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Libro de las Auras - Octubre


Runihura
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A la joven guerrera le agradaba que ahora pudiera impartir las clases en donde ella quisiera, eso le daba tiempo suficiente para retomar el entrenamiento que había dejado pendiente con varios jóvenes de su tribu. Era un hecho que ella no sería eterna y la utilización de los poderes de las auras, sobre todo la forma tan peculiar en que las dominaba, hacía que su cuerpo se viera afectado. Es por tal motivo que eligió a varios guerreros para pasarles su conocimiento, debía asegurarse de que no se repitieran los sucesos del pasado, en donde usó su magia al límite y salvó a los suyos con mucho esfuerzo, tenía que asegurarse de que hubiera más guerreros dispuestos a defender a su tribu, si ella llegaba a faltar.

 

El viento arremolinó su larga y lacia cabellera. Su mirada estaba fija en el horizonte, más su mente estaba repasando los parámetros de un trabajo que tenía que realizar. La guerrera estaba de pie en lo alto de una de las montañas rocosas del desierto del Sinaí, frente a Ruinhura un paisaje realmente hermoso, las aguas de un azul vibrante del golfo de Aqaba. A su espalda su amado Monte Catalina, en donde, si su alumno estaba a la altura, lo llevaría para que se enfrentaran en un duelo y que mejor que hacerlo en un lugar lleno de magia en donde justamente las Auras incrementaban su poder.

 

Como siempre la joven guerrera iba descalza, vestida con un peto de cuero que dejaba al descubierto su abdomen y una falda hecha de tiras de cuero, en sus muñecas estaban sus manillas con los amuletos que ya podían considerarse que eran parte de ella. Levantó la mirada hacía el cielo, la hora indicada para que su nuevo pupilo llegara a una de las playas cercanas, se acercaba.

 

Con manos ágiles se trenzó su lacio cabello negro que hasta ese momento había estado danzando con el viento, cuando terminó abrió un portal frente a ella y sin dudar dio paso al frente para atravesarlo, sin miedo alguno de que pudiera caer al vació. La arena se sentía caliente bajo sus pies, pero ella estaba acostumbrada y de hecho le agradaba. Buscó con la mirada a sus alumnos.

 

Cuatro jóvenes guerreros ya estaban ahí esperándola, bromeando como lo que eran, jóvenes despreocupados, más cuando la vieron las risas terminaron y adoptaron una pose solemne. Era increíble como una mujer tan pequeña como lo era Ruinhura, podía generar esa muestra de respeto, respeto que se había ganado con mucho esfuerzo desde pequeña.

 

—Espero que en mi ausencia practicaran como es debido —dijo con una sonrisa —Creo que tenemos tiempo para jugar un poco mientras esperamos a nuestro invitado —Los ojos de la guerrera se iluminaron con solo pensar en una lucha —Mahaes, tú primero. — Era el más alto de todos y esperaba que no la subestimara por su frágil aspecto.

 

Estaban casi completos. Solo faltaba que un mago más se uniera al grupo y esperaba que no tardará en llegar, pues tenían cosas que repasar antes de arriesgarse a llevarlos a una verdadera batalla en donde tendrían que probar su valía.

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Teach lo observaba desde la puerta con expresión crítica mientras se vestía, sabía por la forma en que agarraba el cuchillo colgado a la cintura que estaba enfadado, hacía tanta fuerza que los nudillos se le habían puesto blancos. Se esforzó por ignorarlo mientras elegía una túnica, sin duda la clase contendría altas dosis de lucha así que se decidió por la vestimenta que usaba para combatir normalmente. Una túnica negra de paño resistente con sendos basiliscos de color esmeralda bordados en espiral a lo largo de las mangas.

 

- ¿De forma que el señorito sí va a asistir a esta clase? - soltó su elfo de golpe, incapaz de aguantarse - ¿Y no va a mandar a un esclavo en su lugar?

 

Crazy enarcó una ceja. ¿Esclavo?

 

- Ya te dije que lo sentía, todo habría ido bien si no hubieras intentado matar a nadie

 

- Los magos siempre igual, no hagas esto, no hagas lo otro, no intentes matar a nadie...

 

El Malfoy hizo oídos sordos a la diatriba, y se concentró en los preparativos. Tras reflexionarlo un segundo decidió dejar los amuletos de magia protectora que solía utilizar, aunque se metió en el bolsillo el chivatoscopio, solo por si las moscas. Aquellas clases eran seguras, pero no hubiera llegado a viejo sin sus tendencias paranoicas. Finalmente se calzó sus ajadas botas de cuero de siete leguas y trenzó un portal con zarcillos de tinieblas.

 

- ... porque como soy un salvaje, mis tradiciones carecen de importancia. - proseguía Teach -

 

- No te olvides de regar las plantas - dijo mientras cruzaba el portal -

 

Surgió en un paraje desértico, un extenso mar de arena salpicado de pequeños montículos rocosos que dotaban al paisaje de una belleza extraña y decadente. Sabía que el pueblo Uzza adoraba aquella planicie así que no era lógico que lo hubieran establecido como lugar de reunión.

 

Él mismo se encontraba en uno de aquellas elevaciones, un poco más adelante divisó a la guerrera que estaba haciendo picadillo a un Uzza dos cabezas más alto que ella. No le sorprendió, en el mundo mágico el tamaño era engañoso. Los hechizos surcaban el aire a una sucesión pasmosa, reconoció algunos gracias a sus estudios pero la mayor parte le resultaron incomprensibles, no pudo evitar preguntarse cuánta magia ocultaban los guerreros todavía tras eones acumulándola como el mercader avaro acumula monedas de oro.

 

Se acercó lentamente al grupo de espectadores, no queriendo interrumpir la práctica y observó embelesado el enfrentamiento, tratando de captar las palabras que liberaban los encantamientos y distinguir los movimientos de aquellos guerreros. Quizás aprendiera algo.

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Tenía que admitir que su contrincante era un buen aprendiz, había conseguido poner en apuros en un par de ocasiones, aunque claro, Runihura no estaba usando todo su poder después de todo aquello era tan solo un entrenamiento. Mientras hacía blandía su varita y lañaba hechizos a su oponente, sintió la presencia del mago que en esa oportunidad aprendería de ella.

¿Cómo sabía que estaba cerca? Sencillo, la guerrera tenía una conexión única con el Monte Catalina y todo lo que la rodeaba y tan grande era su poder que incluso algunas de esas elevaciones ella las había creado en una batalla que muchos la hubieran dado por perdida, en una batalla en donde la joven Uzza había probado su valía.

Cuando finalmente el mago se unió a los otros guerreros que parecían estar absortos en el ir y venir de hechizos, pero tenía que dejar de “jugar” al menos de momento. Aprovechó un leve descuido de Mahaes y tras desarmarlo, terminó el enfrentamiento. Hizo una reverencia dándole a entender que lo había hecho bien y luego fijo su mirada en el recién llegado.

—Bienvenido—No entendía cómo no les estorbaban las túnicas al momento de luchar, ella sin duda no podría hacerlo, le gustaba tener movilidad —Soy Runihura y te guiare en el manejo de las Auras. —añadió y luego hizo una seña con su mano para que los otros tres guerreros se acercaran.

Mahaes estaba sentado en la arena recobrando fuerzas. Por el momento lo dejaría descansar, después de todo él ya había pasado la prueba que estaba por ponerles.

—El manejo de las auras es algo más complicado que saber qué hace cada una de las que se menciona el libro, esos escritos son un sinsentido si no saben canalizar y dominar las energías que tanto su mente como su cuerpo emanan...si no saben combinarlas. —Se concentró una energía color carecí empezó a rodearla.

La energía se trasladó a su varita y cuando ella susurro <<Aura de escudo Fantasmal>> el fantasma de un guerrero por el que Runihura había sentido un gran aprecio apareció junto a ella. Si aquello hubiese sido una batalla y no un ejemplo de lo que deberán poder hacer, la protegería de posibles ataques.

—En la elevación más alta del monte Catalina que esta a sus espaldas he dejado un brazalete que espero me lo traigan, ustedes son 4 así que tres de ustedes no serán dignos de continuar. Para esta sencilla práctica pueden usar la magia de las Auras. El objetivo de esta practica es ver si son física y psicológicamente aptos para manejarlas. — Tenía que comprobar si sus espíritus y sus ganas de aprender las auras, eran lo suficientemente fuertes como para soportar el desgaste que usar esa magia tan poderosa suponía.

El caminó obviamente no iba a ser sencillo, Runihura tenía un control excepcional sobre ese terreno y podía crear elevaciones a voluntad o una tormenta de arena lo suficientemente fuerte como frenar las ganas de seguir.

—Cuando el vencedor regrese. Me deberá dar un ejemplo de una situación en la que usaría cada una de las Auras que están en el libro. Luego si, podrá probar conmigo el poder que cada una puede llegar a tener en un campo de batalla —Dicho aquello se hizo a un lado y les señaló el camino.

El primero en pasar fue Nuru, un guerreo de estatura media de piel negra y de contextura un poco delgada. El segundo fue Sefu, que era alto y fornido como todo guerrero Uzza. El tercero fue Yahya, el mas joven de todos ellos. Por ultimó estaba Malfoy, quien sin duda desentonaba al usar aquella capa.

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Crazy observó a sus contrincantes, escuchaban las palabras de Runihura con una expresión ansiosa, sabía que el entrenamiento al que llevaban toda una vida sometiéndose era exigente y no toleraba el fracaso, alcanzar la cima de aquella colina supondría un éxito para el vencedor pero una gran pérdida de honor para los derrotados. Comprenderlo no le hizo apiadarse de ellos, no había venido hasta allí para irse con las manos vacías.

 

Uno de ellos, el más joven, le dirigió una mirada torcida. Crazy era el más viejo de los cuatro, de forma que casi podía sentir el desdén que emanaban aquellos jóvenes guerreros repletos de hormonas y pájaros en la cabeza. Quizás aprendieran que, así como el tamaño, en el mundo mágico la edad era engañosa.

 

Sus tres rivales salieron despedidos a la vez, como si Runihura hubiera dado una señal de salida que el Malfoy no escuchó. Crazy los persiguió y no tardó en alcanzarlos gracias a la ayuda de las botas de siete leguas, cada paso que daba era un salto que lo propulsaba varios metros hacia delante. Sintió cierta satisfacción al observar sus expresiones estupefactas cuando los rebasó. El de piel negra que iba en cabeza masculló una maldición y Crazy sintió la magia conjurándose a su alrededor. No reconoció el hechizo que le había lanzado, como era de suponer, así que optó por emular a su maestra e invocar el aura del escudo fantasmal. La figura translúcida de su tío Abraxas surgió como traída por el viento a su lado, y lo protegió cuando a su alrededor estalló una nube de fuego.

 

No tardó en ponerse a la cabeza, dejando atrás a sus jadeantes compañeros, de forma que ahora ya solo competía contra la montaña. De la nada, a unos veinte pasos frente a él, se formó una tormenta de arena. Ya se había enfrentado a aquellos obstáculos antes, los Uzza estaban muy unidos al desierto, de forma que sabía qué hacer. El fantasma lo acompañaba todavía, siguiendo su ritmo sin esfuerzo, pero optó por hacerse intangible a través de una salvaguarda mágica. La arena lo traspasó, rugiendo con furia pero sin dañarlo.

 

Ya casi había llegado al pie de la montaña cuando una pared de roca surgió violentamente del suelo formando una barrera, podría detenerse y rodearla pero aquello lo retrasaría. Apuntando al suelo con la varita susurró un fortificum, a sus pies surgió un ancho muro que lo elevó varios metros en el aire, en su punto álgido saltó con impaciencia y se transformó en un águila. Batió las alas con furia y surcó el cielo como una flecha en dirección a la cumbre. Para su sorpresa, el fantasma voló a su lado, flotando en el aire.

 

Recoger el brazalete con las garras y regresar planeando junto a Runihura fue sencillo. En su camino de regreso vio a los tres jóvenes guerreros con la mirada puesta en el cielo cubriéndose la frente con las manos para no ser cegados por el sol. Sus afilados ojos le permitieron ver las expresiones de confusión que esbozaban, por lo que dedujo que nunca antes habían visto un animago.

 

- Tus aprendices son hábiles, pero arrogantes - dijo mientras le tendía el brazalete a su maestra - No han visto nada más allá del desierto y subestiman a los magos

 

La Uzza sonrió enigmáticamente, y algo le dijo que precisamente aquella era la lección que les había querido enseñar. Ya que no podía mandar a sus aprendices al mundo mágico, había traído un mago al desierto.

 

- Las auras de la muerte y de la llama del fénix tienen un uso similar, las habéis elegido porque sabéis que el mundo de los magos se desangra en una guerra eterna entre la luz y la oscuridad - dijo lentamente - Son útiles en las grandes batallas, siempre que te enfrentes a magos que dependan en exceso de esos dos tipos de magia, no caer en ese error es precisamente lo que me ha traído aquí

 

Runihura lo observó sin decir nada, el rostro duro como una piedra.

 

- El aura del poder desarrolla su mayor potencial en magos de nivel medio, que estén al borde de acceder a las magias más poderosas que tienen la capacidad de cambiar el curso de un enfrentamiento por sí solas - dijo - la del escudo fantasmal es útil allí dónde las defensas más tradicionales no surten efecto, cuando tu contrincante ha logrado superar tus barreras y estás contra las cuerdas, logrando protegerte, a ti y a tus aliados, de hechizos que de otro modo no podrías

 

Se detuvo un instante, reflexionando sobre la cantidad de maldiciones que apenas tenían defensa posible pero que aquella aura podía disipar sin esfuerzo.

 

- El aura de confusión es divertida - sonrió - Y creo que es útil en aquellas situaciones donde llevas la iniciativa, cuando es tu enemigo el que lucha por protegerse y no al revés. Debe ser frustrante necesitar curarte pero verte obligado a conjurar un fregotego. Y por último el aura de inmunidad es para aquellas ocasiones en las que tus rivales tienen un mayor número de magos con acceso a la magia de las auras, para anular su ventaja

 

 

 

 

 

 

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<<Jóvenes>> pensó la guerrera al ver como sus aprendices salían disparados hacía el Monte Catalina. Ella también era joven, de hecho, su apariencia física la hacía ver como si fuera una niña, la diferencia era que ella había tenido que madurar y probar su valía desde el mismo momento de su nacimiento y es que sus padres jamás imaginaron que tendrían una niña y no un niño como tanto habían deseado.

Esas continuas pruebas y obstáculo que había tenido que pasar la habían hecho más cauta y con más experiencia de la que una joven de su apariencia y edad pudiera tener. No se sorprendió al ver regresar al mago inglés, como se lo había imaginado a sus alumnos aun les quedaba camino por recorrer y como todo guerrero Uzza, aquel fracaso solo conseguiría motivarlos para hacerlo mejor la siguiente vez.

Tomó su brazalete sin decir nada y se lo colocó en su muñeca izquierda. Podía sentir que el aura del mago se había hecho más fuerte y aquello le alegraba. Significaba que podría cumplir con lo siguiente que le pediría. Ella solo intervendría en caso de ser necesario, quería poner a prueba a su alumno, quería que usara cada una de las auras a las que el libro y los tratados le daban acceso.

—Muy bien, sabes la teoría. Ahora quiero ver que tal va la práctica — Sacó un brazalete muy similar al que había él le había entregado. Con la diferencia que este tenía un poco de la arena sagrada de Monte Catalina —El manejo de las auras es una magia muy poderosa y desgasta físicamente a quien las usa. Como sabrás en un enfrentamiento solo podrás usar un aura, sin embargo, en esta clase usaras este amuleto. —dijo entregándole el brazalete.

Solo funcionaría mientras ella así lo quiera, una vez terminara el aprendizaje del mago aquel objeto pasaría a ser como cualquier otro. La energía que la guerrera le estaba compartiendo a través de él, cesaría.

—Te permitirá usar las auras sin límite. Quiero que pruebes cada una de ellas, que las veas en acción y seas capaz de ver sus efectos. Iremos a ayudar en una “pequeña” rencilla entre aldeas. Yo solo intervendré si lo veo necesario, pero Mahaes te podrá ayudar. Después de todo son auras que afectan a más de un individuo—hizo una pausa y añadió —Si todo marcha bien al final me dirás las dudas que te puedan surgir.

Esperando que todo quedara claro, abrió un portal frente a ellos. Este los llevaría muy cerca de donde la batalla se estaba llevando a cabo. Malfoy tendría que elegir a que tribu iba a ayudar. Una luchaba por tener acceso a un riachuelo que estaba fuera de su territorio y la otra por protegerlo, una rencilla que se había salido de las manos de los líderes, cuando por un error y un hechizo mal ejecutado había acabado con la vida de un joven.

Aquel tipo de enfrentamientos eran más comunes de lo que se creía, guerreros como Runihura solo intervenían cuando llegaban a un punto sin retorno, un punto en donde el enfrentamiento amenazaba a otras tribus. Esperaba que hubiera el menor numero de muertes posibles, pero eso dependería mucho de cuan hábiles eran sus alumnos y claro, de si debía o no intervenir.

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El aprendiz lo siguió en silencio, era un joven alto y taciturno con una permanente expresión de serenidad dibujada en el rostro pétreo. No se sentía muy cómodo con la idea de intervenir en una disputa interna del pueblo Uzza, aquel pueblo orgulloso se regía por un intrincado código de honor cuyas leyes podían resultar indescifrables para los extranjeros. Tejió un portal con hebras de tinieblas hacia el lugar indicado, que era una pequeña loma del terreno desde la que se podían asomar a la planicie.

 

- ¿Conoces a las tribus? - preguntó -

 

El guerrero se encogió de hombros.

 

- Aquí todos nos conocemos

 

- ¿Qué bando tiene razón?

 

Mahaes levantó la vista, su rostro impasible momentáneamente transformado por una expresión de sorpresa.

 

- ¿Te importa? Elige al bando más poderoso, termina rápido y obtén tu preciado libro

 

Crazy dejó escapar una breve risa carente de humor.

 

- Me importa - respondió secamente -

 

Resultaba irónico que los Uzza, aquel pueblo mercenario que solo se movía a cambio de algo y que había construido su historia en base a la mentira y los secretos, fueran tan propensos a creer que el resto de los magos eran una carroña deleznable sin el menor sentido de la justicia.

 

- El agua es escasa aquí, la tribu del rio es rica y poderosa pero egoísta, un grupo de jóvenes ha acudido a ellos para exigirles que la compartan y como respuesta han recibido un cadáver - respondió Mahaes -

 

El Malfoy observó la pequeña aldea desde su puesto elevado. Un pequeño riachuelo la rodeaba, no tendría más que un palmo de hondura y la vegetación en su ribera se reducía a unos cuantos arbustos de aspecto marchito, pero en un lugar como aquel se trataba de una riqueza enorme. Un pequeño grupo se agazapaba a un lado del cauce, agachados sobre un cuerpo tendido en la arena, al otro lado del pequeño torrente un grupo más numeroso de Uzza los observaba.

 

- Los jóvenes son muchos menos, no tienen opción - susurró Crazy -

 

- El desierto es duro - se limitó a contestar su interlocutor -

 

Crazy tejió un nuevo portal y lo atravesó para aparecer al lado de los atacantes. Se encontraban en cuchillas, discutiendo acaloradamente mientras uno sujetaba el cuerpo sin vida de su compañero, pero se levantaron con agilidad felina al sentir su presencia.

 

- Diles que los ayudarás a atacar, que esta vez ganarán

 

Mahaes le dirigió una mirada sombría.

 

- No te preocupes, yo haré el resto

 

Crazy se sentó sobre el polvo, sacando su libro de las auras del bolso de piel de moke. Lo depositó en el suelo abierto frente a él y observó al grupo con sus ojos azules afilados como cuchillas. Al principio parecieron dudar, pero Mahaes parecía ser una persona respetada y al final asintieron.

 

La batalla que se produjo a continuación levantó por los aires la mitad de las chozas, la tribu del rio era numerosa y la mayoría eran viejos taimados con mucha experiencia defendiendo aquel terruño polvoriento, de no ser por la magia de las auras que Crazy invocaba habrían ganado sin demasiada dificultad. Aquel extraño amuleto que le había dado Runihura aumentaba de forma sorprendente su capacidad mágica, tenía la extraña sensación de que el poder necesario para conjurar aquellos hechizos no se extraía de sí mismo sino que manaba de aquel objeto como un torrente continuo de poder. Invocó el aura de poder, la llama del fénix, la de la muerte y el escudo fantasmal en una calmada sucesión, y poco a poco las tornas del combate comenzaron a virar.

 

Los asaltantes lanzaban hechizos con una fuerza avasalladora y allí donde bajaban la guardia, un fantasma surgía para protegerlos. Pronto la tribu del rio estaba retrocediendo, con varios de sus miembros tendidos en el suelo. Comprendiendo que estaban a punto de huir, Crazy se levantó e invocó el aura de la confusión. Todos aquellos combatientes que trataron de invocar magia se pararon en seco, sin comprender porqué los hechizos habían fallado y en su lugar solo habían logrado invocar unos pintorescos ramos de flores.

 

- No he venido aquí para sustituir a un cacique por otro - dijo Crazy surgiendo de un portal frente a ellos -

 

Mahaes estaba de pie en una esquina, mirándolo sin pestañear. El Malfoy le devolvió la mirada, repentinamente cansado y finalmente el guerrero le señaló a un Uzza de avanzada edad con un gesto de cabeza.

 

- ¿Compartiréis el riachuelo? Hay agua suficiente para todos, turnaros para recogerla y repartiros su cauce para cultivar

 

- Ha sido nuestro durante generaciones - adujo el hombre, que al parecer era el jefe de aquel poblado -

 

- No todas las tradiciones son sagradas - respondió Crazy - Compartidlo o huid, vosotros decidís

 

El anciano esbozó una expresión furiosa pero asintió.

 

- Lo compartiremos

 

- ¿Lo juras por tu toh?

 

- Lo juro

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Luego de que sus dos alumnos desaparecieran a través de un portal, Runihura hizo lo mismo. Como les había indicado ella se mantendría al margen de todo lo que sucediera, intervendría únicamente si lo veía necesario. Con la ayuda de su complejo control de las auras y usando aquella rara y única conexión que tenía con todo el Monte Catalina, alzó de la nada un montículo de muy firme de arena lo suficientemente alto para poder observar todo.

Ignoraba cual era la estrategia que usarían o a que tribu decidirían apoyar, por lo que se sentía muy intrigada por ver lo que harían. <<Interesante>> pensó la guerrera al ver la tribu a la cual defendería. El haberle entregado la pulsera le brindaría a su aprendiz la posibilidad de usar más auras de las que normalmente un mago podría y eso sin duda significó una ventaja considerable.

Cada vez que Malfoy usaba una Aura, la energía de la guerrera era canalizada hacía él. Una practica que no siempre usaba por lo agotadora que podía llegar a ser para ella, pero si sus alumnos no las ponían usar más de una aura a la vez, no sabrían que esperar de ellas en un futuro. Con el ir y venir de los hechizos la balanza pronto se empezó a inclinar hacía uno de los dos lados. La suerte estaba echada o quizá la Diosa Uzza ya había decidido a quien favorecer.

Estaba casi por amanecer cuando finalmente se reunió con los dos aprendices. Hizo una señal con la cabeza Mahaes quien sabía a la perfección lo que debía hacer. Ella por otra parte aun tenía algunas cosas que decir al mago inglés. Era un alumno muy capaz y había demostrado un dominio de las Auras muy bueno, pero ella como su maestra tenía que prevenirlo sobre algunas cosas y darle instrucciones para el duelo que tendrían.

—Ha sido un gran trabajo el que has realizado y la forma como lo has manejado. Yo no podría haberlo hecho mejor —dijo con sinceridad la Guerrera —Las auras como ya has comprobado son un arma poderosa cuando se trata de proteger, disminuir, aumentar o limitar los poderes de un grupo de guerreros o magos. Pero el costo es alto. Al ser energía pura, solo podrás usar una de las auras por enfrentamiento o situación en la que te encuentres, cual uses dependerá de los resultados que estés buscando obtener. —dijo y luego abrió un portal frente a ellos.

—Nos encontraremos en tres días, en la misma playa en donde empezamos esta tutoría. Si tienes alguna duda con respecto a las auras, será la última ocasión que tengas para formularlas. —Añadió para luego posar su mirada en la pulsera —En cuanto atravieses el portal, su poder dejará de surtir efecto, sin embargo, la puedes conservar como un suvenir. Recupera las energías. Nos veremos en tres días. —dicho aquellas palabras la pelinegra empezó a alejarse del portal .

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