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Danyellus Triviani Malfoy

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Todo lo publicado por Danyellus Triviani Malfoy

  1. Danyellus se acercó a la zona trastieda del Mall, bastante impresionado por la enorme extensión de terreno que podía divisarse, pero negándose a quedarse, como una gran cantidad de magos y brujas que allí estaban, con la boca abierta y con cara de i******. Sólo se detuvo un instante, miró a ambos lados con el gesto más neutro posible, y avanzó. Dos magos lo recibieron antes de entrar en el recinto que franqueaban grandes árboles exóticos. -Muy buenos días, señor. Verificaremos su rango social antes de que ingrese y las barreras se activaran de acuerdo a éste- dijo la mujer, con una sonrisa amable que a él le resultó hipócrita. Lo dejó estar y permitió que revisaran sus datos y que le entregaran los formatos adecuados para que realizara sus pedidos. Una vez adentro, notó que ciertas partes del zoológico le resultaban imposibles de accesar, a menos que fuera como visitante. Así, un poco frustrado, llenó dos formularios que entregó a los empleados de túnica azul que se movían por el lugar. Mientras revisaban y confirmaban su información, se daría una vuelta por el resto del lugar, sólo para ver las grandes criaturas que esperaba poder adquirir cuando pasara el tiempo prudente. ID: 71284 Nick: Danyellus Triviani Malfoy Nivel Mágico: V Link a la Bóveda Trastero: - Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 78256 Fecha: 2016-01-05 Nombre del producto: Cruce de Kneazle Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Criatura Catalogación: XX Puntos por unidad: 20 Precio: 1000G Nombre del producto: Jobberknoll Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Criatura Catalogación: XX Puntos por unidad: 20 Precio: 1000G Precio Total: 2000G Total de puntos: 40
  2. Se lo pensó muy bien antes de poner el primer pie en la alfombra púrpura que daba al recibidor del Magic Mall. Los centros comerciales le generaban repelús: cientos o miles de personas, unas sobre otras, en edificios lujosísimos e inútiles, comprando cosas que podían hacer por sí mismas. Como en los viejos tiempos. Si embargo, aquel día, decidió rendirse al asunto. El inútil Ministerio de Magia se lo exigía. Así pues, era la primera vez que entraba en el lugar. Sin embargo, tras atravesar la gran verja, entendió por qué había gente que no salía de allí: el lugar era hermoso. Alistó su monedero y se enfiló directamente hacia uno de los escalones mágicos que lo llevaría, antes que nada, al Primer Nivel. De una larga lista de cosas que necesitaba compraría primero algunos objetos y después pasaría, quizá, por la sección de mascotas. El Castillo Triviani se había cnvertido en una ruina tan solitaria que necesitaría entretención y alguna compañía así que, lo llenaría de objetos entretenidos, y también de gatos y algunos otros animales llamativos. Sería el loco de los gatos, quizá. Una vez en el Primer Nivel, volvió a molestarse por la cantidad de gente así que, pensando en acortar su visita en el lugar, se dirigió al Catálogo,.. La chillona voz que lo saludó desde el gigantesco libro lo desanimó por completo. Decidió rebuscar por su propia cuenta y hablar con la fea mujercita de túnica azul que llevaba el nombre "Wanda" en la pechera. -Vengo por algunas cosas- la saludó con cierto fastidio en la voz. Ella lo captó y con un gesto de fastidio equiparable le señaló el libro de registro. -Buenos días, caballero- le respondió, con el tono aleccionador de quien busca al menos un saludo de cortesía -Lléne el formulario con los objetos que desee y con gusto los buscaré para usted- Él se limitó a mirarla de arriba a abajo, molesto ahora también por el descaro de la mujer al hblarle de ese modo y se dispuso a llenar el formulario. ID: 71284 Nick: Danyellus Triviani Malfoy Nivel Mágico: V Link a la Bóveda Trastero: - Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 78256 Fecha: 2016-01-05 Nombre del producto: Pensadero Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AAA Puntos por unidad: 40 Precio: 2000G Nombre del producto: Águila de la Sabiduría Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AAAA Puntos por unidad: 80 Precio: 4000G Precio total: 6000G Total de Puntos: 120 -Gra-cias- le dijo entonces a Wanda con un dejo de desprecio, entregándole el formulario y viéndola alejarse a buscar sus compras.
  3. Hola De nuevo estoy tanteando por aquí así que, leyendo tooodas las reformas y tratando de entender el asunto, creo que debo elegir dos de los cuatro conocimientos que tenía antes, más el que adquirí ¿verdad? En tal caso: Enlace a ficha: http://www.harrylatino.org/topic/78146-ficha-de-danyellus-triviani/ Conocimientos: Artes Oscuras, Idiomas + Leyes Mágicas (Adquirido) Ahora, no sé si vaya aquí o si la pregunta debería hacerla en otro lado pero, de acuerdo a la tabla de conocimeintos por niveles, ¿el conocimiento que ya había adquirido y que estoy protegiendo (Leyes Mágicas) entra en el conteo de sólo uno cada tres niveles, equivalente al que hubiese adquirido en nivel I? ¿O con mi actual nivel V podría cursar dos más (uno por el nivel I y otro por el de nivel IV)? Gracias :3
  4. - ¿Qué me has preparado? Danyellus quedó petrificado entre una vaharada de vapor perfumado al escuchar la voz ahogada de su madre. Su mano quedó agarrotada en el pomo de la puerta mientras su mirada, por completo desorbitada, atravesaba irremisiblemente la espesa y caliente neblina para toparse con los turgentes y redondos senos de la Black, pálidos y cubiertos por larguísimos mechones de pelo de color sangre. El de Alyssa era un cuerpo joven, torneado y firme... El tiempo se detuvo durante el breve instante en el que los ojos de ambos se encontraron y entonces, de repente, se reanudó a toda velocidad. -¡DANYELLUS!- -¡MADRE!- El chico pasó saliva a toda prisa, horrorizado; volteó la cabeza en el mismo instante en que ella se cubría apresuradamente con un albornoz o quizá con alguna toalla. Al mismo tiempo un breve estampido antecedió la aparición de un Chuck que, de forma angustiante, había llegado con treinta segundos de retraso para evitar el encuentro. El elfo, sin embargo, sólo hizo todo más incómodo: cayó patosamente en el interior de la tina debido al piso húmedo, salpicó todo de agua jabonosa y terminó haciendo que el demonio, en su afán por salir, trastabillara en el interior del baño. Cuando reaccionó ya era muy tarde. Aún así, cerró los ojos, apretándolos con mucha fuerza. Se sentía patético con la piel humedecida por el vapor caliente, la ropa mojada allí donde el piso lo había recibido, y completamente incapaz d emoverse. Trató de hablar, tartamudeando como un idi***. -Yo... yo... yo...- atropellaba todas las palabras -Lo siento. En verdad... lo siento. Jamás olvidaría aquella imagen.
  5. El camino que había llevado desde Ottery hasta el Castillo dejaba ver el paso del tiempo: ya no existía, como tampoco existía ya el letrero en el pueblo que había indicado la dirección de la residencia. El camino, era ahora apenas una sombra de tierra apisonada, cubierta por hojas, hierba y sobre la que hierbajos, matojos y árboles empezaban a tomar posesión. La atmósfera de abandono que había percibido en su última visita se mantenía en todo el lugar. Los terrenos del Castillo, aunque cuidados, tenían el césped más alto de lo que jamás se habría permitido antes; las hermosas fuentes de mármol, que ya no cantaban, estaban secas y llenas de verdín y polvo y; pequeños brotes de nuevos árboles nacían aquí y allá, donde la naturaleza trataba de reclamar lo que alguna vez le había pertenecido, tanto si la magia protegía el lugar como si no. En las ventanas, aunque limpias, podía verse desde muy lejos una pátina producida tal vez por la soledad. El candado de la verja de entrada, empero, no estaba. Ni eso ni las maldiciones que impedían la entrada a personas ajenas a la familia. Le pareció extraño. ¿Habría llegado alguien? La hermosa cáscara vacía del castillo se veían tan solitaria como era usual pero Danyellus percibía algo diferente esta vez. Un muy ligero ardor en el cuello, como el recuerdo de una presencia que, él sabía, no estaba allí. Se encaminó al edificio principal pensando en cabelleras borgoña y en ojos ora azules, ora grises. No las veía hacía mucho tiempo pero sabía que seguían afuera, en algún lugar. Un solo Chuck le recibió esta vez con una exageradísima reverencia, apropiada pra su dueño y señor. ¿Cuántos de ellos quedarían ahora?. Le tiró encima la empolvada y raída capa de viaje, sabiendo que el elfo la tiraría y le daría una nueva cuando se la pidiera. Aunque todo estaba limpio, se adivinaba un aire pesado y herrumboso. -¿Hay alguien en casa?- preguntó, sospechando más a cada paso. El ardor se hacía más y más intenso... -La ama...- empezó a responder el elfo, mientras Danyellus sacaba la varita. No era necesario que dijera más; sus sospechas estaban confirmadas. Se rascó un poco el cuello. No había tenido esa sensación, tan fuerte, en mucho tiempo. -Dale de comer a Sinh y ordena que preparen algo para mi. Madre está en su habitación, ¿verdad?- -Así es, mi señor. La ama llegó hace poco y pidió que le alistaran una tina y comida. Ha de estar...- El demonio no había escuchado ni la mitad de las explicaciones del elfo. Sólo se dirigió hacia las escaleras, buscando las puertas dobles que daban entrada a la habitación de Alyssa... -¡Amo! Debería usted esperar a que la ama...- el elfo se interrumpió y se llevó las manos a la boca, consciente de acababa de decirle "debería". El ojiazul no le hizo caso. Estaba absorto siguiendo aquella indicación extrasensorial que le indicaba en dónde se encontraba la mujer... no pensaba, o no lo hizo sino hasta que aporreó la puerta del baño y se dio cuenta de a dónde había entrado y del error que acababa de cometer. El elfo había dicho algo como "tina"...
  6. Hola todos! Vengo a hacer un poco de gestión, ya que estamos intentando revivir :3 Alejandra, ¿te importaría si lo pasamos al italiano? Sería "Signorina Polvere da Sparo" o sólo "Polvere da Sparo", que es "Pólvora" según el traductor de Google, obvio, porque yo no sé italiano xD Y Eto... Todos esos son nombres que pones son de mujeres que estuvieron relacionadas con las mafias reales de Italia, no son apodos xD La idea acá es que tengamos "alias", como nombres en clave, que tengan alguna relación con nuestros personajes. El de Aland, por ejemplo traduce "La Loca Roja" por que está loca y por el color de su pelo. Y Aly es la "Reina de Corazones" porque es la jefa de la familia. Si acaso, yo te recomendaría que te quedes con "Pupetta", que traduce "Muñequita" (y que podría ser la forma cariñosa en que tu buen padre te llama (?) xD ), pero sin el apellido de la tipa esa o.o *huye*
  7. Chuck Abrió la puerta extrañado. El Castillo no había recibido una sola visita en años; y a pesar de que los elfos intentaban mantenerlo en pie, el abandono general del lugar se notaba. Las verjas oxidadas estaban cerradas a cal y canto hacía tiempo, el césped crecía en desorden por todas partes y los árboles empezaban a crecer sin orden ni concierto. Las fuentes de los jardines estaban apagadas y cubiertas de verdín y hiedra, y todas las ventanas del lugar, aunque limpias, dejaban notar el paso del tiempo. Incluso, recordó, una de las cabañas del bosquecillo que circundaba la propiedad y que los patriarcas habían usado en tiempos como refugios para sus amantes, se había derrumbado hacia algunos meses. Pero claro, no era sino que amo Danyellus apareciese por primera vez en años en Ottery, para atormentarlos un poco a él y a los demás Chuck y para que el Castillo entrara en alguna actividad. ¿Se habría enviado alguna señal automática al Ministerio de que había alguien en el lugar? Pero antes de poder seguir en aquella línea de pensamiento, Chuck se notó que, para su sorpresa, las visitas no eran para el patriarca peliblanco, que estaba ocupado haciéndle cariños a una Malfoy en el Salón, sino que eran dos muchachitas extrañas que buscaban a Etoile... aquella joven rara que había sido adoptada poco antes de que los Triviani se largaran del país. -Yo... no sé dónde esté la señorita Etoile- saludó el elfo haciendo una reverencia mínima -No os conozco señoritas pero debéis ser nuevas en el pueblo si no sabeís que el camino al Castillo Triviani lleva cerrado mucho tiempo y que nadie vive en este lugar incluso antes de eso...-
  8. Hacía tanto tiempo que no tenía contacto físico con ningún ser, que el más mínimo roce ahora se le antojaba extraño. Aún recordaba cómo era aquel jugueteo, claro; no era tan malo en ello. Pero desde hacía mucho, su lujuria así como cualquiera de sus impulsos eran tragados por un remolino de violencia que sólo se satisfacía, y no por mucho, con las esporádicas orgías de sangre, acero y magia en las que se dedicaba a segar vidas. Así pues, el toque de la Malfoy le arrancó sensaciones contradictorias. Por un momento pensó en lavantarla de la silla de un tirón, estrellarla contra el mármol, y arrancarle la cabeza pero se contuvo. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Matarla? No, no a ella, no tenía sentido. ¿Llevársela a la cama? No parecía muy sensato pero ninguno de los dos pondría muchas pegas... Sin embargo, cuando el tono y las palabras de la mujer cambiaron, el asunto dejó de tener importancia en su cabeza y él se obligó a prestarle alguna atención a lo que le decía. Al menos el gesto de la banshee parecía tener ahora un aire de seriedad. -¿Y qué podría concernirnos a ti y a mi a la vez?- le preguntó sin creérsela del todo. A menos que se tratara de Gyvraine, no podía pensar en otra cosa que tuvieran en común ellos dos y a esa mujer sí que quería decapitarla. Aparte de ella, los dos habían dejado la Marca hacía mucho tiempo y los asuntos de los mortífagos apenas si les tocaban, muy de vez en cuando. Por lo demás eran amigos, claro, pero no parecía tratarse de eso... amantes ocasionales también, o por lo menos lo habían sido pero tampoco era el asunto. ¿Había algo que olvidaba? -¿Qué es eso tan serio que te impide divertirte un poco?- terminó por decirle a la banshee con una media sonrisa torcida y burlona.
  9. Danyellus se devolvió sobre sus pasos, en dirección al Salón, caminando tras de la rubia que tan groseramente rechazaba las sobras que se le ofrecían. Era más de lo que recibirían la mayoría de los Malfoy en aquel lugar. ¡Qué descaro! Los finos labios se le curvaron en una sonrisa al verla contonearse hacia el sillón y dejarse caer en él. Entre tanto, las puertas del Castillo volvieron a cerrarse. Si la Malfoy tenía los redaños para buscar lo que no se le había perdido, él también sabía jugar aquel juego. -Tal vez me des miedo, Malfoy, el día que te conviertas en un maldito nundu- le susurró él, acercandose al sillón por detrás y recorriéndole la mandíbula con uno de sus largos y blancos dedos. -Pero por ahora creo que sólo quiero saber qué haces aquí y cómo demonios me encontraste. He tomado mis precauciones para no ser fácilmente localizable, ¿sabes?- Por su parte, Sinh bufó y le enseñó los dientes a Rocío al escucharla referirse a ella como una alimaña. La gata era sumamente orgullosa y definitivamente no era un bicho al que conviniera tratar mal así que, tras mirar al animal con un gesto de lo más conciliador, el Triviani se pasó la lengua por uno de los largos colmillos y acto seguido rozó con ellos la piel de Rocío, cerca de su cuello. -No te conviene molestar a la gata, ni mucho menos a mi familia. Recuerda bien en qué Salón estás sentada. Ni siquiera estando vacío, el Castillo va a permitir que nuestro apellido sea dilapidado... y mucho menos por uno de tu calaña- su voz era suave, o tan suave como puede serlo un terciopelo tenso que envolviera un cuchillo. Rocío sabía que no era una amenaza velada. Simplemente los Triviani no se llevaban con los Malfoy y aunque el mago tuviera sangre Malfoy, siempre había reivindicado como superior el linaje italiano de su madre. Lo gracioso era que la madre de la rubia era también una Triviani, pero ni ella ni su hija utilizaban el apellido - En cualquier caso no creo que haya mucho en la despensa, en realidad. Por si no lo habías notado, los Triviani dejamos Ottery a los buitres en cuanto empezó a caerse a pedazos. Pero siempre puedo ofrecerte muchas otras cosas mi querida Malfoy...-
  10. Nunca llegaría a saber si el agradable sopor en que se había sumido fue finalmente deshecho por la rasposa lengua de Sinh que le pringaba los dedos con la sangre humana de su reciente festín, si había sido el rasgar estrepitoso de unas uñas contra uno de los remaches de metal de la puerta principal del Castillo, o la aparición del Chuck que, inclinado, le informaba que "la señorita Rocío Malfoy" se encontraba afuera del edificio. En cualquier caso, como si de una confirmación se tratara, el demonio escuchó la voz de la mujer a la perfección, exhortándolo a abrirle. -Esa chica es muchas cosas pero, definitivamente, "señorita" no es una de ellas- barbotó él entre dientes. ¿Debería levantarse para recibirla personalmente o con mandar a un Chuck bastaría? Seguramente la Malfoy se tomaría como una ofensa la segunda opción pero, dadas las circunstancias, el Triviani se sentía tentado de enviarle al elfo, con las sobras de Sinh embaladas en papel, simplemente para molestarla. ¿Hacía cuánto no la veía? El tiempo era una variable extraña para él pero tenía buenos recuerdos con aquella endiablada mujer. Al final decidió apersonarse en la puerta y una vez que los elfos la hubieron abierto, miro de arriba a abajo a la banshee. Aunque más pálida y delgada que lo usual, seguía siendo tal como él la recordaba; era sin dudas una mujer hermosa aun cuando el hambre se dejaba notar en su naturaleza sobrenatural así que, como los despojos de la cena de su gata siguieran en mitad del vestíbulo, el demonio saludó a la mujer señalándole la masa de carne ensangrentada. -Tienes una pinta horrorosa, Malfoy, pero puedes servirte- le dijo, mirándola con una sonrisita torcida y enseñándole los viejos colmillos de vampiro que, aunque ya no servían para su inicial propósito, aun resultaban útiles en algunas ocasiones. Eran amenazantes sin duda, y afilados como un cuchillo. Un arma de último recurso. Sin embargo, las preguntas se amontonaban en su cabeza ¿Qué hacía allí Rocío Malfoy? ¿Cómo había sabido encontrarlo si, horas antes, ni él mismo sabía que iría al Castillo Triviani? Tenía que mantener la calma. Ella no tenía nada que ver con la oscura Artemisa ¿o si? La maldita diosa los seguía a todas partes. Los músculos de todo su cuerpo estaban tensos, listo para un ataque imprevisto. Primero debía asegurarse de qué intensiones traía consigo la muchacha. Ya después podría averiguar más detalles...
  11. Mucho, mucho tiempo después Un ligero 'crack' fue lo único que antecedió a su aparición. Se sentía una atmósfera de abandono en el lugar; los terrenos del Castillo, aunque cuidados, tenían el césped más alto de lo que jamás se habría permitido antes, las hermosas fuentes de mármol cantaban con un eco apagado y pequeños brotes nacían aquí y allá, donde la naturaleza buscaba reclamar lo que era suyo, tanto si la magia protegía el lugar como si no. En las ventanas, aunque limpias, podía verse desde muy lejos una pátina producida tal vez por la soledad. La verja de entrada, por su parte, estaba cerrada con un inmenso candado y la sombra de varias maldiciones. Sólo quienes conocieran y fueran bienvenidos por el Castillo podrían encontrarlo. El camino que había llevado desde Ottery hasta el Castillo, en cambio, si que dejaba ver el paso del tiempo: ya no existía. Apenas era una sombra de tierra apisonada, cubierta por hojas, hierba y sobre la que hierbajos, matojos y árboles empezaban a tomar posesión. Danyellus sonrió con un dejo de tristeza. Aquel lugar que había rezumado vida ahora era poco más que una hermosa cáscara vacía. Incluso el letrero que conducía hacia el Castillo había sido retirado de su lugar en el camino principal que llevaba hacia Ottery St. Catchpole. ¿Aún quedaría alguien que se acordara de los gritos que solían inundar las proximidades del lugar? ¿alguien a quien el apellido Triviani aún le hiciese recorrer un escalofrío por el cuerpo? Lo dudaba. Los magos no solían tener vidas largas a menos que como él estuviesen malditos y la mayoría de los que podían recordar casi siempre preferían no hacerlo. El demonio se dirigió al edificio principal pensando en cabelleras borgoña y en ojos ora azules, ora grises. No las veía hacía mucho tiempo pero sabía que seguían allí afuera, en algún lugar. Dos Chuck le recibieron con exageradas reverencias, sin un solo dejo de sorpresa y sin mediar palabra alguna; algo que agradecía. Odiaba a esos bichos pero, ya que aquel día se encontraba de una singular nostalgia, no les hizo nada. Quién sabía cuántos de ellos quedaran. La capa de viaje se evaporó de sus hombros apenas pisó el vestíbulo. Estaba limpio, magnífico; como si no hubiera pasado un solo día en desuso, pero se adivinaba un aire pesado y herrumboso. -Sinh- susurró. La gata apareció entre sus tobillos con un sonido similar al de la seda deslizándose. -Tengo algo para ti, hermosa- Los trozos destripados de lo que parecía haber sido una pierna humana cayeron en medio del vestíbulo con un desagradable crujido, dejando una fresca y desagradable mancha carmesí sobre el enlucido mármol. Los Chuck limpiarían después. Así pues, mientras la gata se relamía y se deleitaba con el pequeño festín, el Triviani siguió caminando hacia el interior del Salón principal. Sus pasos eran sordos pero producían una ligerísima reverberación en el espacio completamente vacío. Todo el mobiliario estaba cubierto por sábanas blancas aunque no hubiese ni una sola mota de polvo en el ambiente. Retiró una con gesto teatral: la de su sillón favorito, frente al hogar que se encendió sin leña, con un fuego azul, cálido y acogedor. Así, en un silencio roto sólo por el lejano juguetear de la gata con su comida, el mago cerró los párpados. No dormía, jamás lo hacía, pero podía sumirse en la ligera quietud cargada de recuerdos que aquel lugar le producía...
  12. -¡AMO! ¡Mi Señor Danyellus! ¡La Ama está de vuelta en Ottery!- -¡Crucio!- bisbiseó el demonio dirigiendo la varita hacia el feo Chuck que acababa de aparecer ante él, en la oscura sala de estar de sus dependencias, en el antiquísimo Castello di Triviani -Y como seguramente ya ha enterrado sus tacones en la cabeza de algún Chuck, vienes a buscarme ¿no? Te ordené encontrarla hace meses, criatura buena para nada- Viéndolo agitarse entre espasmos, sin embargo, el demonio notó que el elfo intentaba decir algo más mientras babeaba y bizqueaba así que espero paciente, disfrutando del espectáculo con una sonrisa sardónica y trenzándose el largo y platinado cabello. -Cas...tillo... Black- El gesto de Danyellus se trocó en una mueca de fastidio. Odiaba ir a ese lugar así que, antes de desaparecer, pisoteó los dedos de ambas manos del Chuck. Con algo de suerte, partiría seis o siete de ellos. -Te espero allá en diez minutos, alimaña. O dejaré que Singh se divierta contigo- Tras oír su nombre, la gata birmana se estiró sobre el sillón azul en el que se encontraba hecha un ovillo y ronroneó, maliciosa, en dirección al Chuck que la miró aterrado, haciendo caso omiso de la masa amorfa en la que se habían visto transformadas las falanges que ahora debía recomponer en menos de cinco minutos (si se tardaba más que eso, seguramente sería castigado de nuevo, a menos que su amo se encontrara de muy buen humor lo cual, tomando en cuenta el motivo de su visita, era muy poco probable). Mientras el Triviani enarbolaba la varita, la gata, por su parte, saltó y trepó hasta su hombro y bufó al sentir el tirón de la desaparición conjunta. Continúa en el castillo Black (Error de posteo): http://www.harrylatino.org/index.php/topic/101404-castillo-black-mm-b-97834/?p=4782207
  13. La sangre era dulce; un olor ferroso que se prendía a sus labios, a la piel de sus manos, a sus anticuado ropajes, como miel. Danyellus se encontraba en éxtasis, regodeándose en las almas que consumía para Artemisa, cuando sintió un tirón de algún lugar en la lejanía, sangre que llamaba a la sangre; un cántico mal hecho pero cuya urgencia era lo suficientemente fuerte para funcionar. Odiaba ser invocado como si se tratara de un diablillo más, así que no hizo el menor esfuerzo por ponerse presentable, sino que simplemente desapareció, embadurnado de escarlata de pies a cabeza y con un gesto agrio en el rostro. ***** Los espejos de la habitación se opacaron con zarcillos de una niebla oscura que envolvió el lugar de repente, en torno al complejo círculo de invocación que se había trazado en el suelo y de donde, con toda la teatralidad del caso, surgió el demonio Triviani para encontrarse con los ojos de aquella muchacha cuya madre él apenas si recordaba. De hecho, Danyellus a veces albergaba dudas de que la chiquilla fuera hija suya realmente aunque ella tenía pruebas sobradas de serlo. La pálida rubia se acercó al ojiazul con todo descaro antes siquiera de que la invocación terminara y le rodeó el cuello con los brazos en un arranque de coquetería incestuosa que, de alguna forma, no resultaba incoherente entre los Triviani. Acto seguido, la chica lo besó y él, sin reparo, le devolvió el beso. En otro tiempo se habría cortado de hacer una cosa como aquella, pero había pasado tanto tiempo entre demonios, que todo le daba igual. -¿Qué es lo que quieres traidora?- La saludó. Y antes de que la chica pudiera hacer otra cosa que abrir los ojos ante la acusación, él siguió con la perorata -Si, aunque me haya marchado tengo información sobre lo que ocurre en este pueblo abandonado por la mano de dios y no me gusta nada lo que ha llegado a mis oídos sobre vos, Etoile- Mientras lo decía, empero, la puerta del salón se abrió, interrumpiendo la conversación, y dando paso a una muchacha que no le era en absoluto desconocida a Danyellus; una niña llamada Leah que era precedida por uno de los Chucks del castillo. Los ojos de ambos se desorbitaron de terror al ver al patriarca pero mientras el Chuck palidecía, el rostro de la chica se tornó color granate. -Etoile... Señor Triviani...- ¿Señor Triviani? ¿Quién era ese? Debía suponer que semejante apelativo se refería a él mismo, dado que no había nadie más en la habitación salvo las mujeres y el elfo pero rayaba en lo ridículo. Estuvo a punto de echarse a reír como el desquiciado que era, y lo habría hecho sin la menor compasión, de no ser porque las palabras se agolpaban en la boca de la joven Leah y salían a borbotones de sus labios, ajena a la comprometedora posición en que se encontraban Etoile y Danyellus, envueltos en un abrazo que tenía bastante poco de filial... o mucho, según cómo se tradujese el término. ― Quería pedirle su aprobación para casarme con su hija y, si es así, me gustaría saber si te gustaría casarte conmigo, Etoile.- En aquel punto, el demonio no pudo contenerse más y sus carcajadas reverberaron por la habitación. No pretendía ser cruel en realidad, pero tanto la propuesta de la chica como la petición de mano eran tan inocentes, tan sencillas y tan pudorosas, que eran risibles. -¿Y por eso tanto escándalo? ¿Por esto me has convocado de tan grosera manera, Etoile?- preguntó, soltándose del agarre de su hija -Sabes que no necesitas mi aprobación para casarte con quien te de la gana; y esta chica tan pudorosa no merecía que la hicieras pasar por semejante cosa. Pero me gustan estas formalidades anticuadas así que responderé a ello como se debe. Chuck, trae de inmediato algo de té y ofrécelo a las señoritas. El elfo desapareció y apareció casi de forma instantánea, con una bandeja de té y galletas muy inglesas, mientras el demonio trocaba su ropa y aspecto por algo pulcro y limpio; algo que habría venido mejor en una corte del siglo XVIII que en la actualidad, como era su costumbre. -Miss Leah- se dirigió a la chica siguiendo las respetuosas formas con que ella había iniciado la conversación, -Por supuesto que cuenta con mi aprobación para casarse con la chica pero, le advierto si no lo sabe, que no sólo está loca como corresponde a su estirpe, sino que muy probablemente no ha de ser la esposa más ejemplar que haya- Tales palabras le valieron un buen pisotón, muy mal disimulado, de parte de Etoile pero ¿qué importaba? Al menos esta vez había sido convocado para algo divertido.
  14. -Oh, ¡Qué bonito! ¡Una reunión familiar!- saludó Danyellus con sorna, apoyado contra el arco de ornamentada madera que daba paso desde el vestíbulo del castillo hacia el Gran salón. Había estado en las cocinas, buscando algún veneno abortivo que proporcionarle a su madre y olvidado por completo del Ministro ruso que se desangraba en las mazmorras, cuando un Chuck había ido a informarle que Lord Cubias se encontraba en los terrenos del castillo. Aquello era algo digno de verse. ¿Aquel hombre seguía vivo? Había desaparecido mucho tiempo atrás dejando a la familia Malfoy y al antiguo casino de la Trifuerza ahogados en deudas. -Y apesta a Malfoy- murmuró, tras ver a Cubias y a Alexander. El demonio sostenía una copa con vino en una mano mientras que el otro brazo lo ocupaba Sinh, su dorada gata, que había bufado en cuanto había olido que Apocalipsis se encontraba en el Castillo. La salamandra en el cuello del Triviani palpitaba con fuerza ante la presencia de su tía y su prima. Sólo hacía falta que apareciera Alyssa para completar el bonito cuadro familiar. Aparte de los presentes, eran pocos los Triviani que quedaban. -Debo decir que esa otra forma te luce más, Candela- le sonrió a su prima, empleando el tono de voz que usaría para dar un cumplido -Ya sabes, la de las espinas y las garras y la baba. Va más contigo... aunque eso no explica porque te dedicas a traer vagos ahora. El i****** que se pudre en las mazmorras, aquel ególatra... el Gorrión de la Muerte o como se haga llamar que está en la otra habitación y ahora este... ¿Haces puntos para las hermanitas de la Caridad?- La gata entre sus brazos se agitó y se bajó de un salto para acercarse a Apocalipsis, bufarle, y lanzarle un zarpazo. La bestia rosa, a su vez, le lanzó una dentellada con aquellos colmillos monstruosos que tenía. Los dos animales se odiaban a muerte pero parecían comunicarse de algún modo porque de inmediato empezaron a olfatear a Cubias con enfermiza avidez. Danyellus ensanchó su desquiciada sonrisa mientras se bebía el contenido de su copa de un trago. De no ser porque su gata ya estaba molestando al conejo, Danyellus habría aprovechado la oportunidad para meterse con Aland; cuya piel había adoptado un tono escarlata que no pegaba nada bien con el rojo de su cabello. En realidad, sólo le faltaba echar humo por las orejas para que pareciera haber tomado una poción pimentónica. Y aunque fastidiarse era una obligación casi filial entre ambos, el demonio se hacía una buena idea del motivo por el que su tía se encontraba tan colorada: ver aparecer a su ex no era en absoluto la mejor experiencia que desearle a nadie. Así pues, volvió dirigirse a Candela. -Si lo vas a despedazar para alimentar a Sinh o a ese maldito bicho que la loca de tu madre llama conejo, ponlo en la cocina, donde sólo estorbe a los Chuck. Si los animales quieren hacer un desmadre de sangre con él creo que no queremos ese reguero en el vestíbulo.... Y si lo traes para que sea uno de tus amantes, deberías ponerlo en tu torre donde no fastidie a nadie- Lo que ninguno se esperaba era que en aquel momento entrara una riada de visitantes Malfoys al Castillo, encabezada por aquella mujercita que se hacía llamar Goshi.
  15. Chuck con Anne y Darla Chuck se retorcía los dedos ante sus visitantes, sabiendo que si se iba de la lengua, el elfo que iba a terminar en el horno iba a ser él mismo. Sin embargo, tampoco podía escaquearse de su función como servidor ahora que había atendido a la puerta ni tampoco podía sacar a las mujeres de allí con cajas destempladas. Si se atrevían a acercarse al castillo para ver si había problemas, de seguro se trataba de mortífagas encubiertas. Así pues, maldiciendo su suerte, Chuck supo que hiciera lo que hiciera, en cualquier caso, iba a tener que pillarse las orejas con la plancha como mínimo. Ya que no podía tratar mal a las visitantes, el elfo hizo una profundísima reverencia y las invitó a entrar en el vestíbulo, entornando la puerta lo suficiente para que las mujeres pudieran entrar. -Chuck no promete nada pero verá si algún miembro de la familia puede recibirlas. Los patriarcas se encuentran algo... ocupados en este mismo instante- murmuró el elfo, retorciéndose ahora el dobladillo del enorme paño de color azul que llevaban por uniforme todos los Chucks, y que tenía el blasón de los Triviani bordado e la pechera. Como para corroborar sus palabras, un nuevo grito estremeció el castillo. Lo que fuera que estuvieran haciéndole los amos a aquel ruso, no era nada envidiable. Tras un estremecimiento, Chuck hizo caso omiso del grito y siguió hablando con las mujeres -Pero creo que la señorita Candela subió a atender otro asunto. Tal vez la ama puede venir...- Y así, temiendo las represalias de la ama Candela, Chuck fue a aparecer ante ella para decirle que dos damas se encontraban en el vestíbulo del castillo. Realmente prefería enfrentarse a uno solo de los cabezas de la familia, aunque esa fuera Candela, que a tres de ellos a la vez. Máxime cuando los otros tres se encontraban torturando a un hombre en las mazmorras. Danyellus en las mazmorras Patrick Colt había cometido un grave error al acercarse al castillo Triviani y ordenar la presencia de Candela. La chica se lo haría pagar caro. Pero mientras ella lo solucionaba, la más joven de las matriarcas les había dejado al Ministro ruso allí en el suelo y sin mucha información. Así pues, aburrido y sin querer enfrentar el silencio de su madre o la locura de su querida tía, el demonio se acurrucó junto a la mano de Petrov, hizo aparecer un cascanueces con forma de soldadito, e insertó uno de los dedos del hombre en la boca de la figura antes de activar el instrumento. El grito que el hombre dio fue espeluznante. Su dedo índice estaba destrozado más allá de cualquier curación. ¿O aún podría una experta sanadora como Aland hacer algo? Danyellus le sonrió con un gesto infantil antes de accionar la herramienta una segunda vez, en el mismo dedo.. -¿Va a decirnos la razón real por la que mi querida prima lo ha traído Señor Ministro? Candela nos lo contará igual, pero no será tan amable como lo ha sido hasta ahora si le colma la paciencia- El hombre lo miró con desmayo, con un gesto de incredulidad. Ahora sabía por cierto que aquella era una familia de locos y de seguro ahora podía deducir que no saldría vivo de allí jamás.
  16. Pues... yo me aso a aceptar como hija a la chica hero: Que si no me va a fastidiar y dar de latigazos hasta que le diga que si (?) ;_; xDDDDD Y bue, bienvenida a la familia pequeña Toilet. Ahora debes convertirte en una buena mafiosa, molestar a la tia Alanda y hacer rabiar a la prima Candelosa *0* Si eres hija mia sería muy extraño que también fueras padawana e____e Whatevah... Benvenuta nella famiglia *mueve la mano juntando las yemas de los dedos mientras un Chuck le pone un sello a Toilet ne la frente* Te pondremos en el árbol en cuanto Alyssa se pase por acá xD *va a acosar a Agus* Y... ya llené las líneas así que *huye*
  17. Nuestras matriarcas y yo estamos algo desaparecidos, lo sé, pero vamos a ver si con el mínimo de tiempo libre que tenemos los cuatro podemos restaurar la familia :3 Nuestro pobre árbol genealógico está siendo podado y re-podado xD La culpa la tienen los estudios muggles ;_; Creces y te arruinan el juego (?) xDDD Como sea, me paso por aquí a subir nuestro topic de registro que está acumulando polvo ññ Trivianis que estén vivos, anden a reclutar, adoptar y parir hijos como los conejos que deberían ser o.ó
  18. Con más éxito del que ella misma de seguro había esperado, la tensión en la habitación sufrió un giro inesperado: Si antes habían sido tres leones decidiendo como enfrentarse a un igual, ahora eran cuatro fieras mirando a una solitaria e indefensa liebre ártica en mitad del desierto. Los ojos de los cuatro Triviani se clavaron, todos a la vez, en el hombre que colgaba del siniestro candelabro de calaveras que decoraba la mazmorra. Por supuesto, Candela ya había hecho un poco de las suyas pero era apenas nada: el hombre estaba aterrado y envuelto en harapos y sangre; le faltaban tres dedos y tenía cortes y magulladuras aquí y allá. Poco más. -Señor Petrov...- empezó Alyssa dirigiéndose al prisionero. El ojiazul ya había supuesto quién era el degradado mago pero aquello se lo confirmó. Los nudillos se le blanquearon un poco más al asir la negra varita mágica entre los dedos de la mano derecha. -¿Es ésta una ofrenda de paz querida prima?- bisbiseó Danyellus devolviendo los ojos a la figura de Candela -Ya sabes... ¿en lugar de tu cabeza?- bromeó, haciendo uso de las palabras que ella misma había intercambiado con el hombre en distintas lenguas del este de Europa. Si la chica no le había dejado en claro que podía olvidarse de cualquier esperanza, la sonrisa vulpina del patriarca y las emponzoñadas uñas de Alyssa lograron que el prisionero emitiera un gemido. -En verrrdad su familia estarr loca ¿verrrrdad?... En verrrdad son ellos los que pusierron prrecio a su cabeza, señorrita... cómo puede....- enseguida, un chillido inhumano escapó de la garganta del hombre. Seguro el sonido llegaría hasta las calles de Ottery pero nadie en sus cabales se acercaría al Castillo donde aquellos sonidos eran más que usuales. -Felicitaciones señor Ministro, ¡ha acertado usted!- aplaudió Candela entonces, como una chiquilla sonriente a la que le hubieran regalado un caramelo, totalmente ajena al terror que inundaba al hombre en aquel instante -Ya le dije que si temiera por la unión entre mi cabeza y mi cuello no sería debido a los suyos- -No le des tanto crédito al hombre, madre-empezó Dany, haciendo como si Petrov no estuviese allí -Es poco lo que sé a ciencia cierta pero tengo entendido que iba a por la mafia inglesa, no la italiana. Sólo que el pobre i.diota no hizo bien su tarea antes de ir tras un pez que ya había sido tragado por uno más grande- En mayor o menor medida, todos sabían qué hacía allí Petrov, excepto tal vez por Aland que poco y nada se interesaba en las finanzas familiares. Los rusos habían hecho un buen trabajo rebanando las cabezas de las mafias del norte y el este de Europa y aquello no les había importado mucho a los Triviani. Una Familia menos era un nuevo mercado para ellos pero, desde algún tiempo atrás, los rusos habían empezado a alargar sus tentáculos y a obstruir a la más antigua de las Familias. Al parecer, Candela había decidido tomar cartas en el asunto personalmente y Danyellus se empezaba a asombrar de lo mucho que la chica empezaba a parecerse a una mercenaria o una asesina a sueldo en lugar de la gitana que pregonaba ser. -Muy bien "primita"- la felicitó el peliblanco -Pero dinos... ahora que has atraído a toda la comunidad mágica rusa tras nosotros, ¿qué pensabas hacer con este pobre des.graciado?- El ojiazul antes se cortaría una mano que concederle a Candela el crédito que se merecía y ella lo sabía bien. Una sonrisa tensa cruzó los rostros de ambos, insinuándose mutuamente cuánto deseaban clavar un cuchillo en las entrañas del otro. Mientras tanto, el Ministro de Magia ruso profería un nuevo chillido. A ese paso, Alyssa lo mataría o lo volvería loco antes de que les fuera útil.
  19. Hola? o.o Pues gracias por la actualización... I guess xDDDD No me imagino la enorme cantidad de trabajo ._. Y se siente taaan raro pero será cuestión de costumbre, como siempre :3 Aparte de las quejas sobre lo blanquísimo (xD), quería inaugurar la zona de preguntas :3 Para qué es la conexión con Facebook o con Twitter? Como funicona? Si la hago, afectará mi perfil de fb? Es necesario hacerla? Puede deshacerse en caso de hacerla efectiva yq ue no me gusten sus efectos? xDDDD Por ahora eso Gracias *huye*
  20. Un suave remolino de viento agitó las casi desnudas ramas de los árboles que habitaban el bosquecillo de los terrenos Triviani antes de que una tromba oscura pasara por encima de las copas deshaciendo la paz del paisaje; una tromba que siguió su camino, sin inmutarse, hasta planear sobre el castillo y tomar forma humana en la azotea de una de las torres principales. En cuanto sus pies tocaron el suelo de piedra, el viento agitó los platinados cabellos de Danyellus y él, con gesto plácido, abrió los ojos a Ottery St. Catchpole. Otoño era su estación favorita del año junto al Invierno. La vista era maravillosa; una colección de rojos, ocres y dorados contra el cielo naranja del atardecer y, aunque el olor de las hojas pudriéndose podía llegar hacer algo molesto conforme la estación avanzaba, no fue aquello lo que lo hizo mudar de expresión hacia una mueca molesta. En su rostro aquellos cambios eran casi imperceptibles; una pequeña arruga en medio de la frente, un minúsc.ulo fruncir de labios y una ceja ligeramente levantada, pero allí estaban. La pequeña salamandra en su cuello pulsaba débilmente contra su piel y quemaba un poco y aquello, junto a la percepción de su familia unos pisos más abajo eran la razón de su inquietud. De inmediato empezó a descender escalones. El demonio había recibido la carta de Candela estando muchos kilómetros al norte de Escocia, de parte de un tembloroso elfo que ahora yacía muerto en un pequeño islote donde, esperaba, los muggles no dieran con él. De lo contrario le traería problemas. La primera reacción del Triviani había sido matar al elfo y reducir la carta a cenizas. No iba a ir a una reunión convocada por su desequilibrada primita pero tras pensarlo unos minutos había decidido acudir. Después de todo, la cicatriz hecha con aquella daga maldita no había desaparecido y una pequeña venganza no le vendría mal. Conforme descendía hacia las profundidades del castillo su gata apareció cerca a sus tobillos, remoloneando y bufando con reproche por haberla dejado allí así que tras saludarla cariñosamente, él continuó con su camino. El tatuaje lo incordiaba a cada paso un poco más y cuando llegó a las mazmorras casi llegó a arrepentirse de haber ido pero al final empujó la puerta con ligereza, consciente de que aquello bien podría convertirse en una nueva guerra Triviani: la Zíngara, la Pazza Rossa y la Regina di Cuori le esperaban en el interior. -¿Che cosa vuoi Candela?- fue su saludo, acompañado de una ligera sonrisa desdeñosa para su prima y una inclinación de cabeza para su tía. A Alyssa ni siquiera la miró; aún estaba muy reciente aquel... disparate con Pik Malfoy pero al cuerpo que colgaba del techo, con una mirada de terror en los desvaídos ojos, aún menos. El hombre pasaba su muda súplica de un rostro al otro hasta que al final, dándose cuenta de que nadie lo auxiliaría o siquiera repararía en su presencia, se dio por vencido y bajó los ojos al suelo.
  21. Chuck de Danyellus Las puertas del castillo estaban recibiendo visitantes mientras los amos se atacaban unos a otros. Empero, Chuck las ignoró decantándose por ir a las cocinas, mientras se tambaleaba debido a las constantes explosiones. No esperaba en absoluto que todo estuviera en paz pero aquello... aquello era un pandemonium. Los Chucks de todo el castillo habían entrado en pánico, sabiéndose víctimas potenciales de sus amos. Corrían, gritaban, se escondían, dejaban tiradas sus labores - a veces con total insensatez, como aquel que había dejado una enorme caldera bajo presión y que no tardaría en explotar - Sin embargo, Chuck no podía reclamar mucho; él mismo estaba aterrado. No en vano, recordaba bien que la última guerra entre los señoritingos Triviani había dejado destrozado el Castillo propiamente dicho, los jardines convertidos en trincheras infestadas de gorros rojos, y además había acabado con la vida de casi todos Chucks del lugar. Si se ponía a pensarlo, las guerras se habían hecho cada vez más y más violentas; la Primera había sido durante aquella fiesta de té que las amas gemelas habían ofrecido y que había terminado por ser una enorme guerra de comida debido a lo que algunos de sus esquizofrénicos amos veían y escuchaban... aunque no existiera. La Segunda había ocurrido casi por accidente, una vez superadas las pérdidas del traidor Carlomagno, de los escurridizos Cubias y Ludwig y de la señorita Eris; cuando durante una tarde los ánimos de los amos se habían caldeado en demasía y, empezando lo que parecía un juego inocente, habían terminado por derruir medio castillo. Poco después había estallado la Tercera Guerra; la de la Rebelión Chuck, en la que casi todos los elfos habían muerto. Después de aquello, los amos habían desaparecido por años. La ama Alyssa había muerto y los otros tres se habían ido en diferentes direcciones pero, aunque la familia cayó en el abandono, el Castillo y el ejército de Chucks habían tenido tiempo de ser reconstruidos. Pero ahora... esos cuatro eran demonios poderosos y peligrosos. Si reflexionaba, lo insensato no era abandonar el trabajo sino quedarse allí. Mala suerte la suya, cuando emprendía la aterrorizada huida, su amo lo convocó. En cuanto desapareció, el caldero de presión, explotó en las cocinas. Danyellus Con una sonrisa torcida en el rostro, Danyellus pudo ver cómo la transformación de su madre tenía lugar antes de que aquella onda expansiva barriera las mazmorras. El chico no tenía idea en qué momento Seth había desaparecido y vuelto a dejarle el lugar pero sentía como si se hubiesen fundido en uno solo. En un ser sediento de sangre. La salamandra del lateral derecho de su cuello, antes de color negro, se había trocado en el incandescente color de las brasas y palpitaba y ardía profusamente. -¿En verdad crees que me voy a quedar aquí... madre?- respondió a Alyssa, poniendo un énfasis algo burlón en la última palabra. Sus ojos, ahora oscuros como túneles de sombras, la miraron con diversión. El mago se sentía inusualmente vivo; poderoso y libre como nunca antes, mientras un resquemor invadía sus venas y agudizaba sus sentidos. No sabía qué exactamente le estaba ocurriendo pero suponía que era la primera vez que, acuciado por el sentimiento de ser traicionado por Alyssa, estaba dejando en libertad el lado demoníaco que la propia mujer había pactado para él. Mientras la pelirroja subía las escaleras, protegiendo al inepto de Pik y dejando atrás las devastadas mazmorras de cuyos debilitados techos caían reguerillos de polvo y piedra, Danyellus desapareció y reapareció en sus habitaciones. -Chuck!- llamó -Si, ¿... a... a... amo?- apareció de inmediato su elfo personal, revolviéndose las manos, denotando obviamente culpabilidad por alguna cosa. En aquel momento, un ruido sordo en las cocinas del castillo hizo eco, seguido de un pequeño temblor y un estruendo enorme. -¿Qué ocultas? ¿Qué fue ese ruido?- -Una olla explotó en las cocinas mi amo. No... no... Chuck no alcanzó a quitarla del fuego cuando usted llamó... por... por eso Chuck estaba preocupado, mi... mi... mi amo. La mazmorra que está bajo la cocina debió haberse derrumbado con la explosión. Chuck... Chuck no cree que las... las cocinas existan ya, mi señor- -No puedes mentirme asqueroso saco de huesos. Tratabas de huir cuando yo te llamé. Por eso estás asustado. Sabes que no me importan las cocinas- murmuró Danyellus, taladrando a su sirviente con la oscura y vacía mirada -Sin embargo... te voy a dar una oportunidad para congraciarte... si sobrevives, claro está- bisbiseó el demonio, emulando un ronroneo, a la para que enarcaba la ceja y sonreía con demencia -Quiero que hagas algo para mi...- Chuck de Danyellus Una vez que el amo despareció de su habitación en busca de las amas Candela y Aland, para tratar de fraguar una alianza temporal en contra del intruso Malfoy, Chuck se agarró la cara, consternado. De alguna forma, el amo había cambiado radical y aterradoramente su fisionomía: su cabello blanquecino se había vuelto enteramente plateado y se movía serpenteante a su espalda, todos sus dientes se habían afilado ligeramente y Chuck estaba seguro de que las uñas de sus manos habían crecido un par de centímetros cada una; pero lo peor no era nada de aquello. Eran sus ojos, aquellos ojos pequeños y usualmente fríos como puñales de hielo, ahora eran grandes y terribles; enteramente envueltos en tinieblas, dándole en conjunto un aspecto algo gatuno pero envilecido. Pero además, sus órdenes habían sido explícitas y de seguro le costarían la vida a Chuck: explotar cualquier lugar por el que fuera a pasar Pik Malfoy, con la intención de hacer daño al muchacho pero no matarlo, no podía hacerlo volar en pedazos pues eso quería hacerlo el propio amo. Además, tenía que tener cuidado pues ninguna explosión podía hacer daño a la ama Alyssa, sólo a su acompañante. Y como si no fuera suficiente, no podía ser visto. Como fuera, Chuck desapareció sabiendo que si lo encontraban o si cometía algún error, probablemente fuera el último. Y así, los pasillos por donde Alyssa y Pik pasaban, empezaron a explotar justo detrás de la bruja y justo al frente del mago...
  22. Tras las primeras explosiones, no bien había Danyellus empezado a seguir a Candela escaleras arriba, hacia las cocinas, cuando un alarido y una centella de color borgoña atravesaron la maltrecha puerta que daba a los calabozos; un bólido que empujó a ambos primos pero que, mientras apenas hizo que Candela perdiera un poco el equilibrio, arrastró al peliblanco de vuelta al frío suelo de piedra de la mazmorra. Un espasmo atravesó su garganta cuando sus pulmones se quedaron sin aire por un momento, antes de poder ver lo que había ocurrido. Los ojos grises en el rostro de su madre denunciaban que la tía Aland había decidido reaparecer. Aunque tal vez era la Otra Aland, a juzgar por los chillidos que daba. Como fuera, estaba hecha una furia y no paraba de vociferar cosas sin sentido sobre Apocalipsis; aquel conejo que el ojiazul habría secuestrado para sí desde hacía mucho tiempo, de no ser porque era seguro que el animal le habría arrancado una mano por intentarlo. Así pues, ¿qué podía importarle lo que ocurriera con el salvaje animalejo? Al parecer, estaba herido y su querida e insana tía había decidido culparlo a él. Aland lo había tomado por sorpresa así que Seth, que era quien en aquel momento ocupaba el cuerpo de Danyellus, no había tenido ocasión de defenderse realmente pero sí había logrado robarle una carcajada y una descarga de adrenalina. La relación entre tía y sobrino siempre había sido buena pero nada convencional; no sólo jamás se daban la menor muestra de cariño, sino que siempre que podían pelear lo hacían. Alyssa solía decir que parecían niños pequeños... Y como si pensar en su madre la hubiese convocado, fue justo en aquel momento cuando dos nuevas presencias se hicieron sentir en la habitación. El familiar ardor que el Triviani sintió sobre el tatuaje que poseía en el cuello, con forma de salamandra, le indicaba que Alyssa había llegado. Esperaba que para unirse a la guerra que se avecinaba, y de su parte a ser posible. La última vez habían terminado enfrentados en la captura de Achmed. Sin embargo, la otra presencia le resultaba extraña en aquel contexto. Era un vínculo más sencillo que el de una maldición; uno que él mismo había establecido hacía no mucho sobre los primeros y únicos tres jóvenes mortífagos que había acogido bajo su tutela. Con curiosidad, Seth levantó la mirada hacía donde adivinaba la presencia de su madre, para encontrarla con un espectáculo que jamás habría esperado: los dedos de ella, entrelazados a los de Pik Malfoy. ¡Aquello era traición! Y por doble cuenta. Los ojos del demonio llamearon de inmediato. -¿Dijiste vida amorosa?- preguntó en un susurro cortante, olvidándose por completo de si Aland le halaba o no el cabello -¿Con ese?- la mirada escarlata empezó a teñirse más y más sanguinolenta conforme asimilaba la imagen que tenía ante sus ojos. Poco le importaba si su madre se divertía con uno u otro idio.ta, pero eso y hablar de amor eran cosas diferentes. Además, Alyssa no le había dicho absolutamente nada de aquella aventura hasta ahora y aquel chico en particular era el pupilo de Danyellus; uno que para colmo, era un Malfoy. -¿Cómo pudiste?- escupió al final Seth, sin saber a cuál de los dos se refería, mientras los iris de sus ojos se tornaban de un absoluto color negro, por primera vez en su larguísima vida, a la par que la salamandra de su cuello ardía sin piedad. Lo siguiente que hizo fue lanzarle una dentellada a Aland, que aún gruñía contra él, antes de lanzar a su tía por el aire, contra Alyssa. La mujer de fríos ojos azules recibiría a su gemela y se distraería lo suficiente para darle el tiempo de matar a Pik. Era una lástima no poder torturarlo como se debía pero, de seguro, el alma de aquel traidor sería una buena ofrenda para hacerle a Artemisa... Seth realizó un floreo con la varita dirigido hacía Pik, y una nueva explosión resonó por las paredes del castillo, haciendo estallar las vidrieras de los pisos superiores.
  23. ANUNCIO IMPORTANTE La reestructuración de la familia comienza hoy (?). Envié mensaje al perfil de todos los que están en el árbol... o casi. Patriarcas, Generación Zero y Primera Generación no. Estamos confirmados desde ya todos, porque somos geniales Neh, en realidad sólo estamos confirmados por ser mulas ;_; Aunque estamos planeando deshacernos de la Otra Aland... (?) xDDDD Las llamas parlantes, elefantes rosa, dragones y demás pueden seguir en el castillo con permiso de los Patriarcas al completo (?) Neh, el permiso es sólo mio xDDD El caso es que... los que vayan a seguir siendo Trivianis pasen por aquí *señala un pantano* Los que no... *los tira al bote de la basura* Y ya :3 PD: Empezamos Guerra en el Castillo a ver si lo reactivamos antes de la Gran reestructuración. Quien quiera pasarse, bien puede *0* Los que no... *señala el bote de basura ¬¬* Más les vale estar por ahí o les echamos a Apocalipsis ññ
  24. En las mazmorras, con Candela Una vez se notó en el suelo, con su querida prima a horcajadas sobre él empuñando aquella daga, Danyellus pensó que la chica intentaría matarlo. No obstante, lo que encontró fue los ojos de mercurio contra sus helados y azules tempanos de hielo en medio de un beso bastante cándido pero que sin duda ocultaba algún propósito más perverso de lo que parecía. Sin embargo, el chico no perdió tiempo. Mientras Candela lo besaba, con una de las manos apoyada en el suelo al lado de la cabeza del demonio y la otra ocupada con la daga, el patriarca buscó su propia varita entre los pliegues de la ropa de la ojigris y en su lugar puso la de ella. Si algo le había dejado entrever aquel día era que el cariño de su prima hacía él se había transformado en algo un poco más enfermizo, que parecía tener amnesia, y que de seguro se habría entretenido un poco más de lo esperado con aquel beso. De hecho, la Triviani se incorporó al instante, lo escupió, y se levantó de un salto. Ágil y flexible como una gata. La saliva en el rostro de Danyellus era una ofensa y en otras circunstancias habría desencadenado su ira; de hecho hizo que sus pupilas se tornaran de un sanguinolento tono que no auguraba sino peligro. Así pues, cuando él se levantó del suelo, el hielo de sus ojos se había derretido para dar paso a un flamígero escarlata. Candela debía sentirlo; la salamandra que palpitaba en el cuello del demonio debía hacer lo mismo en el de ella pero, ocupada como estaba cuando empezó a mofarse en la puerta de la celda, no le dio la debida importancia. Seth la observó detenidamente, de la cabeza a los pies, debatido entre el desprecio y la lujuria. Como no sabía a qué obedecer, compuso una sonrisa torcida y truculenta antes de llevarse los dedos índice y corazón al rostro para limpiar la saliva de su mejilla. Acto seguido le enseñó a su prima la varita de madera negra y mango plateado que él le había arrebatado. Los ojos de la bruja tremolaron un segundo al notar que la varita que ella sostenía era la de roble y no la de carpe. En otra persona aquello habría sido un gesto o bien horrorizado o bien de desdén por haberle arruinado la diversión. Claro estaba que ninguna de aquellas emociones se reflejaría tan fácilmente en el rostro de Candela Triviani que, frente a la puerta de metal de la celda, seguía emitiendo quedas carcajadas. Un instante después, la puerta explotaba y su sonido hacía eco, retumbando por los muros del Castillo. Seth no tenía nada que temer; había hecho explotar únicamente la puerta, de forma bastante controlada, y su prima era más resistente de lo que la mayoría creía al ver su angelical rostro. Él sabía que ella, como él, era un demonio bastante poderoso. -Non ti osano a lasciare me ecco... mia cara cugina- susurró el patriarca Triviani, caminando muy lentamente hacia la puerta, entre el humo; muy consciente de que Candela seguía allí a pesar de que sus carcajadas se habían enmudecido... Cuando volvió a encontrar los destellos grises de los ojos de su prima una vez que el humo se hubo aclarado un poco, éstos se encontraban enmarcados por un rostro sucio de hollín y un vestido algo chamuscado pero la expresión de la bruja advertía una insana diversión por lo que acababa de ocurrir. Era una expresión que debía reflejar la suya propia puesto que la entendía tan bien como ella: los planes habían cambiado hacia algo un poco más peligroso, pero eso sólo lo hacía más divertido. Tal vez el Castillo quedaría en ruinas... de nuevo. La guerra acababa de ser declarada. -Stato un lungo periodo che non ci vediamo... Seth- contestó Candela antes de causar otra explosión bajo los pies del Triviani, riéndose como al demente que era, y echar a correr por las escaleras, hacia las cocinas, donde todo un pequeño ejército de elfos domésticos debía estar preparando la cena... En el vestíbulo, Goshi -Buenas noches, soy Goshi Black Rowle, busco al señor Danyellus- saludó muy educadamente la señorita, sin rastro de aquel aire altanero que solían tener los magos. ¿Sería realmente una Black? -Lamento molestar a estar horas de la noche, ¿se encuentra despierto? Si no, puedo volver en otro momento...- -El amo Danyellus se encuentra... algo ocupado en este momento- la ama Candela les había ordenado a todos que no la molestaran mientras "jugaba" con su primo -Pero...- Chuck, que le había abierto la puerta, la miraba de arriba a abajo. Aquella chica tenía algo extraño y para colmo, parecía no conocer a la familia o al amo Danyellus lo suficiente para referirse a él con tanta familiaridad. Por un lado, a aquella hora se debía estar preparando la segunda cena; no era tarde; en segundo lugar, ese demonio no dormía jamás; yen tercer lugar, el deporte favorito de los Triviani era cazar a los Chucks. De hecho, nadie en aquel Castillo aprobaría jamás que se hablara con tanta amabilidad a un Chuck. Quizá el Chuck personal del amo Danyellus supiera quién era la muchacha así que, mientras observaba a la supuesta Black, lo invocó. EL Chuck del amo Danyellus tenía mejores ropas que las casi todos los demás elfos -todos llevaban el mismo paño azul con el escudo de la familia en la espalda pero el Chuck del amo llevaba terciopelo y una enorme D bordada sobre la pechera- pero llevaba una vida que era, proporcionalmente, casi peor que las de todos los otros Chuck Triviani: lo de menos era que sus dedos estuvieran permanentemente cubiertos con vendas debido a distintos castigos, o que le faltara media oreja; el Chuck del amo era torturado constantemente y sus ojos ya demostraban un grado de locura bastante avanzado. -El amo Danyellus está jugando con su prima- explicó el Chuck del amo. Aquello sonaba como si se refirieran a dos niños pequeños en el jardín pero bien sabían todos los habitantes del Castillo que ese par podían estarse desollando vivos en las mazmorras del lugar. Nada demasiado extraño o trascendental teniendo en cuenta las cosas que ocurrían tras los muros de los Triviani así que, juzgando la situación como "normal", Chuck estaba dispuesto a dejar a la Black con el Chuck del amo pero, justo en ese instante, una explosión sacudió al Castillo. No era nada extraño en aquel lugar de locos pero había sido bastante fuerte. Poco después, un segundo estallido resonó en las paredes y con él, un tercer Chuck entró en el vestíbulo, con los ojos desorbitados de terror. -Los amos Danyellus y Candela... las cocinas... ¿Guerra?- Tras decir aquello, el elfo se desplomó de bruces, dejando ver un cuchillo de pescado clavado en su espalda. Al parecer, los juegos de los amos se habían vuelto a salir de las manos. ¿Volvería a haber guerra? La última había significado un montón de trabajo extra para los poquísimos Chuck que habían logrado sobrevivir. -Non più finire la cena a tempo- se lamentó Chuck, al tiempo que empujaba a la Black al interior del vestíbulo, llevándola tras un sillón para protegerla un poco. Fuera o no una Black, la chica había elegido un pésimo día para ir al castillo. Acto seguido, Chuck desaparecería para buscar a la ama Alyssa. Ella era la única capaz de calmar las cosas y hacer entrar en razón a sus herederos... siempre que no decidiera unirse a su hijo, a su sobrina o a su hermana en la guerra. Francamente, a veces Chuck lamentaba que tuvieran prohibido hacerse daño a menos que los amos se los ordenaran expresamente...
  25. -Io non ho fatto niente- respondió a su prima, sin notar que ahora estaba usando el mismo idioma que ella había empleado. Candela se había lanzado contra la esquina más lejana de la mazmorra y se había refugiado en las sombras, como un animal acorralado; y a pesar de la excelente vista de la que gozaba el Triviani, la gitana tenía el mismo don que él para envolverse con la oscuridad. Así pues, lo único que él distinguía claramente en aquel rincón eran los ojos de mercurio de la chica. Ahora que se había liberado de los grilletes, y que no estaba sosteniendo el peso de su prima, el demonio se masajeaba las muñecas con afectación sin despegar las pupilas del rincón en el que estaba la matriarca. Después de todo el secuestro, las cadenas, y el comportamiento de aquella noche habían demostrado que Candela se encontraba seriamente desorientada y que era una potencial amenaza. Los recuerdos de la mujer estaban entremezclados y actuaba como una criatura asustada... era evidente que algo había pasado con Candela en los últimos meses. -Tú, pequeña torpe, te acabas de desmayar con ver un poco de sangre en un pobre intento de tortura- empezó él -Y de no ser por mí, tu cabeza se habría estrellado contra el suelo- la azuzó Danyellus, dejando en el aire el insulto tácito y el hecho de que ella había requerido de su ayuda. Eso de seguro le haría picar el orgullo y la empujaría a hablar un poco. Lo suficiente al menos para extraer más datos. En seguida, el patriarca Triviani adoptó un gesto adusto con el que fulminó a su prima, antes de torcer los delgados y pálidos labios en una arrogante sonrisa contrahecha. Sabía que aquel gesto no le gustaba a la chica; que la empujaría a tratar de borrársela del rostro. Pero lo cierto era que, de la herida que le había sido infligida con aquella maldita daga en el costado, seguía manándole un reguerillo de sangre y que el corte le ardía como si un pequeño infierno se hubiese instalado en su torso. Ahora necesitaba entender qué ocurría con Candela, y necesitaba salir pronto de aquella mazmorra para poder tratarse. -No sé que bicho te picó primita pero, si me entregarás la varita, te lo agradecería...- Nada perdía con intentarlo.

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