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Ministerio Zombie


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Oliver insistía en no estar confundido, aquello incomodó a Tauro, que no entendía por qué quería llevarle la contraria en algo que directamente era imposible, pero entonces escuchó la explicación y aunque se repitiera a sí misma que lo mejor era levantarse y dar pr acabada la conversación, algo en su interior quería saber más y de alguna manera no sentía que lo que le estaba contando era del todo mentira. Aceptar aquello la convertiría automáticamente en una loca, como él.

 

Habían ciertas similitudes en la historia que contaba, similitudes entre ella y la que decía ser su esposa de otra realidad. Ambas compartían la misma pasión por las pociones y la Magizoologia, lo último ella más o menos se lo había dado a entender, pero no había manera de que él pudiera saber algo de su afinidad con las pociones. Suspiró, tanta información la estaba abrumando. Apoyó la espalda contra el respaldo de la silla, permaneciendo calada mientras meditaba su próxima respuesta.

 

— ¿Cuando hablas de otra realidad te refieres a algo parecido a esto? —preguntó, refiriéndose al mundo en el que vivían actualmente —¿O vienes del futuro? —la segunda pregunta que hizo fue cuidadosa, si se enteraba allí mismo que terminaría casada con él le iba a dar algo, ya que se había prometido no caer en el mismo error del Matrimonio.

 

Toda la situación era muy compleja por sí sola, ya no se trataba de si quería creerla o no, sino que le daba miedo descubrir más, aun así no lo podía evitar.

 

— Cuéntame más de tu esposa. @@Oliver Gaunt

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Aries Black Lestrange.

Señor, su esposa e hijo han ido a la fiesta que se está dando en el Ministerio de Magia.

Le escucho decir a uno de los elfos que tenía a su servicio en la pequeña casa que compartía con Kaori, últimamente, a la pelinegra se le olvidaba informarle cuando salía y eso llegaba a preocuparle por su estado físico, además él había estado apenas unas horas antes cerca del Ministerio de Magia y nunca se había enterado que se celebraría una fiesta en aquel sitio.

¿Sabes a qué se debe aquella reunión?

Señor, la invitación se la hizo llegar la prima de la señora Kaori, imagino que es una fiesta para celebrar la noche de brujas.

Oh vaya… ¿Tiene etiqueta de vestimenta?

Gótico.

Perfecto.

Una hora más tarde. Aries estaba vestido con un traje de cuero y piel en color negro con detalles en azul, llevaba consigo una máscara en forma de murciélago que sólo le cubría los ojos. Al levantar los brazos parecía que se formaban unas alas de murciélago, estaba completamente listo para llegar a la fiesta y encontrarse con su amada esposa.

Nos vemos más tarde Fabiano, cuida de todos en casa, yo cuidaré de mi esposa.

Al llegar a la fiesta empezó a buscar a Kaori con la mirada, no debía ser muy complicado encontrarla, seguro estaría con la mujer más loca de todo Ottery quien se había vuelto su jefa en los últimos meses en los que había estado trabajando para la planeación y realización de fiestas en Londres. Así había sido, Kaori se encontraba con Alessandra que parecía estar ocupada tratando de solucionar cosas.

Hola Alessandra. —saludó para después mirar a Kaori un tanto molesto. —Hola Sammael, ¿mamá te ha traído a este lugar tan feo pero muy hermosamente decorado? —comenzó a hablarle a la panza de la pelinegra. —te llevaría a casa conmigo, pero tú madre, seguro me convencerá en quedarnos antes de que la lleve junto contigo a descansar, así que se bueno, nos iremos pronto.

Tras la pequeña conversación con su hijo aun en el vientre de Kaori levanto la mirada para ver a Kaori que le miraba, no sabía si preocupada, molesta, confundida o todo junto, así que le dedicó una sonrisa.

Fabiano me dijo que estarías aquí…

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Kaori M.

La prima de la pelinegra la saludó con un beso en cada mejilla y a pesar de que le había respondido que se encontraba bien, la verdad es que no le creyó. Dudo por un segundo en si insistir en el tema, para finalmente dejarlo pasar, no quería que Ale volviera a sentirse incomoda.

—Yo andaba aburrida en la casa, así que vine a distraerme un rato en tu fiesta —le respondió y luego añadió —Le deje una nota, espero la lea y si no la lee seguro el chismoso de Fabiano le dirá en donde estoy — estaba empezando a odiar al elfo de su esposo y los continuos chismes que le llevaba, es más tenía sospechas de que fue él quien la había metido en problemas hace unos meses al contarle de su encuentro con Asturias, pero no tenía pruebas eran eso, solo sospechas.

Estaba tan distraída con su prima y sus sospechas que no se percató que Aries había decidido acudir a la fiesta, cuando escuchó su voz saludando a Ale, no pudo evitar sobresaltarse. No pudo evitar poner los ojos en blanco y mover la cabeza al escuchar lo que le decía a su hijo, al que le gustaba cuando le hablaba, se movía dentro de su vientre como si tuviera una fiesta montada ahí dentro.

—En mi defensa diré que te deje una nota —dijo con una sonrisa en el rostro mientras acariciaba su vientre como si tratara de hacer que el bebé se calmara. — Fabiano... ¿Cómo no lo adivine? — añadió y luego le dio un pequeño beso en los labios como saludo.

Tenía que admitir que su esposo estaba muy apuesto, el negro le sentaba muy bien y ese antifaz que llevaba le daba cierto aire de misterio. Aunque para ella siempre estaba apuesto y es que para nadie era un secreto que Kaori se moría de amor por el Black Lestrange.

—Sammael... dile a papá que acabamos de llegar y que ni de chiste nos vamos sin bailar... —Tomó la mano de su marido y luego dijo —Vamos, que esa canción me gusta ya luego descansaremos o... quizá no —aquella última parte lo había dicho con cierta picardía en la voz —Ya regresamos, Ale — le dijo a su prima para luego llevarse a su apuesto marido a la pista de baile.

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No te…

Sus palabras habían sido silenciadas con un beso de su amada cosa que no le molesto, era mejor que ambos estuvieran así, juntos, que peleando como perros y gatos. Aries estaba a nada de negarse al hecho de bailar, ya que tenía dos pies izquierdos y el baile a decir verdad no era uno de sus fuertes, es más ni ritmo tenía, pero al ver a Kaori tan feliz de tener un primer baile juntos no pudo negarse a la petición de ella.

La música era lenta, era un tipo vals, a sus ojos Kaori era la mujer más guapa en el lugar y como por arte de magia todas las personas a su alrededor se habían esfumado, en ese momento sólo existían ellos. La melodía que sonaba le había hecho que Aries le diera un par de vueltas a su esposa mientras bailaban sin dejar de mirarse uno al otro. Cuando la música se detuvo camino con la pelinegra hasta la mesa de los entremesse.

tu prima no tiene comparación, es un talento nato para hacer este tipo de eventos. —le comento mientras metía uno de los bocadillos de la mesa a la boca de su amada. —Come, seguro a mi hijo le va a encantar.

Parecía que había ignorado el comentario hecho con picardía por parte de Delacour, pero la verdad era que estaba poniendo todo de su parte para no agarrar a Kaori del brazo y desaparecer rumbo a su casa, deseaba tanto estar con su esposa que aquel tipo de comentarios parecían una tortura para él.

¿Te gusto la comida?

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Kaori M.

Por una fracción de segundo creyó sentir que Aries se resistía a dejarse llevar hacía la pista de baile, pero fue solo eso, un instante. Pronto se encontraban los dos moviendo sus cuerpos al compás de la suave música, paso sus bazos alrededor del cuello del apuesto mago y apoyó s u cabeza en el hombro. En ese momento nada más a su alrededor importaba, tan solo ellos dos.

Aries había colocado las manos sobre la cintura de Kaori, la calidez de sus manos traspasaba la fina tela del vestido de seda carmesí que llevaba puesto, despertando en ella el deseo de que fuera directamente su piel la que acariciara. Estaba a punto de hacerle una propuesta que de no ser por el hecho de que eran esposos, sin duda alguna sería indecente. Cuando la música termino y la burbuja en la que había estado se rompió.

—Para tener dos pies izquierdos, te mueves muy bien amor —comentó la bruja mientras caminaba tomada de su mano en dirección a la mesa de comida, sus mejillas sonrosadas a causa de los pensamientos que había estado teniendo.

—Si sigo comiendo así terminaré pareciendo un erumpent —comentó la pelinegra cuando terminó de masticar el bocadillo que su esposo le había medido en la boca.

 

Estiró la mano para compartirle un poco de su golosina, de verdad Ale se había esmerado muchísimo en preparar toda la decoración y en cada detalle para que la fiesta sea memorable.

—Si esta muy rica, pero la verdad es que estaba pensando en otra clase de comida — tenia una sonrisa en los labios, había tomado un nuevo pastelito de momia y con el dedo se estaba comiendo la decoración —¿Cuánto tiempo crees que debamos quedarnos como para que Ale no nos haga drama si nos vamos? —preguntó, quedando muy cerca de su esposo, la verdad es que se moría por besarlo.

 

La pregunta era si podría parar de besarse, Kaori lo conocía bien y estaba segura que él también estaba sintiendo las mismas ganas y deseos que ella.

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Después de escucharse a sí misma Tauro pensó que de verdad había perdido la cabeza, tanto juntarse con el vampiro la había afectado y sin darse cuenta se había dejado meter ideas que le adjudicaba a él, aunque nada tuviera que ver. Pero, ¿qué podía hacer frente a una situación así? No todos los días alguien se te aparecía para decirte que fuiste su esposa pero en otra realidad o dimensión, por más que su mundo no fuera precisamente ''normal'' la magia no te preparaba para situaciones así.

 

Más que saber sobre su esposa, porque por supuesto le interesaba las similitudes que podía tener con ella, le interesaba saber cómo había sido ese salto de una realidad a otra. ¿Qué tipo de Magia poseía Oliver para lograr una hazaña como esa? ¿Qué tan diferentes podían ser las cosas en comparación a cómo las conocía ahora? Quería respuestas a esas preguntas y más, pero para empezar le pareció prudente preguntar primero por la esposa, tenía el presentimiento de que estaba a punto de descubrir algo que cambiaría su vida para siempre.

 

El mozo que los había estado atendiendo mientras bailaban en la pista de baile se les acercó nuevamente, una vez más Tauro rechazó cualquier licor y lo reemplazó por agua. La melodía volvió a cambiar y ahora sonaba algo de Beethoven. Quién quiera que fuese la persona a cargo de la música tenía gustos muy variados.

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Había salido de una reunión que duró toda la noche hasta al amanecer, no era necesario entrar en detalles en lo agotada y estresada que me sentía. Si bien no era un funcionario exclusivo del ministerio de Magia, solía visitarlo continuamente, sobre todo en las últimas semanas, con los artefactos y obras de arte incautadas en las fronteras mágicas. Fue en ese instante, mientras atravesaba el hall del ministerio, que recordé la invitación.

 

—¡rayos! —me dije maldiciendo el hambre y el sueño que acrecentaba conforme las horas pasaban. Y en ese preciso lugar me senté en el piso y abrí el bolso para rebuscar la invitación.

 

El estilo gótico que exigía el banquete me parecía muy acorde a la ocasión, ya tenía el rostro pálido y los ojos de muerta por el desvelo. Me puse en pie y busqué rápidamente el baño de damas, al encontrarlo fácilmente, me encerré en uno de los cubículos y rebusqué alguna prenda en el interior de la cartera para vestirme.

 

Mordiéndome los labios por la impaciencia, encontré un vestido corto de encaje que según mi criterio, era muy apropiado para cualquier reunión tipo cóctel, y no necesariamente para ser utilizado como arma gótica (? Pero a esas alturas no podía ponerme más exigente. Me calcé también unas medias negras y unos zapatos altísimos de color negro. Barniz negro en las uñas, mucho delineador oscuro en los ojos y un labial rojo vino terminarían el atuendo. Con un encantamiento, oscurecí mi cabello a un azabache.

 

Ya cansada por el esfuerzo, caminé a través del atrio del ministerio bebiéndome las últimas gotas de una poción revitalizadora, y me senté en la primera silla que alcancé a ver. Revisé rápidamente la mesa y me mojé los labios antes de saludar —hola. Fengari Naberrie Black.

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Oliver parecía haberse quedado sin habla. ¿Podía culparlo? Lo cierto es que no, pero no podía simplemente lanzar una bomba de este tamaño y después quedarse sin decir nada. Tauro no le quería insistir, pero al mismo tiempo quería simplemente acorrarlarlo y obligarle a hablar, más que todo porque pensaba que le podía estar jugando una broma para ser la cruel broma de alguien. Suspiró. Abrió la boca para decir algo, pero en eso alguien a quién no habían invitado se sentó en su misma mesa, aunque los asientos sobraban en el resto del Atrio.

 

— ¿Hola? —su tono había salido más fuerte de lo planeado, aquí que lo suavizó — Disculpa, era mesa de dos, pero ya que estás aquí — miró a Oliver —Nada, estás invitada a sentarte con nosotras.

 

Hasta el momento Tauro solo había estado mirando la ropa de la recién llegada, sin reparar mucho en el resto. Levantó la vista y la reconoció. Ella, al ser ex-lider conservaba un leve recuerdo de las personas que habían pasado por el bando, o al menos intentaba recordar unos diez nombres.

 

— ¡Fengari! ¿Pero qué haces aquí? —. Ahora que sabía quién era ya no le iba a pedir que dejara la mesa — Tenía mucho tiempo sin verte. Mira, te presento a Oliver Gaunt. Es algo nuevo por aquí —dijo, algo ya molesta, al darse cuenta de que no iban para ningún lado.

 

— Mientras cuéntame, ¿qué te ha traído de regreso? @

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Los ganchos del cabello empezaban a fastidiarme, por lo que no dudé en quitármelos, no me importaba verme como una loca despeinada, necesitaba relajarme más. Miré de reojo a la bruja mientras continuaba con mi misión, «¿en serio, mesa solo para dos?» me dije exhaustivamente, vacilando mis ojos hacia la segunda persona que estaba en la mesa, se veía incluso más ausente que yo. Quitándome el último gancho, suspiré y la miré fijamente, tenía intenciones de decirle lo grosera que me parecía.

 

Y en el preciso momento que separaba los labios para replicarle, la bruja se adelantó y cambió su postura. Con sorpresa, la analicé entrecerrando los ojos reconociéndola al instante— ¡Tau!

 

Asentí devolviéndole la mirada al muchacho— ¡hola Oliver Gaunt! También soy algo nueva por aquí…— mentí, aunque no era del todo una mentira. Había pasado demasiados años lejos de la Comunidad Mágica.

 

Girándome a Tau, me acerqué más a ella, abarcando más espacio en la mesa. —me cansé del mundo muggle. Aunque es una comunidad “interesante”, y sus obras de arte son bellísimas, sentí que ya era hora de volver— otra mentira, huía de otro “motivo”—en fin, ahora estoy ayudando en el Museo internacional de Arte Mágico. Aún no termino de instalarme.

 

 

@

Editado por Fengari Naberrie Black

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Sinceramente habían muy pocas personas o casi ninguna a la que conociera o se sintiera animada a acercarse para saludar, el requisito gótico en el vestuario se había cumplido y hacia más frío el ambiente que de por si con los pisos de mármol, la amplitud del espacio y la altura del techo daban esa impresión.

 

Decidió caminar lentamente observando a las parejas que estaban en la pista, fue entonces que reconoció a una, al menos a la mujer, era la hija de su difunto Ishaya a quien conociera en épocas más felices, Taurogirl Lavigne danzaba entretenida con un mago ajena a la observación y a los recuerdos que despertaba en la rubia, por instinto aparto la mirada y respiro hondo buscando enfocarse en otra persona.

 

Nerviosa tomo la primera copa que llego a su mano y siguió caminando hasta que sus orbes celeste se detuvieron en la figura de @, esta era más cercana y también se había encontrado recientemente con ella en un local de su propiedad.

 

Sus pasos siguieron la trayectoria de sus ojos y pronto estuvo parada frente a la mujer saludandola --

¡Hola Alessandra!

¿Qué tal pinta la velada?-- pregunto en tono educado fijándose por primera vez en la apariencia de la fémina, extranada de que la esposa de esta no estuviera a la vista.

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Guest
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