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Adivinación


Ky.
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Los minutos dentro del hospital parecían eternos mientras esperaban ser atendidas por la mujer a la que le iban a confiar el nacimiento de su primogénito. Durante la consulta escucharon el corazón del bebé, y vieron en una proyección como se estaba formando Sammael, que parecía estar completamente sano.

Estaban saliendo del hospital, cuando el olor de unas galletas le hizo tener una visión de lo que podía ocurrir en unas horas o en unos días. En la visión podía ver a Lacedeamon batallando con 4 elfos y una mujer en su casa, se sintió un poco molesto por esa situación en la que había metido a su amigo por lo que se disculpo con su mujer y tras dejarla en casa emprendió el viaje rumbo a casa de su amigo.

Mientras Aries llegaba con Lacedeamon, el hombre les entregaba un libro sobre Adivinación a cada una de las figuras que miraba, en varias ocasiones le entregó un libro a las sombras de muebles que se encontraba por su camino. La última persona que llegó al lugar hizo que se girará dándole la espalda mientras le entregaba un libro a una tetera.

–Les comentaba a sus compañeros que yo no estoy aquí para enseñarles desde cero adivinación. –hizo una pausa mientras tomaba un costal con runas en su interior. –Eso lo debieron aprender en Hogwarts, lean los libros y cuando deseen practicar, vienen conmigo.

Lacedeamon camino hasta la puerta con su costal lleno con runas y salió de su casa para volverse a sentar en el tronco en el que se encontraba cuando los recibió para dar inicio a aquella clase a la que había accedido por la amistad que tenía con Aries.

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Chuck "Joven Guerrero" - Elfo de la Familia Triviani.

 

 

El Chuck se quedo quieto esperando las respuestas que tantas dudas le traía. Aunque parecía un simple elfo que portaba una leyenda a la que hacerle justicia, también distaba mucho de ser un tonto. Ningún Chuck lo era. Aunque los magos que habitaban el mundo, quisieran decir lo contrario, ellos poseían cualidades extraordinarias. El ejemplo mas grande, era que habían sobrevivo hasta esos días, dentro del castillo Triviani. Habían aprendido de sus amos, muchas cosas... pero la adivinación desde luego que no.

 

-¡Oh! ¡Miren Chucks la dama que pasea desnuda por las puertas del castillo! -Exclamo sin bajar el tono de voz, cuando vio a Anne, que los llamo haciendo que todos la miraran - Se lo diré cuando este durmiendo, señorita. Así me evito las represalias - Respondió con una sonrisa bien cuidada, aunque temiendo lo peor.

 

El Chuck Jovèn guerrero, se quedo atento esperando que la bruja les lanzara alguna cosa por su atrevimiento. Un crucio o algo parecido. Ya su cuerpo lo estaba esperando, pero al ver que un portal hacia aparecer otro hombre se distrajo en su espera. Chuck no sabia si era otro alumno o algún familiar del profesor. Observo como Lacedeamon le entregaba libros a ¿Las sombras y una tetera? "Que extraño" pensó el elfo mirando de reojo a sus hermanos y al Di Medici.

 

-Disculpe que lo interrumpa, señor -Dijo cuando escucho las palabras del hombre sobre Hogwarts - Quiero avisarle, porque creo esta confundido, que la clase de Adivinación en el castillo de Hogwarts es opcional a partir del tercer año de estudio. Dado que mi amo, ni yo sabemos nada de adivinación, pues deberá explicarnos desde cero o partiendo de las preguntas que les hicimos. Eso nos ayudaría mucho, para trasmitir la clase.

Editado por Jeremy Triviani

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Chuck, elfo amo de llaves, de la Familia Triviani.


Chuck se giro cuando Chuck grito lo de la dama que paseaba desnuda por el Castillo, ¡era cierto! sonrió al ver que a una persona que le caía bien, ella no maltrataba a sus hermanos dentro del Castillo cuando visitaba al amo Jeremy y eso le agradaba por demás. Un brillo en sus ojos esmeralda se figuro cuando les dirigió la palabra; el mensaje era simple y esperaba no olvidarlo.

Si ama Anne, le diré cuando lo vea. respondió Chuck y se le acerco unos cuantos pasos con sus manos entrelazadas.

Miró a aquel ser que apareció en el salón donde estaban llevando a cavo la clase de Adivinación. Dio una vuelta sobre si mismo, para ver quienes ademas de ellos se encontraban en el salón, ya que aquella que ingreso solo empezó a repetir palabras al aire, ya que no miraba, ni se dirigía a los Elfos de la familia Triviani.

¿Como que no esta aquí usted para enseñarnos? nuestros amos han pagado la clase, para que les enseñen todo sobre la Adivinación, no solo una fracción. comentó Chuck mirándolo y moviendo su dedo ¿Qué clase de profesor es usted? ¿Es profesor? añadió mirando a Anne.

Chuck sabia que Anne era miembro de los Warlocks y podría responder aquella pregunta.

Éste comenzó a repartir unos cuantos libros, dejándolos apoyados sobre las mesas y una tetera, hablándoles, como si alguien estuviese ahí ubicado. ¿Acaso fumo de los hongos de la ama Zoella? el elfo estaba algo preocupado por la actitud del extraño profesor, Lacedeamon
parecía un hombre sencillo, pero no comprendía demasiado el actuar que estaba teniendo para con ellos.

Queremos aprender, pero aún usted no ha respondido nuestras preguntas... Chuck quiere saber para que sirve aquel colgante. señalo en Péndulo en la pared. Y parece que los Libros fueran para otras personas. ¿O se dirigía a nosotros al hablar? respondió volviendo su mirada hacia donde estaba ¿Vendrán más alumnos a la clase? añadió y sonrió apenado.

Editado por Matthew Triviani

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Chuck, Elfo Doméstico de la familia Triviani.

El pequeño elfo gritó cuando hicieron apreciación de Anne, corrió y se enganchó a su pierna. La bruja le había salvado de su Ama Zoella, quien le reprendió por imitarla mientras jugaba con sus hermanos y las pelucas de la calva. EL pequeño Chuck restregó con cariño su rostro en la pierna de la bruja - No le diré, porqué me llevará con usted ¡Por favor! La ama Zoella me quiere cortar una de mis orejitas - chilló, para luego escuchar un ruido a sus espaldas.

 

Un portal había sido abierto y otro mago apareció, la pequeña criatura se aferró a la pierna de Anne mientras el profesor repartía libros a todos y todo lo que en la sala estaban. Sus hermanos algo enojados contestaron al mago que les impartía la clase.

 

El Chuck abrió su boca sorprendido cuando él, sin más los mandó a leer y se fue a donde los había recibido. El pequeño Chuck tomo un libro y salió tras él - ¡Señor! No debería al menos contestar nuestras dudas. Mi ama me va a golpear si no llego con nada que le parezca útil - confesó, temblorosos.

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Passepartout, elfo doméstico.


Passepartout resistió estoico las sonoras risas de sus compañeros mientras sostenía entre sus delgados dedos, no sin cierta dificultad, la bola de cristal que había tomado de una de las estanterías que el encargado de aquella clase había indicado previamente. El considerable peso de aquel objeto amenazaba con reducir a polvo sus articulaciones. Su expresión no denotó, ni siquiera en un momento de debilidad cuando la cristalina esfera amenazó con caer al suelo, la furia que las mofas de aquellos seres repugnantes le producía, generándole un molesto ardor en la boca del estómago. El elfo doméstico podía aguantar las casuales reprimendas de de Lucrezia Di Médici, pues ella era su ama y un ser superior a todo lo imaginable ¿Pero de parte de sus propios colegas? Su vasta experiencia en el bajo mundo hizo que reconociera el origen de los otros sirvientes con solo una expeditiva mirada: eran los Chucks, los más denostados por la comunidad élfica.


Colocó la bola de cristal en uno de los pequeños muebles de la habitación, cuyo descuido se hacía notable en las delgadas grietas llenas a tope de suciedad que atravesaban toda la superficie de madera antigua. Sin duda, aquel mobiliario precisaba de un minucioso cuidado que en aquel lugar no le ofrecían ¡Increíble le resultaba que en un espacio lleno de elfos expertos en esas tareas nadie moviese un pelo por la inaceptable falta de higiene que allí era soberana! Sin embargo, su garganta no emitió palabra alguna. No quería incordiar a su excéntrico anfitrión ni darle herramientas a los Chucks para seguir burlándose de él. Fue la aparición de una nueva persona en la casa lo que abstrajo a Passepartout del laberinto mental en el que se había perdido segundos atrás ¡El sonido de las campanas, el canto se gloria y salvación! ¡La aparición de un ángel descendido del cielo en forma de una mujer cuya identidad desconocía pero que parecía la mar de maja! Extendió sus delgados labios en una sonrisa y mostró el blanco de sus dientes, que cuidaba con un complejo proceso de lavado 10 veces al día.


- Yo no soy un Shuuck.- de su boca se desprendieron minúsculas gotitas de saliva al mal pronunciar adrede aquel nombre.- Mi nombre es Passepartout, elfo doméstico de Lucrezia Di Médici, sexta de su nombre, etcétera.- sintetizó con buen tino, pues los títulos de la aristócrata italiana eran irritantes de enumerar.


Le hizo una respetuosa y elegante reverencia a la mujer al tiempo que comenzaba a percibirla como ligeramente conocida ¿Tal vez era amiga de su ama, una socia de negocios o una colega dentro de aquella organización nombrada Marca Tenebrosa?¿Quizás una amante? No, no podía distraerse rebuscando aquella preciosa cara en lo más recóndito del baúl de los recuerdos que resguardaba en un espacio aun más protegido de su cabeza. Decidió - o más bien lo hizo su voz interior - no prestar más atención a todo aquello que lo rodeaba y concentrarse en la tarea que se le había encomendado minutos atrás. Ignoró con éxito la confusión y el ninguneo taladrante que creía a su alrededor. Clavó sus oscuros ojos abiertos como platos en la bola de cristal y concentro su mente en ella. Su mirada se volvió intensa, como si realmente supiera lo que estaba haciendo en ese momento. Sin embargo, la imagen que todos podían atestiguar era la de Passepartout observando un objeto que no hacía absolutamente nada. Hizo fuerza desde su abdomen como si intentase inyectar todo su poder mágico en la bola de cristal a través de sus ojos. Aquella presión, sin embargo, desencadenó en algo imprevisible: un sonido de origen gaseoso proveniente de su parte baja interrumpió el momentáneo silencio.


- Lo siento...- se disculpó mientras sentía que la vergüenza comenzaba a apoderarse súbitamente de él. - Creo que he visto algo en la bola de cristal, algo que parecían dos pies derechos. Si, creo que el bebé tendrá dos píes derechos...bueno, tal vez eran izquierdos, puedo haberme equivocado ¿Qué debo hacer para ver nuevamente el futuro? Tal vez mis bolas...digo, mi bola tiene un desperfecto.


Sin embargo, cuando logró ahogar la congoja que lo invadía para ver nuevamente a su profesor notó algo que lo dejó anonado: luego de repartir los libros sobre adivinación, al que Passepartout no le había hecho mucho caso, el anciano se había retirado nuevamente hacia el exterior de aquella casa de aspecto abandonado. Los Chucks habían ido junto a él para recriminarle varios puntos de su más que cuestionable trato ¡Vaya suerte, Lacedeamon había captado toda la furia contenida por los Chucks tras años de maltrato y Passepartout no sería el blanco de la inconformidad con sus propias vidas! Una mueca de supina confianza volvió a engalanar su rostro y a iluminar su mirada. Retomó su erguida postura altanera, presionó las incipientes arrugas de su traje para hacerlas desaparecer y salió al exterior dispuesto a ser el preferido del profesor frente a los demás asistentes a la clase. Sin duda, la competencia era nula.


-¡Bueno, yo sé algo de adivinación! Sé lo que va a ser mi ama en el día ¿Aprender una rutina es de alguna forma adivinar el futuro no? Más con la dama Lucrezia, que es muy estricta con su rutina. Se levanta a las 9 a.m, a las 9.10 entra en el baño para higienizarse, a las 9.20 se dirige hasta el salón comedor para el desayuno que suele variar pero donde predominan frutas y copas de vino. Allí lee los periódicos y adelanta trabajo liviano del banco. A las 10 envia su ropa interior a lavar ¡A veces huele! Digo, digo. No debí decir eso ¿Usted me entiende señor, no?

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Anne se quedó mirando a aquella misteriosa figura a la que no conocía y que acompañaba a los Chucks en aquella sala. Y a otro elfo que no supo reconocer. Estaba repartiendo libros a diestro y siniestro: hasta la tetera recibió el suyo. Anne alargó la mano para tomar precisamente ese y le echó una ojeada mientras recibía una explicación que la dejó estupefacta. Alzó sus ojos grises para clavarlos en el hombre sin prestar atención a las palabras de Chuck Joven Guerrero, que hacía referencia a su paseo por los jardines Triviani con poca ropa.

 

¿En Hogwarts? —repitió las palabras, pensativa. El Chuck parlanchín le refrescó la memoria respecto a aquella materia de la que ella no sabía nada, comentando que era opcional en Hogwarts. Asintió: por eso no recordaba nada, jamás había estudiado nada del tema—. Estoy como los elfos, señor profesor. A mí nadie me avisó de que tenía que venir con conocimientos previos de adivinación a esta clase. Pensaba que me darían algunas pautas para poder defenderme en la materia.

 

Luego miró al elfo y le pellizcó una oreja.

 

Si vuelves a hablar de mi paseo desnuda por vuestros terrenos, te haré picadillo —le amenazó, en un susurro.

 

Anne miró entonces al elfo desconocido quien, tras las palabras de los otros Chucks, se presentó como el elfo de Lucrezia. Sonrió ante los comentarios de éste y sacudió la cabeza: allí nadie tenía ni una ligera idea de la materia que habían ido a estudiar. Miró cómo el profesor abandonaba la estancia y salía afuera. Se encogió de hombros.

 

Bueno, ¿y ahora qué? ¿Le seguimos o nos leemos este libro?

 

Volvió a ojearlo por encima y luego lo cerró de golpe, mirando en dirección a la puerta por la que había salido el hombre.

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Chuck, elfo amo de llaves, de la Familia Triviani.



Chuck seguía a la expectativa de que alguien le respondiera sus preguntas, por un momento creyó que había derrochado los galeones de su amo, ya que la clase no parecía tener un prospecto favorable para sus hermanos ni la dama albina que acostumbraba a dar paseos nocturnos en la propiedad.

 

Se atrevió a avanzar mientras le respondían, y subirse a una mesa que estaba ahí para tomar el péndulo con sus delgadas muñecas. Lo tomo con sus finos dedos y lo coloco sobre su palma, una cadena amarillenta que parecía ser oro, o algún otro material derivado, en sus ojos verdes se reflejo aquel pequeño rombo que yacía en la punta de la cadena. No tenia idea de como era que eso se utilizaba, o para que servia básicamente, pero bajo de la mesa y se lo enseño a los demás Chucks, quizás ellos sabían más que él.

 

¿Se utiliza para adivinar el futuro de las personas? preguntó sin quitarle la mirada de encima, casi tropezando con una banqueta.

 

Escucho como la ama Anne, había preguntado lo del Libro, levanto su cabeza y dirigió su mirada a ella, estirando sus labios como si fuera a comentarle algo, pero no lo hizo y se limito a observarla.

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Lacedeamon se encontraba escuchando lo que los elfos Chucks le recriminaba, ellos tenían razón, él no era un profesor de academia, es más ahora no estaba del todo seguro que aquello de verdad fuese una clase. Todo parecía ser una mala broma de su amigo, ya se encargaría de apalear a Black Lestrange. En ese momento, trataría de hacer más entendibles, para las personas que no podían ver, las runas que aún guardaba dentro de aquel costal de terciopelo que mantenía entre sus manos. No tardó mucho en ponerse a trabajar en diseñar nuevas herramientas para la lectura de las mancias ya que de eso se ganaba la vida. Estaba quitando parte de la corteza del tronco donde se encontraba sentado cuando uno de los elfos, el más callado pues solo lo había escuchado hablar un par de veces, se acercó a decirle algo sobre lo que veía en lo que él decía era una bola de cristal.

El Scamander iba a comenzar a explicar al elfo sobre la bola de cristal, cuando Aries apareció caminando por el lugar, quien tenía una mala cara por todo lo que había escuchado de los elfos Chuck, quienes parecían ser personas exigentes, ¿es que acaso no entendían su lugar en la jerarquía social?, ¿Quién diablos eran para tratar a un mago como Lacedeamon como su burla? Tenía varita en mano, estaba dispuesto a usarlo sobre aquellos elfos, pero cuando estuvo a punto de lanzarle un cruciatus se dio cuenta que en el lugar se encontraba Anne Gaunt.

He regresado para hacerme cargo de la clase. Si puede que adivinación sea una clase opcional, de la cual no sea necesario cursarla mientras estudiaban en Hogwarts. —se les quedó mirando y sonrió. —Bueno, ustedes no fueron a Hogwarts porque son de una clase inferior, la escoria, la servidumbre. —dijo haciendo un gesto despectivo, mirando a los elfos. —Si alguno fue a Hogwarts, seguro fue a servir a magos y brujas, no ha aprender. Así que no gastaré mi tiempo con ustedes.

Tras aquellas palabras a los elfos, se quedó mirando a la Gaunt, le tenía un gran respeto por que era familiar de Emmet y de Mery, a quienes les tenía un gran cariño. Por lo que a ella se dirigió con total respeto, aunque eso podría cambiar ante cualquier comentario de la bruja sobre su forma de hablarle a la servidumbre.

Señorita Gaunt, sé que usted también cree que uno como profesor debe de darles toda la información sobre la materia, pero eso es algo del pasado, ahora uno debe de buscar la información que necesite. Es que si yo le digo que eso que uno hace repetidas veces de forma inconsciente es una mancia, ¿usted me diría que tengo razón?

Mientras Aries se encargaba de la única alumna humano en aquel lugar, Lacedeamon llamó al elfo Passepartout para explicarle lo que había sido interrumpido por el mago quien tenía un pésimo carácter y trataba a los elfos como seres inferiores. Situación que le daba gracia, ya que el mismo Black Lestrange tenía un elfo al que le tenía mucho cariño y lo trataba demasiado bien como para ser una persona que detestara a los elfos domésticos.

Passepartout, aquello que me dijo que hace su ama, parece toda una rutina y no algo digno de ser una adivinación. Por lo general la adivinación trata de ver más allá, como por ejemplo que en el baile de San Valentine que siempre celebraba el exministro Malfoy y espero se celebre con el Ministro Yaxley, su señora encuentre a un joven de acuerdo a los gustos de su ama. Y que lo veas todo a través de imágenes claras y no tan claras en la bola de cristal. ¿Soy claro? —le preguntó con la vista fija en el elfo doméstico. —Sé que soy malo explicando, pero por algo no soy profesor, pensé que trataría con personas para evaluarlos el uso de las mancias.

Scamander le explico a Passepartout lo que era una mancia, al tiempo que Aries le explicaba a Anne Gaunt que una mancia era el nombre que se le daba a diversas técnicas para predecir el futuro. También le dijo que había diferentes tipos de técnicas adivinatorias y que cada objeto que había al interior de su vivienda servían para dar predicciones que podrían resultar ciertas o inciertas dependiendo las elecciones de las personas al hacer su día a día.

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Matthew Triviani - Remplazando a Chuck.

Triviani tenia mejores cosas que hacer que asistir a una clase, pero por el momento y el llamado del elfo, no tuvo más remedio que salir del Castillo hacia donde éste le había indicado. Con un solo chasquido de los dedos de Chuck, lo llevo hacia el salón donde los demás elfos de la familia se encontraban, ahí también estaba Anne, su cuñada.

 

Dio unos cuantos pasos por entre medio de los pupitres cubiertos de polvo arrastrando su holgada túnica negra, una vista rápida analizando los objetos del salón mientras palpaba sus dedos entre si, y unos cuantos libros esparcidos por sobre ellos, como si fuesen para alguien que no estuviera ahí. Miró al profesor, pero no lo reconoció, tampoco sabia quien era la persona que impartiría la clase y poco le interesaba hacer sociales con uno de sus colegas.

 

Se detuvo a medio camino y miro con desprecio a los elfos, los detestaba, pero cada vez que asesinaba uno, aparecían más. Tomó uno de los libros que estaba en la repisa y le dio un pequeño soplido para quitarle la delgada capa de polvo que lo apañaba. Lo abrió y dio una pequeña leída rápida a sus primeras paginas amarillentas por el tiempo y entonces entendió: Onomancía.

 

Volvió sobre sus pasos y se paro a un costado de la albina, surcando una sonrisa, casi invisible, en sus delgados labios.

 

La Warlock parecía haber llegado hace no mucho. Matthew observó con desconfianza al profesor, y observó atentamente a los Chucks. Cuando finalmente parecían tomar los objetos que yacían en una de las esquinas, por un momento deseó que estuvieran encantados y murieran de la forma más dolo roza posible, chisto, al ver que eso no sucedió y levanto la mirada hacia él presunto educador.

 

Entonces... comenzó ¿Para que sirve la Adivinación? pregunto ¿Se puede confundir o predecir algo como con la Videncia? añadió cerrando el libro que tenia en su diestra.

Ya había ido hasta ahí, debía hacer valer los galeones.

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Aries percibió la llegada de un joven a la pequeña casa de Lacedeamon, imaginó que era uno de los jóvenes residentes de la mansión de la familia que pertenecían los elfos a los que había echado minutos antes. Sonrió. Al parecer tener que tratar mal a los elfos de aquella familia haría aparecer a los miembros de esa, bufo con pesar, mientras se giraba para darle la cara al recién llegado y ponerle toda su atención. Es que el mago se merecía todo su respeto, no así los elfos, él no era Hermione Granger.

Bienvenido, imagino que me lo preguntas como profesor de dicho conocimiento. —empezó a hablar.

Mientras trataba de hacer a un lado todos sus prejuicios sobre la adivinación, ¿Qué para qué servía? Para nada. Los charlatanes se aprovechaban de la incredulidad de las personas para ganar dinero. Pero ninguno de sus dos alumnos estaba ahí para escuchar sus opiniones personales, por lo que trato de ser lo más políticamente correcto.

Sirve para predecir hechos que aún no pasan, por lo general la gente que trata de predecir esos hechos, se basan en diferentes técnicas. Con diferencia de la videncia, todos pueden ser adivinos, pero sólo algunos pocos y en general sólo de nacimiento pueden ser videntes.

Comenzó a pasearse por el lugar mirando los diferentes artefactos de las diferentes mancías que había en aquella gran habitación. Parecía que estaba haciendo tiempo para ver si alguno de los otros alumnos llegaba a tomar la clase, al tiempo que ignoraba a los elfos que seguían en la esquina tocando diferentes artefactos de los que él no tenía conocimiento para que servían.

Puedes predecir y confundir algo con la adivinación, más no con la videncia. En la videncia ciertas acciones, olores, colores, sabores, texturas… te pueden llevar a un momento que puede ocurrir en un futuro lejano o cercano. Sin embargo, con la Adivinación predices de acuerdo a la figura de las cartas del tarot, a las figuras formadas por las sobras del café pegadas en la taza, a las figuras de humo que aparecen en la bola de cristal mas no por algo que haya aparecido de repente en tu cabeza.

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