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Ironía Heartilly

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Mensajes publicados por Ironía Heartilly

  1. Bebió el trago fuerte y el líquido comenzó a quemar su garganta levemente otorgándole irónicamente una sensación agradable. Era increíble pensar que delante de las narices del mismísimo Ministerio, ahora ella se encontrara allí junto a Juliene falsificando documentos mientras bebían una copa como si nada. La seguridad del lugar dejaba mucho que desear, ya lo había comprobado de primera mano al trabajar en el Gabinete de Seguridad en la Oficina de Ministro. Solo había tenido que mover la varita para cambiar un poco su coloración y fingir un acento nuevo.

     

    Observó a Juliene dirigirse hacia los archivadores y traer consigo muchos papeles, la mayoría, dedicados a la extranjería. Formuló una mueca con sus labios similar a una semi sonrisa al escuchar aquello, no supo interpretar si los quería serios de verdad o de nuevo que se burlara creando los nombres. Mientras comenzaba a pensar, inspirándose un poco en compañeros que había tenido a lo largo de su vida, alzó la mirada cuando llegó el Memorándum y centró su mirada en la bruja por la noticia.

     

    ―Qué peligro ―dijo con un ligero tono de broma.

     

    Acabó de dar unos últimos trazos con la pluma para luego entregarle los papeles a Juliene para que los sellara e hiciera el resto del papeleo, luego era cuestión de ir al a Cosa Nostra. Juntando sus manos como fingiendo un porte serio con un tinte de malicia se puso a pensar. No era lo que había puesto en las hojas pero era bueno para seguir aquella retranca.

     

    ―Sí. ¿Te gusta Visage Enflammé? ―dijo ya que no había que ser muy listo para saber que significaba “cara inflamada” o algo por el estilo― ¿O prefieres Urih Nator? Mejor dale la bienvenida a Brittany Ashton, Clare Mason y Nataly Forest.

     

    Cogiendo los demás papeles supo que era hora de volver para el Callejón Diagón, así que dejándolos en una carpetilla para que no se perdieran y al mismo tiempo fueran más confidenciales se paró interpretando la señal de su compañera. Volviendo a un porte elegante digno de una embajadora, salió del despacho para cruzar la oficina en la que seguían allí los empleados de antes más un par de rostros más que no conocía. Simplemente hizo una reverencia a modo despedida sonriendo levemente. Odiaba sonreír pero debía hacerlo. No se sintió tranquila hasta que ingresó en el ascensor dorado y comenzó a descender hacia el Atrio.

  2. Comenzaba a impacientarse un poco, sobre todo porque no le gustaba estar sin hacer nada, así que mientras no llegaba la jefa se puso a leer cada cosa que se encontró por camino. Había muchos artículos colocados perfectamente en los paneles de informes. De lo único que se hablaba últimamente era del Atrio, y aunque no iba a decir que no fue un hecho importante, sobre todo porque muchos miembros de bandos revelaron su identidad y encima, el Ministerio de Magia no había podido dar buena imagen de defensa al respecto, a veces Irony pensaba que se estaban olvidando de otros hechos cotidianos.

     

    Quizá porque simplemente Irony tuvo mala suerte y estuvo en el momento equivocado en el lugar equivocado en todas las ocasiones. Entre las amenazas por parte de un bando, la redada por parte del otro y por último, el atentado que había sido cometido ante ella por un mísero civil, la dejaban dudando sobre si realmente las cosas allí dentro, donde ella iba a trabajar, y también, en otros departamentos como el de Aplicación de la Ley Mágica, funcionaban. Nathan le había dicho que todo andaba muy desviado de intereses, ya que él había trabajado en la Oficina de Investigación Secreta.

     

    Se giró al ver que una mujer morena un poco más baja que ella se acercaba a su persona. Reconoció su nombre antes de que le dijera que era jefa del Gabinete de Seguridad, ya se había acabado la espera. Le agradó que la bruja fuera directa como Irony, ella odiaba el exceso de palabrería, después de todo, lo importante era el trabajo y no su vida personal. Inconscientemente la había saludado con un gesto muy militar de respeto, tensando el antebrazo de forma paralela a su vientre y con el puño cerrado. Luego asintió con la cabeza y se dispuso a seguirla.

     

    ―Buenos días. Soy Irony Loveless Haughton como ya debió ver en la planilla ―dijo sin más con tono neutro― Me interesa ponerme a trabajar o ayudar con el trabajo, puesto que soy aprendiz, cuanto antes. El tiempo es oro e imagino que habrá mucho por hacer, sobre todo habiendo tan pocas personas aquí.

     

    Y eso le hacía una gran duda ¿Por qué habría tan pocos empleados en ese lugar? Había luego departamentos que se abarrotaban de gente, como el Departamento de Misterios, que a su vez decidir, parecía más difícil quizá. Pero ignorando aquel hecho superfluo que no venía al caso, se concentró en Lisa pues, quería prestarle absoluta atención a todo lo que se hiciera para así luego poder tener los conocimientos necesarios para ser empleada normal.

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  3. Sintió un dolor punzante en la zona de repente mientras su padre recitaba aquellos cánticos latinos que por fortuna lograba entender, aunque el dolor era demasiado grande como para escuchar con claridad. Sin embargo, no dejó que una mueca de angustia o dolor cruzara por sus fas, manteniéndose seria y firme ante aquella situación. Estaba furiosa en su interior, con aquel chico al cual había abofeteado con fuerza en la última clase. Nathan podía ser todo lo que ella quisiera, el que la abandonó, la dejó tirada y ahora se hacía el héroe, egocéntrico y orgulloso, pero al menos nunca le había tocado un pelo a ella y siempre la había respetado.

     

    Le sorprendió sentir las manos de Sira sobre sus cabellos y escuchar sus palabras, ¿acaso estaba tan preocupada por Irony? Lo que menos entendía era aún, como en caso de peligro, Irony sería capaz de matarse por ella. Aún no había sucedido nada grave pero sentía que si algo pasaba automáticamente haría lo que fuera defendiéndoles a ambos, aunque los dos magos eran muy fuertes y habilidosos y no necesitaran de su ayuda. El problema es que sería difícil matarle siendo una escurridiza lagartija que solo podía hallarse en la Academia y en algún que otro local del callejón Diagon.

     

    Niña, como ser una niña no lo era pero no dijo nada porque no estaba para agregar comentarios. El dolor se hacía más intenso, casi podía sentir como aquella ponzoña retrocedía en sus venas alejándose de las células que quería infectar. Pero dudaba que fuera a funcionar, porque sentía como si aquellos hechizos antiguos retrasaran el veneno pero no acabándolo de eliminar del todo. Esperaba equivocarse y que la teoría fuera fruto de su inexperiencia. De repente, Sira se hizo aquella herida haciendo emanar la sangre y sorprendiéndola por completo, aquello no se lo esperaba.

     

    ―¿Qué c…?

     

    Algo dudosa optó por hacerle caso y bebió aquella sangre que pertenecía a Sira sin estar segura para qué quería que hiciera eso. Lo que la dejó helada fue que, sintió cierto placer al beber de la sangre, pero era lo suficientemente fuerte para retenerse y apartar la boca a tiempo. Todo se hizo más intenso, no estaba segura de sí ponerse a hablar de algo para ignorarlo. Fue entonces que sintió que poco a poco lo que la quemaba por dentro iba desapareciendo pero con un proceso igual que doloroso. ¿Por qué le provocaba aquello la sangre de Sira? Solo era sangre, los vampiros se alimentaban de sangre, no veía el sentido.

     

    ―Se llaman Damian… Brian Lawrence ―comenzó a hablar para distraerse― Va a la misma clase que yo. Ha comenzado a acosarme desde entonces. En una taberna pelee con él pero este me besó ―dijo con asco― Luego apareció un viejo compañero mío que le frenó los pies un poco aquella noche.

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  4. Se cruzó de brazos muy enojada por el comentario del chico. Irony no necesitaba para nada que la protegieran, ella sabía cuidarse sola, incluso mejor que él de él mismo. Sus gritos fueron interrumpidos por la repentina llegada de Damian, quien, ya se había tardado demasiado en aparecer. Pensaba que al menos eso la relajaría un poco porque seguramente lo insultaría por ella, pero empeoró la situación. Las palabras de Damian no le sentaron bien por que daba a entender claramente que prácticamente estaba jugando con la Haughton. Nadie jugaba con ella y se iba tan fácilmente con la suya.

     

    Mientras ellas se encontraban a punto de estallar, los demás parecían estar en otro mundo, hablando como si nada pasara. La verdad es que le llamaba la atención, que sus gritos no llegaran hasta los oídos de ningún otro alumno. Volteó a echar una mirada fugaz sobre los nuevos recién llegados y su mirada se cruzó con Hermy y vio como esta le apartaba los ojos con rapidez. Parecía causar temor en todo aquel grupo, aunque algunos, podía intuir, que simplemente la respetaban. Le daba prácticamente igual de todas formas, que la odiaran o que la admiraran, total no los iba a tener en cuenta en su vida.

     

    Las palabras, ahora más elevadas, de Damian y Nathan la hicieron volver en sí. Los miró con ojos asesinos a los dos por bastante tiempo a ver si se avivaban y se daban cuenta de que ella seguía allí en el medio. Comenzaba a odiarlos, creían que Irony era una especie de premio o algo así al más macho y eso comenzaba a enojarla, hasta el límite de querer asesinarlos. Y ella era capaz, no le dio corte asesinar a sus mejores amigos, menos se iba a parar para matar a Nathan y Damian que no significaban nada para ella. Ya cansada, se interpuso entre ambos.

     

    Primo se volteó hacia Damian y le propinó una bofetada, pendiente desde la noche de la Taberna de la Culebrilla Casi Decapitada, donde había iniciado su tortura de ser espiada y perseguida por aquellos dos acosadores. El golpe había resonado y probablemente, llamado la atención a más de algún alumno. Lo lamentable era que no se sentía mejor, ella esperaba sentirse más liberada luego de ello, pero seguía sintiéndose mal.

     

    ―Esto, es por lo de la otra noche ―le espetó con un grito.

     

    Luego se volteó y le pegó un puñetazo en el pecho a Nathan empujándolo unos 2 metros hacia atrás y tirándolo al suelo. Tampoco se sintió mejor al golpearlo a él, la ira la seguía recorriendo y la sensación de malestar. Había sido demasiado buena con aquellos dos, dejando que se le acercaran tanto y ahora pagaba las penurias. Debía haberse quedado sola en su coraza de frialdad y así nunca hubiera pasado nada malo.

     

    ―Y esto por haberme dejado tirada aquella vez. Iros a la mie.rda ambos. ―exclamó totalmente fuera de sí.

     

    Apretando los puños hasta sentir que sus yemas raspaban la palma, salió de nuevo en dirección al grupo para alejarse de ambos lo más posible. No sabría calificar como se sentía en ese momento. Se paró a una distancia prudente de los profesores porque tampoco quería estar cerca de ellos. Intentaba inhalar aire con fuerza para auto controlarse y no matar a nadie. Fue entonces, que descubrió que Alexis ya había llegado y no pudo evitar clavar su atención en ella de manera demasiado evidente. Escuchó sus palabras y no pudo evitar sentir cierto agrado hacia su personalidad lo cual la hizo distraerse un poco.

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  5. Todo fue muy repentino mientras las imágenes se repetían en su cabeza provocándole un insistente dolor. Quería explicarlo entero pero pensaba que no tenía perdón de los dioses. Fue entonces, que repentinamente sintió los dedos de su padre en su cuello presionando con fuerza. La capucha de la chica se había echado hacia atrás dejando ver su nueva cabellera clara, y la marca de los dos dientes relucía sobre su pálido cuello. Presionaba con fuerza y por instinto al principio quiso apartarse. Vio la punta de la varita del mago sobre su cuello y no supo que pensar. Su mirada era simplemente cautelosa y su expresión seguía siendo fría a pesar de todo.

     

    ―¡¿Crees que me hace gracia?! ―estalló fuera de si― Fue en ese maldito lugar al que me mandasteis. Estaba dirigiendo a ese maldito grupo para salir de aquel templo en el que íbamos a morir. Salí a buscar a uno que se había salido del grupo y me herí con una trampa. Fue solo un roce, pero luego me mordió. Lo comencé a golpear, iba a matarlo pero todos se interpusieron… ―dijo lo más rápido que pudo.

     

    Había querido matarlo con sus propias manos pero Oniria había intervenido, y nadie le había dicho nada que era lo peor. La habían mordido y nadie se hacía responsable. La cosa no acababa allí, su padre no sabía que ahora ese vampiro de pacotilla la acosaba… La seguía e incluso la había besado. Luego, otro Mortífago también la acosaba, se sentía rodeada y quería matarlos a todos como siguiera la cosa así. Sin duda alguna, estaba pasando por un rato de locos. Las palabras del mago aun así, sonando duras y peligrosas, la tranquilizaron y dio un paso al frente.

     

    ―Hazlo… Para esto, no quiero convertirme en uno. Páralo… O mátame si lo ves necesario ―dijo con frivolidad.

     

    Ella prefería soportar mil Crucciatus a perder su condición demoniaca o humana o lo que fuera. Ella no sería una sanguijuela hematófaga, no, por nada del mundo no lo sería. En esos momentos pensó en Nathan, ¿Vendría acaso el héroe a pararles los pies a todos? Realmente lo dudaba, y por eso era que no confiaba en nadie para salvaguardar su vida.

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  6. Suspiró a un lado aguantándose las ganas de lanzarle el grito de su vida, pero no tenía que llamar la atención de los profesores. Cerró los ojos un instante y se acarició el tronco de la nariz para luego mirarle a los ojos. El chico se encontraba como siempre con natural perfil de tranquilidad pero que Irony sabía que escondía cierto nerviosismo, enojo y preocupación, lo conocía demasiado bien, al fin y al cabo, habían luchado juntos como soldados en las fuerzas armadas británicas. La sola presencia de Dragona le recordó que él le debía muchas explicaciones al respecto, pero no era el momento ni el lugar.

     

    Nathan no debía estar ahí por una única razón: Damian. El solo contacto entre ambos por más de un minuto podía ocasionar el estallido de la tercera guerra mundial. Aún recordaba el lío que habían ocasionado en “Dulces Tentaciones”, pastelería de su madre, y era algo que no les iba a perdonar. Además, acabarían metiéndola en problemas que no estaba buscando. Afortunadamente, una nueva chica que no conocía apareció, una que escuchó a lo lejos que se llamaba Lumiere, acaparando la atención de los profesores y la mayoría de los alumnos. Aprovechando el momento, cogió la mano enguantada del chico y lo llevó más lejos del sitio.

     

    ―Nathan, te van a impedir el paso como te vean. Eres un… ―casi iba a decir Mortífago― graduado, no te van a dejar pasar.

     

    Pensando en la otra pregunta del chico no pudo evitar ladear sus labios en una mueca irónica. “Excursión” eso le hacía gracia. Recordó entonces que no le había contado nada al chico de lo ocurrido días atrás. En el aula de Generales, habían encontrado un traslador que los lanzó a una selva de México. Allí Irony tuvo que enfrentarse a un Leprachaun y junto con los demás entraron en un templo antiguo en cuyas pareces había runas y a cada dos pasos una trampa. Cuando quisieron darse cuenta se habían perdido en aquel laberinto, y luego habían despertado a un Minotauro que intentó matarles. Al final, con la ayuda de todos, rompieron la maldición del templo y despertaron de la nada Umpalumpas, sin duda alguna una historia digna de contar…

     

    ―Vamos de excursión, sí… a una muerte suicida seguramente ―le dijo― Aquí tienen la mala costumbre de no dar clases en un aula normal como la gente normal y enviar a los alumnos a terrenos peligrosos en los que puedes morir. Me enviaron a una selva en México la última vez. Mejor dejémoslo ahí. El punto es, señor White ―enfatizó aquello con dureza― Es que usted debe darse la vuelta y volver a casa.

     

    Sinceramente, ni si quiera sabía dónde vivía Nathan ahora que habitaba en el mundo mágico, no había llegado a preguntárselo debido a las batallitas ocurridas. Solo sabía que en la noche del asalto había desaparecido, presuntamente muerto, y ahora resultaba que estaba vivo y era un Mortífago y todo. No creía que el White hubiera buscado una familia para ser adoptado como había hecho ella, era demasiado terco como para permanecer en un solo sitio, lo más probable es que fuera de posada en posada o simplemente se quedara a dormir en la Mansión Riddle, sitio al que aún no había ido.

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  7. Con un pie daba golpecitos contra el suelo mientras estaba cruzada de brazos cansándose de esperar. Los alumnos llegaban tarde más que de lo costumbre, quizá, ni si quiera se habían percatado de que comenzaban las clases, ya que esta también iba con retraso. Al rato llegó Dragona, como supuso, y evitó voltearse para no irritarse más al escuchar su voz, su irritante voz. Después vio llegar a Romina, de quien no había sabido nada desde lo del templo, y luego visualizó a otro alumno que no conocía de nada, así que debía ser recursante. Pero nadie más, lo que la hacía comenzar a pensar que quizá estaban en San Mungo.

     

    Comenzó a pensar que quizá era mejor comenzar a andar e infiltrarse un poco en las ruinas de los Jardines Sumaes, inventando encontrar aquel fenómeno extraño que había presenciado la última vez junto al Tonks. El problema era si al final el grupo partía sin ella, y no era que le molestara demasiado, pero prefería tenerlos vigilados además de que no quería estar otro mes más por esa clase. Había oído historias de los miembros más ancestrales de su familia que demostraban que cada clase era un mundo dependiendo de los profesores que te tocaran. E Irony había tenido suerte de momento; prefería no arriesgarse a que le tocara algo peor.

     

    Iba a optar por simplemente dar una vuelta sin alejarse demasiado cuando entonces vio que algo comenzaba a flotar frente a ella. Alzó la mirada para ver como levitaba descendiendo hasta que juntó sus manos por debajo y la cajita rosa con moño azul cayó delicadamente como una pluma. Arqueó una ceja sin saber quién había sido el idi.ota que le había dado eso. Indecisa, sin saber si podía ser una broma, se tardó unos segundos, pero al final optó por tirar de la cinta y abrir la caja. Miró a sus lados antes para saber si nadie la miraba pero ni si quiera encontró a Damian.

     

    Se trataba de una rosa sin espinas y unos chocolates. Pero eso no fue lo que cautivó su atención, sino más bien los cuatro tatuajes de henna de la Marca Tenebrosa. Menos mal, que había abierto la caja ajena a las miradas de la gente porque si no ya serían denunciados y arrastrados por los Aurores del Ministerio de Magia. Pero entendió el mensaje porque no eran simplemente cuatro tatuajes. Irony sabía que era un pacto, un pacto de alianza entre ella, Damian, Alexis y Jessie, aspirantes a la Marca que muy pronto, en poco menos de dos meses se convertirían en Mortífagos. “Semper Fidelis. Verba volant, scripta manent” habían decidido como dicho.

     

    Cerró la caja y la guardó en su pequeño bolsito de cuero de la pierna para que nadie lo viera o no se perdiera el interior para luego voltearse. Sus ojos grises recayeron en el joven Damian que había cambiado lugar hasta detrás de ella. Se llevó una mano a la cintura pero sin formular ninguna mueca en sus labios, ya que no estaba en sus planes sonreír bajo ningún concepto. Sin embargo, si se encontraba poco tenso era lo mejor de las buenas noticias, por que significaba que ya no estaba de mal humor.

     

    ―Bueno ―soltó como si estuviera resignada― Reconozco que te has lucido…

     

    No pudo acabar de decir lo que iba a decir porque tras el mago detectó algo más. Más lejos, reconoció al hombre de la gabardina negra y de cabellos rubios. Su corazón galopó por fuerza, sus sospechas habían sido ciertas, Nathan había decidido seguirla hasta la Academia. Sin pensarlo, pasó al lado de su compañero y siguió adelante para acercársele. Una vez estuvo a unos tres metros de él cerró los puños, no sin antes echar una mirada hacia atrás para saber si los profesores estaban viendo.

     

    ―¿Qué rayos haces aquí…? ―intentó no elevar la voz demasiado― Nathan, tienes que irte. Esto es una clase.

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  8. Se quedó en blanco sin saber que decir mientras sobre la tela escurrían las gotas de lluvia heladas. Apretó los puños con fuerza para pensar, siempre lo que hacía para forzar su mente. Se llevó de repente una mano al pecho con dolor por la marca que le ardía mientras también sentía que las dos cicatrices del cuello dolían. Se adentró a la sala con pasos lentos mientras les miraba. No sabía cómo se lo irían a tomar, no sabía si la ayudarían, porque en esos momentos Irony necesitaba ayuda.

     

    ―En mi cuello… Me… en la Academia. Un vampiro… ―dijo.

     

    Lo más gracioso, era que Sira lo había visto con sus propios ojos, porque había sido el chico que comenzó a tirar los pasteles de su dulcería y había roto la cristalera. Damian, quien decía amarla, la había mordido pasándole aquella ponzoña que la había convertido en un ser extraño, mitad Demonio mitad Vampiro… Sus cabellos ya no eran iguales, su piel ya no era igual. No sabía si también pronto sus dientes se convertirían en otra cosa.

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  9. Una vez más abrió los ojos de manera autómata en cuanto el Sol comenzó a salir y teñir el cielo. Levantó medio cuerpo y se dispuso a prepararse, pues una carta reposaba ahora sobre su mesa de luz indicándole que habían comenzado las clases de Rol Básico. Prefería no pensar a qué loco lugar iban a ir a aquella vez, pero como siempre, tendría que mantenerse al frente del grupo no fuera cosa que hicieran cosas tontas como cuando fue en aquel templo en México. Solo esperaba que la presencia de Jeremy y Nathan no la desconcentraran en su labor de guía y guerrera cautelosa, aunque esperaba que por lo menos el último no asistiera a las clases.

     

    Se dirigió hacia el baño y allí llenó la tina de agua tibia y sumergió su cuerpo para luego cerrar los ojos. Lo necesitaba, necesitaba relajarse un momento antes de partir, habían pasado demasiadas cosas en tan solo una semana y media. La experiencia en el templo quizá le había dado un giro radical a su vida, pues ahora ya no era ella, sino un nuevo ser extraño con media naturaleza vampírica. No lograba acostumbrarse a su nueva cabellera si quiera, que ya no era rosada como el chicle antes, sino que clara, tendiendo a un rubio platinado pero sin llegar a serlo por que conservaba esos matices en rosa. También, no se podía olvidar, su ahora perlaba y blanquecina piel que volvían sus ojos grises un poco más hipnóticos.

     

    Ahora era un Demonio medio Vampiro y tenía que lidiar con eso. Junto a la inestabilidad de la familia en la Haughton y los dos chicos que la acosaban diariamente intentando “conquistarla”, la cabeza de Irony yacía embotada. Aunque el agua la tranquilizó y logró mantener la mente en blanco por tan solo unos segundos. Mientras estaba en el baño relajándose, logró escuchar los ruidos fuera y supuso que se trataría de Cillian saliendo, y como obviamente tendría que llegar primero la chica no se apuró. A decir verdad, era ciertamente lamentable, por que vivían en el mismo edificio, era el Patriarca de la familia, marido de Juliene, y a él prácticamente no lo conocía.

     

    Después de rato, salió del agua y luego de secarse optó por fin por vestirse para poder salir de una vez, ya que iba a pie y eso le tomaría un tiempo. Se puso un top negro que dejaba su vientre al descubierto pero de un solo tirante y en el hombro donde este finalizaba, se colocó la hombrera de plata que formaba parte de su vieja armadura. Luego continuó con unos shorts de mezclilla negros y las normales botas altas que llegaban hasta por debajo de las rodillas en un tono azulado con miles de breteles. Decoró su brazo izquierdo con dos pulseras de cuero, una normal lisa y otra trenzada, y por último las muñequeras de lycra negra en los antebrazos junto a unos guantes azul marino sin dedos.

     

    Su vestimenta no solía variar mucho porque a Irony solo le interesaba que la ropa fuera cómoda para defenderse, pues ya a esas alturas se había vuelto paranoica y veía peligro en todas partes. Se acomodó vagamente sus nuevos cabellos y luego revisó su bolso de cuero donde tenía su varita, algunas vendas y otras cosas de emergencia para después engancharlo a su pierna derecha con las cintas que llevaba el objeto detrás. La carta decía que esta vez el punto de reunión era en los Jardines Sumaes, pero la Haughton prefirió no confiarse: eso no quería decir que se mantuvieran toda la clase allí.

     

    Tras una hora desde que abandonó el edificio Loveless en el que vivía con su madre Sira, llegó a la Academia después de un par de días sin visitarla. Las clases de aquel lugar la sorprendían todos los días un poco, por que parecían realmente verdaderos suicidios o viajes a una muerte segura. Pero seguía viva, al menos, solo que un poco trastornada desde que salió de Generales, de aquel templo de umpalumpas, necesitando un psicólogo de San Mungo como fuera. Se preguntaba si sus demás compañeros se encontraran en el mismo dilema, pues no podía evitar pensar que había sido de Gene o Romina por ejemplo.

     

    Esta vez, no entró en el castillo y bordeándolo comenzó a caminar por sobre el césped hasta los Jardines Sumaes. Ya había pasado por allí una vez, y había descubierto que en el fondo había como unas ruinas e incluso… Juró ver algo extraño en ellas. Pero la presencia del joven Tonks hizo que no cometiera ningún acto suicida de momento, además de que iba con prisas por que buscaba la clase de Duelo Básico. A lo lejos por fin, distinguió a Cillian y al otro profesor que no conocía de nada. Mientras se acercaba se sorprendió al ver que por una vez Jeremy había llegado primero al lugar, normalmente era Irony o Targaryen. Iba a ignorarlo como siempre cuando el chico se exaltó de repente.

     

    ¿Damian? Bueno, que más daba, tampoco era para tanto, Jeremy, Damian… Probablemente ni si quiera estaría enojado por eso y la verdadera razón de todo fuera que se encontró con Nathan o a saber. Miró a sus lados, nadie más estaba allí a excepción de ella y él, cosa que no duraría mucho porque una vez que apareciera la pelmaza de Dragona, vendría seguramente el resto de la manada. Todos eran demasiado sociales para ella, se la pasaban hablando de tonterías cuando deberían estar concentrados en los momentos difíciles y eso la molestaba muchísimo, luego se enojaban por ella por ser “estricta” pero al fin y al cabo acababan siguiéndola.

     

    ―Cálmate, Damian, guarda esa energía negativa por si se aparece ya sabes quién ―comentó con suavidad pero con un tono neutro― Además, pareces más distraído e incauto que de costumbre hoy.

     

    Luego clavó sus orbes grises en el profesor que no conocía cuando empezó a hablar, se llamaba Zarco. No le sonaba de nada el nombre, aunque ella era nueva en aquel mundo de magia. “Preguntar” pensó, sí, le daban ganas de preguntar a qué maldito lugar les iban a enviar ahora y qué monstruos aguadaban para ellos, porque era realmente lo que la bruja estaba esperando. Cuando acabó de hablar todo se tornó en un tenso silencio mientras algunos otros alumnos habían llegado y no se había dado cuenta, ¿A caso les tocaba presentarse o algo así? A ella no le interesaba en lo absoluto.

     

    ―Soy Irony Loveless Haughton. Espero que esta vez se hayan evaluado mejor los lugares en los que se impartirá la clase. La última vez salieron heridos muchos alumnos ―repuso con firmeza pero sin elevar la voz y con tranquilidad.

     

    http://i1281.photobucket.com/albums/a514/IronyHeartilly/Separador_zps0f6607f5.png

    Bueno, buenos días xD Espero que no me cojáis demasiado odio por culpa de Irony, porque yo soy puro chiste XD Ahora vamos con la parte que no le importa a nadie. Vivo en España y me llamo Ivana, aunque mi madre me dice Evey y mis amigos Iro, y de ahí salió el nombre de mi actual personaje. Digo actual porque he creado muchísimos a lo largo de mi vida, he estado en varios juegos de Rol, aunque este es mi primero de temática pottérica. Ya tengo 6 años de Rol no sé si pronto van para los 7.

     

    Tengo 18 años y en Octubre cumpliré mis queridos 19. Voy a comer el primer año del grado de Comunicación Audiovisual porque yo soy una persona que le gustan todos los campos (Las ciencias, las letras, las sociales, etc.) Ahora mismo me he decantado por empezar con el Diseño Gráfico y todas esas cosas y a estudiar japonés (a ver si luego le doy al Ruso que le tengo ganas desde hace mucho).

     

    Me encanta leer, escribir, el cine, el diseño y jugar videojuegos RPG, si son de los viejos mejor pero tampoco tengo nada contra los más modernos siempre y cuando la historia sea buena. Soy una persona que le gusta reírse pero bastante sensible, aunque cuando me toca enojarme raja la Tierra jajaja

     

    Mi personaje actual es curiosamente al que más cariño le he tomado por su complejidad de sentimientos. Su nombre original es Irony Heartilly, y ahora ha cambiado su nombre a Irony Loveless Haughton al decidir comenzar de nuevo su vida. Al llegar al mundo mágico, ya que se ha criado en un mundo de muggles e incluso, estando en las fuerzas armadas británicas, sospechaba de tener una condición demoniaca, y de hecho es así, en su interior habita un Demonio llamado Alouqua. Sin embargo en las clases de Generales fue mordida por un vampiro y ahora ha quedado como una extraña mestiza, lo que ha cambiado su físico completamente.

     

    Su personalidad es compleja, no es simplemente una persona fría y desconfiada y ya está. De hecho, en el fondo es bastante insegura, pero lo disfraza con la frialdad que muestra y con la inexpresividad. Pasa de todo el mundo, salvo de sus padres, únicas personas a las que coloca en un altar y protegería a muerte, y a dos chicos, Damian y Nathan que más o menos algo les hace caso, pero no más. En Generales no ha querido hacer ninguna amistad y no la ha hecho, lo que pasa es que sus dotes de líder la hacen sentirse responsable del grupo y anda atenta siempre de lo que pasa y de lo que pueda llegar a pasar. Pero no le importan esas cosas, lo único que desea es obtener el título para poder hacer su vida.

     

    Es autosuficiente y muy intolerante, por lo que pierde la paciencia con facilidad. Su personalidad fue evolucionando mucho y le queda mucho por cambiar radicalmente dependiendo de las cosas que vayan sucediendo XD Ya que no veo el futuro y no sé con qué personas me iré encontrando o que harán estas. Y bueno, no sé que más decir. Ahora mismo simplemente está en guardia por que piensa que la vais a mandar al quinto pino al borde de un volcán, y nerviosa por que no sabe si aparecerá Nathan, un personaje secundario de Dark Dragona, que ama a Irony pero que odia profundamente a Damian, y ahí es cuando se produce la pelea.

     

    Es todo, un saludo xD

     

     

     

     

     

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  10. Un par de días después

     

    La chica corría a pesar de la lluvia que azolaba el pueblo de Ottery St. Cachtpole. Un trueno recorrió el cielo nublado mientras el agua caía a cataratas contra el asfalto, llenando las calles de una gruesa capa de agua. La tormenta que no se había dado en otros días de calor templado había estallado con fuerza aquella noche, curiosamente, con su peor noche. La capa escarlata sobre su cuerpo y la capucha, más las botas que eran aislantes perfectos impedían el paso del agua pero el camino se le hacía largo igual. A veces dudaba por momentos si era bueno volver, no sabía que podía pasar, maldecía cada día que había pisado la Academia de Magia y Hechicería.

     

    A lo lejos pudo comenzar a distinguir el techo de su querido castillo y se paró en seco. Sentía su marca del pecho arder con fuerza y un dolor terrible en todas las encías de su boca por el crecimiento de sus futuros colmillos. Un relámpago azotó el sitio de nuevo y el flash alumbró la piel de su rostro ahora más brillante que antes, blanquecina. Tenía la respiración agitada. No podía ser cobarde, necesitaba decirles lo que había pasado y luego enfrentar las consecuencias de lo que se aconteciera. Echó de nuevo a andar antes de que aquella lluvia se transformara en un chaparrón o las calles acabaran de inundarse por atascamientos, no sería la primera vez que la basura se acumulara en las alcantarillas tapándolas.

     

    Cruzó el umbral que dio paso a los jardines intentando seguir la línea recta del camino de piedra para no llenarse barro el calzado. Al llegar a la puerta de la casa abrió con rapidez y cerró tras de sí, apoyando la espalda contra esta como si la hubieran estado persiguiendo. Y la verdad es que podía ser… No lo sabía. Tras regularizar más su respiración y sin quitarse la capucha y la capa mojadas, se adelantó unos pasos e ignoró al elfo que le pedía que se quitara el abrigo húmedo. Giró inconscientemente por un pasillo y se paró en la entrada de la sala, donde con sus orbes grises los distinguió a ambos, sentados en la sala.

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  11. Irony logró asesinar a sus dos atacantes y muy pronto se vio libre de peligros aunque no bajaba la guardia. Pasó sus ojos por todos sus compañeros que ya habían acabado de aparecer, podía reconocerlos a absolutamente a todos, incluso a Mía, que aunque no había tenido Generales con ella la había visto en el Kiosko del Callejón Diagon y en el edificio Loveless. En parte, eso la tranquilizaba, ya le había costado adaptarse al curso que le habían dado, mucho más si le ponían gente nueva. Además, solo ellos iban a comprender que todavía Irony siguiera con cierto trauma luego de todo lo sucedido en el templo.

     

    Formuló una mueca de lado al ver a Jeremy siendo atacado y como se defendió ágilmente, lo tenía a unos dos metros de distancia y aunque miraba para el lado contrario podía verle de costado. Irony siempre había tenido una visión increíble que la hacía dudar de si realmente no tendría sangre de un ave. Escuchó sus palabras y torció el gesto en lo que se podía asimilar como una especie de sonrisa y alzó el mentón como si se riera de lo comentado por él. Fue entonces que vio a un lobo acecharla y marcarla como presa, sabía que pronto se le lanzaría encima. Estaría aproximadamente a unos 5 metros de distancia.

     

    ―Al profesorado de esta Academia le gusta divertirse ―dijo con sarcasmo― Somos como gladiadores en la arena del Coliseo, ¡Incarcerus!

     

    Al gritar aquello unas tres cuerdas salieron disparadas de su varita para ir dirigidas hacia el lobo salvaje. Una cuerda ató sus patas delanteras juntándolas, otra juntando sus patas traseras y la tercera se enroscó alrededor de sus fauces para que no pudiera morder. Se volteó con agilidad alerta pero solo vio que July, Juana y Dragona hablaban tan tranquilamente como si estuvieran de paseo, cosa que la enfermó de sobre manera. Vio como contra el grupo se avecinaba una pantera negra preparada para atacar, una pena que tuviera que acabar con el ejemplar.

     

    Sectusempra ―exclamó lanzando un rayo rojo que pasó cerca de la cabeza de Juana impactando en la pantera que estaba a 6 metros de ella y provocándole unos cortes sangrantes que acabaron con el animal de una vez― Nos están atacando y vosotras hablando tan campantes ―protestó en voz alta para que la oyeran.

     

    Luego se volteó más molesta revisando el perímetro por si se acercaba algún otro animal. Sus orbes grises se clavaron en las dos profesoras con ira porque parecía que no se cansaban de oppugnear animales. Echó una mirada de reojo a Romina, Mía y Jeremy para ver cómo les iba, pero más o menos lo llevaban bien. Solo esperaba que Mía no sufriera otra “caída” por accidente porque era lo que le faltaba, chocarse con un árbol, una rama o algo por el estilo. Alzó la mirada al cielo viendo que todo se había teñido de un gris tormentoso. Era lo que faltaba.

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  12. Abrió los ojos de golpe cual máquina en cuanto el reloj marcó las seis de la mañana. Alzó medio cuerpo para luego llevarse los ojos a la cabeza algo perturbada por los sueños que había tenido y de los cuales ahora casi se olvidaba. Podía vislumbrar su reflejo en el espejo, ya no era ella definitivamente. Ya no podía ver su cabello rosado, sino mechones claros producto de la transformación y su piel parecía más brillante que nunca por así decirlo. Para colmo, verse a sí misma solo la hacía pensar en Nathan y Damian… ¡Nathan! ¿Y si el muy imbé.cil se le ocurría colarse en Duelo Básico? Esperaba que no fuera así pero era capaz de cualquier cosa, estaba segura.

     

    Alejando el pensamiento, se levantó apartando las sábanas de golpe y se preparó para el gran día, la aclamada clase de duelo. Había muchísima gente que la había instruido, bueno, solo Mortífagos básicamente, pero no quería decepcionarlos. Sintiendo que Alouqua aquel día estaba más presente que nunca, se vistió con un top negro de tirantes que dejaba al descubierto su vientre y luego una falda de cuero que iba hasta una mano arriba de sus rodillas y por debajo unos shorts de lycra negros. Luego cogió unas cintas blancas y las comenzó a poner entorno a su mano hasta su antebrazo. Una vez acabó de pegarlas, se puso unas botas negras de taco chino y cogió el bolso en el que llevaba sus cosas para encastrarlo a su pierna derecha.

     

    Según la carta de Academia, habían tenido la “brillante” idea de hacer la clase en la Reserva Nacional de Masái Mara en Kenia. Habiendo podido coger el aula, no, tenían que trasladarse a la otra punta del mundo. Pero ahora no le quedaba otra que apresurarse para poder llegar a tiempo. En principio tuvo la intención de coger un avión, pero luego pensó en Generales y se rió de sí misma pero entonces acabó de leer la carta y leyó lo de los Trasladores. Dentro del sobre había una bolita de papel abollado, suponía que se trataría de eso. Por lo que una vez se sintió lista, lo tocó.

     

    Todo dio vueltas en miles de colores pero logró caer de pie sin tropezar ni nada. Junto a ella comenzaron a aparecer muchos de sus ex compañeros de Generales. Quizá en el fondo, muy remotamente en el fondo, le alegraba que pasaran por que no le agradaría la idea de tener que ver a un grupo nuevo. Sus orbes grises se clavaron en las dos profesoras examinándolas de arriba abajo y no cayéndoles bien a la primera. Se cruzó de brazo sin hacerles caso y volteó a mirar a los animales que los vigilaban esperando para atacar. Conocía esa pose, esa sed de sangre… Tensó sus músculos llevando disimuladamente su mano al bolso para sacar la varita. Miró luego a las profesoras que aún le daban a la letra “¿Quieren matarnos?” pensó.

     

    Las palabras de Agatha solo la hicieron reafirmar la idea. Fue entonces que vio un rinoceronte ir furioso contra Irony. Definitivamente era cosa de magia porque un rinoceronte no tenía motivos por si solo para ir a atacar a un ser tan peligroso como la Loveless. No titubeó para nada y esperaba que todos actuaran con rapidez. Con un movimiento de varita, apuntó al rinoceronte que se acercaba a ella a pasos veloces y exclamó: “Sectusempra” Un rayo rojo salió de su varita e impactó en la cabeza del rinoceronte llenándolo de cortes letales de los que brotaba sangre y lo conducirían a una muerte casi instantánea.

     

    No pudo bajar la guardia y se tuvo que dar la vuelta con rapidez, para atisbar al león que pensaba tratarla como su almuerzo. Cuando el león se preparó para la carrera y lanzarse contra Irony. Apuntó a la cabeza del león y repitió “Sectusempra” para que otro rayo recorriera la distancia de 6 metros que se iba reduciendo a cada segundo e impactara en su cráneo. Rápidamente, el león se llenó de nuevos cortes sangrantes que no tardaron en matarlo. Con rapidez volteó a ver a los demás, aquella reserva iba a acabar con ellos si no se cuidaba.

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  13. La chica decidió que era mejor tomar aire, aquello del efecto vampírico le estaba afectando de sobre manera, se sentía mareada a cada rato. Se cambió a un simple nikki gris deportivo y un short negro de mezclilla además de sus míticas botas azules. Estaba muy fresco a fuera pero no le importó, salió a si sin más del castillo hacia los jardines. Además de que nunca había ido por allí y necesitaba conocer el terreno. Inhaló con profundidad el aire helado y el aroma a césped recién cortado que la relajó.

     

    No sabía a donde ir, simplemente iría a explorar un poco, quizá se encontrara con algo interesante. Una leve ráfaga de viento le sacudió los cabellos que ya no eran rosas, sino claros y sacudió la cabeza mirando esos mechones con odio. Cada vez que lo veía recordaba al i****** de su compañero Jeremy que la había mordido como si fuera una vaca. Y lo peor es que ahora ella era una media sanguijuela también, eso era lo peor.

     

    Se mordió la lengua para dejar de pensar y se integró en lo que vendrían ser los Jardines Sumaes. Tenían un cierto aire místico que no podía reconocer por qué. Y pues, saliendo del horizonte del bosque frondoso y alejándose de la parte vistosa reconoció algo a lo lejos. Iba tan concentrada siguiendo lo que parecían ser ¿ruinas? A lo lejos, que al pasar casi no reconoció al chico que leía tranquilamente sentado, lo reconocía.

     

    No lo iría a molestar así que siguió caminando lentamente alejándose hacia una zona que parecía más tétrica y estaba llena de ruinas irreconocibles.

  14. Guardó la carta en una cajita metálica que dejó en uno de los cajones de su habitación en la Haughton. La lechuza ya le había informado que al fin había sido aceptada en el Gabinete de Seguridad, llevaba esperando esa respuesta desde como hace un mes. Aprovechando que encima tenía el día totalmente libre por que había acabado las patéticas clases de Generales, aunque aún no se había recuperado del todo psicológicamente, decidió que iría aquel mismo día a conocer la oficina en la que se desempeñaría su trabajo. Esperaba que Alexis tomara la misma opción, sin duda alguna sería un buen dúo.

     

    En la taberna se había enterado también de sus compañeros, por lo menos Targaryen y Jeremy habían sido admitidos en sus respectivas oficinas en el Departamento de Misterios, una suerte, pro que no deseaba compartir nada con ellos dos ni mucho menos estar cerca de la sanguijuela hambrienta y de la mutante alien. Tenía entendido que en el Gabinete no tendría compañeros por lo que disfrutaría el trabajo mucho más de lo que nadie se podría imaginar. Todas esas eran las emociones de Irony en ese momento pero su rostro estaba inexpresivo como si ella solo se tratara de un androide.

     

    Se colocó un jersey negro con cremallera que cerró hasta el cuello tapando todo y por encima la chaqueta blanca con el cinturón de cuero en la cintura. Se colocó la hombrera acorazada en el hombro izquierdo, un par de muñequeras que iban hasta los codos en material de lycra, calzas negras hasta por encima de las rodillas y luego las botes bajas. Se miró en el espejo estando lista sin poder acostumbrar la vista a su nuevo aspecto, no se acostumbraba a ver su nueva piel tan pálida y su larga cabellera clara que ya no era del rosa que antes poseía. Solo sus ojos habían conservado el mismo color, seguían siendo del mismo gris de siempre.

     

    No tenía sentido darle más vueltas por lo que aseguró el bolso en su pierna y que tuviera los documentos y la varita allí para luego salir del castillo rumbo al Ministerio de Magia. Ya se sabía el camino de memoria a estas alturas. Eran las ocho de la mañana cuando se apareció en el Atrio luego de haberse sumergido en aquel asqueroso baño público. Guardó la ranura que le habían dado en el bolso y se dirigió hacia uno de los ascensores dorados. Mientras las puertas no se abrían, buscó con la mirada a alguno de los vigilantes ineptos que la habían recibido cuando se hizo pasar por otra persona junto con Juliene, pero nada.

     

    Para su suerte el ascensor estaba vacío. Supo que había llegado cuando la voz femenina recitó el nombre de la Oficina del Ministro. Al salir se encontró un hall abarrotado de gente, lo cual la agobiaba bastante. Se hizo paso con rapidez encontrando así el corredor con cinco puertas a los lados. Leyendo los letreros encontró el Gabinete de Seguridad que buscaba, al fondo. Esperaba que pudiera hablar con la jefa de este por que como no había empleados en el mismo, pues no tendría una mejor guía.

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  15. Tenía los brazos apoyados sobre el pupitre pero sentía el sudor recorrer su fría piel, quizá era la falta de sangre en su cuerpo. Sentía la marca arderle de nuevo y no sabía por qué… ¿Por qué? Todo ya había pasado. Le faltaba el aire y se sentía débil. Se llevó una mano a la frente con frustración para luego pararse y abandonar el aula. No creía que a nadie le molestara que fuera al baño un momento. Para su suerte, había unos en aquella planta sin que tuviera que ir demasiado lejos. Por el camino pasó otro estudiante pero le empujó para pasar más rápido.

     

    Comenzó a correr para llegar de una vez e ingresó en el cuarto con gran velocidad. Allí sin perder tiempo miró su aspecto lamentable en el espejo. Abrió el grifo a tope y se mojó todo el rostro. Luego se lavó la mordedura para quitar la sangre seca. Tenía dos hoyuelos sobre la piel que no dolían realmente nada. Sacó su varita y con un movimiento de esta y pensando en un “Episkey” logró cerrarlos aunque dejándole aun una ligera cicatriz sobre el cuello, como una sombra. Aún seguía algo pálida y cogiendo un puñado de agua bebió hasta saciarse.

     

    Se quitó el niki gris que llevaba que estaba ya algo sucio y se quedó en top negro para sentirse más ligera. Así de paso puso ver su marca en el pecho, aquel tatuaje de ojo con flechas que ardía como los mil demonios. Entonces fue cuando lo vislumbró en el espejo y le dio algo. Sus mechones rosados comenzaban a aclararse por las puntas. Llevó una mano sobre el espejo nerviosa y vio de repente como eso se expandía… Sus cabellos se aclaraban sin control alguno ¡Eso no podía estar pasando! Por la frustración le dio un golpe al espejo y este se partió en miles de fragmentos.

     

    Una alumna había entrado y al ver a la encolerizada Haughton y el espejo roto salió corriendo asustada. El grifo seguía abierto mientras tanto y era lo único que se escuchaba. Finalmente, en los fragmentos caídos en el lavabo vio su nuevo rostro, de cabellos claros, no eran blancos, pero tampoco eran rosados. Su piel, seguía pálida como si le hubiera bajado la presión, comenzaba a preguntarse si recuperaría la blancura normal de su tez. Finalmente cerró el grifo y sacó un par de papeles para limpiarse el rostro. Inhaló aire con profundidad sin saber si sería bueno salir.

     

    Pero finalmente volvió a meter todo el bolsito y salió del baño para volver a la clase. Ojalá tuviera un sombrero para taparse pero aun teniéndolo aquello era una cobardía. Iba a ignorarlo todo, a entrar como si nada hubiera pasado. Así fue, entró al aula de nuevo y se sentó con suma inexpresividad como siempre, aunque su aspecto hubiera cambiado un poco. Tenía los dedos entrelazados sobre la mesa y pasó una vaga mirada por sus acompañantes y por último a las profesoras. No detuvo la mirada en Jeremy pero por alguna extraña razón la miraba con fijeza.

     

    ―¿Y las calificaciones?

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  16. Irony se dejó apoyar en un árbol, lejos pero aun mirando al grupo que también estaba sorprendido. Una mano apoyada en un brazo y la mirada absorta. Demasiadas emociones por un solo día. Primero sentimientos que no iba a reconocer, luego el Boggart, luego la mordida de Jeremy, ahora enanos que aparecían de la nada y habían estado malditos. Prefería pensar que había consumido algún tipo de seta alucinógena y todo lo que veía era producto de una droga. Pero no, nada se desvanecía y seguía ahí. Vio como los enanos se perdían en el templo y las puertas se cerraban.

     

    ―Esto no es real.

     

    Lo dijo con convicción pero en el fondo sabía que lo era. ¿Por qué las cosas raras siempre le pasaban a ella? ¿No podía tener una vida normal? Pero no, definitivamente iba a necesitar apoyo extra para sobrepasar aquello. Las voces de Adryanny intentando retomar el orden le sonaba lejana, creía escuchar que buscaba que la siguieran hasta un sitio más lejano. Su cuerpo, caminó de manera autómata siguiendo al grupo pero no razonaba. Habían llegado a un claro y al parecer había una bota vieja en el centro. Uno por uno iba tocando aquel objeto para desaparecer.

     

    Sin darse cuenta, llegó su turno y al rozar el viejo calzado todo fue un mar de colores. Miró a su alrededor, viéndose parada de nuevo en el aula donde todo había comenzado. ¿Y si simplemente se habían quedado dormidos en sus mesas? Vio a los demás comenzando a sentarse y supo que no era así. Simplemente, Irony, cogió una mesa apartada y sentó. Prefería dejar el tema por la paz y fingir que nada había pasado. Venían las calificaciones pero… ¿De verdad les habían calificado por algo? Se limitó a suspira.

     

    Había enloquecido.

     

     

     

     

     

     

     

     

    No era el fin… Continuaría en el San Mungo, Hospital Mágico. ¡Se buscan psicólogos!

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  17. Intentaba con todas sus fuerzas llenar sus pulmones de aire fresco y tras mucho esfuerzo lo consiguió. Alzó la cabeza sintiendo a Alexis cerca sus manos. ¿Qué había pasado? ¿Lo había hecho de nuevo? Miró la palma de una mano y cerró el puño con fuerza. Era culpa de ese maldito mago… De nuevo había hecho salir esa… cosa o lo que fuera de su interior. Alouqua había matado a Hitori…. O ¿Ella había matado a Hitori? Comenzaba a sentir que su mente se desvanecía y sentía su piel un poco pálida, quizá un bajón de presión. Arqueó la espalda un momento para recuperarse para luego erguirse con toda decencia.

     

    Se volteó con la misma inexpresividad para que nadie viera por lo que estaba pasando, y tras ignorar por completo al chico que apenas se sostenía sobre sus pies sus orbes grises se clavaron en Oniria que yacía en el suelo mientras se acercaban… Se acercaban unos enanos con extrañas vestimentas, todos iguales. Salían a miles por los pasillos y Irony se llevó una mano a la cabeza. Casi que prefería ver Moguris flotando por allí o quizá Chocobos pero no… Estaba viendo… ¿Umpalumpas? Definitivamente algo andaba mal, quizá un efecto colateral de la mordida o un golpe.

     

    Pero divisó los rostros de Dragona y de Alexis y supo que ellas veían lo mismo que la pelirosada. Tuvo que volver a apoyarse en la pared pensando que decaería y casi ni escuchó cuando oyó decir a los enanos que los conducirían fuera del templo. Sintió que alguien tiraba de su chaqueta y comenzaba a caminar de manera autómata por los pasillos. Pronto una luz la cegó, se trataba de la luz del exterior que se colaba entre la copa de los árboles. Se volteó, viendo que todos los compañeros y profesoras del curso estaban allí reunidos. A Nylea y a otras personas heridas las llevaban de a varios, a Oniria por ejemplo, habían tenido que llevarlas entre cuatro porque parecía que había enloquecido.

     

    Y sinceramente, a Irony no le faltaba mucho.

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  18. Alouqua miró furiosa a Oniria sin poder creerse que se atreviera a interferir. Lo que Oniria no sabía era que quizá Irony reflexionaría y se echaría atrás, quizá insultando de por medio y gritando, pero daría pasos atrás. Alouqua no, y la presencia de la profesora le daba bien igual. Aquel chico la había mordido, había enviado su asquerosa ponzoña a su cuerpo, y aunque en esos momentos no sentía efectos, estaba segura que los iba a sentir luego. Iba a cambiar su condición genética… Para mal. Sabía lo que les pasaba a los Demonios mordidos, había conocido a uno, y se había vuelto una verdadera amenaza.

     

    Sin más cogió el brazo de la profesora con esa fuerza sobrehumana que presionaba los huesos con una gran facilidad, y siseó venenosamente “Aléjate” Con un simple empujón la sacó a 5 metros de distancia y volvió a prestar atención al chico que ahora lucía tirado en el suelo horrorizado por las imágenes que veía. Volvió a cogerle por el cuello empotrándole con la pared con una mano y con la otra acarició suavemente los cabellos del chico mientras le miraba con fijeza con los labios ahora carnosos cerca de los de él.

     

    ―Pobrecito… Como caperucita roja… se ha encontrado con el mismísimo demonio…

     

    Entonces clavó sus afiladas uñas, uñas que eran afiladas como garras y que no pertenecían a Irony, en el cuello del chico, como él le clavó los dientes a ella. Se los clavó y los dejó en su carne por un tiempo sintiendo como salía sangre que seguramente sería la de la bruja pelirosada que él había bebido. Escuchó las palabras de Alexis tras suyo y su abrazó. Alouqua no sentía ningún afecto por aquella bruja, es más, sabía sus intenciones con sus gestos, no pensaba que fueran a buena honra.

     

    Sin embargo, sacó las uñas y le dejó caer en el suelo nuevamente. Aún estaba siendo demasiado benevolente, pero tampoco era tonta y sabía discernir entre la venganza y un capricho tonto que ponía en peligro su misión. Se volteó mirando a la chica de arriba abajo con mirada analítica.

     

    ―La que lidera es Irony ―comentó luego dándole la espalda al tiempo que sus cabellos comenzaban a volverse rosados― No yo. Yo, patéticos mundanos de porquería, soy algo muy superior. Me llamo Alouqua.

     

    Finalmente, sus cabellos acabaron por volverse totalmente rosados y el cuerpo recobró total humanidad. Irony se llevó una mano al pecho con dolor hacia el símbolo ardiente que tenía sobre la piel y se apoyó en una pared a penas con aire.

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  19. Iba a largarse de allí cuando abrió más las los ojos al sentir un dolor agudo en el cuello. Se llevó una mano en el pecho sintiendo que la marca ardía a más no poder mientras varios centilitros de su sangre se evaporaban sin más. No, no se evaporaban, estaban yendo a parar al estómago de una sanguijuela a la que para colmo le había salvado la vida. Este no la dejó morir, seguramente por cobardía, pero Irony no sería tan benevolente. Dejó caer una rodilla en el suelo para arrodillarse sintiendo la herida abierta en su cuello casi seca. Su corazón latía con fuerza y la marca ardía como mil rayos.

     

    Definitivamente, el chico se había metido en un camino mortal. Sin preverlo, los orbes de la joven se habían vuelto amarillos a medida que su cabello se volvía más rojizo junto con unos mechones negros, casi pareciendo otra mujer completamente distinta, aunque el rostro era el mismo. Se paró con una rabia incesante y se volteó con una mirada asesina más afilada que su antigua espada de combate. Torció los labios en una tétrica sonrisa que al mismo tiempo mostraba toda su furia. Aquella quizá ya no era Irony, sino el demonio que llevaba dentro, aquel ente maligno que había bautizado como Alouqua. Una consciencia antagónica.

     

    ―¿Entonces que debes ganarte tú por esto? ―susurró con un tono divertido y hasta quizá sensual.

     

    Pero a continuación, el puño de la mujer cayó con toda su fuerza en la mejilla del chico, lanzándolo contra la pared y agrietando esta. No acabó, no se contentó con eso, lo cogió por la camisa con una fuerza sobrehumana y lo estampó contra una columna para luego pegar su mano en su frente con fuerza. De repente en la mente del chico todo se volvió negro y se comenzaron a escuchar extraños graznidos de ¿Gallinas? Todo se llenó de plumas y rodeándole comenzaron a venir cientos de gallinas que se lanzaron amenazantes contra él.

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  20. Al ver al Minotauro encadenado al fin respiró hondo ¿Era ya el fin? Eso esperaba, aquella aventura se había pasado de la raya. Se limitó a observar como los brazaletes resplandecían lo que la alivió pensando que el loco plan de las dos estudiantes funcionaría. Luego, se dispuso a recoger el cuerpo de Nylea el cual tendió sobre la tabla de madera. La revisó un momento a simple vista y la palpó por arriba en busca de heridas. Lo único que encontró fue sus manos destrozadas con restos de sangre seca. Con un movimiento de varita y pensando “Episkey” las manos de Nylea sanaron y sus uñas volvieron a reconstruirse por arte de magia. Luego se paró y se apartó unos pasos, solo estaba inconsciente.

     

    ―Bueno, espero que sepan cómo se usan esos brazaletes. Me recuerda algo que ya había visto antes, pero como moda árabe, no sé si tendrá algo que ver. Se llevaban un par de brazaletes en las muñecas y otro par en los brazos.

     

    Le había venido a la mente sin más, recordando imágenes o tantos cuentos con odaliscas vestidas con brazaletes de oros como ella había mencionado. Pasó su mirada a Jeremy y casi pudo decir que podía oler su inquietud por lo que frunció el ceño al no saber que pasaba. Sus sospechas se confirmaron cuando este pidió tan repentinamente salir en busca de una salida ¡Pero si el Minotauro era la salida! Targaryen se lo había explicado ya muchas veces. Le seguía con la mirada mientras se alejaba y finalmente decidió que sería un problema, era mejor detenerle con un buen grito.

     

    Se hizo paso entre los presentes por el túnel y caminando rápido para no alejarse de la cámara con una mano en el hombro le detuvo.

     

    ―Hey, la salida es este animal. No quiero que nadie más se pierda, solo perderemos más tiempo luego buscándolos. Quédate con los demás.

     

    Había sonado dura porque era casi su tono de siempre. Le soltó y se dispuso a volver cuando su pie se hundió en lo que parecía un ladrillo del suelo. Murmuró una maldición sabiendo lo que eso significaba. Unos ladrillos se movieron en ambos muros e Irony supo lo que venía ahora. De ambos lados salieron flechas disparadas. La Haughton se tiró rápidamente al suelo empujando a Jeremy también, pero una flecha rozó el brazo del chico y otra la mejilla de Irony. Cayeron al suelo y las flechas impactaron de un lado al otro, desactivándose así esa trampa. Se llevó una mano al rostro y palpó que solo era un corte sin importancia del que no salía demasiada sangre.

     

    ―Por eso hemos de volver ―finalizó como si lo hubiera dicho todo.

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  21. Sintió la adrenalina recorrer sus venas como cuando estaba a punto de iniciar una misión en los viejos tiempos de soldado. Oniria, con un hechizo que ya había olvidado, voló la pared rocosa con habilidad para luego dejar ciega temporalmente a la bestia. No acabó allí, todo estaba siendo espectacular, Alexis pilló exactamente lo que Irony quería hacer, y no solo le lanzó las primeras cuerdas para paralizarlo junto con las demás, sino que vio el gesto de sus manos e Irony no dudó en dar un salto y propulsarse con su ayuda hacia el Minotauro.

     

    Cayó sobre su enorme espalda arqueada de hombre peludo y se aferró con fuerza a este pues se movía con brusquedad. Realizó un giro de muñeca apuntando a la criatura y murmuró: Incarcerus. Las tres cuerdas salieron disparadas e impactaron al momento en el Minotauro, una enroscándose entorno a sus brazos, otra cuerda entorno a su cuello y por último alrededor de la boca. Cogió las cuerdas del cuello y de la boca tirando de ellas como intentando domarle. Era difícil, el ser tenía una fuerza atroz.

     

    Sus ojos llegaron a ver a Alexis herirse de sobre manera lo cual la desconcentró. No vio entonces como la bestia, ya más recuperada del Embrujo Punzante, se erguía más y la empotraba contra una pared. Sintió que un hueso de la costilla se le rompía, fue un dolor punzante que le quitó el aire por completo. Con la vista borrosa apenas pudo distinguir la presencia de July. Fue entonces que la voz de Oniria la comenzó a regresar a la realidad “Haughton, si quieres hacer los honores…” Sus manos se aferraban a las cuerdas con fuerza lo que hacía que no se cayera pero apenas podía reaccionar, no sabía que le pasaba. Parecía como si sufriera una parálisis de sueño.

     

    Reaccionó de golpe cuando vio a Alexis abalanzarse y notar que sobresalía una punta filosa a penas imperceptible cerca de donde Irony tenía el rostro apoyado. No podía decepcionar al resto que confiaba en ella, todos habían actuado valerosamente, no lo iba a negar. Era extraño que Irony valorara los esfuerzos de otro, pero en ese instante si, lo estaba reconociendo, que todos se habían ganado la victoria. Volvió en sí y tiró de nuevo del cuerpo haciendo caer a la bestia sobre el suelo que junto a la cuchillada habían sido golpes críticos.

     

    Sin moverse sobre de sobre su espalda, este dejó de moverse y se asustó. Quizá Alexis había apuñalado una zona sensible… quizá estaba… Iba a acercar la mano al pulso del monstruo cuando entonces este se elevó de golpe, demasiado de golpe, empotrando a Irony esta vez con el mismo techo, ya que no era muy alto. Se golpeó fuertemente la espalda intensificando el dolor de la ruptura pero no dejó desvanecer de nuevo: era el momento. Su mano se enroscó entorno a lo que colgaba de su cuello y de un tirón lo arrancó de cuajo para luego lanzárselo a Oniria.

     

    La bestia al final rompió las cuerdas y con una de sus garras la cogió para sacársela de la espalda. Irony en el momento que quedó frente a la bestia apuntó a su rostro y exclamó: Petrificus Totalus. El rayo cayó en su pecho con rapidez dejándolo en posición de piedra y la bruja se liberó del agarre cayendo al suelo. Dio pasos atrás para quedar con las demás chicas y las miró para luego ver a la criatura.

     

    ―Ya tenemos todo ahora solo… dejarlo vivo pero quieto para que no nos mate. Las cuerdas del Incarcerus no son lo suficientemente fuertes.

     

    Clavó su mirada en Alexis para saber si se había recuperado y vio que sí, aquella bruja era demasiado suicida, es decir, era imprudente como ella misma. Sus pensamientos se vieron interrumpidos con un nuevo rugido del monstruo, que a pesar de estar cansado y herido no parecía querer dejar de luchar. La mejor idea de Irony en ese momento era mejor salir de aquella sala que para colmo, no parecía estar muy lejos de querer derrumbarse.

     

    ―¡Salgamos!

     

    Echó a correr con todos teniendo a la criatura mitológica pisándole los talones. Mientras corrían, en el camino la joven pelirosada distinguió un cuerpo inerte en el suelo y la reconoció como una de sus compañeras. “Lo que faltaba” pensó al tiempo que la cogía por un brazo y lo colocaba tras su cuello para no parar de correr. “Parece que está viva, solo inconsciente” pensó. Dobló por otro camino y al final llegaron a otra cámara, esta tenía extraños garabatos y pinturas en las paredes, y unas placas de madera en los costados a modo de “bancos”. De los muros salían cadenas con grilletes.

     

    ―Eso es… ¡Hay que encadenarlo! ―exclamó.

     

    En cuanto el Minotauro los siguió a la cámara, Irony movió su varita y una de las cadenas se elevó y capturó una muñeca del Minotauro. No estaba segura de si aquello era una especie de mazmorra u otra cosa más tétrica, pero poco importaba en aquel entonces. Mientras los demás seguían ocupándose de encadenarlo, Irony aprovechó y apuntándose a su costilla pensó en un “Episkey” para comenzar a sanar la fractura, proceso que era doloroso pero que no dejaba ver. Finalmente con un último “Episkey” que pensó, acabó por sanar el hueso.

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  22. Mientras Dragona le daba el resumen al chico, Irony estaba concentrada en llegar de nuevo al lugar donde había ocurrido el encuentro campal. Había ignorado la oferta de Dragona de meterse en el medio por que en principio, no estaba interesada en que se metiera en más suicidios, siempre que lo hacía iba con efectos colaterales. Pero si no le quedaba otra y no había ningún otro valiente voluntario tendría que aceptarlo. Mientras, pensaba como le estaría yendo a la otra parte del grupo, quizá, si llegarían a tiempo, porque no estaba segura.

     

    Finalmente, tras el estrecho desfiladero llegó a la pequeña sala redonda cuya entrada estaba sella con rocas que ahora temblaban. Pronto se irían a pique y saldría la furiosa bestia peluda. Esperó a que todos llegaran y entonces vio que la profesora les seguía, y menos mal, porque ya estaba dudando de donde había ido a parar entre tanto revuelo. Escuchó sus palabras con atención, de cómo le daba la razón en que Targaryen no debía ser quien se pusiera al frente, quizá lo hacía por un motivo diferente, pero la consecuencia era la misma.

     

    Arqueó una ceja ante como la había llamado y formuló una mueca con sus labios de lo que podría interpretarse como su sonrisa. Le gustó el hecho de que la profesora aceptara el detalle de sus familias en vez de insistir, como pensaba que haría, hasta hacerla enojar. Eso le sentó bien sin lugar a dudas, además de que podía sentir que Oniria confiaba en ella por alguna extraña razón, ya que poco se conocían. De todas formas, el hecho de que fuera ella quien se pusiera al frente la dejaba más tranquila porque sabía que no iba a caer herida por el Minotauro.

     

    Se apartó a un lado estando a unos 2 metros de la entrada y luego señaló a Alexis y Romina que estaban a una distancia similar pero del otro lado.

     

    ―Incarcerus y Petrificus Totalaus para paralizarle momentáneamente ―dijo sin más.

     

    Se puso atenta y en guardia y aferró con fuerza su varita. En cuanto Oniria tirara el muro y lo cegara o hiciera lo que tuviera en mente, las demás acabarían por paralizarle, y era el momento de lanzarse encima de él para, literalmente, tomar las riendas de la bestia. Luego asintió con la cabeza hacia la profesora.

     

    ―¡Ya!

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  23. Respiró hondo cuando vio el maldito Boggart desaparecer de una vez y bajó el brazo más tranquila. Así que si tenía un miedo, Irony, la determinada, tenía un miedo y era… Negó con la cabeza y abrió los ojos cuando escuchó pasos acercarse. Se trataba de Targaryen, Romina y Alexis, lo cual, en parte le daba gusto y disgusto. Recordó entonces el rollo del mensaje del Minotauro y volvió a fruncir el ceño. Más les valía que tuvieran una buena explicación. Olvidándose del chico prestó atención a las explicaciones de ambas mujeres comenzando a pensar que directamente las profesoras los había conducido a una muerte segura.

     

    Aquello no tenía ni pies ni cabeza, todo por unos brazaletes viejos que se habían encontrado por el camino. Iba a gritarle pero las palabras de la Miller provocaron que silenciara otro rato. Formuló una mueca ante su propuesta de montar un Minotauro y decidió tomarlo como un reto suicida de tantos. ¿Qué podía hacer? Se fiaría de las conjeturas de sus acompañantes e iría a paralizar aquel Minotauro. Cuando Dragona se dirigió a Jeremy se volteó para verlo y recordó con cierta molestia que había sido testigo de algo muy secreto.

     

    Los golpes secos de la criatura contra su pared de roca se hacían cada vez más aparentes lo que la hacía saber que no dudaría mucho la defensa y como la bruja decía, eran mejor darse prisa cuanto antes. Sin más, su mano libre se la pasó por el tronco de su nariz masajeándose la zona y luego las miró con frivolidad.

     

    ―Tranquilízate, Targaryen, no lo maté, está encerrado de momento. Que lo sepas, te sigo la corriente gracias a Alexis, porque de ti no me fiaría una palabra ―le dijo sinceramente.

     

    Ella sola podría hacerlo pero prefería no ir de cabeza a un suicidio así que se lo pensó mejor. Había cuatro presentes con ella, malo sería que entre todos no pudieran paralizar aquel monstruo y hacer lo que tenían planeado con los brazaletes. Sin duda alguna, como Alexis había dicho con cierta ironía, aquello resultaba sarcásticamente divertido. Dio unos pasos al frente para luego volver a pararse y giró la cabeza hacia ellos.

     

    ―Bien, seguidme todos para que os conduzca donde está el Minotauro. Targaryen, ya que eres la que no para de hablar ni con un Silencius, hazle un resumen a este chico. Alexis y Romina, vais a paralizar al Minotauro. Necesito a alguien que sea lo suficientemente valiente como para romper el muro y tras que Alexis, Romina y yo hagamos parte del trabajo paralizándolo, lo ciegue con un Embrujo Punzante. Tendrá que ser veloz o de lo contrario morirá a base de garras, ¿entendido?

     

    Finalmente miró a Jeremy con una mirada escrutadora.

     

    ―Si abres la boca de algo de lo que ha pasado aquí te vas a arrepentir ―lo amenazó.

     

    Dicho aquello partió hacia la galería que la conduciría a la fosa del Minotauro.

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  24. Cuando a lanzar los rayos definitivos para hacer explotar el corazón de aquel monstruo, llegó un hermoso Patronus con forma de Thestral recorriendo el lugar. A primeras, Irony no entendió por qué rayos habría un Thestral dando vueltas si no había ni Dementores ni Lethifolds. Luego se sorprendió cuando vio que el ser plateado hablaba, más bien, salía la voz de Jullieth, pudo reconocerla. “¡No matéis al Minotauro!” ¡¿Es que estaba loca?! La invocación se desvaneció al instante. Definitivamente, la Haughton no iba a dejar libre a esa cosa por el templo otra vez luego de que casi la mataba en dos ocasiones.

     

    Se volteó rápidamente viendo que por culpa de la distracción el Minotauro salía de su agujero dispuesto a volver con fuerza. La bruja pelirosada fue rápida y cogió a Oniria por el brazo para salir corriendo escaleras arriba. Mientras corría apuntó hacia atrás al techo y gritó: ¡Confringo! Tras un temblor, parte del techo de roca explotó y comenzaron a caer varios pedruscos que desmoronaron más el desfiladero. Solo buscaba ganar un poco de tiempo para que ambas pudieran salir de aquel peligroso campo de batalla.

     

    Respiró una bocanada de aire cuando por fin dieron de nuevo con la cámara y soltó a la profesora volteándose con varita en mano mientras el paso se tapaba completamente. Se mantuvo unos minutos apuntando a la nueva pared de rocas sin estar dispuesta a bajar le brazo. “Vamos, Irony, tienes que ser fuerte y seguir adelante… 3…2…” Bajó el brazo y se acercó al pasillo más cercano no sabiendo si ir tras los demás alumnos nuevamente o volver a intentar matar a la bestia. Aquella criatura era la guardiana del templo y no quería visitantes en su morada.

     

    Entonces escuchó un fuerte golpe y a continuación un grito de auxilio. Olvidándose por completo de la profesora se adelantó por la nueva galería y reconoció a Jeremy tirado en el suelo y retorciéndose como una lombriz frente a una… ¿Gallina? Irony arqueó una ceja y se llevó una mano a la cintura, ¿iba a en serio? A menos de que el chico fuera un Basilisco metamorfoseado, ¿cómo podía tenerle miedo a una criatura tan ingenua? Sabía que podían haber evolucionado de los Tiranosaurios Rex pero sinceramente no entendía.

     

    ―Venga, no seas cobarde y levántate.

     

    Quiso decir un comentario más mordaz, y querer decir si era que le tenía miedo a los odefos pero se lo calló porque no iba a cuento. Fue entonces que la gallina pareció encararla y se sintió en desconfianza. De repente el animal comenzó a crecer y cambió de forma bruscamente, ahora no veía a una gallina, sino que se veía a una joven de su altura, con ojos grises y cabello rosado. Llevaba una especie de vestimenta militar pero junto a una capa de color verdoso y en su mano, una espada afilada. Dio un paso atrás con cautela y alzó la varita: “¡Expelliarmus!” gritó con fuerza lanzando un rayo pero que no le dio a la joven sino que impactó en la pared.

     

    Esta pasó a su lado como un rayo queriendo darle con su espada pero Irony se agachó y se escurrió por el suelo para darle luego un codazo por detrás. Ambas se pusieron en la misma posición de defensa como en un espejo. Se tomó su tiempo para pensar pero finalmente exclamó: Riddikulus. De repente, aquel reflejo suyo apareció vestida como un vestido rosa y una canasta de flores, algo sencillamente ridículo para ella. Finalmente giró la muñeca nuevamente y exclamó: ¡Sectusempra! Y ahora un rayo rojo impactó en el Boggart matándolo de una vez.

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  25. Examinó al chico con la mirada y quizá en el fondo reconoció que se había exaltado demasiado, pero ella prefería prevenir que curar, la reacción de Sira la había puesto en alerta. Se llevó una mano al rostro ya sin entender nada de nada, aquel día habían pasado tantas cosas que no podía lidiar con tantos asuntos que a fin de cuentas… No tenían nada que ver con ella. Ya comenzaba a sentir que le dolía la cabeza, exactamente más bien, detrás del ojo derecho. Sabía que significaba eso, que le había subido la presión descaradamente, podía intuirlo además por su corazón acelerado.

     

    Sin darse cuenta, el tal Ian ya se estaba yendo y habían quedado ambas solas bajo la oscura noche en el jardín. Kritzai hizo una aparición repentina lo que la hizo recordar que lo había dejado en la sala. Podía sentir como se encontraba exaltado con la vena marcada. Las palabras del mago la desconcertaron un poco y en situaciones normales quizá no hubiera hecho caso, pero no tenía nada que ver en eso, además, comenzaba a sentir ansias de estar sola por un momento otra vez. No dijo absolutamente nada y pasó de largo dejando que él tuviera sus palabras con Sira.

     

    Antes de entrar a la casa se había parado apoyándose contra el marco mientras los veía a lo lejos llegando a escuchar las palabras de su padre. Negó con la cabeza en silencio pensando que curiosamente ambos eran demonios pero realmente parecían humanos. Y eso la hizo meditar, ¿cuál era la verdadera diferencia entre un demonio y un humano? Ambos sentían como humanos, se enfadaban, reñían por tonterías, amaban… Irony por el contrario, que siempre se había sentido humana era quien menos sentimientos tenía.

     

    Se volteó y los dejó atrás para subir las escaleras de la mansión pensando en estrenar su cuarto de una vez. Su camino al quinto piso se hizo algo eterno ya que encima la casa estaba en completo silencio. Finalmente llegó y reconoció la puerta de su habitación al instante donde gravado en la madera decía “Irony”. Al entrar la recibió el brillante color blanco de la decoración de su cuarto, tal cual a ella le gustaba. Cerrando con un portazo caminó hasta el escritorio donde había dejado su valija y de allí sacó un frasquito. Abriéndolo dejó caer una pastilla y se la tragó sin más.

     

    Se sentó en la cama y miró a su alrededor sintiendo como si la habitación la transportara a tiempos más lejanos, no iba a decir felices, simplemente lejanos. Se recostó boca arriba con una mano en el vientre y cerró los ojos un instante para inhalar aire. Esperaba que todo se recolocara o comenzaría a pensar que traía la mala suerte a donde quiera que fuera.

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