Esto es un agobio... -refunfuñé.
Trámites y más trámites, el Ministerio era lo único que pedía, claro, como no son ellos quien los tienen que hacer, sólo hacen que mandarte papeles. Miré al suelo con expresión de enfado, no tardando mucho en pasárseme el mosqueo. Siempre me servía de utilidad el respirar tres veces seguidas para calmar los enfados, aunque a veces ese grado era tan alto que necesitaba de varios días para calmarme.
Relajarme un poco y desconectar era lo que necesitaba y un buen lugar para hacerlo era el famoso Callejon Diagon, tan visitado diariamente por la comunidad mágica. Muchos locales decoraban las alegres calles, y era difícil decantarse por uno, hasta que un cartel que tenía inscritó el nombre Ladurée atrajo toda mi atención.- Tiene buena pinta.... -pensé para mis adentros, no sin dejar de contemplar la fachada del edificio.
Entré al lugar, la primera impresión fue magnífica. Se podía palpar y percibir un ambiente antiguo, óptimo para dar un viaje al pasado y olvidarse de lo cotidiano y actual, que tan estresante podía resultar en ocasiones. Me senté en una pequeña mesita de las muchas que había, pequeñas y pegadas unas contra otras. Era todo realmente acogedor. Tomé la carta de degustación y me quedé contemplándola con indecisión debido a la gran variedad de productos que servían.
Levanté la mano en señal de indicación a los empleados. - Ehm, un croissant relleno de chocolate y un café.- Estaba realmente hambrienta.