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Defensa contra las artes oscuras


Jessie Black Lestrange
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Veía como dos de sus tres alumnas comenzaban a transitar en el laberinto. Aquella era la ultima prueba, lo que le daría las pautas a Jessie para aprobar o desaprobar a sus alumnas.

 

Las tres habían demostrado que tenían que tenían los conocimientos necesarios hasta el momento para poder salvar aquella clase, pero aquello era más real, aaquello era lo que le daba verdadero significado a la clase.

 

Las veía entrar por callejones sin salida y dar vueltas equivicadas mientras ella estaba comodamente esperando a que ellas mismas se dieran cuenta que aquello solo estaba ocurriendo en su cabeza, pues seguían sentadas exactamente en el mismo lugar sin apenas moverse ni un milimetro.

 

Era algo cruel y retorcido el jugar con la mente de las personas pero ella en verdad lo disfrutaba, ver como sus alumnas se perdían en aquel lugar, porque en si, las preguntas irían abriendo puertas conforme las respondieran para finalmente darse cuenta que jamas estuvieron en peligro.

 

Ahora, no estaba segura si quería saber como reaccionarían estas al darse que Jessie solo había jugado con su mente.

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- ¿Un laberinto? - Susurro para si la joven, fue en ese momento que decidió mirar a su alrededor, no se había dado cuenta como el lugar cambio en tan solo unos minutos. Un pergamino se materializo entre sus manos, lo leyó rápidamente y escucho las últimas instrucciones, solo una hora tenían para completar el desafío.

 

La voz de Reviguelle la incito a ponerse de pie y sonrió ante su acotación - Es verdad, es la primera vez que vivimos algo así - le susurro de vuelta y preparo su varita, imitando a Revi y ambas se internaron en el laberinto. Ya lejos de la mirada de la profesora las amigas pudieron hablar más tranquilas. Rio ante la "trampa" que Reviguelle le comentaba - Estoy segura que la profesora debe tener los ojos puestas en nosotras en este momento, si intentamos ir por arriba las paredes se elevaran con nosotras - Decía pasando su dedo suavemente por la superficie del laberinto - Al menos eso muestran en las películas..

 

Se detuvo en seco al ver la expresión de horror de su compañera - ¿Estas..? - pero antes de terminar su pregunta, Reviguelle le comento la criatura que se encontraba cerca de ellas, se aproximo y pudo ver como las nubes de tormenta se asomaba, un escalofrió recorrió su cuerpo, pero el boggart estaba confundido, no podía mantener una forma fija y ambas chicas rieron al ver esto y retrocedió.

 

La reja de acero se encontraba sellada, Revi comenzó a leer la pregunta y contesto rápidamente, miro a JunnyCo dándole el pase, la joven miro rápidamente el pergamino, estaba distraída así que luego de leer la pregunta uno respondió - La maldición imperius provoca que la victima este bajo el control de quien realizo el maleficio - Agrego a la respuesta de su amiga y la reja hizo un sonido metálico - La maldición cruciatus tortura a su víctima con un dolor intenso - Continuo y volvió a escucharse un sonido proveniente de la reja - Mientras que el maleficio asesino o avada kedavra causa la muerte inmediata...

 

La reja hizo un sonido agudo y se abrió por completo, dejando el paso libre a las brujas. Ambas se sonrieron y continuaron confiadas, por varios metros el laberinto parecía tranquilo, daban vueltas y vueltas. Luego de varios minutos comenzaron a sentir como el ambiente se congelaba, el vapor salía de sus labios - Creo que estamos cerca de algo nuevo - Le comento JunnyCo a su compañera y mantuvo la varita en alto.

 

El camino comenzó a congelarse y retrocedieron unos pasos. Desde ambas esquinas del pasillo donde se encontraban aparecieron dos figuras oscuras con capas largas y viejas - Dementores - Susurro Jun, ambas chicas se miraron y asintieron al mismo tiempo. Levantaron sus varitas, esperando que las nauseabundas criaturas se acercaran, el frio había provocado que sus cuerpos temblaran, los pensamientos negativos y triste intentaban contaminar sus mentes. Cuando la distancia entre ellas y las criaturas se acorto, ambas recitaron al unisonó...

 

- ¡Expecto Patronum! - Con un movimiento circular de la punta de sus varitas salió la luz plateada, directa hacia los dementores. JunnyCo observo como lentamente se iba formando una figura corpórea, una pequeña ardilla que correteo al dementor hasta que este se perdió de vista. La joven pudo sentir como el calor y los pensamientos positivos volvían a ella. - Lo logramos - Expreso y frente a ellas se formo un nuevo camino, al llegar al final encontraron otra reja, esta vez estaba cubierta de gruesas espinas.

 

JunnyCo extrajo su pergamino y leyó la segunda pregunta - Nombre completo del único mago que ha sido capaz de sobrevivir a una de las maldiciones imperdonables y resistirse al poder de las otras dos - Termino de leer y miro con una gran sonrisa a Reviguelle - Señorita Fiorentini, ¿Nos haria el honor?...

 

 

 

@@Reviguelle Fiorentini S.

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En cuanto la reja se abrió respire aliviada pues tendríamos más tiempo de enfrentar lo que sea que estuviera dentro del laberinto y no quedar rezagados intentando contestar las preguntas. Mire a Junny para sonreírle y apresurar nuestra marcha siempre con las varitas en alto. Luego de algunas vueltas sin sentido y de encontrarnos con paredes cerradas, sentí in escalofrió recorrer mi cuerpo, algo estaba cerca y eso significaba que era el camino correcto, teníamos que enfrentarnos a todo lo que estaba en el paso pues justamente indicaba que era la ruta indicada.

 

Junny y yo caminamos lento a medida que la niebla se espesaba y el frio aumentaba, en mi mente empezaron a divagar recuerdos perturbadores del pasado y eso significaba una cosa, había un dementor cerca. Confiaba en que Junny tenga la suficiente fuerza para poder contrarrestarlo pues era consciente de que nunca me había enfrentado a uno de esos seres por lo tanto no tenía la experiencia necesaria. Intente respirar profundo y concentrar mi mente en recuerdos felices lo mejor que pude, imite a mi amiga y levante la varita para conjurar el patronus.

 

La luz que emanaba de mi varita era más débil que la de Junny que logro conjurar un patronus corpóreo en toda la regla. Yo solo podía ayudarla una pequeña parte a deshacerse del dementor hasta hacerlo retroceder. Me quede un buen rato estática con la vista al frente mientras Junny festejaba a mi lado. Mi primera experiencia con un dementor y no había resultado nada agradable y mi conjuro fue poco provechoso. Era mucho más sencillo conjurar un patronus corpóreo sin uno de esos seres cerca.

 

Caminamos en silencio hasta dar con otra puerta unos cuantos metros más adelante, para leer la pregunta siguiente y contestarla. Le sonreí ligeramente a Junny cuando me pidió que contestara- Solo un mago lo a lograda y su nombre es Harry James Potter- conteste levantando mis hombros esperando haber acertado. Cuando la puerta se abrió la tensión en mi rostro disminuyo pues temía ser una completa inútil en la prueba.

 

-Debemos encontrar la última puerta y esto se termina solo espero que pueda controlar a la siguiente criatura que nos espera- comente un poco nerviosa. Este tramo duro mucho más que los anteriores pues había pasillos a donde quiera que miráramos, sin saber cuál de todos tomar. Sin embargo la orientación era lo que nos mantenía rectas hacia el otro extremo del laberinto. Me estaba preguntando donde estarían las demás criaturas a las cuales debíamos enfrentarnos cuando por fin llegamos a las siguientes, unas extrañas criaturas que parecían una mezcla de monos y peces con la cabeza llena de agua a simple vista: Kappas.

 

Recordé lo del pepino y una risa se me escapo- Según el libro que leímos antes estas criaturas dejan en paz a los que les tiran un pepino con su nombre, lo cual me pareció muy gracioso, yo probare ese método y tu probaras el de hacer que se agache para que el agua de su cráneo caiga y pierda fuerza vale?- le dije a Junny sacándome un zapato para transformarlo en un pepino con un morphos efectivo. Con la misma varita apunte hacia el objeto transformado para que se inscriba el nombre. Mire con una sonrisa a Junny antes de tirar el objeto hacia el par de kappas situados en un pequeño estanque. Camine alrededor ellos con la varita levantada por si el pepino no diera resultado, sin embargo estos observaron el objeto y lo sostuvieron entre sus manos analizándolo. Pase de ellos sin dificultad llegando al otro extremo y observando a lo lejos la otra puerta. Mire a Junny esperando que ella haga lo suyo y continuar.

 

En cuanto lo hizo ambas nos miramos sonrientes y nos apresuramos hacia la puerta final sacando en el camino el pergamino para leer la última pregunta.- Año en que fueron clasificadas por primera vez las maldiciones imperdonables, como tales y cuál es el castigo por utilizarlas- algo de lo que me enorgullecía era mi memoria para las fechas así que conteste sin vacilar- fueron clasificadas en 1717 –luego callé para que Junny contestara el resto de la pregunta.

 

Cuando la puerta se abrió sonreí gratamente estirando las manos a modo de triunfo, y para mi sorpresa dos botellas pequeñas de hidromiel se encontraban en una mesa listas para tomarlas; me acerque a ellas para inhalar su delicioso aroma y destaparlas automáticamente para beberlas. En cuanto el líquido toco mis labios aparte de inmediato la botella…¿desde cuándo me gustaba esa bebida? Jamás había sido de mi agrado y ahora ¿la sentía deliciosa? Esto no era propio de mí, solo podría pasarme en un sueño…Todo esto era un sueño! Mire hacia atrás descubrir que Junny no estaba y el laberinto poco a poco se iba esfumando, todo empezaba a ponerse oscuro.

 

Me desperté en la clase que había “dejado” hace aproximadamente una hora atrás, sin embargo me encontraba en el mismo pupitre recargada sobre la madera con los ojos entreabiertos. Busque con la mirada a la maestra para explicar lo que paso y si de alguna manera lo habíamos hecho bien.

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Me introduje en el laberinto justo después que Junny y Reviguelle aunque pronto las perdí de vista cuando doblé hacia el lado contrario, aunque no fue porque precisamente quisiera hacer eso, sino más bien porque el laberinto encantado parecía moverse solo y tan pronto como mis compañeras desaparecieron en una esquina, un seto se movió, impidiéndome el paso.

 

Recordaba que Jessie había dicho algo sobre... bueno, sobre que tendríamos que enfrentar cosas ahí dentro o al menos eso me esperaba de la clase, así que llevaba la varita firmemente agarrada en mi zurda. No tenía miedo precisamente pero la expectativa de encontrar algo desagradable en una esquina o en un callejón sin salida me carcomía y causaba ansiedad.

 

Doblé primero una vez, luego otra hacia la derecha y una última vez más hacia la derecha antes de encontrarme con mi primer impedimento. Allí habia una puerta alta y negra con una aldaba en forma de rostro lobuno que no dejaba de mirarme. Pero lo más escalofriante de la situación era que por debajo de la puerta pasaba una niebla espesa y fría que me subía por las piernas y atacaba mi columna vertebral, ocasionándome en primera instancia un calosfrío. Retrocedí. Podría buscar otro camino sin enfrentarme al obvio Dementor y no era por cobarde, sino porque ya tenía demasiadas cosas horribles en mi vida como para que el bicho me afectara tanto que perdiera el conocimiento. Pero al dar unos pasos hacia atrás me encontré con que los setos se habían vuelto a mover y no había hacia donde ir más que hacia la puerta.

 

-Perfecto- dije, apretando a Shember para estar lista para una defensa oportuna. Pero claro, primero tendría que abrir la puerta.

 

No había un picaporte y la aldaba parecía petrificada, así que di un par de pasos y coloqué una mano sobre la superficie de madera. De pronto, unas letras aparecieron como marcadas por un atizador al rojo vivo:

 

¿Cuál es el nombre de las tres maldiciones imperdonables y cuáles son sus acciones?

Casi sonreír por la facilidad de aquella pregunta.

 

-Veamos- comencé-. El maleficio Imperius ejerce control físico y mental sobre la víctima. La maldición Cruciatus ocasiona dolor intenso y es el hechizo mejor conocido como "hechizo de tortura" debido al daño que inflinge, no sólo físico sino emocional. Y la maldición asesina, Avada Kedavra... acaba con la vida de la víctima- sonreír con suficiencia aunque sabía que mi alegría iba a convertirse pronto en otra cosa.

 

No se escuchó click ni nada por el estilo pero de pronto la puerta estaba cediendo dejando surgir una oscuridad sin par y un frío que cortaba. La alegría del mundo se desvaneció y sólo pude sentir dolor, llanto, ganas de tirarme al suelo y morir ahí. Podía escuchar las voces de mis seres queridos abandonándome, los gritos y llantos de aquellos a los que había perdido. Pero no podía dejarme amedrentar.

 

-Expecto... Patronum- un débil humo blanco salió de mi varita y comencé a sentir las piernas blandas mientras el Dementor se avalanzaba sobre mí succionando el aire a mi alrededor y envolviéndome en espesa niebla fría-. ¡Expeco Patronum!- dije ahora, con mayor firmeza. El humo de mi varita fue más intenso y el dementor se achicó un poco ante él pero no era suficiente. Apreté los dientes-. ¡EXPECTO PATRONUM!- en mi mente abracé a Henry, volví a ver a Latil sonriendo en la fiesta de inauguración de la Macnair y a Sagitas en su vestido amarillo como el sol.

 

De mi varita salió una forma tangible de una suricata. Mi guardián. Y embistió contra el dementor, dejándolo fuera de combate y alejándolo de mi única salida. Pronto me metí por la puerta y ésta se cerró detrás de mi, impidiéndome nuevamente que volviera, aunque ya no había donde volver porque el laberinto iba achicándose a medida que pasaba por él, llevándome probablemente hacia la única salida.

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Poco a poco sus alumnas iban despertando del letargo en el que habían caído para poder realizar la ultima prueba de aquella clase. Ella había realizado un complicado hechizo para poder visualizar lo que sus alumnas veía y aunque ella no hubiera optado por el trabajo en equipo, debía de felicitar a esas chicas por el buen trabajo realizado. Cissy, por otro lado había preferido internarse sola en aquella prueba.

 

Las chicas que habían hecho equipo se habían sincronizado con bastante eficacía para poder sobrellevar las pruebas con el menor riesgo posible, las había visto flaquear en distintos puntos, pero las respuestas a las preguntas habían sido acertadas. Reviguelle había tenido problemas para invocar un patronus. No le sorprendía en nada porque aquella clase de hechizos era demasiado complicado, incluso para ella lo era. Cissy había tenido el mismo problema y estuvo a punto de despertarla pero ella debía de superar aquella prueba y a menos que su vida estuviera en peligro, Jessie no la detendría.

 

Vio los progresos de las tres brujas y como dos de ellas lentamente iban despertando para encontrarse con la mirada ¿curiosa? de Reviguelle y su mirada confusa sobre lo que había pasado

 

-¿En serio creyeron que las expondría a semejante peligro?

 

Sonrió de lado mientras veía como su otra alumna despertaba y se centraba en verificar como iba el progreso de Cissy. Debían esperar solo un poco más. Habian comenzado esto juntas y así lo terminarían.

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Cuando su compañera dijo el nombre completo del "niño que vivió" las enredaderas que cubrían la segunda reja se replegaron y esta se abrió, dejando paso libre al nuevo pasillo. La voz de Reviguelle se escuchaba extraña, pero JunnyCo no perdió su confianza y asintió ante sus palabras.

 

Cada vez que avanzaban encontraban varios caminos por donde dirigirse, no había pista alguna de cual deberían seguir, tampoco sabían cuanto tiempo llevaban buscando la última puerta, pero sin duda era el doble de las dos últimas pruebas. Finalmente un ruido llamo su atención, al girar en una esquina notaron como una ciénaga se extendía por el terreno, al final de ella se podía ver la tercera puerta. Grandes árboles, como manglares, cubrían las paredes rocosas del laberinto, por lo cual sería muy fácil atravesarlos con cuidado, si no fuera porque un par de kappas emergieron desde la orilla de la ciénaga y observaban atentamente a las recién llegadas.

 

- Kappa - Susurro Jun. No pudo evitar una sonrisa al comentario de Rev sobre el pepino, era una excelente idea para comprobar ambas técnicas que había extraído de ese libro hace un momento. Sin hacer movimientos bruscos, observó como su compañera se sacaba un zapato y lo transformaba en el famoso pepino, escribiendo su nombre con calma.

 

Al momento de lanzar el pepino ambas criaturas se quedaron mirándolo sin entender, instante perfecto aprovechado por Reviguelle para atravesar con gran agilidad la ciénaga a través de los árboles de manglar y llegar al otro extremo junto a la reja. Cuando las criaturas se dieron cuenta de lo sucedido dejaron caer el pepino a sus pies y miraban a Junny, sin duda ahora no sería tan fácil engañarlos con otro pepino.

 

Ella sabía que si se acercaba mucho esas criaturas no dudarían en atraparla y meterla a la ciénaga esperando que se ahogara, pero ella no les daría el privilegio - Debo hacer que pierdan su agua - Susurraba para sí con los ojos puestos en la calva llena de agua cristalina - Es un gusto conocer a criaturas tan interesante como ustedes.. - Comenzó a decir la joven tranquilamente, no estaba segura si los kappas la entendían, pero sin duda llamo su atención, porque ambos se miraron desconcertados - Espero que nos llevemos bien - Agregó y Jun realizo una leve reverencia de respeto. Las criaturas no tardaron en hacer su movimiento, sin duda eran seres muy educados, como se contaba en diversos relatos, devolvieron la reverencia, perdiendo el agua de sus calvas, cayeron de rodillas sin fuerzas, fue el momento ideal que la joven utilizo para cruzar rápidamente por los arboles como lo hizo su compañera. Desde la otra orilla miro a los kappas que ingresaban al agua para recuperar sus energías, lo cual la tranquilizo.

 

Las amigas se sonrieron, Reviguelle extrajo el pergamino de su bolsillo y leyó la última pregunta frente a la reja, respondió el año en que las maldiciones imperdonables fueron clasificadas - El castigo por utilizar las maldiciones imperdonables es una cadena perpetua en Azkaban, la prisión mágica - agregó Junny a la respuestas de su compañera. El ruido metálico de la reja indicaba que estaba abierta. Ambas celebraron y la atravesaron. Dos botellas de hidromiel las esperaban en la meta, Jun la tomo curiosa, pero suponiendo que era un laberinto ideado por la profesora, pensaba que era una recompensa de su parte por haber terminado el recorrido. Tomó un pequeño sorbo y todo se volvió oscuro.

 

- ¿Rev? - La llamo, pero sintió como si algo tirara de su cuerpo, una sensación similar a la que ocurría en las apariciones. Sus ojos se abrieron de golpe, tardo varios segundos en darse cuenta que estaba en el salón, era extraño, tal vez la hidromiel era un traslador, fue lo primero que pensó. ¿Había sido acaso todo un juego?.

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El camino delante de mi se ensanchó y me pareció oír un poco hacia mi izquierda las voces de mis compañeras. Al menos ellas estaban juntas, pero yo me encontraba completamente sola a excepción de mi varita que en aquel punto se había convertido en mi mejor amiga. Nunca había tenido miedo a lo desconocido porque era una persona más bien curiosa, pero los laberintos sí que me causaban claustrofobia y no quería desvanecerme allí antes de terminar la clase. Prácticamente iba contando mis respiraciones a medida que avanzaba.

 

Un paso más en aquel camino inusualmente ancho y algo me dijo que las cosas iban mal. Mis pies empezaron a sentirse pesados, siendo succionados por el piso pegajoso y poco estable.

 

-Demonios- musité, mirando como delante de mi el suelo soltaba bolsas de aire en burbujas apestosas-. Es una ciénaga- dije para mi misma, mientras retrocedía nuevamente y buscaba la forma de sortear aquel problema. Pensé detenidamente en los hechizos que conocía y entonces una sutil idea surgió. Apunté con mi varita a la ciénaga-. ¡Duro!- exclamé.

 

El rayo impactó contra la superficie de la ciénaga y una parte de ella se solidificó. Eso estaba bien pero tendría que avanzar por ese pedazo para poder hechizar el resto y rezar porque no cediera. Suspiré y viendo que no había otro camino me lancé, lanzando el hechizo cada que llegaba al límite hasta que toda la ciénaga por la que pasaba se había endurecido como si se tratara de asfalto. Finalmente di un salto del otro lado, en tierra firme y solté una exclamación de alegría. Me giré para contemplar mi trabajo bien hecho pero, al darme vuelta, me encontré con una criatura poco agradable que asomaba desde un estanque poco profundo.

 

-Un maldito kappa- musité, intentando recordar las cosas que habíamos aprendido en la clase.

 

Bueno, allí no tenía un pepino, así que tendría que ingeniármelas para que la criatura se inclinara y vaciara la depresión en su cabeza que contenía agua y, por ende, la fuente de su fuerza. Busqué a mi alrededor pero no había nada más que piedras y ramas de los setos... Piedras y ramas. Sonreí. Agarré una piedra sutilmente mientras el bicho me miraba y le apunté con la varita, cambiando su forma hasta convertirla en algo brilloso y rojo, como si se tratara de un rubí. No sabía si esos bichos eran codiciosos pero al menos el brillo le atraería.

 

-Ten, un obsequio- dije, estirando la mano para depositar la piedra cerca de él pero en el suelo. La criatura me miró extrañada y luego se acercó hacia el objeto que había dejado. Cuando comenzó a inclinarse levanté mi varita y le apunté-. Petrificus Totalus- la criatura se quedó tiesa por el hechizo y luego cayó hacia adelante, haciendo que el agua de su cabeza se derramase. De inmediato comencé a correr para sortearla antes de que se acabara el efecto.

 

Doblé una esquina y me choqué de bruces con otra puerta, cayendo al suelo con un golpe sordo y lastimándome el trasero.

 

-mi**...- me quejé, levantándome y frotando la zona adolorida. Mi vista se dirigió a la inscripción en esta nueva puerta.

 

Nombre completo del único mago que ha sido capaz de sobrevivir a una de las maldiciones imperdonables y resistirse al poder de las otras dos.

-Otra fácil- dije-. Harry Potter es el único mago que ha sobrevivido a la maldición asesina y resistido las otras dos- y claro que era la respuesta correcta porque la puerta se abrió y reveló... un vacío negro y frío del otro lado.

 

Me quedé petrificada. No había luz, no había nada... Era como si toda la luz del mundo se hubiera extinto y esa cosas negra, espesa... se la hubiera tragado. Tragué saliva con dificultad, tanteando la habitación negra y entonces... lo sentí. No era una oscuridad común, ciertamente, sino... mi mayor temor.

 

-Boggart- dije, sosteniendo mi varita.

 

Pero me costaba pensar en algo feliz en aquel momento, en algo gracioso. ¿Cómo podías convertir a la oscuridad en algo gracioso? Y entonces, una idea surgió. No hacía falta que fuera algo gracioso, sino algo que desconcertara al boggart al hacerme sonreír.

 

-Riddíkulus- de mi varita salió un rayo que impactó contra la oscuridad y una serie de luces comenzaron a surgir, como un árbol de navidad. De pronto, la oscuridad ya no estaba y en su lugar había un montón de luces de colores, brillantes y vivas. Comencé a reírme más por haber logrado mi cometido que por otra cosa y el boggart chilló, indignado, correteando hasta desaparecer en un seto. Suspiré.

 

Tan sólo faltaba llegar a final del laberinto y listo.

 

Continué caminando por otro largo rato. Ya no oía a mis compañeras ni a Jessie pero sabía que no dejarían que nada malo me pasara. Y, entonces, me encontré en el centro del laberinto. A mi alrededor había siete salidas, todas selladas con puertas como las que me había encontrado antes. Me giré pero, como era de esperarse, el camino por el que había llegado ya no estaba. ¿Qué cosas me depararían aquellas puertas? Me acerqué a la primera y tal como con las otras dos, unas palabras aparecieron como grabadas a fuego:

 

Año en que fueron clasificadas por primera vez las maldiciones imperdonables, como tales y cual es el castigo por utilizarlas.

Sonreí de lado y me acerqué a otra puerta. El mismo mensaje brilló. Retrocedí y fui hacia otra, pero de nuevo estaba el mismo mensaje.

-Vale... Veamos... La primera vez que fueron clasificadas fue en el año 1717 y el castigo por utilizarlas es cadena perpetua en Azkaban a menos que se demuestre que quien las utilizó estaba bajo el maleficio Imperius- respondí a nadie en particular, como había hecho antes.

En esta ocasión no fue una puerta la que se abrió, sino todas y una luz blanca me iluminó por completo, envolviéndome. Luego parpadee con fuerza mientras me ubicaba de nuevo en el salón de clases y me encontraba con que estaba sentada en mi pupitre. Me recosté, viendo a mi lado a Junny y a Reviguelle.

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Poco a poco sus alumnas iban despertando del hechizo en que le habían sido puestas para la última prueba.

 

Es verdad que podía ser cruel y retorcida pero con sus alumnos no debía hacer cierto tipo de cosas. Observó como las amigas se saludaban como si no se hubieran visto por varios días pero Jessie sabía que habían realizado la prueba juntas.

 

Cissy, por su parte, se veía un poco mejor a como había estado durante la prueba. Sonrió en su dirección para después llamar la atención de sus alumnas.

 

- Bueno chicas, con esto hemos llegado al final de la clase, espero que hayan logrado todos los objetivos que tenían para con la clase. A decir verdad fue muy gratificante ser su profesora. Aprendí mucho de ustedes y espero en verdad que ustedes hayan disfrutado la clase

 

Agitó la varita haciendo aparecer un pergamino delante de cada una de sus alumnas, el cual señalaba que habían aprobado la clase de forma satisfactoria y podían pedir que está se anexarla a su currículum.

 

-Felicidades por haber concluido con éxito su clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, pongan en práctica todo lo aquí aprendido y recuerdo, el poder de un mago no viene de la varita, sino de la agilidad y pericia que tenga al momento de enfrentarse a situaciones que salgan de sus manos.

 

Dicho esto tomó unas carpetas que tenía en el escritorio y salió del aula dejando la puerta abierta tras ella para que sus alumnas pudieran retirarse. Se llevaba un buen sabor de boca y estaba feliz de haber hecho algo diferente en esta ocasión.

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