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Libro de La Fortaleza XXVII


Dennis Delacour
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Una vez estuve limpia terminaron de llegar todos, cerca estaba Matthew, uno de mis tontos hermanos qué como yo cursaba el primer libro en la universidad. Me daba cierta emoción el saber que con el aquí la clase no se me haría tan tediosa, aunque a sabiendas de que mi profesora es mi dulce novia podría mantenerme más entretenida viéndola he intimidarla frente a todos.

 

La rubia comienza a hablar sobre el libro, contándonos un poco de lo básico de él. Yo, por mi parte fui sacando los cinco anillos y los dos amuletos de mis dos libros, el del aprendiz de brujo y el que cursaba, el libro de la fortaleza. Llevaba ambos, esperaba que la Delacour lograra respondernos las dudas de ambos o a menos explicar un poco de todo.

 

Colocándome los anillos y guindando los amuletos en mis muñecas escuché una voz algo tímida hablar, la otra bruja comenzó a explicar casi todo lo que traía consigo el libro. Presté bastante atención a cada una de sus palabras mientras intentaba descubrir que anillo era cual. Difícil tarea al no haberme puesto a leer el libro antes de venir o siquiera echarle una ojeada al comprarlo.

 

Poco entendía de cada cosa, por como la joven bruja había hablado de cada cosa pude deducir cual era cual y medio entender cada cosa, pero eso no resolvía del todo algunas de mis dudas.

 

El sonido de un latigazo contra el agua llamó la atención de todos, riendo algo desquiciada y aplaudo - Otro, otro - Grito, cual niña en un circo viendo al payaso hacer sus locuras. A mis espaldas siento un aroma bastante conocido, y un beso de esos que suele darme sólo mis hermanos en mi calva peluca. Alarmada giro a ver a Dennis, quien tenía la vista posada en el lago. Activo mi anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos para voltearme y darle un gran zape al idi*** de mi hermano - ¿Que te pasa? Dennis aún no sabe de mi calva, y no pienso que lo sepa pronto - Dije para luego resoplar molesta y cruzarme de brazos - Solo si los montamos como unos caballos sobre todo el pantano - Contesté, con una picara sonrisa en mi rostro - Saca mi varita que está en mi mochila, por favor - Le pedí, mientras ajustaba mi cola de caballo y acomodaba mi peluca sobre mi cabeza, ya que gracias a el castaño se había corrido a un costado.

 

Un grito salio de mis labios al ver lo que había sacado de mi mochila - ¡Eso no! - Y me lancé contra él, intentando arrebatarlo de sus manos.

 

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Noté la sonrisa burlona en el rostro del Black Lestrange, a lo que solamente pude responder rodando los ojos. No iba a dejar que me cambiara el humor aquella situación; me encontraba igual de motivada que antes de su gesto. Observé a los demás, como una forma de mantenerme distraída de los futuros gestos que pudiese hacer el chico. Vi a la otra bruja colocándose sus anillos, mientras los analizaba uno por uno. La entendía; era difícil reconocer cuál era cuál. Aún me costaba un poco eso, aunque me moría de ganas de comenzar a probarlos.

 

De repente, un chapoteo fue perfectamente audible de todos lados gracias al eco en el pantano. Me volteé sobre mis talones y rápidamente aferré mi varita con la mano derecha. Un par de ojos se asomaban por encima de la superficie del agua pantanosa, observándonos fijamente. Tragué saliva. No me había imaginado tener que luchar con cocodrilos; no todavía. Noté que el Black Lestrange ya se había girado con anterioridad, así que imaginé que el chapoteo había sido cosa suya. Más ojos, hasta una treintena de pares, se elevaron desde el agua, acercándose amenazadoramente hacia nosotros. Aferré más fuerte la varita, intentando pensar.

 

El mago agitó su varita en dirección a uno de los animales y éste comenzó a atacar a uno de los suyos. Supe lo que había hecho; los cocodrilos no se atacaban entre ellos a menos que tuviesen buenos motivos. Y con un grupo de magos y brujas a su entera disposición, no podía pensar en una mejor opción de cena. A mi lado, Matthew se acercó a Zoella para comentarle algo que no pude oír, ya que evidentemente había utilizado algún tipo de protección.

 

Regresé mi atención al frente; las 28 criaturas que no se encontraban luchando entre ellas se acercaban con pasos firmes hacia nosotros. Tragué saliva una vez más e imité lo que el mago había hecho con anterioridad, apuntando al cocodrilo que encabezaba el grupo. "Orbis Bestiarum", pensé, y vi cómo el animal era rodeado por un anillo dorado. Lo vi perdido, confundido, y no dudé en apuntar con mi varita hacia el grupo. La criatura se giró y comenzó a atacar a otro cocodrilo. Ya eran cuatro menos.

 

-Aún quedan 26. Podríamos ordenarles que se ataquen entre ellos pero probablemente no seamos lo suficientemente rápidos para evitar que nos ataque alguno primero.- comenté en voz alta, pensando, sin dirigirme a nadie en particular. Quizás alguien tenía alguna idea, y si así era, éste era el momento perfecto para mencionarla al grupo. Vi que Matthew y Zoella seguían hablando de algo que yo no podía escuchar. ¿Estarían tramando algo que nos ayudara? Fijé la mirada en el Black Lestrange. Parecía que tampoco se esperaba aquella reacción por parte de los cocodrilos. Cielos. Observé que cada vez se movían más rápido. Había que hacer algo, y tenía que hacerse rápido.

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¡mier**! Triviani se sorprendió.

 

No parecía demasiado preocupado ya que la profesora ahí presente se encontraba con la visión en otro objetivo. Aun esperando la respuesta a sus preguntas, le regalo una sonrisa cómplice a Zoella y esta le pidió que buscara la varita en su bolso, llamo un poco la atención que no la tuviera más serca suyo, cualquier cosa podía suceder con cocodrilos, gente loca y una chica rubia. (?

 

Metió la mano en la obscura mochila, tocando y moviendo varios objetos en busca de una vara de madera, no la encontraba hasta que toco y logro sacar algo similar, o al menos eso parecía a su tacto. ¡No era la varita! era uno de los artefactos sexuales de su hermanita... ¿Ahora que haría con eso en sus manos? Matthew dio un leve salto y soltó una carcajada.

 

¡Zoella! ¿por qué traes consoladores en una mochila? intento moverse hacia atrás mientras esta intentaba quitárselo

 

Acto fallido, ya que tropezó con un pedazo de raíz que sobresalía del suelo y callo directamente dentro del pantano, arrojando el juguete de color violáceo en la frente de la calva. Tras unos fallidos chapoteos para intentar no caerse, sale del agua escupiendo unos cuantos pedazos de moho, ahora solo faltaba que las toxinas de aquel hongo lo envenenaran.

 

¡Ah por los cocodrilos! se giro con una mano en el aire y corrió entre la pelea para intentar subirse a uno.

 

Toco el Anillo de amistad con las bestias con la yema de su dedo anular y se abalanzo sobre uno, mientras este se sacudía para todos lados, Matthew intentaba establecer una comunicación, casi fallida con el animal. Logro subirse y tomar una de sus escamas, lo único que se escuchaba del joven eran gritos de emoción, quizás estuviera a punto de ser devorado, pero a el no le importaba.

 

¡Vamos! gritó El que dure mas tiempo lo puede hacer un lindo par de zapatos o una cartera. y se callo de su lomo, nuevamente al agua estancada.

 

 

 

 

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Después de que la rubia diera una corta introducción sobre lo que consistía el libro del cual estaban cursando lanzó un par de preguntas y quedo a la espera de que alguno de sus estudiantes las respondiera. La primera en hablar fue su sobrina Mia que por lo que podía observar había hecho su tarea de averiguar lo posible sobre aquel libro. Esperaba que también pudiera llevarlos a la practica de forma satisfactoria.

 

Al terminar vio a Matthew levanta su mano de manera respetuosa con una pregunta, — Estamos enfocados en el libro de La Fortaleza pero cualquier duda con el del aprendiz con gusto ayudare — dijo para luego escuchar un par de preguntas más de su parte. — Supongo que te refieres a que tan importante o tanta ayuda te brinda ese hechizo?, bueno ah no ser que estés combatiendo con un mago o bruja de nivel superior y ellos hayan usado en un duelo o batalla un hechizo propio de su rango no sera muy útil. — ya había visto un ejemplo de ello cuando alguien lo había usado una vez al comienzo de un duelo sin brindarle mayor ventaja. — La duración de cada efecto o hechizo dentro de un duelo o batalla dependerá específicamente de cada uno, algunos te podrán brindar un poco más de ventaja que otros pero eso lo aprenderás conforme estudies los libros — terminó de responder cuando una especie de latigazo llamó un poco su atención.

 

Se giro en dirección al ruido para ver que una gran cantidad de cocodrilos se encaminaban en su dirección. Vaya había olvidado por completo los cocodrilos del lugar, bueno la rubia suponía que se había preocupado más en pensar en el otro problema un poco más delicado. Miró en dirección de Zoe pero estaba tranquila, es más hasta se alegraba por la presencia de aquellos animales. Vio como Matthew se acercaba a ella, los vio conversar pero no pudo entender que hablaban a pesar de tener su anillo de escucha activado lo que indicaba que el par de hermanos había activado el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos lo cual le alegraba. Entonces regreso su atención a las criaturas viendo como el Black Lestrange levantaba su varita hacia ellos y lograba controlar al menos uno para ponerlo en contra de los demás. Su sobrina Mia también logró sacar del panorama a otro par lo que la hizo sonreír. Ella no intervendría a menos que fuera necesario.

 

Un grito por parte de la ojigris hizo que dejara su vista de aquellos animales para posarla en la bruja que parecía discutir con su hermano por algo que el tenía. Tratando de recuperar algo color violeta de las manos del mago este cayo al pantano mientras ese objeto golpeaba a la bruja, definitivamente no iba a preguntar por ese tema. Ahora debía preocuparse porque los cocodrilos no cenaran al Triviani, pero este parecía estar a gusto tratando de controlar a alguno sin éxito. Era obvio que con personalidades tan variadas iba a ser una clase interesante pero no pensó en el hecho de que todo se pondría de cabeza.

 

El anillo detector de enemigos empezó a brillar en su mano indicándole que se acercaban las criaturas que esperaban no hicieran mucho daño a sus estudiantes, de seguro el escándalo de los cocodrilos habían hecho que salieran de su nido antes de tiempo y bueno ahora entre tantos problemas deberían trabajar en equipo para salir de ello.

 

Justo antes de sentir el golpe en su dirección pensó — Salvaguarda mágica — haciéndose intangible de manera que aquella serpiente de más de dos metros la atravesara sin causarle daño. Era una de 5 serpientes de ese tamaño que habían sido trabajadas con magia oscura, sus dientes eran portadores de veneno y su escamosa piel quemaba al contacto como si se pusiera un hierro ardiente en ella. Habitaban en ese alejado pantano a la espera de victimas, si no las mataban con su veneno lo hacían al envolverse en ellos quemandolas hasta que no pudieran más para luego devorarlos.

 

Miró a sus estudiantes con preocupación ya que aunque pensaran lo contrario no les deseaba mal alguno, solo quería que superaran los obstáculos a vencer. La Delacour observaría sus estrategias analizando que tanto se desenvolvían, y permanecería alerta a ayudarlos cuando aso se requiriera. Solo esperaba no tener que terminar la clase antes para llevar a alguno a San Mungo para evitar que dejara este mundo.

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Jocker se preocupó cuando el anillo detector de enemigos comenzó a quemarle en el pecho. En él, aquel anillo producía la misma sensación que le causaba la Marca Tenebrosa en su antebrazo; era curioso como en cada persona el anillo encontraba la forma de expresarse, como si tuviese vida propia.

«Orbis Bestiarum» pensó levantando la mano como si con ella fuese a detener con ella a la serpiente que se había abalanzado sobre él.

Juntamente con el hechizo, el patriarca de los Black Lestrange activó el poder del anillo de la amistad con las bestias, que le permitiría mejorar el dominio de la bestia y saber cuándo su hechizo debía ser renovado. Entendió gracias a la utilización del anillo que eran seres tranquilos a menos que tuviesen hambre o fuesen molestados. Jocker entendió además que él había sido el culpable de hacerlas salir antes de tiempo, pues en su mente estaba plantada de antemano la necesidad de atacar a los estudiantes que llegaran.

«Como con los felinos en la clase anterior» pensó mientras ordenaba a la serpiente que lo rodeara, dejando casi un metro de distancia entre él y la piel de la bestia que con su sola presencia ahuyentaba a los cocodrilos que se acercaban.

Orbis Bestiarum pronunció en voz alta esta vez el ojimiel, mirando en dirección a Matthew Triviani no porque quisiera controlarlo a él, sino al animal al que se había montado pues aunque era evidente que había usado el poder de uno de sus anillos del libro del aprendiz, el animal estaba demasiado inquieto, como si no hubiesen aplicado sobre él ningún encantamiento.

Ahora el muchacho podría jugar a los vaqueros con tranquilidad cuando emergiera a la superficie, mientras los demás se encargaban de los demás animales. El muchacho había tenido suerte porque sin el hechizo de Jocker, seguro se hubiese lanzado sobre el Triviani.

«Curación» pensó de pronto el Black Lestrange.

En uno de los movimientos de la serpiente para defender al Black Lestrange del más próximo de los cocodrilos, había pasado a rozar una pierna del que ahora era su amo. A pesar de la dolorosa herida causada sin querer, Jocker estaba satisfecho pues había sembrado en la mente del animal que él era un amigo. Esperaba que aunque perdiese el control mental del animal, la idea se mantuviese todavía por bastante tiempo.

אהבה מושלמת באה במהירות, וכל השקרים צורחים מושתקים


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Me abalancé contra mi hermano, intentando varias veces arrebatar aquel objeto de sus manos - ¡No es asunto tuyo! - Grité, para empujarlo, ocasionando que tropezara y cayera dentro del lago, mientras que aquel consolador fue a parar directo a mi frente, dándome un fuerte golpe y causando que cayera sentada en la orilla - ¡mi****! - Dije, llevando mi mano a mi frente. Aquello dejaría marca. Un empapado Matthew escupió agua mohosa y lo que pude hacer fue reír a carcajadas por eso. Esperaba con todas mis fuerzas que aquellas toxinas que tiene el agua sucia lo envenenaran, causándole una muerte muy lenta.

 

Sonriente lo veo correr hacía los cocodrilos, junto a un gran grito de guerra que me llenó de emoción. Me levanté rápidamente del suelo y giré mi vista a Dennis, regalandole una ultima mirada antes de comenzar a correr detrás del castaño - ¡Quiero un bolso lindo! - Le grité al Triviani mientras activaba mi Anillo de amistad con las bestias y pensé en un Orbis Bestiarum para montarme en el lomo del cocodrilo más cercano, el cual había dado unos cuantos latigazos con su cola luego de que me posara sobre su lomo. Pude entender que tenía hambre, y algo emocionada le invité a que se comiera a mi hermano, mientras nadaba conmigo parada en su espalda.

 

En mi dedo, el calor empezó a crecer acalambrando toda mi mano. El Anillo Detector de Enemigos quemaba mi piel, avisando de un posible peligro estaba por llegar.

 

A las espaldas de la Delacour, unas serpientes gigantes hicieron acto de presencia. Gran preocupación se alojó en mi pecho a ver como se acercaban a la rubia, preocupación que desapareció al ver como la atravesaban cual espectro fantasmal. Tomé mi varita fuerte en mi mano, y guié al cocodrilo hasta la orilla, esperando llegar a tiempo para no perderme la acción con aquellos grandes animales que tanto admiraban. Me hacían recordar a mi marca mortífaga, a cuando estaba más activa.

 

Activé el Amuleto Volador para planear la pequeña distancia que quedaba entre donde estaba y la orilla del lago, llegando lo más rápido que el amuleto me permitía. Salté y me acerqué hasta donde estaban los demás - ¡Me llevaré una a casa! - Grité, un tanto emocionada por las serpientes.

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¡Salvaguarda Mágica! ― exclamó imitando a su instructora con una ligera floritura.

 

Triviani no tenia idea del efecto que tendría aquel hechizo, no lo había podido utilizar antes, y tampoco si era fiable; de modo que espero unos momentos antes de decidirse volver a dar un paso. ¿Que pasaba si se movía? pensaba que perdería efecto, por lo que se quedo inmóvil por un segundo y cerro los ojos apretando ambos puños, con su varita en la mano izquierda. Y en ese momento vio como el cocodrilo que intentaba morderlo lo paso de largo. Miro ambos lados, y acento la cabeza en agradecimiento al mago misterioso, lo había salvado de una muerte segura.

 

Entrecerró la mirada y observo a su hermana, estaba seguro de que había sido una obra y broma de la calva, tenia ganas de hacer volar su peluca, con un pequeño movimiento de la varita; pero opto por mantener el secreto... Luego la esperaba un interrogatorio sobre porque su novia no sabia de su problema capilar.

 

El Anillo Detector de Enemigos, puesto en su mano derecha hacia su trabajo, un pequeño escozor recorrió toda la palma de su mano, un gesto de incomodidad se figuro en el gitano y levanto la mirada, unas serpientes de tamaños proporcionalmente grandes, con escamas y color grises se acercaban por detrás de la rubia. No estaba del todo equivocado, siempre se hacían problemas si había una persona rubia. (?)

 

Un pequeño suspiro salio de su boca al ver la destreza de Zoella, ya quería robarse una para llevarla al Castillo.

 

¡No! que Pyro se las querrá comer... hablaba del dragón de su tía. Bueno... Podria ser una excelente idea, tendríamos con que jugar carreras en el bosque.

 

Tenia los pies empapados por estar dentro del pantano, apretó el paso para digiriese hasta la orilla del mismo y levanto la varita en dirección a una de las serpientes, la más parecida a Green... El basilisco de Amá, estaba confiado de que podría robarle el lugar a Jeremy como hijo proferido, si capturaba aquella criatura.

 

Orbis Bestiarum un anillo dorado se figuro mágicamente al rededor de su cuello, dejándola sumida a control total de Matthew por un momento; la cual le ordeno que se peleara con el cocodrilo que estaba tras el.

Editado por Matthew Triviani

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Después de patalear un poco, gritando de alegría corrí hasta donde estaban las serpientes. Pensé rápidamente un Salvaguarda Mágica al ver como la cola de uno de los reptiles venir a golpearme. Traspasó mi cuerpo al yo quedar totalmente intangible. Maliciosa, me monté sobre uno y grité fuertemente mientras agitaba mis manos como loca por la emoción.

 

Fijé mi vista en la Delacour, que estaba muy lejos luchando contra lo que se le acercara. El Triviani por otro lado estaba más cerca - ¡Bésala! - Me reí, picaramente - ¡Besa a la serpiente! - Puse mis manos en mi boca, riéndome por lo que fuer a hacer.

 

Me mataba de risa todo, mis carcajadas me hicieron perder el equilibro y caer sobre mi espalda ocasionando que mi tobillo se doblara de tal manera que quedara casi fracturado. Hice una mueca, sintiendo el dolor subiendo por mi pierna. Recordé haber escuchado a la joven bruja de un hechizo - ¡Cureandor! - Nada, el dolor se mantenía - mi****... ¿Como demonios era? - Mordí mi labio fuertemente al borde de las lagrimas mientras un cocodrilo se acercaba a mi - Cura.. Cura... ¡Curación! - Y senté el dolor desaparecer y el hueso volver a su lugar. Me levanté rápidamente y corrí, alejándome de la orilla.

 

¿Ahora que? Todos luchaban contra las dos especies de reptiles, y yo no sabia que hacer ¿Debería quedarme a ver como todos son devorados mientras huyo con Dennis?

Editado por Zoella Triviani Yaxley

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Todo había sucedido a una velocidad vertiginosa. Los cocodrilos se acercaban y parecía que el Black Lestrange y yo éramos los únicos que pelearíamos con ellos. Zoella y Matthew estaban discutiendo entre sí, aunque no podía oírlos, y de repente se encontraban subiendo y cayendo de las espaldas de los cocodrilos, como quienes montan caballos. Me quedé boquiabierta por un segundo, aunque luego comencé a reírme. No podía creer lo que veía, pero mientras ninguno saliese lastimado de allí, la situación estaba siendo divertida.

 

El Anillo Detector de Enemigos que llevaba colocado en la mano derecha comenzó a vibrar, haciéndome regresar a la realidad de dónde nos encontrábamos. Lo hallaba conveniente; si bien poseía un medallón para avisar peligro, el anillo simplemente vibraba al punto de acalambrar mi mano cuando el enemigo estaba demasiado cerca. Aferré la varita con fuerza y enfrenté a la serpiente que se acercaba reptando hacia mí. Activé rápidamente el Anillo de Amistad con las Bestias, el que llevaba en la mano izquierda junto a la alianza de compromiso, y en mi cabeza comencé a entender al animal. Supe que no atacarían a menos que se sintiesen atacadas o estuviesen hambrientas, y ninguna de las dos estaba sucediendo con la serpiente que se acercaba hacia mí.

 

Sin embargo, cuando volteé por encima de mi hombro, vi que una de ellas se dirigía hacia mi tía. Quise gritar, pero en el instante en que abrí la boca para decir algo, vi como la bruja era limpiamente atravesada por la serpiente. Supe entonces que había utilizado la Salvaguarda Mágica y suspiré, dejando salir todo el aire que había estado aguantando sin darme cuenta.

 

Me giré de nuevo a mi serpiente. Se movía aún más lento, pero sin detenerse. Tragué saliva y, sabiendo perfectamente a qué tipo de animal me enfrentaba, le apunté con mi varita. -Sectusempra.- exclamé, viendo como en la piel del reptil se abrían grandes y profundos cortes. La serpiente se irguió cuan larga era y se preparó para atacarme. Me lo esperaba, por lo que sin pensarlo demasiado utilicé lo primero que se me vino a la mente y que había visto a los demás utilizar.

 

-¡Salvaguarda Mágica!- exclamé, cerrando los ojos al momento en que la serpiente me atacaba. Unos segundos después los volví a abrir, para comprobar que el reptil me había atravesado sin problemas. Ahora yacía muerta en el suelo debido a los cortes que le había causado. Me alejé de todos modos de ella; sabía que a pesar de muertas, las serpientes seguían siendo venenosas por un tiempo así no pudieran morder por ellas mismas. Y si algo quería evitar, era ser envenenada. No, gracias.

 

Otro problema acechaba: los cocodrilos seguían ahí y nos superaban en número. Suspiré. -Orbis Bestiarum- exclamé en dirección a uno de los cocodrilos. Iba a utilizar la misma estrategia de ser necesario. Le ordené que atacara al que se encontraba a su lado, mientras intentaba que el Anillo de Amistad con las Bestias me ayudara a entender qué querían aquellos animales. Sin embargo, con todo el revuelo, no estaba siendo fácil.

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¡Oye! no te rías de nosotros, ven, juega con las mascotas de la clase. sonrío y saco su lengua divertido.

 

Golpeo con suavidad un pie sobre el costado de la serpiente para que este ganara unos tres metros más de altura al levantarse, y ahí, en ese momento, salio a pelear con el cocodrilo. Ya jugaría con su hermana luego y le darían de comer algunos Chucks rebeldes. Se sobreentendía que debería de tener cuidado, dentro de su estomago se producían ruidos extraños; como si el gitano tuviera hambre o algo similar. No era momento para degustar un platillo, no en medio de un pantano, tampoco podía dar a relucir su instinto carnívoro frente a tantos espectadores.

 

De un momento a otro, perdió el control completamente de su cuerpo, la visión se le nublo y callo desplomado al suelo. Un tanto confundido por lo sucedido, había comprendido que el moho que ingirió hace momentos atrás lo había envenenado, por lo que con poca fuerza movió la varita Morphos creo un bezoar de una pequeña piedra que había a su costado y lo ingirió.

 

Se tomo unos cuantos segundos en el suelo, que parecían ser horas y se reincorporo, con un pequeño detalle, había lastimado su rodilla tras la caída en seco. No fue algo que lo preocupara demasiado ya que el pensó en Curación y el hechizo, empezó a hacer su trabajo y curo rápidamente la rodilla del Triviani, mientras este tenia una pequeña dificultad para caminar, podía mantenerse de pie.

 

Todos estaban ocupados con algo diferente, su hermana se había caído y parecía haberse roto la espalda; la señalo y se rió con fuerza cuan infante. ¿Cual era la relación con la instructora? sus miradas fugaces cargadas de tensión se podían notar y eso le generaba ganas de jugarles bromas a las brujas.

Editado por Matthew Triviani

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