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• Scamander's Farmhouse • (MM B: 113015)


Ellie Moody
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REGISTRO

La antigua vivienda de la familia Scamander está ubicada en el condado de Dorset, a las afueras de la localidad de Shafttebury, cerca del límite con Wiltshire. Se trata de una amplia farmhouse, o casa de campo, construida en un claro rodeado por un bosque poco denso y con acceso a un pequeño lago. Está cómodamente aislada de la población muggle, aunque no tanto como para llamar la atención de éstos. Esto fue adrede, no sólo para que la familia de magos pudiera tener una vida tranquila, sino para poder realizar con comodidad las actividades naturalistas y de magizoología que eran una especie de tradición en la estirpe. A pesar de que hace muchos años que el lugar no es habitado, está en óptimas condiciones, razón por la cual fue legado a la Orden del Fénix por sus últimos dueños, debido a su apoyo a la organización clandestina.

 

Luego de ser renovada para su nuevo propósito, la casa adquirió una apariencia delicada, cálida y rústica. Por fuera, las paredes de madera están pintadas de un color turquesa muy suave, en contraste con las vigas, marcos y puertas marrones. Es de dos plantas, con una buena cantidad de habitaciones, por no mencionar el ático y el sótano. En la planta baja están dispuestos un pequeño recibidor, la sala de estar, el comedor y la cocina, todo diseñado con un concepto abierto y tonos claros que lo que le otorga la impresión de ser todavía más grande y cómoda para recibir a todo aquel que busque refugio en aquel lugar. Las amplias ventanas llenan de luz natural el interior, mientras que una chimenea entibia las noches. En el piso superior están las habitaciones, cada una con un baño; no importa cuántas personas se muden a la casa, mágicamente siempre hay lugar para uno más. También en este piso hay un estudio y una biblioteca. El ático es usado como trastero, mientras que el sótano fue acomodado para funcionar como cuarto de juegos, tanto muggles como mágicos.

 

Junto a la casa hay un pequeño establo, mucho más grande por dentro que por fuera gracias a un encantamiento de extensión indetectable. Si bien ya la familia no se dedica a la crianza de criaturas mágicas propias, muchos miembros de la familia tienen mascotas que mantienen allí, pues están mucho más cómodas que en otros lugares. El lugar se ajusta a las necesidades de las criaturas que viven ahí, por lo que no es de extrañar que de vez en cuando crezca un árbol para los bowtruckles, aparezca un nido para los occamy o un afilador de garras para los medio-Kneazles. En el lago cercano también viven las mascotas acuáticas, mientras que en el bosque están las criaturas grandes que no pueden estar en el establo, como los dragones domados —que están entrenados para atacar a quiénes intenten hacer daño a la propiedad o a los integrantes de la familia—, los hipogrifos, incluso otras criaturas más exóticas, como las aves del trueno.

 

La propiedad de la familia Scamander está bajo la protección de la Orden del Fénix. El lugar no es visible para los muggles y, además, está protegido con el encantamiento Fidelio, del cual son guardianes del secreto los jefes del hogar: Hobbamock Graves, Eileen Moody y Zepharias Fined.

 

 

 

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Editado por Ellie Moody

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Hobb se encuentra de pie, vuelvan justo sobre su cabeza cuatro enormes Rigdeback Noruegos que van a cuidar los terrenos de la propiedad. Sobre ellos, por su puesto, actúa un poderoso encantamiento que los mantiene invisibles ante la vista de los muggles. Tiene la varita en la mano, no porque tema que las bestias fueran a hacerle daño. Todo lo contrario, sabe que sus mascotas jamás le harían daño. Los dos más grandes, hembra y macho, le fueron heredados por un antiguo miembro de la orden del fénix que murió tratando de mejorar en mundo: Bastian Karkarov. Los pequeños apenas superan el año, ambos son machos y son hijos de los dos más grandes.

 

Mueve la varita mágica para invocar un patronus, el tigre que lo representa se hace presente y siguiendo su orden camina hasta chocar con la verja y desaparecer. Se separa en halos de luz que se pierden en la oscuridad. Porque en ese momento es casi la media noche. No espera encontrarse con nadie, simplemente está en una misión de traslado. Sus dragones son muy grandes para llevarlos con aparición, trasladores o portales. Llevan volando algunas horas y la oscuridad sirve de aliado. Las puertas de hierro, de apariencia oxidadas, se abren reaccionando al patronus.

 

Hobb hace una señal con la mano señalando el bosque. Los cuatro dragones terminan con la oscuridad reinante, levantan sus hocicos hacia el aire y disparan ráfagas de fuego al unísono. Si todos los dragones escupieran un fuego idéntico, el espectáculo no sería para nada impresionante. Pero aunque no todos pueden notarlo, en cada llamarada hay cada único. Más aún cuando el fuego de cuatro dragones se une en la noche. Esas pequeñas diferencias hacen que se creen colores que ni siquiera existen, que se iluminen lugares que nunca antes han visto la luz. Es un espectáculo que pocas personas tienen la suerte de disfrutar. Incluso en ese momento, nadie fuera de los terrenos es capaz de ver los fuegos "artificiales" producidos por los dragones.

 

Entonces si, luego de mostrar su conformidad, se alejan volando hasta perderse en algún lugar del bosque. Él mismo continúa caminando, por un momento erguido con forma humana y luego de recorrer algunas metros corriendo sobre sus cuatro patas con apariencia animal. Al igual que los dragones, se pierde en el bosque. Necesita una noche tranquila, una noche sin pensar en lo que se metió. Una noche sin pensar en que lidera la orden del fénix en tiempos de guerra.

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Ha pasado todo el día en la solitaria —hasta los momentos— casa de campo. La varita descansa en el mesón de la cocina; para este tipo de cosas, prefiere usar sus propias manos aunque la faena se prolongue y resulte cansina. Considera muy importante la magia como para emplearla en simples quehaceres del hogar. «¿Si los muggles no la necesitan, por qué nosotros sí?». Tampoco apoya cómo los magos usan a los elfos domesticos. De modo que es muy entrada la noche, cuando por fin se quita los guantes de látex, el delantal y el pañuelo de la cabeza. Si bien Ellie no es una ama del hogar ejemplar, por lo menos ha logrado que el lugar no parezca haber estado abandonado los últimos años. Parece un lugar donde puede vivir gente, sin polvo, sin la pintura desgastada, sin puertas chirriantes y con la chimenea creando un ambiente cálido, incluso familiar.


De la cocina, sin embargo, comienza a llegar un olor a quemado.


—No hay de qué preocuparse —escucha la voz ronca de Madeleine, tranquila... cínica—. Todo está bajo control.


Ellie le da la espalda al salón y camina hacia la cocina, y antes de entrar en ella observa qué es lo que ha sucedido. Madeleine agita su varita de ébano sobre la bandeja que flota sobre el mesón, extinguiendo las llamas con una ráfaga de aire. Le parece bastante evidente lo que ha sucedido... Aquel es otro de los motivos por lo que es mejor no usar magia para asuntos domésticos. Abre la boca para hacer un comentario, lo cual Madeleine advierte a tiempo.


—No quiero oírlo, ¿sí? La próxima vez haz tus propias galletas.


Ese día su humor estaba peor que de costumbre y, por supuesto, no decía por qué. Si bien hace mucho rato Ellie pudo haber leído sus pensamientos, le pareció descortés, teniendo en cuenta que últimamente Madeleine es la persona con la que más comparte. ¿Para qué empeorar las cosas? Ni siquiera intentó preguntar, pues la verdad es que muchas cosas la ponían de malas y ya estaba cansada de la rutina. Pero, en su interior, algo le hacía pensar que quizás Madeleine quería que le preguntaran qué le ocurría.


—Tu sugeriste hacer galletas —repone Ellie, recuperando su varita para evitar que algún otro incidente la destruyera.


—Es algo así como una tradición —murmura, mientras las galletas se vuelcan en un plato, aunque no luzcan para nada apetitosas. Aunque ese lugar no se parece en nada a la Madriguera, no puede evitar notar comparar ambos lugares. «Este es el nuevo hogar de la Orden. ¿Quizás, la nueva Madriguera...?». Cuando observa la cocina puede ver a Sunar haciendo galletas y sirviendo té y café; en los muebles del salón, observa a Jank, a Gomita, a Athena, a Pandora; en el patio, en alguna travesura, a Catherine, a Scav, a Lestat...


Pero hay que mirar hacia adelante. Nuevos rostros aparecerán, nuevas historias de escribirán. Y no sabe si alegrarse por ver a la Orden del Fénix renacer, o preocuparse por el hecho de que su existencia sea necesaria para evitar que la Comunidad Mágica sea regida por ideales retrógadas.


—Iré a verificar los encantamientos —murmura Madeleine—. Nunca está de más.


Mientras tanto, Ellie toma una de las galletas —no los círculos de carbón de Madeleine, sino de las que están en la alacena— y se echa en el sillón frente a la chimenea. Sus párpados comienzan a sentirse pesados; sin darse cuenta, todavía con media galleta en la mano, se queda dormida.

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Tenía un humor de perros aquella mañana y no era, precisamente, porque no hubiese dormido. Mackenzie dormía como un lirón y no requería de ningún esfuerzo para quedarse dormida. Lo mismo le daba un sillón, que el suelo, que una cama. Peor todavía, había llegado a quedarse dormida en la barandilla de una pequeña embarcación en medio de una agitada tormenta, mientras turistas muggles japoneses vomitaban por la borda.

 

No, su malhumor no lo provocaba el insomnio, sino el lugar al que se dirigía.

 

Ya se podía divisar a lo lejos. Una finca enorme, detrás de la linde del bosque. Todo muy rústico y, aparentemente, sin pretensiones. Mucho terreno, mucha naturaleza y hasta un lago. Todo muy bien. Muy lindo.

 

Mackenzie sintió el deseo de llegar cuanto antes y Enigma aceleró al instante y comenzó el descenso. Probablemente estaba mandando su herencia a paseo, pero la decisión estaba tomada. Nunca jamás había pertenecido ni pertenecería a ninguna otra familia que la Malfoy. En esa familia estaba la esencia de su ser, sus cimientos, todo lo que era. No iba a fingir lo que no podía ser. - No nos define lo que pone en un papel -le dijo una serena vocecilla en su interior. - ¡Ja! Y entonces, ¿porqué puedo ver estos terrenos y aquella mansión? - le respondió otra vocecilla, ésta más aguda, pero también interior.

 

Al llegar observó un establo, pero Enigma deseaba seguir volando un rato, así que se descendió de su pegaso y se despidió de él con una caricia en su larga crin. Enigma volvió a emprender el vuelo y Mackenzie se alisó la túnica verde mientras caminaba hacia la puerta de la mansión.

 

No sabía quién habría en la masión, pero esperaba encontrar a alguno de sus dueños.

 

Llamó a la puerta.

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Se despierta, sobresaltada. En un principio no está segura de qué es lo que la ha despertado, pero entonces vuelve a oír el golpe en la puerta. La luz pálida de la mañana se cuela a través de las claras cortinas, dándole a todo un aspecto limpio y etéreo. Durante una fracción de segundo, piensa que debe preparar el desayuno para Melrose, Madeleine y Richard, antes de marcharse al Callejón Knockturn para comenzar su jornada laboral; sin embargo, se da cuenta de que no está en su hogar. Una sensación de incomodidad, quizás incluso temor, la invade. Siente la terrible necesidad de regresar a casa, donde está a salvo, junto a los suyos. Entonces golpean la puerta una vez más.

 

—¿No piensas abrir la puerta? —la voz ronca de Madeleine, que viene desde la cocina, hace que se sobresalte nuevamente. Advierte entonces que huele a café recién colado y pan tostado.

 

—Yo... yo... creo que...

 

—Sí, deberías asearte —comenta con una sonrisa que le parece amenazante. No le gusta ver a Madeleine sonreír, porque rara vez el gesto ilumina sus ojos y las cicatrices de su rostro se tensan, destacando todavía más. Para Ellie, son una especie amenaza, una promesa de lo que le pasará si piensa que en estar en la Orden del Fénix es un juego, un hobbie—. Preparé el desayuno —pero no lo dice con tono amable, aunque tampoco amenazante. No puede evitar incorporarse en el mueble y dirigirle una mirada, esperando que aquello pase inadvertido. «No me puedo quedar sola con estas personas». Ellie aparta la mirada rápidamente, sorprendida de aquel pensamiento, y se apresura a asentir enérgicamente.

 

—Hoy es mi día libre, de todas formas —dice, mientras sube las escaleras apresuradamente.

 

Madeleine, con el café en una mano, camina por la sala hasta la puerta principal. Usa una bata gris, encima del camisón rosa viejo, y calza unas pantuflas azules. A pesar de que para ella aquel lugar también es nuevo, dormir le resultó fácil, como si lo hiciera en un lugar familiar. Como si, una vez más, hubiese pasado la noche en la Madriguera. Sólo por eso atenderá a la visita, sabiendo que se trata de un miembro de la Orden del Fénix. Quizás sea Dennis Delacour, aquella joven de la que sólo ha escuchado cosas nuevas, o Luna. Incluso podría ser Zahil, a quien tiene tiempo sin ver pero sabe que es leal al bando. Sólo espera que no sea Hobbamock Graves, pues no olvida cómo ha perturbado la vida familiar en el hogar Moody.

 

Abre la puerta con un saludo cálido a punto de salir de los labios, pero en cambio, no puede evitar fruncirlos al observar un rostro que no conoce Quien está al otro lado es una mujer de cabello cobrizo y porte elegante, lo cual le recuerda a las personas del Ministerio de Magia. En efecto, está segura de que no la conoce, pero aún así le parece que hay algo familiar... como si lo hubiera visto en otro lugar... Sin embargo, a esas alturas aquella es una sensación a la que está acostumbrada, pues la comunidad mágica no es tan grande en verdad.

 

—Ehm, buenos días —musita Madeleine, dándose la vuelta para regresar a la cocina—. Bueno, este es el lugar. Adelante. Puedes aprovechar de elegir una habitación, ya que todavía no llegan los demás...

 

@@Mackenzie Malfoy

Editado por Eileen Moody

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La puerta se abrió y una completa desconocida apareció en el umbral. No tenía la más remota idea de quién era la joven poco agraciada que tenía ante ella, pero casi parecía la última barrera por superar. Algo así como "si no vienes cargado de Lealtad y Sacrificio, mejor date la vuelta, aquí no les ponemos buena cara a los extraños". Ella venía cargada de Sangre y Honor, lo otro aún estaba por ver, ciertamente. Casi estuvo a punto de darse la vuelta y marcharse por donde había venido, pero la fuerza de la razón la contuvo a tiempo.

 

—Buenos días para ti también. —Correspondió al saludo de la joven con una sonrisa. Si era cínica o sincera, eso que se lo preguntaran al genio Da Vinci, experto en sonrisas indescifrables. Mackenzie a menudo había tomado a la Mona Lisa como modelo, para practicar ese tipo de sonrisa. —Y gracias por el ofrecimiento, aunque no pretendo pasar por aquí más que lo justo —se mintió a sí misma— quizás fuese mejor que me indicase cómo llegar a la habitación de invitados. —Solicitó Mackenzie mientras veía como la otra ya se alejaba sin ni siquiera haberse presentado. —No importa, la buscaré por mi misma —añadió, casi para sí misma, comenzando a subir las escaleras hacia el primer piso, donde supuso que estarían las habitaciones.

 

No se equivocaba, en el piso superior había un montón de puertas, algunas de ellas abiertas. Otras no, pero puesto que le habían indicado que buscara su habitación, no tuvo mucho reparo en abrir las estancias que parecían estar vacías. Pudo ver que todas ellas disponían de baño individual y el color claro de la pintura realzaba la amplitud y luminosidad de las habitaciones. No se decidía aún por ninguna, le estaba resultando divertido deambular como una chiquilla. O quizás era su malhumor. A menudo, le hacía hacer cosas raras, como llevarse a sí misma la contraria, pasando más tiempo en aquel lugar del que sería estrictamente necesario. Al menos para una primera visita, en la que sólo pretendía resolver el asunto que le había traído hasta allí. Fuese como fuese, su vagabundeo terminó por llevarle a la biblioteca y al estudio ubicados en el primer piso.

 

—¡Interesante! —Exclamó al contemplar las estanterías repletas de libros y manuscritos.

 

¿Realmente era tan urgente lo que le había llevado allí? Seguramente no pasaría nada por sentarse un rato allí a leer. Además, aún aquella mansión no tenía completados los papeles y el asunto que la había llevado allí, y que quería discutir, personalmente, con el Líder de la Orden del Fénix o con alguno de sus lugartenientes, requería máxima pulcritud burocrática.

 

Convencida de que podía tomarse las cosas con calma, Mackenzie tomó uno de los libros más gruesos de la biblioteca y se sentó en un sillón orejero, junto a una amplia balconada, adornada con unas bonitas cortinas. El libro la sumergió en una interesante lectura sobre la fundación de la Orden del Fénix.

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  • 2 semanas más tarde...

Kalian Karkarov.

Cuando su despreocupado hermano le había mencionado la idea de mudarse a la Scamander, primero le pareció una locura y en parte un capricho de Connor, le pareció que su hermano solo estaba haciendo un intentó por pasar más tiempo, del que ya pasaba, junto a Hobb. Sin embargo, ya poniéndose a pensarlo bien y analizar mejor la situación y dado que al parecer se quedaría en el país por más tiempo del planeado, el vivir en un bar o en las posadas del pueblo no era precisamente cómodo.

Dio una nueva mordida a la hamburguesa que estaba sirviéndose de desayuno, si su madre lo viera comiendo ese tipo de comida a esa hora de la mañana, lo más probable era que se hubiese llevado un buen regaño. Sintió una punzada de dolor con aquella idea, a pesar del tiempo que había pasado, extrañaba mucho a sus padres, quizá siempre los iba a extrañar.

Miró a su alrededor y dio un suspiró, aquel lugar siempre le traería recuerdos > pensó dejando sobre el plato la hamburguesa a medio comer.
—Handigal... —llamó al elfo que desde hace un tiempo estaba a su servició. Cuando este llegó le dijo —Prepara mis cosas y las de Connor, nos mudamos — la criatura mágica pareció alegre con la noticia y desapareció por la misma puerta por la que había aparecido.

El peliazul terminó de comer, aunque ya no con las mismas ganas, pensar en su madre siempre le ocasionaba ese efecto, cuando dejó el plato y vaso vacíos, los lavó y fue en busca del elfo para ayudarlo, seguramente entre los dos terminaban más pronto o podría llevar algunas cosas y juzgar si el lugar le resultaba lo suficientemente agradable como para quedarse a vivir ahí.

Al final únicamente llevó una mochila con lo que él consideraba lo más preciado que tenia y que, probablemente, solo para Kelian era así. Siguiendo las indicaciones que su hermano le había dado, no le costó mucho encontrar la casa de campo > susurró pensando en lo felices que podrían ser ahí varios de los animales que había heredado de su madre.

 

La puerta estaba medio abierta así que dio un par de toques con los nudillos y dudó en si entrar o no. No sabía a quien se encontraría y por primera vez se dio cuenta de que no tenía ni idea de por quien preguntar > se respondió el mismo y no pudo evitar sonreír por lo torpe y despistado que a veces era.


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—Mjmm —Madeleine observa, con los ojos entrecerrados, a la bruja subir los escalones. Escucha con atención los pasos alejándose; cuando ya no es capaz de percibirlos, se lleva una tostada a la boca y le da un generoso mordisco. A pesar de que pasó cierto tiempo alejada de la Orden del Fénix y, como muchos, ahora se reintegra al bando, le parece evidente que aquella mujer es nueva de verdad. Sacude la cabeza, mientras repite mentalmente su comentario acerca de buscar una habitación para invitados. Nunca hubo tal distinción en La Madriguera o en el Grimmauld Place... Aunque se ve obligada a decirse a sí misma que eso era antes. Ahora son otra Orden del Fénix. Odia los cambios, no está acostumbrada a ellos, así que es difícil convencerse de que eso no es necesariamente malo. Pero lo intenta, por lo menos.

 

Ya está terminándose la taza de café y la tostada, cuando Eileen baja apresuradamente las escaleras. Está aseada y peinada, aunque un poco ojerosa y cansada; tiene la misma ropa del día anterior, una túnica verde oliva de mangas de tres cuartos y larga hasta las pantorrillas —sólo un poco arrugada, por haber dormido con ella—, y calza un par de botas marrones. Mientras se dirige a la cocina, termina de tejerse el cabello pálido en una trenza.

 

—¿Quién es?

 

Madeleine se encoge de hombros. Ahora se da cuenta de que la bruja no se presentó, aunque lo cierto es que ella tampoco lo hizo. No le parece algo importante, en realidad.

 

—Alguien de la Orden... aparentemente —dice Madeleine—. ¿No te la encontraste arriba?

 

—Oh, vi a alguien pasar a la biblioteca —replica Eileen, con voz queda, mientras se sirve una taza de café—. Me asomé, pero... no quería interrumpir... quizás está esperando a alguien más.

 

Nuevamente, Madeleine se limita a encogerse de hombros. Es entonces cuando alguien vuelve a golpear la puerta de entrada. Eileen parece estar a punto de levantarse para ir a atender a la visita, pero su prima le hace un gesto tranquilizador para que se quede sentada. Ella sonríe, sorprendida por la amabilidad de Madeleine, aunque ésta desaparece de su rostro cuando lo que hace la bruja es gritar con su áspera voz:

 

—¡Adelante!

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Hobb no puede permitirse confiar aunque eso vaya en contra de todo lo que cree. Desconfía de aquellos que no acudieron al llamado, de aquellos que le dieron la espalda a la Orden del Fénix. No desconfía porque piense que fallaron o porque crea que pueden hacer algo en contra de él o de su gente. Simplemente cree que es peligroso, por ejemplo, mantener funcionales los antiguos cuadros que representan a los antiguos líderes de la Orden del Fénix. Todos están, a día de hoy, aislados en una habitación desde la que no se ve ni escucha nada.

 

La biblioteca de la casa tiene varios libros en dónde se detalle la historia de la Orden desde los tiempos de Albus Dumbledore. Incluso hay información que habla de el Ejercito de Dumbledore, que aunque no fue oficialmente parte de la Orden si que la apoyaron y lucharon hombro con hombro especialmente en la batalla de Hogwarts. Lo que le molesta de los libros de historia es que cuentan lo que quieren contar. Hobb odia, por ejemplo, que todos consideren que Severus Snape como un héroe. Todos ven su sacrificio final y pocos entienden que en realidad la mayoría de sus acciones fueron egoístas.

 

Deja de pensar en el pasado en cuanto uno de los elfos (que se niegan a abandonar la casa pese a que la Luna liberó a casi todos) le avisa que alguien está en la biblioteca. Levanta el cuello de la camiseta para olerlo, lleva varias horas observando a las criaturas mágicas que viven en los terrenos de la granja. Escucha a los dragones aunque no logra verlos. No huele mal, o al menos no tan mal.

 

Se aparece fuera de la biblioteca. Empuja la puerta que no está asegurada. Solamente las habitaciones y un par de lugares secretos se pueden cerrar con seguro. La biblioteca no es uno de ellos, cualquiera puede entrar y salir de esa biblioteca siempre y cuando no tenga malas intenciones.

 

—Mackenzie Malfoy, un elfo me ha contado que estabas en la biblioteca. ¿Aún quieres encontrar una habitación?

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Llevaba horas leyendo en la biblioteca sobre la historia de la Orden del Fénix. El libro que había escogido era un compendio que relataba los hechos acaecidos desde su fundación por Albus Dumbledore, durante la Primera Guerra Mágica hasta casi la actualidad. Contenía bellas ilustraciones y amplias monografías, además de crónicas, biografías, relatos y cronologías. Sus hojas no habían sido inmune al paso del tiempo y al roce de muchas manos y en ocasiones la tinta estaba descolorida y algunos pasajes no eran del todo claros. A pesar de ello, era el compendio más amplio y completo de cuantos había visto con anterioridad y se encontraba totalmente inmersa en su lectura y sorprendida de poder encontrar en él menciones a un pasado velado por las nieblas del tiempo, pues aunque bien era cierto que la fundación de la Orden del Fénix y sus primeras hazañas venían en los libros de Historia de la Magia, tras la finalización de la Segunda Guerra Mágica, la Orden del Fénix había caído en el olvido, hasta que un grupo de magos la reactivó. Fue un mago del que apenas se conserva recuerdo quien la refundó. Se llamaba Cedric y Mackenzie no había oído hablar nunca antes de él.

 

Leer la Cronología expuesta en el Compendio:

Los Aurores
Por: Davidmp y Anath

Los Aurores son una élite de brujas y magos que batallan contra las Artes Oscuras. Ellos operan algunas maneras como soldados pero más a menudo como agentes de inteligencia, buscando a los Magos Oscuros y derrotándolos, a menudo en duelos de magos feroces.
Los Aurores a veces son mencionados como cazadores de Magos Oscuros y responsables de traer a la justicia a muchos de los Magos Oscuros.
Los aurores tienen rangos según sus capacidades, habilidades y dedicación a la institución que los agrupa hasta del día de hoy: “La órden del Fénix”.
La Orden del Fénix, toma su nombre por el mítico animal que resurge de entre sus cenizas y del que cuyas lágrimas curan las heridas.

A la orden del fénix se le han unido otros grupos en apoyo a los aurores, mismos que se relatan en la relación mas adelante.

Desde su fundación el liderato de la orden del fénix ha sufrido muchos cambios por distintas razones.

Aquí pondremos una línea del tiempo en la historia auror.

Al inicio de la orden la lidereaban:

Cedric
Que tras un gran trabajo de fundación, delega el puesto en:
Animaga
con sublider otaku_37
Las Veelas se unen a la orden.

Animaga es asignada a una misión especial y deja en su lugar a:
Shoutcl (Sheik)
Que para ayudarse nombra como sublíderes a:
Haku y Alhena

Sheik se retira de la orden y quedan como líderes:
Haku y Alhena
Quienes nombran a Pipe como sublíder

Después de un tiempo las cosas se reajustan a quedar así:
Líderes, Haku y alhena, secretario Pipe y sublider lestat


Los vampiros se unen a la orden. (1)

La orden de los sacerdotes (2) se une a los aurores ocupando el espacio de las veelas.

En 7 de Abril de 2005 (3)
Lestat y David llegan al Liderato, Junto con Haku y se forma la "Primera Trinidad Aurora"

Poco tiempo después:
Aparecen las Manos derechas
De Haku -> Elladan
De Lestat -> Legolas
De David -> Pipe

Lestat en sus épocas vampíricas se va a un letargo del liderato por lo cual Pipe asume el cargo.
Desaparecen las manos derechas.

3 de junio de 2005
Los vampiros y sacerdote se funden con los aurores, volviéndose todos un mismo grupo.

Y según consta en la Oficina de Magia y Duelos a Septiembre de 2005 Los líderes eran: Haku, pipe y David

En enero del 2006 Pipe abandona el liderato, y la orden, por tal motivo Lestat regresa al Liderato.

Lestat es removido del cargo por el ministerios de magia, el 24 de febrero de 2006

1 de Abril de 2006 Animaga sube al liderato en reemplazo de lestat

8 de Abril de 2006 Haku renuncia al Liderato

16 de Abril de 2006 Carina sube al liderato en reemplazo de Haku

David el 4 de Julio deja el liderato

el 11 de Septiembre llega Elladan

el 16 de febrero Elladan deja el liderato

David regresa al liderato el 6 de Marzo de 2007

Carina deja el liderato el 1 de Abril y el mismo día lo recibe Alexandre .

Animaga es retirada del liderato el dia 11 de Mayo del 2007

Y el 24 de Mayo lo toma Anath

 

Lo cierto es que aquellos primeros tiempos de la refundación de la Orden del Fénix fueron virulentos y el orden mágico no se llegó a reestablecer hasta la llegada de la primera trinidad formada por Hikari Dumbledore, Lestat de Lioncurt y David de Merilon. Aunque Mackenzie había oído hablar de aquellos tres magos, no conocía aquel dato y, de hecho, le resultaba muy curioso, porque en otros documentos se hablaba de una trinidad anterior a aquella, la formada por Hikari, David de Merilon y Pipe. Probablemente, a Pipe se le asociaba con tiempos más virulentos, por lo que no es de extrañar que se considerara como primera trinidad a aquella que había logrado reestablecer el orden mágico. De la primera trinidad, Mackenzie había llegado a conocer a Lestat y a David, pero no así a Hikari, más conocido como Haku. Su padre le había hablado de él, sin embargo. Sentía una enorme y sincera admiración por aquel antiguo líder auror.

 

Mackenzie rebuscó entre las páginas del Compendio en busca de una biografía de aquel ilustre mago y la encontró en un apéndice, que le pareció que había sido sometido, sin éxito, a algún encantamiento desvanecedor. No le extrañó al leer la biografía, pues al final de su vida se había apartado de los ideales de la Orden del Fénix y era claro que el autor de la biografía no terminaba de creerlo.

 

Leer la biografía de Hikari expuesta en el Compendio:

Nombre: Hikari (Haku)

Apellidos: Dumbledore McGonagall

Fecha de Nacimiento: 24 de Diciembre de 1912

Orden de Merlín, Primera clase, no destituible

Animago: Basilisco, aunque no se le ha visto usar esa animagia desde los tiempos en que era un auror

Raza: Mago, Sangre Limpia

Cargos: Ex moderador. Ex Líder de los Aurores

Bando: Mortífago (ex Auror, Demon Hunter)

Aspecto y Apariencia:

Mide alrededor de 1.75, su cuerpo es atletico, aunque no musculoso, solo marcado, ya que su poder reside en la increible capacidad magica que desde niño demostro.

Tiene el cabello largo, un poco por debajo del hombro y cae en unos curiosos rizos negros, dos tatuajes adornan su cuerpo, uno de un pequeño fenix, en el antebrazo derecho, que forma un circulo con sus alas, y brilla como si fuera de fuego cuando su portador se encuentra en estado euforico o agresivo. Dicho tatuaje alguna vez lo identifico como Demon Hunter, sin embargo, ahora contrasta con el tatuaje de su brazo izquierdo, que es un craneo con una serpiente saliendo de su boca, la tipica marca tenebrosa, que se mueve y toma un color verde esmeralda, al mismo tiempo que el tatuaje del fenix.

Siempre usa ropas blancas, un pantalon que parece parte de un karategui, un cinto negro, un chaleco blanco, pegado al cuerpo, y por encima cuenta con una tunica bastante extraña, que recuerda por la parte superior a la de un sacerdote muggle, y por la parte baja tiene un vuelo normal. Blanca por supuesto.

A pesar de ser un mago de edad avanzada, con una gran experiencia magica, conocedor de todas las debilidades de los aurores, este mantiene su apariencia joven, debido al elixir encontrado con su hermano, que no les permite envejecer.

Su varita tiene un nucleo magico, de pluma de Valkyria, y a pesar de ser de madera, tiene un recubrimiento de un extraño acero plateado, creado con una parte de la armadura de la misma Valkyria de la cual se obtuvo el nucleo magico.

Su semblante es siempre sereno, y un tanto cinico, ya que es conciente del poder adquirido a traves de toda su vida, se muestra en especial despectivo con aquellos que usan las tecnicas de batalla que el creo, y con aquellos que se muestran insolentes por su ignorancia

Historia

Hijo de Albus Dumbledore y Minerva McGonagall, nacido el mismo dia que su hermano, pensando sus padres que habian sido gemelos, sin embargo con el tiempo ambos desarrollarian caracteristicas diferentes.

Siendo considerado prodigio aun antes de una educacion magica formal, ingreso al colegio Hogwarts de magia y hechiceria, sorprendiendo a aquellos allegados que conocian los origenes del mago, ya que este fue elegido casi de forma instantanea, para estudiar en la casa de Slytherin, obteniendo durante sus siete años de estudio, los mas altos premios otorgados por esta institucion, desde copas de quidditch, hasta premios anuales, y obteniendo calificaciones perfectas en el nivel Extasis.

Mucha expectativa provoco su graduacion con honores de Hogwarts, sin embargo, contrario a lo que todos predecian, terminando su educacion magica en el colegio, viajo hacia tierras nordicas, y se entreno arduamente en las cercanias del palacio del Valhalla; investigando sobre magia muy antigua y poderosa, obteniendo asi su actual varita y un misterioso poder que pocos han sido capaces de presenciar, rumorando que el espiritu de una Valkyria real habita en coexistencia con el mago, y que recibio en ese lejano lugar, entrenamiento de uno de los vestigios magicos del mismo Salazar Slytherin.

Despues de pasar un tiempo en aquellas gelidas tierras, (durante la primera guerra), un poco de su esencia quedo impregnado de ellas, viajo al oriente, donde se especializo en mas ramas practicamente olvidadas de la magia, a Africa, y por ultimo regresando al viejo continente, su lugar natal con un poder inusual.
Acredito como mero tramite su ingreso al departamento de aurores, destituyendo practicamente a su ingreso al lider auror de ese momento, ya que la Orden del Fenix se encontraba superada ampliamente en capacidad por las actividades mortifagas, nivelando la situacion al instituir la academia de tecnicas magicas avanzadas en los aurores, y llevando rapidamente a su maximo esplendor a la Orden del Fenix, pudiendole plantar cara a la situacion sin ningun tipo de problemas.

Poco despues de restaurar el orden magico, compartio poder, formando la primera trinidad aurora, integrada por Hikari Dumbledore, Lestat de Lioncurt y David de Merilon.
Una epoca de gran estabilidad, es caracteristica de su estadia como lider auror, un gran avance en la creacion de nuevos hechizos que se usarian en batalla, asi como la capacidad (antes inpensable) de luchar en iguales condiciones con tres lideres mortifagos, Yurok, Kaiser y Crazy, respectivamente.
El compromiso matrimonial con una joven auror que acababa de entrar al departamento de aurores Arien Black, que tiempo despues seria su esposa, marco una dimision temporal de los aurores, ya que tenia instrucciones precisas de regresar a su lugar de entrenamiento, para acrecentar sus poderes aun mas, teniendo que dejar este lugar, con todos sus seres queridos, incluso su hermano Xavier.

Al regreso de su autoexilio, Hikari se encuentra asombrado de la decadencia del departamento de aurores, que ahora tenia a gente incompetente a cargo, llena de vicios y corrupcion.
Cuestiona y reta al en ese entonces, actual lider auror Alexandre, mostrandole su incompetencia para el cargo en repetidas ocasiones, y recibiendo ataques ridiculos, de aquellos que en su vida podrian conocer la magia de la luz en toda su extension, como el mago lo ha hecho.
Ensombrecido por la muerte de su padre, y por la triste decadencia que muestra el lugar del que alguna vez el
creo las bases en las que se edificaria dicha institucion, el ex-lider entabla platicas con Crazy, su antiguo y mas poderoso rival, para compartir trincheras con el, y mostrar el verdadero poder magico al mundo, convirtiendose en mortifago al poco tiempo de dejar la orden definitivamente, venciendo a un Angel caido en su primer lucha de entrenamiento en la Marca tenebrosa, dejandole vivir en un flashback de su antigua naturaleza, que poco a poco se ensombrece mas y mas.

Muchas dudas existen respecto a la lealtad de este miembro en la Marca desde su ingreso a la misma, debido a ser un gran conocedor de la luz en todos sus aspectos y facetas, sin embargo solo el mortifago sabe cuan incondicional es a sus nuevos ideales.

 

Le resultaba muy extraño aquel pasaje que acababa de leer porque, viendo la fecha de la biografía, se había escrito durante el liderato de Alexandre y había sido ratficada por la mano de su propia esposa y, sin embargo, Alexandre no parecía salir muy bien parado en la biografía de Haku. Desde luego, no era de extrañar que hubieran querido hacer desaparecer aquel pasaje del libro, algo que probablemente no habían logrado debido a los encantamientos de preservación de los que era evidente que el libro estaba dotado.

 

Inmersa en la lectura, no reparó en que alguien habría la puerta, hasta que la voz de un mago llenó la estancia. Al alzar la cabeza del libro, Mackenzie se sorprendió de ver frente a ella al líder de la Orden del Fénix en persona.

 

- ¿Una habitación? - Se sentía confundida y algo desorientada. Llevaba muchas horas sumida en una apasionante lectura y había olvidado por completo dónde se encontraba y por qué. - Sí, claro. Una habitación. Gracias por preocuparte.

 

De pronto tenía ante sí a la máxima autoridad de la Orden del Fénix y se sentía tan desorientada que no sabía cuál tenía que ser el siguiente paso, si seguir leyendo, buscar una habitación o hablarle de los motivos que la habían llevado hasta allí. Quizás no volviera a tener una oportunidad como aquella. Se encontraba a solas con el líder del bando y hacía horas que una lechuza le había entregado un aviso de que los problemas burocráticos se habían por fin resuelto.

 

Pero lo cierto es que ya no tenía prisa. Aquella biblioteca había cambiado mucho las cosas. Ahora sí quería estar más tiempo en aquella mansión y ya no tenía intención de buscar la habitación de los invitados. Por extraño que parezca, comenzaba a sentirse parte de aquel lugar y deseaba una habitación propia.

 

- Perdona mi desorientación. He pasado muchas horas leyendo. Si me recomiendas en una buena habitación con vistas y a ser posible cerca de la biblioteca, te lo agradeceré. Y si tienes tiempo, también me gustaría hablarte de un tema financiero.

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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