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Callum Triviani

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Mensajes publicados por Callum Triviani

  1. Buenas. Quisiera actualizar algunos datos de mi ficha.

    Datos personales.

    1. Dice así.

     

    Nombre del Personaje:

    Callum Askar Rambald

     


    Cambia así:

     

    Nombre del Personaje:

    Callum Askar Triviani

     


    2. Dice así

     

    Familia(s):

    * --

    * --

     


    Cambia así:

     

    Familia(s):

    * Triviani

     


    3. Dice así

     

    Padre(s) Sanguíneo:

    Kamra Rambaldi

    Sandor Goldstein**

     


    Cambia así:

     

    Padre(s) Sanguíneo:

    Candela Triviani

    Sandor Askar**

     


    4. Dice así:

     

    Padre(s) Adoptivos:

    Alessandra G. Delacour

     


    Cambia así:

     

    Padre(s) Adoptivos:

    --

     


    PERFIL DE PERSONAJE

    5. Dice así:


    Cualidades Psicológicas:

    En general, Callum es un tipo agradable y gentil que tiene una personalidad amable y que se muestra como un chico popular pero realmente se siente internamente muy indigno de muchas cosas. A pesar de esto es muy leal, bien intencionado, totalmente desinteresado y muy protector con sus seres queridos.

    A pesar de su lado amable, Callum a veces puede ser temerario y obstinado en sus decisiones y elecciones. También es duro y puede ser cruel con aquellos a quienes no le gusta, pero siempre tiene las mejores intenciones en mente, siempre pensando y poniendo a sus amigos y seres queridos por delante sin dudarlo.

     




    Cambia así:

     


    Cualidades Psicológicas:

     

    En general, Callum es un tipo agradable y gentil, que suele ir cómodo por todos lados derrochando encanto y simpatía. Demuestra siempre un agudo sentido del humor hasta en situaciones que exigen seriedad absoluta. Se toma en serio muy pocas cosas, y es bastante cerrado en cuanto a sus problemas personales. Gusta de resolver sus asuntos solo, pues está acostumbrado de esta manera. Internamente se siente indigno de muchas cosas, como el amor. Posee ambiciones que suelen ser muy criticadas a menudo, pero a pesar de esto es muy leal con las personas que se ganan su favor.

    A pesar de su lado amable, Callum a veces puede ser temerario y obstinado en sus decisiones y elecciones. También es duro y puede ser cruel con aquellos a quienes no le gusta, pero siempre tiene las mejores intenciones en mente, siempre pensando y poniendo a sus amigos y seres queridos por delante sin dudarlo.

     



    Links de interés.

    Agregar el link de la bóveda de la familia 1.



    Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda No. 78361




    Y por último, si podrían editar el nombre de mi ficha para que diga "Ficha de Callum Askar Triviani" sería genial.


    Gracias de ante mano.

    • Me gusta 1

  2. —Jugo de frutas —repitió el castaño en voz baja, asintiendo mientras la observaba acomodarse en su asiento y sonriendo un segundo después al escucharle decir que también le había extrañado. Le pareció que la bruja estaba mas abstraída que de costumbre, y deseó saber que era lo que pasaba exactamente por su mente.


    No supo si debía esperar servicio a la mesa o habría que ir a pedir las bebidas a la barra de la cafetería, pero decidió esperar un poco antes de dispararse a preparar las bebidas él mismo. No deseaba que la bruja pensara que era habitual en él hacer aquéllo, aunque ya le había visto apoderarse de la cocina en el museo, y pocos días después en su propio hogar, de modo que hacerlo en aquél momento indicaría declararlo un hábito. Por un momento, su mente se estancó en el recuerdo de su visita a la Manor.


    —¿Que si solucioné todo? —repitió y se aclaró la garganta, percatándose de que no estaba diciendo nada y que solo estaba reformulando la pregunta de la bruja como tonto. ¿Acaso estaba nervioso? Aquéllo le causó un poco de gracia. Solo un poco, porque en realidad le era muy molesto. No obstante ella pareció tomarlo de otra manera porque, por alguna razón, creyó que debía excusar su curiosidad como si él pensara que se estaba entrometiendo. Hacia el final de su oración, Callum se percató de que había estado muy lejos de entender realmente lo que Maida trataba de decir.


    La sorpresa se reflejó en sus ojos. El rumano estaba acostumbrado a viajar siempre, sus ausencias eran algo habitual para su familia, para sus amigos. Callum lo sabía, y era por eso que en la mayoría de las ocasiones ni siquiera se molestaba por despedirse, y no estaba habituado a establecer correspondencia con nadie. Sin embargo, durante toda su vida, jamás nadie había expresado el deseo de acompañarle, de permanecer con él. De pronto entendió.


    Volvió a aclararse la garganta cuando alguien llegó a atenderlos. Callum no le miró, sus ojos seguían clavados en la Yaxley, pero ordenó dos jugos. Su mano se extendió sobre la mesa hacia ella, con la palma hacia arriba para que ella aceptara la invitación de tomarla. Le sonrió con una dulzura tal muy impropia de él, deseando en aquel instante levantarse e ir a besarla de nuevo.


    —Lo siento —ya se había disculpado, pero aquél era un "lo siento" muy diferente —. No estoy habituado a que presten demasiada atención a mi ausencia... ni mucho menos a que alguien quiera compartir esa ausencia conmigo. Pero ahora que lo pienso... creo... que me gustaría eso —se inclinó sobre la mesa, buscando estar mas cerca —. Solo si es contigo.



    @

    • Me gusta 1
  3. Mientras esperaba, Callum se dedicó un momento a escudriñar más el lugar. Aquél sin duda habría sido uno de sus escondrijos favoritos en su época de adolescente, cuando aún no tenía pudor por demostrar que era un ñoño ratón de biblioteca. Con el tiempo había abandonado los libros por adquirir experiencias que le enseñaran lo que los libros no podían, aunque aún había ocasiones en las que gustaba de aislarse del mundo un momento, con una buena historia en sus manos.


    Sus verdes pupilas se concentraron en la puerta de la entrada de nuevo, justo para ver la silueta de su cita descubrirse el rostro. Esperó a que ella le descubriera con la mirada para hacerle una seña con la mano, pero en vez de responder ella solo bajó la mirada al suelo y subió las escaleras con una expresión adusta en el rostro. Eso hizo que la seguridad del rumano menguara un poco, pero no lo suficiente como para ponerse en pie cuando ella llegó a donde se encontraba, y rodear su menudo cuerpo con sus brazos.


    —Te extrañé —soltó, sin más, interrumpiendo sus palabras cuando le pareció que ella había finalizado de excusar su tardanza. Deshizo un poco su abrazo solo para verla fijo al rostro, y admirar sus azules ojos durante un instante. No supo si sería apropiado, pero no se contuvo y le dio un beso en los labios, tras lo cual la soltó y la invitó a sentarse —Llegué esta mañana, siento no haberme comunicado antes —su sentir era sincero, lo había deseado muchas veces pero las circunstancias le habían impedido enviar lechuzas —, ni siquiera mis hermanos saben que he regresado.


    Volvió a tomar asiento, frente a ella y le sonrió, sin saber que decir de pronto, temiendo que se hubiese vuelto a propasar con ella —Tu... ah, ¿quieres que te pida un café?



    @

    • Me gusta 1
  4. El rumano habría preferido mil veces haber pasado por la Yaxley a su morada antes que ser citado en un lugar. Supuso que habría sido una idea de ella para ahorrar tiempo, o una maniobra para alejarlo a él de la Manor y así evitar que el castaño se volviese a propasar con ella. Sonrió ladinamente para sí mismo, remembrando aquélla tarde una vez mas en su mente, para después volcar sus pensamientos en aquél vestido de la noche de Halloween. Aquélla gala en la que hubiera deseado ponerle mas de una mano encima.


    Para su mala suerte, algunos asuntos habían sido lo suficientemente urgentes para que hacerlo salir de allí, teniendo que salir en un viaje de imprevisto del que apenas había regresado esa mañana. Enviarle una nota a la bruja había sido una de las primeras cosas que hizo al llegar a Londres, quien no tardó en hacer regresar la lechuza con una respuesta que le había hecho salir enseguida hacia el callejón Diagon.


    La nota contenía la dirección de una librería. Si ella estaba allí o estaría por llegar, el Askar no lo sabía, pero no demoró en hallar la localización del establecimiento de mona fachada. Sus verdes ojos inspeccionaron el lugar al entrar, sacándose la bufanda y su chaqueta de invierno para colgarlos en un armario dispuesto al lado de la entrada. Por lo demás, su atuendo constaba de una camisa de lana oscura de cuello mao que llevaba un poco desabotonada de arriba; vaqueros limpios y botas oscuras.


    No lograba verla a ella por ninguna de las secciones, pero en la segunda planta se hallaban dispuestos algunos sillones y mesas, encontrando una en la que tenía una perfecta visión de la planta baja, además de la puerta de entrada. De modo que podría darse cuenta cuando ella llegara. El delicioso aroma a café y libros invadía el ambiente del lugar.



    @

  5. La nave se movía a la voluntad de Patricia, quien no se decidía si atacar a los gigantes de hielo o conducir, con lo cual daban muchas vueltas y sacudidas. Callum estaba comenzando a sentir náuseas y apenas había sido consciente de Zoella saliendo de la nave en busca de Matthew. Sintió el agarre del rubio, que lo llevó hasta una cámara llena de armas de última tecnología. Entonces el ojiverde se olvidó hasta del mareo y fue a correr a tomar la primer pistola que llamó su atención.


    Pistolas, blasters, metralladoras y municiones de todo tipo. Y allá, arriba sobre un estante de cristal, sables de luz láser. Armado con dos blasters en ambos lados de sus caderas, una metralla en la espalda y cinturones de municiones alrededor del torso, el rumano subió por uno de ellos. Admiró el dispositivo como un pequeño que descubría bajo el árbol de navidad el juguete más fantástico de todos —Feliz Navidad, Callum —murmuró para si mismo. Bajando y volviendo con su hermano.


    Pero tenía que probarlo, de modo que accionó el sable y un haz de luz láser color azul salió de la base y le picó la cola a Jeremy con la punta para quemarle un poco los pantalones. El rubio dió un tremendo salto hacia adelante —Te lo advierto, no sé que demonios haya pasado pero no me importa, si te escucho de nuevo llamar de esa forma a Zoella voy a hacerte otro agujero allí atrás con esto —le advirtió, antes de salir de la cámara y volver a donde Patricia.


    La nave estaba dando tremendas zacudidas, por lo que el regreso a la cámara de mando no fue nada fácil. Al llegar, Patricia quiso atropellar a Jeremy, pero esta salió despedida hacia una de sus vacas en un terrible golpe de la nave. Abrió las compuertas para que ambos hermanos cayeran, lo que habría sido un terrible golpe considerando la altura en la que se encontraban. Callum escuchó las indicaciones de Jeremy, sacando la varita para lanzarle a Patricia un Incárcerus al mismo tiempo que Zoella regresaba y hacía lo mismo. La mujer quedó mas que inmovilizada en su propia nave.


    —¿Estás bien? —le preguntó a su hermana, notando la figura de Matthew tras de ella, bajando de la moto —¿Y a ti que diablos te pasó?— el rumano accionó los botones que Patricia había presionado, cerrando las compuertas para quedar seguros dentro de la nave justo a tiempo en el que ésta daba otra sacudida y todos salieron despedidos hacia un extremo —De acuerdo, alguien debe pilotear esta cosa...






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  6. El Askar se sacó los goggles y se sacudió toda la nieve de encima una vez bajó de la motocicleta. Su pregunta pareció incomodarla bastante, y ello no pasó desapercibido para el ojiverde —Esta bien, tendremos tiempo para eso —afirmó, un tanto angustiado por la tristeza en sus ojos.


    Siguió a la Triviani, manteniéndose un par de pasos atrás mientras ella saludaba a la mujer que parecía conducir la nave. No le resultaba familiar en nada, pero sus hermanos parecían conocerla muy bien. El mugido de una vaca apartó su atención un instante, regresando a la locura que resultaba ser toda aquélla situación, preguntándose de donde había conseguido aquélla mujer una nave extraterrestre. Y cómo había logrado instalar en ella una bocina de automóvil clásico.


    Callum advirtió el reclamo de su hermana hacia el rubio, sintiéndose completamente confundido. Ahora se daba cuenta de lo mucho que se había perdido y lo mucho que le molestaba no estar al tanto para saber qué demonios pasaba o de qué forma ayudar. La culpa de nuevo, instalándose en su mente, y junto a ella, un sentimiento de no pertenencia. Sin embargo, si volvía a escuchar a Jeremy hablarle de mal modo a Zoella, estaba decidido a ponerlo en su lugar, sin importarle las razones.


    —Callum, es un placer —exclamó, acercándose a la mujer de la nave para presentarse.


    El rubio se le acercó, sugiriendo una idea para encontrar a Matthew. Callum hizo un mohín, pero asintió, disgustado con la idea de usar su aura demoníaca. Jamás resultaba nada bueno de ello. Se apartó hacia un extremo de aquélla cámara de la nave, cerrando los ojos un instante para liberar de su interior la energía del Upir. Fue sencillo, desde aquél último incidente en Rumania todo era mas sencillo, pero no menos desagradable —Está varado en el bosque, no se mueve. Solo a unos seis kilómetros de aquí... podemos ir por él.


    Pero la nave ya se movía, y habíamos encontrado a los gigantes de hielo. Patricia comenzó el ataque hacia ellos, lo cual solo hizo atraer mas de ellos que comenzaron a lanzar gigantescas bolas de nieve hacia la nave, y junto con ellas, rocas enormes —¿Esta cosa no tiene misiles, cañones o lásers? ¿Como Star wars? —el rubio no podía creer que había lanzado esa referencia a un grupo de magos.





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  7. Callum no supo que hacer por un instante, pues Matthew no se veía por ningún lado. ¿Debían seguir y dejar que él solo les alcanzara o debían regresar a buscarlo? No estaba preocupado, pero deseaba mantener a sus hermanos unidos como hacía mucho no lo estaban. Advirtió las señas del rubio, que tampoco veía rastros del castaño, y estaba a punto de dar la vuelta cuando un objeto extraño en el cielo entró en su capo de visión.


    —¿Pero que Cara...? —un punto demasiado brillante e inestable trayectoria, que distaba demasiado de ser un avión muggle, volaba directamente hacia donde ellos estaban. Advirtió una forma oval y metálica cuando ya estaba muy cerca; el Askar no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Callum aminoró la velocidad de la motocicleta, notando que una compuerta se abría en la nave y una figura femenina aparecía.


    La voz de Jeremy le sacó de su asombro, pasando a la incredulidad —¿Saltar? ¿conocen a esa mujer? ¿Acaso estas loco? —Por supuesto que lo estaba. El rumano sintió que el agarre de Zoella se aflojaba, dispuesta a saltar igual que Jeremy, pero la detuvo cuando notó que una compuerta mas amplia se abría para ellos. No iba a saltar, ni soltar la motocicleta sino que entraría con ella y se estacionaría dentro. Callum no podía creer lo que estaba haciendo. ¿Matthew estaba dentro? Tenía millones de preguntas.


    Aceleró y rampeó hacia el interior de la nave, derrapándose sin perder el control. La compuerta se cerró detrás de ellos —¿A que se refiere Jeremy con "la usurpadora"? —preguntó a su hermana, confundido, mientras ella se bajaba.




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  8. El viento y la nieve hacían que la visión del panorama se difuminara un poco, de modo que Callum hizo aparecer unos goggles de nieve sobre sus ojos los cuales le daban una excelente visión. El Askar escuchaba el ronroneo de las otras dos motocicletas, muy cercanas a la suya, y los brazos de Zoella alrededor de su cintura le aseguraba que ella estaba segura, viajando con él. Sonreía cada vez que la vampiro cambiaba de tonada de canción, seguramente olvidando la letra de todas.


    —Si, vamos en dirección correcta, no te preocupes. Conozco bien estos terrenos —alzó la voz, respondiendo a su pregunta mientras rememoraba tantas expediciones de antaño, cuando se hartaba de las clases y se escapaba a las aldeas mas cercanas. Aunque realmente habían tantas montañas ¿por cual empezarían a buscar exactamente?


    Giró el rostro hacia Jeremy, haciéndole señas para que lo siguiera. Haciendo lo mismo hacia su izquierda para avisarle a Matthew...


    —!¿Donde demonios está Matthew?! —gritó, apenas percatándose de que su hermano había roto la formación.





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  9. La idea del cangrejo de fuego no parecía nada mal, aunque Callum se preguntó donde podrían conseguir un cangrejo en ese lugar. ¿Acaso Zoella traía uno en el bolso también? ¿De donde demonios se había sacado la bolsa? Esperó un segundo a que ella encontrase la pirotecnia, pero tras un par de minutos parecía que tenía problemas para hallarla. Al final, su inventario le había pasado una mala jugada.


    El rumano recordó entonces que en su época de estudiante tenía un escondrijo en el castillo donde guardaba todo su arsenal. Jamás lo había conservado en su habitación, pues era común en aquél entonces las revisiones sorpresas dada la facilidad con el que alumnado infiltraba en el castillo objetos prohibidos. ¿Seguirían allí sus cosas o algún alumno había encontrado su tesoro?.


    Dejaría aquéllo para otra ocasión. Callum siguió a sus hermanos, hasta el níveo bosque que rodeaba el castillo y apenas se estaba preguntando cómo alcanzarían a los demás grupos, Jeremy sacó una de sus motos de un bolsillo propio. Callum se sintió medio desnudo al ser el único en no poseer aquéllo, pero ¿que podría llevar dentro? El rumano siempre viajaba escaso de equipaje.


    La bombarda de Matthew había formado un tumulto detrás de ellos, y algunos corrían pensando que los gigantes habían llegado al castillo. Callum sonrió subiendo a una motocicleta que logró apearse al igual que su hermano. La encendió, escuchando el rugido del motor con mucha satisfacción —Definitivamente quiero una de estas —musitó, acercándose sobre ella a sus hermanos, extendiendo una mano hacia Zoe que aún no había subido a ninguna —¿Vienes conmigo?... Ahora si, vámonos ya —gritó al arrancar y salir despedido.




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  10. ¿Quien en su sano juicio trataría de adueñarse de Candela?, meditó, riendo silenciosamente ante la mención de tal locura. El rumano estaba a punto de decir algo cuando Zoella se lanzó sobre Matthew, haciéndole caer al suelo junto con ella; sus ojos entonces se posaron en Jeremy, quien no parecía estar agradándole mucho las acciones que su hermana hacía. ¿Que había pasado en Askaban realmente? El rubio siempre eludía contarle la historia completa, por lo que no estaba del todo enterado.


    Tras divagar un segundo su atención volvió junto a sus hermanos, quienes parecían entusiasmados con la idea de hacer maldades juntos. Por supuesto que no iban a dejar pasar una oportunidad cómo aquélla. Zoella mencionó pirotecnia, un clásico, y la sombra de una sonrisa curvó la comisura de sus labios al recordar su época de estudiante. Justo allí, en el castillo donde se encontraban. Pero ¿que pasaría con la caza de gigantes?


    Jeremy respondió su pregunta mental, como siempre pensando en llevar un tributo a su madre —¿En cual de las dos cabezas de los gigantes estás pensando en llevarle? —soltó mientras tomaba de nuevo la mano de Zoella, añadiendo el tono adecuado a su voz para que entendiese la referencia, aún cuando en su vida había visto un gigante de hielo de cerca y no tenía idea alguna de su anatomía física o vestimentas. No sabía nada.




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  11. Un par de minutos apenas de invocar su nombre, Matthew apareció ante los ojos de todos. A Callum le agradó ese nuevo poder suyo, aunque sabía que era más asunto del vanidoso destino y no su poder para invocar personas con tan solo nombrarlos el cual era técnicamente nulo. Sus verdes ojos observaron a Jeremy ir por su tercer hermano, justo después de escuchar a Zoella lanzarle un chiflido. El rumano rió por lo bajo —No sabía que podías hacer eso.


    —¿Quien es Lucrezia? —preguntó, adelantándose un paso hacia Matthew para darle un abrazo tímido. No estaba tan acostumbrado con él, pero Callum no se medía en demostraciones afectuosas, así era él. —Me da gusto verte, a todos... reunidos —una sonrisa traviesa se ensanchó en su rostro —. Esto se pone interesante, ¿que calamidad quiere el destino que soltemos hoy?


    Siguieron caminando, el cálido fuego del interior del castillo dejaba de abrazar su cuerpo conforme salían al exterior. Por suerte el rumano se había abrigado lo suficiente para la ocasión.



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  12. El rubio pareció meditar demasiado su respuesta pues se quedó callado un momento, mientras Zoella le extendía la mano unos pasos adelante. Callum le sonrió a su hermana y dio un par de zancadas para alcanzarla y enlazar una mano a la de ella. Cada vez que se reencontraba con sus hermanos es que se daba cuenta lo mucho que le hacían falta. Aquél día no era la excepció.


    —Me parece perfecto, soy todo oídos —respondió, apretando afectuosamente su mano —. Siento que cada vez que nos vemos tengas que ponerme al corriente de tanto, estoy planeando cambiar eso.


    Recordó que a ella no le había contado de sus últimos planes. Decidir hacer a un lado sus viajes y sus expediciones para asentarse en durante un tiempo en Inglaterra le había emocionado en cierta manera, y éstos aún prevalecían en su mente. Deseaba pasar mas tiempo con ellos, con su familia —Por cierto, ¿donde está Matthew? Habría sido extraordinario verle aquí también —exclamó, pues pese a que era con quien menos había convivido, le tenía en gran estima por todas las veces que Jeremy le había hablado de él antes de enterarse de que compartían sangre.




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  13. El Askar se había preparado para una respuesta mas violenta, pero sus dos hermanos bajaron la guardia casi al instante de haber llegado a intervenir. La severidad en la mirada de Callum no se aplacó hasta que Jeremy le soltó tras un abrazo, y Zoella se hubo acercado para besar su mejilla. Detuvo su mirada un poco más en ella, sin percatarse de que su mano ascendía hasta el rostro de la Triviani, haciéndole una caricia afectuosa.


    —Si no quieres ir con él no lo hagas, pero sí vendrás conmigo ¿verdad? —sonrió, sabiendo que su hermana pocas veces se resistía a su compañía, aunque también sabía que había pasado mucho tiempo desde la última vez —Tenemos que ponernos al tanto de muchas cosas.


    Se giró entonces hacia el rubio —Precisamente es lo que alcancé a escuchar, aunque no estoy entendiendo del todo. Recién he llegado hace un momento —observó a su alrededor, viendo como los asistentes se marchaban en grupos —, pero mejor me ponen al corriente en el camino. No hay que quedarnos atrás ¿cual crees que sea la máxima prioridad ahora? —sus ojos verdes, volvieron a sus hermanos. Zoella había comenzado a caminar fuera de aquél salón, e invitó al ruso a seguirla junto a él.





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  14. —Vale, creo que mi invitación se ha perdido por alguna parte —murmuró, recorriendo con sus verdes ojos la entrada principal de castillo buscando a quienes debía sobornar para poder conseguir infiltrarse en la reunión que sabía se estaría llevando a cabo en el interior del colegio de magia.


    Parecía que en aquél momento nadie estaba revisando las invitaciones, por lo que el rumano reunió la suficiente confianza para acercarse con total naturalidad y traspasar la nula ineficiente seguridad del consenso —Esto está muy mal —volvió a murmurar, seguro de que nadie estaba prestando especial atención en su presencia. Se enfiló hacia donde los demás invitados se estaban reuniendo, sonriendo a quienes se topaba y guiñando el ojo a las mujeres guapas.


    Se quedó un poco al margen, escuchando apenas lo que se estaba diciendo en la reunión, haciendo un escáner visual de los que estaban presentes en ese momento. El Askar ni siquiera sabía exactamente porqué había insistido en acudir al evento, pero estaba lo suficientemente cerca como para ignorar una oportunidad cómo esa.


    —Si, tal vez él esté aquí —se respondió a sí mismo la pregunta mental que se había hecho. Sin embargo, no reconocía la mayoría de los rostros hasta que su mirada se centró en un par de figuras que no estaban muy lejos de él. Jeremy y Zoella parecían estar discutiendo, y no supo si sería apropiado acercarse; últimamente terminaba pagando los platos rotos por el mal humor de su hermano, y no deseaba acabar en otra mazmorra. Menos estando en Durmstrang. Pero agarró el valor, y se acercó a ellos.


    Le dio una palmada a su hermano en el hombro justo cuando Zoella le soltaba el golpe y él la paraba en seco —Hey... ¿que les pasa? Este no es lugar para estos numeritos.




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  15. El Askar pudo notar el conflicto interno de la bruja con solo observar su rostro; inmediatamente pudo darse cuenta de cómo, posiblemente, había cruzado el límite al haber confesado lo mucho que ella estaba en su mente. Inclusive podía darse el lujo de adivinar lo que ella estaba pensando en ese momento, volteando a cada tanto hacia la entrada de la cocina como si temiera que alguien entrara y les descubriera tan juntos. Seguro estaba pensando lo inapropiado que resultaba, teniendo en cuenta además el lazo tan fuerte que tenia el demonio con miembros de su familia.


    Pero para el rumano ella no era la tía de su hermano, sino la chica con la que se había topado una noche en un callejón y con la que había aceptado salir a comer días después. Era su amiga. Era...


    Sus palabras siguientes no hicieron mas que confirmar sus suposiciones e instintivamente Callum se apartó un poco, enderezándose en la silla. Ella estiró una mano para acariciarle la mejilla, causándole a él más conflictos que nunca nadie en toda su vida. Prestó atención a cada palabra, pasando del conflicto a la confusión, y viceversa; era obvio que ella correspondía a su interés, aunque había dejado de pensar hacía días que era solo eso, pero hablaba de estar cansada de esperar, de extrañar... y entonces lo recordó.


    La Yaxley jamás se lo contó, pero él lo sabía. Lo supo después de haberle conocido, cuando había hecho algunas preguntas casuales sobre la bruja a personas que la conocían. Estaba comprometida, lo que en aquél tiempo había hecho que no hiciera intento alguno por buscarla u ocasionar un encuentro. ¿Quien era? ¿Dónde estaba él? ¿Ella lo seguía amando?


    En un movimiento ella se situó a su lado y él, sin lograr parpadear, solo podía escucharla y ver sus labios —¿Que no debo...? Espera, ¿lechuzas? —el ojiverde estaba más que confundido, sobre todo porque las palabras de la bruja se contradecían con su lenguaje corporal, con el tono de su voz, con la forma en que lo miraba. ¿Lo estaba rechazando? ¿Se le estaba declarando? Levantó la mirada hacia sus ojos cuando ella prácticamente se le iba encima, acariciándole además el cabello.


    No lo pensó, simplemente hizo lo que más se le antojaba en ese momento. Como estaba tan acostumbrado a hacerlo. El corazón le latía raudo dentro de su pecho mientras recorría el espacio que le separaba del bello rostro de la Yaxley velozmente, sin darle tiempo a ella de apartarse. Los labios del Askar se apretaron a los suyos, tras el cuál no se apartó.


    —No quiero lechuzas, quiero verte —susurró —, quiero venir a visitarte, quiero que paseemos por los lugares que quieras. Quiero que me extrañes, pero sabiendo que me verás mas tarde —tomó su rostro en sus manos, mirándola fijamente a los ojos —Pensarte no me agobia —agregó, sonriendo —, me hace sentir mejor. Me hace querer quedarme —una ligera sombra cruzó su rostro, haciéndole exhalar profundamente —Pero de igual forma si tu corazón aún está en otro lado, también lo entenderé... no me iré. También soy buen escritor de cartas...




    @

    Morsmordre.

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  16. El Askar estuvo atento a cada expresión de la bruja mientras abría el paquete; en un instante, se descubrió a si mismo preocupado, preguntándose de pronto si comprarle flores habría sido una mejor idea, pero a ella pareció agradarle su obsequio aunque tardó un momento en comprender lo que realizaba la magia que él le había añadido. Le respondió con una sonrisa cuando ella le agradeció, sin poder evitar reconocer la escena que el cuadro mostraba antes de que ella hiciera de todo para ocultarla.
    —¿A qué te refieres? —inquirió, sin comprender del todo la reacción de la Yaxley. La luz vino a su mente poco a poco. Obviamente que había aquél escenario, de la primera vez en que ambos se habían topado. Al rumano siempre le habría de parecer curiosa la forma en como se habían conocido; le parecía que era una historia digna de contar o recordar —¿Lidiar con el cuadro? —se rió al comenzar a comprender, mas no dijo nada más.
    Ella le arrebató el segundo sándwich que le había preparado, y un momento después él mismo ya tenía un gran trozo del aperitivo metido en la boca. No quería reírse como deseaba, sin intención alguna de ofenderle, pues podría pensar que se burlaba de ella pero la verdad es que el demonio se sentía satisfecho y alegre en aquél momento estando a su lado. Masticó el bocado, aunque no tenía hambre ni era aquélla su dieta.
    Se daba cuenta que aquélla era la primera vez que pasaban un rato juntos en privado. Los encuentros entre ambos en el museo, en los callejones de Diagón o en los lugares donde se habían citado para verse, siempre habían estado rodeado de personas; la última vez incluso habían tenido la compañía de Jeremy, su hermano. Pero en ese momento estaban completamente solos, y realmente el ojiverde no lo deseaba de otra manera.
    Se acercó un poco mas a ella, y ella lo hizo otro tanto, poniendo una mano en su pecho. El Askar tuvo un impulso que batalló en reprimir en ese instante al encontrarse con su mirada; esos ojos azules últimamente le seguían a todos lados, y una vez más se descubría a si mismo adorándolos. Respondió a su sonrisa con otra mas abierta y vanidosa —Claro, me quedaré.
    Se sentaron, y Callum no perdió oportunidad de mantener la cercanía mientras ella hablaba de un itinerario. Él jamás era de planear nada con demasiada anticipación, pero le permitió darle a ella el gusto de hacerlo si con ello aseguraba futuras... citas. Mientras ella hablaba, le era imposible no mirar sus labios y apenas levantando un poco la mano hacia su rostro, se atrevió a limpiar con su pulgar un poco de queso que había acabado en la comisura de su labio superior. Se hizo un breve silencio en el que él no pudo contener más sus palabras.
    —¿Sabes? —de sus labios subió la mirada hasta sus bellos orbes —, yo también pienso mucho en ese día —declaró, de forma solemne, refiriéndose claramente a la escena de la pintura, la cual no podía salir de su mente —. Siento mucho si no debería decir esto pero, creo que pienso en ti mas de lo debería...

     

     

    @

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  17. —Me da gusto que te agrade, voy a prepararte uno más —decidió, acercándose a la mesa para cortar otras dos rebanadas de pan y el queso necesario para otro emparedado. El Askar asumía que la bruja ya se había percatado sobre su pequeña afición a la cocina, pues incluso le había visto cocinar en la cafetería del museo donde habían tenido varios encuentros; lo que resultaba curioso era que muy pocas veces tenía oportunidad de cocinar para alguien más, siempre lo hacía para si mismo.


    Callum estaba a punto de comentarle sobre el tipo de tour que deseaba, no deseando desaprovechar la oportunidad de lo dispuesta que estaba por aceptar salir con él, aunque fuera por fines turísticos, cuando escuchó las palabras de la última oración. Frunció el ceño, cortando el queso, pesándole la idea que ella se ofrecía a tanto solo por la idea de que ahora tenían alguna especie de lazo familiar, y no era así. Ni siquiera con Jeremy, pero apartó la idea inmediatamente con una sacudida.


    La curiosidad de la Yaxley le recordó, y sonrió mientras colocaba el segundo bocadillo en su plato ya listo —Si, es verdad, yo... te he traído algo —fue por él y regresó junto a ella para mostrárselo —, espero que si tengas espacio para esto. Es una pintura, de un artista callejero que encontré en las calles del centro de Londres... yo —se lo puso en sus manos, con una mirada reflexiva sobre el paquete —... solo le añadí un poco de magia.


    Se daría cuenta al abrirlo y ver el marco de la pintura. Le había dedicado al menos un rato en grabar una serie de runas alrededor, y hechizarlo con un par de encantamientos. Alguna vez había escuchado del famoso espejo de Oesed, que podía mostrar en su reflejo tus mas anhelados y desesperados deseos; la pintura no haría lo mismo, pero le mostraría a ella cualquier pintura que quisiera como una fiel réplica de cualquier obra de cualquier museo. Cualquier escena que ella decidiera ver allí, plasmada al óleo.



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  18. Una de las características que al Askar le gustaba de la bruja era, sin duda, esa tendencia suya de parecer estar pensando en mil cosas a la vez. Por momentos parecía estar lúcida en el momento, dentro de escena; pero al segundo después parecía viajar a otros lugares, volviéndola un poco despistada y desatinada. Absorta en su propio mundo. Al darse cuenta de esta cualidad suya, el joven intentaba aprender a interpretar su lenguaje corporal e incluso sus gestos.


    Razón por la cual ya la estaba siguiendo cuando ella iba a medio camino hacia la cocina, sin que la Yaxley se lo indicase, aunque lo hizo un poco después. Callum deshizo el nudo de su capa viendo que era bienvenido a quedarse al menos un rato, colgándola en el respaldo de una silla arrinconada —Debe ser algo muy importante eso en lo que recién te he interrumpido, como para que no te hayas dado el tiempo de comer algo —insinuó, mientras sacaba el queso del frigorífico y se lo llevaba hasta la mesa.


    Los verdes ojos del rumano se centraron en la forma en como ella cortaba los bordes del pan. Preocupada por su aspecto, pareció olvidar por un segundo lo que estaba preparando, por lo que Callum puso su obsequio sobre la mesa y se dispuso a ayudar a cortar el queso en finas láminas —Sinceramente, todo va tan bien que por momentos la idea de salir huyendo me cruza por la cabeza —sonrió divertido, respondiendo su pregunta —, todos quienes me conocen saben que el sedentarismo jamás ha sido mi fuerte.


    Se acercó a la estufa y sobre una pequeña plancha de cocina calentó el sándwich de queso hasta que este comenzó a derretirse; lo sacó del fuego y se lo acercó a la bruja sobre un plato. Entonces el Askar se ruborizó un poco, riendo, mientras la veía mirar la comida —Perdón, me he metido con tu alimento ¿era así como lo querías?. Lo del tour del Ministerio estaría bien, si estuviese interesado en trabajar allí —fijó su mirada en sus azules ojos. Otro rasgo que le gustaba de ella. No importaba la forma o qué vistiera, a él le gustaba ver sus ojos —, y tampoco planeo una estadía en Azkaban. ¿Son acaso los únicos tours que ofreces?




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  19. Mientras esperaba a ser atendido, el rumano dio una ojeada tras su espalda, teniendo aquélla sensación de nuevo de que alguien le observaba. Al principio pensó que era solo superstición pero habiendo transcurrido varios días comenzaba a concluir que aquéllo era más que una simple paranoia de su parte. Sus instintos jamás le habían fallado, ¿por qué lo harían ahora?. Estaba alerta, siempre alerta.


    La puerta se abrió, y para deleite del ojiverde, la misma Yaxley le atendía. Notó la sorpresa en sus ojos, y al instante Callum mostró una sonrisa —Hola —saludó, siempre tan confiado —. Espero no ser impertinente en llegar sin avisar...


    El Azkar supo interpretar el lenguaje corporal de su amiga, invitándole a pasar a su hogar. Él no lo dudo y atravesó el umbral, pasando por su lado, y adentrándose en el recibidor. No hizo acopio de los detalles de la decoración, sus ojos estaban ocupados, clavados en Maida con una mirada divertida y entusiasta; notó, por las plumas incrustadas en su peinado, y por los pequeños trozos de pergamino en su rostro, que sin duda le había interrumpido en algo.


    —Puedo volver en otra ocasión si el momento no es el adecuado —estiró una mano, despacio para no asustarla, para limpiarle un poco la mejilla con el dorso de su índice —No me apetece nada, muchas gracias —mintió, la verdad es que el rumano moría de hambre pero su dieta de esos días no se hallaba en cualquier alacena —. La verdad es que había tenido el deseo de verte desde hace días y bueno, por fin me di el valor esta mañana.


    Sonrió, ladeando la cabeza con la curiosidad asomándose por sus ojos mientras la observaba.


    —Pero como dije, si estás muy ocupada, puedo volver otro día...



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  20. Callum se quedó inmóvil un momento, tan solo sosteniendo el repentino contacto visual con la Yaxley, pero al entender el significado de sus palabras volvió a bajar la mirada a la plancha. Pequeños residuos de la carne se chamuscaban, y el Askar giró las perillas de quemador para apagar el fuego.


    ¿Esconderme?, pensó. La idea le resultaba divertida, por no mencionar que sería un esfuerzo completamente inútil. Desafortunadamente estaba unido a Sandor por la sangre, y ningún papel o esfuerzo sería suficiente para ocultarse de él. De la misma forma en que su padre tampoco podría esconderse del Askar, aún cuando lo había intentado ya infinidad de veces.


    La voz de Jeremy le arrancó de sus pensamientos, sonriendo en automático ante la sola mención de aquél sustantivo, pues aunque ya no estaban unidos por sangre, para el mago el rubio siempre sería su hermano. Sonrió aún más cuando el Triviani sugirió una acción mas fatal y contundente para quien hasta hace poco también era su padre. Sin embargo, no era la primera vez.


    —Creo que ninguno de los dos me ha entendido —interrumpió, mirando a ambos, y estirando una mano hacia la comida de Jeremy para robarle un taco que engulló de dos mordidas —Esconderme jamás ha sido lo mío, y no comenzaré a hacerlo ahora. Por no mencionar que sería completamente en vano pues estoy seguro que él está perfectamente enterado de dónde me encuentro ahora. Y eso lo sé porque yo mismo me encargué de que así fuera...


    Se colocó la compresa de hielo nuevamente sobre el labio.


    —Solo puedo decir que él me estaba esperando en otro lugar y no estoy allí —clavó la mirada en los azules ojos de su hermano, con una sonrisa ladina arqueando sus labios —, seguramente ahora está super cabreado —desvió la mirada hacia la Yaxley —Negar u olvidar toda mi historia sería lo mas tonto que podría hacer jamás. Es parte de mi, parte de lo que soy y de lo que ahora quiero ser; no necesito esconderme ni matar a nadie, aunque bien sabes que tal idea no ha funcionado antes —agregó, dirigiéndose a su hermano. No era la primera vez que planeaban asesinar a Sandor —. Solo pienso tomar yo mismo las riendas de mi vida. Estabilizarme, planear mi futuro como la gente normal lo hace. Sentar... mmm... sentar cabeza. —hizo una mueca, sin duda la cosa más difícil que intentaría jamás.



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  21. El rumano jamás había sido de regalar flores, aunque generalmente jamás era de regalar algo. Siempre le había parecida absurda la idea de obsequiar algo que en días seguramente se marchitaría; era funcional, si acaso, como decoración. Dentro de un hogar, en cualquier otro lugar o evento, los arreglos florales denotaban elegancia y buen gusto, pero incluso para ello se debían elegir las flores correctas. Por otro lado, ¿para regalarle a una chica?


    Pese a sus opiniones, Callum se había planteado seriamente acudir al hogar de los Yaxley con el mas hermoso ramo de rosas, pero no fue así. Pensó en joyería, pero era demasiado pretencioso para disimular una visita casual. ¿Chocolates? Muy básico. Muy pronto el Askar se dio cuenta del porqué no solía obsequiar jamás nada: era pésimo para ese tipo de cosas. Sin embargo, llegar con las manos vacías le parecía un enorme error, sobre todo cuando ni siquiera había sido invitado.


    Faltaba poco para que el mago desistiera de su intención, cuando se topó en el camino a un artista callejero. Exhibiendo sus pinturas, quizás del único modo que podía, atraía a los transeúntes de las calles de Londres creando su arte a la vista de todos. Tenía talento, lo cual atrajo demasiado la atención del ojiverde, haciéndole recordar de pronto las muchas veces en que se había topado a Maida en el Museo NIght del Callejón Diagón. Fue en ese momento cuando descubrió el regalo adecuado.


    Tan solo un par de horas mas tarde se hallaba en los terrenos de la familia de su amiga. No tenía idea si la encontraría, pero se decía así mismo que valía la pena el intento. Desde su último encuentro, se le antojaba mucho verle, aunque no estaba seguro de cómo le recibiría, pero se volvió a repetir mentalmente que valía la pena el esfuerzo. Jamás antes había estado allí, a simple vista Yaxley Manor lucía un poco descuidada pero el mago estaba lejos de prejuicios al respecto.


    Llamó a la puerta tras acomodarse los mechones de cabello rubio oscuro y alisar su pulcra camisa color del ocre que llevaba un poco remangada y lucía a juego con pantalones oscuros y unas botas. Llevaba una capa oscura que se acomodó de lado, sobre su hombro izquierdo, ocultando bajo ella el paquete envuelto que llevaba bajo el brazo; esperó tan solo unos segundos y volvió a llamar a la puerta para luego esperar a que alguien le atendiera.



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  22. El ojiverde revisó el pequeño pedazo de papel de nuevo. La caligrafía burda de Jeremy le dificultaba leer con claridad la ubicación del lugar en el que el Triviani había citado al rumano en aquélla hora de la mañana de aquél día tan nublado. No hacía falta tener un sexto sentido desarrollado, o un basto conocimiento de meteorología para saber que otra tormenta se acechaba, pues las nubes cerraban el paso de los rayos del sol en el cielo, y el viento impregnaba las narices con aquél frescor aroma que antecedía la lluvia.


    Callum se reía por lo bajo cada vez que revisaba la nota. Aunado al indescifrable mensaje, su hermano ni siquiera se había tomado la molestia de enviar la misiva en una hoja de pergamino nuevo, pues aquél solo era un retazo de lo que parecía haber sido el envoltorio de algo que el rubio había comido esa mañana, cuando se le ocurrió la brillante idea de citarlo.


    No obstante, el Askar descifró el jeroglífico y acudió al negocio en cuestión, ubicado en las inmediaciones del afamado y sobre transitado Callejón Diagón. Al rumano le parecía que pasaba demasiado tiempo en ese lugar, y ya comenzaba a memorizar los negocios que allí se enfilaban, de modo que no le costó trabajo encontrar las instalaciones de Borgin & Burke, que sabía era propiedad de la matriarca Triviani.


    La puerta se abrió para él en automático cuando se acercó a la entrada. El mago cruzó hacia el interior de la tienda, ajustando su visión a la luz mortecina que llenaba el lugar y añadía un ambiente de misterio sobre todos los objetos que llenaban los estantes. Aquél día iba vestido sencillamente con unos pantalones de mezclilla oscuros y limpios, playera lisa de mangas cortas de color malva y cuello en v, y un chaleco negro a juego; el cabello revuelto le cubría la frente, pero sus verdes ojos saltaban a la vista de cualquiera.


    —Buen día, joven señor ¿puede Chuck ayudarle en algo? —le interceptó un elfo. Callum apenas le miró, observando los artilugios que le cruzaban a la vista con bastante intrerés.


    —Jeremy Triviani me citó aquí ¿ya ha llegado?...



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