— ¿Estas loco?, ¿Cómo puedes amar a la Viceministra de tu nación y a tu querida Escocesa?—casi escupía la ginebra. Dejando el vaso sobre la mesa, escuchaba con atención el relato de su mejor amigo. Jamás le había visto tan embelesado con un par de damas y eso que solo conocía a la que era intima amiga de ambos. Si bien era cierto, poco o nada era de su conocimiento sobre la mujer llamada Juv, solamente lo que acababa de ser revelado por el castaño. Aún así tenia sus reservas respecto a una joven tan especial, no creía posible que la misma existiera y mucho menos que fuera la octava maravilla del mundo.
— Pensé que tenías otros planes o eso fue lo que comentaste en tu última carta. Kyle, ¿Qué está pasando realmente en tu mente y corazón?—la mirada del Escocés buscaba dar con el misterio que era el hombre que estaba sentado frente a él— Imposible que reconozca a mi viejo amigo, parece que ha sido devorado por dos encantadoras hechiceras. Aunque el termino adecuado seria sirenas, creo que pega con el sitio en el que me has invitado a quedarme—bromeaba para romper la tensión del ambiente— Realmente deseas que la conozca, no te da miedo que caiga rendida a mis pies y te robe a tu amada, Macnair—torció una mueca en sus labios al notar la mirada fulminante del Holandés.
— Suena a broma, pero no lo es. Tu puedes tener a cualquier mujer que quieras o anheles, pero yo no puedo darme ese mismo lujo—luchaba por destacar como lo hacia su amigo. Lastimosamente para su desgracia, jamás pudo concretar del todo una relación seria o al menos un noviazgo a corto plazo— Sabes que detestó las apuestas, no jugaría de ese modo con una dama como ella. Pero te aseguro que haré que pase un rato inolvidable en mis brazos, prometo que será algo mágico entre ambos—le advertía notando como la molestia aumentaba en su acompañante.
— Lo siento, amigo. Seamos justos con ambas mujeres, no puedes tenerlas solo para ti y lo sabes bien. ¿Qué clase de amor le darás a cada una?, cuenta gotas o pasatiempo. Cuando te aburras de la primera, correrás a los brazos de la segunda. Son personas y sienten, aunque compartan nuestra misma naturaleza vampírica, recuerda a Joanna—golpeó la mesa con el puño— Ella te amaba y jamás le diste alas, murió sufriendo porque creyó que en algún momento posarías tus ojos en ella—le reñía sin calentar demasiado los ánimos. Ante todo era su mejor amigo, el hermano que la vida le negó, pero que el destino colocó en su andar.
@ Juv Macnair