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Aleera Lux Evanik Malfoy

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Mensajes publicados por Aleera Lux Evanik Malfoy

  1. La mujer recuperaría sus signos vitales, movimientos y mente en pocos minutos. Muchas veces era mas lento de lo esperado, solía tener que ver con la fuerza e interes del paciente, la Evanik lo sabía. Salió de la celda, cerrando con un toque vago de su varita la cerradura. Abrazó al mago por el torso enterrando el rostro entre sus prendas, buscando pensar.

     

    -Amor... ¿crees que pudieron lastimar a la criatura sin saberlo? -Aleera levantó la vista al rostro del mago que ofrecía en ese momento sus servicios para saber acerca de lo que molestaba a la demonio- si es lo que pienso, dudo que colabore. Yo moriría por mis hijos.

     

    Por un instante la Nigromante se quedó abrazada a su novio observando el regresar a la vida de la bruja. Por su cabeza no dejaban de pasar la idea de que la criatura pudo quedar a solas en una casa afectada por la magia oscura, esperando que alguien se haga cargo. Si con el éxito de los asaltos, las celdas cada vez mas pobladas, y la cobardía de los odefos que ni daban señales de vida... ¿qué sería de aquel bebé?

     

    -¿Puedes intentarlo, amor? Por favor... necesito saberlo... -consultó ella en voz baja, alternando su vista entre ambos.

     

    La Malfoy no sabría qué podría hacer. Si el bebé estaba a salvo pues no le importaba y en caso de no estarlo ¿qué haría? Usaría su fingida apariencia de sanadora y miembro respetable de la sociedad para ir por él con alguna excusa tonta, pero creíble, o simplemente mandaría a alguien que lo cuide hasta que llegue un PB que lo cuide. Lo ignoraba pero el rostro de aquel niño que había visto una sola vez acechaba su mente perturbándola.

  2. Aleera le permitió a la joven expresarse, acomodarse, y tratar de sentirse lo mas confortable que aquel recinto permitía. Por supuesto no era mucho, pero trataria que los 5 días de su estancia le sean suaves, en especial despues de escucharla, cuando no pudo evitar sonreirle con complicidad.

     

    -En eso nos parecemos... -dijo con suavidad, a lo mejor demasiado bajo, no estaba segura si la Perseus podía sentirla pero tampoco era algo que cambiaría la vida.

     

    Aleera miró al mago al otro lado de los barrotes, le sonrió, él sabía parte de la historia de la Evanik, algunos de los motivos que la condujeron a llevar con honor esa máscara. No se arrepentía, casi toda su familia, amigos y su amor estaban a su lado.

     

    -Bueno, si deseas algo, no puedo prometerte mucho, pero me dices y veré cómo ayudarte. Trata de tomar esto como un momento de reflexión. Aun sos joven, tenés mucho por delante y las próximas decisiones pueden marcar la diferencia. Incluso si querés hablar solo... pide por Marie, mis amigos sabrán localizarme. Por el momento ayudaré a tus compañeros de... vacaciones, linda. Un gusto.

     

     

    Aleera salió de la celda y cerró con magia la puerta. Prefirió no atar a la joven, sabía que su nivel de magia no le permitiría hacer gran cosa y, despues de todo, no era la única alto rango merodeando esos pasillos. Al salir rodeó por el cuello a Radamantys, se paró en puntillas de pie, y besó al nigromante en los labios. Luego lo tomó de la mano y empezó a caminar.

     

    -Me acompañas, mi cielo... -dijo guiando al mago hasta la celda donde otra mujer, su fantasma (Sagitas), habitaba- veremos qué mas me han traido.

     

    Aleera ingresó sola, se encerró con la hechicera y se arrodilló a su lado. Pasó su varita cerrando las heridas y para culminar extrajo la pequeña botella de su túnica y vertió unas gotas de su contenido por la garganta de la mujer, asegurándose que la beba. En ese momento la Evanik la reconoció y el shock impactó en su rostro protegido por la máscara.

     

    Se alejó de ella como temiendo, llegando a los barrotes donde su novio observaba su desempeño antes de llevarla a casa. Aleera se aproximó lo mas que pudo.

     

    -¿Sabes quién la trajo? -le susurró- ella siempre carga a un bebé... ¿qué fue de él? -La demonio se preocupó no por el estado de la criatura, sino por el hecho de que haya quedado abandonado a su suerte el tiempo que sus tutores estuvieran en prisión. Sus orbes esmeraldas se fijaron en la oscura mirada de su amado esperando una respuesta.

  3. -¿Andro? -repitió Aleera con suavidad, observándola allí sentada en el suelo, indefensa ante ellos dos- Un gusto, aunque... -frenó allí sus palabras y le dedicó una pequeña sonrisa- puedes llamarme Marie -le dijo adoptando el nombre de alguien que admiraba, una científica fallecida hace años.

     

    Aleera pasó una mano por los barrotes sujetando la del mago al que amaba. Tenerlo allí, cerca suyo, le resultaba imposible frenarse. No le importaba hacerlo delante de los prisioneros, la seguridad que el Slytherin le profesaba no se comparaba con nada.

     

    -¿Te sientes bien? -consultó a la joven- No debiste hacer eso... arriesgarte de ese modo, solita. ¿Esperabas que ellos te ayudaran, corazona? -Aleera negó acompañando un tono de voz tranquilo, como el que uno emplea para hablar con un niño- nunca lo hacen. Dime si puedo hacer algo por vos, quiero estes cómoda.

  4. QUINTA PLANTA - HERDAS Y RESURRECCIONES DE NEUTRALES Y CIVILES

     

     

    Aleera se despidió de Amber sonriente. Le dolió fingir y borrar sus recuerdos, pero era por un bien mayor, por ella misma, su familia y aquel bando que hacía tiempo las había unido. La sanadora tomó sus cosas y salió de la sala, sabía que de inmediato los elfos dejarían todo listo para recibir mas pacientes en buenas condiciones. Así era un día normal en San Mungo, así era su rutina.

     

     

    La Evanik llegó al final del pasillo, exactamente la última puerta donde una placa rezaba su nombre, anunciando que era el sitio mas probable para hallarla. Atravesó la puerta y se encerró en aquella amplia y luminosa habitación llamada oficina.

     

    -A ver qué tenemos...

     

    Dejó su bata colgada en el perchero y se dirigió al escritorio donde una pila de historiales médicos se alzaba anunciando la gravedad de los pacientes de los últimos días. Parecía bueno el desempeño de la planta, pues ninguno había regresado con quejas... o a lo mejor ya estaban muertos y nunca sabrían (?)

  5. Aleera supo que su labor era la correcta. El cuerpo recuperó al instante los signos vitales, el color, temperatura y hasta movimiento. De inmediato las manos de la joven bruja se dirigieron a su rostro, a lo mejor para acostumbrar la vista a la nueva vida.

     

    -No hay por qué -respondió poniendo una mano en su hombro- muevete con cuidado que podrías marearte... acabas de regresar...

     

    Pero su oración quedó en la nada. Lo sentía acercarse, ahciendo su presencia mas fuerte y atrayéndose cual magnetos. Volteó su rostro en el instante que el nigromante, del otro lado de los barrotes, se dirigía a ella. Sonrió. La única porción de su cara que la máscara no cubría era los labios, ahora extendidos en una suave sonrisa que la iluminaba tras la presencia de su amado.

     

    Aleera se puso de pie, se acomodó la túnica y se acercó a la puerta de la celda. A través de la misma besó al demonio suave pero con mucho sentimiento, debiendose obligar a no continuar con ello, teniendo a una prisionera cerca.

     

    -Amor... -dijo en un susurro clavando sus orbes esmeraldas, enmarcadas en el dorado de la máscara, en los ojos del mago- Te presento a... -giró apegandose a su novio, pero observando a la joven- ¿Cuál es tu nombre, amiguita?

  6. -Ahora que lo dices... puede ser... -respondió sin quitar la vista del cuerpo de Edmund- Lo sabremos cuando junte el coraje para regresar, te aseguro que la poción no venció aún...

     

    Aleera salió de la celda, la selló y se paró junto a su madre, observando el cuerpo sin vida como si fuera lo mas insulso de la vida. Le parecía horrible esperar por las cosas, normalmente le daban el gusto de que sus deseos se cumplan de inmediato.

     

    En ese momento vio mas movimiento en la prisión. Patrick llegaba con dos cuerpos, uno de ellos escoltado por un fantasma molesto, los depositó en celdas separados y se marchó. Al poco tiempo lo siguió su novio con un tercer cuerpo, esta vez otro niño. Los gritos del fantasma eran fáciles de oir para un demonio, mas aún para la sanadora Jefa de planta, por lo que decidió darle el gusto y devolver su vida.

     

    -Madre, ya regreso, espero no perderme de nada. Dime si necesitas algo... voy a atender un asuntito. -Realizó una reverencia a la blonda y se marchó rumbo a la celda de Andrómeda Perseus.

     

    Aleera observó el cuerpo desde afuera. Su rostro libre de luz o máscara, el modo en que Patrick había acabado con su vida y el hecho que haya llegado con determinadas heridas en su cuerpo le indicaron que aún no estaba en las filas enemigas, aunque seguramente tenía espíritu guerrillero. Suspiró e ingresó en silencio como si no hubiera nadie mas que aquel inerte ser y ella misma.

     

    -Veamos qué me dejaron acá... -dijo despacito arrodillándose junto a la joven, volteándola para ponerla boca arriba y ver su rostro. Acarició los cabellos liberando sus facciones antes de realizar una mueca de resignación- Cada vez son mas jóvenes... y nadie pudo cuidar de vos, pequeña

     

    Negó lentamente al acabar sus palabras y tomó la varita para realizar el procedimiento de sanar las heridas. Poco a poco el cuerpo de la joven fue sanando hasta quedar apenas colorado donde había recibido la estocada del la katana. Viendo las prendas, rotas y sucias, Aleera decidió darle cierta dignidad.

     

    -Morphos... -mutó la vestimenta a una especie de camisolín gris, de mangas largas y que llegaba pasando la pantorrilla. Era aburrido y sin estilo pero al menos vestiría ropa en condiciones y sin sangre. Por último extrajo de su túnica la botellita con la poción para la vida y vertió unas gotas en la garganta de la joven, asegurándose que las tome.- Ahora regresa con nosotros...

  7. QUINTA PLANTA: HERIDAS Y RESURRECCIONES DE NEUTRALES (Con Animaga)

     

     

    Poco a poco vio los efectos, la piel parecía resplandecer sutilmente con el alma en su sitio y la Evanik sonrió complacida por otro trabajo bien hecho. Ella reconoció a la paciente, una ex compañera de bando, y mucho tiempo de por medio sin verse. Cunado la mujer la reconoció a la Malfoy casi se le para el corazón, se suponía que no había recuerdo, estarí en sus manos hacer algo al respecto.

     

    -¡Amber! -dijo con admiración rodeandola en un abrazo- Tranquila, te trajeron porque tuviste un accidente. Déjame que cuide un momento de vos, linda -anunció y con un gesto de agradecimiento despidió a la enfermera quedando sola con la Snape.

     

    Aleera se alejó un poco para preparar las pociones que recuperaban sangre y vitalidad a los pacientes. Dudosa, y con el solo objeto de proteger a los de su bando, añadió en el brebaje unas dosis de una poción para la memoria, una pócima que preparar la mente a cualquier manipulación.

     

    -Toma esto, necesitas recuperar energías -dijo volteando y entregando una copa con el preparado- Necesito que lo tomes todo para dejarte ir, Amber.

     

    Cuando los primeros sorbos de la poción ingresaron al sistema de la Snape, Aleera observó las pupilas dilatarse, la pócma hacía su efecto preparandola para su magia. Lamentaba por el cariño que le guardaba a la bruja pero estaba obligada a ello. Con disimulo y un sutil susurro aprovechándose dela confusión momentanea que generaba la poción empezó el hechizo. Modificaría de ese modo los recuerdos de Amber para que solo pueda tener en su mente a las personas y no las vivencias dentro de la marca tenebrosa.

     

    -Bueno -dijo una vez acabado acercándose a la joven-, esto es todo ¿te sientes bien?

  8. QUINTA PLANTA HERIDAS Y RESURRECCIONES DE NEUTRALES Y CIVILES (Con Animaga)

     

    Tras algunas aventuras y un breve receso Aleera retomaba sus labores. Aún deseaba ausentarse unos días pero lo guardaría para un futuro. Llegó a su planta cargando en su brazo la bata negra de adornos dorados con que habitualmente atendía sus pacientes y sobre su cuerpo y una sencilla túnica morada.

     

    -¡Sanadora! -sintió una voz conocida y volteó para encontrar la mirada miel de Mary, la enfermera- Acaban de traerla...

     

    La mujer acomodaba en ese momento una de las camas llevándola a la sala de urgencias, sobre la misma era evidente el cuerpo de una hechicera. Aleera comenzó a vestirse cerrando la distancia y acompañando a la mujer. Una vez dentro vio el rostro de la paciente, sin otro signo de perturbación que la muerte misma, reconoció el efecto del "avada kedavra" en ella.

     

    -Pobrecita... - dijo acariciando la cabeza de la mujer- empecemos...

     

    Inició el viejo y anticuado conjuro que devolvia la escencia al cuerpo, que regresaba la vida misma. Tras unos complicados movimientos mas el decir en una lengua muerta culminó aquel accionar apuntando al pecho de la bruja -Enervate..

  9. Unos pasos resonaron por el pasillo. Por aquel destacado andar la Evanik reconoció de quién se trataba justo momentos antes de ver la imponente figura de su madre. Sonrió, si bien no esperaba que nada le suceda había tenido malas experiencias con los odefos y tener a la Angel Caído a su lado la relajaba.

     

    -¿Líder? -preguntó dejando de lado su tono serio y adoptando uno que se parecía mas al de ella misma, al de una inocente niña- ¿En serio este cuerpo es de un líder?

     

    Aleera se acercó un poco a los bearrotes, aunque seguía encerrada con el mago en la celda se aproximó a su madre. Echó una mirada a Edmund y una muesca extraña y ambigua apareció en la única porción de su rostro que la máscara mostraba, los labios. La Evanik negó con la cabeza y presionó con mas fuerza su varita, aquella revelación no había sido de su agrado.

     

    -¿Habre hecho algo mal? Se está tardando un poco...

  10. Escuchaba el despotricar de su hermana como si fuera ella misma. Desde el momento que les comunicaron su misión cualquier mínima esperanza se desvaneció de su rostro. Aleera no esperaba grandes aventuras, masacres llenas de sangre o coordinar hombres lobos en alguna batalla en sitios recónditos, pero tampoco ser elfo doméstico por aquellos días, donde el calor era bastante tangible.

     

    Siguió a la Gryffindor, aún en silencio, apenas rozando la túnica oscura de la rubia y debió frenar de golpe para no caer. Miró para abajo disculpándose con su compañera y luego levantó sus orbes esmeraldas para recriminar a la tempestad por aquel paraje bruto. Agatha ya se hacía a un lado permitiendo el paso a la menuda Evanik.

     

    -¡Por la petrificada calva de Voldemort! –exclamó sorprendida mientras ponía ambos pies en el altillo, asombrada por lo que veía. Aquel sitio parecía había sido abandonado generaciones atrás- Si esperan algo de mí, les recomiendo tomen asiento…

     

    Se hizo a un lado del grupo, sin prestar atención a la variedad de reacciones de sus compañeras y sacó su varita. Bastó una suave floritura para encender unas antorchas en la parte central, las cuales permitieron observar la magnitud del problema. Aquel sitio era un asco. Podía olerse el encierro, el polvo parecía un monstruo acurrucado listo para atacarlos, era palpable y su garganta se secaba ante su presencia.

     

    Poco a poco se pusieron en marcha, La Malfoy sabía que no tocaría nada allí, y si alguien decía algo, pues apelaría a cualquier excusa tonta. Sin embargo, su curiosidad era mas grande y lentamente se paseaba observando libros y objetos. Un par de veces alguno de sus dedos no resistió la tentación de tocar algo, quedando impregnado del paso del tiempo, y recurrió a un pañuelo celeste en composé con su túnica para limpiarlo.

     

    -Chicos, miren esto… - el susurro de Agatha llegó a ella como una bofetada, así que acudió a su hermana de inmediato inclinándose a su lado.

     

    -¿Lo… lo crees capaz? –preguntó sin poder ocultar el miedo- Crees que podamos viajar en el tiempo para cambiar lo que sea que haya pasado ¿Aggy?

    Miraba a su consanguínea con sorpresa, esperando que ésta negara, pero la conocía lo suficiente como para saber que, a ese entonces, la Gryffindor ya estaba por girar el giratiempos. Respiró profundo recomponiendo su imagen, mostrando aquel lado elitista que los Malfoy expresaban y que ella rara vez demostraba. Altanera, a la defensiva por el miedo, dijo lo primero que se pasó por su mente.

     

    -Sin Rada no voy a ningún lado –se cruzó de brazos por debajo del pecho y alzó la barbilla.

     

    Encontró la mirada de la blonda que prácticamente la golpeaba y de inmediato suavizó sus gestos solo para dar paso a una expresión de niña insegura que daba con ella. Negó en silencio a sus compañeros, algunos de los cuales todavía despotricaban por la dependencia entre la pareja de nigromantes.

     

    -¿Y si no podemos regresar? –les dijo tratando que alguien se ponga de su lado, sospechando que perdía la batalla.

  11. Aleera se había alejado de las celdas con la única intención de escapar de los baños de sangre. Estaba ya cansada entre asaltos, la labor en San Mungo, las guardias y los deberes matriarcales. Esperaba que al menos la paz de los desiertos y fríos pasillos de Nurmengard le ayuden a descansar. Caminaba muy tranquila, pasando su mano blanca y delicada por los barrotes de las celdas oscuras.

     

    Algo llamó su atención, en una de las celdas observó un bulto, parecía un cuerpo. Se acercó a la misma y apuntó con su varita.

     

    -Lumus... -efectivamente bajo aquella iluminación suave observó la presencia de una persona (Ed B. E.). Negó con la cabeza, parecía muerto.

     

    La Evanik agitó su varita y 6 esferas de luz blanca nacarada empezaron a flotar sobre ella, propiciando una iluminación permanente a la prisión y al hombre allí tirado. Aleera ingresó, no sin antes tocar la máscara en su rostro, asegurándola allí.

     

    -Veamos pequeño que hay contigo... -se arrodilló a su lado y pasó su varita por el cuerpo sanando las heridas mas graves, no todas, sabía que sus compañeros no les agradaba que ella los deje fuertes. Buscó en uno de los bolsillos la botella de pócima que les devolvía la vida, una fórmula que bastaban unas pocas gotas para su efecto aunque no era lo mismo que la labor de la hechicera en San Mungo. Dejó caer una raciones y acomodó de modo que se deslicen por la garganta- Ahora, esperemos que regreses de buen humor chiquitín...

    Se puso de pie y guardó nuevamente la botella esperando que su proceder haya sido bueno y verlo con vida a la brevedad

  12. MAZMORRAS (alta de Zack)

     

    Aleera vio a su compañero regresar a la vida y que la enfermera se adelantaba entregando un paquete que lo revitalizaría. Ella sonrió complacida hasta escuchar al joven Rowle.

     

    -Jaja ay, Zack, que le vamos a hacer... vivo haciendo horas extras o mi tía tendrá un fuerte ataque. Ahora que estamos mas activos, también salimos mas dañados... termina de beber eso y yo te firmo los papeluchos...

     

    Garabateo una firma en unos formularios y lo dejó en la cama al lado se Zack, luego se despidio de su compañero y salió de las mazmorras para regresar junto a su amado

  13. MAZMORRAS, sanación de Zack

     

    Aleera se había ido para el castillo Slytherin con su novio, él iba a encargarse que la Evanik recupere lo perdido en batalla y cuidar de ella hasta que mejorara. Pocas horas despues, un ejemplar de buho llegó en su búsqueda, la necesitaban an elas mazmorras donde los mortífagos eran devueltos al campo de batalla.

     

     

    Aleera apareció allí, y buscó a quien la había llamado, una enfermera algo asustada fue quien la recibió indicando que Zack, uno de los sanadores, presentaba serias heridas que le ocasionaron la muerte. Ambas mujeres llevaron al mortifago a un box donde la Malfoy hizo lo propio.

     

    -Episkey... -repitió aquel hechizo unas cuantas veces hasta que la piel quedó perfecta, sana y sin heridas visibles. Por supuesto las heridas mas profundas también sanaban. Luego, comenzó aquel ritual antiguo con el cual las almas regresaban a su cuerpo- Enervate

  14. QUINTA PLANTA Heridas y resurrecciones de Neutrales (con Katara)

     

    Aleera vio como su abuela se incorporaba y sonrió. Le tendió un brazo ayudándola a que no pierda el equilibrio, era un efecto que solía pasar a menudo en casos de resurrecciones cuando el alma aún no se acomodaba. Sin embargo ella se encontraba perfecta. Se alejó despacio en busca de las pociones reabastecedoras de sangre y energías, necesarias para un buen complemento del procedimiento, se la entregó.

     

    -No es un error, nos pasa a todos. Mirame a mí... mi miedo es hacer que por mis errores maten a mi amor, solo porque él desee cuidarme... no me lo perdonaría. Toma esto abue y sí, no te rindas.

     

    Observó como la Ryddleturn se bebía obediente toda la pócima y a continuación le devolvía el vaso vacío. Aleera lo tomó y se cambió por un trozo de pergamino con su alta médica justificando la atención en la institución.

     

    -Esto es todo, abu, espero pronto cioincidamos, pero salgamos caminando por nuestros propios medios. -bromeó.

     

    Ambas salieron de la sala, Katara rumbo a los ascensores que la llevarían a la planta baja donde estaba la salida y Aleera rumbo a su oficina. Allí encontró al Slytherin, ella estaba realmente agotada por aquellas corridas pero verlo fue un alivio enorme.

     

    -Gracias por esperarme, mi amor -le dijo una vez que llegó a su pecho encerrandolo en un delicado abrazo con lo que le restaban de fuerzas- ya podemos irnos.

  15. MAZMORRAS (con Rada y Gatiux)

     

     

    Supo de inmediato que las palabras de su tía guardaban cierta verdad. Por mas que Aleera se esforzaba debía practicar mas o ya le darían una cama permanente en aquella planta. Sonrió ocultando así la vergüenza que le rpovocaba sentirse inutil. La sanadora se corrió en busca de las pociones y pudo verlo por fin.

     

    Radamantys no se hizo esperar y de inmediato fue a su lado, tomó su mano y luego la beso. Aleera devolvió aquel beso con sentimiento y sus mejillas lograron tomar algo de color.

     

    -Perdoname -le dijo pareciendo mas que nunca una niña pequeña. Recibió las pociones, que aunque sabían horribles bebio completas sin quitar sus orbes esmeraldas del rostro del Nigromante.

     

    Luego recibieron el alta y Gatiux entregó su bata de sanadora a la joven demonio. Aleera se la colocó ajustándola a su cuerpo lo mejor que pudo. Debió rodar un poco las mangas y vio que le quedaba mas larga que a la subdirectora, sin embargo, sonrió.

     

    -Será devuelta en perfectas condiciones en pocas horas, tía -dijo en voz baja poniéndose de pie-. Muchas gracias... -al ver que regañaba al Slytherin Aleera lo abrazó y negó- no, no... fue culpa mía... toda mía... gracias tía. -dijo empujando suavente con su cuerpo al mortífago y mirando su rostro- Vamos, amor...

     

     

     

    QUINTA PLANTA Heridas y resurrecciones de Neutrales (Con katara)

     

    Antes de salir de San Mungo junto a su novio, Aleera supo que hubo mas bajas entre los suyos. Estaba segura que para esa altura el cuerpo de Katara ya estaría en su planta, aguardando por que le devuelvan la vida. Así que mientras que el Slytherin la aguardaba en su oficina, la Evanik, corrió en busca de su abuela del corazón.

     

    -¡Acá estas! -exclamó en un alivio susurrando, cuando se encontró con el cuerpo de la Ryddleturn y lo trasladó a una de las salas del piso.

     

    Comenzó de inmediato aquel procedimiento que tantas veces había llevado a cabo y que devolvería el alma al cuerpo y con ésta, la vida misma. Culminó viendo como el cuerpo delicado de la matriarca resplandecía, ya sin heridas y como absorbía una luz clara productó del hechizo.

     

    -Enervate... -culminó algo cansada

  16. MAZMORRAS (con Gatiux y Rada)

     

    No podía ser de otro modo, su tía se hacía cargo de cuidar de aquellas heridas que habían perturbado su delicado cuerpo. En el momento que la banshee razgó las ropas Aleera hubiera tenido el reflejo de cubrirse, aún Radamantis no había visto mas de su piel que lo que pudo observar el resto de la comunidada, Aleera era algo anticuada.

     

    Cubierta sintió la tibieza de los diferentes hechizos actuar en su cuerpo, como poco a poco el dolor, ardos y fatiga se apoderaban de ella. Como su cuerpo empezaba a cobrar peso, incluso mas de lo habitual, en pos de regresar a ser ella misma. Estaba dando resultado y pronto la escena se oscureció para sentir su ser completo.

     

    Abrió los ojos, subió los brazos presionando la sábana sobre ella, cubriendose y poco a poco amoldándose a la luz.

     

    -¿Rada...? -su voz sonó áspera, algo molesta en el fondo de su garganta- Tía... -añadió aliviada al ver a Gatiux- lo hice otra vez... dejé que me mataran ¿cierto? -consultó a la mirada ambarina de la mortífaga

  17. MAZMORRAS (llegada con Rada)

     

    Aleera había caído en batalla. Era completamente inexperta pero aún así su instinto la empujaba a tomar riesgos que, cada tanto, la traían a estas circunstancias. Su cuerpo yacía inerte bajo los efectos de los hechizos, mas si no fuera por sus dotes de demonio, nunca sabría lo que pasaba.

     

    Sentía el dolor de su amado a su lado y eso le dolía mas que cualquiera de las heridas que su cuerpo cargaba. La culpa era exclusivamente de ella, pues ya no era una niña que necesitaba la cuiden sino debía ella velar por otros.

     

    -Te amo... -dijo su espectro, alma, o lo que sea que poseyeran los seres de su raza, cuando el nigromante besó sus labios y ella fue incapaz de devolverle aquel gesto tan delicado.

     

    Se sentía a salvo y bien sabiéndolo a su lado y solo deseaba que le regresen pronto al vida para poder agradecerle al Slytherin.

  18. La Evanik vio a uno de los odefos que quedaba algo rezagado. Viendo como el cuerpo de Cornellius quedaba fuera de combate se dirigió a uno de los que heridos seguían dando batalla. Apuntó su varita a Hector

     

    - Expelliarmus -dijo esperando que la varita del fenixiano volara de sus manos- Avada Kedavra -dijo permitiendo al rayo verde que saliera mortal de su varita para impactarle, sin que nada se interponga en su camino.

  19. Aleera vio como el Odefo silenciaba sus ataques y sonrió con malicia, al menos alguien hacia algo. Le apuntó con su varita y pensó:

     

    -confundus -pensó con todas sus fuerzas apuntando a Cornellius -silencia eso.. -dijo- seccionatus -volvió a pensar para Cornellius, molesta porque había atacado a su hijo- Fuego negro -dijo por último permitiendo aparecer al bola de fuego a unos metros sobre ella y aguardar que crezca

  20. La Evanik levantó su varita, estaba molesta, mas que por los ataques recibidos a su persona sino por ver como arremetían sin asco contra su pareja y algunos de sus compañeros. La nigromante exclamó:

     

    -Expectro protego –y una criatura del tamaño de un oso apareció frente a ella – fuego negro – y una bola de fuego creció sobre ella para disponerse a un futuro ataque.- Sectusempra –añadió por último permitiendo que un rayo se dirija de lleno a Cornellius, para permitroir el rayo su oso se ofuscó un instante y luego se hizo solido para protegerla

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  21. Aleera vio como tan caballerosamente la priorizaban algunos de los invasores. Con la incapacidad de demostrar mas, algo fría y llena de asco exclamó:

     

    -Celerus detritus -de inmediato la cubrió una capa mágica gaseosa que protegería su cuerpo de algunos de los ataques que le llegarían a continuación.- Episkey -pensó sanando luego alguna de sus heridas y repitió pensando con todas sus fuerzas- Episkey...

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  22. Pasar mucho tiempo de descanso era bueno, aydaba a acomodar ideas, a saber el camino que una tomaba. La Evanik se hacía retirado hacía no mucho pero esos pocos días fuera le sirvieron de mucho para asegurarse que lo que hacía era lo que deseaba. Estaba orgullosa de aquel tatuaje que llevaba como señal de grandeza y poder.

     

    De inmediato como si el universo conspirara para encastrar piezas, la marca en su antebrazo comenzó a arder. La llamaban, era necesario y urgente que se haga presente en la prisión de los mor´tifagos pues una banda de desubicados iban a profanarla (¿).

     

    Aleera apareció en uno de los oscuros corredores y luego cerró la distancia a pie hasta llegar al lado de su amor, Radamantys, quien había hecho el llamado. Lo observó, aunque el solo podía ver la máscara dorada que cubría su rostro, sabía que era ella.

     

    -¿Listos?

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  23. La evanik sonrió a medida que observó como sus compañeros salían de las celdas y poco a poco desfilaban para la salida, una vez fuera, los mortifagos iban desapareciendo en parejas o solos, pero salían a la libertad,. Unos pocos quedaban dentro entre ellos los AR.

     

    -¡Amor! -exclamó acercándose a Radamantys, tomandolo por los hombros y poniendose en puntillas de pie para besarlo- Creo que estamos, ¿salimos?

    La Evanik vio alrededor, su fuego negro por la cabeza y el expectro cerca, con forma de oso que al lado del nigromante cobró sentido. Sonrió en silencio esperando la respuesta de su amado.

  24. La Evanik siguió al grupo por el interior de aquellos corredores. Los detestaba, recordaba cada una de las veces que estuvo ahí y eso le producía sensación de nauceas. Vio a su amor unos pasos adelante y eso le devolvió un poco la tranquilidad retornándola al presente.

     

    -Fuego negro –dijo apareciendo una bola de fuego por encima de su cabeza, a unos 4 metros de ella quedaría suspendida, esperando las inidcaciones. Luego dijo –Expectro protego – una criatura, como si fuera un gran oso apareció delante de ella dispuesto a protegerla y a quien tuviera pegado, por suerte aquella criatura estaba de su lado.

  25. Sintió el llamado y no dudó en aparecerse. Con su túnica oscura, la varita en mano y la máscara dorada que tenía los labios descubiertos sobre su rostro. Su cabello con un color rojo, cambiado de color exclusivamente para la ocasión, para despistar. Tenía mucha gente que proteger y lo daría todo por ellos.

     

    Allí estaban Patrick Colt y Near, dos buenos compañeros que los guiaron a través de un traslador, un reloj de arena, para llegar a sortear algunas defensas. Estaban en un bosque tropica, bonito en otras ocasiones pero los nervios no permitieron a la joven demonio apreciarlo. Sus compañeros lograron vencer las veelas y Aleera sonrió feliz por ello. El dragón cayó y por último las quimeras para que el grupo pudiera avanzar liberando a los suyos.

     

    Siguió a su grupo para ingresar a Abaddon y lograr sacar de allí a sus compañeros. Respiró profundo y estaba lista para enfrentarlos.

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