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Tea

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Mensajes publicados por Tea

  1. Tea Loveless - Quinta Planta con Jessie y Ludwig

     

     

     

    Le devolví la sonrisa a la muchacha. Con mucha timidez asentí con la cabeza para darle a entender que estaba bien. Me incorporé más de lo que estaba y escuché la breve presentación. No quería quedar mal al hablarles, así que me calme y seque mis manos en el pantalón disimuladamente, respiré lo necesario para ahuyentar los nervios y, por fin, me animé.

     

    - Mi nombre es Tea Loveless, estoy terminando la Academia -hice una pausa para observar sus rostros detalladamente y proseguí -. Estoy aquí como aprendiz, espero ser sanadora pronto.

     

    Finalicé con una torpe sonrisa y sentía cómo la sangre se me subía a la mejillas. Odiaba cuando me comportaba cual niña pequeña, pero era bastante reservada frente a desconocidos y tener que hablar mucho me ponía de los pelos. Siempre pensé que era una de las razones por las cuales nunca tuve demasiados amigos.

     

    Finalizar la Academia me traía sentimientos encontrados. Por un lado me alegraba porque significaba que podía seguir adelante y formarme profesionalmente en un área en particular -en éste caso, ser sanadora- aparte que no debía concurrir más a un duelo o batalla, pero por otro lado sabía que extrañaría mi casa allí como a las vivencias. El lugar donde conocí a mi novio y en donde hice amigos.

     

    Sacudí la cabeza para alejar los pensamientos. Debía enfocarme en comenzar otra nueva etapa.

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  2. Tea Loveless - Quinta Planta, primer día

     

     

     

     

    No me sorprendía tener las manos sudadas por el nerviosismo del primer día de trabajo. Me habían aceptado como aprendiz en el hospital, lo que me había causado una enorme felicidad. Había esperado mucho tiempo por conseguir un puesto allí, deseaba poder ser sanadora y aprender de los mejores.

     

    Estaba vestida como cualquier otro día, con mis vaqueros azúl claro ajustados y una camisa blanca lo suficientemente suelta como para que la poca brisa que había la agitara y ésta acariciara mi cuerpo con la tela suave y sedosa. Llevaba mi cabello recogido en una cola de caballo para que, a la hora de ponerme en acción, no se interpusiera en mi campo de visión.

     

    Para cuando llegué las pulsaciones comenzaban a disminuir, quedándome más calmada aunque sabía que al momento de realizar alguna tarea todo volvería a estar igual, con respiraciones agitadas, manos sudadas y el nerviosismo a flor de piel. Me dirigí hacia la planta de neutrales, sabía que ese era mi lugar, era perfecto para mí.

     

    Mientras caminaba por el pasillo, giraba la cabeza a ambos lados para revisar las habitaciones y salas que habían. Algunas no podían verse con claridad gracias a los cristales polarizados, lo que me llevó a pensar que allí podrían llegar a guardar las medicinas y cosas pertinentes al hospital. Pero pronto encontré a una mujer y un hombre charlando con la puerta abierta, así que me acerqué a ellos.

     

    - Hola -dije casi en un murmuro para evitar tartamudear -. Es la primera vez que vengo por aquí y no sabría a quién acudir.

     

    Mis ojos pardo iban y venían yendo de los ojos de la mujer a los del hombre, constantemente. Esperaba que el hospital no solo me ayudara en lo profesional, sino también en mi extrema timidez.

  3. Mis ojos se abrieron de pronto y sentí mi cuerpo tan pesado que hice un quejido sin darme cuenta. La oscuridad del cielo me hizo recordar el asunto de la batalla de bandos y di un gritito mientras me alzaba con mis brazos, echándome hacia atrás instintivamente para ver si había peligro. Pero no, estábamos de nuevo en la normalidad, en la tranquilidad de un estadio que había vivido aquél desastre en carne propia. Los latidos de mi corazón se fueron acompasando a medida que me iba dando cuenta de que estábamos a salvo, cuando noté que Robb seguía a mi lado.

     

    ¿Qué había visto? Me sonrojé tan solo recordarlo y me pregunté si Robb había visto lo mismo, ¿había sido él? Si él hubiera estado presente en la visión que tuve, donde yo lo recibía como mi esposo y teníamos un hijo, sería la conversación más extraña y vergonzosa que tendría jamás. Era algo lindo, sí, no podía negar que se sintiera bien y que se viera excelente, pero a penas éramos unos chicos, ¿cómo decirle que nos había visto casados? Una duda pasó por mi mente, la cual reprimí para volver a darle vueltas más adelante, pues el profesor Elvis estaba diciendo algo.

     

    - ¿Estás bien? me atreví a peguntarle a mi novio cuando el Gryffindor acabó.

     

    Mi tono había vuelto a ser el mismo apenado con el que me dirigía a él en un principio y sabía que iba a notarlo, que iba a preguntar luego. Así que me obligué a buscar sus ojos y dedicarle una sonrisa, así lo relajaría al menos. Teníamos una última prueba y eso me ponía nerviosa, pero a la vez me hacía pensar que faltaba poco para que se acabara la clase. ¿Por qué todo era tan complicado? No había pasado por la primera clase en donde no me estresara, llorara o sintiera ganas de irme, pero aún así no podía dejar de insistir. Mi instinto era pasar e iba a hacerlo, costara lo que costara.

     

    Cuando me fijé en las piedras que nos daban, dudé en si tomarla o no. No se me hacía difícil confiar en los demás, pero mi confianza había empezado a flaquear desde que me había dado cuenta de cómo las traiciones podían suceder. Aún sentía un vacío enorme por el hijo que aún no tenía y aún podía sentir la desesperación de poder perder a Robb, ¿qué hacía esa piedra? Miré al profesor durante un par de segundos y al final, optando por la poca valentía que me quedaba, rodee el collar con mis manos. Era liviana, más de lo que parecía y mis ojos se fijaron en ella.

     

    No había nada especial en la piedra, solo era una... piedra y no hacía nada más que estar en mi mano. Alcé la mirada ante las palabras de la Crouchs y me quedé pensando antes de hablar.

     

    - La Orden del Fénix protege a las personas o eso hacen creer, tal vez eran los ideales que tenían escritos en un principio le dije en voz baja-. La Marca Tenebrosa cuida la creencia de la sangre pura y busca hacer que el resto esté de acuerdo, aunque sea por las malas. Los dos bandos hacen daño...

     

    Me quedé callada y no aporté nada más. Para mí los dos eran iguales, ninguno era digno.

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  4. ¡Hola!

     

    Dejo mi última tarea:

     

    1. En mis primeros posteos no utilicé las negritas para mis hechizos lo que hizo que se invalidaran;
    2. Me perdí un poco y dejé pasar el ataque de Robb, aunque luego quise solucionarlo con un Aqueora (no sé si estará bien)
    3. Creo que me faltaron algunos detalles en el rol, no solo por dejar espacios, sino porque creo que me salteé algunas cosas en mi último rol.

     

    Creo que es todo... aun así revisaré mis posteos de nuevo y cualquier cosa que vea vendré a editar esto. :)

     

    ¡Saludos!

  5. - Aqueora -susurré.

     

    Enseguida una esfera de agua protectora me cubrió del resto de los ataques del jaguar, al mismo tiempo que un aura blanca me curaba algunas de mis heridas creadas por la criatura que hacía poco estaba en mi poder. No me sentía débil, por el contrario me sentía revitalizada con aquel hechizo. El jaguar seguía haciendo inútiles ataques, y ninguno me alcanzaba.

     

    A pesar de que estaba viva y parcialmente sana, una lágrima recorría mi rostro y una fuerte punzada de culpabilidad me lastimaba el pecho. Me sentía impotente de no poder acercarme a Robb para poder sanar sus heridas -de las que no se había curado- y tenerlo conmigo de vuelta. Su cuerpo yacía en el suelo, inerte y mi desesperación crecía cada vez que mi mirada lo encontraba allí.

     

    No dejé pasar demasiado el tiempo, aunque sí el suficiente como para dejar sola a mi compañera en medio del duelo. Me quise disculpar con ella por haberla dejado así, por mi estado de shock, pero no era el momento más indicado para hacerlo. Preparé mi varita en alto, mirando fijamente a Kyttara y lancé lo primero que se me vino a la mente.

     

    - Corpus Patronus -un águila desplegó sus alas para emprender vuelo directo hacia mi oponente.

     

    Especidiqué al águila que atacara a Kyttara hasta llevarla a su muerte. No fue una de las cosas más lindas que me había tocado hacer durante toda mi estadía en la Academia, pero no tenía más opción, ella había jugado con mis sentimientos. Alba había hecho un gran trabajo el tiempo que me había quedado en silencio y me tocaba terminar con aquello. Y si era posible, no volver a tener que participar de una situación tan terrible como lo llegaba a ser un duelo.

     

    El efecto del oppugno había terminado, por lo que el jaguar volvía a estar bajo mi mando.

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  6. ¡Hola! Pues vengo a actualizar mi ficha. Ya siento que he desarrollado mejor a mi personaje en el rol y es hora de poner al día esto.

     

    ¡Saludos!

     

     

    Cualidades Psicológicas:

    Es una chica muy nerviosa, por lo general las situaciones extremas le hacen sudar las manos y entumecerlas. Es tímida e introvertida, le cuesta mucho hablar frente a las personas, así como también conocerlas y entablar una conversación estable. Recién una vez que conoce mejor a las personas se suelta un poco más. Siempre se avergüenza cuando habla demás.

     

    No es aventurera, aunque se adapta rápido a la acción. Se preocupa mucho por las personas, más que nada las heridas dado que tiene una fuerte pasión por la medicina y el impulso de querer ayudar a todo aquel que esté en riesgo. También le gusta psicoanalizar a todo mago o bruja con el que tenga relación, le encantaría poder tener el poder de leer los pensamientos por estos motivos y se empeña por saber todo sobre los que quiere.

     

    Es reservada, le gusta la tranquilidad. Su rostro casi siempre está rojo, dado que sonríe mucho y es de pocas palabras. Suele vestirse como la típica inglesa aburrida, pero es más de lo que parece. Es fiel, auténtica, sincera y tal vez muy pacífica.

     

    Historia:

    Tea proviene de una familia británica de alto nivel. Habitan en la zona de Kensington, zona de residencia de muchos de los habitantes más ricos y distinguidos de la capital británica. Al nacer, automáticamente se convirtió en una más de aquellos estirados y estrictos ingleses, con horarios establecidos y clases de etiqueta.

     

    Nunca pareció cuadrar con su familia en ese aspecto. Desde muy joven le gustaba experimentar, salirse de lo que ya conocía, pero se negaba a hacerlo por desilusionar a sus padres. Era demasiado torpe a veces y esto causaba discusiones, así que no tenía que buscarse más problemas de los que tenía constantemente con los retrasos en sus deberes.

     

    Fue enviada a un internado para jóvenes magos no calificables para la escuela principal a los cinco años, donde cursó los estudios básicos hasta los once. En ese momento, la enviaron a una de las mejores academias mágicas de Inglaterra luego de Hogwarts. Siempre resaltó por sus calificaciones, ya que su actitud y su timidez nunca le permitieron hacer nada mucho más social. Sin embargo, tenía fieles amigos y cuando acabó sus estudios, dejarlos fue algo que le costó más de lo que hubiera creido.

     

    Pero debía volver a casa, un lugar que no había pisado más desde su último verano y no tenía ganas de hacerlo. Su meta era convertirse en Sanadora en algún hospital, pero sus padres insistían y seguirían insistiendo hasta que ella decidiera de una vez por todas estudiar leyes y entrar al Ministerio. Toda su linage se había dedicado a estar incertos en las políticas mágicas, así como terminaban siendo muy reconocidos por su arduo y excelente trabajo.

     

    Poco tiempo después descubrió que su verdadera madre era parte de una familia ubicada en Londres y la esposa de su padre -y su "falsa madre"- simplemente la había tomado como su propia hija a los pocos años de vida de ella. Así que, tomando su primera loca decisión, les hizo saber que se iría a Londres, no solo para estudiar lo que ella quería, sino también para reencontrarse con su verdadera madre.

     

    Al principio no lo tomaron nada bien y tuvo que lidiar con una serie de peleas familiares, pequeñas y grandes, hasta que dejó su personalidad aplacarse para tomar riendas en su vida y lograr su objetivo más querido. Por primera vez en su vida desobedecía las órdenes de sus padres y sabía que ese sería el momento en que se sumergiría en una osadía. Nerviosa o no, con miedo o sin miedo prefirió enfrentarse a lo incierto que seguir encerrada en la burbuja en la que vivía.

  7. Hola, bueno yo también vengo en paz ^^. Tengo una duda.

     

    Tea: Anular Aqueora. Acción 1- Turno 1

    Robb: Oppugno al jaguar de Tea. Acción 1 Turno 1*

     

    Tea: Fuego Maldito. Acción 1 Turno 2

    Robb: Morphos a un barril, se convierte en un oso pardo mediano. Acción 2 Turno 1*

     

    Mis dudas son las siguientes:

     

    1.- ¿Es posible hacer que el jaguar se coma a una araña? Antes de lanzar los hechizos, envié a mi viuda negra (hecha con anterioridad) a picar tanto a Robb como a Kytta, pero él rolea que al hacer el Oppugno, el jaguar se la come a pesar de que digo que estaba escondida y es muy pequeña a la vista. ¿Es posible?

     

    2.- Robb hace un morphos a un barril convirtiéndolo en un oso pardo de tamaño medio, cosa que me hizo dos dudas por lo siguiente:

     

    Lo primero, es que no sé si un barril sea suficiente para crear un oso de ese tamaño. Porque es de madera, pero en su totalidad está lleno de agua... ¿Se puede cuenta el agua para un Morphos?

     

    Y lo segundo, Robb usa su segunda acción para defenderse de mi segunda acción. Es decir: el Morphos (oso) contra mi Fuego Maldito. Según mi tabla de tiempos, debió haber usado su primer hechizo para eso, porque si no, no puede intercalarme su segunda acción contra mi segunda acción. Al hacer el Oppugno, enviando su jaguar a comerse la araña y luego a atacarme, el FuegoMaldito ya habría impactado. ¿Estoy equivocada?

     

    Si ha impactado, entonces Robb ha muerto, porque no se curó ni en su primer ni en su segundo posteo después (acaba de postear defendiéndose de Alba).

     

    Solo eso, espero sus respuestas, gracias de antemano.

  8. La actitud que estaba sosteniendo Kytta no me gustaba, y tampoco recordaba que así se hubiese comportado antes en nuestro anterior duelo. Me sentía un poco impotente y aún celosa por lo que hacía con Robb, por más que él me mirara con sus hermosos ojos azules y una expresión de desconcierto en su rostro. Me tenía con convencer de que era un duelo más y que tenía que actuar si no quería que Alba y yo termináramos muertas.

     

    Miré al jaguar que había creado y en seguida supe lo que debía hacer. Mis órdenes fueron tan claras hacia el animal que éste salió corriendo directo al Stark para dañarlo de gravedad. Así como el arácnido que yacía en algún lugar escondido y fuera de la vista de cualquier persona, primero buscó la piel de Kytta e inyectó su veneno para que el efecto fuera mortal. No tardó en moverse con ligeresa y rapidez hacia Robb y hacer el mismo procedimiento que había hecho con mi compañera. Mi mente comenzaba a nublarse, estaba nerviosa y con las manos sudadas.

     

    - Anular Aqueora -mi varita apuntaba directamente hacia el cuerpo de Robb cuando una vibración de la misma llegó hasta mi mano y se extendió por el brazo dándome a entender que el efecto había sido logrado a la perfección.

     

    Me mordí el labio inferior con culpabilidad, pero enseguida sacudí mi cabeza volviendo a caer en la realidad. Mis ojos seguían posicionados sobre los de mi novio... novio, esas palabras me dolían estando en esa posición de tener que hacerle daño. No sabía cuánto tiempo más lograría sostener aquel duelo, por lo que preferí sellarlo con un hechizo más. Mi varita seguía alzada en alto -nunca había dejado de apuntarlo-, cuando mis labios se movieron nuevamente.

     

    - Fuego Maldito -mi mente me había jugado una mala pasada, dado que lo que salió directo hacia el frío Stark fue un lobo.

     

    Tuve un autoreflejo de cerrar los ojos para no tener que ver cómo la criatura de fuego iba corriendo hacia él, pero no podía hacerlo, no podía dejarme ciega yo misma. Castigándome, abrí los ojos para ver la escena, pero quien apareció en mi campo de visión era mi compañera que estaba herida. Mis ataques habían sido los suficientes como para haberle dejado un margen de tiempo suficiente para que se curara. Mi primer reflejo hubiese sido curarla primero y luego atacar, pero no podía permitir ponernos en un riesgo mayor.

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  9. Lo último que tuve frente a mis ojos antes de cambiar de realidad fue un escudo que se tragaba un rayo destinado a hacerme daño, mi mano se había cerrado alrededor de la muñeca de Robb y en un respiro, ya no estaba ahí.

     

     

     

    Pestañeé, aunque no estaba sorprendida de estar allí en lo más mínimo. Estaba en casa, el olor de la lavanda inundaba todo el lugar junto con un leve aroma a detergente y escuchaba el sonido de la música proveniente de la planta inferior, suave y relajada música clásica para una tarde de primavera. Los rayos solares atravesaban los ventanales de la habitación, iluminando todo y dejando que el primer vistazo de calidez del año se adentrara.

     

    No era mi habitación, eso era obvio tan solo ver las dimensiones de los muebles y la decoración. Las paredes estaban divididas en dos colores, azul pastel abajo y blanco arriba, el techo hechizado para mostrar el cielo lleno de blancas nubes. Una cuna relativamente grande estaba en una esquina, llena de mantas dobladas y pequeños juguetes acolchados. Todo era más pequeño, accesible para una persona bajita.

     

    Y esa persona estaba en mis brazos.

     

     

    Un bebé dormía en su cama improvisada, escondiendo parte de su rostro en mi pecho. Tenía las mejillas rosadas, los labios un poco abiertos y el corto cabello alborotado. Desprendía un olor que me tenía hipnotizada, al igual que sentir su calor y escuchar su respiración acompasada me hacía mantenerme atenta a su sueño. Era tan delicado, ligero. Lo sostenía con facilidad, evidentemente acostumbrada a tenerlo allí. No fue sino hasta que alcé la mirada que vi mi reflejo en el espejo.

     

    Parecía mayor, no sabría decir cuántos años en realidad. Seguía conservando mi imagen, aunque me veía mucho más suelta que de costumbre, vistiendo como lo haría de estar en casa de vacaciones. Mis facciones se veían maduras, más seguras y sabias, había crecido. Pero mi intención no era mirarme, ni a mí ni a mi hijo en el reflejo, sino el reloj que estaba sobre el espejo. Ya era la hora, quería darle una sorpresa.

     

    - ¿Podrías encargarte de él un momento? -le pedí a alguien a mis espaldas.

     

    - Si, claro, señora Stark -la voz del elfo llegó junto con él.

     

    Haciendo un chasquido, hizo al bebé levitar con su manta sin que este notara siquiera que había dejado mis brazos. Lo miré por última vez y sonreí al elfo antes de salir de la habitación, peinando mi cabello mientras bajaba las escaleras. Todo el lugar había sido limpiado con antelación, recordaba cómo me había colocado parte por parte a sacar brillo, viendo a mi hijo constantemente hasta que lo había visto adormecerse. Robb estaba por llegar a casa luego de un viaje de trabajo, merecía la pena limpiar un poco.

     

    Tan solo llegar abajo la puerta se abrió y mis labios se curvaron en una sonrisa. Y ahí estaba él. Había cambiado tanto y tan poco al mismo tiempo. Seguía manteniendo esa postura típica de los Stark, honrada. También se veía mayor, tal vez porque su barba lo ayudaba. Lo abracé por un largo rato, permitiéndome sentirlo por todo el tiempo que había estado ausente y cerré nuestro saludo con un beso antes de empezar a narrar lo que sucedía en casa, mi timidez parecía haberse esfumado con él tras el paso de los años.

     

    - León está arriba con Stew, se quedó dormido hace poco -informé, sabiendo que lo buscaba con la mirada-. ¿Todo bien?

     

    - Sí, todo bien. No ha sido muy movido, pero... -hizo una pausa donde supe que iba a decir algo malo, hacía ese gesto con la boca siempre-. Creemos que nos siguen la pista en cuartel de Aurores.

     

    - ¿Cómo que...?

     

    Pero no acabé la frase. Una explosión resonó en la planta superior sobresaltándonos, el llanto de nuestro hijo llegó a mis oídos como una alarma, nublando todos mis pensamientos. Nos movimos como uno, sin decir nada. Robb pasó frente a mí con la varita en mano, yo luchaba por encontrar la mía en los bolsillos de mi ropa, pero no perdí velocidad. Choqué con él cuando se detuvo en la puerta.

     

    León no estaba a la vista, Stew yacía en el suelo junto con los restos de la explosión y la pared del ventanal había pasado a ser escombro. No se veía casi nada, el polvo llenaba el ambiente. El corazón se me iba a salir del pecho, la desesperación me llenaba de pies a cabeza y podía sentir cómo una parte de mí empezaba a desmoronarse. Fue entonces cuando me fijé en una figura enmascarada que estaba en el fondo de la habitación, casi al borde del desastre.

     

    Robb gritaba algo, sentí el impacto de un hechizo en mí, pero solo tenía ojos para el bulto que estaba en los brazos del mortífago y fui consciente de lo que pasaba solo hasta que desapareció, luego me desmayé.

     

     

     

     

    - ¡No voy a hacerte daño! -grité, las lágrimas bajaban por mis mejillas.

     

    Frente a mí había un chico, alto y fornido, igual a su padre. Su rostro era como el mío, solo que yo nunca había usado esa sonrisa arrogante que me estaba dedicando. Tenía un buen rato intentando que lo atacara, intentando provocarme con palabras y frases que había aprendido con ellos, con los que se lo habían llevado. ¿Qué no era consciente de que lo habían arrebatado de nosotros?

     

    Aún sin verme sabía que había cambiado físicamente. Me sentía cansada, las sombras bajo mis ojos lo dejaban muy obvio a la vista. Tenía años dentro de investigaciones, interrogaciones y otra serie de asuntos de ley que nunca llevaban a nada. Tenía años llorando, recordando que lo último que había hecho era dejarlo atrás. Me culpaba en silencio por no haberlo llevado conmigo, por no haberlo protegido en todo momento. Y ahí estaba, hecho un mortífago, dispuesto a matarme de ser necesario.

     

    - ¿No? -su voz me atravesó como un puñal otra vez.

     

    - No.

     

    - Oh, vamos, Tea. Me han dicho que eres todo un reto de mujer, una buena madre...

     

    Su risa llenó la sala donde estábamos, que resultaba ser el mismo recibidor donde me había acompañado al limpiar cuando era un bebé. No era el chico que había imaginado que sería, ya no había vuelta atrás con lo que era. Se lo habían llevado para convertirlo en algo y lo habían hecho, ya estaba. Pero yo no me sentía capaz de odiarlo, no a él. Odiaba a los mortífagos, sí, pero también a los fenixianos y su bendito afán por pelearse entre ellos sacrificando a los demás sin abrir los ojos.

     

    Ni Robb ni yo teníamos nada que ver con aquello, pero se lo habían llevado por la misma guerra de bando de siempre. Tenía a mi hijo delante, un chico que me despreciaba sin razón, a un desconocido total. Y lo que más me dolía era verlo, con sus rasgos faciales como los míos, sabiendo que me había perdido todo los años de su crecimiento sin poder apreciarlos... Rompió el silencio de nuevo.

     

    - Bueno, basta ya... Me he agotado de esperar, me aburre mucho la monotonía y tú, la verdad, no estás siendo muy entretenida -se encogió de hombros y alzó su varita hacia mí, dejando a la vista el tatuaje de la Marca Tenebrosa-. Adiós...

     

    Pero no acabó su despedida. La ira me había llenado de pronto, dejando atrás todo mi dolor, el temor que le había tomado con el paso de los minutos. Estaba sola, Robb estaba fuera y llegaría pronto, pero yo no me sentía inofensiva. Me sentía, al menos en ese momento, bastante impotente. Crucé los metros que nos separaban como una flecha y tomando impulso, planté una cachetada tal en su mejilla que lo mandé hacia un lado por el impacto. Tardó demasiado en reaccionar, ya yo iba a la mitad de una frase.

     

    - ¡¿Cómo te atreves a alzar tu varita hacia mí, León Stark?! -sus ojos pardos, como los míos, me miraron con sorpresa-. Puede que seas un miserable mortífago y me da precisamente igual lo que sientas con respecto a la comunidad mágica o los fenixianos. ¡Pero no te atrevas a irrespetarme, soy tu madre te guste o no! Anda, vuelve a apuntarme si tienes las agallas.

     

    Para mí no había bandos, para mì no había más frente a mí que un mocoso malcriado. Me miraba con sorpresa, yo sentía mi mano latir y veía su mejilla ponerse cada vez más roja. La sorpresa se transformó en confusión y luego en vergüenza, algo que hizo a mi subconsciente reaccionar. ¿Qué estaba pasando? Pestañeé, olvidándome un momento de lo que pasaba y entonces mi mente dio un cortocircuito que no pude evitar.

     

    Todo quedó a oscuras.

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  10. ¿Entiendo que todo lo que hice está mal por no poner negritas?

     

     

    Mis post son invalidados, cuando resalté los hechizos y cumplí con las reglas. Sin embargo, el posteo de Robb, donde usa hechizos que aún no puede usar, y el posteo de Kytta, que usa un hechizo que ni siquiera está en la lista de hechizos bonificados (Levicorpus) son válidos.

     

     

    No lo entiendo muy bien, la verdad. Kytta antes editó su post y a ambos se les dejó pasar porque eran errores... ¿Por qué a mí no?

     

     

    Me parece bastante injusto que mi posteo, mis hechizos y mi rol estén bien y que sean invalidados por no poner negritas; creo que lo aceptaría en caso de no haber resaltado mis ataques, pero... lo están. Y le permiten a Robb usar el Forticum para protegerse, ¿de qué? Si me invalidan y le dejan usar hechizos bonificados antes de tiempo le están dando la ventaja al equipo contrario porque mis hechizos no salen.

     

     

    Creo que tanto Alba como yo hemos seguido las reglas bien como para que permitan que ellos se salten las reglas de hechizos y a mí me invaliden el ataque por no poner negritas.

  11. No pude hacer más que sonreír al escuchar las tiernas palabras del Stark. Era extraño que me demostrara aquel lado sentimental y que tan bien tenía escondido hacía poco tiempo atrás. Era como si hubiese logrado sacarle todas las capas de su coraza y descubriera a un hombre diferente al que había conocido en un principio. Me gustaban todas sus facetas y, estaba segura, que aún me faltaba conocer mucho más.

     

    - ¿Qué mejor que disfrutar del delicioso sabor del jugo de una manzana? -dije al mismo tiempo en que pensaba que así sabían sus labios, a una jugosa manzana tierna. Me enrojecí inmediatamente por el pensamiento.

     

    - Estaría encantada de poder conocer tu hogar.

     

    El hecho de conocer a la familia de mi reciente novio me daba dolor de estómago por culpa de los nervios, y solo era hacerme la idea... ¿cómo estaría cuando llegara el momento? Por otro lado estaba ansionsa de poder saber más cosas sobre él y su procedencia. Su historia me interesaba, pero creo que más que nada por el entusiasmo con el que siempre nombraba su apellido. Antes de volver a hablar, disfruté de su toque en mi piel, de su respiración tranquila y de su mirada constante.

     

    - A mí igual me fascina escucharte -dije tontamente antes de cerrar los ojos, fuerte y tratando de ahuyentar de la vergüenza que volvía a atacarme.

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  12. - Ya lo sé, ya lo sé le dije repetídas veces a Robb, asintiendo en respuesta a lo que estaba diciendo para calmarme. No estaba segura de cuál estaba más nervioso en ese momento, si él o yo-. Tenemos que tener cuidado, no podemos salir de aquí tan fácil

     

    Me había empujado a ese refugio improvisado y estaba tan cerca de mí que se me hacía básicamente imposible pensar que debía dejarlo ir. Pero tanto él como yo teníamos ese impulso de ayudar a las personas, no podía retenerlo y yo tampoco podía quedarme quieta. Olvidándome por un momento de mi propio temor, me coloqué junto a Alba cuando Robb salió a ayudar a una de nuestras compañeras que había caído en medio del ataque y empecé a cuidar sus costados. Desviaba rayos e invocaciones, le lancé un Protego Mi corazón latía tan fuerte que me hacía daño, pero no podía siquiera pestañear, tenía que llegar a salvo.

     

    Y lo hizo. Alba era muy buena con la varita, la forma en la que lo había defendido conmigo era excepcional y estaba muy agradecida con ella, pero ya se lo diría luego. Miré cómo Kytta llegaba en los brazos de mi novio y se encendió en mí ese instinto que tenía, que me quería hacer estudiar medicina. Vi la sangre correr por uno de sus costados, más atrás de lo que Robb había llegado a ver y empecé a pensar en todas las formas veloces que podía utilizar para curarla. Pero cuando iba a agacharme a su lado, el Stark se acercó a mí y me besó. Le regresé el beso por tan poco tiempo, que sentí una punzada de dolor, aunque no dije nada.

     

    - Te veo luego repetí, haciendo caso omiso a las palabras de Alba y asintiendo para darle ánimos-. Cuídense.

     

    Dicho esto, me arrodillé junto a Kytta.

     

    - Tranquila, vas a estar bien. ¡Episkey! el efecto se hizo tan pronto como apunté a su herida-. Listo, ¿mejor?

     

    Pero no obtuve respuesta, escuché que alguien se acercaba y me giré con brusquedad, protegiendo a Kytta con mi cuerpo por si acaso. Pero era Bea, una de nuestras compañeras. Tomé aire con alivio y bajé la varita, pero no dejé de apuntar afuera por si alguien la seguía. Entre el alboroto, no podía ver ni a Robb ni a Alba y me ponía nerviosa. Más figuras empezaban a llegar al estadio, más mortífagos y más fenixianos, todo se estaba poniendo peor. Traté de no pensar en ello y me enfoqué nuevamente en Bea.

     

    - Estamos en medio de la batalla del Mundial, no sé cómo. Robb y Alba se fueron, hay que ayudarlos le dije, poniéndome de pie al instante, ayudando a Kytta a levantarse.

     

    Y no esperé nada más.

     

    Salí corriendo de mi escondite predeterminado, intentando no ser alcanzada por nada y tratando de llegar a donde debía sin tropezar. Era difícil, había cuerpos esparcidos por todos lados y de vez en cuando tenía que saltar. Pisé un par de cosas y no me detuve a ver qué eran, mejor no averiguar qué parte de una anatomía había aplastado. Mis ojos viajaban de un lado a otro, era difícil decir de qué lado podrían estar. Pero entonces los vi, eran los únicos que estaban atacando a los civiles directamente. Al principio me pareció extraño y luego noté que los civiles estaban participando de la batalla, tomando bandos también.

     

    Iba a detenerme un poco para respirar, pues había recorrido tanto a pie que los pulmones se exprimían en busca de oxígeno, pero un ataque salió directamente a mi novio y él no lo estaba mirando.

     

    - ¡Protego! el escudo lo protegió justo a tiempo y respiré, ahora con más razón.

     

    Me puse al lado de mis compañeros, sonriéndole levemente al joven de Winterfall y empecé, a su lado, a aturdir a todo aquél que estuviera participando de la pelea.

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  13. - Hola -le sonreí tímidamente a Robb y enrojecí de inmediato, de la misma forma en la que lo hacía cada vez que lo veía.

     

    Era todo tan bizarro. Que mi novio estuviera frente a mí y que no pudiera hablarle tranquilamente, porque se suponía que debía matarlo, no era algo que me llamara mucho la atención. Pero era momento de comenzar, ya no había vuelta atrás. Y entonces me di cuenta de la actitud de Kytta con el Stark y mi expresión cambió en su totalidad. Pasé de estar avergonzada por tener que atacarlos, a estar en ese punto donde no sabía cómo atacarla primero. ¿Qué estaba haciendo exactamente? Provocarme, claro. Tomándole la mano, hablándole de cerca No tuve que decirle nada a Alba para empezar, estábamos bastante sincronizadas aún sin hablar.

     

    - Seneca dije con la ira rozando mi tono, era evidente que no me había tomado bien el asunto. El hechizo hizo efecto en Kytta.

     

    Y con aquello, estaba siendo bastante cruel.

     

    Cuando hice la primera floritura, mi jaguar salió de su lugar y salió corriendo a una velocidad increíble hacia mi oponente, que nuevamente, era Kytta. ¿Quería jugar? Muy bien. La intención de mi animal era herirla de gravedad, tantas veces como fuera necesario e interponerse entre cualquier ataque que me pudieran lanzar si lo había. Con un gruñido saltó hacia ella, haciendo justo lo que le había ordenado. Así mismo, mi viuda negra empezó a transitar desde su escondite, siendo muy pequeña para la visión humana y la picó, inyectando su veneno en su torrente sanguíneo.

     

    - Fuego Maldito exclamé con la mandíbula tensa, apuntando a Kytta.

     

    Mi varita tembló con el mismo enojo que yo y de ella, una llamarada escalarta y amarillo canario formó un jaguar igual al que le había arrojado en carne y hueso. Se lanzó contra ella y de impactar, le crearía graves quemaduras en su torso. ¿Qué iba a hacer para defenderse? Mis ojos viajaron a Robb con resentimiento, no podía creer que se hubiera dejado tocar de aquella manera. Y en un ataque de celos, mi viuda negra también lo picó a él en cuanto encontró un poco de piel entre su zapato y su pierna, gracias a la cercanía que mantenía con Kytta.

     

    - ¡Anda, tócalo de nuevo! ¡Te quiero ver! le grité a Kytta, cruzándome de brazos con la varita lista por si acaso.

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  14. - Cinco meses... -me repetí a mí misma y tan despacio que solo yo podía escucharme.

     

    Me quedé con esas palabras, pensando en que quizás no era mucho tiempo pero tampoco era poco. Un poco más y era medio año dirigiendo una de las casa de la Academia y, de por sí, era un buen puesto -o por lo menos así me sonaba-. Me perdí en mis pensamientos, lo hacía con mucha facilidad y constancia a pesar de que sean tontos o absurdos. Mientras jugaba con el anillo que tenía en el dedo anular derecho, mi vista se nublaba en distintos aspectos.

     

    - ¡Oh, no! -dije de repente -. No quiero molestar a nadie y, quizás sea buena idea acampar -agregué a la acotación de Mery.

     

    No tenía la intensión de interrumpir el sueño de una compañera de casa, y mucho menos si no la conocía. Despertar a una persona de la siesta podía llegar a ser el peor de los errores, o por lo menos era lo que me había enseñado la vida mientras vivía con mis padres. Tendría más tiempo luego para conocer mi habitación, pero por ahora podía seguir experimentando cosas dentro de la Academia, cosas que en casa de mis padres jamás hubiese podido hacer. Comenzaba a amar vivir en Londres.

     

    - Y ¿por qué no aprovechamos que puede ser la última noche de Lucía aquí y hacemos una especie de pijamada/festejo? -me atreví a sugerir, dejando atrás un poco la timidez tan característica en mí.

     

    Me encogí de hombros un poco, tratando de disimular el rojo de mis mejillas. El sudor en mis manos empezó a hacerse presente nuevamente, y ya estaba hecho; los nervios me atacaban, como depredadores, por haber tomado la palabra y haber sonado tan infantil. No es que lo fuera, sino que quería aprovechar el momento y hacer todo aquello que en su momento no me dejaron hacer. Mis padres me habían robado la infancia, la rebeldía, absolutamente todo lo divertido y quería recuperar eso.

     

    Off: Realmente agradezco muchísimo el hecho de que me hayan nombrado prefecta. Es emocionante haha, gracias!

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  15. - Siempre alerta -repetí después de sus palabras de apoyo, recordándome cómo era respirar.



    Inhalando lentamente, dejando que el oxígeno llegara a mi cabeza y calmara mis pensamientos, observé a la chica hacer sus hechizos. Eso parecía bien de momento, aún no había rastro de Kytta o de... Robb. Tragué saliva, cada vez que pensaba en él sentía una punzada de culpabilidad en el pecho.



    En todo el transcurso de la Academia, cuando se trataba de duelos, pensaba en que nunca podía ser peor. Había matado a una compañera antes, que a su vez me había matado a mí. Y luego tuve que enfrentarme a otra. Pero en mi cabeza nunca había pasado tener que ver frente a mí en un campo de duelo al Stark y dejar que lo atacaran. Fruncí el ceño buscando algo para transformar.



    Junto a la puerta del local de donde la música provenía, un coche, uno de esos carruajes de pueblo, estaba detenido con su respectivo caballo. Me quedé mirando su estructura de pesada madera y tomé le decisión de usarlo en un segundo. De cualquier modo, el cochero no estaba y posiblemente no volvería pronto. Lo apunté haciendo una floritura veloz.



    - ¡Morphos! -exclamé.



    El coche se transformó en un leopardo adulto, musculoso y de aspecto fiero. Se acercó rápidamente hasta que estuvo a unos tres metros de mí, dejando atrás a un alarmado caballo y colocándose en una esquina del local, servía para ocultarse. Sus órdenes eran atacar y herir gravemente a mis contrincantes en cuanto se diera la oportunidad o, si era necesario, defenderme de un ataque.



    - Morphos -repetí.



    Esta vez, había transformado uno de los barriles en una pequeña araña viuda negra. La técnica la había aprendido de un duelo que me había tocado analizar en clases, así que esperaba que funcionara. El arácnido también tenía una orden, así que se quedó en su lugar, donde nadie sería capaz de verlo a menos que supieran de su existencia. Solo bastaba esperar.



    - ¿Nerviosa? -le pregunté a Alba cuanfo acabé, limpiando el sudor de mi rostro con la manga de mi túnica.



    Podía ver el jaguar claramente y este esperaba con tranquilidad a que empezara la acción, tranquilo, relajado. ¿Cómo era que el animal tenía más control que yo?

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  16. - Perdona -le dije a Alba cuando llegué a su lado, mi frente brillaba gracias al sudor-. Me perdí.

     

     

    Y era verdad. Me había perdido de la forma más tonta que se podía imaginar en medio de un lugar desierto, cosas que solo podían pasarme a mi. Llegar al punto exacto, irme al lado que no era y ver el horizonte durante un largo rato, hasta que el sonido de la música captó mi atención y me hizo darme cuenta de que llevaba un buen rato caminando en círculos alrededor de mi verdadero destino. Por suerte aún iba a tiempo y tuve que correr para alcanzar a mi compañera de equipo.

     

     

    Con ella no había socializado tanto como con Robb, pero si que nos habíamos cruzado más en las últimas clases, sobre todo en la de Bando y Perfil. Y me sentía cómoda a su lado, pero me preocupaba el hecho de tener que enfrentarme a mis compañeros en un duelo en conjunto... ¿Eso se suponía que era? Caí en cuenta de que tal vez debía atacar al Stark y un escalofrío recorrió mi espalda. No, no quería hacerlo.

     

     

    - Esto es horrible -dije en voz baja, aunque logré que pareciera que me estaba refiriendo al lugar.

     

     

    Y no estaba muy lejos de la realidad. No era como Londres, bonito, era tan... viejo. No me gustaba, por razones tan variadas que realmente no podía explicarlo como tal. Alba estaba en las escaleras, pero yo me aparté del lugar seis zancadas completas, haciendo mi túnica de algodón -mi única prenda- moverse suavemente. Cuando el otro equipo saliera, yo estaría a siete metros u ocho metros de ellos. Le hice un gesto a Alba para que me prestara atención y le mostré mi varita.

     

     

    - ¿No crees que deberíamos...?

     

     

    Prevenir. Sabía que ella me iba a entender esa parte sin decirla.

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  17. ¡Hola!

     

    Vengo porque... realmente me perdí con el rol. Entiendo que nosotros tenemos que seguir una trama y tal, pero estamos muy dispersos por lo que veo y me veo imposibilitada de seguir roleando, siendo que si lo hago va a quedar incoherente con respecto a mi primer rol. Veo que Alba rolea con Kytta y el resto creo que estamos algo perdidos en nuestros propios roles...

     

    Sería bueno que tratemos de unirlos así lo hacemos más ameno y fácil para todos. Pensaba en que quizás Anne o Annick podrían contestar a los roles que están sueltos (dado que nos basamos en ellos) y así el resto de nosotros podemos darle alguna forma a esto a ver si logramos hacer que los humanos se junten en contra de los vampiros y los vampiros se juntan todos para hacer resistencia y así hacemos todo el drama *-* (amo los dramas hahaha)

     

    Venía a decir eso, porque me preocupa que se pierda mucho el rol por esto v.v

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  18. Sus palabras me envolvieron. Con las mejillas rojas, como de costumbre, recibí otro pequeño beso de quien ahora pasaba a ser mi pareja. Estaba feliz, contenta, encantada de que por fin hubiese llegado el momento. Estaba cómoda allí, con él. Sabía que me protegería, lo sabía incluso antes de que me lo dijera; me lo había demostrado en las clases de la Academia, desde el inicio hasta ese momento.


    Me recosté sobre el pasto en cuando el lobo me invitó a acompañarlo. Era extraño tenerlo tanto tiempo con el torso desnudo, siendo que siempre llevaba tanta ropa encima, pero lo estaba disfrutando dado que no sabía por cuánto tiempo más lo tedría así. Con mucha cautela y esperando no espantarlo, me recosté de lado para tener su rostro enfrentado al mío y apoyé mi mano sobre su pecho aún mojado. No pareció inmutarse, así que me quedé así, mirando el perfil completo de su rostro; era perfecto.


    - Las manzanas que han sido cortadas de los árboles son parte de la naturaleza muerta, pero te dije que dan vida porque a nosotros nos proporciona varios elementos vitales para una vida sana -dije con una sonrisa en mi rostro.


    Me sentí un poco tonta al contestar su pregunta. Era evidente que me tendía una especie de broma, pero mi mente me jugó en contra queriendo demostrar que con un par de palabras sencillas podía sonar como una persona de gran intelecto. Mi vocación era la medicina, poder trabajar en San Mungo como sanadora y era algo que el Stark ya sabía. Retiré la mano de su pecho y la apoyé en mi rostro, tapándolo de la vergüenza. Ese tipo de información era tan poco interesante que no pude evitar reirme de mí misma.


    - Ay... no me hagas hablar de tonterías -expresé entre medio de una carcajada.

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  19. Me desconcertó la invitación a la ceremonia de graduación que había recibido, siendo que no conocía a ninguna de las que se graduaba. Me quedé con el pergamino en la mano, un poco ida en mis pensamientos. Agitaba el pergamino de vez en cuando mirando al infinito, intentando de encajar las piezas del rompecabezas que habitaba en mi mente. Me encogí de hombros sin tener mucho éxito, rindiéndome, y me puse en marcha.

    Tomé mi varita y con una ligera floritura con mi muñeca mi vestimenta pasó a ser más formal. Unos zapatos de taco no muy alto color negro me elevaban unos pocos centímetros, un vestido azul hasta la rodillas con un lazo negro a la altura de la cintura y, por último, dejé caer mi cabello castaño sobre la espalda, observando cómo las ondas finalizaban en puntas rubias. Me coloqué mis lentes de marco cuadrado y negro, y me sentí lista para irme.
    Al llegar al salón, mis ojos se abrieron por completos iluminados por la inmensidad de la celebración. Todo estaba decorado de forma magnífica, con los lienzos de distintas casas colgando del techo, las mesas que llegaban casi hasta el fondo del salón y, para finalizar, la mesa de los directores enfrentada hacia la puerta. Era hermoso estar allí, las familias, los amigos, la felicidad que dominaba en el ambiente era casi de película.
    La ceremonia comenzó y Elodia -quien había sido mi profesora en básicos- tomó primero la palabra, felicitando a las dos únicas graduadas. Un mar de gente se levantó de sus asientos vitoreando y aplaudiendo a ambas, lo que me hizo sacar una enorme sonrisa y contagiarme en el festejo. Una vez que todos se calmaron, el acompañante de mi ex profesora -y por lo tanto el otro director- comenzó a hablar, pero al leer mi nombre, el corazón se me paralizó.
    - ¿Qué? ¿Y Robb también? -me dije en un susurro al ver el nombre del Stark bajo el mío.
    No entendía lo que sucedía. El título de prefecta de casa me había tomado completamente por sorpresa, estaba atónita y sin palabras. Escuché una vez más los aplausos y felicitaciones, pero yo me caí en mi asiento no pudiendo creerlo. Jamás me habían reconocido de esa manera y me sentí muy afortunada, pero no podía caer en la cuenta. El banquete apareció a mi lado, un rejunte de deliciosas comidas y bebidas rociaban el ambiente con un delicioso aroma.
    Ahora tenía una insignia de prefecta, pero qué haría con ella era una de las cuestiones que debía resolver. Tomé un bocadillo de por ahí, sin prestarle demasiada atención de lo que era, solo me aseguré que fuera dulce para que me reanimara un poco. Caminé por el salón esperando conocer a alguien conocido y entretenerme en una charla, o quizás conocer a alguien nuevo.
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  20. Un tentáculo tiró de mí tan fuerte que no fui capaz de sostenerme de nada. Mi rostro estaba arrugado en una mueca de desesperación y miedo. En cuanto el agua me tapó por completo, me decidí por relajar el cuerpo y cerrar los ojos. Sentía una gran presión en la zona donde el calamar me sujetaba con fuerza y, mientras más presionaba, menos aire me quedaba pero todavía podía resistir más.


    En un acto de desesperación repentida por la falta de aire, mis párpados se abrieron de par en par y mi cabeza giraba de un lado al otro en busca de algo que pudiera ayudarme a soltarme de aquel animal marino. En lo profundo de mi ser sentí un leve alivio al poder divisar -con dificultad- la figura de Robb que se acercaba nadando con rapidez. Sabía que no me abandonarías, pensé como si esperara que él escuchara mis pensamientos.


    El hechizo del Stark impactó directo al tentáculo del calamar y éste comenzó a quemarse. En segundos pasé por tantas distintas emociones que no sabía si estaba mareada por ello o porque el oxígeno se acababa. Desesperación, alivio, desesperación de nuevo y apuro. Quería llorar, pero era inutil bajo el agua, así que me hice más fuerte, aunque duró poco. Quedé inconsciente y mi cuerpo se volvió un gran peso para cuando Robb tomó mi mano y me llevó a la superficie de nuevo.


    Una vez estando en la arena me desperté de repente, tomando una gran bocanada de aire y sintiendo el mejor alivio que podría haber sentido antes en toda mi vida. El lobo estaba encima de mí, a una distancia prudente y con el torso desnudo. A pesar de que estaba pálida por el susto, sentí cómo la sangre volvía a mi rostro. Sus palabras llenaron mis oídos y no alcancé a sonreir, su beso selló y confirmó lo que tanto dudabamos.


    A pesar de que el agua del lago estaba fría, sus labios estaban tibios. Una sensación de escalofríos recorrió todo mi cuerpo y mi estómago se revolucionó. Estaba tan nerviosa y tan calmada al mismo tiempo que al comienzo no supe cómo actuar, pero en seguida me dejé llevar por la corriente. Las gotas de su cuerpo caían sobre el mío y las de su cara se mezclaban con nuestro beso. Por esos momentos olvidé todo el peligro que acabábamos de vivir.


    Inconscientemente deslicé una mano por su brazo hasta llegar a su hombro. Su piel era suave, aunque fría pero me gustaba la sensación. Al separarse de mí salí del trance en el que se había convertido aquel beso. Le sonreí tímida, pero demostrando que estaba encantada. Mis ojos se enredaron en los suyos y tuve la necesidad de besarlo de nuevo, pero en vez de eso me incorporé y lo observé atontada. Su cuerpo era... no tenía palabras para definirlo.


    - Gracias...


    ¿Acaso era lo único que se me ocurría? El chico había generado mil sentimientos dentro de mí en tan poco tiempo y ¿lo único que le decía era "gracias"? Me sentí avergonzada por ello, así que posé mi mano sobre la suya, entrelazando nuestros dedos y sintiendo una paz interior tan grande que no sabía cómo sobrellevarla. La situación era única y no quería que terminase jamás.


    - Eres tan valiente -mi voz era serena y mostrando admiración.

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  21. Le di la orden al león de que me protegiera y así lo hizo. Estaba libre después de haber dejado herida a Kytta, quien ahora debía curarse sino debía morir, así que se interpuso entre el rayo destinado a causarme heridas sangrantes y lo detuvo. Automáticamente sentí un dejo de culpa. Por haber sacrificado al animal, por más que no fuera real, así como por lo que acababa de hacerle a ella. Pero no me podía detener allí, no ahora, tenía que hacer algo al respecto y rápido, muy rápido si quería ganar con el duelo lo más rápido posible. Las posibilidades de hechizos que tenía era amplia, pero solo uno se pasó por mi cabeza en ese instante y fue el que puse en marcha.


    - Absorvere –exclamé, apuntando a su mano diestra con la varita.


    Al instante, su muñeca se fracturó. Ahora no podría usar la varita como era correcto y por lo tanto, no podría curarse a menos que cambiara de mano. Lo que me llevó a…


    - Absorvere –repetí, esta vez hacia la otra.


    Por segunda vez, el sonido de su muñeca rota llegó a mis oídos. Era un sonido horrible, desagradable y que hacía que un escalofrío recorriera tu cuerpo. Y así me sentía yo, horrible. Tenía las dos muñecas rotas y una herida que curar. ¿Podría hacerlo? Tendría que esperar para verlo, pero estaba segura de que podía pasar algo si no se curaba a tiempo: iba a morir. Tragué saliva. Esa clase de situaciones en donde me veía entre la espada y la pared eran las peores. Quería ganar, tener el mérito de haber completado esa parte de la clase a la perfección, pero no quería hacerle daño a nadie y lamentablemente no conocía otra forma de ganar.


    - Los duelos no son para mí…


    Y era verdad. Me ponía nerviosa, hacia cosas que no quería hacer, entraba en negación. Para mí no había nada peor que tener que verme dentro de esas situaciones. Kytta estaba allí y yo estaba de pie, siendo la que le estaba haciendo daño. ¡No me gustaba hacerle daño a nadie! De nuevo la desesperación vino a mí y sentí la necesidad de arrojarme al suelo y ayudarla, curarla y evitar que siguiera pasando por eso. Pero no podía, era una clase… ¿O sí? Miré al cielo, necesitaba más que ayuda divina para acabar estando cuerda.

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  22. - ¿Te dolió? –le pregunté tocando el tatuaje en su muñeca, era la primera vez que veía uno de los dragones, aunque ya había escuchado de ellos-. Yo soy de los Tritones del Río Wye.


    Dije el nombre de mi casa con un dejo de orgullo, algo que había adquirido desde que me habían hecho Prefecta. ¿Él también lo sería? Decidí preguntarle justo cuando algo me hizo mirar hacia el lago, dejando atrás mis preguntas. Si bien no había nada en la superficie, a simple vista se podía notar que algo había pasado por el lugar, donde las ondas aún se movían hacia la orilla. Fruncí el ceño al notar que volvía a pasar repetidas veces y toqué con mis dedos la muñeca de Robb para que prestara atención. Si él también lo veía, yo tal vez no estaría actuando como una loca.


    Pero casi tan pronto como hice que el Stark mirara, el agua volvió a la tranquilidad. Como una miembro de la casa del agua, era sin duda alguna algo perturbante. En mi Sala Común se podía ver con facilidad al calamar gigante moverse por su ecosistema a diario y me daba la sensación de que tal vez, solo tal vez, no era el único. La imagen mental de una familia de calamares detuvo mi paranoia y reí por lo bajo al darme cuenta de lo tonto que podría llegar a sonar si lo decía en voz alta, volví a mirar al chico de Winterfall.


    - Bueno, no es nada…


    Por un segundo tuve una idea en la cabeza para seguir sacando conversación, pero mis ojos se posaron en los suyos y toda palabrería que había pasado por mi mente se esfumó. Era increíble la forma en la que me ponía tan nerviosa, no podía ser normal. Pero en ese momento, a pesar de estar como un tomate, tuve un leve impulso de valentía. De sus azules ojos pasé a mirar sus labios y me incliné solo un poco hacia delante, sintiendo mi corazón empezar a latir con fuerza contra mi pecho. Y cuando me arrepentí de haberme permitido tanto, siendo víctima de mi timidez, sentí algo en mi pie.


    Con un latigazo, fui lanzada hacia atrás y no tuve siquiera tiempo de pensar en lo que acababa de pasar, pues el agua del lago envolvió mi cuerpo.

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  23. El invierno se acerca.


    Aquella frase podría parecer sin sentido para cualquiera que no supiera la historia de los Stark y aunque yo no era uno de ellos, estaba al tanto gracias al mismo chico que acababa de pronunciarlo. Una sonrisa se dibujó en mi rostro cuando lo vi volver hacia mí. Cuando había pasado al frente no me había dado cuenta de que ya había llegado, pero cuando fue su turno no pude evitar quedarme en silencio mientras escuchaba lo que decía frente al espejo. Él creía que había dicho demasiado, al igual que yo, pero lo cierto era que me había gustado verlo decir todo. Conocer todos sus lados se estaba volviendo una especie de juego, me encantaba saber qué pensaba.


    - Creo que dijiste lo que tenías que decir –le susurré para no interrumpir la descripción de una de nuestras compañeras y tomé su mano, regresándole la sonrisa.


    La clase no estaba saliendo tan mal después de todo o al menos eso parecía en primer lugar. Y sí, me había adelantado a pensar aquello. Tan pronto como todos acabamos de presentarnos y posarnos frente al espejo, mi atención fue captada por la mujer de cabello azul. Mi profesora estaba haciendo florituras con la varita y yo no podía dejar de mirar cómo hacía aquello con tanta fluidez, tan natural. Me pregunté si nosotros nos veríamos así en algún momento, tal vez en unos años… Pero era demasiado pronto para decirlo, al igual que había sido demasiado pronto para asegurar en mis pensamientos que se trataría de una clase tranquila.


    El momento en el que caí presa del sueño pasó casi desapercibido. Solo fui consciente de lo pesado que tenía los párpados y cuánto me costaba mantenerlos ojos abiertos. Un segundo de debilidad y los cerré. No supe nada más de mí, ni de mi cuerpo cayendo o de las personas que nos rodeaban. Cuando volví a ver, estaba tendida en el suelo como si me hubiera echado a descansar. Robb seguía a mi lado, aparentemente dormido y fue solo cuando me fijé en su rostro, que vi que algo andaba mal. Luces se reflejaban en su piel, distintos colores y con distintas velocidades, como si salieran más rápido cada vez. Tratando de luchar con mi confusión, giré el cuello para mirar lo que pasaba a nuestro lado y casi me atraganto.


    Instintivamente me deslicé hasta el Stark y saqué mi varita de forma automática, pasando uno de mis brazos sobre él por si debía empujarlo. A nuestro alrededor se estaba librando una batalla. Y no era cualquier batalla, no, era la misma que había pasado en el mundial. No había prestado atención al alboroto y ahora podía sentir como un pitido se hacía presente en mis oídos tapados, liberándome de mi sordera con lentitud y dejándome apreciar el caos auditivo que había. Los gritos desesperados de las personas que querían dejar el estadio, aglomerándose en las salidas y tratando de no ser tocados por los hechizos. Las mascotas corriendo de un lado a otro, otras cayendo en el suelo como moscas y…


    Dos figuras se batían en duelo de una forma tan brutal que ni siquiera sabía cómo reaccionar. La primera, una mujer, lanzaba hechizos a diestra y siniestra y el segundo, un hombre, se defendía al mismo nivel y atacaba como si nada. Cuando los hechizos se desviaban o salían rebotando de alguna acción de defensa, iban a parar a las gradas y en más de una ocasión, en menos de un minuto, vi cuerpos caer víctimas del fuego cruzado. Era una locura, era horrible. Un hechizo pasó rozando mi cabeza y fue cuando me di cuenta de que no podría lidiar con todo sola. Volteé el cuerpo de Robb, mirando sobre nosotros para protegernos de algún rayo que pudiera darnos.


    - ¡Robb! –lo zarandeé-. ¡Robb! Arriba, vamos… ¡Robb!


    En un ataque de desesperación le golpeé tan fuerte el pecho que sus ojos se abrieron de golpe.


    - Uy, perdón… ¡Merlín! –me arrojé a un lado cuando una docena de flechas pasaba en donde antes había estado mi torso y lo miré-. Esto está mal, está muy mal… hay que ayudar a las personas a salir, ¡los están matando sin darse cuenta!


    Mi voz flaqueaba y era evidente que me estaba afectando. No era posible que aquellos individuos estuvieran atacándose entre sí sin siquiera detenerse a pensar en lo que estaban haciendo. En ese momento para mí no había bandos, eran dos personas que estaban batallando y cobrando vidas sin razón. Ni la mortífaga era la mala ni el fenixiano era el bueno, ninguno de los dos estaba pensando en sus acciones. Me levanté de a poco, cuidando mis costados y a la vez los de Robb, tenía el impulso de ayudar a todos y de protegerlo a él en especial, por más que los nervios me ganaran a veces.

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  24. ¡Hola! Tengo una duda con respecto a nuestro duelo.
    Verán, he hecho un Corpus Patronus y lo envié a Kytta con la orden de hacerle daño, pero ella rolea que el animal no tenía órdenes claras y por lo tanto, solo la embiste, haciéndole daños leves. ¿Esto es posible? Quiero decir, roleé que mi hechizo hace algo y ella rolea que hace otro.
    Así mismo, quisiera saber si es posible que su hechizo (Un Sectusempra) salga directamente hacia mí. Porque rolea que recibe el golpe del Corpus y me lanza el hechizo. ¿No saldría desviado al ser atacada por mi león?
    Aprovecho de dejar la tarea:

    CentauroLechuza2013 Vs. Anne K. Haughton
    Anne: Sectusempra . Acción 1 – Turno 1
    CL2013: Protego. Acción 1 – Turno 1
    Anne: Sectusempra. Acción 1 – Turno 2
    CL2013: Seccionatus (Intercambio de daños con el Sectusempra). Acción 2 – Turno 1
    Anne: Episkey. Acción 2 – Turno 2
    CL2013: Episkey. Acción 1 – Turno 2
    Anne: Silencius. Acción 1 – Turno 3
    CL2013: Episkey (Silenciado, no sale). Acción 2 – Turno 2
    Anne: Morphos (araña venenosa). Acción 2 – Turno 3
    CL2013: Episkey. Acción 1 – Turno 3
    Anne: Silencius. Acción 1 – Turno 4
    CL2013: Morphos (Bezóar – Silenciado, no sale). Acción 2 – Turno 3
    Anne: Expelliarmus. Acción 2 – Turno 4
    CentauroLechuza2013 muere envenenado por la araña venenosa de su contrincante al no poder curarse, ya que su Morphos (destinado a un Bezoar) fue silenciado. Anne gana el duelo.

     

     

  25. Se había protegido con las estatuas, algo que había sido muy inteligente. De haberla impactado las quemaduras le habrían hecho demasiado daño y ese tema a mi no me gustaba, a pesar de querer ser sanadora en un futuro. Me hubiera gustado acabar con el duelo ahí y conversar decentemente, pero era parte de nuestra clase y ninguna de las dos podía abandonar. Y como era mi turno... Moví la varita justo después de su primer hechizo, adelantándome al siguiente.

     

    - Floreus -exclamé y la vibración de mi varita me indicó que había hecho efecto, pero no tuve que esperar mucho para comprobarlo.

     

    De la varita de Kytta, donde debió haber salido un Fuego Púrpura, salió un ramo de flores que dio contra el suelo. Violetas, curioso. Apunté por segunda vez, en esa ocasión a su garganta.

     

    - Corpus Patronus -dije.

     

    Nuevamente mi varita respondió y sentí mi magia correr desde mi interior hasta mi brazo. Ya estaba hecho. Una serie de hilos azulados, brillantes y cargados de energía, salieron de la punta de mi varita y formaron un bonito león. Pero a pesar de ser un ejemplar hermoso, tenía aspecto fiero y tan pronto como se formó, que fue bastante rápido, salió en contra de mi compañera de clases.

     

    Su misión principal era atacarla y hacerle daño a menos que lo detuviera. De momento todo iba, relativamente, tranquilo. Mi pose de batalla estaba aún rígida, aparentemente imperturbable. Pero mis manos sudaban y mi quietud solo demostraban que estaba a la expectativa. Todo podía cambiar de un segundo a otro, así que era mejor no subestimar la calma que se formaba de vez en cuando en un duelo.

     

    Las personas seguían caminando a nuestro alrededor, sin inmutarse por nuestra agresiva presencia. Me pregunté qué dirían de estarnos viendo. ¿Se quedarían a mirar el show? ¿O saldrían corriendo a la primera que vieran un poco de nuestra magia? La escena no era muy alentadora, teniendo en cuenta que un animal azulado atravesaba los siete metros hasta Kytta a una velocidad de pavor, así que quizá sí, huirían.

     

    - Solo un poco más... -murmuré, tragando saliva. Solo debía aguantar un poco más.

     

    Yo también huiría como un muggle.

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