Conocimiento de Maldiciones III

[Mistify Malfoy]

- Finalmente –

 

La bruja aspiró la brisa marina llenando sus pulmones con ella. El cabello largo ondeaba suavemente y envolvía su cuerpo desnudo como un delicado velo castaño. Cuando la Luna Roja la iluminó, un báculo apareció en su mano derecha. Los ojos ambarinos copiaron el color del astro por unos segundos y retornaron al original en cuanto fijó la mirada al otro lado del mar, en donde el fuego hacía presa de una carpa.

 

 

- Aquí estoy – susurró. Y su voz pudo ser escuchada por cada uno de los magos presentes – Soy tuya y tú eres mío – Ellos podían escucharla como si las palabras fueran murmuradas en el oído, estremeciendo sus cuerpos. – Ya sabes lo que tienes que hacer. – Para cada uno de los hombres presentes, ella se presentaba de una manera particular y diferente. Era su punto flojo, su talón de Aquiles. Aquello que habían deseado siempre y ahora estaban a punto de obtener. Y harían cualquier cosa por ella. Cualquier cosa que les ordenara si les prometía jamás marcharse.

 

 

En cambio, ellas no pudieron escuchar más que un quejido similar al que harían las voces de los seres marinos si pudieran ser escuchadas en el exterior. Un quejido que helaba la sangre y que no podía decirles mas que: peligro. El aullido lastimero del hombre lobo la acompañó.

 

 

*****

 

 

- Ella está libre - Mistify le señaló a Aysha la figura curvilínea al otro lado del mar. Tenía al báculo alzado hacia la luna y un haz de luz rojizo los conectaba absorbiendo su poder – Y está haciendo que ellos caigan bajo su influjo. Tenemos que detenerla – Mientras hablaba repasaba mentalmente los libros que había leído acerca de aquella bruja, libros que sabía con certeza que no la ayudarían ahora, sino que tendrían que valerse por sus propios medios y la inventiva personal.

 

 

- Va a pagar todo lo que hizo - Era personal. Aquel mago al que la bruja había enamorado era alguien de su mismo linaje. Quizás por eso se sentía particularmente atraída. ¿Qué podía destruírla? ¿Aquello que la había llevado a su prisión tantos años atrás? Negó con la cabeza. Tendría que haber aprendido su lección, después de incontables días atrapada en aquella montaña. Seguramente había tramado su venganza sin dejar nada al azar.

 

Aferró con fuerza su varita mágica dejando atrás a Boss y despejando a Allen hacia un costado con un sutil movimiento de la misma., dirigiendo sus pasos hacia el mar. Hacia donde Antoni aún luchaba interiormente. En línea recta a la antiquísima bruja que tenían que destruir.

[Anthony R. Dracony M.]

Daniella Malfoy sostenía en sus brazos al Tonks, aquel estaba anonadado, giro su cabeza para verla mejor, su sorpresa fue tal que dejo de luchar para quitar de sus manos y piernas aquellas sogas que le apresaban.

 

Su mente era un caos, apenas había estado luchando con su "yo" y de pronto se encontraba ante Dany, muchos encontrados sentimientos se vieron haciendo presión en el para que respondiera.

 

Una suave voz se dejo escuchar con un timbre sugerente: Aquí estoy....el susurro se escuchaba al oído de Tonks haciéndolo volver a buscar la procedencia de aquella voz...Soy tuya y tú eres mioaquello fue el acabos, otra Daniella avanzaba con su porte elegante acercándose más y más con un gesto tan seguro de aquel encuentro que fijaba sus ojos negros en el Tonks.

 

Dany río con ganas al ver la otra yo que se asercaba tan ufana, se daba perfecta cuenta de su estrategia y se alegro de su cambio a tiempo, le abrazó a Tonks y acercando sus labios al oído del chico volvió a llamarle cariñosamente, no había forma que aquella otra Daniella, supiera lo que ella y menos si ella no lo deseaba. Le comenzó a acariciar el cabello y el chico sintió invadir su fuero interno de una alegría desmedida.

 

Dany alzó la mirada triunfante y encaro con una sonrisa a aquella otra Daniella, su gesto mostraba enfado, quería el control sobre el chico y le comenzó hablar con una voz melosa prometiendo que daría lo que el chico quisiera...lo que más deseará su corazón...

 

Una sonrisa burlona se dibujo en el rostro de Dany, aquella bruja buscaba hacerle creer a Tonks que era la madre que tanto añoraba, se acercaba a él tomando de su inconsciente toda información para lograrlo, pero para su des fortuna "ella" estaba ahí, y conocía todos y cada uno de los sentimientos del Tonks y los resguardaba con un gran celo.

 

Ni siquiera se digno dirigirle la palabra, aquella bruja distaba mucho de lograr su cometido, en cambio ella, Dany, sabia bien que recuerdos utilizar, sonrió ante aquella ironía, Tonks necesitaba aquello: un encuentro con su madre, y si utilizaba aquello con inteligencia, podría suscitar algo mucho muy interesante.

[Aine Malfoy]

La mujer clavó sus manos en el brazo de Jocker. Los aullidos comenzaban a escucharse aún más cerca de su ubicación y su cabeza buscaba desesperadamente una salida. Era dificil, pero trató de vaciar su mente y se obligó a que el miedo no moviera sus acciones.

 

—Luna Llena... Balas de Plata...

 

No podía hacerlo. Quizá en otro mundo y con otro enemigo. Pero no podía hacerle eso a Dolla.

 

—Sólo si pudiera detenerla... o desviar su camino —se decía a sí misma, mientras bajaba la mano de Jocker e impedía que atacase, como sabría que sería su primera reacción. Tenía el rostro perlado y la mirada fija en un lugar más allá del bosque.

 

Y lo recordó. Sabía cómo hacerlo, ya que en alguno de los libros de la biblioteca Malfoy se había topado con la respuesta. En su mano se formó una flor. La planta levitaba sobre el dorso de la misma: Era de tallo largo y firme coronado con numerosos racimos de flores azules y diminutos estambres. Para Ainé y Jock sólo era una flor tóxica, pero para el lobo sería algo más. «... la repugnancia hacia el acónito, e incluso la famosa luna llena», rezaba el pergamino. No necesitaba más.

 

—Geminio.

 

Dejó caer el tallo, sobre el suelo pantanoso y tras recitar el conjuro y hacer contacto con la superficie, la flor se fue multiplicando sin parar, dibujando una línea en divisoria que desviara la trayectoría del cánido, antes de que pudiera hacerles verdadero daño. El lobo frenó en seco, gruñó con intensidad, pero volvió sobre sus pasos y Ainé se compadeció de aquellos que se cruzasen en su camino.

 

—Espero que sepas pagarme muy bien el que te haya salvado la vida, Black Lestrange —la Warlock se colocó de frente al mago, abandonando la posición de combate que ambos habían adoptado y posando sus brazos sobre los hombros del mago—. Lástima que aún nos quede trabajo pendiente. Te diría de escapar, pero no creo que a tu madre le haga mucha gracia. Mejor sigamos en esa dirección.

 

Se tapó los oídos con fuerza, el quejido era casi hiriente. Tiró del fajo de su túnica y creó dos tapones que colocó en ambas orejas, sellandolos con magia

 

—Imperturbate

 

Si para Jocker representaba lo mismo, seguiría su ejemplo.

[Jock]

 

 

Jocker apenas y notó que Ainé había dicho algunas palabras frente a él, posando sus brazos en sus hombros. Su cuerpo estaba allí, con ella, mas su mente estaba ya a varios kilómetros de distancia.

 

«Soy tuya y tú eres mío» repitió mentalmente, dejando escapar solo aire de su boca.

 

Un poco de realidad le golpeó en la cara cuando la bruja que ingeniosamente los había rodeado de acónito se desprendió de él para regresar hasta donde estaban los demás; sin embargo, la lucidez se escapó de él como lo hace un enjambre de abejas ahuyentadas por el humo, o como el agua de una vertiente que escurre por entre los dedos de un hombre sediento.

 

Fue entonces cuando vio que su mediohermana, amante y compañera sellaba sus oídos y se preguntó el motivo de su actuar. ¿Es que acaso había algún otro sonido en el ambiente además de aquella seductora voz que lo llamaba desde hace varios minutos y que se había mantenido a raya solo por su poder mágico? ¿Qué había cambiado en él? ¿Qué había sido lo que redujo su barrera protectora que lo había mantenido a salvo? Al parecer, y después de todo, el nivel mágico del Warlock aún no era lo suficientemente poderoso como él pensaba.

 

—Ain.— alcanzó a decir antes de ver que la mujer que le hablaba en el pensamiento se aproximaba por el mismo lugar en donde la mujer lobo había retrocedido.

 

La desnudez que la bruja de cabellos largos y mirada profunda le cautivaba. Y aunque sabía a ciencia cierta que aquello no era más que una visión no podía deshacerse de aquel influjo.

 

«Búscala por mi» decía en la mente del Black Lestrange «Deshazte de ella y serás recomenzado… conozco tus deseos y anhelos más profundos… ¡Oh! Yo sí sé cómo recomenzarte»

 

El patriarca esbozó una leve sonrisa y volteó hasta Ainé, que le miraba severamente, aunque no lograba distinguir si era su imaginación la que interpretaba la mirada de la bruja o si ciertamente era aquello lo que expresaban.

 

Un leve chillido quiso inundar su mente, pero la influencia y sensual voz de la bruja eran más poderosas.

 

—Vamos a quemarlos a todos —añadió sonriente, en trance, levantando su varita para invocar un zorro de fuego que no tardó en comenzar a correr por entre los árboles quemando todo a su paso.

[Brardolla Black]

El lobo aulló varias veces, rompiendo el silencio de la noche y la tranquilidad del campamento de los magos y brujas encargados de lidiar con la hechicera legendaria que habitaba aquella zona. Aún encerrada en su prisión, el poder de la bruja se podía sentir en todos los rincones de aquel sitio y sus dotes mágicas ya habían empezado a hacer mella en el grupo que había ido tras su rastro.

 

Brardolla, convertida en su forma lobuna, se hallaba ajena a los efectos que la poderosa bruja ejercía sobre sus compañeros, pues su mente humana se había apagado dando paso a su lado animal y salvaje. La transformación durante la luna llena era irremediable, a menos que se encontrara encerrada en algún lugar donde la luz lunar no se proyectara. La poción matalobos tampoco evitaba la trasmutación, simplemente la ayudaba a mantener su consciencia humana aún bajo el aspecto de un lobo.

 

Si bien se había atado mediante magia a uno de los troncos más fuertes que había encontrado en el bosque, poco había servido el truco una vez que se convirtió en aquella bestia. Sólo con un tirón, plagado de una fuerza descomunal, había roto sus ataduras y se había liberado para moverse a su placer. Se adentró en el bosque, en busca de alguna presa en la cual incar sus afilados dientes lobunos y se había encontrado algo aún mejor, algo que no esperaba: dos humanos.

 

Éstos no parecían haberse percatado de su cercana presencia, aunque seguramente habían oído sus aullidos previamente. El licántropo se fue acercando a sus nuevas presas, ocultándose tras los enormes árboles del bosque, y aguardó el momento exacto para atacar. Si Brardolla hubiese bebido la poción aquella noche, habría sabido que atacar a Ainé no era una posibilidad y se hubiera retirado del lugar hasta que el efecto se terminara. Allí, sin embargo, la situación era distinta y el animal salvaje que ocupada el cuerpo de la matriarca Croft ahora, sólo podía pensar en destrozarlos a ambos magos, sin un ápice de duda.

 

Los animales, por más bestiales y destructivos que fueran, no tienen la inteligencia de los seres humanos. No suelen darse cuenta de los movimientos de los hombres y, menos aún, de aquellos que poseen magia en su ser. Pese a su preparación, la mujer lobo no se percató de los hechizos conjurados por la bruja del cabello azul y, cuando estuvo en posición de embestida, salió disparada hacia ellos a gran velocidad.

 

El efecto fue inmediato y, en cuanto rozó con sus patas el círculo protector de acónito, el dolor fue insoportable. El lobo comenzó a chillar lastimosamente, pues a cada intento de acercarse, la protección la hacía retroceder. Aulló un par de veces y gruñó hacia los magos con rabia, aunque finalmente decidió retirarse del lugar. Una vez más, se internó en lo profundo del bosque y, entre aullidos encrispados, se alejó tantos kilómetros hacia la montaña, que dejó de ser un peligro para sus compañeros.

 

Sólo quedaban unas pocas horas para el amanecer. Cuando sucediera, Brardolla volvería a su forma humana y, sin saberlo, se encontraría más cerca de la gran bruja que el resto de sus compañeros de cursada.

[Anthony R. Dracony M.]

Dany movió sus rojos labios formando una perfecta sonrisa irónica. La bruja con aquel báculo insiste en su deseo de obtener más poder y se detuvo en su avance para alzar su báculo hacia la luna.

 

Levantó Dany una de sus cejas al surgir una idea, que del mismo modo era un deseo, un secreto deseo que había esperado alentar en Tonks y aquel momento era tan bueno que se afanó en que ocurrirá. Tomo la soga que sujetaba las manos del chico y las liberó para pedirle después que se librará de la soga que le ataba las piernas.

 

Viendo al chico realizando aquella tarea, Dany se levantó para erguir su figura tan alta como era al tiempo que colocaba sus brazos en jarras. Si la bruja quería aparecer ante el chico Tonks como la mujer más amada...lo permitiría.

 

Ahora tomaba ella la imagen de una chica pelirroja, de ojos rubí y que el chico Tonks recién conocía. Usaría a "Lady" así como las palabras, porque las palabras eran más poderosas que la misma espada de doble filo...se acerco al chico y le habló con afecto:

 

---Antoni, me alegro que estés bien "hermanito", que suerte haberte encontrado a salvo, vámonos ya...por favor...

 

El chico miro el rostro de Lady, le pareció extraño pero recordaba que ella contaba con Mout y de quererlo usaba su poder siempre que quería surgir de la oscuridad, ya se había soltado de la soga y le participó de su "madre".

 

---Mi madre me espera más allá, ha esperado por mi durante mucho tiempo, me hará poderoso y ya no se marchará jamás de mi lado, porque al fin tendré su presencia, su tiempo y cuidado...

 

Lady esbozo una sonrisa triste y sus ojos brillaron al brotar lágrimas de ellos mientras soltaba aquellas palabras hirientes y crudas:

 

---¿ahora si ha pensado en ti? Porque antes no lo hizo, solo le interesaba aquella guerra ¿acaso tiene forma ella de restituir lo que perdiste? Tu hogar, tu familia, tu infancia. Que rara forma de demostrar amor. ¿se puede acaso decir que te amo?

A ella no le importó dejarte solo, todo cuanto te ocurrió después de abandonarte ¡fue su culpa!¡su culpa!todo el dolor, eso fue su legado. Deberías demostrar cuan agradecido estas de esa parte de tu existencia...

 

Le vio endurecer el gesto de su rostro, rechinar los dientes con furia y tensar sus músculos; ese inmenso amor se transformaba en odio.