La última preocupación de la recién llegada era el oro, tenía una fortuna inmensa y un nombre recordado con temor, le parecía extraño que nadie de los presentes hiciera incapie en ello, sin embargo lo atribuyó a la entrada inesperada de la dueña del local, en su natal Hungría era temida incluso, aunque a decir verdad jamás había practicado los hechizos heredados de su padre, no públicamente y dejando testigos por lo menos.
a pesar de estar sumamente débil la bruja se mantiene ecuánime mientras la conversación toma un giro casual, se acercó un mesero y pidió ordenar, Galery tomo la carta y fingió leer, y gracias a sus desarrollados sentidos pudo oler lo que había en otras mesas, lo había hecho casi desde el principio, escucho la propuesta del mesero pero no le fue atractivo - Si, para mi por favor, un corte de cordero en salsa de arándanos, puré de patatas, ensalada de albaricoques, mmm una rebanada de pastel de calabaza y un poco de puré de manzana, un jugo de cítricos con aniz y un tarro de cerveza de mantequilla, para todos, y descuida Deax es muy cordial tu oferta pero puedo cubrir el costo, cun su permiso - dijo al amable joven.
Se puso de pie y guiada por el sonido de los WC se introdujo con seguridad a ellos, saco de la manga de su blusa la delgada y flexible varita de ciprés, fue sencillo secar la ropa, arreglar su cabello y sobre todo, reforzar el hechizo, otro movimiento y un ligero toque de maquillaje iluminó se rostro demacrado por el cansancio y falta de sueño, sus ojos naturalmente hermosos eran enmarcados por una cortina de negras y largas pestañas, y los labios brillaban con un toque de brillo labial natural.
sus zapatos estaban secos y con mucho mejor aspecto, ya no lucia desgarbada y desaliñada, ya podría decirse que su belleza muy natural aún , era espectacular y pocas veces vista en Inglaterra, Galery detestaba ser rubia y descolorida, preferia ese tono cálido en su piel y el cabello castaño, a pesar de tener el color de piel y caballo que su padre, prefería el de su madre, una sacerdotisa Húngara, de esas errantes que viajan por el mundo, las llamadas comúnmente, Gitanas
salió más confiada y comoda, llego hasta la mesa y espero paciente a que alguno de los dos caballeros se pusiera de pie para ayudar con su silla. La piel lucia un ligero toque dorado, y sus mejillas un ténue color rosa, el largo cabello caía pesadamente sobre su espalda, brillaba como si fuera una cascada de miel, todo en ella lucia espectacular, de no ser por su casi ceguera, Galery debía sentirse muy afortunada - ya no me veo tan mal verdad y sobre todo, ya no parezco trapeador mal escurrido - comentó a los jóvenes en la mesa.