Rivales...

[Hades Ragnarok]

El mortifago se mantenía con los ojos cerrados dejando que el viento levantara los rastros del polvoriento lugar. Era temprano en la mañana y aun se podían ver algunas nubes en el cielo que poco a poco se irían dispersando para dejar ver el azul del firmamento. Seguramente aquel pueblo abandonado había sido hermoso en alguna época, hoy muchísimo tiempo después la calle principal se veía desolada llena de arbustos secos por el inclemente sol. Aquella calle de 50 metros de largo por 10 de ancho estaba llena de casas destruidas, algunas paredes se mantenían de pie quizás por milagro porque estaban tan ladeadas que un simple ventarrón podría prácticamente derrumbarlas. Algunas de aquellas falladas aun mantenían unos pequeños balcones con rejas de acero, las ventanas algunas rotas con sus marcos de madera eran testigos de lo que alguna vez fue aquella arteria del pueblo.

 

En aquella vía, a 5 metros delante de él se podía ver una vieja carreta de madera deshecha, algunos ladrillos y basura mezclada con aquellos arbustos. Quizás allí se podían esconder algunas serpientes venenosas, además de alacranes y arañas altamente venenosas en las paredes.

 

A la espalda del Ragnarok se podía ver la pared de la vieja iglesia, con su torreta y campanario, la puerta de esta era de 3 metros de alto por 2 de ancho de roble las cuales estaban abiertas y dejaban ver la pila bautismal de aquel viejo templo. Arriba de aquella torre o más bien campanario se podía ver una cruz de metal. A los pies del cainita había pequeñas piedras más pequeñas que su puño.

 

El Ragnarok había citado allí a su némesis, a su enemiga, había llegado el momento de tener un duelo uno a uno sin que se metieran sus guardaespaldas o alguno de los miembros de los bandos. La esperaba y deseaba derramar su sangre. Tenía puesta su máscara blanca con dibujos negros, una túnica negra con capucha de seda que le cubría la cabeza y el cuerpo, en su bolsillo llevaba un bezoar. Las níveas manos al igual que sus pies estaban descalzos y libres de todo, por lo que podía tomar su varita con tranquilidad y podía sentir cualquier cosa que estuviera pisando.

 

Conociendo a Leafa no tardaría en llegar por lo que el cainita se había colocado ya a 10 metros y medio de donde la chica debería aparecer, estando así a una distancia prudencial ya que conociéndose ninguno le daría ventajas al otro y a 4 metros de cualquier cosa que pudiera ser morpheada o transformada que pudiera hacerle daño o atacarle.

 

Un sonido llamo su atención y tras la mascara mortifaga dibujo una mueca de sonrisa. Pasó la lengua por los filosos y ponzoñosos colmillos vampíricos y abrió los ojos. Frente a él estaba la chica. Entrecerró los ojos y ladeo al cabeza un centímetro casi imperceptible estudiándola con la mirada.

 

-Bienvenida –dijo serio- algo me decía que nos íbamos a encontrar y que nos íbamos a divertir –comento en tono burlón ya que él era quien había retado a la Demon Hunter- ¿cuánto tiempo hemos esperado este momento? Ha pasado mucho tiempo desde que nos encontramos en aquella cárcel y ahora buscamos matarnos cada vez que nos encontramos –comentó- solo que esta vez no tendrás a tus amigos para que te defiendan.

 

Rio divertido mientras se colocaba en posición, sabía que ella no le atacaría por la espalda, era demasiado buena para ello, quizás era una de las razones por las cuales la había reconocido como rival, era poderosa y diferente a los demás sangre sucias y traidores a la sangre.

 

-¡Sectusempra! -dijo apuntando a Mei después de hacerle una ligera reverencia para empezar aquel duelo, un rápido rayo salió directamente hasta su pecho, si el rayo impactaba en su pecho, heridas profundas y sangrantes se abrirían en su piel, y si no se curaba de inmediato, moriría desangrada

 

-<<Un, dos, tres pollito ingles>> -canturreó aquel mantra infantil para sí mismo el mortifago sabiendo que había comenzado la batalla.

 

*************

 

Bueno, ya cumpli u.u'... asi que nada suerte

[Mei Black Delacour]

La luz cubría sus facciones para evitar que alguien la reconociera. Era algo que nunca olvidaba a la hora de la batalla, o como en aquel momento, al momento de encontrarse con algún enemigo.

 

Era la primera vez que se encontraría con Cerberus fuera de una batalla, la primera vez en que se enfrentarían cara a cara, totalmente solos. Los pasos de la castaña eran pausados, tranquilos y firmes. Su vestido corto apenas se movía con la brisa que ella misma producía, aunque sí lograba que la capa que cubría la mayor parte de su atuendo ondeara fuertemente.

 

Detuvo su andar quedando a una distancia de ocho metros de Hades, por lo que la carreta vieja y destruida quedó a unos cinco metros de ella en sentido diagonal. Mei no era tan tonta como para dejarla cerca de ella, sabía perfectamente que allí podía esconderse algo y no estaba dispuesta a correr ningún riesgo.

 

–Mis amigos nunca me han defendido, siempre que he podido te he enfrentado sola. Aunque claro, – agregó con tono despectivo mientras se encogía de hombros – no puedo darte mi atención por completo cuando lucho desde antes con otro, es lógica pura.

 

Sonrió levemente, haciendo sonar sus zapatos de tacón cada vez que lo chocaba contra el suelo. Observó de reojo todo a su alrededor, percatándose de que se había colocado cerca del cementerio que le correspondía a la iglesia que estaba justo detrás del Ragnarok. La entrada al cementerio estaba enrejada en su totalidad y decorada con un único y terrorífico ángel, vestido con una túnica larga y grandes alas desplegadas. La estatua estaba hecha de un granito en su estado más puro, dándole un toque espectral que daba escalofríos.

 

Con cuidado, Mei sacó a Aukan de entre sus ropas, y para cuando terminaba de devolverle la reverencia que su némesis le había otorgado, vio que a ella viajaba a toda prisa un rayo que identificó de inmediato.

 

–¡Piertotum Locomotor! Defiéndeme del sectumsempra – bramó a todo pulmón luego de hacer una floritura en el aire. Al instante, la estatua del ángel cobró vida, saltando del pedestal elevado en el que se hallaba e interponiéndose justo a tiempo entre Mei y el rayo, recibiendo el hechizo de lleno en el pecho y apenas causando unos pocos daños debido a la dureza del material con el cual estaba hecho. La defensa había sido exitosa gracias a que la estatua no había estado a más de tres metros de ella, dándole un margen de defensa más que suficiente –. Ahora, – volvió a hablar, esta vez en susurros y en dirección al ángel para darle una nueva orden – atácalo por su flanco derecho y hiérelo, sin estorbarme a la hora de enviar hechizos.

 

La orden había sido perfectamente recibida por la estatua que tenía bajo su total control y sin perder tiempo comenzó a correr hacia Hades desde un lugar donde no le estorbaba para nada a la Demon Hunter. En esta ocasión, le tocaba a ella.

 

–Sectumsempra – dijo esta vez, haciendo que el rayo saliese de su varita y se dirigiera a toda velocidad hacia el pecho del nigromante, el cual de impactar le causaría graves heridas que debería de curar inmediatamente si no deseaba morir de inmediato.

[Hades Ragnarok]

El Ragnarok sonrió ante las palabras de su enemiga y negó con la cabeza, aquello era realmente absurdo, y la lógica no entraba en todo aquello, la situación era fácil, tenias un enemigo, simplemente debías eliminarlo sin piedad, eso era todo pero al parecer Leafa prefería jugar con otras personas que jugar con él, aunque estaba claro que enviaba a sus amiguitos para protegerla por miedo a morir ante el nigromante

 

-Sinceramente esperaba un poco mas de respeto entre los enemigos –dijo observándola fijamente esperando el momento en que la chica hiciera su movimiento.

 

-Detritus –dijo el cainita antes de que Mei pudiera hacer el Sectusempra que había planeado hacer. El efecto fue inmediato provocando que una fina capa gaseosa y transparente de magia rodeara su cuerpo protegiéndolo de cualquier ataque y justamente.

 

El cainita rio divertido tras la máscara cuando aquella estatua que había enviado la Black Delacour contra el choco contra la protección evitando así que pudiera hacerle algún daño, a su vez el sectusempra que su enemiga había enviado también choco allí dejándolo sano y salvo.

 

El futuro Ángel Caído simplemente dio un par de pasos para colocarse nuevamente a 10 metros, vigilo cada centímetro del lugar buscando la manera de sacarle provecho y ventaja al escenario donde se encontraban, por ahora aquella lucha había comenzado y estaría realmente pareja hasta que alguno cometiera algún error que les llevara a la muerte o a que quedaran desarmados. Ladeo la cabeza pensando, si algo había aprendido era a no menospreciar a sus rivales y muchos menos a aquella mujer que tenia frente a él a 10 metros.

 

-¡Fuego Maldito! – Musito, invocando de esa manera dos llamaradas de fuego en forma de Cerberus el perro de 3 cabezas que resguarda las puertas del inframundo.

 

Una de las tres criaturas corrió con rapidez hasta Mei para llegar a impactarle en el pecho si la chica no hacía nada para evitarlo lograría provocarle serias quemaduras. La otra bestia ardiente corrió para atacar a la Demon Hunter por el costado derecho, con el impacto de aquella quemadura el daño seria más grave si no se atendía inmediatamente.

 

-<<Pugna tecum ipse, si vis vincere iram, non potest te illa>> -pensó para sí mismo mientras esperaba que aquel ataque le hiciera daño a su enemiga- <<Cupit enim exilire et incendere oculos et mutare faciem, sed si eminere illi extra nos licuit, supra nos est>>

 

Sin perder tiempo se preparo, sospechaba que Mei no iba a perder tiempo y volvería a atacarlo, ¿quien sabe que pasaría entre ellos?, ¿quién ganaría aquella batalla?, lo que era seguro era que de una u otra forma ambos se respetaban y aquello seria mucho mas estratégico de lo que cualquiera que estuviera observando pudiera entender.

[Monica Malfoy Haughton]

Duelo reabierto.

 

Saludos y buena suerte a los dos.