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Prueba de Nigromancia #8


Báleyr
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Poco podía hacer Báleyr para razonar acerca de lo que estaba viendo: el portal le confería un acceso limitado a los pensamientos del Ragnarok, los suficientes para que tomase consciencia de las emociones que este atravesaba y para que pudiese captar, harto vagamente, su línea de pensamiento. De un momento a otro el paisaje cambió rotundamente. Un pestañear bastó para que no se encontrasen más en medio del violento y sangriento paisaje donde una jirafa y un león yacían inertes; ahora se encontraban en una especie de barco que flotaba sobre el temperamento del oleaje, meciéndose de manera incontrolable a su merced.

 

Báleyr percibió el aire de duda en la mente de su pupilo: si bien reconocía el lugar como parte de su pasado, no estaba del todo seguro respecto de cuál era su propósito allí. El Arcano reposó su cabeza contra la pared de la Gran Pirámide y suspiró largo y tendido, harto cansado, deseando más que nada marcharse a su mazmorra y dormir. Cerró los ojos y volvió a concentrarse en las vivencias de su alumno, manteniéndose lo suficientemente concentrado y alerta como para no perder la conciencia. Sólo volvió a erguirse cuando el propósito del Ragnarok en aquella faceta del portal quedó explícito.

 

Encontró a su alumno, unos cuantos años más joven, sentado junto a un moribundo cuya cercanía a la otra vida era evidente; su frente perlada de sudor, su cuerpo tenso y tiritante, su semblante pálido. El hombre se estaba desangrando y su cuerpo luchaba precariamente por adaptarse a aquellas condiciones; inútilmente, claro. Falleció unas horas después. Su alumno comenzó a cerrar las cortinas y proteger con encantamientos mágicos la habitación, y para entonces la frustración del arcano era más que evidente si alguien llegase a verlo.

 

- ¿Qué? ¿Otra vez? - soltó, azotando uno de sus pies contra el suelo y despertando una fina capa de polvo - ¡Vamos! Usa tu magia, ya lo has visto hacer un ritual de sanación; la Nigromancia es más que eso. - No estaba seguro de por qué se quejaba. El portal no tomaría en cuenta su opinión y, de cualquier manera, probablemente sabía que tenía que evaluar otros aspectos. Sin embargo el cansancio lo impulsaba a quejarse y la repetitividad de la prueba lo había puesto de malas.

 

Casi como si hubiese hecho caso de su sugerencia, la escena cambió rápidamente. El Ragnarok se encontró de repente en la proa del barco, en el seno de una tormenta que no solo desperdigaba lluvia por todos lados sino que también bamboleaba el barco de un lado para otro. La visibilidad estaba seriamente limitada dado que el día estaba dando paso a la noche, la iluminación provista únicamente por las pocas farolas que iluminaban la proa y por la intermitente luz de los relámpagos. De todas direcciones, casi en trescientos sesenta grados, comenzaron a acercarse al Ragnok todos sus compañeros de flota, el moribundo entre ellos.

 

Sin embargo, no eran sus compañeros de flota. Ya no se encontraban en su pasado; este había sido distorsionado: Todos sus compañeros estaban muertos, y se acercaban a él en reproche por ser el único vivo. ¿Qué era lo que querían ¿Asesinarlo? ¿Vengarse de él por haber resucitado al moribundo? Hades tendría que averiguarlo pronto o safarse de la situación de alguna manera; sus habilidades de Nigromante estaban siendo puestas a prueba una vez más.

 

- A veces.. sólo a veces... eres genial. - dejó salir, jocoso, Báleyr mientras entrecruzaba sus piernas y se disponía a disfrutar del espectáculo.

 

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El cainita había salido de aquello por segunda vez, aun así sospechaba que la siguiente prueba iba a ser mucho mas difícil y capaz crucial en todo aquel tiempo. Estaba en la proba de aquel barco ballenero disfrutando del silencio y de aquel hermoso paisaje de Alaska, aunque lo mas extraño era que aun seguía o se mantenía allí y se suponía que si había terminado con aquello tenia que haber cambiado la imagen o la situación, claro estaba a menos que hubiera algo mas que debía hacer y aun no se percataba de ello.

 

Cerro los ojos para intentar recordar rodo lo que había sucedido en las clases con Báleyr, su maestro en el arte nigromántico y no pudo percatar nada que hubiera podido hacer diferente, claro estaba, en la clase habían bajado al mismísimo inframundo a buscar un alma a la cual había colocado en aquel cuerpo para después descubrir que aquel alma en pena pertenecía a su pasado y que a la final había logrado que pasara a la luz y ya no estuviera allí. Pero ahora…

 

Abrió los ojos al escuchar “pasos” o más bien susurros que se acercaban a él. El ambiente parecía haber cambiado, seguía en aquel barco pero la imagen era mucho mas opaca y caótica, como si una intensa bruma o niebla se hubiera apoderado de todo. De una u otra forma parecía como si todo se hubiera detenido en el mismo punto del tiempo pero como si se hubiera entremezclado todo.

 

Lo que observo no logro entenderlo, aquella imagen de su juventud cuando había salvado al grumete se mezclaba con un evento que no esperaba ver, pero que supuso o debía suponer que tendrías que enfrentar de vuelta, ya que era algo que había marcado su vida de neófito, algo que había pasado mucho tiempo después cuando odió todo lo que se había convertido y se coló en aquel barco como polizón, los espíritus de aquellos que habían muerto una vez que él se había convertido en vampiro cuando naufrago aquel trasatlántico y los de aquel barco ballenero pedían un sacrificio o pedían la cabeza del Ragnarok por no haber muerto.

 

-Eso quiere decir que no hubo temporada al año siguiente –susurro el vampiro- lo entiendo de ellos –observo a las personas que habían muerto en aquel barco- pero ¿Por qué los marinos quieren vengarse de mi? –pregunto bajito intentando encontrar respuesta a aquella extraña duda que tenia.

 

El vampiro se preparo para luchar pero ¿Cómo se podía pelear contra los espíritus?, no había armas “mortales” que pudieran hacerle daño, quizás había llegado la hora de que el terminara de descender al inframundo. Una cosa era luchar contra las sombras invocadas, él poseía armas para ello, pero ¿contra espíritus?

 

-<<No es bueno cambiar el pasado>> -escucho en su mente -siguió resonó- <<cada acción tiene unefectos en ti y en lo que te rodea, si elegiste un camino acepta las consecuencias de tus actos>> -siguió escuchando aquellas palabras que resonaban en su cabeza.

 

El vampiro intento encontrar la respuesta a todo aquello dando unos pasos hacia atrás pero estaba siendo rodeado en un ángulo de 360º por lo que a menos que saltara a su suerte no tenia escapatoria. Negó con la cabeza, aquello seria una cobardía y de seguro con aquel acto tan patético reprobaría aquella clase, además, ya de por si muchos lo consideraban un cobarde, un bueno para nada, alguien que no merecía la pena y para finalizar deseaban su cabeza, a menso que hubieran perdido todo interés en él.

 

Busco entre los espíritus y animas que lo estuviera rodeando algo que pudiera ayudarle. Pudo al fin observar en los ojos del capitán aquella imagen de lo que había sucedido. Al salvar a juan el cainita había cambiado todo lo que sucedió después, Juan había sido el causante de la muerte de cada uno de sus compañeros al año siguiente cuando el vampiro no había vuelto a reunirse con ellos. Pudo notar entonces aquellas manchas de sangre en su propia mano, como si el hubiera sido quien propició todo, y para colmo era lo correcto, de no haber salvado al hombre los demás vivirían.

 

-Lo siento mucho –dijo el Ragnarok- no lo sabia, solo deseaba ayudar , lo hice con la mejor intención para ayudarlos a todos y aun amigo, de haber sabido lo que sucedería –siguió diciendo de manera apremiante.

 

-<<saber mucho del futuro y de tu propio destino puede empeorar las cosas>> -escucho como si aquella fuera la respuesta a lo que acababa de decir.

 

Sus manos se iban poniendo mas rojas, no por el calor o por algún acto del cuerpo, aquellas marcas eran rojo sangre, sangre que goteaba de sus propias manos. Se miro la ropa, esta también estaba manchada por el vital líquido.

 

-¿Qué es lo que desean?, ¿me quieren a mi?, ¿desean mi sangre en pago por todos los problemas que les causé?, ¿es el pago para que Caronte les permita cruzar? –siguió preguntando- entonces vayan en paz –dijo sacando el sai que llevaba en la cintura y filosa daga japonesa- mi sangre por cada uno de ustedes amigos –dijo y sin pensarlo 2 veces el Ragnarok se hizo un corte del cual comenzó a salir un hilillo de sangre que comenzó a caer en el piso de aquella embarcación y se mezclaba con la sangre que tenia entre sus níveas manos. –ojo por ojo, diente por diente, sangre por sangre –susurro.

 

Recordó las palabras de su maestro Báleyr, muchas veces la nigromancia para realizar un ritual o para realizar algún acto te pedía un sacrificio, el tuerto había dado su ojo, ahora el vampiro estaba dando su sangre por aquellos a los que había salvado una vez y que gracias a ello también los había condenado. Ser arrodillo en aquella extraña posición como si quisiera meditar, aquella posición que se solía usar para realizar el Harakiri cuando ibas a ofrecer tu vida en compensación por la pena o la vergüenza de haber fracasado. Tomo la daga y sonrió, quizás aquello funcionaria para los balleneros pero ¿Por qué los otros tripulantes, los del trasatlántico querían vengarse de él?, esta vez no había sido su culpa, él era un polizón, no se había alimentado de nadie allí y no había causado aquella tormenta que hizo que todo se fuera a pique. No lo pensó, ya estaban casi sobre él. Abrió el grimorio y comenzó a buscar el ritual que debía usar. ¿Su maestro el había mencionado algo al respecto?, de ser así no lo recordaba. Negó con la cabeza. Cerró los ojos y se dejo llevar. Comenzó aquel cantico que no sabía de donde había salido, quizá los había leído en el grimorio y hasta aquel momento, cuando mas lo necesitaba era que venia a su mente. Esperaba que aquel sacrificio de sangre que había echo por sus antiguos compañeros, junto a aquel ritual y cantico pudiera ayudar a los demás.

 

-Lo único que necesitan es que los ayude a cruzar ¿verdad? –pregunto ya sintiendo su fría esencia rozándolo.

 

Lo que aquellos otros espíritus deseaban era aquello, que alguien los guiara y les dijera lo que debían hacer y a donde debían ir, cuando murieron quedaron estancados en aquel lugar, en aquel mundo extraño para ellos y hasta ese momento o hasta ese punto fue que lograron ver una luz o mas bien una salida a aquella pena que los había embargado. Cada uno había dejado cosas pro hacer, cosas que se habían convertido en su ancla o en sus asuntos pendientes y no sabían ¿Cómo iban a arreglarlo?, al menos hasta que apareció el cainita quien debía ayudarlos con todo aquello.

 

-Espero sea suficiente… -susurro sintiendo como lo atravesaban aquellas animas.

 

@Báleyr

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La tensión de aquella escena era un crescendo inacabable, tanto que el arcano se encontró a sí mismo manteniendo la respiración y sintiendo como su frágil y amedrentado corazón latía con furia. Todos y cada uno de los muertos se acercaban a Hades, recortando la distancia entre ellos y él, mientras su pupilo luchaba contra sí mismo para encontrar la respuesta a aquella misteriosa escena. ¿Cómo haría para escaparse de aquella situación? Báleyr se encontró a sí mismo meditando, por un segundo y sin perder el ojo sobre la fortuna de su alumno, qué haría el en caso de encontrarse en los pies de Hades.

 

Llegó un punto que el propósito de aquella prueba se tornó obvio y evidente, pero no por ello sería fácil. El más indispensable requisito para convertirse en un nigromante era la capacidad de entender y acceder a los sacrificios que la muerte, invencible, demandaba de sus aprendices; si Hades lograba realizar el sacrificio y obtener el perdón de los restantes miembros de la tripulación, no sólo demostraría contar con una gran cualidad sino también forjaría un elemento inolvidable de su propia historia.

 

El Arcano se llevó inconscientemente su mano hacia su ojo tuerto, con cuidado de no tocarse el ungüento, y recordó casi en carne viva los sacrificios que él había tenido que hacer. Observó la continua lágrima de sangre que se deslizaba hacia el piso del barco y lo teñía de un color rojo vino hasta que perdió la visión de Hades entre tantos muertos que terminaron por rodearlo. Unos cuantos segundos de expectativa sucedieron a esa escena hasta que, de la nada, la escena se oscureció y no quedó nada más que una negrura absoluta.

 

Toc. Toc. Toc.

 

Pac. Pac. Pac.

 

Un goteo resonó a la distancia y la mismísima imagen del inframundo apareció entre los ojos de su alumno. Este debía de ser el último obstáculo.

 

- ¿Hades? ¿Puedes ayudarme a salir de aquí? - no sabía a quien pertenecía esa voz, pero dudaba de que no fuese de alguien importante.

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El vampiro curo su herida. Aquel sacrificio era poco para todo el sufrimiento que había causado, al menos, esta vez, había sido perdonado, pero el karma y todo lo que llevaba a cuestas no lo dejarían en paz tan fácilmente. Suspiro mientras se encontraba de rodillas aun. En su nívea mano se encontraba su Sai, su daga japonesa, tan filosa y mortal como siempre aun con algunas manchas de su propia sangre. La respiración del vampiro era como si hubiera corrido un maratón o estuviera extremadamente cansado, como si le faltara el aire. “Respiró” profundamente tal como lo haría si acabara de salir del agua. En sus ojos había lágrimas.

 

-Vivit Sub Pectore Vulnus –susurró.

 

¿Agotado?, ¿cansado?, debió suponer que aquella prueba y la nigromancia serian más difíciles de lo que podía imaginar, respetaba aquella habilidad y en el momento que lo decidió sabía que no había vuelta atrás y que no se perdonaría a sí mismo si lo dejaba pasar, quizás muchos otros hubieran terminado antes que él aquellos obstáculos, pero estaba seguro de algo, aquella pirámide lo estaba probando, no por el simple hecho de hacerlo, sino que seguro conocía sus miedos, sus sueños y esperanzas y deseaba ver hasta qué punto iba a legar el vampiro, si terminaría renunciando o quebrantado como lo hizo alguna vez. Ser molesto ante ese pensamiento, hasta el punto que podía sentir aquella oscuridad crecer en su interior, podía sentir su propia ponzoña en su boca y como sus facciones se tensaban. La ira iba en aumento.

 

-Pugna tecum ipse, si vis vincere iram, non potest te illa, incipis vincere, si absconditur, si illi exitus non datur, signa eius obruamus et illam quantum fieri potest occultam secretamque teneamus, cum magna id nostra molestia fiet, cupit enim exilire et incendere oculos et mutare faciem, sed si eminere illi extra nos licuit, supra nos est, in imo pectoris secessu recondatur, feraturque, non ferat, immo in contrarium omnia eius indicia flectamus –murmuró- Vultus remittatur, vox lenior sit, gradus lentior, paulatim cum exterioribus interiora formantur.

 

Tras aquellas palabras, tras aquellos susurros logro calmarse, era el momento de seguir adelante, aquel no era un juego, e iba a terminar pasara lo que pasara.

 

Levanto la vista y observo el lugar, los sonidos a su alrededor eran diferentes, ya el barco no estaba allí, estaba en el inframundo de vuelta. Los orbes del vampiro se concentraron en un punto. Podía escuchar aquella voz, aunque el goteo que escuchaba era incesante, la conocida voz había llamado toda su atención. Entrecerró los ojos y se levanto colocando la daga japonesa en su cintura. ¿Qué pretendía ahora la pirámide?, ¿qué era lo que deseaba que sacrificara ahora?, estaba claro, debía salvar a aquella alma, debía rescatarla del inframundo y llevarla a lugar seguro. No podía permitir que se quedara allí.

 

-Solo tú podrías meterte en tantos problemas –susurro dibujando una mueca- pero sabias que estaría aquí para rescatarte, como siempre estoy aquí para ti –se acerco al lugar de donde salía aquella voz- te lo he dicho millones de veces, yo siempre tengo al razón –bromeó ante aquellas palabras que solía repetir infinidades de veces- No es tu hora, no es tu momento, se que has sufrido, se que quieres dejar de luchar pero aun tienes mucho que vivir, aunque este aquí, no et dejare sola, así que vamos, es hora de regresar

 

El vampiro siguió acercándose a la voz. No sabía cómo pero estaba seguro que aquella persona, aquella alma que se encontraba atrapada lo escuchaba. Imaginaba su cara, sus facciones, cada uno de sus movimientos ante aquellas palabras que había dicho el vampiro. No era necesario que al viera de frente, le conocía demasiado bien. No hizo más que colocar su mano en la estructura que lo separaba de ella. Sonrió cuando la vio y le ofreció su nívea extremidad la cual fue traspasada, pero aun así por un segundo pudo sentir aquel contacto.

 

-Hasta el final –susurro- aquí o en la otra vida

 

No lo pensó 2 veces, iba a guiar a aquella alma hasta el lugar donde ambos regresarían, a menos que la pirámide decidiera otra cosa o que el cainita tenía que enfrentarse a algo más antes de permitir que acompañara a aquella anima hasta su cuerpo terrenal. Podía observar como los otros muertos y espíritus se acercaban a él, podría ser que quisieran mostrarle alguna otra cosa de su pasad o de su presente ya que dudaba que alguno pudiera decirle algo de su futuro, aunque quizás sí, sabía que ya no podía cometer los mismos errores que había cometido en su juventud. Se concentró y siguió adelante custodiando aquel espíritu evitando que fuera arrastrado por los demás o por su misma desesperación. Sabia que ya algunos espiritus malignos habian cruzado a donde se habia encontrado aquella persona viva luchando por su vida para reclamarla, para buscar la muerte de ella, la habian atacado y herido, le habian quitado casi toda su enegia vital y aun asi habia sobrevivido, ahora la mision del Ragnarok era volver a llevar a aquella alma de vuelta al mundo mortal, de nuevo a su cuerpo.

 

-Falta poco, solo un poco mas –dijo el vampiro.

 

Sin pensarlo, comenzó a recitar una oración, un rezo, laplegaria aecuada, un cantico salido de sabia alguna persona donde, palabras del grimorio, frases y canticos que salían de su propio ser, quizás aquello funcionaria y la magia protectora sería tan fuerte que ambos saldrían sin ningún problema. Sabía que no era un sacrificio de sangre lo que se ameritaba esta vez, era otra cosa…

 

***************

 

El vampiro traspaso aquel portal junto al anima, al menos ya habían salido, o eso esperaba…

 

@Báleyr

Editado por Hades Ragnarok

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El ruido del goteo continuaba incesantemente en el fondo, como música de ambiente para aquellos dichosos de visitar el Inframundo sin haber muerto. En ese, y en tantos otros sentidos, la Nigromancia no era más que un enorme privilegio. ¿Quién, sino, podía hablar con aquellos que ya no estaban? ¿Quién, sino, podía mirar la muerte tan de cerca y al mismo tiempo permanecer protegido por el velo de la vida? ¿Quién, sino, podía torcer parcialmente el brazo de la muerte bajo la premisa de un respeto inacabable? La Nigromancia era intrínsecamente superior al resto de las habilidades; no por su dificultad, a pesar de que también influía en ello, sino por lo que implicaba.

 

Observó a su alumno afrontar la situación que se le presentaba: su temperamento calmo y claro a la hora de pensar, en las mismas líneas de las tantas otras situaciones que el portal había decidido ponerlo. No podía sino sentir una leve efervescencia de orgullo por el accionar de su pupilo quien, ducho desde un principio, se había perfeccionado con diligencia en la Nigromancia y ya estaba en los últimos pasos. Por supuesto, de ahora en más, sólo restaba práctica y aprendizaje. ¿Cuánto mejoraría? ¿Qué tan bueno devendría? Eso estaba en sus manos.

 

Con palabras calmas y a través de la plegaria justa, Hades escoltó a aquella persona fuera del inframundo y devuelta al lugar que él quería llevarla. Báleyr nunca supo quién era aquella persona y a dónde la llevó, a pesar de que quizá podría haberlo hecho si hubiese rebuscado lo suficiente en la mente de su alumno; sabía mejor que entrometerse en sus cosas personales y, a fin de cuentas, no era necesario que lo supiese; el veredicto final ya había sido dado y el portal frente a él refulgió intensamente por unos segundos, devolviéndole al Ragnarok.

 

- Enhorabuena, Hades. - comentó Báleyr, poniéndose de pie y tomando su báculo para luego acercarse al muchacho - Has superado la prueba y te has convertido en un Nigromante. - el viejo Arcano lanzó un leve carraspeo y, con la respiración agitada, señaló con su dedo el de Hades, donde el Anillo del Aprendiz sufrió una rápida metamorfosis para transformarse en el anillo definitivo de la habilidad.

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