Browskov Agency (MM B: 108493)

[justo]

Habian pasado dos años desde mi ultima visita cuando volvi al local. Presente mi tarjeta en la recepcion y me introdujeron eln la oficina que tan bien conocia, como de costumbre se me saludo sin hacer demasiadas preguntas.

 

- El motivo de mi visita es para que actualicen una serie de documentos personales. En el tiempo trascurrido desde mi ultima vez han ocurrido muchas cosas, me case y ya tengo dos hijos ¿me sigue?

 

- Por supuesto, Señor.

 

- Bien, quisiera que me actualizaran mi estado civil para que no haya ningun problema. Tambien ---saque unos cuantos documentos mas--- desearia que certificaran estos otros ¿algun problema?

 

- Nuestro negocio funciona con discreccion, usted ya lo sabe. Unicamente necesitamos los datos de su esposa y de sus hijos.

 

- Esposas ---aclare--- en plural.

 

- Perdon ¿como dice?

 

- Tengo 2 esposas, aqui tengo el certificado matrimonial y un pequeño documento sobre la legalizacion matrimonial en el Reino Unido.

 

- No deja de sorprendernos, Señor, pero cumpliremos sus deseos.

 

- ¿Y los emolumentos?

 

- Seran unos 30.000 Galeones, es mucho mas complejo.

 

- Ningun problema.

[Edmund Browsler]

Había sido una larga noche limpiando el desastre que había en la Agencia Browskov.

 

¿Quién habría armado aquel jaleo? Browsler pudo notar como faltaban documentos importantes de allí mismo y se preguntó en varias ocasiones si necesitarían reforzar la seguridad del negocio. Después de todo, era de allí donde accedía al dinero, pues carecía de empleo y sus ahorros ya comenzaban a bajar de manera notoria. Además, no tenía hogar. Las últimas noches las había pasado durmiendo en su otro negocio solitario sólo porque no quería que el otro socio, Zack, se enterara de que él estaba en la indigencia.

 

Había decidido hacerlo sólo, sin ayuda de Ivashkov, ni de Helena, ni de la secretaria que recientemente habían contratado. Al llegar a la oficina del otro socio, Browsler recordó algo que había estado quitándole el sueño. El catálogo "especiales". ¿Cuáles eran aquellos servicios especiales de los que él no estaba enterado? ¿Qué le habría ocultado Helena? ¿De dónde salía todo aquel dinero que ingresaba a la agencia?

 

Y lo encontró. No se lo habían llevado.

 

Edmund tuvo que sentarse para poder asimilar todo lo que estaba leyendo. ¿Hombre sin rostro? ¿Había alguien más implicado y el ni enterado? ¿Quién sería? Aquello tenía que descubrirlo. Pero no preguntándole a Helena, no... Si ella no había querido que él se enterara por algo había sido. Contrabando de criaturas y reliquias mágicas lo habían dejado en shock por un momento, pero luego reaccionó. Así es como el dinero había estado llegando y cómo Helena le había estado pagándole. Liquidaciones de lista negra, traslados al más allá... Helena no era nigromante y dudaba que Zack lo fuera, ¿quién sería el otro socio que mantenían tras bambalinas?

 

Para cuando Helena llegó al negocio, ya el mago estaba sentado en su oficina revisando unos documentos. Pero se vio interrumpido cuando la vampira le colocó un par de papeles sobre la mesa.

 

Eran dos magos.

 

— Necesitaremos ese dinero para el viernes —se limitó a decir antes de irse.

[justo]

- ¿Y puedo preguntarle como consiguio que le aceptasen su doble matrimonio, Señor?

 

- Sencillo, la ceremonia se produjo fuera de este pais, como puede usted leer, y eso me situaba fuera de las leyes de aqui, pero lo legalice al venir, como es logico.

 

- Sepa que es usted uno de nuestros mejores clientes, ni siquiera en los tiempos de quien-usted-sabe pudimos hacer lo que usted nos ha pedido.

 

- Eso es porque siempre estuve a un nivel muy diferente a los seguidores de Voldemort.

 

Un pesado silencio siguio a estas palabras, es indudable que en el local se seguia temiendo pronunciar segun que nombres.

 

- Perdone nuestro silencio, Señor es que...

 

- Temen todavia pronunciar su nombre ---ataje--- comprendo.

 

- Espero que no se haya ofendido, Señor.

 

- Ningun problema. Entiendo su postura, no hablemos mas.

 

La atmosfera se relajo inmediatamente. Era curioso, pero las conciliadoras palabras de Manuel habian sido dichas con suavidad pero tambien con benevolencia.

 

- Debemos consultar con nuestros archivos, ¿desearia tomar algo mientras?

 

- ¿Vino de sauco tienen...?

 

- Por supuesto, Señor.

Editado 3 de Octubre del 2019 por justo

[Edmund Browsler]

HELENA BROWSLER

 

Después de salir de la agencia, me dirigí directo hasta el Callejón Knockturn.

 

El Callejón Diagon estaba desierto en aquella oportunidad. Dadas las recientes desapariciones y ataques contra hijos de muggles, sangre mestiza y squips, tan sólo los sangre pura se sentían más seguros de deambular por las calles sin tener la zozobra de sentirse perseguidos o que pudiesen ser atacados pronto. Y lo cierto era que aquellos ataques eran bastante extraños porque no parecían ser obra de los mortífagos. De hecho, hacía siglos desde la última vez que había visto la marca tenebrosa en los cielos. Y, generalmente, cuando esto sucedía, se veían a los miembros de la Orden del Fénix con aquella luz en los rostro luchando en contra de los mismos.

 

A mí poco me importaba uno y otro bando, sólo me importaban los negocios. Tampoco conocía los ideales de Edmund, pero creería que con aquella nobleza de corazón, tampoco pertenecería a ninguno.

 

El Callejón Knockturn estaba lleno de tiendas dedicadas a las Artes Oscuras, incluyendo Borgin y Burkes, que se especializaba en objetos que tienen propiedades mágicas curiosas y fuertes. Y allí era a donde me dirigía en aquella oportunidad pues allí era donde me esperaba Sygerrik.

 

- ¿Cómo están las criaturas?

 

Sygerrik asintió de manera afirmativa. Aquello significaba "bien".

 

- ¿Y las ventas?

 

El ruso asintió de nuevo.

 

- Excelente. ¿Cuántas faltan por vender?

 

El semigigante me mostró cinco dedos.

 

- ¿De grupos o en total?

 

Sygerrik me mostró un dedo, el índice. Aquello significaba que la respuesta era la primera opción que yo había mencionado. Ya nos entendíamos. Al principio había sido un tanto tortuoso pero ya habíamos desarrollado nuestro sistema de comunicación. Eso de que él no supiese como hablar inglés y yo no tener la más mínima idea de ruso había complicado muchísimo las cosas. Ya era tema pasado. Lo único era que tenía que comunicarme de manera muy simple para que me entendiese.

 

La pregunta ahora era "¿dónde consigo nuevos clientes?"

[justo]

Mientras saboreaba el delicioso vino de sauco, mire a mi alrededor en el despacho. Mi interlocutor me habia dejado solo mientras consultaba documentos de su archivo. La decoracion del lugar era sobria pero elegante. Se notaba que era un local donde cuidaban, al detalle, todo lo necesario para que sus clientes se sintieran seguros.

 

No hay que olvidar que este local se caracterizaba por ofrecer a sus clientes servicios mas o menos discretos que, algunas veces, rozaban la ilegalidad. Se podia decir que era el lugar idoneo para hacer aquellos tramites que, por su naturaleza delicada, no habia que dejar en manos de los funcionarios ministeriales.

 

No es que no nos fiasemos de ellos, ni que no pensasemos que careciesen de competencia. No, lo que ocurria es que, en mi calidad de Jefe de los 3 Circulos necesitaba que, determinados asuntos no estuviesen en manos oficiales para asi mantener la debida discreccion sobre los mismos.

[Edmund Browsler]

Edmund observó los documentos que la vampira le había dejado y ya sabía por qué le había escogido precisamente a él para esos trabajos.

 

El primero de los clientes era un semigigante. ¿Cómo se suponía que le iba a sacar el dinero de sus manos? ¿A punta de nudillos? Eso se veía complicado, porque Edmund no era una persona del todo violenta. Revisó los documentos y la información que allí se contenía: había información sobre los pasatiempos del semigigante, los sitios que frecuentaba, sus destrezas y habilidades, entre muchos otros.

 

Era momento de ponerse manos a la obra.

 

Desapareció del local y apareció en una calle semi desierta. Browsler siguió las indicaciones que allí se encontraban. Giró hacia la izquierda, luego a la derecha, luego izquierda, izquierda de nuevo, y al final a la derecha. Ubicó una casa que lucía abandonada. Ingresó, pues la verja estaba abierta y caminó hasta la puerta principal.

 

"Alohomora" conjuró. Y la puerta se abrió.

 

Browsler ingresó a la estancia y caminó lo suficiente como para observar que aquel era un sitio de mala muerte. Habían unas cuantas personas en el suelo tiradas, junkies, todos drogados. Y pesar de que se vio tentado, no probó ni un poco ya que no era del tipo de sitios que frecuentaba ni mucho menos un sitio donde pasaría un buen rato. Quería conseguir el dinero para largarse de allí.

 

Subió las escaleras al segundo piso. Al entrar en lo que parecía ser una oficina, una voz le sobresaltó.

 

- ¿Qué mier** busca? ¿Quién es usted?

 

Browsler se giró sobre sus pies.

 

- George -respondió, pues no pensaba decir su verdadero nombre-. Vengo de parte de Helena.

 

- Ah sí, coge el dinero que está en la caja fuerte y lárgate -dijo el semigigante, dándole la combinación.

 

"Ok, eso fue fácil" pensó el mago.

 

Agarró las bolsas de oro y las metió en su monedero de piel de moke. Acto seguido salió de la pocilga y decidió regresar a un sitio seguro para desaparecer. Justo cuando cruzó el umbral de la puerta, se escuchó una explosión en el interior. Browsler corrió lo más que pudo y desapareció de allí en medio de una humarada blanca. No pretendía regresar para observar que había sucedido allí. Es más, tampoco quería saber.

[justo]

Pero no estuve mucho tiempo en el saloncito, el empleado volvio con los documentos debidamente certificados y autentificados, estaba claro que era un local eficiente y muy competente.

 

- Sus papeles, Señor, nuestros archivos verifican que son autenticos y asi lo hemos hecho constar. Disculpe, ¿podria hacerle una pregunta?

 

- Adelante.

 

- Sabemos quien es usted, sabemos igualmente su condicion y su osicion, sabemos tambien el status de que goza pero...

 

- Continue.

 

- La cuestion es...¿que es usted?

 

- ¿Si soy humano? ¿Es eso?

 

- No quisieramos ofenderle, es solo que...bueno...

 

- Soy humano, pero tambien soy alquimista. Consegui la Piedra Filosofal y confeccione el Elixir de Larga Vida. Eso me ha convertido en inmortal y mis poderes son...formidables.

 

- Comprendo, Señor.

 

- Usted sabe quien soy y a quien represento, ahora bien ¿no ha pensado que tal vez su negocio este bajo mi control?

 

- ¿Es asi...?

 

No dije nada mas, pero mis palabras habian causado honda impresion en mi interlocutor, me miraba con otra cara, una cara entre sorprendida y calculadora, una cara que no denotaba la fuerte lucha interior que tenia dentro.

[Edmund Browsler]

Después de la travesía que había tenido, no se imaginaba como iba a ser la segunda.

 

Había aparecido de regreso en la Agencia Browskov porque no se le había ocurrido otro sitio al cual ir. Dejó el dinero en la caja fuerte ubicada en la oficina principal, a la cual sólo Helena y Zack tenían acceso, y partió de nuevo revisando la información del segundo cliente del cual tenía que arrebatar el dinero pendiente. Sí, porque en realidad no iba a "cobrar", las órdenes de la vampira habían sido exactas. Tenía que hacer todo lo que estuviese en su poder para poder obtener el dinero. Además, lo necesitaban.

 

El otro objetivo era un enano, muy parecido a un gnomo o a un duende, pero en realidad era un squib. Browsler lo pensó varias veces intentando encontrar la dificultad o el truco allí. Si era un enano, y además squib, ¿por qué no había ido Helena misma? Era una situación fácil de controlar a su parecer.

 

Blandió su varita y desapareció.

 

Se encontraba en lo parecía ser el campo. el mago bajó por un sendero empinado de arena y caminó en dirección a la única granja que se veía en kilómetros.

 

Al llegar, tocó la puerta y espero paciente.

 

- ¿Qué quiere? -dijo una señora con desconfianza por la puerta entreabierta.

 

- Vengo de parte de Helena.

 

- ¡LÁRGUESE!

 

Y cerró la puerta con un portazo.

 

"Alohomora" conjuró el mago.

 

- ¡Le dije que se largara! ¡No quiero saber nada de esa arpía! ¡Largo! -La mujer había comenzado a lanzarle un montón de objetos encima, como ollas y platos, por lo que el mago pensó en una Salvaguarda Mágica para protegerse, por lo que todos los objetos terminaban estrellándose contra la pared.

 

- ¿Se encuentra el señor Kinkle? -comentó Edmund con serenidad.

 

De verdad no quería hechizarla.

[justo]

- Vera, Señor, he consultado con mis superiores y sabemos, positivamente, que usted no nos controla.

 

- Entiendo ¿ustedes tendran cuenta en Gringotts, no?

 

- Por supuesto, ahi estan nuestras reservas.

 

- Bien, en ese caso debera saber que la Sociedad a la que represento es la propietaria del 30% de Gringotts, por lo que, en cierto modo, ustedes estan bajo nuestro control.

 

Se quedo mirandome con cierta estupefaccion. Era indudable que mis palabras le habia dejado de piedra. Eso no entraba en sus calculos. parecia estar pensando que lo que yo les dije era una aterradora posibilidad. Porque, si controlabamos el 30% del Banco estabamos en condiciones de condicionar los prestamos de la entidad ya que, en estos momentos, eramos los accionistas mayoritarios.

 

De repente el horizonte economico de la entidad se mostraba de otra forma. Era indudable que una palabra nuestra podria cambiar el curso de cualquier negocio.

 

- Se lo que esta pensando, permitame tranquilizarle, nos interesa que haya flujo de capital, no pensamos, en modo alguno, que ustedes quiebren.

 

- Gracias, Señor.

Editado 10 de Octubre del 2019 por justo

[Edmund Browsler]

- Mi estimada señora, no me deja otra opción.

 

Y la apuntó con su varita.

 

- ¡Petrificus totalus!

 

El rostro lleno de miedo de la señora fue lo último que vio en la cocina. El cuerpo de la mujer se paralizó por completo, pegando ambos brazos a sus costados y cayó al suelo al perder el equilibrio con un golpe seco, cuya caída fue aminorada con un encantamiento adicional de Edmund.

 

Avanzó, no se escuchaba a nadie más en la casa de campo.

 

La habitación contigua era una sala de estar. Al mago le pareció curioso que primero estuviese la cocina en la entrada en lugar de sala, cuando generalmente era al revés. Aquello debía ser una costumbre de las casas de campo, según suponía.

 

- ¿Señor Kinkle? -preguntó, aunque en voz baja.

 

No supo que sucedió, sólo recibió un tremendo golpe en la cabeza que le hizo rodar por el suelo. Sin embargo, no fue tan fuerte como para perder el conocimiento. Browsler se giró y observó al enano con un sartén en la mano, amenazándole de golpearle de nuevo si se movía. El enano debió de haber saltado de la vitrina que tenía detrás. Browsler intentó no reírse, porque le parecía muy cómico.

 

Apuntó al enano con su varita.

 

- Sólo estoy aquí por el dinero y me iré sin armar problemas.

 

- ¡Esa arpía! ¡No le daré ni un knut! -exclamó, pero se detuvo-. ¡Nos estafó! Nos vendió las criaturas, pero nos las robaron al siguiente día. ¿Y quién crees que fue? ¡Sí, el gigante ese con quién ella anda! Nos quisieron ver la cara de tontos. ¿Por qué, entonces, no viene ella sino que lo mandó a usted? Mi esposa lo vio todo. Ella no quiere admitirlo. -Y entonces le explicó los problemas económicos que tenían. Sin las criaturas mágicas, era imposible para ellos poder subsistir y con el poco dinero que tenían iban a comprar unas en el mercado legal, y no en el mercado negro.

 

Edmund entendió entonces el negocio redondo de Helena y decidió que no podía continuar con ello. Se disculpó con el enano y su esposa, deshizo el maleficio y salió de allí sin un knut.

 

Ahora el problema iba a ser como decírselo a Helena.