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Pociones III ~ El laberinto II


Helike R V PB
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Una nueva clase había dado comienzo y los alumnos ya habían sido avisados con las respectivas lechuzas. Salí del claustro de profesores después de redactar las cartas para respirar un poco de aire fresco. El lugar estaba siempre soleado y la verdad, no sé si preferiría el antiguo paisaje de la Academia. Hice un mohín de disgusto.


A lo lejos, aún se mantenía los altos setos que conformaban el laberinto. En ésta ocasión podría hacerles pasar por lo mismo que los anteriores pupilos. Aunque a lo mejor era hacerles una especie de carrera mágica para ver quién llegaba primero a la meta. Usando sobre todo, las pociones y sus habilidades mágicas para deshacerse de todo cuánto bicherío se encontrasen.


Pero pensándolo mejor, aún podía seguir dándole uso. Sí, al menos, una vez más. Desde lejos el lugar era bastante tenebroso, ocultado por una densa neblina oscura. Parecía que podía presagiar la peor de las muertes. Pero para eso estaban mis ayudantes, por si pasaba cualquier cosa que los chicos fuesen rescatados al momento.


Volví a entrar a mi despacho, ajustando la capa y di unas cuantas órdenes a varios auxiliares de la nueva Universidad. En ésta ocasión constaría de realizar varias pociones para defenderse y llegar hasta la meta. Al final, habría varios trasladores para que llegasen al inicio y por supuesto con su licencia para poder desarrollar pociones con seguridad y con permiso del Ministerio de Magia.


En una misma hoja redacté todo lo que los chicos pudiesen necesitar, ni más ni menos. Con un simple encantamiento, las dupliqué y las puse en la entrada, cada uno enrollado con un lazo y una etiqueta con su nombre. Coloqué tres estacas a cada inicio del laberinto y con cuidado los coloqué para que se balancearan con el viento atados con una pequeña cuerda.


Con mi túnica (de color rojo) ondeando con la brisa de la mañana y con un gorro puntiagudo, esperé a que llegasen pronto mis estudiantes.


Tenía la varita de álamo en la mano derecha y mis botas de piel de dragón, pisaban la arena que rodeaba el lugar. estaría vigilando desde mi despacho con una cámara adaptada.


- Bienvenidos a ésta clase de pociones. Espero que tengáis las suficientes agallas para pasar todas las pruebas necesarias y llegar hasta el final – sonreí con una sonrisa macabra.


- Ahí como veis – enseñé los palos con el dedo índice de mi mano- tenéis las instrucciones necesarias para llevar a cabo la tarea que os ha sido impuesta. Ésta no será una clase normal y corriente, no – volví a sonreír- tendréis que usar todas vuestras capacidades mágicas para desenvolveros ahí dentro. En cuánto lleguéis al final, un traslador os llevará de nuevo a la entrada. Si es que sobrevivís, claro – lancé una pequeña carcajada.


- Si os encontráis en peligro severo, gritad “periculus” y alguien vendrá a rescataros. Os aviso de que el laberinto se cerrará al cabo de ocho horas, así que tenéis el tiempo suficiente para realizar las pociones y salir con vida de ahí dentro.


Los dejé solos y girándome sobre mis talones me aparecí en mi despacho. Ahora con la cámara encendida y observando sus movimientos, abrí el mini- bar y me serví una copa de whisky de fuego con mucho hielo. Tenía la boca seca después de tanto hablar y por el calor que empezaba a despuntar. Sabía que podrían superar todas las pruebas con facilidad.





Instrucciones.


Poción iluminadora. Ésta crea una fuerte iluminación que hace desterrar a todo animal mágico que guste de la oscuridad, como por ejemplo: infeiís, lazo del diablo…


El caldero y los ingredientes se encuentran a disposición del alumno en cada etapa de la prueba.


Cuando se realice correctamente embotellarla con precaución y guardarla (se recomienda tener al menos dos botellitas). A cien metros aproximadamente, se encontrará con un inferí, al lanzar la poción, ésta hará que brille fuertemente durante unos cinco minutos, el tiempo suficiente para pasar por ese ente oscuro.


Poción explosiva. Después de pasar la primera parte se encontrarán con un muro de piedra, es necesario destruirla con una poción explosiva.


Los ingredientes básicos es: El cuerno, la cola o el fluido del Erumpent que hay que extraer con cuidado. Después de cocerse durante una hora, guardarla en una botellita y tirarla hacia la pared de piedra para poder pasar hasta la siguiente fase. Si resulta herido por la explosión, podrá realizar una poción llamada esencia de díctamo.


Poción Doxycida. Habrá que realizarla para eliminar los doxys que se encuentran a unos cincuenta metros de la pared de piedra. El líquido es negro y se disipa con el tiempo. Los ingredientes necesarios se encontrarán a disposición del alumno. En cuánto supere ésta etapa y llegado al lugar de los trasladores podrá salir sin problema.


**


*Para encontrar el centro del laberinto, se puede usar el encantamiento brújula. Los trasladores se encuentran al este.


*El cierre del laberinto se hará al finalizar las ocho horas.


*Si se siente con peligro real usar el hechizo “periculus” enseguida será rescatado.


*Con tocar el traslador será enviado directamente a la entrada principal del laberinto.





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El agua corría por su cuerpo mientras se bañaba para limpiarse toda la mugre y la sangre de su ultima aventura en la clase de encantamientos. Al menos les habían puesto aprobatorio después de que casi morían tratando de escapar de aquel extraño complejo lleno de animales salvajes. Salio de la regadera, se sentó frente a su tocador y comenzó a peinar su larga melena rubia cuando su elfo Polo se acerco para entregarle una carta con el sello de la Universidad.

 

Hizo una mueca de cansancio, había creído por un momento que podía dormir un poco antes de iniciar la clase siguiente pero aquella carta le indicaba que sus planes debían modificarse. Le pidió a polo que preparara sus cosas mientras ella se arreglaba para la clase de pociones. Desde luego entre sus cosas iba su viejo libro de pociones de su tiempo de estudiante, uno nunca sabia cuando iba a ser útil un libro como esos. Se miro frente al espejo para darse el visto bueno mientras que su elfo le daba la mochila con algunas cosas útiles para defenderse, no iba a tomar ningún riesgo después de lo que había pasado en Encantamientos.

 

-cuida a los gemelos, regreso pronto- le ordeno a la criatura quien asintió y tomo aquellas palabras como una señal de que era momento de retirarse y dejar a su ama sola. La inquisidora guardo su varita en el compartimiento secreto que llevaba disimulado en el brazo como un adorno y que en realidad le servia para guardar a su varita Darkness. Se colgó la mochila a la espalda, tomo su escoba y se alejo de la mansión Granger, no tardo mucho en llegar a la Universidad donde una mujer de túnica roja los esperaba para darle instrucciones.

 

 

A diferencia de quien resulto ser su profesora, Sofia llevaba puesto un traje totalmente negro, hecho de una tela que los humanos llamaban strech que se amoldaba a su cuerpo. Aquello le daba libertad de movimientos y era de sus trajes preferidos. Miro a sus compañeros y sonrió al darse cuenta que a estos si los conocía, sobre todo a su primo Elvis a quien abrazo y le dio un beso en la mejilla con cariño para después soltarlo y saludar con un apretón de manos a Cissy una vez que la profesora los hubiese abandonado tras explicarles lo que debían hacer

 

-Elvis, primo, que bien que tenga que tomar esta extraña clase contigo y Cissy un gusto verte- les dijo saludándolos un poco mas formal. Se acerco a los palos donde enseguida encontró el que tenia su nombre y lo abrió para toparse con una lista de pociones para realizar mas ninguna instrucción de como hacerlas

 

-Alguno de ustedes sabe como hacer cualquiera de estas tres?- pregunto a los dos magos mientras leía las instrucciones

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Cuando el sol se asomaba por el horizonte, justo en ése momento, una lechuza empezó a acercarse cada vez más hacia la mansión Gryffindor. Aún faltaba para el correo matutino pero por alguna razón sabía que ésa carta iba dirigida para nuestra mansión. Los hogares en Ottery estaban bastante separados, a veces por cientos de metros, por lo que no estaba la posibilidad de que se dirigiera a algún edificio vecino. Abrí la ventana para que el animal no se chocara con los cristales. Se posó sobre el borde de la cama, justo al lado de Annick que yacía dormida. Extendió la pata y le quité la carta mientras retomaba vuelo.

 

Dentro de unas horas empezaba la clase en el Ateneo, Pociones para ser exactos. Mi corazón dio un brinco, era una de las habilidades que más me gustaban y sabía que dentro del mundo mágico eran muy importantes. ¿Sino como ayudaría a la Orden del Fénix a realizar algunos labores? ¿Cómo haríamos nuestros patrullajes cuando no quisiéramos ser nosotros mismos? ¿Cómo salvaría a algún compañero cuando estuviera en peligro y todo se enfocaba en la creación de una poción para algún veneno o enfermedad extraña? Dejé el pergamino sobre la mesita, así cuando mi esposa se levantara, sabría donde me había ido.

 

Unas cuantas horas más tarde, a mitad de mañana estaba listo. Me había puesto una camisa de seda blanca con unos pantalones negros. Mis zapatos eran igual de oscuros y mi pelo se despeinaba en cualquier dirección. Me rasqué la barbilla para preguntarme si no era mejor que me afeitara un poco, pero sabía que era cuestión de algunas horas para que volviera a aparecer ésa sombra que siempre quedaba intacta. Cerré los ojos y aparecí en la Universidad. Ser profesor allí tenía sus ventajas. No era parte del Ateneo pero si de la Academia y ahora todo era un solo lugar.

 

Me acerqué al laberinto, era un lugar extremadamente oscuro. Había sacado la cuenta de que las últimas dos clases de conocimientos habían sido tan oscuras como ésas. Primero Artes Oscuras. Después Conocimiento de Maldiciones. Y ahora Pociones. Era extraño que me metiera de lleno en algo por lo que tanto luchaba, pero si quería erradicarlo, debería saber a lo que me enfrentaba. A unos cuantos metros se encontraba Helike, nuestra profesora. Claramente que había sacado a la deducción ya que ella nos había avisado de la clase. La entrada al laberinto parecía llamarnos. Cualquier persona coherente se alejaría, pero sabía que debía enfrentarme a las cosas que habitaban por allí y eso en cierta parte, me emocionaba.

 

¿Podremos usar nuestras varitas, profesora? —no sabía si era una pregunta estú,pida, pero estaba seguro que aquellas pociones, o eso era lo que nos había indicado, podrían salir mal. ¿Y si por querer defenderme terminaba herido? No quería desaprobar aquel conocimiento pero sería casi por inercia el defenderme con mi varita. Aunque podía usar algunos trucos sin ella, y nadie lo sabría. ¿Quién más sería mi compañero? La profesora se había retirado y pude ver un pergamino que recitaba mi nombre. En ése instante mis dos compañeras llegaron. una de ellas era mi prima Sofia que me saludo, alegremente. Le respondí de la misma manera. Luego le di un beso en la mejilla a Cissy—. No tengo mucha idea pero estoy seguro que puedo intentarlo.

Editado por Elvis F. Gryffindor

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Leyó las instrucciones de su pergamino un par de veces mas y lo guardo en su mochila. No recordaba como hacer aquellas pociones y pensó que la profesora les enseñaría como pero no fue así. Así que no le quedaba mas que unirse con los otros dos magos para poder cruzar aquel extraño lugar. En cuanto la profesora pareció dar el visto bueno al uso de la varita y desaparecio se volteo hacia sus compañeros

 

-Estoy un poco oxidada, no se los voy a negar, traje mi libro de pociones pero no estoy segura que nos pueda ser de gran ayuda...-dijo mirando hacia donde seguramente estaba el inferi esperándolos. Para ella era mas fácil lanzarle un hechizo y acabar con el pero estaban la clase pociones por lo que tendría que usar eso, pociones.

 

-Definitivamente creo que yo puedo hacer la segunda, chicos, después de todo soy un vampiro, si nos queda mal la poción y explota, no sufriré mayor daño- dijo ofreciéndose a manejar el cuerno de Erupment. Ademas de eso la adrenalina que le proporcionaban las situaciones peligrosas era como una droga para la bruja. Solo faltaba que Cissy dijese algo, al parecer estaba muy concentrada en como empezar aquella prueba porque no había dicho nada aun.

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Al final la clase había empezado. Cuando quise recordar, la profesora no me había contestado lo de la varita. No sabía si era porque me había ignorado o porque era una pregunta muy tonta, pero era algo que daba por hecho que no, no se podría usar la varita para despejar aquel laberinto. Si queríamos aprender y salir victoriosos de allí, teníamos que preparar las pociones. Me encaminé hacia el pergamino que tenía mi nombre. Mi prima Sofia se adelantó por lo que al principio no entendía a lo que se refería. Pero luego de leer las tres pociones que teníamos que elaborar, le dirigí una sonrisa.

¿Y llevarte toda la diversión? ¿Estás loca? —guardé las instrucciones dentro de mi bolsillo. No sabía si Cissy nos seguiría o querría tomar su camino pero era hora de empezar. Me puse al lado de mi prima con una gran sonrisa—. Me imagino que iremos juntos ¿No? Me llamó la atención y me gustaría ver cómo ése cuerno de Erumpent puede fallar y hacerte explotar —rápidamente me aseguré de abrazarla mientras la obligaba a empezar a caminar a mi par. Atravesamos el umbral de la entrada al laberinto.

»¿Crees que la primera poción esté muy lejos? Deberemos encontrar primero el caldero« le pregunté a mi prima mientras ambos nos sumergíamos en los rincones misteriosos que contenía ése sitio. No sabía porque algo me decía que por el momento el peligro no empezaba aún. Si necesitábamos primero hacer la poción, por lo menos en ése primer tramo, no nos encontraríamos con nada peligroso. Aunque mi varita la tenía guardada dentro de mi manga izquierda, por las dudas Llegamos a una pared compuesta de arbusto, de muchos metros de algo. Teníamos que elegir, izquierda o derecha. Miré a mi prima a ver hacia dónde quería que nos dirigiéramos.

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Sabía que iba a tener que apresurarme aquella mañana para poder ir directo a la clase de Pociones, ya que yo misma debía dar una de Leyes Mágicas más tarde. Estaba completamente segura de que aquel día iba a terminar agotada cuando una lechuza me alcanzó a medida que avanzaba por uno de los corredores. Tomé el pergamino de la pata del ave y le di una golosina que tenía en un bolsillo interno de mi túnica, antes de desenrollar el pergamino y leer con precisión las instrucciones. Terminé girando sobre mis talones y dirigiéndome en la dirección contraria, rumbo a los jardines.

 

Llegué dando largas zancadas a la base del laberinto, donde ya se encontraba Elvis y, Sofía, otra de mis compañeros de clases, que se hizo presente a los pocos segundos de mi llegada. Recibí el beso del Gryffindor con solemnidad y le devolví una sonrisa amistosa, antes de girarme para escuchar a Heliké, la profesora, mientras hablaba sobre la tarea que nos esperaba dentro del laberinto. No sonreí ni bufé, no realicé expresión alguna que delatara mis emociones, aunque la realidad era que los lugares estrechos me molestaban un poco. Elvis preguntó si podíamos utilizar la varita y luego de la aprobación de la profesora, me dirigí a la estaca de madera donde estaba el pergamino con mi nombre.

 

-No creo que nos sirva de mucho tu libro, Sof- le dije a la chica, mientras leía las instrucciones-. Tendremos que entrar por tres lugares diferentes y no creo que nos crucemos mucho dentro de los setos- señalé las tres entradas y luego me acerqué a Elvis y a Sofía-. Podríamos duplicar el libro y utilizarlo si necesitamos ayuda- propuse, siguiendo a los otros dos y viendo que pensaban entrar juntos.

 

Yo no era una de esas personas que era buena cooperando, pero si era necesario entonces lo haría.

 

-¿Alguien trajo un Caldero? Yo tengo uno plegable en el bolsillo, pero es pequeño- dije, haciendo una mueca mientras miraba hacia el frente, consciente de que había comenzando a transpirar a pesar de que dentro del laberinto parecía que hacía un clima totalmente diferente al de afuera, en la Universidad-. Oh, esperen, la nota decía que iba a haber un caldero e ingredientes por poción, ¿no?- volví a desplegar el rollo de pergamino y leí-. "El caldero y los ingredientes se encuentran a disposición del alumno en cada etapa de la prueba."

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Los setos nos limitaban solamente a caminar por estrechos senderos sin saber realmente por dónde ir. Desde que había puesto un pie sobre aquellos caminos, pude sentir una energía extraña. Tal vez no había nada pero estaba tan acostumbrado a encontrarme con grandes sorpresas, buenas o malas, que no debía jamás bajar la guardia. Era una clase. Heliké no debía descuidarnos ni por un segundos, pero aunque nos estuviera observando, o eso creía, podría pasarnos algo. Pasaron masomenos quince minutos mientras los tres charlábamos, si a eso se le podía decir charla. Cissy comentó algunas ideas que podían servirnos.

 

Es una excelente idea. Me ofrezco a ser la primera poción, aunque estaría más tranquilo si me ayudan —Cissy proponía que dupliquemos el libro y que recordemos las cosas que teníamos que usar para la poción. Asi que hicimos eso mientras intentaba orientarme con la varita. Era un hechizo básico, casi lo hacía por inercia. La varita indicó que doblemos a la derecha y le hice una seña a las chicas que sin dudarlo, me siguieron—. Es por aquí…

 

Pasamos de no poder ver nada, a encontrarnos con una especie de espacio libre. Calculaba unos quince metros. En las paredes opuestas de aquel seto, empezaban otros senderos, seguramente que llevaban a la segunda poción. Pero mientras tanto, teníamos una mesa con montones de frascos, bolsas e ingredientes para hacer la poción. Había un pergamino que indicaba el nombre y un caldero. Que cuando nos acercamos, brotó de la nada una llama color azul.

 

Apoyé mi varita sobre la mesa. Tomé algunos frascos mientras algunos los podía reconocer. Las instrucciones eran claras. Y aún no habíamos llegado a la hora de comienzo de la clase. Así que teníamos siete horas antes que el laberinto se cerrara. Tiré algunos ingredientes al caldero. Teníamos que cortar algunas hojas y aplastar otras. Las chicas se pusieron a la par. Era bueno tener ayuda. Pero en ése momento, entre las sombras, una figura se caminaba como si le estuviera doliendo hasta el último músculo de su cuerpo. Un cuerpo muerto, putrefacto, tan oscuro como la noche. Sus ojos eran blancos y parecía no prestarnos atención.

 

Un Inferi —lo pude reconocer sin siquiera haber pasado dos segundos. Mis estudios en las artes oscuras y en las que estaban en contra de ellas me daban todas las condiciones para darme cuenta de ellas. Había visto el caldero al principio y no me fijé en el resto de la poción. Pero me di cuenta que aún no corríamos peligro. Algo me decía que nos atacaría si queríamos atravesarlo sin terminar la poción. Pero también otra voz murmuraba dentro de mi cabeza que cuando estuviéramos a punto de terminarla, también nos atacaría para que hiciéramos uso de ella—. Antes de echar éstos, debemos revolver unos tres minutos. ¿Encontraron los cabellos de sirena? —revolvía en sentido a las agujas del reloj. Las chicas seguramente ya lo habían encontrado. No faltaba mucho para terminar la poción.

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Elvis había tomado la iniciativa con la primera poción así que la bruja se dedico junto con Cissy a pasarle los ingredientes rápidamente mientras este hacia lo suyo. Recordaba vagamente sus clases de pociones en el colegio así que algunas de las cosas sobre la mesa las reconocía, otras las pasaba de largo solo para ver como la Macnair las tomaba y se las pasaba a su primo. Hizo una mueca de disgusto ante el hecho de que definitivamente estaba demasiado oxidada. Tendría que repasar mas seguido su viejo libro de pociones si queria estar a la par de muchos de sus compañeros en el ministerio.

 

Una sombra se fue acercando hacia ellos aunque no del todo, manteniendo su distancia, seguramente siguiendo las ordenes de la profesora. Reconoció casi al mismo tiempo que su primo a aquel ser oscuro que ahora solo parecía merodear en un limite seguro para ellos. Por supuesto su primera reacción había sido sacar a Darkness y lanzar un lumus o alguna llamarada que lo alejara. Desde luego recordó a tiempo que aquello no era una opción. Bajo la vista solo lo suficiente para encontrar el ingrediente que el Gryffindor necesitaba.

 

-Aquí están Elvis y aquí están los frascos que dicen las instrucciones, solo me pregunto, porque debemos tener dos- pregunto al aire a ambos magos. Se suponía que uno solo podría dar la luz suficiente para que aquel ser putrefacto saliese corriendo. Sera que la bruja les tenia algo mas guardado que no venia en el pergamino

 

El inferi continuo con su lento caminar siempre permaneciendo a una distancia prudente. Se pregunto si de verdad se quedaría ahí quieto hasta que terminaran e intentaran cruzar por donde este estaba, vigilante, esperando. O si en cualquier momento simplemente arremetería contra ellos haciéndolos fallar en la mezcla y el tiempo correcto. Y sus temores no eran infundados, a punto estaba su primo de acabar cuando el inferi comenzó a moverse hacia ellos, levanto su varita solo como protección mientras apresuraba al auror

 

-Maldita sea, esa cosa viene hacia nosotros, apúrate primo- apresuro al mago mientras veía como Cissy ayudaba también en el embotellamiento de la poción

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  • 2 semanas más tarde...

¿Seis o siete veces? —murmuré mientras dudaba sobre las veces que había que revolver aquella poción. El líquido había cambiado en diferentes colores. Ahora era de un color bastante, claro, mientras que pequeñas burbujitas levitabas escasos centímetros y explotaban mostrando motitas de luz, como cuando el sol atravesaba los cristales de una ventana. Revolví algunas veces más mientras la voz de mi prima hizo que levantara la vista. Efectivamente la poción estaba lista y en ése momento, como si el Inferi lo supiera, comenzó a caminar contra nosotros. Nos había descubierto—. ¡Aquí tienes!

 

Le entregué la poción embotellada a mi prima Sofia. Parecía justo que después de haberla preparado durante algunos minutos fuera ella la que lanzara el frasco a modo de granda. Las indicaciones nos decían que luego de hacer eso, explotaría y emitiría una luz tan cegadora y fuerte que seria el tiempo justo para bordear la mesa, esquivar al Inferi y salir a la siguiente sección, donde aún nos esperaban dos pociones más. Estaba listo, tenia la varita en mi mano y con la otra le había hecho unas señas a Cissy para que estuviera lista—. ¡Ahora, Sofia!

 

El Inferi se había acercado muy lento, pero estaba a unos dos metros de distancia. Podía ver sus ojos blancos, su piel putrefacta y algunos cabellos que colgaban a ambos lados. En una vida antigua había sido un mago bastante fuerte. No estaba seguro si lo era ahora estando muerto pero aquella poción nos daría la posibilidad de irnos sin salir heridos. Me coloqué a un lado de la mesa con Cissy y del otro estaba Sofia. Pude ver como la botella surcó el aire y al impacta, la criatura retrocedió. Me tapé los ojos para ubicar el espacio al que teníamos que atravesar y salí corriendo. Los tres escapamos.

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