Misión Encubierta: Robemos un Panda

[Arya Macnair]

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—¿Que parte de "lo quiero" no se comprendió?— Indagó la pelirroja afilando su mirada en la atractiva silueta de su acompañante, el andar de él era tranquilo, y la sonrisa burlona en su rostro solo indicaba que se estaba divirtiendo demasiado con las incoherentes ocurrencias de la bruja, ambos paseaban por un zoológico cerrado por reformas, había andamios en determinadas estructuras, más que nada en la zona de comidas, las persianas de dichos pequeños comercios estaban cerradas, solo el susurro del viento otoñal y el sonido de los distintos animales encerrados injustamente en enormes hábitat artificiales tras gruesos e irrompibles barrotes de acero los rodeaba y acompañaba en su visita. A decir verdad, todo aquello tenía un fin, pero solo era comprensible en la mente de Arya.

 

—No se dónde lo pondré, solo se que comerá Bambú— Prosiguió como si sus palabras tuvieran mucho sentido, —No me importa lo que opines, a como de lugar de aquí me llevaré a un Panda, y no podrás hacer nada al respecto más que ayudarme— agregó, al parecer la brusquedad de sus palabras hizo que Radamantys se detuviese en seco ante la jaula de las jirafas, altas, amarillas y con sus lenguas horribles, observaban al Mortífago con curiosidad; por otro lado, la fémina seguía caminando sin reparar en que había dejado atrás a su compañero, casi unos ocho metros y medio, sonrió y se detuvo delante de la fosa dónde los Pandas descansaban a la luz de un cálido sol.

 

Volteó y sorprendida soltó una sonora carcajada al ver al Demonio tan lejos, llevaba puestos unos vaqueros gastados en las rodillas de un color claro y una camisa oscura lo suficientemente grande como para que quién la viera comprendiera que no era precisamente de ella, unas cómodas zapatillas para poder caminar largas horas y ocultando gran parte de su rojizo cabello un gorro blanco con dos orejas negras, largas orejeras que le llegaban casi pasando los hombros y que terminaban en dos tiernas huellas de oso con sus patas negra, cesó su risa y carraspeó:

 

—¿Que te parece un duelo?— Preguntó y un brillo particular surcó sus ojos azules.

 

Sombra apareció en su diestra, Nogal Negro, rígida, indomable desde el primer día, sabiendo a quién atacar y a quién no, canalizando las energías de Arya con suma precisión, —Si accediste a venir conmigo es porque serás parte del plan— argumentó, —Pero como el Panda necesita nombre, lo dejaremos al azar— finalizó. —Si yo gano ..— murmuró sonriendo de forma divertida, sabía que él se imaginaría el nombre que quería escoger para el monocromático animal, —Floreus— soltó sin previo aviso y la palabra acarició sus labios. La siguiente acción del Slytherin estaría reducida a un bonito ramo de jazmines aromáticos.

[Radamantys]

-Te gustan las cosas más complicadas eh?- pregunto Radamantys a la bruja mientras seguían avanzando, -Pudiendo yo regalarte uno de los que corren en los terrenos de mi castillo o comparte uno en la tienda- agrego Radamantys soltando un suspiro mientras en sus labios se formaba una sonrisa que dejaba en evidencia lo divertido que estaba.

 

-Y comprendo que lo quieres- respondió el demonio a las palabras de la bruja -Y lo tendrás- agrego Slytherin, -Y parece ser que será de cualquier manera no? o más bien a tu manera- dijo el demonio mientras avanzaba a la par de la bruja, el sol que se elevaba en el cielo les dejaba una suave y cálida sensación en la piel.

 

-Podrías probar a darle de comer Pizza- le dijo Radamantys evitando reírse a carcajadas, - podría ser un panda más feliz y menos malhumorado, si no se parecería más a la futura dueña- esta vez no pudo evitar soltar una risa disimulada, -Está bien te voy a ayudar a llevarlo pero tu después tendrás que pagarme el favor- acoto el demonio mientras seguían avanzando.

 

Parecía ser que Arya estaba al borde del Colapso , Radamantys no sabía si era el nerviosismo del acto vandálico que estaba por cometer o eran simplemente las hormonas o podría ser que la edad empezaba a afectar a la bruja, cosa que por supuesto no le diría o se expondría a una enorme furia como pocas veces había visto en su vida.

 

El demonio se quedó de pie dejando que la bruja avanzara, A la derecha de Rada estaba la zona de las Jirafas que parecían estar muy atentas al espectáculo que estaba sucediendo en el lugar, Radamantys frunció el cejo al escuchar las palabras de Arya, pero él nunca había rechazado un duelo así que esa no sería la primera ocasión, El mago se alejo a una distancia de 6 metros del reciento de las jirafas.

 

Después el demonio se movió a 9 metros de cualquier objeto, a decir verdad no había mucho más que unas cuantas bancas de metal de unos dos metros de largo por uno de alto, estas distribuidas por todo el corredor que recorrían los magos y algunos botes de basura esparcidos de manera estratégica para que los visitantes depositaran sus residuos.

 

Así pues la distancia con Arya era similar, y esa distancia seria mantenida el resto del combate, el demonio agradeció la vestimenta ligera que llevaba, un pantalón negro acompañado de una camisa azul clara de mangas largas, perfecto para batirse en un duelo, un combate que había sido lo que menos esperaba aquella vez.

 

La varita del demonio vibro ante el conjuro lanzado por la bruja, las consecuencias de aquel hechizo las sabía perfectamente Radamantys aunque no le encontraba sentido a usar un hechizo así iniciando un combate, -Si querías flores pudimos tener una cita y no tratar de robar un oso- agrego demonio mientras susurraba:

 

-Aguamenti-

 

De la varita del mago salió un ramo de flores de distintos colores, -Estas te las doy cuando acabemos con esto y vayamos a una cena romántica- agregó Radamantys guiñándole un ojo a Arya para inmediatamente después apuntar la varita al cuello de la bruja y susurrar:

 

-Sectusempra-

 

Un rayo verde partió de la varita del slytherin con destino del cuello de Arya, si impactaba la sangre correría haciendo que estuviera tan débil que podría llegar a perder el combate , los sonidos de los animales inquietos empezaron a hacerse más fuertes, sin duda intuían que algo anormal pasaba en su habitad, aun así Radamantys no deseaba matarla.

[Arya Macnair]

—Pues no, una cita no sería tan emocionante como robar un Panda— Expresó divertida.

 

Jugaba con su varita en mano, a ocho metros y medio de su rival, entrecerrando los ojos para no perder de vista ningún movimiento, intentando no sonreír pero la situación le parecía tan excitante y divertida que generaba una descarga de adrenalina por lo mucho exagerada, llevaba tiempo sin ver a su querido Profesor y el hecho de que hubiese accedido a tan descabellada idea la traía algo nerviosa por lo que sería comprensible el fallar, pero no podía permitirse tal cosa a esa altura del partido, debía ganarle y no solo para así ponerle nombre al oso, si no también para superarse a si misma y por puro amor al arte.

 

Sus mejillas se sonrojaron ante el comentario del Slytherin, en ocasiones pensaba si algún día él dejaría de infligir tales sentimientos en ella, la forma desbocada en la que latía su corazón haciendo que su pecho se moviese de forma irregular y el aire en sus pulmones se volviese denso, como si de una adolescente se tratase, —Si sabía que había una cena Romántica detrás de todo ésto, ni siquiera hubiera intentado robar el oso— comentó sonriendo con maldad, una maldad total y completamente infantil, preparándose para contra atacar cuando los labios de su contrincante se despegaron para articular palabra, simplemente le bastó oír las primeras sílabas de aquel hechizo para comprender y que su cerebro se antepusiese al actuar del Demonio.

 

—!Silencius!— Exclamó con picardía, —Callado, mi amor, te ves mucho más hermoso— comentó buscando molestar a su adversario, aunque sabía que no lo lograría, había pensado una vez más ¿Pecho o Cuello?, pero el hechizo de Radamantys no logró salir por completo, de nueva cuenta se había ante puesto con rapidez y su "Silencius" había hecho efecto inmediatamente acallando las palabras del mago bien valiera la redundancia. Sin perder el tiempo su varita viajo de apuntar al frente, hacia un costado, —!Morphos!— murmuró clavando la mirada en un banco metálico de casi dos metros de largo donde cabrían tres personas cómodamente, en segundos éste se transformó en un enorme Lobo albino adulto, enormes ojos amarillentos cual oro fundido, filosos colmillos que dejaba ver con cada gruñido armando una amenazante y peligrosa mandíbula, gran porte, casi 90 kilogramos, demasiado grande para su raza, con las orejas paradas esperando órdenes.

 

Arya, sorprendida, no podía creer que por fin luego de un extraño trance había logrado crear de nueva cuenta un bello espécimen como el que tenía en frente, llevaba tiempo bloqueada mentalmente y no lograba hacer lo que quería, miró a su Lobo y luego miró a Radamantys, —Ataca— ordenó sin más, con la voz fría y una dulce sonrisa en los labios, lejos, muy ,lejos estaba la adorable joven que velaba por todos a su alrededor, aquella era simplemente una sombra, una verdadera bruja.

[Radamantys]

-Lo sería mucho más- respondió Radamantys a las palabras de Arya, -Parece que ya se te olvidaron como son las citas conmigo- agrego moviendo la cabeza de manera negativa sin borrar la sonrisa de sus labios, después de aquello el demonio fue silenciado evitando así la bruja que los ataques de Radamantys salieran y quedo a salvo de los mismos.

 

Después de aquello y recuperando al voz Rada respondio0 a las palabras, - También parece que has olvidado lo lindo que solía ser cuando te hablaba- y le guiño un ojo a la bruja al tiempo que esta creaba un lobo que se dirigía con rapidez hasta Radamantys que sin perder el tiempo un instante apunto a la bestia y susurro con un tono de voz clara:

 

-Oppugno-

 

El animal quedo en control de Radamantys que repitió la orden que Arya le había dado, -Ataca- y de inmediato el animal se lanzó con rapidez en contra de su creadora, la orden era sencilla, debería atacar al cuello de esta, con sus filosos dientes hacer que la sangre brotara a chorros por las heridas que le causaría, era irónico que así estuviera ahora, apuntando de nuevo a Arya Rada susurro:

 

-Absorvere-

 

La muñeca de la mano con que Arya sostenía la varita se partió, el dolor se extendería por su extremidad y ella no podría apuntar con firmeza hasta que no se curara, el demonio se movió un poco sin dejar de mantener la distancia con su rival, aquello se estaba tornado distinto a lo que él había esperado, para ese momento Radamantys empezaba a tomar en serio aquello.

 

El pecho de Radamantys subía y baja cada vez más rápido como producto de la adrenalina que recorría su cuerpo, aquello solía ser habitual en el cuándo se batía en duelo, no quería lastimarla, pero si ella seguía atacándole, Radamantys no tendría más remedio que contra atacar con la experiencia que le habían dado los años y la sangre fría que había adquirido.

 

[Arya Macnair]

Arya ~

 

Sonrió por mera inercia tras las palabras del Slytherin, por supuesto que lo recordaba, recordaba su voz cada noche, llegaba a ella con el gélido viento nocturno y se quedaba allí en su habitación, calaba hasta lo más profundo de su alma, anidaba en su mente y le generaba una sensación de vacío tan grande que creía estar suspendida en lo que algún día sería una dolorosa caída, —Lo siento .. Sectusempra— bramó en dirección a su creación, el rayo verdoso surcó la distancia e impactó de lleno en la cabeza del animal, abriendo una profunda herida que perforó el cráneo y le arrebató la vida de la forma más cruel, dolorosa y rápida que pudieran haber sido capaz de realizar; impresionada abrió los ojos y observó su varita, intentando comprender cómo había sido capaz de arremeter contra una ser vivo de esa manera, pero ya no había tiempo para pensar, el banco metálico yacía a tres metros a su derecha, el sonido de los animales alterados dentro de sus jaulas la estresaba, y un dolor punzante le robó el aliento.

 

Pasó la varita de mano, Sombra viajó de la diestra fuerte y portadora, a una zurda insegura, pero esos segundos incontables en los que se desprendió de su arma y la volvió a tomar le sirvieron para pensar con vehemencia, un —Episkey— aferrada una vez más al mango de su varita y curando los huesos rotos de su muñeca portadora a causa del hechizo certero de Radamantys, —¿Si quisiera rendirme ahora .. Qué ganaría?— le preguntó sopesando cada palabra y deshaciendo la sonrisa en su rostro.