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Herbología 4: Clase Conocimientos Julio 2015


Sagitas E. Potter Blue
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Anna me prometió quedarse después de clase para arreglar los desperfectos. Era buena chica y así se lo dije.

 

-- Pero ten cuidado con no acercarte a la tierra abonada detrás de los Bulbotubérculos. Planté Arroz Salvaje y creo que ya están saliendo las puntas. Y por la última experiencia que tuve, suelen ser peleonas y enroscarse en los tobillos. Me dijeron que eran raíces con mucha personalidad y lo demostraron, demonios...

 

Y me miré el tobillo derecho, donde aún lucía un verdugón de la última recolecta.

 

-- Si no fueran muy apropiados como espesante de pociones, pasaría de plantarlos. Oye, pues se me ha dormido el dedo del todo... Y está tomando un aire verdoso que...

 

Sacudí la mano, tenía falta de sensibilidad en ella y el dedo pinchado parecía algo más gordo que el resto de los dedos. Hum... Sólo me faltaba tener una alergia o algo así delante de mis alumnos. Que fueran sanadoras (y una de ellas la Directora) de San Mungo no implicaba que tuviera que recurrir a ellas para que me ayudaran. Una tenía orgullo propio y..., leñes, era la profa...

 

Volví a sacudir la mano y sonreí a ambas.

 

-- Algo que hay que tener siempre a mano son los guantes y el peto. Si hubiera llevado los guantes, no me habría pasado esto. ¿Sabéis para qué es bueno también llevar los guantes? Para tocar el estiércol. Aquí usamos unos especiales que piden en Dirección, comprimido, con lo que el fertilizante es mucho más efectivo. Por regla general, el abono se compra en sacos de forraje seco y la manipulación se hace dificultosa. Nunca os olvidéis los guantes si no queréis que os crezcan las uñas de forma demasiado espontánea y duradera.

 

Cye hizo una pregunta interesante. Parecía aún divertida por la forma en que me había salvado del coscorrón gracias a la flor Paraguas (me había aplaudido como si hubiera hecho un número cirquense interesante) y pareció dudar al inquirir si era leyenda verdadera o no el hecho de hablar con las plantas.

 

-- ¡Pues claro que es eficaz, cuñadita! Una planta bien cuidada no sólo crece más alta, y con ello me refiero no sólo al estiércol o a los trasplantes en la época correcta o la limpieza de las malas hierbas de sus tiestos. Yo converso con ellas, son muy agradecidas, te hacen sentir bien a la vez que ellas se sienten felices. Ya sabes, como sacerdotisas somos capaces de ver a los seres vivos y su aura mejor que cualquier ser humano. Créelo, Cye. Aunque hay casos extremos, como los de Amya, que canta canciones de Elvis Presley a sus plantas carnívoras. Dice que de esa manera, nacen más salvajes y se venden mejor en el extranjero.

 

Como la mano seguía sin responderme, sólo se me ocurrió una cosa con la que disimular.

 

-- ¿Habéis leído el libro de "Plantas Acuáticas Maravillosas" de Winogrand? Tenemos unos ejemplares muy interesantes que se mencionan en ese libro. Venir, venir, poneros los binoculares, o si no queréis mojaros el pelo, aplicaros un casco burbuja, que os voy a enseñar unas algas de esas que... hum... ¿Cómo se llaman? Sirven para respirar bajo el agua... ¡Ah, sí, branquialgas! ¿Queréis probarlas?

 

Y me acerqué a un pequeño estanque artificial de un lateral del invernadero y metí la mano, ya hinchada, en el frescor del agua.

 

-- Después te prometo hablar de la Luparia, Cye -- y movía la mano, sintiendo una gran alivio en ella.

 

 

 

 

Edito porque llevaba horas con la página abierta y al lanzar no me di cuenta que Cye había lanzado antes que yo.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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- Usaré guantes y un traje para que no me pinchen, a parte de tener los ojos bien abiertos para poder esquivarlos.- dije con una leve sonrisa. Siempre había sido soberanamente despistada y no había tenido demasiado cuidado, pero desde que tenía hijos que me necesitaban..., aquello era diferente. - pero desde luego, nos has traído a este invernadero para que seamos asesinadas por las plantas.- bromee.

 

Asentí levemente con la cabeza cuando Sagitas al continuar con la lección mención que los guantes también eran buenos para manejar el estiércol, aquel olor era bastante desagradable, y se te terminaba metiendo entre las uñas y era complicado sacarlo.

 

- La verdad es que lo leí hace mucho tiempo, pero por encima, no se si recordaré bien y me da igual usar casco burbuja o branquialgas, la verdad es que ya estoy mojada, puede que mejor la segunda opción que no he tenido tantas oportunidades para usarla y ya que estamos en herbología..., mejor con planta que con encantamientos.- dije preparada para seguirla.

 

Me quité la chaqueta y la dejé a un lado, si tenía que sumergirme sería mejor cuanto menos peso tuviera que acarrerar, era complicado nadar con ropa pesada.

 

- Sagitas, ¿no prefieres que antes de que entremos en el agua Cye o yo te miremos ese bulto? Podría infectarse y sería mucho peor que si perdemos ahora unos minutos antes de continuar la clase.

Editado por Anna T. Ryddleturn

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Apenas Sagitas había mencionado los guantes de piel de dragón, Cye había sacado los suyos que estaban en su bolsito cruzado, los agito en el aire como si fueran bandera para que ambas brujas lo vieran, claro que automáticamente los giro y los volvió a guardar para que la Potter no viera el manchón y el olor a licorcito fino que expedían, seguramente le recordarían a una botella que había en la gaveta de su escritorio y del cual había terminado un poquito… bastante en sus guantes, cuando intentaba devolver los de la bruja que había tomado prestado por un par de meses, sin que esta lo supiera.

 

Rápidamente la atención giro en torno a la sugerencia de la pelivioleta, de observar los especímenes acuáticos, ella la siguió y cuando la bruja sugirió que probaran las branquialgas, Cye retrocedió un paso, ya las había probado antes y recordaba claramente la sensación de ahogo que se sentía cuando se empezaban a abrir las agallas en las orejas fuera del agua, y también cuando estas desaparecían y una estaba a varios metros de profundidad, aunque por lo demás incluso las membranas en las manos y los pies, y la velocidad para nadar eran excelentes, pero no gracias, ella pasaba.

 

-No, yo no lo he leído, la que si leí fue la guía de herbolaria de Goshawk - claro que no iba a decir que muchas cosas no las había entendido y esa era una de las razones por las que tomaba el curso ahora -¿Xell tiene un ejemplar de esos en la librería?- pregunto con curiosidad, al tiempo que tomaba los binoculares que la propia Sagitas tenía en mano, más bien en una de sus manos, porque la otra no estaba a la vista. Ana por su parte decía que probaría la branquialgas y algo sobre un bulto, pero los curiosos ojos de la Lockhart se fueron a posar en el estanque, ese que estaba en el lateral y se fijaron en un espécimen raro, rarísimo.

 

-Oigan, oigan, miren eso- dijo sin quitar la vista de los binoculares y de el estanque, había una alga muy especial, tenía cinco tentáculos, pero uno más grueso que los demás, incluso tenia uñas, y un tallo grandísimo que salía del estanque, era de color pálido y se movía, tal cual mano -¡Sagitas, Sagitas! dime para que sirve seguro que podemos hacer muchas pociones con eso ¿puedo trocear el tallo? - pero como estaba muy emocionada por el descubrimiento no espero la respuesta de la Potter Blue, sino que le dio sendo pellizco al que ella consideraba que era el tallo, para desprender algún pedacito y examinarlo, quizás hasta probarlo, lo que no había notado es que ese tallo estaba unido a un cuerpo que era nada menos que el de la profa y en realidad era la mano de ella.

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Tal vez no fuera una gran profesora, si desatendía las peticiones de mis alumnas, como había hecho con Cye. Pero es que hablar de la Luparia era un detalle que no había previsto y primero tenía que pensar deprisa sobre sus características, beneficios e inconveniencias. Además, me estaba entrando un sopor muy agradable, tal vez porque la mojadura y el correr para venir a clase me habían cansado y ahora que, por fin, ya no llovía sobre mi cabeza, me sentía muy a gusto. Bostecé y me tapé la boca con gracia con el dorso de la mano, con la buena, ya que la otra estaba bajo el agua, bien fresquita.

 

Sentí que hablaban pero yo puse una cara de bobalicona que simulaba escuchar sin saber lo que realmente estaban diciendo. Un pellizquito de mente atenta me decía que algo no funcionaba bien en mi interior, pero nunca ha funcionado del todo bien, así que sonreí algo más y después me mordí la lengua, dejando la punta fuera, a punto de soltar una risotada. ¿El motivo? Un misterio, tal vez mi mente me había contado un chiste y reaccionaba de esa manera.

 

Anna decía que se iba a tomar branquialgas y mi sonrisa se amplió.

 

-- Pues espero que te guste la goma de mascar. Dicen que sabe a plástico gomoso. Yo nunca lo he probado... Pero será divertido verte convertir en pez y que te salgan branquias en el cuello.

 

Eso es lo que dije, o al menos lo que pensé decir. ¿Sonó tal como quería decirlo o sonó vete a saber qué balbuceado de mis labios espesos, como mi cabeza? Sentí que hablaba de un bulto y, sin pensar, me rasqué la frente. No sé porqué pensé que tal vez me hubiera salido un cuerno como si fuera un unicornio. Sonreí, divertida (lo repito, yo creo que sonreí, a saber si no hice una mueca rara), prefiero ser una unicornio irisado que no un erumpent gordo y feo.

 

-- ¿Tengo un bulto? ¿De colores?

 

Yo sí que veía de colores...

 

-- ¿De Gosá? -- definitivamente, pasaba algo, pues Cye no pronunciaba bien y no la entendía. ¿O era yo quién había perdido el sentido para entender lo que me decían? -- ¿Sell en la librería?

 

Yo creo que en este grado ya balbuceaba de manera clara y nadie me entendería.

 

-- ¡Cuidadoconlosgrindilowsquevivenenelestanquejuntoalasalgascyeaversiteatrapan! -- quería alertarla porque yo también veía aquella cosa rara en el agua, muy distorsionada por el movimiento líquido que ocasionaba yo al mover la mano y por el veneno inoculado por la Mimética en la sangre. -- ¡Aaaaaay, algo me ha mordido!

 

Eso último sí lo dije claro, tal vez porque el dolor del pellizco de Cye me había aclarado momentáneamente la mente. Eso me hizo soltar el grito de alarma.

 

-- ¡Ayuda! Tengo veneno paralizante por la... mimé... -- empezaba a perder la conciencia de nuevo. -- Planta azul... Hojas bulbosas... raíces aplastadas regadas con gotas de pus de Bulbotubérculos y lágrimas de Mandrágora. -- Me senté de golpe en el suelo, con el brazo metido dentro del agua. -- Mezclado todo en tres partes de agua y una del mejunje. Es la planta... que cura el acné... con ella estaré a salv....

 

Me puse a reír, perdida de nuevo la lógica.

 

-- Yoquieroserununicorniorosa..... Si me salváis la vida, estáis las dos aprobadas. -- ¿Lo dije, lo pensé? Ni idea, sólo me rascaba la frente con la uña para encontrar mi cuerno de animalito, pero parecía que no salía...

 

Sentí el dolor al rascarme y eso me hizo volver a la realidad. Un trueno a lo lejos mostraba que la tormenta no amainaba. Me sentía muy sudorosa y calenturienta. La mano parecía un pez globo. Intenté apoyarme en Cye.

 

-- Chicas, os los prometo. Las dos aprobadas, pero llevarme a San Mungo a escondidas, que no se entere Elodia o me despedirá de profesora suplente de Herbología y pondrá a otra...

 

Casi lloraba porque no sentía mi brazo y porque no quería perder mi sueldo de profesora, aunque fuera suplente. Las dos estaban aprobadas de sobras pero... ¿yo sobreviviría a este curso que ya se acababa?

 

 

EDITO para acabar la clase y poner la nota.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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