago- Las palabras salieron despacio y algo entrecortadas ademas de avergonzada, era verdad que no se habían cuidado pero eso era en lo último que había pensado la castaña al encontrarse entre los brazos del Gaunt:

     

    - ¿Qué no puedo trabajar? ¿Por qué? Me siento bien- Seguía diciendo como si de un loro se tratara. ¿Llamar a una sanadora? ¿darle el alta? ¿estaba ingresada?:- ¿Tanto por un embarazo?- Sira no quería quedarse ingresada, se encontraba bien, un poco mareada y con fatiga que le había vuelto pero nada más.

     

     

    Pero no tuvo salida, pronto tras el llamado de Anna la sanadora que se presento como Mekare había llegado, miró a Anna como se iba con el ceño fruncido. Miro ahora a la Ryddleturn con una sonrisa cariñosa:- Hola, soy Sira, desde ya te digo que me encuentro bien- ¿te encuentras bien de verdad niña caprichosa?, decía Fyre en su cabeza, <cállate>, respondió ella e hizo caso a su compañera y se tumbo de nuevo sobre otra camilla:

     

    - No me lo creo- Suspiró, no había ni terminado la Academia, ahora se sentía vieja para todo aquello:- Además soy un demonio, ¿Cómo me afectara? ¿y a la criatura?- sus ojos miraban al techo pero su mirada estaba perdida…embarazada…un hijo… ¿sería capaz?

  9. Sira comenzaba a impacientarse ante la tardanza de Aster, no solía ser impuntual, lo buscaba con la mirada incluso se desprendió de sus amigas unos pasos en dirección a los dormitorios, pero sus pasos se pararon ante las voces de las profesoras, acababan de hacer su aparición delante de ellos, explicando que la hora del baile había llegado:

     

    - Pero…pero no estamos todos- Dijo con una voz triste y bajando sus hombros con pesar, no quería irse de allí sin su alma gemela, pero no tuvo otra alternativa, ya que todos se dieron la mano para desaparecer juntos de allí. La castaña antes de ser cogida por las manos, fue hacia la fuente desprendiéndose de una horquilla de su cabello, una horquilla con forma de mariposa plateada que brillaba como una pequeña estrella, seguro que Aster la vería:- Portus- Dijo en un susurro sacando su varita del bolso, aquella horquilla seria un perfecto traslador para Aster cuando bajara, besó el pequeño prendedor y volvió al círculo formado por sus compañeros, destino Piazza San Marco.

     

    La castaña aunque apenada por la falta de su chico, porque era su chico, la ilusión invadía cada poro de su piel, ni siquiera le importó lo molesto de la aparición conjunta, algo que le desagradaba bastante. Sus pies habían tocado por fin tierra firme y una sensación invadió a la Rambaldi al ver toda aquella multitud.

     

    Haciendo caso a las palabras de las profesoras, permaneció junto a Anna y Mia que comenzaba a caminar sin alejarse mucho de los demás hacia el centro de la plaza donde la música resonaba con mayor claridad:

     

    - Chicas que emoción, espero que Aster llegue pronto, quiero bailar toda la noche- Les dijo a ambas pelirrojas. La Loveless se quedó parada un momento dejando a los demás caminar, y miró hacia atrás con la esperanza de ver al moreno aparecer, cuando notó como alguien la agarraba por detrás y la subía hacia sus hombros.

     

    - ¡¿Qué haces?! Suéltame maldito est****o- Se encontraba sobre los hombros de un hombre con un fuerte olor a alcohol y sudor algo que hacía que su estomago se revolviera:- Bájame pedazo de puerco- Comenzó a patalear sobre el pecho de aquel desconocido, a la vez que su antifaz caía al suelo por los fuertes golpes que también le propinaba en la espalda con sus manos:

     

     

    - La varita, la varita- Con manos temblorosas abrió el pequeño bolso de seda dorado, el cual tenía un doble fondo mágico, y busco la varita entre todas las cosas. Con el traqueteo de los pasos del hombre todo su contenido cayó al suelo, dejando aquella bolsa vacía en su muñeca:

     

    - ¿Qué varita niña?- Aquel rugido proveniente de la boca de su captor hizo que su estomago diera otro vuelco mas. De repente se paró y ella siguió dando golpes a diestro y siniestro, aunque con un poco de dificultad por aquel enorme vestido:

     

     

    - Métela dentro corre- Esta vez era otro el que hablaba, iba a mirar cuando notó un fuerte golpe contra su espalda, y una oscuridad total tras el golpe de unas puertas cerrarse, se empezó a mover:

     

    - Malditos cobardes, soltarme de una vez- Sira se había levantado como pudo sujetándose a lo que parecía una furgoneta, sucia, con olor a humedad y oxido, comenzó a dar golpes dentro, pero con aquellas fiestas nadie podría escucharla.

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  10. Sira tomó la mano de Aster y se levantó quedándose a su lado mientras los demás entregaban sus tareas. Todo fue bastante rápido ya que Aimé comenzó a lanzar hechizos a cada uno de los presentes. Tras explicar lo que haría, y sin dejar tiempo a reaccionar o pensar siquiera el método de defensa, un rayo se dirigía hacia ellos:

     

    - Protego- Al hacer aquel movimiento con la varita acompañado de aquellas palabras, un escudo apareció frente a la castaña absorbiendo el rayo de la profesora, logrando así que su varita no saliera despedida fuera de su mano, antes de su segundo hechizo.

     

    Sin permitir descanso, tres gruesas cuerdas aparecieron tras la invocación de la directora de la Academia, sabía perfectamente cuáles serían sus objetivos, sus ojos, su voz y piernas, ya lo había comprobado en la cárcel el poco tiempo que estuvo:

     

    - Evanesco- Volvió a repetir la castaña, esta vez no salió nada de su varita, pero aquel hechizo hizo que las cuerdas desaparecieran a mirad del camino impidiendo que rozaran su cuerpo.

     

    Tras aquello la voz de Radamantys resonó entre todos los gritos de los demás y de nuevo más hechizos iban dirigidos a la joven Rambaldi que no había guardado aun su varita. Ella veía como su camisa se transformó en u bezoar que introdujo en su boca para contrarrestar el veneno. A continuación volvió a atacarle:

     

    - Silencius- Dijo ella antes de que el profesor dijera y lanzara nada. Sira había quedado libre de los ataques, al menos eso era lo que pensaba. Se guardó ahora si la varita y miró a Aster con una picara sonrisa y le guiñó un ojo.

  11. Anne comenzó a dar órdenes tanto a elfos como a aquel fantasma metiche, además de cómo buena anfitriona disculparse ante las visitas. Sira saludó con la mano a Juve, su madrina, hacía mucho que no la veía pero todo había que decirlo, a veces le daba apuro acercarse a ella, para la castaña, Juve era como su ídolo, y no la quería molestar.

     

    Quedaron en el vestíbulo, la castaña volvió a mirar al fantasma y le sacó la lengua como si de una niña se tratara y volvió la mirada a Anne:- Amm…bueno eso no te puedo responder, yo solo desee aparecer junto a él y aquí llegué:- Comenzó a explicar meciéndose sobre sus tacones:- Llevamos unas noches durmiendo fuera…posiblemente por eso no lo sabías, esto… soy la novia de Aster- Sira no podía creer como Anne no se había dado cuenta aun de lo que sentía por el moreno, no se ocultaba en darle muestras del amor que sentía por él:

     

     

    - Pero él me dijo que no sabía qué relación había entre ustedes dos, yo le pregunté, pero me dijo que buscaría las respuestas a sus preguntas:- Sira comenzó a hablar rápido igual que ella, muchas preguntas daban respuesta, no sabía cómo podría reaccionar Aster ante todo aquello, aunque conociéndolo seguro que no se enfadaría o eso creía:

     

    - Anne, de verdad te digo que estoy plenamente enamorada de él- Sira se acercó a su profesora y la tomó de sus manos mirándola con sus ojos negros los cuales transmitían sinceridad.

  12. Anna comenzó a hacerle pruebas, en su opinión, demasiadas, el pulso, las pupilas, ¿tanto para una simple descomposición?, seguramente un par de días de descanso y se encontraría en plena forma. De nuevo se encontraba tumbada mirando al techo, con las manos entrelazadas sobre su pecho:

     

    - ¡Ay!, ¿Qué haces?- Se llevó la mano al brazo, había notado un pinchazo que le había molestado, y un bote de su sangre salió volando hacía a saber dónde:- ¿Para qué quieres mi sangre?, vamos Anna, no hace falta tanto, estoy bien-

     

    La rubia sin quedarse conforme con lo que la castaña decía, comenzó a auscultarla para sentir el corazón de la Loveless, que seguramente funcionaba bien, no tenía problemas de corazón, pero su cara tras aquella auscultación la puso nerviosa:

     

    - Ay, ya venga dime ¿Qué pasa?- Anna comenzó a dar rodeos hasta que los análisis llegaron a sus manos, la miró y de su boca salieron dos palabras “estas embarazada”. Sira se levantó de repente de la camilla:- ¿¡Qué, qué!?

     

    Aquellas palabras resonaron en su cabeza como si de eco se tratara, para una vez, para una vez que se entregaba a la pasión y… ¿pero cómo era posible?, bueno si sabía cómo era posible, para que engañarse:- ¿Es enserio Anna? Pero si ni he terminado la Academia- Dijo moviéndose rápido en aquella sala con la cara más blanca de la que había entrado:

     

    - Tengo que trabajar, tengo que trabajar- Dijo nerviosa, necesitaba mantener su mente ocupada, no podía pensar en todo lo que le venía encima que, de momento, ocultaría.

  13. Hospital Mágico, atendida por Anna

     

    Había vuelto de nuevo al hospital, pero no se dirigió a las mazmorras, sino que de nuevo se quedó esperando delante de la recepción. Aquella noche la había pasado en el baño, su cara estaba blanca, algo que ni con el maquillaje conseguía ocultar del todo, apenas había dormido y había evitado mirarse al espejo. Incluso había dejado sus vestidos y trajes y había decidido ponerse una ropa más deportiva compuesta de unas mallas y una sudadera.

     

    Una voz la sacó de sus pensamientos, Anna llegaba en aquel instante, Sira sonrió:- Seguramente haya alguna urgencia- La rubia la había tomado de la mano sin dejar que la Rambaldi dijera una palabra más, y la metió en una sala contigua:

     

    - Si estoy bien, solo es eso, ya te dije que es algo que me ha sentado mal- Sira no quería subirse a aquella camilla, pero eso no pareció importarle a Anna que la tumbo en ella y se puso unos guantes de látex:- Anna, que estoy bien de verdad- Sira suspiró si ella era igual que la Rambaldi por mucho que suplicara no la dejaría marchar hasta encontrar el foco de aquellos síntomas.

  14. Mia se acerco a la Rambaldi con preocupación, al parecer sus visiones tampoco habían sido demasiado buenas:- No, no lo vi, me quedé algo alejada, odio esa fuente- Dijo Sira mirándola con el ceño fruncido al tiempo que Anna se juntaba con ellas, al parecer ella también había pasado por aquel mal trago, la castaña pensaba en aquellas imágenes que no paraban en su cabeza:

     

     

    - Parece que esta fuente no nos ha traído mucha felicidad, ¿verdad?- Les dijo a ambas peliteñidas tras una sonrisa. Sira miró a su alrededor, Aura y Adry se escondían de las miradas de ellos para estar un rato a solas, los entendía bastante bien y suspiró ahora mirando a la entrada del jardín, de la cual esperanzad,a esperaba a Aster que se estaba haciendo de rogar, pronto deberían partir para el baile y no iría sin él.

     

     

    En aquel momento una sombra comenzó a hacerse corpórea, el corazón de la demonio dio un vuelco y suspiró hondo, después de todo, la sola presencia del moreno aun le ponía nerviosa, aguzó mas la vista, quien apareció no era Aster sino Allen que llegaba despistado con aquel bastón que siempre le acompañaba:

     

     

    - ¡Allen! Aquí- Subió su voz para que Allen la siguiera y se acercara donde estaban reunidas:- ¿Sabes si Aster tardará en bajar?- Estaba dispuesta a subir al cuarto de ellos y si todo iba bien, ayudar a “desvestir” a Aster. Sonrió.

  15. Sira al tiempo que miraba a Anne, un fantasma pasaba a su lado, ella lo siguió con la mirada hasta perderlo de vista. Anne estaba cruzada de brazos, mirándola a la espera de una explicación, la castaña sonrió, al menos lo intentó ya que muchas ganas no tenía:

     

    - Bueno…- Dijo avergonzada:- Vine a ver a Aster, conjuré una pluma para que me llevara hasta él y me trajo hasta aquí pero…- Quedó callada durante un momento, su rostro estaba de un tono rubí que resaltaba con su vestido blanco:- Pero...no despertó- Terminó diciendo y comenzó a andar de un lado para otro nerviosa:

     

    - O no quiso despertar o no sé qué pensar, mi cabeza va a estallar- Comenzó a decir de una manera más rápida y casi intendible. Sira tenía aquel miedo metido en el cuerpo desde que vio aquel reflejo en la fuente, la ruptura con él:

     

     

    - Amm…y bueno…- Bajó su cabeza avergonzada, era verdad que había irrumpido en el castillo, podría a ver tomado la pluma y volver a su mansión pero odiaba trasladarse.

  16. Sira se encontraba ya mejor, el estómago había vuelto a quedar tranquilo y ella estaba bien se podía decir que incluso más animada, ya que su jornada de trabajo había terminado por aquel día. Volvió a su sala en las mazmorras y colgó su bata para tomar de nuevo su abrigo negro que abotonó con delicadeza y tras meter en su maletin todo lo que le hacía falta volvió a subir a las plantas de arriba.

     

    Para ser su primer día no había estado del todo mal, la directora había sido su profesora y sentía como su conocimiento era más amplio. Intentaría practicar en su casa con el fin de no olvidar todo lo aprendido y por supuesto intentaría rehacer la poción que había ocasionado aquel destrozo en el área libre de las mazmorras.

     

    Sira desapareció tras las puertas del hospital aún con una sonrisa en su rostro.

  17. La demonio apretaba fuerte el pañuelo, no entendía que había pasado en aquella fuente, primero todo negro, después cuando conoció al Gaunt y por último, algo sumamente extraño, ya que eso no lo había vivido, parecía como si aquella fuente sacara lo bueno y malo que había en ella, ¿serian sus recuerdos? ¿Sus miedos? No entendía nada, sacudió su cabeza y se sobresaltó al notar un brazo rodeando sus hombros:

     

    - ¡Hola Mia! No tranquila estoy bien, no es nada- Sira introdujo de nuevo el pañuelo en su pequeño bolso de seda, llevó su mano de la que colgaba a la de Mia que reposaba sobre ella y la apretó con cariño:- Solo que aquella fuente:- Señalo el montículo de roca:- Es bastante extraña, si te asomas veras cosas increíbles, pero también cosas…horribles- Terminó diciendo tras un suspiro. La verdad no quería airear su última visión, ya que no entendía que era:

     

    - Deberías ir a ver- La castaña se levantó tras una tímida sonrisa:- Venga anda ve- Animó a su hermana, quería que como ella gozara de aquella magia que emanaba de la fuente. De la mano llevó a Mia delante de la fuente, quería que la pelirroja se asomara:- Que te vaya bien- Dijo tras una sonrisa y Sira se alejó de nuevo de aquel monumento rodeado de gárgolas quedándose sobre uno de las lámparas que iluminaban el lugar, allí el vestido y el antifaz de ella relucía como si pequeñas estrellas la rodearan.

  18. Mazmorras, con Anna

    ¿Comida pesada?, claro que no, pensó la Rambaldi ante la respuesta de su abuela, ella siempre mantenia la linea, comiendo sano, verduras, hortalizas y carbohidratos ademas de algo de grasa y proteinas, pero en menos medida era su dieta, alguna que otra vez se permitia un dulce, pero solo cuando la ocasion la merecia.

    - Pues la verdad, es que no, no he comido nada copioso, incluso la cena del día de los enamorados fue ligera, la hice yo y siempre cocino de una manera sana- Informó a la directora con una mirada seria. Ahora que lo pensaba era extraño aquel malestar estomacal, alzó las cejas dudosa:- Bueno, para más seguridad iré a ver a algún sanador, y te comunicaré el diagnóstico, ¿te parece?- Sira se ajustó mas la bata y guardó su varita en el interior de la misma, abrazó a Anna.

     

    De momento la clase magistral había terminado, sabía que aún tenía mucho que aprender, pero prefirió dejarlo para otro día y hacerle caso e ir a que la revisaran:- Muchas gracias Anna, volveré mañana para maltratar otro cadaver- La castaña salió del área libre algo nerviosa y suspiró al salir de las mazmorras.

     

    Hospital Mágico, recepción

     

    Sira había subido al hospital mágico con paso apresurado, no le gustaba estar rodeada de médicos, aunque ella misma lo era, sonrió ante aquel pensamiento y abrió las puertas que le llevaron a la recepción, donde una sonriente enfermera organizaba unos informes. La castaña se acercó a ella:- Buenas tardes- apoyó su brazo sobre el mostrador y colocó su bata mejor ya que aun no se había recompuesto del percance de la poción que había intentado hacer:

     

    - Soy Sira, aprendiz en las mazmorras, Anna me mando a que me revisaran mi indisposición de estómago- Comenzó a decir a la enfermera para que pudiera llamar a algún sanador especializado en ello.

  19. Las jóvenes se habían reunido en el hall, esta vez mas calmadas y derrochando belleza con aquellos trajes que perfectamente habían elegido. A ellas y por sorpresa Aura se presentó ante ellas, Adry podía sentirse orgulloso de verse rodeado de tanta belleza junta. Pero pronto la Rambaldi se desprendió del grupo dirigiéndose hacia los jardines de la casa.

     

    La noche había caído en Venecia, en aquel jardín se podía contemplar perfectamente el cielo negro plagado de pequeñas luces que titilaban cada segundo. Sira contemplo el paisaje el cual estaba iluminado por pequeñas lámparas de luz que flotaban alrededor del lugar, aquella blanca luz dejaba ver en medio una gran fuente de piedra gris, era sencilla sin muchos detalles pero a su alrededor cuatro pequeñas gárgolas le servían de protección.

     

     

    No pudo evitar la tentación de ir a verla más de cerca y tocar el agua con sus dedos mientras esperaba la hora del baile. Al acercarse, con cuidado se posó sobre el borde circular de la misma y con cuidado de no mojarse el vestido giró su cuerpo y metió su delicada mano, como pensó el agua estaba fría, pero era relajante después del calor de la batalla anterior. El agua comenzó a dibujar pequeñas ondas que desaparecían al llegar al borde de la roca. Sira se asomó de nuevo a la fuente para ver su reflejo, pero para su sorpresa estaba todo negro, ni las luces se veían reflejadas:

     

    - ¿Qué sucede?- Preguntó en un tono bajo apenas si un susurro, miró a su alrededor estaba sola y volvió a asomarse al agua, de nuevo todo estaba negro. Dio unos golpes con la mano sobre el agua pero esta seguía igual de negra que al principio. Sira se levantó y asomo perfectamente su cabeza y parte de su cuerpo apoyándose en una gárgola. Nada, seguía igual todo negro. Dio unos pasos de un lado a otro, nerviosa, ¿Por qué no se reflejaba? Terca como ella sola volvió a asomarse, ahora el agua comenzaba a estar clara…

     

     

    Rodeada de jóvenes en su clase de Generales, Sira esperaba atenta las palabras de sus profesoras que la guiarían para conseguir aprobar. Sus ojos se desviaron a la puerta ante la presencia de un nuevo alumno. La castaña notó un vuelco en su corazón, su mirada se posó en la de él inconscientemente, en su estómago millones de mariposas revoloteaban como locas. El joven moreno se presentaba como Aster, ella sonreía como tonta al escuchar su voz, pero no se daba cuenta de su comportamiento, él se había colocado delante de ella, extendió un brazo hacia su hombro y él se giró:- Hola, mi nombre es Sira- Había dibujado una sonrisa tonta.

     

    La imagen se volvió borrosa y desapareció. La demonio se paró frente a la fuente y con el ceño fruncido miró a su alrededor, seguía sola. Quería volver a ver aquel recuerdo, al menos ya no estaba todo negro, había llegado a pensar que no tenía ninguno, y no era de extrañar, había intentado por todos los medios borrar de su mente su vida pasada, una guerra, muertes, decepciones y soledad era lo que podía describir su vida pasada.

     

    Volvió de nuevo a mirar el agua, pero esta vez la imagen era diferente:

     

    Un parque, un chico sentado en un banco, Sira en aquel momento era un mero espectador de aquella pareja. La chica, con cara de felicidad corría hacia él, agarrando con fuerza un paquete perfectamente envuelto, el chico con la mirada perdida y semblante serio, miraba a la nada. La castaña aguzó mas su mirada, era ella y Aster:- ¿Cómo puede ser?- Su voz resonó solo en su cabeza, aquello no le resultaba familiar, nunca había estado con él en un parque.

     

    El moreno se levantó para recibir a la castaña, ella se posó agitada sobre su pecho, el inmóvil seguía mirando hacia otro lado, ella disfrutaba de aquel contacto, se desprendió unos centímetros de él, su mirada seguía fija, pero ahora en ella:- ¿Te encuentras bien?- Ella alzó su mano al rostro del joven, la cual apartó para no sentir el roce de ella:- Me dejaste preocupada cuando me mandaste llamar, ¿pasó algo?- El semblante de ella se había vuelto serio y él la miraba pero sin mirar:

     

    - Sira escúchame:- Comenzó a decir serio:- ¿Qué sucede?- Repetía ella con voz temblorosa:- Debemos terminar Sira- La castaña abrió los ojos sorprendida, ¿de verdad la estaba dejando? Notaba como su corazón se partía en mil pedazos, como todo su mundo se volvía más grande y la dejaba como una pequeña mota de polvo perdida:

     

    - Ten es un anillo, lo compré, lo compré hace unos días:- Dijo el Gaunt dejando sobre el banco el pequeño paquete sin mirar a la castaña:- ¿Un anillo? ¿Me estas dejando y me das un anillo?-

     

     

    Todo volvió a ponerse borroso:- No quiero ver más, no quiero ver más- Se repetía una y otra vez la Rambaldi tras desprenderse de la fuente. Con los ojos a punto de explotar en llanto se alejó de allí con la respiración agitada, se quedó sentada en un banco hecho de la misma roca que la fuente. De su pequeño bolso de tela que colgaba de su muñeca sacó un pañuelo blando de tela que lo apretó fuertemente con sus manos, pensando en todo lo que acababa de ver.

     

    Off

     

    Si, lo más importante para Sira es Aster ¬¬

  20. Mazmorras, con Anna

     

     

    - Te sonará irónico, pero no me gustan los médicos- La castaña soltó una carcajada, se había recompuesto tras aquel vómito, su estómago se había recuperado: - Te aseguro que solo es una indigestión Anna- Se acercó a su abuela y le dio un beso en la mejilla agradeciendo su preocupación por ella.

     

    Aunque era su jefa, se había preocupado por la demonio ante su indisposición y eso animó más a la chica a seguir con sus estudios mágicos:- Tienes mucho trabajo conmigo ¿verdad?, pues más tendrás, porque pienso seguir aquí hasta que…bueno hasta que me canse, y eso no pasará- Le dijo ahora sonriente, el malestar había desaparecido y se encontraba como nueva.

     

     

    - Ya sé que no puedes decirme que hay tras esas puertas- Dijo señalando hacia afuera, aunque Sira sabia bastante bien donde se estaba metiendo y no era una coincidencia que estuviera allí, había pedido expresamente aquel lugar, no por nada ponía tanto interés en sus clases magistrales con Anna, seguro que no muchos podían decir lo mismo, la mismísima directora del hospital enseñando a una aprendiz:

     

    - Pero…- Iba a seguir, pero drásticamente cambió de tema, no era un tema muy hablado las inclinaciones de cada uno en sitios públicos:- Bueno… ¿algo más de importancia que deba saber?- Sira se acercó hacia el cadáver y con unos movimientos de su muñeca, que movía la varita de un lado a otro cerró el cuerpo del cadáver.

  21. Antes que Mia le terminara de atar el corsé, Anna se había acercado para pedirle ayuda con el suyo propio. Sira estiró con fuerza y dejó su corsé como si fuera una segunda piel para la pelirroja. Cuando terminó Anna terminó de arreglarse con un vestido blanco, parecía la reina pirata, esbozó una sonrisa hacia su amiga que salía por la puerta.

     

    Las hermanas se quedaron solas, su corsé estaba perfectamente atado gracias a las manos de Mia, la prenda se ajustaba bien a su cuerpo que como pensaba describía su figura con delicadeza y sensualidad. Se miró al espejo tras las palabras de la pelirroja ya que ella no lo había visto del todo puesto.

     

    Vio así como el vestido dejaba sus hombros al descubierto así como medio brazo, ya que las mangas solo llegaban hasta la mitad para terminar con un detalle del mismo encaje que el pecho. Su pecho, prominente también se marcaba al llevar el ajustado corsé, pero aún faltaba para poder salir. En el tocador de la habitación un gran maletín de maquillaje estaba a disposición de las jóvenes que con el ajetreo no se habían llevado sus pertenencias, comenzó a maquillarse con sombras doradas y marrones, perfilando sus ojos con una línea negra que se engrosaba en el final del ojo, dejando una mirada penetrante, eligió un rubor rosado, que le dio más luminosidad a su rostro, sus labios quedaron marrones con un toque de brillo en el centro. Miro a Mia antes de seguir con su cabello:

     

    - Creo que me conoces bastante bien- Comenzó la castaña rizando su cabello con la ayuda de su varita y un hechizo rizador:-Estoy nerviosa por el baile, nunca fui a uno- Su cabello caía en tirabuzones sobre sus hombros a cada paso de su varita que dejó sobre el tocador para comenzar a realizar un moño alto sujeto por unas horquillas doradas terminadas en unas mariposas de plata:

     

    Terminó por colocarse sobre su rostro una máscara dorada, describiendo las alas de una mariposa sobresaliendo de su rostro, volvió a mirarse en el espejo, había que mirarla muy bien para reconocerla, se giró hacia su hermana que también terminaba de arreglarse:

     

    - Pensaba que vendría a buscarme- Dijo apenada, sonrió a Mia, que esperaba su aprobación- Preciosa, vamos- le dijo a la Loveless, dándole el visto bueno. Sira salió por la puerta, tal y como Anna había hecho.

     

    Bajó las escaleras subiendo un poco la falda de su vestido mostrando unos zapatos dorados, terminados en punta cuadrada con una gran hebilla en el centro plateada que brillaba, de su muñeca relucía el brazalete de Aster. Ambas hermanas llegaron para juntarse con Anna que se encontraba con el chico moreno, Adry en el hall de la casa.

  22. Mazmorras, con Anna

     

    Escuchó atenta las palabras de la directora, la verdad era un honor para ella que Anna fuera quien la instruyera, aunque era su abuela en aquel lugar eran aprendiz y directora, ya tendrían tiempo de conversar fuera del trabajo. Torció el gesto al ver su error:

     

    - ¡Ah! si, es verdad aquí lo pone- Hojeo rápidamente el libro hasta encontrar aquel hechizo reparador y se lo enseñó a la directora. Volvió a poner el libro delante de sus ojos y recito en voz alta el hechizo para no olvidarlo:

     

    - No, no te preocupes, seguro que es una mala digestión, para mañana estaré mejor, seguro- Sira desapareció de repente de los ojos de Anna hacia el baño dejando el libro sobre las tripas del cadáver, desde fuera podía escucharse lo que la joven castaña estaba haciendo y no era nada agradable, su estómago había explotado y no lo podía contener.

     

     

    Al aparecer de nuevo delante de Anna, Sira llevaba una cara igual de blanca que la bata y secaba su frente con una pequeña toalla que había cogido:- Perdón- Su voz se quebró un instante, no podía permitirse el fallo, lo que acababa de suceder no podría volver a pasar, se regañó así misma “maldita est****a, ¿Qué haces?” volvió a regañarse.

     

     

    Miró el libro sobre el cuerpo abierto del cadáver y torció el gesto apenada:- Oh no- dijo en un susurro, se había manchado de sangre que comenzó a limpiarla con la toalla nerviosa.

  23. El reflejo de la demonio mostraba a Sira terminando de colocar una cinta blanca sobre su cabello esta vez lacio y ondulado en las puntas, dejando su flequillo reposar a un lado, dio un último retoque a sus labios esta vez rosados y se levantó rumbo a su cama la cual estaba siendo colocada por Dama:

     

    - Señorita, ¿está usted segura?- Dama piensa que podría molestar al señorito Aster tan pronto- Dama la miraba con preocupación, Sira se había levantado con ganas de ir a ver al Gaunt, no se habían visto desde aquella mágica noche y estaba al igual que Dama preocupada:

     

    - Si estoy segura Dama, quiero verlo, necesito verlo, ¿lo entiendes?- Sacó su varita y apuntó hacia una pluma que reposaba tranquila sobre su mesita:- Portus- Susurro, la pluma brillo y quedo igual que estaba, había creado un traslador hacia el cuarto de Aster en el castillo Gaunt, esperaba que funcionase, no le gustaban los trasladores.

     

    Ajustó su vestido blanco que describía pequeños surcos sobre la tela, y tocó la pluma. De nuevo aquel látigo tomo a la joven dejando todo negro a su vista, hasta que por fin todo paró y se encontró en una oscura habitación ya que las cortinas permanecían aun cerradas, pero aquel olor era inconfundible:- Aster- Susurro con cuidado de no despertarle, antes de comenzar a caminar hacia su cama, se quito los tacones y los dejo en el suelo, sigilosa se acercó al lecho donde descansaba.

     

     

    Sira se sentó en el lado que quedaba vacío en la cama y torció su cuerpo hacia el de él que se veía guapísimo durmiendo, ella sonrió y acaricio su rostro y su cabello:- Cariño, buenos días- Le susurro al oído, alzando sus piernas hacia la cama y poniéndose encima de él ya que no respondía:

     

    - Aster, el día comienza, ¿quieres pasarlo conmigo?- Esta vez lleno su cara de pequeños besos y una sonrisa en sus labios. Una sonrisa que poco a poco se fue convirtiendo en una mueca, ella lo miraba y suspiró, nadie le quitaba de la cabeza que al moreno le pasaba algo, estaba muy extraño y Sira temía lo peor. Se levantó de la cama y fue al lugar donde había dejado sus tacones blancos, tras ponérselos se giró de nuevo hacía el licántropo:- No hace falta ni que te levantes- Dijo saliendo tras un portazo.

     

    Caminó con paso apresurado por los pasillos del castillo y llegó hacia las escaleras las cuales bajó hasta llegar al vestíbulo, encontrándose frente a frente con Anne, su profesora de la Academia:- Esto...yo...hola- dijo nerviosa.

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  24. Ella pensó en lo incómodo que podría sentirse Aster ante todo aquello, si era verdad que a veces se pasaba con tantos arrumacos pero no podía evitarlo. Se soltó del moreno tras las palabras de Mia y con una media sonrisa entre avergonzada y triste comenzó a caminar recorriendo la habitación rumbo a la suya, con pesar, no sin antes chocar la mano de Mia que la levantaba delante de Anna:

     

    - Vamos chicas- Les dijo a ambas con voz seria. Echó un último vistazo hacia atrás y sonrió sin ganas. Sus pasos terminaron delante del cuarto de ellas, al entrar, todas mojadas de la nieve, vieron a Aura tumbada dormida en la cama:- Vaya, ella sí que tiene ganas de baile- Dijo sarcástica. Sira no quería tocar nada de la habitación, estaba tan limpia y ordenada, que daba pena tocar algo para mancharlo:

     

    - Bueno, me pido primera- Arrastrando los pies se metió en el baño y cerró la puerta con cuidado, evitando dar el portazo de antes, se desprendió de sus ropas mojadas y pegajosas. Ya en la ducha, un agua tibia caía por su cuerpo reconfortándolo, mientras su mente iba de un lado a otro muy rápido, ¿acaso hacía mal?

     

     

    Cuando comprobó que estaba perfectamente aseada, salió de aquella ducha y enfundó su cuerpo en una mullida toalla roja que se encontraba perfectamente colocada en un toallero, había tres, una para cada muchacha. El cabello mojado lo estrujo sobre el lavabo quitándole el agua sobrante y lo enredo en otra toalla más pequeña, de la cual había otras tres, habían pensado en todo. Salió con la cara acalorada del baño, con un semblante serio miró a sus compañeras:

     

    - Siguiente- Dijo señalando con el dedo hacia atrás mientras se dirigía hacia el gran armario del que les habían hablado las profesoras. Con un movimiento de ambas manos, abrió la doble puerta dejando a la vista de nuevo los vestidos. Sira prestó su atención a los vestidos venecianos, poniendo especial interés en uno que había brillado con el reflejo de la luz.

     

     

    Era largo, que cubría hasta los pies, de una sola pieza, falda abultada con cancán y un corpiño que permitiría describir su cintura sin problemas. Con escote cuadrado, dejaría ver la parte superior del cuerpo de la castaña, que ya lo había tomado entre sus manos para dejarlo sobre su cama y observarlo mejor.

     

    Allí pudo comprobar sus colores, dorados con pequeños detalles en granate, describían surcos líneas perfectas y extraños dibujos que lo hacía único, parecía un tapiz hecho vestido. Al menos con eso su cara comenzó a iluminarse de nuevo.

     

    Escuchó el agua de la ducha, una de las pelirrojas había pasado ya a bañarse, pero estaba admirando de tal manera el vestido que no sabía quién era. Sin pensarlo dos veces y tras ponerse una provocativa lencería, se metió en el vestido, aun sin atar se miró al espejo que pegado a una de las puertas del armario, mostraban el cuerpo entero de la Loveless. El vestido parecía tener una falda, de color granate, y encima como una falda superpuesta en dorado con bordados de un color más oscuro, de ella colgaban borlas parecidas a la de las cortinas. El cuerpo del vestido aun flojo dejaba la parte de arriba al descubierto adornada con un hermoso encaje que caía hacia el pecho, si la noche era fría se tendría que poner algo por encima.

     

    Decidió mirar quien quedaba en el cuarto, era Mia su hermana, por lo que se acercó a ella con algo de dificultad por la falda y le dio la espalda:

     

    - ¿Me aprietas el corsé?- Le preguntó esperando que tomara los cordones de la prenda y los apretara con fuerza.

  25. Sira se había quedado sin munición, pero aun tenía otro bote guardado en el bolsillo de atrás del pantalón. Lo saco y agitó directo a Anna que la atacaba sin piedad aunque también su blanco había sido Eriol, la miró de reojo una vez, demasiado interés de la pelirroja hacia él:- Ahora ya no eres peliteñida, eres una viejita- Dijo con tono de burla. Su mirada se poso en Mia que comenzaba a dejar a Aster blanco, ella se acercó y se puso en medio de aquella nube de nieve, dejándola completamente blanca:

     

    - Mia ya vale- Ella arremetió contra su hermana con su spray que se quedó sin munición, la pelirroja la siguió llenando de nieve igual que a los demás, a la vez que Anna repartía confeti de colores a diestro y siniestro, dejando a Sira como un pastel de nata:

     

    - Que graciosas las dos- Dijo con tono escéptico:- ¡Ay mis ojos, mis ojos!- Comenzó a corretear por la habitación, la nieve comenzaba a derretirse y se introducía en sus ojos creándole un escozor inaguantable.

     

     

    La Rambaldi enseguida se llevó las manos a sus ojos y con un movimiento se quito parte de ella de la cara, pero aun tenía mucha más, aunque al menos podía ver:- Me vais a dejar ciega, como Pingu- Se quejó ella acercándose a Aster, quitándole la nieve de su cara y cuerpo:- Mira nada mas como te hemos puesto cariño- Dijo divertida. Sus manos quedaron entrelazadas sobre la cintura del moreno:

     

     

    - Qué guapo estás- Se empinó y le dio un tierno beso:- ¿Nos vamos a la ducha?- Sus manos volvieron a ir a su parte trasera y lo atrajo más hacia ella, con mirada traviesa, ahora que las profesoras no la veían, podía acercarse al Gaunt, aunque sabía que la ducha de ambos debería de esperar.

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