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Estudios Muggles


Sagitas E. Potter Blue
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Suspiró al leer el pergamino que le había enviado la mujer que sería su profesora de Estudios Muggles.


—Un medio de transporte muggle y sin varita— repitió en voz alta, pero tuvo que leer otras tres veces la nota para asegurarse que no había entendido mal las instrucciones y se dispuso a seguirlas lo antes posible.


Lo primero que hizo fue dejar la varita en su habitación, sobre una mesita de luz. Sinceramente hubiera preferido tenerla con ella durante todo el trayecto, pero aquella no era la primera vez que saldría al mundo muggle sin varita, de hecho al haber pasado casi toda su vida allí sabía cómo defenderse y nunca le había pasado nada grave, por lo que su única preocupación en ese momento era cuidarse en el mundo mágico.


Su atuendo, como siempre, era cómodo y sencillo. Escogió un pantalón de jean, una camisa azul marino y un par de botas negras. A continuación decidió arreglar un poco su cabello para no parecer una loca, ya que lo tenía todo revuelto. Y luego, sin pensarlo dos veces, ya se hallaba caminando por las calles de Ottery.


Caminaba dando grandes zancadas y mirando a cada rato su reloj de muñeca. Notó que iba con algo de retraso, por lo que al llegar a Liverpool tendría que buscar algún medio de transporte muggle si pretendía no llegar con tanto retraso a la clase.


Estuvo un buen rato andando entre calles completamente desconocidas, o al menos no recordaba haber estado allí antes. Llegó a lo que parecía ser una tienda en la que vendían y prestaban bicicletas y aunque no sabía utilizarlas del todo bien era lo único que se le ocurría de momento. Al ingresar al local lo primero que hizo fue preguntar cuántas calles tenía que pasar hasta llegar a su destino y al notar que se encontraba muy lejos decidió pedir una. Le pagó al dueño con el poco dinero muggle que le quedaba y salió a toda prisa.


—Diablos…— susurró en cuanto comenzó a pedalear. Había olvidado por completo que lo ideal para conducir una bicicleta eran zapatillas, y no botas. Miró su reloj de muñeca por última vez y se apresuró aún más. Al llegar dejó la bicicleta en lo que parecía ser un estacionamiento hecho para esos objetos y aunque no parecía muy seguro decidió que lo mejor era entrar y no perder más tiempo.


—Buenos días— saludó al acercarse a la mesa en donde la profesora y los demás se encontraban, aunque solo conocía a Elvis y a Sagitas—Lamento la demora, pero me perdí antes de llegar aquí— aclaró para después tomar asiento en la única silla que quedaba vacía.


—¿Esas son señales de tráfico, no?— preguntó señalando uno de los papeles que estaba en la mesa, conocía el significado de la mayoría de esos dibujos ya que lo había tenido que aprender en su tiempo viviendo con muggles. Miró con atención el resto de los papeles y no reconoció ningún otro símbolo, o bueno, quizás dos o tres más, pero el resto le eran totalmente desconocidos.

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Dirigí una mirada sorprendida hacia Elvis, quien acababa de confesar que no había visto ninguna de esas imágenes en su vida.

 

-- Oh, vamos, no lo dirás en serio...

 

Se me olvidaba que muchos magos no habían frecuentado el mundo muggle excepto para llegar hasta el Ministerio de Magia, algo que no favorecía el conocimientos de esta comunidad. Hice una leve mueca cuando dijo aquella "ni ganas" porque me sonó algo despreciativo, pero le concedí el beneficio de la duda y no protesté, contestando a su pregunta.

 

-- Todos necesitamos símbolos, primo. Pero ellos han desarrollado una verdadera red de comunicación mediante la simbología que es un verdadero mundo. Las que os estoy mostrando son señales universales pero también hay señales grupales, nacionales, exclusivas y secretas de clanes... Esas son difíciles y particulares de cada uno pero sí debierais conocer las comunes, por si algún día os perdéis en el mundo muggle y no podéis volver a tiempo con los magos. Sobre todo, tener claro todos vosotros...

 

Una bruja se acercó a nosotros y nos saludó. Fruncí levemente la frente ante su presencia.

 

-- ¿Romina? ¡Ooooh, había olvidado que tú también estabas en clase de Estudios Muggles? ¿Cómo fue tu trayecto hacia aquí? Después nos lo explicas porque has llegado en el momento más importante de la clase. Mirar esto.

 

Señalé el menú de las hamburguesas y platos combinados que había dejado en la mesqa. O al menos eso es lo que parecía a los ojos de los muggles. Mis alumnos verían un pergamino con una serie de notas.

 

-- Quiero que os las aprendáis como si fueran el abecedario. Son normas sumamente importantes, pues cualquier violación de éstas, que resumen el Estatuto del Secreto de los Magos o Estatuto Internacional del Secreto de la Magia ante Muggles de 1689, supone una pena casi eterna en Azkabán.

 

Les dejé que lo ojearan y memorizaran, mordisqueando la dureza de mis palabras, aunque dudaba que ninguno de ellos sintiera miedo por ellas.

 

-- ¡Muy bien, Romina! Alguien que conoce las señales de Tráfico. Mira, Elvis. Como ha dicho aquí nuestra compañera de ban... de banquete, -- ¡por poco se me escapa en medio de la clase! -- porque esto será un banquete cuando acabemos la clase, os lo prometo, pues eso, que estas señales son de tráfico. Se usan para respetar tanto los conductores como los peatones para circular por las calles y carreteras y evitar accidentes. ¿Alguien quiere sacarse el carnet de conducir? Recuerdo que Xell lo consiguió, porque le gustaba moverse por el mundo muggle. Si alguien quiere, sólo tiene que pedírmelo que le daré clases gratis.

 

Sonreí, pocos se interesaban por ese tipo de locomoción, teniendo escobas y la Aparición aprobada. Pero era tan romántico...

 

-- Bueno, lo que os decía. Si conocéis el significado de las señales, podréis moveros por el mundo muggle sin llamar la atención. Pero si alguna vez os pasa que no entendéis nada y os mira feo, como si quisieran llamar a la policía para deteneros, hacer lo que hago yo: poner cara de perdida y decir "Mi no entender tu idiomo". No hay nada que despierte más la hilaridad entre los muggles que un turista perdido con un mapa al revés. A ver, practicar conmigo, "Mi-No-En-Ten-Der-Tu-I-DIO-MO". Si supierais la de veces que me ha salvado de un buen rapapolvo este truquito...

 

Di unos leves toquecitos encima de la mesa.

 

-- Venga, venga, que se nos hace tarde y aún no habéis ido de compras por el pueblo. Esa será la parte final de la clase y de su resultado dependerá vuestro aprobado o suspenso.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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En ése momento me di cuenta que tal vez no era lo mejor haberme expresado así. Tal vez alguien estaría pensando en que detestaba a los muggles y me sentí mal por ello. De hecho trabajaba en el Ministerio con el objetivo de cuidar tanto la comunidad mágica como la muggle. ¿Cuántas veces había sacrificado mi vida para salvar la de los muggles como fenixiano? Había pasado noches sin dormir, montones de cenas vigilando simplemente a los aburridos muggles.

La verdad era que no los consideraba importante para mi. Casi nunca tenía que tener relación con ellos. Cuando algo malo sucedía, ¡Pum!, les borraba la memoria. Aunque admitía que me agradaba hablar con ellos y ver las costumbres que tenían con las monedas y con artefactos muggles, todos embobados frente a pequeñas pantallitas. Todo era pantallas en su vida. Ni hablar del dinero que gastaban cuando nosotros viajábamos practicamente gratis.

Lo bueno de éstas leyes, es que el Ministerio las recalca en cada Departamento. ¡Hasta en Hogwarts y la Universidad me tocaba comtemplarlas e intentar que todos los profesores la cumplan! —era cierto. Nadie tenía idea de lo que había sido ser director de aquellas dos instituciones. Cada profesor tenía libre elección sobre el escenario para llevar a cabo la clase. Y cada uno de ellos andaba con un grupo de alumnos, donde podían transgredir aquellas reglas. Asi que las sabía casi todas—. Pero prometo que me aprenderé algunos símbolos, prima. Para eso estoy aquí —exclamé con una sonrisa, esperando aliviar la tensión que podría haber provocado.

Mi no entender tu idiomo... Mi no entender tu idiomo —repetí en un murmullo. Sonriendo primero por Sagitas y luego por mi. Tal vez algún día no necesitaría mi varita y aquello realmente funcionaría—. No sé si me agrade conducir. No me gustan los vehícul0s muggles. Pero me gustaria aprender un poco en teoría. ¿Es cierto que los muggles vuelan en objetos que parecen murciélagos? Eso si que me agradaría. Aunque nunca vi uno, no sé como se llaman —les comenté mientras rememoraba la hermosa sensación de volar.

Jamás contaba que era animago y que podía convertirme en un búho. Pero aquellas imágenes que había visto, donde los muggles volaban en el aire con algo por encima de ellos que simulaban ser alas o algo parecido, me daba mucha más adrenalina que andar en auto. Aunque si no lo aprendía con mi prima, podría basarme en los símbolos que nos había brindado e intentar llegar a donde éstos realizaban aquella actividad.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Sagitas habló y habló largo y tendido, también había venido otra alumna que parecía que se había perdido entre tanto ajetreo muggle y era comprensible, el caos que podían formar esos cab.. bueno, me callo, eses seres sin magia sin ayuda de varita era de verdad increíble y aún así, se manejaban lo suficientemente bien. Eso tenía que reconocérselo a pesar de que no me gustaban conocía sus cosas.

 

Ignoré lo que decía mi, ¿dulce profesora? sobre lo de vulgar y le sonreí con una mueca un tanto maligna. Habló Juve y también Elvis además de Romina. Asentí con la cabeza, sí, eran señales de tráfico las había visto cuando venía en el maldito autobús y había comprobado como todos esos autos las respetaban, pff. Si es que, como la magia, nada. O eso pensaba yo.

 

Yo me mantuve en silencio escuchando a mis compañeros hablar. Había pasado varios pergaminos y uno de ellos encendió rápidamente mi cólera.

 

- Mi querida señora... - una mueca más desagradable que la anterior se formó en mi rostro - no quiera privarme todavía de la boda de su hijo conmigo. Además, aquí las bodas tanto civiles como religiosas están permitidas. NO me caliente mucho, si no quiere tener problemas, suEgra - enfaticé la última palabra sabiendo que la cabrearía. Lancé una risilla maliciosa. Cierto que me había cabreado con esa señal, pero yo también sabía reconocer ciertos símbolos..

 

- El de la cruz esa, con la serpiente. Indican lo que ellos llaman farmacias, es a lo que a nuestra botica se refiere -asentí con la cabeza mientras bebía un sorbo de mi cabeza. Después la escuché hablar sobre conducción y la miré asombrada y con otro gesto burlón, aún acordándome cuando hubo cierto incidente en el transcurso del viaje con los accidentosos tanto a España, como al concierto de las brujas de Macbeth (o como se escriba xD) ¿Lo llevaba ella? En el segundo nos habíamos llevado un buen batacado...

 

- No os fiéis de Sagitas en el tema de la conducción. ¿Enseñar? puede, ¿respetar? Lo dudo - y sin poder evitarlo, estallé a carcajadas.

 

- Yo no tengo problema Sagitas. No necesito ese tipo de autorización para conducir esos cacharros, digamos que... - me callé un segundo, ¿debía de revelar algo que, seguramente mi tía pelivioleta se reiría, o se impresionaría? O quizás, hasta pensaba que estaría tomándole el pelo, y diría que era mentira. Saqué una cartera especial que llevaba siempre conmigo, dentro del monedero de piel de moke y que había guardado previamente dentro de la cazadora.

 

- ¿Veis? Ésto es un documento un tanto ¿excepcional? No se da a todo el mundo. Ésto nos permitió reparar los edificios muggles cuando el dragón se salió de la Reserva de Scamander, esa que hubo tanto revuelo - chasqueé la lengua fastidiada, por tanto trabajo que nos había dado - es del gobierno. Yo la tengo desde que fui profesora de pociones. Ellos me llamaban por decirlo de alguna forma, cuando en su mundo las cosas no tenían arreglo, según ellos - di una risilla baja. Les mostré la autorización. Quizá chuleaba demás pero así le enseñaría a mi familiar que yo conocía más de ese mundo del que aparentaba realmente. Bueno, básicamente me hacía la tonta y pasaba de ellos...

 

- Tuve que llevar a varios alumnos conmigo para atajar esos problemas mientras enseñaba pociones - levanté los hombros - disculpe señor - le dije a Elvis - nadie sabía nada, pero mis pupilos nunca sufrieron percances en mi custodia. Todos sanos y salvos - asentí orgullosa.

 

Me callé ante lo último que dijo, ¿compras? Sentí que los ojos se me bailoteaban de alegría.

 

- No me hace gracia, pero he visto un traje de Armani, perfecto para Matt - hice el gesto de la pistola y reí a carcajadas. ¿La cerveza me estaría haciendo efecto? - gracias Sagis, es la excusa perfecta, ya es hora que tu hijo vista como el hombre que es... No como, alguien - la miré de arriba a abajo, sabía que la cabrería con ese gesto y sonreí de oreja a oreja - que se viste de forma ordinaria - repetí esa palabra nuevamente - y que sólo sea recordada por las pintas y no por el buen hacer- comenté, negando con la cabeza, manteniendo mi gesto gracioso.

 

off: siento no poder pasarme antes, Sagis ya lo sabe, estuve de gripe y puf, no se lo deseo a nadie, al menos ahora puedo rolear, sin marearme jajaja

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Sonreí, divertida, ante las palabras de mi primo. Tenía toda la razón del mundo. El Secreto Secretísimo de la Magia era una de las Leyes Mágicas más conocidas del Ministerio, recalcada en todas partes para que se nos metiera en la cabeza. Pero yo, como profesora de temas muggleosos, tenía que comprobar que todos mis alumnos la entendieran. Me alegró muchísimo que él ya la conociera.

 

-- Los signos son importante. Un dibujo tan chiquitito adquiere una gran importancia en el mundo muggle. Las señales de tráfico, esas que Heliké dice conocer -- enfaticé este hecho poniendo incredulidad en mi tono -- son una guía de circulación por las calles para darle un sentido al caos de las ruedas sobre el asfalto. Señales verticales, horizontales, luces, la posición de las manos de la policía urbana... Todo eso hace que haya un control y una prevención de accidentes. Algo que a veces es insuficiente, según el número de accidentes de tráfico que aún hay por las calles y carreteras.

 

Me encantaba conducir pero las palabras de Heliké sonaron a que yo era una mala conductora y me dejó muy mal. Puff, se iba a enterar... Pero no mejor delante de los otros alumnos. Así que preferí sonreír muy falso y contestar la pregunta que antes me había hecho mi primo Elvis.+

 

-- No son murciélagos, hombre. Son 'paratos de hierro que... ¡Válgame los dioses si entiendo cómo lo hacen!, flotan en el aire. No me digas que los muggles no saben hacer magia... Es increíble que sin saber mover una varita consigan hacer volar aviones que pesan toneladas. La explicación está en la física pero yo sigo diciendo que es una forma de magia muy poderosa y desconocida por nosotros, los "verdaderos" magos.

 

Sí, sentía un gran aprecio por la comunidad mágica y la defendería siempre de los mal llamados "magos de sangre limpia" que no querían mezclarse con ese grupo. Eran tan inteligentes como nosotros mismos o incluso más pues usaban la inteligencia para paliar la ausencia de magia mientras que nosotros nos acomodábamos dentro del movimiento de muñeca para conseguir todo al alcance de nuestra mano, sin esfuerzo ninguno. Vivir con ellos es una auténtica experiencia. No os voy a pedir eso, por supuesto, Elvis, pero sí que es muy aconsejable que sepáis entender los signos que usan, pues están en todas partes, ya sea en una prenda de ropa para lavarla sin que se estropee a qué lavabo usar en un lugar público o si un producto agrede a la naturaleza o...

 

Heliké había descubierto mi imagen trampa y sonreí, esta vez con total satisfacción. Eso sí, después puse carita de sorprendida. Soy una auténtica payasa y sé hacer muy bien mi papel.

 

-- ¡Ooooh! ¿Cómo habrá llegado este símbolo aquí? Pues no lo sé, debe de ser un error de la imprenta porque... -- Me puse la mano en el pecho en un gesto T O T A L M E N T E teatral -- ... con lo que yo te quiero... ¿Cómo iba a prohibirte que te casaras con nadie?

 

Acabada la frase con otra amplia sonrisa, volví hacia los símbolos.

 

-- Muy bien, esta cruz, en verde o en rojo, con esta serpiente que rodea una copa no significa que hay mortífagos cerca a punto de hacer una fiesta de la cerveza, jajajajaj -- Mi risotada fue sincera hasta que me di cuenta que no es cuestión de juguetear con esas palabras delante de nadie. Nunca se sabe quién o qué orejas están escuchando y ese grupo es muy suyo y no le gusta que se metan con ellos. Así que carraspeé ligeramente y rectifiqué mi tono guasón. -- Quiero decir que la serpiente y la copa es un símbolo universal de las Farmacias, como bien ha dicho Heliké. Son un sucedáneo de nuestras tiendas de pociones y tisanas curativas.

 

Iba a seguir explicando las imágenes cuando Heliké me interrumpió con una verborrea inusual. La miré algo irritada; se estaba pasando haciéndose la lista. Pero cuando mencionó que le iba a comprar un traje a mi hijo Matt y se metió conmigo, ya no lo soporté. Pegué un manotazo en la mesa y las copas tintinearon.

 

-- ¡Que te crees tú que vas a ir de compras a una boutique, "querida sobrina"! Tu gusto no hay quien lo cambie ni aunque vivieras mil años. -- Suspiré a fondo y recogí las imágenes, enfadada. Daba por terminada aquella parte del estudio y que le fuera bonito. Era una... Una... -- Bien, esto es lo que quiero que hagáis.

 

Me costó mucho poder articular aquellas frases siguientes porque la rabia me podía y lo que quería era pelearme como una lagarterana en el suelo del local con Heliké. Pero nada de aireos de varitas y hechizos potencialmente mortales. No, no, lo que me apetecía era una verdadera pelea muggle, de las que ellos llamaban "peleas de barro", en las que con la fuerza bruta nos arreábamos cachetes y nos ensuciábamos toda toditas. Así, una pelea muggleosa para enseñarle respetos a su "futura suegra", si es que algún día conseguía superar las barreras que le iba poniendo para aplazar la fecha y que nunca llegara.

 

-- Vais a salir ahí fuera y me vais a traer estos cuatro objetos: un paquete de cigarrillos con filtro de importación francesa, una guía de un museo, un disco de música de los años 80 y unas botas de agua y un paraguas haciendo juego. Tenéis dos horas para conseguirlo. Aquí tenéis...

 

Rebusqué en mis bolsillos y saqué un saquito de monedas locales con un papelito explicativo sobre el valor de las monedas muggles. Puse uno delante de cada uno de mis alumnos menos delante de Heliké.

 

-- A ti no te hace falta. Ya he visto que tienen mucho dinero muggle guardado dentro de ese bolsito tuyo. A todos, ni una sola varita en el aire o iréis directamente a la Dirección del Ateneo con un suspenso eterno para esta asignatura. Escoger cada uno un objeto diferente a traer. Podéis ayudaros, ir en grupo o en individual pero quien no esté dentro de dos horas aquí con el objeto acordado, volverá a casita andando porque yo me habré ido y no la llevaré conmigo. A ver... Ahora es el momento, ¿tenéis alguna pregunta?

 

Que Heliké no hiciera ninguna porque no le iba a hacer ningún caso. O peor, la ataría de pies y manos en el lavabo del bar y no podría acabar su clase.

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- No me vas a cabrear - susurré aún un poco alucinada por el maldito cartelito que había puesto en medio de aquellas imágenes para que los demás alumnos dijeran lo que significaban...

 

- puff - bufé sin poder evitarlo. No me apetecía nada tener que salir.

 

- ¿Comprar? Qué poca gracia - dije, encogiéndome de hombros... Aún tenía una jarra llena de cerveza, así que apuré el trago para ir anotando cómo pudiese...

 

- ¡Trae para acá! - le pedí al camarero que tenía un bloc y un bolígrafo o como se llamasen en la mano. Empecé a garabetear lo que quería mi deliciosa tía. Bueno, ya que las vuelaplumas estaban prohibida en esa clase era lógico que tuviese que anotar cómo un vulgar muggle.

 

- No me amenaces Sagitas. Te demostraré que puedo traer todo eso que has dicho sin falta de usar la magia - ¿seguro? Bueno, alguna trampa podía hacer, eso seguro...

 

- No, no hace falta que me des de eso. Me extraña que aquí mis compañeros no fuesen previsores siendo una clase de Estudios Muggles - reí por lo bajo, sin poder evitarlo...

 

- Bueeeeno, pues vamos allá. No sé qué vas a hacer con tantas existencias, pero con lo del tabaco, me lo puedes dar a mí - sin poder evitarlo, hice un gesto gracioso con las cejas, pero conociéndola, seguro que me mandaba al garete. ¡Cómo si lo viera!

 

- Pues, una pregunta sólo - era así yo de puñe.tera (xD)- ¿qué harás con todo lo comprado? ¿Montar un stand de esos cachivaches para vendérselos a los magos cómo si fuesen reliquias? Que nos conocemos profesora - dije con una sonrisa y negando con la cabeza.

 

- Bueeeeno, pues nos vemos en dos horas, ale ale... - hice un ademán con mi mano y salí por la puerta delantera del pub.

 

Ya en la calle tuve que guardar el dinero en el monedero de piel de moke. Básicamente no me fiaba de la gente. Podían sacar la mano y zas en un periquete dejarme sin dinero y sin poder hacer la "misión" tan dura que nos había encomendado la pelivioleta. Miré a ambos lados de la calle y empecé a caminar. Con la nota arrancada previamente, busqué un lugar. Ya sabía cuál previamente iba a escoger. Sonreí con una mueca burlona sin poder evitarlo.

 

A lo lejos y cerca del museo había una especie de estanco o algo parecido a lo que nosotros entendíamos que vendían a los que éramos fumadores. Me dirigí hasta allá y cómo buena alumna que era, respeté las señales para darme el paso ya que, las señales lumínicas todavía prohibían el paso a los peatones. Me enfurecía bastante el hecho de que hubiese tanto ruído. Los coches pitaban, humeaban, e incluso parecían dar empujones además de que las personas parecían gritarse unas a otras.

 

¿Acaso no sabían callarse o hablar más bajo? ¡Qué gran diferencia había de nuestro mundo! Por eso estaba tan orgullosa de pertenecer a él. Un sonido particular llamó mi atención y venía del otro lado de la calle, al parecer era un efecto sonoro pero no entendía para qué. Negué con la cabeza y seguí mi ruta. Avancé entre el mediod el gentío. Parecían sardinas en lata, parecía que no se movían y a mí conseguían ponerme de mal humor. Otra diferencia notable, básicamente nosotros teníamos otros medios de transporte mucho más rápidos que los convencionales muggles. ¡Cómo me enorgullecía de ser bruja y además de proteger el estado de la sangre! Si ex-compañeros mortífagos viesen en dónde andaba metida, de seguro me llamarían traidora y con razón.

 

Deseché esos pensamientos y en cuánto me di cuenta ya vi que estaba en frente de la tienda. Suspiré cansada y un poco bufando por la caminata abrí la puerta del local y me llamó la atención. ¿Qué esperaba, memorándums? Eran aburridos hasta para eso. No podía evitar seguir haciendo las comparaciones. Mientras esperaba a que me atendiesen, vi que una señora no muy mayor estaban atendiendo a una de las personas. Me fijé que, al fondo había un joven un tanto sospechoso. Enarqué una ceja, me dio mala espina.

 

- Sí, ¿señorita? - me dijo la mujer que me sacó de mi ensimismamiento. ¿Qué preguntarle? Saqué de nuevo la nota y fruncí el ceño.

 

- Eh sí, disculpe. Me gustaría, por favor que me diese un paquete de cigarrillos, oh, mejor no, dos, con fitro de importación francesa - la mujer asintió con la cabeza y antes de que empezase a decir nada...

 

- Las manos quietas - la voz del joven al fondo me dejó helada, era tal y cómo esperaba, ¿porqué todo tenía que pasarme a mí? No tenía varita pero sí también tenía un arma y además documentación del gobierno, ¿qué podía salir mal? Me pregunté.

 

- Usted señora, me dará todo el dinero de la caja además de dos cartones de tabaco - la mujer parecía que estaba a punto de darle un síncope... No pude evitar murmurar.

 

- Tranquila mujer, no pasará nada, ¿verdad? - miré al joven y sin poder evitarlo hice una mueca burlona.

 

- ¡¡Cállate y cierra la boca est****a!! - me soltó el joven.

 

- No estás en disposición de nada - y rebusqué rápidamente entre mis bolsillos el revólver y la documentación.

 

- ¡Policía! Tire la pistola y nadie saldrá herido - parecía una película del oeste. La mujer temblaba del puro nervio al verse en esa situación tan comprometida.

 

- Jajajaja claro claro, policía, ¿Crees que me chupo el dedo, idi***? - me insultó y sin poder evitarlo, me abalancé sobre el chaval. Se escuchó un disparo que rebotó en la pared y con la fuerza bruta, le di tal puñetazo que lo dejé inconsciente.

 

- Llame a la policía, rápido...

 

- ¿Y usted, no es...?

 

- ¡Hágalo! - le grité yo ahora. Saqué cómo pude unas cuerdas que tenía en el monedero y até al joven. No parecía ser mayor de dieciocho años pero tenía la cara bastante desgastada.

 

La mujer apurada, así lo hizo...

 

- Y me gustaría cómo recompensa, lo que le he pedido - dije con cara inocente. Ella asintió con la cabeza - ¿cuánto le debo? - pregunté con educación, tampoco me esperaba nada.

 

- Éstos paquetes se los daré gratis, por ayudarme y...

 

- Va, tonterías, ¿qué hora es? - me la dijo y no pude evitar farfullar molesta, tendría que esperar pero, el deber era el deber. Mientras vi cómo la policía con su uniforme negro llegaba me despedí de la señora y ésta amablemente me dijo que esperaba volver a verme. "Lo dudo" pensé para mí.

 

Había llegado con la hora justa, con los dos paquetes de tabaco, bueno, técnicamente con uno sólo el otro, guardado en el bolsillo...

 

- Tuve ciertos inconvenientes y al menos pude llegar a la hora - sonreí a mi tía señalando el reloj de la pared del pub. Esperaba no encontrármela beoda, que era lo que me faltaba. Aparte de llevarme una bronca de Matt por no cuidar de su madre- aquí tienes tu paquete - lo puse encima de la mesa y el mismo mesero que me había atendido apareció de nuevo - cerveza, con jarra grande y fría - le pedí cansada, saqué nuevamente otro par de billetes y los puse encima de la mesa.

 

- Espero estar más que aprobada. El ministerio se salva en ésta ocasión porque mi nombre no ha quedado registrado en un atraco, cosa que no fue mía - levanté la palma de la mano para tranquilizarla - los documentos que enseñé antes, me salvaron -le dije a la bruja, con una sonrisa de oreja a oreja.

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Aquella clase se estaba volviendo mucho más interesante de lo que creía, o por lo menos de lo que esperaba que pudiera ocurrir dentro de cuatro paredes. En ése momento me había puesto a pensar que tal vez era la mejor idea con la modalidad de la clase porque ¿Qué sucedía si alguno de los alumnos se descontrolaba y ocurría una desgracia en medio de la calle muggle? No sólo que el profesor corría riesgo, sino que la Universidad y casi toda la comunidad mágica.

 

Entiendo, Sagitas. Lo tendré en cuenta —le comenté, sabiendo en el fondo que posiblemente no me desenvolvería por las calles no mágicas pero si admitía que me servirían. ¿Cuántas veces había actuado entre muggles y cuántas no? Casi todos los peligros que trabajaba tanto en el Ministerio como en la Orden del Fénix, afectaban a nuestra comunidad pero tenía que tenerlo en consideración—. No te preocupes, ya no soy más Director. Aunque te recomiendo que mantengas ése cuidado. No creo que sea conveniente que el Ministerio enfoque su visión al Ateneo

 

Le comenté con una media sonrisa, mientras entrecruzaba algunas palabras con Sagitas, pero parecía un modo amistoso, y si no lo era, tampoco parecía malo. Escuché todo lo que decían y de a poco fui entendiendo todo mejor. Lo bueno de todo aquello es que al menos me iría de la clase con información nueva. Asentí a las palabras de la profesora Potter Blue. ¿Teníamos que ir afuera a buscar objetos? Ésto se ponía interesante.

 

Ya regreso... —le comenté a mi prima, sin dejar de repetir en mi cabeza los objetos que teníamos que juntar: "un paquete de cigarrillos con filtro de importación francesa, una guía de un museo, un disco de música de los años 80 y unas botas de agua y un paraguas haciendo juego". Había dos grandes premisas importantes. La primera es que una adrenalina recorrió mi espalda. No era algo peligroso pero si desconocido, y actuaba casi de la misma forma. La segunda, era que había tomado literales las palabras de la pelivioleta. Y había recalcado en que estaba prohibido usar la varita. ¿Y si no usaba la varita?

 

Corrí detrás de Heliké, saludando a Sagitas y asegurándome que no se veía mi varita. Se vieron justo cuatro imágenes de cómo fui tomando los objetos justo antes de ponerlo delante de Sagitas en una bolsita de cuero que había conseguido.

 

***

Caminaba con paso seguro, pero enfocándome en cada vidriera que se aparecía delante. No tenía ni la menor idea de cómo distinguir un filtro de importación francesa a uno inglés, pero tal vez podía llegar a encontrar. Le pregunté por allí a una rubia mujer si conocía donde podía haber, pero al parecer había sido demasiado brusco, porque se alejó rápidamente negando darme un cigarrillo. ¿Qué había escuchado? En el bolsillo tintineaban las monedas dadas por Sagitas.

 

Estaba casi a punto de utilizar la varita con un hechizo localizador, hasta que vi un enorme poster en una ventana, que mostraba a una hermosa joven mujer, con el humo despedido por su boca, un gran sombrero y unos lentes negros que reflejaban lo que parecía el agua de playa. ¿Sería ahí adentro? Entré y saludé, esperando inconscientemente a un elfo que jamás llegó.

 

Disculpe... ¿tiene cigarrillos franceses? Los desea mi mujer y los está deseando desesperadamente —comenté al viejo vendedor que no me había prestado demasiada atención hasta que sacudí la bola de monedas para que las escuchara e intentara comprender que mi objetivo era pagar esos cigarrillos.

 

***

Me encontraba en una de las estatuas más altas que tenía aquel museo. Había perdido unos treinta minutos entre conseguir aquellos cigarrillos dejando exageradamente la mitad del contenido dela bolsa y haber encontrado el lugar. Claramente que un pasillo oculto me había servido para transformarme en búho y entrar por una ventana. Agradecía en gran parte que allí dentro casi todo estaba a oscuras. Asi que todo era más cómodo. Aleteé una o dos veces y ululé, esperando ver algo por allí.

 

En cuanto lo noté, me lancé por los aires como si fuera lo último que podría ver. Rocé la cabeza del señor y su sombrero se cayó al suelo, en cuanto éste tocó el suelo, me aferré con mis fuertes garras a la guía que llevaba en la mano y salí volando, aprovechando el momento de distracción, esquivando a una pareja que admiraba un cuadro horrible y saliendo por la primera ventana que veía de nuevo.

 

***

La música resonaba con todas sus fuerzas. Pero allí no había demasiado que entendiera. Sabia lo que era un disco porque en el mundo mágico eran simulares, pero cuando me detuve adelante de aquellas estanterías y empecé a leer el título. No conocía ninguno. ¿Por qué tenía tanta desconexión con los muggles? Había crecido en un pueblo muggle, había relacionado con algunos de ellos, pero siempre mis objetivos habían sido recuperar a mi familia, llegar a ser un gran mago criado en casa, y aunque intentaba protegerlos, no sabía nada de ellos.

 

Guns and Roses. Queen. The Rolling Stones. ¿Es una piedra mágica? Metallica. Me suena a nombre maligno —me decía a mi mismo, apenas en un susurro mientras leía cada uno de ellos. ¿Eran discos de los 80? Era una etapa tan vieja que ni siquiera sabía. ¿Qué era Génesis y quién Nirvana? Terminé de ver aquella enorme pila y elegí alguno al azar. No hice demasiados cálculos, no podía perder tiempo, me quedaba solamente un cuarto de hora—. Gracias por ésto, el vuelto es regalo de navidad —intenté parecer generoso, pero de reojo pude notar como la expresión del joven pasaba de incredulidad a sorpresa. Era como diez veces más lo que salía el disco, estaba seguro que eso le daría a oportunidad de tomar varias cervezas aquella noche.

 

***

Emití una sonrisa al mirar aquel maniquí. ¿Cuánto tiempo me quedaba? ¿Y qué había dicho específicamente Sagitas? No tenía monedas. Estaba oscureciendo y ése local parecía cerrado. De hecho era curioso la leve capa de polvo que había en cada centímetro de lugar. Miré a ambos lados. La gente iba de un lado hacia el otro, allí nada se movía ni cambiaba de forma, todo era estático. ¿Quién iba a sospecharlo? Solamente con pensar en un Salvaguarda Mágica, me volví intangible, era como un fantasma pero aún más invisible. Volví a ver a ambos lados. Nadie había sospechado que una persona ya no se encontraba mirando la vidriera.

 

Actué rápido porque no tenía demasiado tiempo, asi que traspasé el cristal de la vidriera como si no estuviera. Tambien lo hice por unos muebles que contenían demasiados objetos muggles. Algunos muy feos. Miré cada rincón, allí tenía que haber de lo que pedía la profesora. En ése instante el efecto del poder dejó de funcionar y regrese a la normalidad, lo que me permitía usar las manos para buscar. Las botas las pude reconocer de inmediato, porque era una casa de ropa y había montones de ellas, de todos los colores, asi que tomé unas negras. El paragüero estaba a unos metros pero me costo encontrarlo casi el tiempo que tenía allí. Faltaban cinco minutos. Sin dudarlo, actué como mejor pude. Cerré los ojos y giré sobre mis talones.

 

***

Apoyé cada cosa sobre la mesa de Sagitas, con una gran sonrisa y esperando que notara que estaba algo cansado. Había aprendido varias cosas por mi prima, asi que ésa clase se había vuelto el doble de interesante en tan solo un segundo. Volví a tomar asiento.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Miré el reloj que había en una de las paredes del Pub. Tomé un trago. El tiempo pasaba muy lento. ¿Habría alguien usado magia para retrasar la hora? Se me estaba haciendo eterno. Tomé otro trago.

 

No sé cuantos tragos de aquella pinta (¿era la misma o había pedido más a lo largo de la espera?) llevaba encima cuando sentí la voz de mi sobrina Heliké. En otra situación hubiera palidecido ante su mención de inconvenientes en la consecución del objeto mugle pero hoy me sorprendió lanzándole una boba sonrisa.

 

-- Seguro que te lo pasaste genial en ese atraco. -- ¿Atraco? Eso debiera haberme hecho sonar alarmas en mi cerebro pero creo que estaba algo lento de reacciones con tanta espumita que había estado soplando de los vasos. Huy, habían sido varios, ahora que recordaba. -- Cigarrillos, qué original. Pensé que me traerías otra cosa. Yo no fumo.

 

Entonces llegó Elvis y le sonreí, señalando los dientes en una enoooorme sonrisa.

 

-- ¡Primoooo! ¡Qué bien que llegaste...! ¡Justo a tiempo!

 

Me levanté y la mesa se movió y por poco me caigo, tuve que apoyarme en Heliké.

 

-- ¡Boba mesa! Está rota, se tambalea. -- Ojeé todo lo que me había traído y ¡también había cigarrillos! Entonces recordé que era eso lo que había pedido que me trayeran. ¿Para qué quería cigarrillos si odiaba que fumaran a mi lado? -- ¡Qué bien! Trajiste todo... Eres un genio. ¿Sabes qué...?

 

Caminé un poco y aquellas botas tenían un tacón tan alto que parecía más que bailaba que caminaba.

 

-- Te apruebo por todo el esfuerzo que has hecho. Vámonos, que tenemos que llegar a tiempo al Ateneo antes de que desde Dirección noten nuestra ausencia. Bueno, a Heliké también la apruebo pero porque me cae bien, sólo un poquito de bien.

 

Aún faltaban dos alumnas pero no podía esperar más. Habían pasado dos horas... Tendrían que volver como pudieran. Lo malo era que tendría que justifica a Dirección que había dos alumnos perdidos por el pueblo. En aquel momento me pareció divertido haber perdido alumnos por el camino, esperaba que Anne y Niko tuvieran sentido del humor. Solté un hip, los metí a los dos en el lavabo conmigo, ignorando miradas furtivas de los que estaban en el pub y me desaparecí.

 

¿Rumbo a dónde?

 

En teoría, al centro académico. En la práctica... A saber, en realidad me había quedado soporífera por el alcohol justo en el momento en que nos desaparecíamos. A lo mejor acabábamos en la China...

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