Herbología 5: Clase Conocimientos Enero 2016

[Mica Gryffindor]

A cada momento detestaba más el haberse inscrito a aquel conocimiento. No por la profesora ni por el grupo, sino porque se aburría con la Herbología, las explicaciones y posibles tareas. Comprendía el descontento de Monica, pero no cuestionaría frente a nadie ajeno a la dirección de la Universidad a ninguno de los profesores, y mucho menos en un caso como aquel. Sagitas estaba dando la clase para “salvarles las papas” como se diría en algún lejano sitio, ya que no había nadie más apto para dar la clase.

Sí, era verdad que se notaban "pequeñas irregularidades" que debería explicarle cuando estuviesen solas, pero mientras la vida de las estudiantes a su cargo no corriese riesgo no interferiría en el desarrollo de la propuesta curricular.

En eso iba su mente. Le era casi imposible lograr concentrarse en lo que Sagitas decía y lo lamentaba. ¿Así podría pasar la clase? No lo creía. Se propuso una y otra vez intentar focarlizar su atención. No se hablaba de mada difícil pero ¿Sanación? Pociones que ayudarían a sanar... Díctamo, Mandrágora, para ella era todo lo mismo.

Se mordió los labios, definitivamente las plantitas mágicas no serían nunca sus aliadas. Era una mujer que prefería aliarse a su varita como único instrumento de confianza.

Solo pudo quedarse con el último comentario de Tau quien mencionaba el uso del díctamo para hacer estornudar dragones. ¿Díctamo? ¿Sería que seguían hablano de díctamo o ya habrían cambiado de plantita? No lo sabría.

-¿Uso? Hacer estornudar a un dragón creo que no sería ningún buen uso... vamos... - dijo algo preocupada de que sea una nueva ocurrencia de Sagitas para futuras clases.

[Sagitas E. Potter Blue]

Creo que el rictus de incredulidad y de decepción se marcó en mis labios. Siempre me olvidaba que yo era la loca de los animales peligrosos, de la herbología extraña y de los remedios muggles más atrevidos. Aún así, el desconocimiento que hacían servir mis pupilas sobre el díctamo me parecía inexcusable.

 

Mónica alegaba que eran bonitas y que servirían para decoración. Me encogí levemente de hombros, donde estén los lirios o los gladiolos, que se quiten las flores del díctamo, aunque cada cual con sus gustos.

 

-- No te lo aconsejaría, Mónica -- le repliqué. -- Tal como dice Tau, son plantas de exterior porque lanzan transparentes efluvios que son inflamables.

 

En eso, al menos, Tauro había acertado, aunque tampoco se alejaba mucho de la realidad. Sonreí.

 

-- No, el díctamo no hacer estornudar a los dragones, supongo que con lo inflamable que son, acabarían rostizados cada vez que se resfriaran. Como dice Agatha, no es el uso adecuado para los dragones.

 

Vi algo de miedo en los ojos de la directora y eso me hizo gracia. Las plantas ya estaban en la orilla y en breve enraizarían. Sólo había que esperar. Les hice señal de que se acercaran al muelle, donde me senté de un salto y me dispuse a quitarme las botas, llenas de agua. No sé para qué me ponía aquel incómodo traje si, aún así, acababa con los dedos heladitos y mojados.

 

-- El uso del díctamo en relación con los dragones se debe a la tradición oral de época medieval. En aquella época había más dragones que ahora, pero muchos más y campaban a sus anchas por las montañas. Los pueblos agrícolas y ganaderos eran atacados continuamente por ellos, diezmaban los ganados y no podían estar tranquilos en el pastoreo. Eran tiempos difíciles...

 

Iba hablando mientras me secaba los pies con una toalla que había aparecido "misteriosamente" a mi lado y después me ponía zapatos cómodos de tacón plano. Me levanté y dejé que mis alumnas se pusieran más cómodas.

 

-- Alguien comunicó a los muggles que el díctamo despedía una esencia que es de olor desagradable para los dragones, aunque sólo sirve para lugares pequeños y no muy al aire libre. Alrededor de los campos de pastoreo se cubrían las vallas y los muros de piedra con plantas de este tipo. Evitaba que los dragones se acercaran. También en los establos. ¿No habéis ido nunca a ver un corral de vacas o de gallinas, o cerdos? Son tan monos... Quiero decir que los granjeros y pueblerinos vivían de lo que producía su ganado en aquella época de carestía, así que tenían que disuadir a los dragones de atacar los poblados, sobre todo a raíz que ya no sacaban los animales a pastar y se les alimentaba en los cobertizos y establos. Es una tradición de los siglos XII al XV, el poner un ramito enroscado en las puertas. Aún hoy en día se usa como adornos y como augurios de buena suerte. Dudo que actualmente sepan para qué servían.

 

Iba a seguir hablando del díctamo, pero una mano suave y femenina salió del agua, seguida de un torso magnífico y de una melena rubia como el trigo. Iba a lanzar una exclamación cuando me di cuenta que las alumnas estaban de espaldas, vistiéndose. ¡No podían ver a la sirena! ¡Me acusarían al Concilio de robarla o a Criaturas por tráfico ilegal de animales tan cotizados!

 

-- Venir por aquí, vamos, las tres, seguirme...

 

Intenté por todos los medios que no miraran hacia el agua. Sólo faltaba que la sirena se pusiera a cantar.

 

-- Vamos a ver las mandrágoras y las mimbletonia. Tengo unos ejemplares maravillosos. Por cierto, todas estáis aprobadas por vuestro estupendo trabajo en limp... en plantar branquialgas. No es nada fácil. Seguirme, por favor, os llevaré al mirador que meréis especímenes que tengo allá guardaditos. Son maravillosos.

 

Y seguí por el sendero, abandonado lo más rápido que pude aquel lago que empezaba a hervir de burbujas. Llegaban más sirenas al parque, puntuales, siempre llegaban a finales de enero.