Pociones y Artes Oscuras ~

[Jeremy Triviani]

Los ojos azules del vampiro pasearon por las piernas de la bruja mientras escuchaba su pedido. Realmente el estar solos en un lugar prohibido lo hacía mucho más interesante. Pudo notar que los cuerpos aunque despedían un olor putrefacto. Estaban listos para ser la parte más necesaria del trabajo que tenían por delante.

 

-Iba a usar unos instrumentos médicos, pero creo que no hace mucha falta. -Explicó tomando una de las bolsas y arrastrándola más cerca de la luz. Allí bajo la cremallera que cubría al muerto y lo dejo a la vista. Era una vista horrible. Un hombre joven, caucásico de aproximadamente 30 años. Gusanos blancos bailaban por su piel podrida. Un ojo brillaba por su ausencia y el otro estaba a medio comer. El hedor que despedía era mucho más profundo. Se clavaba en la garganta.

 

-Tomaremos sus huesos, o me ayudas o harás el trabajo solita. -Le dijo con un guiño pícaro.

 

Sus manos empezaron a destrozar la piel del pecho, como si se tratara de una plastilina. La costumbre hacía que su velocidad fuera ascendiendo hasta que dio con los huesos del tórax. Los arrancó sin más, produciendo un sonido seco que retumbó en todos los rincones de la caverna.

 

El Askar consiguió varias costillas arrancándolas de cuajo. El olor ya no le resultaba tan repugnante. Sus pulmones ya se habían acostumbrado a respirar esa porquería. Mientras esperaba que Zoe terminara de juntar los huesos que utilizaría. Sacó del bolsillo un pequeño Caldero, piedras negras, una vela roja y un cuchillo de plata. Dejando todo en el suelo, junto al Grimorio cerrado. Luego metió en el recipiente las costillas enteras y se sentó en el suelo A esperar.

 

-Ahora conocerás un poco de lo que puede hacer las Artes Oscuras. Como te dije usaremos los huesos para maldecir la descendencia de esta persona. Antes de terminar el conjuro, saldrán un demonio espiritual que intentara matarte. Pero iremos despacio, y todo debería salir bien -Dijo el mago no muy seguro. Siempre las cosas podían salir mal. - La familia de este muggle muerto, sufrirá las consecuencias de nuestros actos durante diez generaciones - Concluyó sonriendo de oreja a oreja.

 

 

 

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[Zoella Triviani]

El rubio llevó el cuerpo al centro de la sala, justo bajo la luz, bajó la cremallera y dejó a la vista el cadáver de un hombre caucásico, de bonitos rasgos ¿será la necrofilia un acto tan atroz en el mundo mágico? El olor que el cuerpo desprendía se instauró en mi garganta, debía de tener un par de semanas aquí abajo, por el estado en el que su cuerpo se encontraba. Con mi mano acaricié la pálida piel, se encontraba algo suave y un poco húmeda.

 

Las palabras del Triviani me hicieron sonreír y aproveché el largo de mis uñas para ayudarlo a romper el tórax del cadáver - Y que si me dejas hacer sola, no sería la primera vez - Solté, para después morderme la lengua por mis palabras. El frió cuerpo bajo mis manos fue siendo ultrajado por nuestras hábiles manos, introduciendo nuestros dedos entre sus costillas y arrancando cada hueso que nuestras manos tocaran, el crujir que esto hacia me emocionaba, un sentimiento de éxtasis crecía en el fondo de mi estomago.

 

Tomé entre mis manos varias costillas, y uno que otro hueso de su columna, quien sabe que cosas podría enseñarme Jeremy con todo esto. De reojo observé como de su bolsillo sacó algunas cuantas cosas, dejándolas en el piso y sentándose a un lado. Tomó todos los huesos y los introdujo en una especie de caldeo que estaba en el centro.

 

Antes de irme a su lado me acerqué al rostro del cadáver - Gracias guapo - Susurré dejando un beso sobre su pómulo incoloro.

 

- ¿Por que siempre hay algo que quiere matarme? - Interrogué mientras me sentaba frente a él, juntando mis piernas frente a mi. Pasé la mano por mi pelona, manchándome de la sangre coagulada del muggle, me reí por mi acción, había olvidado que mis manos eran un desastre de restos de cadáver.

 

El caldero empezó a burbujear un poco, con gran curiosidad me puse de rodillas y me acerqué, sosteniendo mi cuerpo con ambas manos en el piso. Mi cabeza estaba justo sobre la boca del caldero, observando como de el salia un ruido extraño, y un olor totalmente desagradable - Fascinante - Fue todo lo que mi boca pronuncio, mientras sentía mis ojos picar un poco gracias al vapor. Por algunos llevé mis ojos a los azules del Askar, con una gran sonrisa en mi rostro, e sentía como una niña emocionada por su nuevo descubrimiento.

 

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[Jeremy Triviani]

El Caldero burbujeaba con una pequeño fuego mágico debajo. Los huesos estaban empezando a limpiarse de la sangre que tenían pegada. Así que el Askar lanzó las piedras negras dentro. Colocó la vela roja al costado del caldero y tomó la daga de plata solo para extenderla a Zoella. Era la hora de la acción. No podía haber fallas porque…. sufrirían las consecuencias ellos mismos.

 

-Ahora es el momento de la verdad. Te deberás cortas la mano y dejar que tu sangre gotee en el caldero diciendo estas palabras “Maledicti sun” veraz que el agua cambiara de color a un naranja fuerte - Le explico mirándola con fijeza para que entendiera la importancia del proceso - Llegado a esta parte con la varita dirás estas otras palabras “Ad Mortem” y allí veras como se enciende la vela por sí sola.

 

EL vampiro le dio solo unos segundos para que comprendiera toda la secuencia. Ahora debían empezar la maldición antes de que no quedara nada con que hacer magia con esos huesos muggles.

 

-Cuando se encienda la vela, la llama crecerá y se convertirá en una especie de Demonio de fuego que deberás combatir. No es difícil, solo usa hechizos comunes, y al final se terminará consumiendo. ¿Cuál es el riesgo? Si te toca, roza o te lanza chispas, quedaras maldita tú y tus próximas diez generaciones -Terminó de hablar y automáticamente pensó en las dos niñas que decían ser sus hijas. Negó con el cabeza molesto antes de continuar- Cuando el Demonio muera caerás en trance y recordarás algo feo de tu pasado, pero no te preocupes, es solo temporal. Luego despertarás lo más bien. ¿Quieres saber si no funciona? Pues nunca caerás en trance y el demonio no se irá. Lo seguirás viendo solo tú.

 

No hacía falta que agregara “Como las locas” porque era más que obvio que lo parecería. Se levantó del suelo y se alejó hasta las escaleras. Se quedaría allí viendo todo. Así tenía una perspectiva amplia y podría interrumpir en caso de complicaciones. ¿Cómo se combatía un demonio de fuego? Pues debería averiguarlo.

 

-¡Hazlo ahora! Si se pasa el agua ya no tendrás con qué hacerlo. Y reprobaras -La amenazo solo para poner presión - No quiero llevarle malas noticias a mamá. Ella está muy ocupada y ¿Sabes la cantidad de papelería que deberá hacer si mueres?

 

 

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[Zoella Triviani]

Observé los movimientos del Askar, tomé la daga que me tendía y escuché atentamente a sus palabras. Escuché atentamente cada palabra mientras realizaba lo primero. Pasé lentamente el filo de la daga por la palma de mi mano, haciendo una gran herida en ella que inmediatamente comenzó a chorrear un poco. Tal como dijo la llevé hasta la boca del caldero y apreté mi mano, haciendo que pequeñas gotas de sangre corrieran hasta caer y a la par pronuncie las palabras - Maledicti sun -

 

Quite mi mano del caldero, y tome la varita con la otra mientras me arrodillaba frente al caldero. El agua comenzó a moverse causando un pequeño remolino y empezando a colorarse de naranja bastante intenso. Moví mi muñeca un poco y pronuncié las palabras continuas - Ad Mortem - Giré mi rostro a la vela que de un momento se encendió.

 

De reojo podía observar la figura del rubio recostada en la pared de las escaleras, observando cada movimiento que hacia. Tenía miedo, no iba a negarlo, pensaba en mis hijas, nuestras hijas. Negué con mi cabeza, alejando cualquier pensamiento y concentrándome un poco.

 

La llama de la vela fue creciendo, y al mismo tiempo tomé cierta distancia de ella. Tenía dos metros aproximadamente cuando la lama arremetió la primera vez contra mi - Protego - Un pequeño escudo me protegió de que las llamas malditas me tocaran. Las palabras del rubio retumbaban en mi mente "Si te toca, roza o te lanza chispas, quedaras maldita tú y tus próximas diez generaciones" No deseaba que ambas niñas sufrieran, y por mi culpa. Creo que suficiente tenía ya con todo lo que había causado.

 

El escudo no resistió mucho tiempo, y tan pronto se rompió me tiré a un costado, intentando no dejar que las llamas me tocaran. Lo ideal no era esquivar sus ataques, sino combatirlos, pero el miedo por algunos minutos se apoderó de mi cuerpo, mientras observaba como siempre intentaba arremeter contra mi cuerpo.

 

Tan pronto se alejo unos centímetros de mi cuerpo apunté con mi varita y grité - Reducio - Temía que el rayo no actuara, ya que las llamas no eran un objeto en concreto. Para mi sorpresa funcionó, reduciendo las llamas a tres veces su tamaño. Acercándome a ella, volví a pronunciar otro hechizo - Aguamenti - Causando que un pequeño chorro de agua saliera de la punta de mi varita, apagando toda llama existente que podía desprender la vela.

 

Con asombro me giré a ver a Jeremy, y ya no estaba ¿A donde había ido? a mis espaldas la voz de una pequeña niña se escuchó, y un grito, negando una y ora vez. Cuando giré vi un callejón, ese callejón, donde inicio todo. Con pasos lentos me acerqué, un tanto asustada, mis pensamientos me decían que volviera, que no me acercara pero sabía que debía hacerlo.

 

Otro grito, desgarrador, más fuerte que el anterior, el callejón estaba solo, y ya no se escuchaba nada. Un golpe, de algo cayendo, un golpe seco. Y ahí se encontraba, una pequeña Zoella de no más de 8 o 9 años, con el cuerpo inerte de una , mujer entre sus brazos, sus ojos lloraban a mares, y de su boca gotas de sangre caían, la había matado, la maté. La pequeña levantó sus ojos, conectándolos con los míos, caí de rodillas, al igual que ella. Abracé mis piernas, y empecé a negar - No, no no. No es real, no, no - Susurraba una y otra vez, mientras revivía el recuerdo de haberla matado, a ella, quien crió a la pequeña Zoella que soñaba con algún día ser reina, como cualquier niña a su edad lo hacia.

 

Seguía gritando, negando. Mis ojos se humedecieron, apretaba mis piernas entre mis brazos, y con mis dedos retiraba forzosamente las gotas saladas que mis ojos desprendían.

 

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[Jeremy Triviani]

El vampiro desde su perspectiva pudo ver como Zoella se cortaba la mano y dejaba fluir su sangre en gotas hasta el caldero. Su apetito de repente se hizo un poco más intenso. Se le hizo agua la boca con la represión de su instinto. No estaba allí para beber de la Triviani. Debía comportarse. Aunque le costara mucho. Se concentró en ver como la llama de la vela se hacía cada segundo más grande, tomando la forma de un demonio de fuego que ataco a la mujer con rabia.

 

“No te dejes tocar, jo.der” pensaba el vampiro mientras apretaba los dientes y agarraba con más firmeza la varita. El corazón estaba empezando a latirle un poco más de prisa mientras veía a la mujer en medio del combate. El riesgo era muy alto y el precio por la derrota, lo era aún más. No quería que sus las hijas de Zoella sufrieran de locura, ni tampoco sus nietas, bisnietas, etc. Nadie.

 

El alivio inmenso que sintió cuando ella mato al ser de fuego fue tan grande que no se dio cuenta que estaba conteniendo el aire. Lo soltó con un audible suspiro, mientras sus ojos veían como su hermana cayó desplomada al suelo en medio de una ilusión. ¿Quién sabe qué cosa estaba viendo? Su semblante era de puro terror e hizo que el Askar se acercara hacia ella y la tomara entre sus brazos.

 

-Ya está hecho -Le susurró cerca de su oído - Lo hiciste muy bien. La maldición está hecha, las niñas están a salvo y ahora podemos irnos a casa - Terminó desapareciendo en medio de la caverna con ella. Tenía que ponerla bien. Tardaría unos días en recuperar fuerzas, así que su destino fue el imponente castillo Triviani. La clase ya estaba concluida. Zoella había aprobado con buena nota. ¿Quién lo hubiera dicho? El vampiro seguro que no.

 

 

@ ¡Felicidades!

[Ellie Moody]

Ellie se pone de pie y camina hacia el librero, todavía escuchando al mago. Sus dedos recorren varios tomos, hasta que encuentra el que busca. Entonces, toma el libro y regresa hacia el estudiante, que ahora está en silencio, expectante. Se limita a entregarle el ejemplar, una de las ediciones más recientes de Elaboración de pociones avanzadas de Libatius Borage; la mayoría de sus estudiantes deberían estar familiarizados con aquel tomo, pues es usualmente el que usa durante el curso. Si en esa ocasión no fue así, fue simplemente porque Manuel no parecía preparado... Sin embargo, eso fue al principio.

 

—Es muy bueno —musita Ellie, luego de unos momentos—. Te recomiendo que lo estudies con calma y, por supuesto, si de verdad te interesa la materia, seguir practicando. Yo sé muy bien lo útil y lo importante que es la alquimia, especialmente la fabricación de pociones, pero me temo que no todos son conscientes de ello...

 

»En fin. A pesar de todo, has hecho un trabajo aceptable —espera que con esas palabras, el mago comprenda que aprobó la clase; sin embargo, también le gustaría que tenga presente que debe seguir practicando—. Pero no te conformes con eso; siempre hay más que aprender.

 

Al echar un vistazo al reloj de la pared, hace un gesto con dirección a la puerta.

 

—Ya puedes retirarte. Si crees necesitar orientación en otra oportunidad, me podrás encontrar aquí en el Ateneo.